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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 44

LA INMADUREZ Y LOS VIENTOS DE ENSEÑANZA

  Ef. 4:13 declara que necesitamos llegar a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez y a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Es difícil definir adecuadamente estos puntos, pues todos ellos tienen que ver con la vida, la cual es muy misteriosa. La verdadera unidad, la unidad en la práctica, tiene que ver con la vida. Asimismo, ser un hombre de plena madurez y llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo son asuntos que dependen de la vida. Sólo hasta que experimentamos la vida hasta cierto grado, podemos entender versículos como 4:13.

  En 4:13 Pablo comienza hablando de la unidad de la fe. Desde el punto de vista de mi limitada experiencia, puedo decir que la fe aquí se refiere a Cristo y Su obra redentora. El Cristo vivo y Su obra constituyen el objeto de nuestra fe cristiana.

  El versículo 13 también habla del pleno conocimiento del Hijo de Dios. Aparentemente hay poca relación entre la fe y el pleno conocimiento del Hijo de Dios. Sin embargo, conforme a nuestra experiencia, ambos aspectos aluden a lo mismo, a Cristo. El pleno conocimiento del Hijo de Dios tiene que ver con conocer a Cristo como vida y como nuestro todo. En el Nuevo Testamento, al Señor se le llama Hijo de Dios con relación a la vida, y el Cristo, en cuanto a Su comisión. Cuando Pedro recibió la revelación con respecto al Cristo, dijo que el Señor Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mt. 16:16). Además, en el evangelio de Juan se nos dice que debemos creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Jn. 20:31). Esto indica que nosotros, al creer en el Señor Jesús, recibimos Su vida y Su comisión. Conocer la comisión del Señor es fácil, pero conocerlo a El como nuestra vida es bastante difícil. Esto sólo se obtiene por la experiencia, no por un simple conocimiento objetivo. Cuando experimentamos a Cristo como nuestra vida, llegamos a conocerlo como el Hijo de Dios. Entonces podemos experimentar la unidad práctica y experimental, es decir, la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios.

  Dios desea que Cristo sea el todo para nosotros. Cristo es el objeto de nuestra fe y también nuestra vida. Si vemos esto, comenzaremos a deshacernos de todo lo que nos distrae de El, abandonaremos todo lo que no sea Cristo mismo. Cuánto abandonamos depende de cuánto lo experimentamos. Cuanto más experimentemos a Cristo como vida, más cosas dejaremos a un lado. De esta manera llegamos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios.

  En la actualidad todavía no conocemos plenamente la unidad práctica porque nos falta experimentar más la vida. Pero estamos creciendo. Con todo, no podemos decir que ya llegamos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. No obstante, agradecemos al Señor de que en Su recobro vamos camino hacia esa meta.

I. NIÑOS EN CRISTO

  El versículo 14 dice: “Para que ya no seamos niños sacudidos por la olas y zarandeados por todo viento de enseñanza en las artimañas de los hombres en astucia, con miras a un sistema de error”. Este versículo es la continuación del versículo 13. Las palabras “Para que” indican que como resultado de llegar a las tres cosas que se mencionan en el versículo 13, ya no seremos niños sacudidos por las olas ni zarandeados por todo viento de enseñanza. Así que, llegar a los tres aspectos del versículo 13 tiene un propósito: que dejemos de ser niños.

A. Carecen de madurez en vida

  Los niños son los creyentes que recién han recibido a Cristo y que carecen de madurez en vida (1 Co. 3:1, 3:11; He. 5:13). En la primera etapa de nuestra vida espiritual, todos los cristianos somos niños.

B. Sacudidos por las olas y zarandeados por los vientos

  El versículo 14 indica que los niños son sacudidos por las olas. La vida cristiana se parece a una travesía por el mar, donde hay muchas tormentas. Como cristianos, no debemos esperar que nuestro viaje transcurra con calma, sin olas ni vientos. Las olas y las tormentas no solamente azotan a los creyentes individualmente, sino también a la iglesia. Hay momentos en los que la iglesia es sacudida por las olas y se ve en medio de tormentas. El concepto de Pablo no es que podemos evadir las olas y los vientos, sino que podemos ser guardados de ser sacudidos por las olas y zarandeados por los vientos.

  Las dificultades y las penurias son diferentes a las olas y las tormentas. Las penurias son semejantes a las rocas, y las dificultades, a cargas pesadas que debemos llevar. Las olas, por el contrario, a menudo llegan de manera placentera, atractiva y hasta con una apariencia agradable y dulce. Los que son sacudidos por las olas, por lo general no son sacudidos en contra de su voluntad, sino que voluntariamente se dejan llevar por las olas, las cuales tienen una apariencia placentera y agradable para ellos. Mientras son llevados por las olas, no están conscientes de ningún peligro; más bien, tal vez hasta sientan cierta emoción y deleite. Debido a su placentera apariencia, las olas son muy distintas de las penurias y dificultades. De hecho, pocos cristianos se dejan sacudir por las dificultades, pero son muchos los que son sacudidos por las olas y zarandeados por los vientos.

  Tal vez usted se pregunte qué son las olas y los vientos. Ellos son las diferentes enseñanzas, doctrinas, conceptos y opiniones. A medida que la iglesia avanza en su travesía por el mar, Satanás aprovecha cada oportunidad para enviarle atractivas enseñanzas, conceptos y opiniones, con la intención de engañar a los creyentes. Su intención al hacer esto es apartarlos de Cristo y la iglesia.

  En la época de Pablo, ciertos judaizantes enseñaban el Antiguo Testamento de manera muy seductiva. Sus enseñanzas giraban en torno a ciertas prácticas que Dios había establecido. Los niños en Cristo no discernían la sutileza de estas atractivas enseñanzas. El principio es el mismo hoy, con la diferencia de que ahora hay muchas más enseñanzas, conceptos y opiniones. Todo esto tiene una apariencia agradable y positiva; de lo contrario, no engañaría a nadie. Así que, muchos son sacudidos por las olas y zarandeados por los vientos de enseñanza.

  A los niños se les engaña y extravía con mucha facilidad. Por ejemplo, alguien puede llevárselos de su casa simplemente ofreciéndoles algunos caramelos. A ellos les gustan tanto los dulces que se olvidan de todo lo demás. Debido a que muchos cristianos aún siguen siendo niños, niños que desean enseñanzas “azucaradas”, se les engaña con mucha facilidad.

  La única manera de escapar de las olas y de los vientos es crecer en vida. Mientras crecemos, debemos protegernos bajo el amparo de nuestros padres en el Señor. No nos dejemos distraer por los caramelos espirituales; antes bien, sigamos el camino de nuestros padres en Cristo. De esta manera, seremos preservados y salvaguardados.

  En la vida de iglesia, los más jóvenes deben ampararse bajo los mayores; este refugio es el mejor escondite. Nunca adopte por su cuenta ningún concepto, por muy agradable que parezca. Cuando sea tentado a hacerlo, debe decir: “No me importan estas cosas; lo único que me interesa es Cristo, la iglesia y el amparo de mis mayores”. Si ingiere el “caramelo”, descubrirá que debajo de la capa azucarada hay veneno.

  Al leer el contexto del versículo 14 podemos ver que Cristo y la iglesia son la prueba más confiable para detectar si alguna enseñanza es engañosa. El enemigo Satanás es astuto y usa olas y vientos para distraer a los santos y apartarlos de Cristo y la iglesia. En ocasiones usará incluso la Biblia para conseguir esto. Esto indica que él usará aun las enseñanzas bíblicas para apartarnos del propósito de Dios. El empleó las Escrituras para tentar al Señor Jesús en el desierto. Satanás se vale de cualquier cosa para distraernos de Cristo y la iglesia, y la mejor salvaguarda que podemos tener en contra de sus astucias es Cristo y la iglesia. No debemos aceptar ninguna enseñanza que no pase la prueba de Cristo y la iglesia.

  A veces Satanás llega a nosotros con cierta enseñanza con el pretexto de que ésta nos ayudará a disfrutar más la vida de iglesia. Sin embargo, cuando la recibimos, nos damos cuenta de que ésta anula en nosotros el apetito por la vida de iglesia. Antes de aceptar esa enseñanza, estábamos absolutamente en pro de la iglesia y del testimonio de ésta; deseábamos asistir a las reuniones de la iglesia y valorizábamos mucho su base de unidad. Pero la engañosa enseñanza satánica mata en nosotros el deseo de reunirnos, diluye nuestra consagración por la vida de iglesia y nos lleva a menospreciar la base de unidad de la iglesia. A medida que esta enseñanza ejerce su efecto destructivo en nuestro interior, perdemos interés por el testimonio genuino de la iglesia. Con todo, estamos convencidos de que gracias al concepto que hemos absorbido, estamos en camino hacia una mejor vida de iglesia. ¡Esta es la más engañosa de todas las doctrinas! Este engañoso viento nos aparta de la vida de iglesia.

  Esta clase de enseñanza también nos hace perder el apetito por Cristo; su influencia nos quita el hambre y la sed que sentíamos por El. Uno llega a sentir que amar al Señor de manera absoluta es religioso o legalista. Todo esto muestra claramente que la esencia venenosa de esa enseñanza satánica ha entrado a nuestro ser y lo ha corrompido, aturdiendo los sentidos espirituales. Esta es la manera más sutil en que un creyente puede ser apartado de Cristo y de la genuina vida de iglesia.

  La única manera de crecer, de ser protegido y resguardado es permanecer en la vida de iglesia. No debemos poner demasiada confianza en nuestro sentir personal en cuanto a determinada situación. Algunas enseñanzas tal vez nos inciten a pensar que la vida de iglesia no es tan buena y que incluso es innecesaria. En el transcurso de los años he aprendido que siempre debemos estar alertas en contra de cualquier pensamiento que insinúe que la vida de iglesia es deficiente, inadecuada e innecesaria. Pensamientos como éste demuestran claramente que se aproxima un viento de enseñanza. Con esto no estoy diciendo que hoy la iglesia es perfecta; sin embargo, sí afirmo que cualquier pensamiento negativo acerca de la condición de la iglesia es un indicio del fomento de una enseñanza insidiosa. A primera vista, esta clase de enseñanza no parece peligrosa; por lo general está escondida detrás de una buena apariencia. Al principio, el “color” es muy atractivo, pero después de entrar en uno, el “color” de esa enseñanza se oscurece cada vez más a medida que pasa el tiempo. Esto es señal de la influencia venenosa que ella ejerce en uno.

  Quisiera repetir que la única manera de escapar de las olas y de los vientos es crecer. Sin embargo, es imposible crecer de la noche a la mañana, como los hongos. El crecimiento es gradual, poco a poco, día tras día. Mientras crecemos gradualmente en el Señor, necesitamos permanecer bajo la cubierta protectora de la iglesia. Confiemos en la iglesia, no en nuestros propios sentimientos. Acudamos al Señor y pidámosle que nos ayude a poner nuestra confianza en El y en la iglesia. Esto es especialmente necesario cuando sentimos que la iglesia no está bien. En el mismo momento que sintamos que la condición de la iglesia no es positiva, debemos poner nuestra confianza en la iglesia aún más.

II. VIENTOS DE ENSEÑANZA

A. Una enseñanza que difiere de la economía de Dios

  En el versículo 14, Pablo no habla de los vientos de herejías, sino de los vientos de enseñanza. Cualquier enseñanza, aunque sea bíblica, que distraiga a los creyentes de Cristo y la iglesia, es un viento que los desvía del propósito de Dios. En 1 Timoteo 1:3-4 se revela que en los tiempos de Pablo, algunos impartían diferentes enseñanzas. Esto no significa que enseñaban herejías, sino que enseñaban algo diferente de la economía neotestamentaria de Dios. No enseñaban según la enseñanza del ministerio neotestamentario. En el Nuevo Testamento existe un solo ministerio, el cual consiste en impartir al Dios Triuno en los creyentes para que se edifique la iglesia. Debemos desconfiar de cualquier enseñanza o supuesto ministerio que enseñe cosas diferentes de la economía de Dios, es decir, que enseñe algo que no imparta a Dios en los creyentes y que no edifique las iglesias.

  Los cristianos han sido llevados por diversos vientos de enseñanza. Cada denominación o grupo independiente está bajo la influencia de algún viento doctrinal. En la actualidad, ¿qué cristiano no ha sido sacudido por las olas o zarandeado por los vientos? Aun nosotros debemos preguntarnos si todavía estamos bajo la influencia de tales olas y vientos. Puedo declarar firmemente que yo no soy sacudido por ninguna ola ni zarandeado por ningún viento, porque lo único que me interesa es Cristo y la iglesia. Algunos me han preguntado sobre la práctica de orar-leer, y les he contestado que no estoy en pro del orar-leer, sino de Cristo y la iglesia. Yo no me diferencio de los demás cristianos; sin embargo, muchos de ellos se han hecho diferentes a mí.

  Por ejemplo, algunos se oponen firmemente al bautismo por inmersión y prefieren bautizar por aspersión. A una persona así, le diría: “Hermano, a mí no me interesa el bautismo por aspersión, lo que me interesa eres tú. Simplemente te recibo como mi hermano en el Señor”. Al recibirle de esta manera, me hago igual a él. Pero si él insiste en el bautismo por aspersión, es él quien se hace diferente de mí, y por ende, él, no yo, es responsable por cualquier diferencia que exista entre nosotros.

  Antes de venir al recobro del Señor, probablemente estábamos ocupados con cosas que no eran ni Cristo ni la iglesia. Tal vez nos interesaba cierta doctrina, práctica u obra. Pero en la vida de iglesia en el recobro del Señor, sólo nos interesa Cristo y la iglesia. Es crucial que veamos claramente que la meta de la economía neotestamentaria es impartir al Dios Triuno en las personas para edificar el Cuerpo de Cristo. Esta es nuestra meta y nuestro testimonio; éste es también el recobro de Dios. Si siempre tenemos esta meta delante de nosotros, no recibiremos ninguna enseñanza, concepto u opinión que nos distraiga de la línea central de la economía de Dios.

B. En las artimañas de los hombres

  En el versículo 14 Pablo habla de “las artimañas de los hombres”. La palabra griega que significa “artimañas” se refiere a las trampas que hacen los jugadores de dados. Las enseñanzas que llegan a ser vientos y que alejan a los creyentes de la línea central de Cristo y la iglesia, son engaños instigados por Satanás, quien astutamente utiliza las artimañas de los hombres para estorbar el propósito eterno de Dios, que consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Por muy buena que parezca una enseñanza, si nos distrae de Cristo y la iglesia, pertenece a las artimañas de los hombres. Las artimañas de los hombres son peores que el engaño, porque no solamente son falsas, sino que también suponen un complot maligno. Por muy bíblica que sea una doctrina, podría ser usada en este perverso complot.

C. En astucia

  En este versículo Pablo menciona la astucia. Esta palabra alude al uso de cierta habilidad maligna. Por tanto, las artimañas de los hombres tienen que ver con un complot y con la habilidad para engañar.

D. Con miras a un sistema de error

  Por último, Pablo dice: “Con miras a un sistema de error”. Las enseñanzas que dividen son organizadas y sistematizadas por Satanás con el fin de producir serios errores y dañar la unidad práctica de la vida del Cuerpo. Las artimañas vienen del hombre, mientras que el sistema de error viene de Satanás. Ya vimos que la economía de Dios consiste en impartir al Dios Triuno en nosotros para que se edifique el Cuerpo de Cristo. Satanás aborrece esto y usa astutamente enseñanzas, conceptos, doctrinas y opiniones como parte de un plan diabólico que consiste en desviar a las personas y conducirlas a un sistema de error. ¡Esta obra es diabólica! Que el Señor ponga de manifiesto todas las sutilezas del enemigo para que podamos detectar el sistema de error relacionado con las enseñanzas engañosas, diseñadas para distraer a los santos y desviarlos de Cristo y la iglesia.

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