Mensaje 15
Lectura bíblica: Gá. 3:5, 8-9, 14; Ef. 1:13; Hch. 2:33, 39; Jn. 7:39; 1 Co. 15:45b; 2 Co. 3:17; Fil. 1:19
En el capítulo tres podemos ver un enorme contraste entre la fe y la ley. La ley era la base para la relación existente entre el hombre y Dios en el Antiguo Testamento, mientras que la fe es el principio por el cual el pueblo tiene contacto con Dios en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento era una dispensación de ley, en tanto que el Nuevo Testamento es una dispensación de fe. Como base para la relación entre el hombre y Dios, la ley requiere que el hombre haga uso de su propio esfuerzo para cumplir los requerimientos de la ley a fin de complacer a Dios. La ley no está intrínsecamente relacionada con Dios. Más bien, está separada de Dios y le hace al hombre demandas que deben ser cumplidas si el hombre desea complacer a Dios. Conforme al principio de la fe, no se le requiere al hombre que se esfuerce en su carne para complacer a Dios. En vez de eso, el hombre debe oír cómo Dios desea ser todo para él. Dios tiene el plan de bendecirnos. Por causa nuestra, El se encarnó, vivió en la tierra y murió para realizar la redención. El ha sido resucitado de entre los muertos y ha llegado a ser el Espíritu vivificante. Ahora El está llamando a la gente para que le reciban. El anhela entrar en la gente para ser la vida y todo para ellos a fin de que ellos sean uno con El. Esto es el oír con fe.
Al oír con fe, oímos todas la buenas cosas que Dios habla, todas Sus bendiciones. La fe está relacionada con el oír todas las buenas cosas de Dios para con nosotros. Por medio de este oír se despierta en nosotros una apreciación por el Señor Jesús. Como resultado de esta apreciación por el Señor, espontáneamente invocamos Su nombre. De esta manera le recibimos, le aceptamos y nos unimos a El. Entonces pasamos a participar de El y disfrutarle. Todo esto está relacionado con la fe. La ley requiere obras de parte del hombre, pero la fe recibe todo lo que Dios es, todo lo que Dios ha planeado y se ha propuesto, todo lo que Dios ha realizado, todo lo que Dios ha obtenido y logrado, y todo lo que Dios desea impartirnos. En la ley están las demandas. Pero en la fe no hay demandas; sólo se recibe al Dios Triuno procesado. Mediante recibir al Dios Triuno, también recibimos la redención, la salvación, el perdón, la vida eterna y todas la cosas celestiales, divinas y espirituales. ¡Qué contraste tan grande existe entre la ley y la fe! Ciertamente es necedad apartarse de la fe y volver a la ley.
Ya hemos señalado que Gálatas tres es un capítulo muy difícil, uno de los capítulos más difíciles del Nuevo Testamento. Tal parece que en este capítulo Pablo pasa de un tema a otro. Muchas personas leen este capítulo sin tener una idea de lo que Pablo está hablando. Parece como si los puntos abarcados no estuvieran relacionados entre sí. Para entender este capítulo es necesario concentrarse en los temas principales, en vez de ir versículo por versículo. En este capítulo Pablo habla de por lo menos doce temas principales: Cristo crucificado; Cristo y el Espíritu; el contraste entre el oír con fe y las obras de la ley; el Espíritu como la bendición del evangelio; el contraste entre el Espíritu y la carne; el evangelio que le fue predicado a Abraham; el contraste entre la promesa y la ley; el hecho de que la fe reemplaza a la ley; la simiente de Abraham y los hijos de Abraham; el ser bautizados en Cristo; el estar revestidos de Cristo y el hecho de que todos somos uno en Cristo. Estos son los puntos cruciales de este capítulo. Si dedicamos tiempo a considerarlos y los tenemos en cuenta en oración, recibiremos una gran ayuda para entender este capítulo.
Puesto que ya hemos hablado de Cristo crucificado, de Cristo y el Espíritu y del contraste entre el oír con fe y las obras de la ley, en este mensaje vamos a hablar del Espíritu como la bendición del evangelio. Durante los años que he sido cristiano, he oído decir que muchas cosas son la bendición del evangelio: la salvación, la redención, el perdón, la vida eterna. En el cristianismo a menudo se les dice a la gente que poder ir al cielo para vivir en una mansión es una gran bendición relacionada con el evangelio. ¿Alguna vez ha oído usted decir que la bendición del evangelio es el Espíritu?
En la Biblia, un libro donde las palabras siempre se usan económicamente, el Espíritu tiene un significado particular, un poco diferente del significado que tiene el Espíritu Santo. En Gálatas Pablo no habla del Espíritu Santo, sino del Espíritu. La bendición total del evangelio no es la salvación, la redención, el perdón, la vida, ni irse al cielo, sino el Espíritu. El Espíritu denota al Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— quien se ha procesado por medio de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Sólo después de haber entrado en la resurrección el Señor Jesús les encargó a los discípulos que bautizaran a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto se debe a que antes de la resurrección de Cristo, el Dios Triuno no había sido totalmente procesado. En Juan 7:39, el Espíritu “aún no había venido”, aunque el Espíritu Santo ya existía, como se menciona en Mateo 1 y Lucas 1. En el Nuevo Testamento se nos dice claramente que el Espíritu Santo participó en la concepción del Señor Jesús en el vientre de la virgen María. Sin embargo, el Espíritu en calidad del todo-inclusivo Espíritu vivificante no “había venido” sino hasta después de la resurrección de Cristo. Juan 7:39 nos dice que el Espíritu aún no había venido porque Jesús no había sido aún glorificado. El Señor fue glorificado en Su resurrección (Lc. 24:26). Por consiguiente, después de Su glorificación por la resurrección, el Espíritu vino a existir.
De los evangelios pasamos al libro de los Hechos y a las Epístolas. El ministerio de Pablo fue un ministerio complementario. En Colosenses 1:25 Pablo dice que él fue hecho ministro conforme a la mayordomía de Dios para completar la palabra de Dios. Así que, el la compleción de la palabra de Dios no se encuentra en los evangelios ni en los Hechos, sino en las epístolas de Pablo. En particular, la revelación divina es completada en cuatro libros: Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. En las epístolas de Pablo el Espíritu es revelado plenamente. Ni en los evangelios ni en los Hechos podemos ver una revelación así tocante al Espíritu. El Espíritu como es revelado en los escritos de Pablo, es el Padre, el Hijo y el Espíritu procesados para llegar a ser el todo-inclusivo Espíritu vivificante. Este Espíritu entra en los creyentes para ser su vida y su todo. Este Espíritu es la bendición total del evangelio. Como la bendición del evangelio, el Espíritu incluye el perdón, la redención, la salvación, la reconciliación, la justificación, la vida eterna, la naturaleza divina, la naturaleza humana resucitada y elevada y también incluye al mismo Dios Triuno.
Gálatas 3:13 y 14 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero’), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. El versículo 14 es importantísimo debido a que combina la promesa del Espíritu y la bendición de Abraham. La bendición de Abraham es la bendición que Dios le prometió a Abraham (Gn. 12:3) para todas las naciones de la tierra. Esta promesa fue cumplida y esta bendición ha venido en Cristo a todas la naciones por medio de la redención que El efectuó en la cruz. El contexto del versículo 14 indica que el Espíritu es la bendición que Dios le prometió a Abraham para todas la naciones y la cual los creyentes han recibido por medio de la fe en Cristo. El Espíritu es el Espíritu compuesto y también es en realidad Dios mismo procesado en Su Trinidad mediante la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión y Su descenso, a fin de que nosotros lo recibamos como nuestra vida y nuestro todo. Este es el centro del evangelio de Dios.
El aspecto físico de la bendición que Dios le prometió a Abraham era la buena tierra (Gn. 12:7; 13:15; 17:8; 26:3-4), la cual tipificaba al Cristo todo-inclusivo (Col. 1:12). Puesto que Cristo es hecho realidad como el Espíritu vivificante todo-inclusivo (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17), la bendición del Espíritu prometido corresponde a la bendición de la tierra prometida. En realidad, el Espíritu, quien es Cristo hecho realidad en nuestra experiencia, es la buena tierra como fuente de la abundante suministración de Dios para nuestro disfrute.
Si leemos el libro de Génesis veremos que el punto central de la promesa que Dios le hizo a Abraham era que la simiente de Abraham heredaría la tierra. Según Gálatas 3, Cristo es esta simiente, la simiente única. Además, como a menudo hemos señalado, la buena tierra tipifica plenamente al Cristo todo-inclusivo. Por un lado, la simiente es Cristo; por el otro, la tierra es un tipo de Cristo. La bendición dada a Abraham está totalmente relacionada con Cristo. Cristo es el centro de la bendición prometida.
Sin embargo, el versículo 14 no dice que al recibir la bendición de Abraham recibimos a Cristo. En vez de eso, este versículo dice que recibimos el Espíritu. Con seguridad esto quiere decir que el Espíritu aquí mencionado es la bendición dada a Abraham.
¿Qué clase de Espíritu podría ser la bendición que Dios le prometió a Abraham? ¿Qué Espíritu sería la bendición todo-inclusiva, la cual es Cristo como la simiente y como la tierra? Tiene que ser el Espíritu, el todo-inclusivo Espíritu vivificante. Primera Corintios 15:45 dice que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante, y 2 Corintios 3:17 declara que ahora el Señor es el Espíritu. En 2 Corintios 3:17 la versión King James dice “ese Espíritu”, lo cual no es acertado, ya que en el griego se usa el artículo definido. Así que, la traducción apropiada es “el Espíritu”, refiriéndose al Espíritu que “aún no había venido” hasta que Cristo hubiera sido glorificado.
En el tiempo de la encarnación del Señor, el Espíritu Santo comenzó a tener el elemento de la humanidad además de la divinidad. A partir de entonces, el Espíritu Santo fue compuesto con el vivir humano, la crucifixión y la resurrección del Señor, y fue hecho el Espíritu, es decir, el Espíritu todo-inclusivo compuesto de divinidad, de humanidad y del vivir humano, la muerte y la resurrección del Señor. Todo lo que Dios se había propuesto y había planeado y todo lo que El logró por medio de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección, se encuentra incluido en el Espíritu. De ahí que, el Espíritu es todo-inclusivo, el Dios Triuno procesado para ser todo para nosotros. Este Espíritu es la bendición del evangelio.
Hemos recibido este Espíritu por fe. Cuando comenzamos a apreciar al Señor Jesús y a creer en El, recibimos el Espíritu. En este asunto de recibir el Espíritu, la manifestación de los dones y el hablar en lenguas no tienen nada que ver, ya que recibimos el Espíritu por el oír con fe.
Permítanme decirles algo de mi propia historia. Yo nací en el seno del cristianismo organizado. Después de ser salvo, llegué a amar la Biblia. Durante los años que pasé con los hermanos, adquirí un considerable conocimiento bíblico. Con el tiempo conocí al hermano Nee, alguien que conocía tanto la vida interior como la iglesia. El me ayudó a experimentar la vida interior y también a experimentar la vida de la iglesia. Después, en 1936, junto con otros, comencé a ir en pos de las llamadas experiencias pentecostales, en particular el hablar en lenguas. Por un periodo de tiempo me mantuve firme y osado en este asunto. Sin embargo, por fin me di cuenta de que nada puede ser comparado con la experiencia de la vida interior en la iglesia, y dejé de practicar las cosas pentecostales. Espontáneamente dejé aquellas cosas para disfrutar la vida interior en la vida de la iglesia. Nunca pudimos recibir ningún beneficio de las cosas pentecostales. Por el contrario, aquello sólo nos causó problemas.
En 1943 la iglesia en mi pueblo natal, Chifú, se apartó de la práctica adecuada de la vida interior y se entregó con exceso a la práctica de las cosas pentecostales. En ese tiempo yo estaba enfermo y los líderes no supieron cómo resolver la situación. Comprendimos que ese problema estaba relacionado con el poder de las tinieblas y que el único modo de hacerle frente era por la oración. Un poco después una hermana de la iglesia murió de tuberculosis. De inmediato una hermana que era de las primeras en promover el hablar en lenguas profetizó que la hermana fallecida sería levantada de entre los muertos al mediodía del día siguiente. Esta misma hermana además le dijo al esposo de la difunta que no había necesidad de que hiciera arreglos para el funeral, puesto que su esposa sería levantada de entre los muertos. Al día siguiente centenares de personas se reunieron a esperar que ese milagro ocurriera. Esperaron hasta las doce del día pero no ocurrió nada. Por último, cerca de las tres de la tarde uno de los ancianos le dijo a la gente que ya no prestaran atención a esa profecía insensata. También le aconsejó al esposo de la difunta hermana que hiciera los arreglos necesarios para el funeral. La multitud fue dispersada y todos se volvieron a sus hogares, decepcionados y abatidos. Este incidente causó que la iglesia volviera a la adecuada experiencia de la vida interior y que se apartará de las cosas pentecostales.
Como el todo-inclusivo Espíritu vivificante, el Dios Triuno inspira a Sus siervos a predicar la buena palabra del evangelio. Mientras la gente escucha este buen hablar, espontáneamente dentro de ellos se despierta una apreciación por el Señor Jesús. Ellos también llegan a apreciar lo que Cristo ha logrado, tal como la redención, la vida eterna, y el precioso perdón de los pecados. Por esta apreciación ellos invocan el nombre del Señor y así reciben el Espíritu como la bendición total el evangelio de Dios. Es posible que la experiencia y la expresión sean diferentes, pero todos por igual hemos recibido el Espíritu. Sin importar cómo hayamos venido al Señor, todos, por el oír con fe, hemos recibido el Espíritu como la bendición del evangelio.
En la economía neotestamentaria de Dios, el oír con fe reemplaza a la ley. Por medio de la fe somos introducidos en una unión orgánica con el Dios Triuno. Si la religión y sus enseñanzas no nos hubieran frustrado, esta unión orgánica ya estaría completamente desarrollada por ahora. Hoy en Su recobro el Señor está desarrollando esta unión orgánica, y El hará que se desarrolle hasta lo sumo. Cuanto más se desarrolla la unión, más disfrutamos la bendición del evangelio.
El Espíritu que hemos recibido como la bendición del evangelio es el todo-inclusivo Espíritu compuesto, el cual está tipificado por el ungüento compuesto del que se habla en Exodo 30:23-25. La mezcla de las especias con el aceite de olivas para producir el ungüento compuesto tipifica la composición de la humanidad, la muerte y la resurrección de Cristo con el Espíritu de Dios para producir el Espíritu todo-inclusivo. Este Espíritu es la abundante suministración para los creyentes en la economía neotestamentaria de Dios (Gá. 3:5; Fil. 1:19). Por medio de la fe hemos recibido este Espíritu como la bendición del evangelio que Dios le había prometido a Abraham. Como el Dios Triuno procesado, el Espíritu es la plena consumación del Cristo todo-inclusivo como la buena tierra. Este es el Espíritu, la bendición total del evangelio.