Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 20

MUERTOS EN DELITOS Y PECADOS

  En este mensaje llegamos al capítulo Ef. 2. Hemos visto que en el capítulo uno no se menciona la misericordia de Dios debido a que ahí todo es excelente. Sin embargo, el capítulo dos describe una situación miserable, una situación que requiere la rica misericordia de Dios. En este mensaje examinaremos los tres primeros versículos del capítulo dos.

  De hecho, Efesios 2 no trata principalmente de la condición lamentable del hombre caído, sino de cómo se produce y se edifica la iglesia. Al final del capítulo uno vemos que la iglesia como Cuerpo de Cristo se produce mediante la trasmisión que proviene del Cristo ascendido. Esta es la iglesia vista desde la perspectiva positiva, vista desde lo alto. Sin embargo, no sólo debemos ver la iglesia desde arriba, sino también desde abajo. En el capítulo uno Pablo mira la iglesia desde el punto de vista de los lugares celestiales. Desde esta perspectiva ella es producto de la trasmisión del Cristo ascendido. Pero en el capítulo dos Pablo ve a la iglesia desde abajo, mirando a la iglesia desde el punto de vista de la miserable condición del hombre caído.

I. LA CONTINUACION DEL CAPITULO UNO

  Efesios 2:1 dice: “Y vosotros estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Según la gramática, la conjunción “y” indica que la última oración del capítulo uno no está completa. El último versículo del capítulo uno revela que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, fue producida por Cristo mediante lo que El logró. Ahora el capítulo dos revela el trasfondo, la esfera de muerte, de donde fue producida la iglesia.

  En el capítulo uno el apóstol Pablo expresa muchas cosas excelentes. Declara que la iglesia llega a existir mediante la maravillosa trasmisión del Cristo ascendido. En el capítulo uno Pablo habla de Cristo y del poder que operó en El resucitándolo de los muertos, sentándolo en los lugares celestiales por encima de todo, sometiendo todas las cosas bajo Sus pies y dándolo por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Pero como ya mencionamos, la iglesia tiene otro lado; se puede apreciar por el lado de Cristo y también por el lado nuestro. Por ello, en 2:1 Pablo dice: “Y vosotros”. La iglesia no solamente tiene el aspecto de la divinidad, sino también el aspecto de la humanidad. En el capítulo uno, vemos que la iglesia se produce al trasmitírsele la divinidad, mientras que en el capítulo dos vemos que la iglesia procede de la humanidad. La conjunción “y” al comienzo de Efesios 2:1 tiene mucha importancia, pues une estos dos aspectos de la iglesia.

II. MUERTOS EN DELITOS Y PECADOS

A. Muertos espiritualmente

  El versículo 1 afirma que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. La palabra “muertos” se refiere a la condición de muerte en que se hallaba nuestro espíritu, una muerte que invadió todo nuestro ser. Nosotros no solamente estábamos caídos y éramos pecaminosos; también estábamos muertos.

  En 1947, mientras predicaba el evangelio en Shanghai el primer día del año, le dije a los que me escuchaban: “Amigos, los predicadores cristianos debemos ser sinceros y decirles a ustedes cuál es su verdadera condición. Ustedes no solamente son pecadores, sino que todos están muertos. Todos están en un ataúd y en una tumba. Tal vez se consideren damas y caballeros cultos, pero en realidad son personas muertas y sepultadas. Les digo esto porque ahora Cristo quiere darles vida y sacarlos del ataúd”. Esta es una buena manera de predicar el evangelio.

  Debido a que el libro de Romanos trata el tema del pecador, no recalca el hecho de que las personas caídas están muertas; hace hincapié, más bien, en los pecados y en el pecado. Sin embargo, el libro de Efesios pone énfasis en la muerte, en la necesidad de personas que están muertas. La salvación revelada en Romanos se basa en la justicia. Según Romanos 1:16-17, el evangelio de Dios es poderoso para salvar porque en él se revela la justicia de Dios. En Romanos, Dios nos salva mediante Su justicia y con ella. Pero en Efesios, Dios salva a los muertos con la vida. La justicia no le beneficia a personas muertas. Lo que ellas necesitan es vida. Muchos cristianos no entienden claramente la diferencia entre ser salvos por medio de la justicia y ser salvos mediante la vida. Por ello, citan Efesios para hablar de la salvación que se basa en la justicia. Puesto que somos pecadores y estamos muertos, necesitamos tanto la justicia como la vida; tanto la salvación descrita en Romanos, como la salvación que se revela en Efesios.

B. Perdimos la función que nos capacitaba para relacionarnos con Dios

  Al estar muertos en delitos y pecados, perdimos la función que nos capacitaba para relacionarnos con Dios. La muerte espiritual anuló la función de nuestro espíritu. No importa cuán activos hayamos estado en nuestro cuerpo y en nuestra alma, estábamos muertos en nuestro espíritu y no podíamos contactar a Dios.

C. En delitos y pecados

  El versículo 1 dice que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. Los delitos son actos que sobrepasan el límite de derecho, y los pecados son actos malignos. Antes de ser salvos, estábamos muertos en delitos y pecados. Fue de esta condición de muerte que fuimos salvos para ser la iglesia, el Cuerpo. Los muertos han sido vivificados para ser un organismo vivo que expresa a Cristo.

  Creo necesario añadir algo con respecto a los delitos. Al correr en una carrera, el corredor debe permanecer dentro de ciertos límites. Salirse de dichos límites equivale a cometer una ofensa. Uno tiene derecho a correr dentro de esos límites, pero si se sale de ellos, traspasa sus derechos.

  Hace algunos años recibí ayuda de un hermano que había estado aprendiendo las lecciones de la vida. Un día testificó que, habiendo sido alumbrado por Dios, se daba cuenta de que si tocaba a la puerta de la habitación de alguien y nadie contestaba, no tenía derecho a entrar en dicha habitación, pues si lo hacía, sobrepasaba sus derechos. Este testimonio me ayudó inmensamente. Desde entonces, cada vez que visitaba la casa de alguien, me limitaba a permanecer en la habitación que se me pedía que me sentara. No me tomaba la libertad de entrar en otras habitaciones de la casa, pues si lo hubiera hecho, habría estado sobrepasando mis derechos y cometiendo una ofensa. Hay personas que no les molesta visitar una casa ajena y entrar en todos los cuartos y examinar lo que en ellos hay. Aunque ellas traten de justificar su conducta, a los ojos de Dios han sobrepasado sus derechos.

  Supongamos que después de una reunión, un hermano deja su himnario en el asiento. ¿Cree usted tener derecho de tomarlo? No; no lo tiene, a menos que sea el encargado de la limpieza o de recoger los artículos perdidos. Pero ni siquiera esto le daría derecho a hojear el himnario del hermano.

  A los ojos de Dios, hemos sobrepasado nuestros derechos muchas veces. Así que, éramos personas muertas en nuestros delitos. Además, estábamos muertos en pecados, en hechos malignos tales como mentir y robar.

III. SEGUIAMOS LA CORRIENTE DE ESTE MUNDO

  El versículo 2, refiriéndose a nuestros delitos y pecados, dice: “En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo”. La frase “este mundo” se refiere al sistema satánico, que se compone de muchos siglos. La palabra “corriente” se refiere a cierta parte, sección o aspecto, a la apariencia actual y moderna del sistema de Satanás, que él usa para usurpar y ocupar a la gente y alejarla de Dios y Su propósito. Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, seguíamos la corriente, la apariencia moderna, la era actual del mundo, es decir, el sistema satánico.

  Durante el tiempo que estuvimos muertos en delitos y pecados, anduvimos muy activos en el mundo, en la esfera del reino satánico. La palabra griega cósmos, que se traduce “mundo” significa “sistema”. Este no es un sistema divino ni humano, sino satánico. Este sistema, el mundo, se compone de muchas épocas, de muchas corrientes, cada una de las cuales constituye una sección del sistema satánico. Cada época es también una corriente, y tiene su propio estilo y apariencia. En la época de Abraham, el mundo fue diferente al de David y al de Pablo. Hoy el mundo también tiene una apariencia moderna. Además, la época del mundo tiene su corriente. Una vez anduvimos conforme a la corriente de esta época. Una persona que sigue la tendencia de la época demuestra de manera inequívoca que está muerta, es decir, que es un cadáver arrastrado por la corriente de la era.

  En 1937, mientras viajaba por el interior de China, vi un excelente ejemplo de esto. Un día, al pasar por un arroyo que corría por la vertiente de una montaña, observé que flotaban en él hojas secas que eran arrastradas por la corriente. Entre las hojas había algunos peces que nadaban contra la corriente. Ellos podían hacer esto porque estaban vivos, pero las hojas, por no poseer la vida necesaria para resistir la corriente e ir en contra de ella, eran arrastradas por la misma. Una persona que sigue la corriente actual del mundo, está muerta. La corriente de esta época arrastra a las personas sencillamente porque ellas están muertas. Por todo el mundo y en cada país, la gente está muerta. Por consiguiente, cada vez que llega la marea del mundo, las personas son arrastradas inmediatamente. Antes, nosotros también estábamos muertos y éramos arrastrados por la corriente de esta era; pero ahora que hemos sido vivificados, la corriente no puede movernos.

IV. ANDABAMOS CONFORME AL PRINCIPE DE LA POTESTAD DEL AIRE

  Cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, no sólo seguíamos activamente la corriente de este mundo, sino que también andábamos “conforme al príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. El “príncipe” se refiere a Satanás, gobernador de los principados y potestades del aire, los cuales se mencionan en 6:12. “El espíritu”, que está en aposición con “la potestad del aire”, se refiere al poder colectivo, al conjunto de todas las potestades malignas angélicas, cuyo príncipe es Satanás. Este espíritu ahora opera en los hijos de desobediencia. Pero nosotros, quienes estuvimos en otro tiempo entre ellos, fuimos salvos para ser la iglesia.

  Por encima de nosotros está la esfera gobernada por Satanás, el príncipe de la potestad del aire. Son pocos los cristianos que tienen un entendimiento adecuado acerca del poder maligno. Toda la tierra está bajo el dominio del espíritu que está en el aire. Este espíritu maligno, esta atmósfera maligna, es la causante de tantos crímenes, asesinatos e incluso suicidios. Este espíritu influye en las personas y las lleva a hacer cosas malignas que los seres humanos normalmente no harían. La fuente de esta maldad se halla en el espíritu, en la atmósfera, que los domina. Este espíritu opera ahora en los hijos de desobediencia, en aquellos que desobedecen a Dios.

V. NOS CONDUCIAMOS EN LOS DESEOS DE NUESTRA CARNE

  Hemos hablado de dos esferas en las cuales nos desenvolvíamos activamente cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados: la esfera del mundo y la esfera de la potestad del aire. Ahora debemos ver la tercera esfera, la de los deseos de nuestra carne. El versículo 3 dice: “Entre los cuales también todos nosotros nos conducíamos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. La expresión “los cuales” se refiere a los hijos de desobediencia, y la palabra “nosotros”, a todos los creyentes, tanto judíos como gentiles. Cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nosotros también nos conducíamos conforme a los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad no sólo de la carne, sino también de los pensamientos. Tres cosas malignas dominaban nuestras vidas: la corriente de este mundo, la cual está fuera de nosotros; el príncipe de la potestad del aire, quien está sobre nosotros y en nosotros; y los deseos de nuestra carne, que están en nuestra naturaleza caída. De estas cosas malignas fuimos salvos para ser el Cuerpo de Cristo.

  Antes de ser salvos, nos conducíamos según los deseos carnales, satisfaciendo los deseos de la carne y de los pensamientos. La palabra “deseos” del versículo 3 se refiere a nuestros gustos. En el pasado hacíamos ciertas cosas simplemente porque nos gustaba hacerlas. Si queríamos ir a bailar, lo hacíamos; si queríamos asistir a eventos deportivos, asistíamos; si nos gustaba ir de compras, íbamos. La generación actual, probablemente más que cualquier otra generación en la historia, hace todo lo que le place. Si se les preguntara a los jóvenes por qué hacen ciertas cosas, muchos de ellos contestarían que simplemente les gusta hacerlas. Esto es una clara señal de alguien que está muerto. Los jóvenes que les gusta hacer lo que desean son semejantes a un automóvil sin frenos. ¡Cuán peligroso es esto!

  Los deseos de la carne mencionados en el versículo 3 aluden a cosas malignas, mientras que los deseos de los pensamientos, a cosas que no son tan malas. No obstante, ambas son indicios de que una persona está muerta en el espíritu, especialmente en la conciencia. Una persona que está muerta en su espíritu, satisface todos los deseos de su carne y de sus pensamientos.

VI. ERAMOS POR NATURALEZA HIJOS DE IRA

  En el versículo 3 Pablo declara que éramos “por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Además, de ser hijos de desobediencia, también éramos hijos de ira. En la esfera de muerte, estábamos bajo la ira de Dios a causa de nuestra desobediencia. Pero fuimos salvos tanto de nuestra desobediencia como de la ira de Dios.

VII. SALVOS PARA SER EL CUERPO DE CRISTO

  Hemos visto tres esferas en las cuales nos desenvolvíamos activamente en el pasado: la corriente del mundo, la atmósfera maligna que rodea la tierra habitada y los apetitos carnales, que incluyen los deseos de la carne y de los pensamientos. El mundo está fuera de nosotros, los deseos están en nosotros y la atmósfera espiritual maligna está por encima de nosotros y dentro de nosotros. Es imposible que una persona muerta escape de estas tres esferas. Por naturaleza, todos los hombres son hijos de desobediencia, hijos de ira y están bajo el juicio de Dios. Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, nosotros también nos encontrábamos en esa condición. ¡Alabado sea el Señor que de esa esfera de muerte nació la iglesia! Fuimos salvos para ser el Cuerpo de Cristo. Ahora ya no estamos en esas esferas; ahora estamos en Cristo, en el Espíritu y en los lugares celestiales.

  Efesios 2:1-3 da una clara descripción de nuestra condición con respecto a nuestra naturaleza caída. Cuando nos encontrábamos en esa condición, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, y con todo, nos movíamos activamente en la corriente de este mundo y estábamos bajo el dominio de la potestad del aire y de los deseos de la carne y de los pensamientos. Este es el oscuro trasfondo contra el cual vemos la iglesia. La iglesia fue producida a partir de tan lamentable origen. ¡Aleluya! Aunque estábamos muertos y en una condición tan deplorable, ¡fuimos salvos para ser el Cuerpo de Cristo! ¡Qué salvación tan maravillosa!

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración