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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Ezequiel»
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Mensaje 16

DIOS RECOBRA A SU PUEBLO MEDIANTE LA VIDA

  Lectura bíblica: Ez. 33:7, 11; 34:11-16, 23-31

  En el mensaje anterior consideramos el juicio de Dios sobre siete naciones representativas que rodeaban a la nación de Israel: Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

  Las fechas de las visiones de Ezequiel son significativas. Por ejemplo, la visión del capítulo 26 sobre Tiro fue vista en el undécimo año, mientras que la visión del capítulo 29 sobre Egipto fue vista en el décimo año. Esto indica que el relato de Ezequiel no responde a un orden cronológico, sino que está determinado por el significado espiritual. Él escribió no conforme a la secuencia histórica, sino conforme a la secuencia propia del significado. Según el significado o significación espiritual, Tiro viene antes que Egipto, aunque de hecho Ezequiel vio la visión sobre Egipto antes que la visión sobre Tiro. Así pues, el relato acerca de estas siete naciones está dispuesto no conforme a los eventos históricos, sino conforme al significado. Esto es prueba contundente de que las siete naciones tienen un significado espiritual.

  Las últimas tres naciones —Tiro, Sidón y Egipto— están relacionadas principalmente con las riquezas mundanas y los recursos naturales. Tiro representa las riquezas y prosperidad mundanas, las cuales causan daño a la vida de iglesia. Tal vez nosotros digamos que amamos a la iglesia, pero si vamos en pos de la prosperidad y las riquezas de este mundo, entonces nos convertiremos en un perjuicio para la vida de iglesia. Debemos poner la mirada en el Señor para que, en Su misericordia, ninguno de nosotros en las iglesias locales en el recobro del Señor se preocupe por obtener las riquezas mundanas. Deberíamos preferir ser pobres antes que preocuparnos por obtener las riquezas del mundo.

  Es debido a que la gente se preocupa por obtener riquezas mundanas que Sidón viene como zarza punzante y espinos que ahogan, según lo indica la parábola del Señor en Mateo 13:3-23. La iglesia es como una labranza que produce algo (1 Co. 3:9). Las zarzas y los espinos impiden el crecimiento de las plantas apropiadas en dicha labranza. En la vida de iglesia ninguno de nosotros debiera preocuparse por obtener la prosperidad y las riquezas de este mundo. Si nos preocupamos por obtener riquezas, ello podría no solamente impedir nuestro propio crecimiento, sino también el crecimiento de otros.

  La última nación, Egipto, está íntimamente vinculada a Tiro y Sidón; Egipto representa el desarrollo de recursos naturales a fin de que otros confíen en ello. Cuando el pueblo de Dios empobreció y experimentó escasez de alimentos, éste puso su confianza en Egipto. Pero Dios les dijo que Egipto era un cayado de caña, el cual no era lo suficientemente fuerte como para que se pudiera confiar en él (Ez. 29:6-7). Si usted confía en Egipto, será herido. Esto indica que los recursos naturales no son confiables. Incluso muchas personas de este mundo saben esto. Si usted pone su confianza en recursos naturales o en las riquezas procedentes del desarrollo de los recursos naturales, usted se convertirá en un perjuicio para la vida de iglesia.

  No debemos considerar este entendimiento del significado espiritual de las siete naciones como mero conocimiento; más bien, debemos aplicar este entendimiento a nosotros mismos en la vida de iglesia.

EL JUICIO DE DIOS, Y EL RECOBRO QUE DIOS EFECTÚA

  En este mensaje llegamos a la tercera sección del libro de Ezequiel: la sección del recobro (caps. 33—39). El juicio de Dios siempre tiene un propósito determinado; Dios jamás ejecuta Su juicio sin tener un propósito. El propósito del juicio de Dios es llevar a cabo un recobro. Dios no ejecuta Su juicio aparte de Su propósito respecto a recobrar algo.

  Debemos recordar que el juicio de Dios se basa en Su justicia, Su santidad y Su gloria. Siempre que la condición entre Su pueblo o en el mundo no corresponde a Su justicia, santidad y gloria, Dios habrá de ejecutar Su juicio con el propósito de recobrar. Dios desea recobrar a Su pueblo en conformidad con Su justicia, santidad y gloria. Como veremos, mientras que el juicio de Dios es ejecutado por fuego, el recobro que Dios efectúa es realizado mediante la vida.

ESTABLECE UN CENTINELA

  Al efectuar Su recobro mediante la vida, lo primero que el Señor hace es establecer un centinela. Ezequiel 33:7 dice: “A ti, pues, oh hijo de hombre, te puse por centinela a la casa de Israel; por tanto, cuando oigas la palabra de Mi boca, adviérteles de Mi parte”. Un centinela es alguien comisionado por Dios para comunicar una advertencia al pueblo de Dios, quien hace sonar la trompeta para que el pueblo de Dios se vuelva a Él y se arrepienta. El principio rector es el mismo en el Nuevo Testamento, donde Dios envió a Juan el Bautista en calidad de gran centinela. Cuando Juan el Bautista vino, él hizo sonar la trompeta del arrepentimiento al clamar: “Arrepentíos” (Mt. 3:1-2). En principio, Ezequiel expresó lo mismo cuando urgió al pueblo a volverse de sus malos caminos. Dios no quería que ellos muriesen; más bien, Su deseo era que ellos se volvieran y vivieran. Al respecto, Ezequiel 33:11 dice: “Diles: Vivo Yo, declara el Señor Jehová, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se vuelva el malvado de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; pues, ¿por qué habéis de morir, oh casa de Israel?”.

VIENE PARA SER UN PASTOR

  Después de establecer un centinela, Dios mismo vino como el Pastor (34:11-31). Después de la advertencia del centinela, Dios no envió un ángel ni tampoco a otra persona; Él mismo vino como el Pastor. ¡Qué maravilloso! Vemos esto no solamente en Ezequiel, sino también en el Nuevo Testamento. Después que Juan el Bautista hizo sonar la trompeta del arrepentimiento, el Señor Jesús vino como el Pastor (Mt. 9:36; Lc. 15:1-7; Jn. 10:11).

  Al efectuar Su recobro mediante la vida, Dios primero envía al centinela a Su pueblo a fin de que ellos se arrepientan, se vuelvan y vivan; y después, Él mismo viene como el Pastor. En nuestras propias experiencias personales ocurre exactamente lo mismo. Primero, quizás escuchemos la advertencia hecha por el Señor, lo cual hace que nos arrepintamos. Luego, comprendemos que el Señor Jesús no es solamente nuestro Salvador, sino también nuestro Pastor, quien nos busca y va en pos de nosotros.

Va en pos de Sus ovejas y las busca

  Ezequiel 34:11 dice: “Porque así dice el Señor Jehová: Yo, Yo mismo iré en pos de Mis ovejas y las buscaré”. El Señor, en calidad de Pastor, no solamente nos busca, sino que también va en pos de nosotros. Debido a nuestra condición caída, todos estábamos enterrados bajo muchas cosas malignas, de modo que teníamos necesidad de que Dios viniera en pos de nosotros. En Lucas 15 tenemos tanto al pastor (que representa a Cristo como Pastor) que sale en busca de la oveja perdida como a la mujer (que representa al Espíritu) que enciende la lámpara y rebusca dentro de la casa en procura de la moneda perdida. El hijo pródigo fue entonces traído al hogar mediante la búsqueda efectuada por el Espíritu.

  El Señor ha hecho lo mismo con nosotros. Él fue en pos de nosotros a fin de salvarnos y recobrarnos. Antes que fuésemos salvos, estábamos enterrados bajo muchos pecados, pero el Señor Jesús vino a buscarnos. Entonces, después que fuimos salvos, nos descarriamos al caer en el cristianismo degradado y estábamos enterrados bajo muchas cosas, tales como doctrinas, formalismos y dones. Sin embargo, una vez más el Señor Jesús salió en pos de nosotros; Él nos buscó y nos sacó. Ahora somos aquellos que han sido buscados por el Señor Jesús como Pastor. ¿Cómo es posible para nosotros estar aquí en la vida de iglesia? Esto no procede de nosotros, sino que procede completamente del Señor. Estamos aquí debido a que Él es el Pastor que nos buscó y vino en pos de nosotros.

Los saca de las naciones

  Ezequiel 34:12-13a dice: “Como busca su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas dispersas, así buscaré Mis ovejas; las libraré de todos los lugares en que han sido dispersadas en día de nubes y de densas tinieblas. Yo las sacaré de los pueblos, las juntaré de los países”. Aquí vemos que Ezequiel profetizó que el Señor, en calidad de Pastor, habría de sacar a Su pueblo, Sus ovejas, de las naciones.

  Ésta también ha sido nuestra experiencia. Cuando éramos personas caídas como pecadores o al habernos descarriado, estábamos entre las naciones viviendo tal como los gentiles. Aunque vivíamos como incrédulos entre los billones de habitantes en la tierra, el Señor Jesús nos buscó y nos sacó de entre las naciones, nos sacó de entre los incrédulos. Tal vez usted haya sido uno de tantos maestros de escuela, pero únicamente usted fue buscado y traído de regreso por el Señor Jesús, quien después hizo que usted fuera distinto de los gentiles. Antiguamente usted era igual a los incrédulos, pero un día el Señor Jesús como Pastor salió a buscarlo y lo sacó de entre los incrédulos y lo trajo a Sí mismo.

Los trae de regreso a su propia tierra

  En el versículo 13b el Señor procedió a decir que Él traería a Su pueblo de regreso a su tierra. Ellos estuvieron en cautiverio en países paganos, pero el Señor prometió traerlos de regreso a su propio país, a la buena tierra de Canaán. Nuestra buena tierra es Cristo. Antes que fuéramos salvos o después que nos descarriáramos, estábamos separados de Cristo; pero el Señor nos buscó y nos trajo de regreso a Sí mismo, incluso a Sí mismo como nuestra buena tierra. Al presente estamos en Cristo, nuestra buena tierra. Además, hoy en día la buena tierra está en la vida de iglesia. Por tanto, cuando fuimos traídos de regreso a Cristo, también fuimos traídos a la vida de iglesia, donde tenemos las riquezas y el disfrute de la buena tierra.

Los lleva de regreso a los montes altos

  El Señor prometió llevar a Su pueblo de regreso no solamente a su propia tierra, sino también a los montes altos (vs. 13-14). Puesto que los montes altos representan al Cristo resucitado y ascendido, esto indica que el Señor Jesús nos lleva de regreso a la experiencia del Cristo resucitado y ascendido. Por tanto, hoy en el recobro del Señor no disfrutamos a Cristo meramente en el nivel correspondiente a la llanura, sino en los montes más elevados al disfrutarle como el Cristo resucitado y ascendido.

Los lleva de regreso a los arroyos

  El Señor también dijo que llevaría a Su pueblo de regreso a los arroyos (v. 13). Estos arroyos representan al Espíritu vivificante, al agua viva del Espíritu. Procedente de los montes, que representan al Cristo resucitado y ascendido, fluye el agua viva del Espíritu. El Espíritu de vida fluye procedente de Cristo en Su resurrección y ascensión. Después que el Señor salió a buscarnos y nos trajo de regreso a Sí mismo, no solamente retornamos al Cristo que está en la posición trascendente de Su ascensión, sino que también comenzamos a beber del Espíritu como agua viva.

Apacienta Su rebaño junto a los arroyos

  Además, el versículo 13 dice que el Señor apacentará Su rebaño junto a los arroyos. Podemos testificar que en las iglesias locales tenemos el sentir de que el Señor Jesús nos alimenta día a día junto a los arroyos de agua viva. Mientras estábamos en las denominaciones, teníamos un sentir de aridez y sequía, pero una vez que vinimos a las reuniones de las iglesias locales, comenzamos a tener el sentir de que fuimos traídos de regreso al río y que junto a este río éramos alimentados por el Señor Jesús. Algo fluía allí como un río, y estábamos a la ribera del río disfrutando las riquezas de Cristo. Esto no es algo que proceda del hombre, sino algo que procede de nuestro Pastor, quien nos apacienta junto a los arroyos. En las reuniones de las iglesias locales tenemos el río, el fluir y el regar.

Los lleva de regreso a los pastos buenos y ricos

  El versículo 14 procede a decir: “En buenos pastos las apacentaré, y en los montes de las alturas de Israel estará su morada; allí se acostarán en buena morada, y en ricos pastos pacerán sobre los montes de Israel”. Aquí vemos que el Señor habría de llevar a Su pueblo de regreso no solamente a los arroyos, sino también a los pastos buenos y ricos. Mientras que los arroyos representan al Espíritu vivificante, el pasto representa a Cristo. Junto a los arroyos tenemos al rico Cristo como nuestro pasto. Los arroyos son para que nosotros bebamos de ellos, y el pasto es para que nosotros comamos de él. En las reuniones de las iglesias locales ciertamente tenemos el sentir de estar junto a los arroyos y en los pastizales, esto es, que estamos comiendo y bebiendo. ¡Alabado sea el Señor que estamos bajo el cuidado de nuestro Pastor, bebiendo junto a los arroyos y comiendo en el pastizal!

  Si vienen visitas a su iglesia local y no tienen el sentir de que están bajo el regar y apacentar con un río que fluye y con pastos buenos, ricos y verdes, esto indica que la vida de iglesia está errada. Si la vida de iglesia está bien, entonces cuando otras personas vengan a las reuniones sentirán que están junto a un río que corre y en pastos buenos.

Los hace recostar

  En el versículo 15 el Señor, el Pastor, dice: “Yo mismo pastorearé Mis ovejas, y las haré recostar”. Recostarse significa no trabajar, no luchar y no contender. En la Biblia recostarse equivale a descansar. En Cantares 1:7 la que busca al Señor le pregunta dónde alimenta a Sus ovejas, dónde hace recostar a Su rebaño al mediodía. Siempre que el Señor nos apacienta, nos pastorea y nos da de beber, Él también nos proporciona descanso. En las reuniones de iglesia con frecuencia tenemos el sentir de que estamos recostados para descansar. Externamente estamos sentados, pero internamente estamos recostados para descansar.

Venda lo quebrantado

  Ezequiel 34:16a continúa diciendo: “Yo buscaré a la perdida, haré volver a la ahuyentada, vendaré la quebrantada y fortaleceré a la enferma”. Aquí, fortalecer significa sanar. El Señor, en calidad de Pastor, vendará a la quebrantada y sanará a la que estaba enferma. ¡Cuánto necesitamos que el Señor nos vende y nos sane! Con frecuencia en las reuniones de la iglesia tenemos el sentir de que estamos siendo tiernamente vendados por el Señor y que las heridas y lo quebrantado está siendo vendado por Él. En otras ocasiones quizás tengamos el sentir de que estamos experimentando Su fortalecer, Su sanar. ¡Alabado sea el Señor que mientras comemos, bebemos y descansamos, somos objeto de Su vendar, Su fortalecer y Su sanar!

Juzga entre carneros y machos cabríos

  El versículo 17 dice: “Y en cuanto a vosotras, oh rebaño Mío, así dice el Señor Jehová: Yo juzgaré entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”. Los versículos del 18 al 21 dan continuación a las palabras del Señor con respecto a Su juzgar y, después, el versículo 22 concluye diciendo: “Yo rescataré Mis ovejas, y nunca más serán presa; juzgaré entre oveja y oveja”. Esto indica que cuando hemos experimentado el recobro que el Señor efectúa mediante la vida —esto es, cuando hemos sido traídos de regreso a los montes, a los arroyos y a los pastos, y hemos experimentado el descanso y la sanidad—, entonces habrá juicios justos entre nosotros. Cuando éramos personas caídas o estábamos descarriados, discutíamos con otros y les culpábamos de nuestra situación. Pero después que fuimos avivados, recobrados mediante la vida, comenzamos a darnos cuenta de que nosotros mismos estábamos mal. Únicamente entonces habrá entre nosotros juicios justos. En realidad, únicamente el Señor que nos pastorea, nos abastece y nos sana puede realizar tales juicios. Únicamente después que Él nos proporciona el suministro de vida, venda nuestras heridas y nos sana, será posible que todas las cosas injustas presentes entre nosotros serán eliminadas.

  Pero si carecemos del suministro del Señor y no experimentamos Su vendar y Su sanar, entonces condenaremos a los demás y nos quejaremos de ellos. Si condenamos y culpamos a los demás, no podemos estar en armonía los unos con los otros. Pero en la medida que el Señor nos recobra mediante la vida, experimentamos el avivamiento genuino, esto es, tenemos el disfrute de Cristo, lo cual hace que estemos satisfechos, en reposo y en paz, y así experimentamos el vendar y sanar del Señor. Aquel que nos nutre y nos abastece hace que tengamos el sentir preciso con respecto a nuestras relaciones con los hermanos y hermanas. Si tenemos tal sentir, nos juzgaremos a nosotros mismos y, como resultado, tendremos la unidad genuina con los santos al conformar un solo rebaño.

Pone a David como Pastor sobre ellos

  El versículo 23 procede a decir: “Y pondré sobre ellas un solo Pastor, Mi Siervo David, y Él las apacentará; las apacentará y Él será su Pastor”. David tipifica a Cristo. Cristo es el verdadero David, el verdadero Pastor, que nos alimenta y hace que estemos llenos y satisfechos.

Nos cuida

  Como nuestro Pastor, Cristo nos cuida, lo cual incluye hacerse cargo de nuestros problemas y responsabilidades. Él nos cuida no solamente en relación con asuntos espirituales, sino también en todo cuanto se relaciona con nuestras necesidades humanas. Esto significa que, según el salmo 23, Él cuida de nosotros en todo aspecto de nuestro vivir.

  Puesto que el Señor Jesús es nuestro Pastor y, como tal, cuida de nosotros, no debemos estar preocupados por nuestros problemas o por nuestro vivir. En lugar de ello, debemos aprender a poner nuestra confianza en Él. Cuando termina el día, es muy bueno orar al Señor, nuestro Pastor. No es necesario que hagamos oraciones largas y formales orando de una manera religiosa. Bastará con que simplemente digamos: “Señor Jesús, gracias por tenerme bajo Tu cuidado. Ahora voy a dormir, y te pido que vengas y me cuides”. Una oración tan sencilla como ésta es lo suficientemente buena. Al despertar por la mañana podríamos decir: “Señor, gracias porque continúo bajo Tu cuidado”. No hay necesidad de ser religiosos y pedirle al Señor que nos proteja y haga muchas otras cosas por nosotros. Si oran de una manera religiosa, tal vez el Señor les dirá: “Hijito, Yo sé lo que tú necesitas. No pierdas el tiempo con esta clase de oración ni me cargues con ella. Simplemente disfruta de Mi cuidado”.

  El Señor Jesús es verdaderamente nuestro Pastor. Yo podría dar muchos testimonios de cómo he disfrutado de Su cuidado a lo largo de los años. A todo lugar al que he ido y dondequiera que he laborado, he disfrutado de Su cuidado que nos pastorea. Me regocijo de que estamos bajo el cuidado de nuestro Pastor. No somos un rebaño sin Pastor. En Su recobro nosotros, por ser Su rebaño, estamos bajo Su constante pastoreo. Mientras cuida de nosotros, Él nos alimenta, y tenemos una verdadera experiencia de el salmo 23: el Señor es nuestro Pastor, y nada nos falta. Que todos aprendamos a experimentar a Cristo como nuestro Pastor.

Viene para ser el Rey

  Cuando el Señor Jesús viene a nosotros como Pastor, Él también viene como Rey. El resultado del cuidado que el Señor nos prodiga como nuestro Pastor es que le obedecemos como nuestro Rey y nos sujetamos a Su reinado. El Señor es nuestro Pastor a fin de ser nuestro Rey, y Él es nuestro Rey a fin de ser nuestro Pastor. Por un lado, Él nos pastorea; por otro, Él nos gobierna. Al recibir el pastoreo del Señor podemos entender el trono del Señor, Su reino y Su autoridad. Él nos pastorea al brindarnos Su cuidado y Su suministro a fin de que podamos sujetarnos a Su reinado y Él pueda establecer Su trono y Su reino dentro de nosotros.

Hace un pacto de paz con ellos

  Ciertos pasajes de Ezequiel hablan del pacto de Dios con Israel. Ezequiel 16:60 y 62 dicen: “No obstante, me acordaré de Mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré para ti un pacto eterno [...] Y estableceré contigo Mi pacto, y sabrás que Yo soy Jehová”. En 37:26a el Señor promete: “Y también haré con ellos un pacto de paz; pacto sempiterno será con ellos”. Una vez que algo ha sido consagrado mediante un pacto, se convierte en algo establecido, seguro y que no puede ser cambiado. Por tanto, este pacto de paz ha sido establecido, es seguro y es inalterable. Al experimentar el pastoreo del Señor y permanecer sujetos a Su reinado, disfrutamos de Su paz y ya no estamos sujetos a problemas y perturbaciones espirituales. Con respecto a este pacto hay varios puntos que merecen nuestra atención.

Quita de la tierra las malas bestias

  Ezequiel 34:25a dice: “Haré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las malas bestias”. Aquí se nos dice que, bajo el pastoreo del Señor, todas las bestias malignas serían mantenidas lejos del pueblo recobrado por el Señor. Según lo dicho por Pablo en Hechos 20:29 las bestias malignas (“lobos rapaces”) se refieren a personas malignas que turban al pueblo de Dios. En la vida de iglesia apropiada no hay lobos, únicamente corderos. En Su recobro el Señor hace que sean quitadas las bestias malignas.

Rompe todos sus yugos

  En Ezequiel 34:27 el Señor prometió romper todos los yugos, incluyendo los yugos del pecado y del mundo. Al tener al Señor como nuestro Pastor, ya no tenemos yugos ni ataduras. ¡Jesús rompe todas las cadenas! En las iglesias locales no tenemos yugos; en lugar de ello, tenemos plena libertad y completa liberación.

Los libra de toda esclavitud

  El versículo 27 también indica que el Señor nos libra de toda clase de esclavitud. En la iglesia no tenemos el sentir de estar sujetos a esclavitud; más bien, tenemos el sentir propio de la libertad. Cuanto más disfrutamos del pastoreo del Señor, más somos liberados de toda clase de esclavitud.

Ya no son más presa de sus enemigos

  El versículo 28a dice: “Ya no serán más presa de las naciones”. Aquí el Señor prometió que quienes estén en Su recobro nunca más serían presa del enemigo. Esto significa que jamás serían derrotados o capturados por el enemigo. En la vida de iglesia compartimos el botín del recobro del Señor, de la victoria del Señor. En lugar de luchar para obtener la victoria, nosotros simplemente disfrutamos la victoria del Señor.

Moran en paz y seguridad

  Finalmente, el Señor prometió a todos los que están en Su recobro que morarían en paz y seguridad. El versículo 25 dice: “De modo que ellos moren en el desierto con seguridad y duerman en los bosques”; el versículo 27b dice: “Estarán seguros en su tierra”; y el versículo 28b dice: “Habitarán con seguridad, y no habrá quien los espante”. Esto indica que moraremos con seguridad y reposo en Cristo, sin tener miedo alguno. En Cristo tenemos paz.

  En el versículo 15 tenemos la frase las haré recostar, y en el versículo 25, el verbo duerman. Bajo el pastoreo del Señor se puede dormir con seguridad, incluso en los bosques. En el recobro del Señor, no debemos temer nada. Si uno va a una iglesia local donde tiene que ser cuidadoso al grado de no poder decir nada debido a que ellos se encuentran en una situación delicada, entonces ésa no es una iglesia apropiada en el recobro del Señor. En la vida de iglesia apropiada en el recobro del Señor no hay nada de lo que uno deba sentir temor; en tal iglesia tenemos el sentir de que estamos seguros. En todo aspecto de la vida de iglesia debemos sentirnos seguros. No debe haber jamás una situación en la vida de iglesia que haga que sintamos temor. Por ejemplo, jamás debiera tener temor de hablarle a un anciano o a una hermana de más edad.

  Algunos me han preguntado cómo puedo ser tan franco al hablar por el Señor. Puedo ser franco porque en el recobro del Señor tenemos paz y seguridad; por tanto, no tengo temor de nada.

Hace de ellos una bendición

  Ezequiel 34:26 dice: “Y haré de ellos y de los lugares alrededor de Mi collado una bendición, y haré descender lluvias a su tiempo; serán lluvias de bendición”. Aquí el Señor prometió no solamente que Su pueblo recibiría Su bendición, sino que también Él haría de ellos una bendición. Si tenemos la paz que es la paz del pacto, la bendición del Señor la seguirá. Primero, nosotros mismos disfrutaremos de la bendición del Señor y, entonces, Él hará que lleguemos a ser una fuente de bendición para otros a fin de que ellos también reciban el suministro.

  Debemos comentar brevemente sobre cinco aspectos de esta bendición.

Las lluvias que descienden a su tiempo

  Dios hará que las lluvias de bendición desciendan a su tiempo. Esto significa que su venida será oportuna. Habrá lluvia oportuna. Al permanecer en Cristo, con frecuencia viene sobre nosotros la lluvia, el Espíritu Santo.

Lluvias de bendición

  El Señor promete que habrá “lluvias de bendición”. No habrá carencia de agua, pues no solamente habrá ríos sino también lluvias. Muchas veces en las reuniones de las iglesias locales tenemos el sentir de que algo no solamente está fluyendo, sino también descendiendo como lluvia. A veces incluso en nuestros hogares después de la reunión tenemos el sentir de que las lluvias de bendición continúan descendiendo sobre nosotros. Ésta es la prueba más contundente de que la bendición del Señor reposa sobre una iglesia local. Él nos envía las lluvias de bendición a su tiempo, muy oportunamente.

Los árboles del campo dan su fruto, y la tierra da su aumento

  El versículo 27 dice que los árboles del campo darán su fruto y que la tierra dará su aumento. Las lluvias harán que los árboles den su fruto y que la tierra rinda su rico producto. Esto indica que habrá abundancia de alimento espiritual no solamente para nuestro disfrute, sino también para que lo suministremos a los demás. Debido a que las iglesias locales son ricas en alimento espiritual, en el recobro del Señor ya no hay hambruna, no hay carencia de alimentos. Al inicio de la reunión tal vez tengamos el sentir que apenas tenemos cinco panecillos, pero después de la reunión nos sobran doce cestas rebosantes. Ésta es una verdadera bendición.

  Hasta ahora hemos visto que hay tres señales de que las iglesias locales están bajo la bendición del Señor: las lluvias a su tiempo, los árboles que dan fruto y el producto abundante procedente de la buena tierra. Jamás debiéramos tener el sentir de que hay carencia de alimentos en las reuniones de la iglesia local. Si padecemos escasez de alimentos, entonces estamos errados. Si nosotros en el recobro del Señor estamos bajo Su bendición, entonces seremos ricos en alimentos.

El Señor es un plantío de renombre

  Ezequiel 34:29a dice: “Levantaré para ellos un plantío de renombre”. Aquí el Señor prometió levantarles un plantío de renombre, cuyo fruto sería disfrutado por Su pueblo recobrado. Una vez más, este plantío es Cristo mismo como rico suministro alimenticio. No importa qué podamos necesitar o qué dificultad enfrentemos, Él nos dará un rico suministro.

Nunca más serán consumidos de hambre en la tierra

  Finalmente el versículo 29b dice: “Nunca más serán consumidos de hambre en la tierra”. En lugar de padecer hambre espiritual, habrá un rico suministro alimenticio.

Dios es su Dios, y ellos son Su pueblo

  Los versículos 30 y 31 concluyen diciendo: “Así sabrán que Yo, Jehová su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son pueblo Mío, declara el Señor Jehová. Y sois rebaño Mío, ovejas de Mis pastos; hombres sois, y Yo soy vuestro Dios, declara el Señor Jehová”. Aquí el Señor prometió que Él estaría con ellos, que ellos serían Su pueblo y que Él sería su Dios. Ellos tienen la presencia de Dios, Dios está en medio de ellos, y ellos están delante de Dios. Ésta es la perfecta comunión con Dios, la comunión en unidad: el recobro genuino.

  En el recobro del Señor tenemos la presencia de Dios. Dios está con nosotros. Nosotros somos Su pueblo, y Él es nuestro Dios. Somos de Él, y Él es nuestro. Tenemos tal comunión, tal unidad, debido a que somos uno con Dios y Dios es uno con nosotros. Éste es el recobro de la vida de iglesia: la auténtica mezcla de Dios y el hombre. Con base en esto vemos que el recobro de la vida de iglesia no es cuestión de enseñanzas o dones, sino que guarda relación con la presencia del Señor. Estamos aquí en la tierra disfrutando de tal unidad y mezcla con el Señor. En esto consiste el recobro que el Señor efectúa mediante la vida.

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