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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 3

PABLO PADECIA POR CAUSA DEL EVANGELIO Y A LA VEZ DISFRUTABA DE LA GRACIA

  Lectura bíblica: Fil. 1:7-8, 12-14, 16-17, 28-30

  En este mensaje, veremos cuánto sufrió Pablo por causa del evangelio y el disfrute que obtuvo de la gracia. Es fácil entender estos dos asuntos de una manera natural. Sin embargo, en lo tocante a asuntos espirituales, es imprescindible ir más allá de la mera comprensión natural o tradicional. De acuerdo con la epístola de Filipenses, sufrir por el evangelio y disfrutar de la gracia son en realidad dos experiencias profundas.

  Sufrir por el evangelio implica que vivimos en la tierra exclusivamente por los intereses de la economía de Dios y que lo único que nos preocupa es que Su economía se cumpla. El evangelio incluye la economía de Dios, y sufrir por el evangelio indica que participamos en dicha economía. Por consiguiente, sufrir por el evangelio equivale a tomar parte en el cumplimiento de la economía de Dios.

  Los escritos de Pablo revelan que él padeció por causa del evangelio. El evangelio por el que Pablo padeció no era un evangelio mediocre ni superficial. De hecho, sus padecimientos demuestran que el único propósito de su vida era llevar a cabo la economía de Dios. Su predicación no se limitaba a instar a las personas a que creyeran en Jesús como su Salvador para ir al cielo. Esta clase de evangelio no acarrea ningún sufrimiento. El evangelio que Pablo predicaba era el evangelio de la economía de Dios, para lo cual había tenido que renunciar a la religión, la ley, la cultura, las ordenanzas, las costumbres, las tradiciones, y a todo tipo de “ismo”. De hecho ponía fin a todo lo que no pertenecía a la economía de Dios. Su evangelio anulaba la religión, la política y la cultura, y en cierto sentido, podemos decir que también termina con nosotros. Por esa razón Pablo fue considerado un perturbador, una plaga (Hch. 24:5).

  A pesar de que el evangelio anunciado por el apóstol Pablo le ponía fin todo lo que era contrario a la economía de Dios, él se refirió a su evangelio como el evangelio de la paz (Ef. 2:17; 6:15). En Efesios 2:17 Pablo declaró que Cristo, después de Su crucifixión y resurrección, fue a los gentiles y les anunció el evangelio de la paz. La paz sólo se obtiene cuando se ha terminado con todo lo que es contrario al evangelio. Es necesario poner fin a la religión, la política, la cultura, las ordenanzas y a la ley, para que reine la paz entre Dios y nosotros, y entre unos y otros. Ya que Pablo anunciaba un evangelio que terminaba con tantas cosas, su predicación no era bien recibida por los hombres. El no trataba de complacer ni a judíos ni a gentiles, sino que sólo se preocupaba por agradar a Dios. Por consiguiente, su predicación iba en contra de la religión, la política, la cultura, y de toda clase de “ismo”.

  Si predicamos el evangelio como lo hizo Pablo, también tendremos aflicciones. Pero si nuestra predicación es “endulzada”, seremos bien recibidos en todas partes. En dicho caso, no padeceremos en absoluto por la economía de Dios.

  No debemos entender el sufrimiento por el evangelio de una manera natural. Como ya dijimos, sufrir por el evangelio significa velar por los intereses de la economía de Dios. Mientras que permanezcamos en el recobro del Señor y nos preocupemos por el cumplimiento de la economía de Dios, nuestro destino será padecer por causa del evangelio.

  El evangelio que predicamos en el recobro del Señor va en contra de la religión actual. En nuestro estudio-vida de Apocalipsis, dijimos que, de acuerdo con Apocalipsis 2 y 3, el judaísmo es satánico, el catolicismo es demoníaco y el protestantismo carece de Cristo. ¿Como podría esta palabra agradar a los que están en la religión? Sin embargo, estas palabras concuerdan con los propios términos que el Señor Jesús usó en Apocalipsis. Fue El quien usó la expresión “sinagoga de Satanás” (Ap. 2:9). ¿No indica esto que, a los ojos del Señor, el judaísmo se había convertido en un sistema satánico? Además, al referirse a la iglesia en Tiatira, la cual representa el catolicismo romano, el Señor usó la expresión “las profundidades de Satanás” (Ap. 2:24), lo cual se refiere a misterios profundos y satánicos. Sin duda, estas cosas son demoníacas. Y con respecto a la iglesia en Laodicea, vemos que Cristo está afuera, llamando a la puerta (Ap. 3:20). Es por eso que decimos que el protestantismo carece de Cristo; pues El se encuentra afuera, tocando a la puerta. A.W. Tozer se expresa con términos semejantes en un artículo titulado La pérdida de la autoridad de Cristo en las iglesias. En dicho artículo, Tozer indicó que el protestantismo carece de Cristo. Si somos fieles en predicar el evangelio de esta manera, de seguro recibiremos oposición. Cuando anunciemos el evangelio, no debemos tratar de complacer a las personas ni tampoco ofenderlas; simplemente debemos proclamar la verdad de Dios. Pero ciertamente esta verdad acabará con muchas cosas. Por lo tanto, todos aquellos que prediquen el evangelio buscando llevar a cabo la economía de Dios en la tierra, inevitablemente sufrirán por causa del evangelio.

  Sin embargo, si padecemos por el evangelio, también disfrutaremos de la gracia. Siempre que padezcamos por la economía de Dios, tendremos este disfrute. Puedo testificar que realmente disfruto de la gracia del Señor en medio de la oposición que afrontamos. Los sufrimientos que nos sobrevienen por causa de la economía de Dios, traen consigo el suministro de la gracia. Por consiguiente, el deleite de la gracia está relacionado con los padecimientos que experimentamos por el evangelio.

  Disfrutar la gracia es experimentar a Cristo de una manera genuina, porque la gracia que disfrutamos no es otra cosa que Cristo mismo. No creo que los que predican el evangelio buscando agradar a los hombres conozcan este deleite. Sin duda alguna, los creyentes judaizantes que predicaban el evangelio en rivalidad con Pablo, no disfrutaban a Cristo como gracia. Su predicación no los llevó a disfrutar la gracia de Cristo. Anteriormente hemos dicho que la gracia no es otra cosa que el Dios Triuno procesado quien se nos imparte como nuestro deleite. Algunos tal vez se pregunten si esta definición de la gracia es correcta, pero analicemos lo que escribe Pablo en 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Este versículo nos presenta al Dios Triuno como nuestro disfrute. Por tanto, la gracia equivale a experimentar al Cristo que mora en nosotros, quien en realidad es el Dios que se procesó para nuestro deleite. Cuanto más suframos por la economía de Dios, más nos deleitaremos en Cristo.

  Si yo no hablara de lo que el Señor reveló en Apocalipsis 2 y 3 acerca del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo, estoy seguro de que podría hacer muchos amigos mediante mi predicación. Sin embargo, perdería el disfrute de Cristo, el mejor Amigo. Si buscara agradar a los hombres, lo disgustaría a El. Jamás quisiera perder el favor de Cristo a cambio de ganar el favor de los hombres. Al igual que Pablo en Filipenses 3, estoy dispuesto a estimar todo como pérdida por amor de Cristo. Asimismo, estoy dispuesto a sufrir la pérdida de todas las cosas a fin de disfrutar de la gracia. No fui comisionado por el Señor para complacer a los hombres. Además, cuando se trate de la economía de Dios, debemos ser inflexibles. La verdad de Dios debe acabar con todo lo que se oponga a Su economía. Por tanto, al igual que Pablo, no tenemos otro camino.

  En el libro de Filipenses vemos que Pablo no padecía meramente por predicar el evangelio, sino principalmente por defenderlo y confirmarlo. Ya vimos que el evangelio está relacionado con la economía de Dios, es decir, con el mover que Dios realiza en la tierra para cumplir Su propósito eterno. Cuando el apóstol escribió a los filipenses, había entre ellos ciertos predicadores que estaban pervirtiendo y distorsionando el evangelio de la economía de Dios. Debido a esto, Pablo tuvo que declarar que el judaísmo y la filosofía griega no tenían cabida en el evangelio de Dios. El había sido puesto para la defensa del evangelio (1:16), y además de esto, lo confirmaba al anunciar dos misterios: a Cristo como misterio de Dios, y a la iglesia como misterio de Cristo. Aunque había otros que predicaban a Cristo, ellos no lo hacían por el cumplimiento de estos dos misterios. En la actualidad lo mismo sucede entre los cristianos. A pesar de la importancia que le dan a las obras misioneras y a la predicación del evangelio, son pocos los predicadores que verdaderamente se preocupan por anunciar a Cristo como el misterio de Dios, y mucho menos aún los que hablan acerca de la iglesia como el misterio de Cristo. La mayoría prefiere evitar el tema de la iglesia. Por consiguiente, hoy en día son muy pocos los que confirman el evangelio. Es precisamente por esto que el Señor nos ha confiado la carga no sólo de defender el evangelio, sino también de confirmarlo. Nuestro interés es llevar a cabo los dos misterios, y esto nos causa mucha oposición.

  Si usted predica el evangelio de una manera superficial, sin defenderlo ni confirmarlo, todos lo recibirán con brazos abiertos. Durante los primeros años de mi ministerio, un pastor de edad avanzada me dijo que si yo predicaba como ellos, sería bien recibido y que todos los cristianos de la ciudad estarían contentos conmigo. Luego, me advirtió que si yo seguía predicando como lo venía haciendo, esto ofendería a muchos. Sus intenciones al aconsejarme eran buenas, pero tuve que responderle que no tenía otra opción. Así que, desde ese día hasta hoy, he participado de los sufrimientos por el evangelio. Pero al mismo tiempo, he podido disfrutar a Cristo de una manera rica. Ciertamente lo he disfrutado como gracia.

  Muchos de entre nosotros pueden testificar que, antes de venir a la vida de la iglesia, habían probado muy poco del deleite de Cristo. ¿Disfrutaba usted ricamente a Cristo cuando estaba en las denominaciones? Aparte de la vida de iglesia, en ningún otro lugar podemos disfrutar a Cristo apropiadamente. Si no creen lo que les digo, los reto a que viajen y busquen otro lugar donde puedan disfrutar más a Cristo que en la vida de iglesia. En 1948, le sugerí a un hermano que se quejaba mucho de la iglesia a que buscara un mejor lugar, y que tan pronto lo encontrara, me avisara para que yo también me reuniera allí con él. Sin embargo, nunca me informó al respecto. Es cierto que en la vida de iglesia padecemos por el evangelio, pero también contamos con la gracia, con el Dios Triuno procesado como nuestro deleite. Lo que disfrutamos es mucho mejor que todo aquello que la predicación de la verdad de Dios le pone fin.

I. LOS PADECIMIENTOS DE PABLO POR EL EVANGELIO

A. En cadenas

  Cuando Pablo escribió su epístola a los filipenses, se encontraba sufriendo por el evangelio. En 1:7, 13, 14 y 17, él hace mención de sus prisiones, es decir, de su encarcelamiento, lo que indica claramente que escribió esta epístola desde la cárcel. Pero aunque Pablo se hallaba en prisión, aquella cárcel llegó a ser para él una casa de vino, una casa de banquete, debido a que disfrutaba al Señor. El versículo 7 se refiere a este hecho, pues habla de su participación de la gracia. Aun cuando se hallaba en cadenas, disfrutaba de la gracia. Para él, la cárcel no era sólo un lugar de sufrimiento, sino también de festejo.

B. Por causa de la defensa y de la confirmación del evangelio

  Pablo se hallaba encarcelado principalmente por defender y confirmar el evangelio (1:7).

1. Por el lado negativo, Pablo defiende el evangelio de las herejías que lo pervierten y lo distorsionan

  La defensa del evangelio tiene que ver, por el lado negativo, con las herejías que pervierten y distorsionan la verdad, como por ejemplo, el judaísmo mencionado en la epístola de Gálatas, y el gnosticismo, referido en la epístola de Colosenses. El judaísmo pervertía el evangelio, mientras que el gnosticismo y la filosofía griega, lo distorsionaban. Por consiguiente, Pablo defendía el evangelio contra tales herejías. Examinemos la experiencia que tuvo con Pedro en Antioquía. Pedro se abstuvo de comer con los creyentes gentiles, a pesar de la visión que había recibido en Hechos 10 acerca de los gentiles. En aquella ocasión, Pedro no fue firme en cuanto a la verdad del evangelio, sino que más bien la pervirtió. Fue por eso que Pablo se enfrentó con él cara a cara y lo reprendió.

  Pablo era inigualable en cuanto a la manera en que defendía el evangelio contra la perversión y distorsión. Conforme al Nuevo Testamento, él fue el único que resistió con tenacidad todo aquello que pervertía y distorsionaba el evangelio. Debido a esto, tuvo que pasar por muchos sufrimientos; sin embargo, la gracia que disfrutó superaba a todos sus sufrimientos.

2. Por el lado positivo, confirma el evangelio con la revelación de los misterios de Dios acerca de Cristo y la iglesia

  La confirmación del evangelio tiene que ver, por el lado positivo, con las revelaciones de los misterios de Dios acerca de Cristo y la iglesia presentadas en sus epístolas. En sus escritos, el apóstol nos revela dos grandes misterios: Cristo como misterio de Dios y la iglesia como misterio de Cristo. Ningún otro apóstol presentó estos dos misterios tan claramente como Pablo. Ciertamente su enseñanza y su predicación confirmaban el evangelio y la economía de Dios.

  A diferencia de Pablo, muchos predicadores de hoy no son radicales en cuanto a la defensa y la confirmación del evangelio. Les falta firmeza, pues en lugar de presentar los asuntos principales de la economía de Dios, prefieren dar mensajes “endulzados” para complacer a su audiencia. Sin embargo, nosotros, en el recobro del Señor, debemos defender y confirmar el evangelio fielmente. Por una parte, debemos defenderlo de las enseñanzas que lo pervierten y distorsionan, y por otra, debemos confirmarlo, dejando en claro cuál es la meta del evangelio de Dios.

C. En el avance del evangelio

  En 1:12, Pablo declara: “Ahora bien, quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien en el avance del evangelio”. La palabra griega traducida “avance” se refiere al avance logrado por los pioneros que abren brecha delante de un ejército, para que éste continúe su marcha. Los sufrimientos de Pablo propiciaron tal avance. El era un pionero que abría el camino para facilitar el avance de la iglesia, el ejército de Dios. Pablo sabía muy bien que sus sufrimientos abrían un camino, e incluso una carretera, para que el evangelio pudiera avanzar. Sin sus sufrimientos, no hubiera habido ningún avance. Hoy, nosotros andamos por el camino que Pablo abrió por medio de sus sufrimientos por el evangelio.

  Sin embargo, a lo largo de los siglos, muchos escombros han sido arrojados en esta carretera, obstruyendo el camino una vez abierto por Pablo. Por eso nuestra comisión de hoy no consiste en abrir otra carretera, sino en despejar la que abrió el apóstol. Sin embargo, esto también provocará enemistades. Algunos religiosos se opondrán a que quitemos los escombros y los obstáculos. No obstante, hemos recibido del Señor la comisión de despejar el camino para que la iglesia pueda avanzar. Esperamos que si los jóvenes permanecen fieles al Señor, podrán ir adelante en una carretera libre de obstáculos. Durante años hemos hecho lo posible por despejar el camino, y confiamos que los jóvenes que están en el recobro del Señor seguirán adelante en esta dirección. Creemos que tarde o temprano, todo el pueblo del Señor también andará en el camino que hoy se está preparando. Pese a que actualmente muchos no están dispuestos a tomar esta ruta, algunos han empezado a usar nuestros escritos y ya hablan del espíritu humano y de las iglesias locales.

D. Alienta a los hermanos a anunciar la Palabra de Dios sin temor

  En 1:14, Pablo dice: “Y la mayoría de los hermanos, con confianza en el Señor por mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra de Dios sin temor”. Las prisiones del apóstol no eran motivo de desaliento para los hermanos; por el contrario, esto los animaba a anunciar la palabra de Dios sin temor. Creo también que la oposición de hoy no nos desalentará, sino que más bien nos incitará a anunciar la palabra de Dios con denuedo. Espero que todos los santos se sientan motivados a anunciar la palabra de Dios.

E. Fortalece a los hermanos para que también sufrieran por Cristo

  Los sufrimientos de Pablo por causa del evangelio fortalecieron a los hermanos para sufrir por Cristo (1:28-30). En 1:28 Pablo nos exhorta a que no nos dejemos intimidar en nada por los que se oponen. El afirma que para ellos esto es ciertamente indicio de destrucción, mas para nosotros, de salvación. La palabra “destrucción” aquí se refiere a la destrucción de todo lo que los opositores son y hacen, mientras que la palabra “salvación” se refiere a la salvación de todo lo que nosotros somos y hacemos. El modelo que Pablo estableció al sufrir por Cristo, fortaleció a los hermanos, haciendo que estuvieran dispuestos a sufrir también por su Señor, para llevar a cabo la economía de Dios en la tierra.

  En 1:29 Pablo declara: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en El, sino también que padezcáis por El”. La preposición griega que aquí se traduce “en” indica unión, es decir, que cuando creemos en Cristo entramos en una unión orgánica con El. Creer en Cristo equivale a introducir nuestro ser en el de Suyo para que ambos sean uno orgánicamente. Sufrir por causa de Cristo, después de haberle recibido y de haber sido hechos uno con El al creer en El, es participar de Sus sufrimientos, es decir, tener comunión en Sus padecimientos (3:10), a fin de experimentarlo y disfrutarlo. Esto es vivirle y magnificarle en medio de una situación en la que El es rechazado y sufre oposición.

  En 1:30 Pablo concluye con estas palabras: “Teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí”. Pablo era un modelo establecido por la gracia de Dios para Su economía neotestamentaria (1 Ti. 1:14-16). Los creyentes neotestamentarios debemos experimentar y disfrutar a Cristo viviéndole y magnificándole, tal como Pablo lo hizo en medio de sus sufrimientos por Cristo, a fin de participar de la gracia juntamente con el apóstol.

II. PABLO DISFRUTA DE LA GRACIA

A. Al participar de ella

  En 1:7 Pablo dijo a los filipenses: “Todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia”. Los copartícipes de la gracia son los que participan del Dios Triuno procesado como gracia y lo disfrutan. El apóstol era tal persona en la defensa y confirmación del evangelio, y los santos de Filipos participaban con él de esta gracia. Por esta gracia Pablo soportó todos los sufrimientos que el evangelio le causaba. Al participar con Pablo en el disfrute de la gracia para el avance del evangelio, los filipenses fueron uno con él tanto en sus sufrimientos como en el disfrute de la gracia.

B. Al experimentar lo que Cristo sentía en Sus entrañas

  En 1:8, Pablo añade: “Porque Dios me es testigo de cómo os añoro a todos vosotros con el entrañable amor de Cristo Jesús”. Este versículo revela que Pablo experimentaba lo que Cristo sentía en Sus entrañas. La palabra griega traducida “entrañable”, implica un afecto profundo, y también tierna misericordia y compasión. En su añoranza por los santos, el apóstol era uno con lo que Cristo sentía en Sus entrañas.

  Los versículos 7 y 8 no deben considerarse por separado. Debemos notar que el versículo 8 empieza con la conjunción “porque”, lo que indica que la gracia está relacionada con las entrañas de Cristo. Pablo participaba de la gracia, debido a que añoraba a todos los santos en el entrañable amor de Cristo. Disfrutar a Cristo consiste en ser uno con El en Su entrañable amor, y esto también se relaciona con el hecho de vivirlo. Vivir a Cristo consiste en permanecer en Su entrañable amor y disfrutarlo así como gracia.

  En este capítulo, Pablo habla de magnificar y vivir a Cristo. Hablando de modo práctico, para magnificar y vivir a Cristo tenemos que permanecer en Su entrañable amor, en otras palabras, debemos permanecer en El. Si hemos de estar en Cristo, es necesario que permanezcamos en Su entrañable amor, es decir, en Su corazón tierno y en su lo más profundo de Su afecto. Sólo así, le disfrutaremos y experimentaremos como gracia de una manera muy práctica. A medida que le experimentamos y disfrutamos como nuestra gracia, seremos sustentados en medio de nuestros padecimientos por el evangelio, mientras nos ocupamos de cumplir la economía de Dios en la tierra.

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