Mensaje 74
Lectura bíblica: Ef. 1:23; 2:15-16, 19, 21-22; 4:4, 12-13, 16, 24; 5:5, 25, 31-32; 6:11, 13
A lo largo de la historia, Satanás ha dañado a la iglesia por medio de la religión, el conocimiento y la organización. Su meta consiste en dividir el Cuerpo de Cristo a través del conocimiento y la doctrina, y destruir las funciones de los miembros del Cuerpo mediante la organización, especialmente la que redunda en el sistema de los clérigos y laicos. Dicho sistema ha reemplazado las funciones de los miembros del Cuerpo. Si Satanás no logra evitar que la gente se acerque al Señor, entonces tratará de dañar y corromper el Cuerpo de Cristo. La intención de Dios no es simplemente salvar a millones de personas y trasladarlas al cielo. La intención de Dios conforme a Su propósito eterno es obtener el Cuerpo para que exprese a Cristo. El desea tener un grupo de creyentes genuinos edificados en la vida de Cristo.
Debido a la sutileza de Satanás, muchos piensan que la edificación sólo se puede llevar a cabo en el futuro. Según este concepto, lo único que podemos hacer hoy es predicar el evangelio, conducir a las personas al Señor, y ayudarles a conocer la Biblia, a amar al Señor y a buscar la espiritualidad. Algunos maestros cristianos afirman que, conforme a la tipología del Antiguo Testamento, hoy vivimos en la era de David, en un período en el que se pelea la batalla y se hacen los preparativos para la edificación del templo. Y que más adelante, en la era de Salomón, se edificará el templo. Sin embargo, esta enseñanza anula el libro de Efesios. En 2:22 Pablo dice: “En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. Este versículo no dice que seremos edificados algún día en el futuro; dice claramente que somos juntamente edificados hoy. Por consiguiente, la edificación de la iglesia es para hoy.
En 4:11 y 12 vemos que el Señor dio apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros a fin de perfeccionar a los santos para la edificación del Cuerpo de Cristo. Esto indica también que la edificación de la iglesia se lleva a cabo en el presente.
Efesios 4:16 ofrece otra prueba de esto. Ahí vemos el crecimiento que redunda en la edificación del Cuerpo. La función de cada miembro en su medida causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor. Las palabras de Pablo indican claramente que el crecimiento, que edifica el Cuerpo, se está llevando a cabo hoy.
Algunos maestros cristianos evaden el tema de que el Cuerpo se edifica hoy porque saben que las circunstancias en las que se encuentran hacen imposible tener la vida de iglesia. Ellos están en división. Lo único que pueden hacer es estrecharse las manos por encima de las “cercas” denominacionales, y decirse unos a otros que son uno en Cristo. Esto sin embargo es una unidad falsa, una unidad fingida. Por esta razón se justifican afirmando que es imposible que la iglesia se edifique hoy. Prefieren seguir la enseñanza que asevera que la iglesia será edificada en el futuro. Esto es obra de la sutileza de Satanás.
No importa cuántas almas conduzcamos al Señor, cuántos santos sean edificados por nuestra causa, y cuánto ayudemos a otros a estudiar la Biblia y a ser espirituales, pues el propósito de Dios queda por cumplirse. Creemos que la razón principal por el retraso de la venida del Señor es que Su iglesia todavía no ha sido edificada. En Mateo 16:18 el Señor Jesús prometió y profetizó lo siguiente: “Edificaré Mi iglesia”. Esto debe cumplirse antes de que el Señor regrese; de otro modo, con respecto a la edificación de la iglesia, El sería avergonzado, y Satanás podría jactarse de haber vencido al Señor. Entonces Satanás podría decirle al Señor Jesús: “Por casi dos mil años has estado tratando de edificar la iglesia, pero no has tenido éxito. Tu obra en la cruz, en la resurrección, en la ascensión y como Espíritu vivificante no ha sido suficiente para derrotarme. No has logrado Tu meta”. El Señor Jesús no permitirá que Satanás se jacte de esta manera. El Señor le avergonzará por medio de la edificación de la iglesia, aun en medio de esta era oscura. Entonces el Señor podrá jactarse ante Satanás, y le dirá: “Satanás, aun en medio de esta era maligna y oscura, he edificado Mi iglesia”.
El Señor está llevando a cabo una obra de recobro maravillosa. El le demostrará a Su enemigo que sí puede edificar Su iglesia. Cualquiera que sea la situación en la tierra hoy, tenemos la certeza de que el Señor está llevando adelante Su obra de recobro.
El cristianismo actual está lleno de religión, doctrina, organización, formalismos, ritos y reglas. Este sistema ayuda a las personas a ser salvas, a ser religiosas, a buscar la espiritualidad y a desear un andar más íntimo con el Señor. Pero ¿dónde está el Cuerpo? Al parecer muchos cristianos no ven que el énfasis del libro de Efesios es la iglesia. El enemigo, Satanás, de manera sutil ha usado cosas buenas, tales como las doctrinas fundamentales para dañar a la iglesia. Por consiguiente, tenemos que hacer frente a la degradación del cristianismo de hoy. Al hacer esto, no luchamos contra las personas, sino contra el diablo, el sutil.
El Señor es soberano y nada le puede derrotar; El sigue cumpliendo Su propósito hasta el día de hoy. En el recobro del Señor no nos interesa la religión, el conocimiento, la organización, los ritos, el formalismo ni los preceptos; lo único que nos interesa es el Cristo todo-inclusivo, quien como Espíritu vivificante habita en nuestro espíritu. A medida que disfrutamos corporativamente el espíritu mezclado, experimentamos la vida de iglesia.
El libro de Efesios revela varios aspectos de la iglesia. En este mensaje examinaremos siete de ellos: el Cuerpo, el nuevo hombre, la novia, la familia, el reino, la morada de Dios y el guerrero.
Conforme a 1:22 y 23, la iglesia es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Fue en el Cuerpo que tanto los judíos como los gentiles fueron reconciliados con Dios mediante la cruz (2:16). Nosotros los creyentes fuimos reconciliados no sólo para el Cuerpo de Cristo, sino también en él; fuimos reconciliados en un solo Cuerpo. Además, como ya vimos, la función de las personas dotadas es edificar el Cuerpo, y el Cuerpo crece para la edificación de sí mismo en amor.
En 2:15 vemos que Cristo creó en Sí mismo de los judíos y de los gentiles un solo y nuevo hombre. Este nuevo hombre es corporativo y universal. Los creyentes son muchos, pero hay un solo y nuevo hombre en el universo. Todos los creyentes somos componentes del nuevo hombre corporativo y universal. Según 4:13, debemos crecer hasta llegar a la estatura de un hombre de plena madurez; y en 4:24 vemos que, de una manera práctica, debemos vestirnos del nuevo hombre.
En Efesios 5 vemos que la iglesia es la novia de Cristo. Este aspecto revela que la iglesia proviene de Cristo, así como Eva provino de Adán (Gn. 2:21-22). La iglesia posee la misma vida y naturaleza de Cristo y llega a ser uno con El como complemento Suyo, así como Eva llegó a ser una sola carne con Adán (Gn. 2:24). Finalmente, tal como Eva volvió a Adán y fue presentada a él, así la iglesia volverá a Cristo y le será presentada a El como Su novia.
En 2:19 Pablo dice: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. Como miembros de la familia de Dios, somos Su casa. Tanto los creyentes judíos y gentiles son miembros de la familia de Dios, en la cual hay vida y disfrute. Todos los creyentes nacimos de Dios y así llegamos a ser miembros de Su familia para disfrutar de Sus riquezas.
Después de la familia, la casa, de Dios, vemos el reino de Dios, aludido por la expresión “conciudadanos de los santos”. Todos los creyentes son ciudadanos del reino de Dios. Este reino es una esfera en la que El ejerce Su autoridad. En 5:5 Pablo declara que “ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”. Esto no se refiere solamente al milenio, sino también a la vida de iglesia de hoy. Los creyentes entraron al reino de Dios por medio de la regeneración (Jn. 3:5), y ahora están en la vida de iglesia, donde viven en el reino de Dios hoy (Ro. 14:17).
En 2:22 vemos que la iglesia es la morada de Dios. El Espíritu de Dios mora en nuestro espíritu; por consiguiente, la morada de Dios está en nuestro espíritu.
Por último, en el capítulo seis vemos que la iglesia, con miras a derrotar al enemigo de Dios, a Satanás, es un guerrero. Para pelear la batalla espiritual, necesitamos tanto el poder del Señor como toda la armadura de Dios. La iglesia es un guerrero corporativo, y los creyentes son partes de este guerrero único. Debemos librar la batalla espiritual en el Cuerpo, no individualmente.
Satanás sutilmente permite que los creyentes participen en actividades bíblicas y espirituales, mientras éstas no tengan nada que ver con el Cuerpo ni con el nuevo hombre. Los cristianos en su mayoría ni siquiera saben que la iglesia es el nuevo hombre, un hombre corporativo. Tal vez hablen un poco de que la iglesia es la novia de Cristo y la familia de Dios, pero no tienen idea de que la iglesia es el reino actual de Dios y la morada de Dios.
¿Encuentra usted estos siete aspectos de la iglesia en el cristianismo actual? Con respecto a la iglesia, el cristianismo ha errado el blanco. En cuanto a nosotros en el recobro del Señor, nuestra meta no es ganar almas, estudiar la Biblia ni ser espirituales; nuestro objetivo es ser la expresión del Cuerpo en la tierra, así como ser el nuevo hombre y la novia.
Hoy Cristo nos está preparando para que seamos Su novia, y un día se consumará la boda. Esto será el cumplimiento de Apocalipsis 19. Mientras nos preparamos para ese día, somos la iglesia en los aspectos de la familia, el reino, la morada y el guerrero. ¡Alabado sea el Señor porque somos Su familia! Cuando llegamos a la vida de iglesia, tuvimos la sensación de que habíamos llegado a casa. La iglesia es también el reino de Dios, pues en ella nos sometemos a la autoridad divina. Además, como guerrero de Dios, peleamos en contra de Su enemigo. Estamos por el Cuerpo, el nuevo hombre, la novia, la familia, el reino y el guerrero.
En calidad de Cuerpo, la iglesia necesita vida. Sin vida, nuestro cuerpo físico sería un cadáver. Lo mismo es verdad con respecto al Cuerpo de Cristo.
Algunos opositores alegan que el Cuerpo es sólo un símbolo, una figura, y no una realidad divina. Es totalmente erróneo decir que el Cuerpo de Cristo es simplemente un símbolo. Nuestro cuerpo es un símbolo y una figura, pero el Cuerpo de Cristo es una realidad, pues nuestro cuerpo simboliza el Cuerpo de Cristo. Decir que el Cuerpo de Cristo es simplemente un símbolo manifiesta la falta de un entendimiento apropiado acerca de la iglesia. Quienes sostienen esta perspectiva no ven que la iglesia es de hecho el Cuerpo de Cristo. Ciertamente Cristo es real. ¿Cómo entonces se podría expresar una persona tan real como El por medio de este Cuerpo simbólico? ¡Qué ridículo! Para poderse expresar, Cristo necesita un Cuerpo real y viviente.
Nosotros no expresamos a Cristo esforzándonos por corregirnos o mejorarnos a nosotros mismos. Mediante estos esfuerzos lo único que podemos expresar es nuestro carácter. Si deseamos expresar a Cristo, necesitamos Su vida; necesitamos que Cristo como Espíritu viviente viva en nosotros y se exprese desde nuestro interior. Esto no es corregirnos o mejorarnos externamente; es experimentar a Cristo como nuestra vida interior. Cristo es el Espíritu vivificante que vive en nosotros y se expresa desde nuestro interior. Esto nos constituye Su Cuerpo, el cual lo expresa. Lo que debemos expresar como Cuerpo de Cristo no es nuestro carácter, sino a Cristo mismo como vida.
La iglesia en su condición de nuevo hombre no sólo necesita que Cristo sea su vida, sino también su persona. Un árbol sólo tiene vida; pero un hombre, además de la vida, tiene una persona. La iglesia posee a Cristo no sólo como vida, sino también como su persona. Por consiguiente, hoy el Señor Jesús no es sólo la vida de la iglesia, sino también la persona de la iglesia. Para disfrutar de la vida de iglesia, todos debemos tomar a Cristo como nuestra persona. Pero si cada uno de nosotros se aferra a su propia persona, no tendremos nada que ver con la vida de iglesia.
Colosenses 3:10 y 11 revelan que en el nuevo hombre “no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo y en todos”. Esto indica que en el nuevo hombre hay una sola persona: Cristo. No hay lugar para chinos, japoneses, estadounidenses, británicos, alemanes ni para ninguna otra nacionalidad. Esto no debe ser una simple doctrina, sino nuestra experiencia práctica en el espíritu. Por ser parte del nuevo hombre, todos tenemos a Cristo como nuestra persona. Debemos orar así: “Señor, haz que esto sea una realidad para nosotros. No estamos satisfechos con el conocimiento y la doctrina de que la iglesia es el nuevo hombre y que Cristo es su persona. Queremos experimentarlo en la vida diaria. Oh Señor, ayúdanos a tomarte como nuestra persona”. Si hacemos esto, la iglesia será verdaderamente una, y el enemigo será subyugado. Todo aquel que asista a las reuniones de la iglesia verá un grupo de personas que toman a Cristo como su persona. ¡Cuán maravilloso es eso!
Eva tipifica a la iglesia en su aspecto de novia de Cristo. Dios formó a Eva de una costilla de Adán, y después de formarla, se la presentó a Adán. Lo que había salido de Adán regresó a él y llegó a ser uno con él. Según el mismo principio, la iglesia proviene de Cristo y volverá a Cristo para ser uno con El.
El aspecto de la iglesia como novia tiene que ver con el amor. El matrimonio es una cuestión de amor, y la vida de un matrimonio depende del amor. Si los cónyuges no se aman, les será muy difícil permanecer juntos. Sin duda alguna, Adán y Eva se amaban, y debido a ese amor, llegaron a ser uno. Hoy existe un amor mutuo entre Cristo y la iglesia. Además de que El es nuestra vida y nuestra persona, disfrutamos de un amor mutuo. Cristo desea darle a conocer Su amor a la iglesia, y la iglesia responde diciéndole a Cristo cuánto le ama. Todo lo que hacemos por el Señor, lo hacemos con gusto y voluntariamente, porque lo amamos. Cuando amamos a alguien, nos agrada servirle, pero no por obligación, sino por amor. Como iglesia, debemos dar testimonio de que amamos al Señor. Todo aquel que se acerque a nosotros debe recibir la impresión de que amamos al Señor, y que por este amor, le servimos voluntariamente. Esta es la iglesia en su aspecto de novia de Cristo.
Si sentimos un amor genuino por el Señor, espontáneamente seremos la iglesia en su aspecto de familia de Dios. En la actualidad muchas personas del mundo son o huérfanas o vagabundas; no tienen hogar. Nosotros los que estamos en la vida de iglesia, somos miembros de la familia de Dios. Por consiguiente, estamos en casa. La iglesia es nuestra verdadera familia. Sin duda valoramos mucho nuestra vida familiar natural creada por Dios, pero podemos testificar que esta vida familiar no es tan agradable como la vida familiar en la iglesia. ¡Cuán agradable es la iglesia en su condición de familia de Dios! Cuando nos apartamos de la vida de iglesia por algún tiempo, nos damos cuenta de cuán preciosa es la iglesia en su aspecto de familia de Dios. ¡Cuán maravilloso es que los que estamos en la iglesia somos la familia de Dios!
Como hemos mencionado, también somos el reino de Dios. En la iglesia, todos estamos bajo el gobierno de Dios, bajo la autoridad y dirección de Dios. No somos personas sin ley; al contrario, somos gobernados espontáneamente y de manera placentera y amorosa. Aunque hay ancianos en las iglesias, ellos no ejercen ningún control sobre los santos; más bien, todos los santos se someten voluntariamente al gobierno de Dios. Tal es la iglesia como reino de Dios. Si toda la gente de este país viviera de este modo, el enemigo sería completamente subyugado.
En la iglesia, estamos bajo el gobierno divino. Debido a que algo nos gobierna por dentro, no podemos engañar ni aprovecharnos de los demás. Este régimen interno es la realidad del reino. Hoy en la iglesia Jesucristo es el Rey. El es el Rey que está en el trono dentro de nosotros y entre nosotros.
Además, la iglesia es la morada de Dios en nuestro espíritu. Cuando no estamos en nuestro espíritu, no experimentamos la iglesia como morada de Dios de manera práctica. Pero cada vez que nos volvemos a nuestro espíritu, tenemos la sensación de que Dios tiene una morada en nuestro espíritu. Es esta morada que le da a Dios reposo.
La iglesia no sólo es el Cuerpo, el nuevo hombre, la novia, la familia, el reino y la morada, sino también el guerrero que lucha contra el enemigo de Dios. Satanás, el enemigo de Dios, le tiene pavor a tal iglesia. El no le teme a cristianos individualistas, aunque se cuenten por millares; pero cuando ellos se reúnen como la iglesia en el aspecto del Cuerpo y en los otros aspectos, Satanás tiembla. Por medio de estos siete aspectos de la iglesia, Cristo es expresado, el Padre encuentra reposo y el enemigo es derrotado. Que todos recibamos la visión de que la iglesia no depende de que seamos santos y espirituales de forma individual, sino de que seamos edificados juntamente como el Cuerpo, el nuevo hombre, la novia, la familia, el reino, la morada y el guerrero. Por ser semejante iglesia, derrotaremos al enemigo y prepararemos el camino para que el Señor regrese.