Mensaje 101
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Según el Antiguo Testamento, los doce hijos de Jacob fueron distribuidos en cuatro grupos de tres. La palabra profética de bendición que pronunció Jacob en el capítulo cuarenta y nueve se basa en estos grupos. Ya abarcamos el primer grupo, el grupo de Rubén, Simeón y Leví. Ese grupo era sumamente maligno a los ojos de Dios. Rubén se había contaminado, y Simeón y Leví eran crueles. El relato del primer grupo es el comienzo del relato de los doce hijos de Jacob. ¡Qué comienzo tan pobre! No obstante, eso debería alentarnos porque nuestro comienzo también fue muy pobre.
El segundo grupo se compone de Judá, Zabulón e Isacar. Es el grupo de la victoria porque Cristo proviene de este grupo. En este grupo tenemos el evangelio, la predicación del evangelio, y la vida de iglesia.
Algunos pensarán que exageramos al decir que en Gn. 49 encontramos la predicación del evangelio y la vida de iglesia como consecuencia de dicha predicación. Recuerde que la primera tribu del segundo grupo es Judá y que lo más significativo del relato acerca de Judá es el león. Dice el versículo 9: “Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo [lit., leona]”). Este versículo es interpretado en Apocalipsis 5:5, donde a Cristo se le llama el león de la tribu de Judá. Sin Ap. 5:5 sería difícil interpretar Génesis 49, pero con Apocalipsis 5:5 ante nosotros, nadie puede negar que Judá representa a Cristo.
Aunque muchas veces el Nuevo Testamento interpreta los signos y los símbolos del Antiguo Testamento, no siempre da todos los detalles de esas interpretaciones. Génesis 49 presenta tres aspectos acerca de Judá como león: el león joven, el león que se echa y la leona. Apocalipsis habla simplemente del león de la tribu de Judá de manera general, y no dice nada de los detalles de estos aspectos. Los legalistas dirán: “No vaya demasiado lejos. Sólo podemos declarar lo que afirma el Nuevo Testamento; no debemos decir nada más”. Esto es legalismo. Génesis 49 revela que Judá es un león en tres aspectos, pero el Nuevo Testamento sólo nos da una interpretación general. ¿Entonces por qué no deberíamos seguir adelante y suplir las interpretaciones de los detalles?
Encontramos por lo menos dos o tres lugares donde el Nuevo Testamento indica que no nos explicó todo (He. 5:11; 9:5; 11:32). Considere Hebreos 11:32: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas”. Aquí el autor del libro de Hebreos parece decir: “No tengo tiempo de decirlo todo. Sólo he incluido parte de lo que afirma el Antiguo Testamento. He dejado muchas cosas sin mencionar”. ¿Entonces qué debemos hacer al respecto? Debemos acudir al Señor y preguntárselo. El autor del libro de Hebreos ya nos proporcionó una manera de interpretar el Nuevo Testamento. El no se dedicó a interpretarlo todo para nosotros. Nos dejó algo en lo cual laborar acudiendo directamente al Señor. Nadie puede estar en desacuerdo con este principio. No obstante, algunos maestros cristianos alegan que si el Nuevo Testamento no menciona algo, nosotros tampoco debemos decir nada al respecto.
En Apocalipsis 5 vemos una interpretación muy clara de Judá, pero ¿qué dice el Nuevo testamento acerca de Zabulón e Isacar? Mateo 4:15 contiene una interpretación parcial de Zabulón, pero no existe ninguna interpretación de Isacar. Según los que afirman que debemos guardar silencio cuando el Nuevo Testamento no dice nada, no deberíamos decir nada acerca de Isacar. No estamos de acuerdo con este concepto tan limitado. En Apocalipsis 5 se comprueba plenamente que la tribu de Judá tiene un significado espiritual. ¿No deberían también las tribus de Zabulón e Isacar tener un significado espiritual? ¿Acaso Judá tiene significado espiritual, pero las demás tribus del mismo grupo no lo tienen? Esto no es lógico; es absurdo.
Como destacamos en el mensaje anterior, en Judá vemos tres aspectos principales: la victoria de Cristo, Su reino y el descanso que uno tiene al disfrutar las riquezas en la vida de Cristo. Vemos la victoria de Cristo en los versículos 8 y 9, Su reino en el versículo 10, y el descanso al disfrutar las riquezas en la vida de Cristo en los versículos 11 y 12. Estos tres puntos no son una interpretación arbitraria de dichos versículos. Si ustedes piensan que mi interpretación es arbitraria, les preguntaré por qué en el versículo 9 el león joven se menciona antes que el león que se echa y antes que la leona. ¿Por qué se da esta secuencia? ¿Por qué la leona no viene en primer lugar? Según la mención triple del león, en el versículo 10 tenemos el cetro y la vara de autoridad, lo cual denota la condición de rey y el reino. ¿Por qué el reino viene después del león? ¿Por qué no se menciona en primer lugar? Después del reinado, tenemos como tercer punto, el descanso al disfrutar las riquezas en vida de Cristo. Si no seguimos la interpretación demostrada en el mensaje anterior acerca de atar el asno a la vid, ¿cómo interpretaría usted estas palabras? ¿Qué significan? Además, ¿qué significa lavar sus vestidos en el vino? ¿Cuál es el significado de los ojos rojos del vino y de los dientes blancos de la leche? El Nuevo Testamento sólo nos da la interpretación del versículo 9 en Apocalipsis 5:5, pero debe de haber alguna interpretación para los versículos 11 y 12. ¿Cuál es esta interpretación? En cuanto a todos los puntos de los versículos del 9 al 12, debemos pasar mucho tiempo callados en la presencia del Señor, y decir: “Señor, ¿qué dices de esto? ¿Qué significa atar el asno a la vid?” El Señor respondería: “Si usted observa la Biblia, verá que el asno se usa para dirigirse a una meta. El asno viaja y labora siempre”. Entonces usted diría: “Ciertamente yo soy ese asno. Necesito atar este asno a la vid”. La vid mencionada en el versículo 11 es Cristo. En Juan 15:1 el Señor dijo: “Yo soy la vid verdadera”. Por consiguiente, atar el asno a la vid significa atar nuestro asno a Cristo. Esto no es más que un ejemplo de la manera correcta de entender esta porción de la Palabra.
Leemos en el versículo 13: “Zabulón en puertos de mar habitará; será para puerto de naves”. Este versículo no nos dice que Zabulón morará en un establo lleno de caballos y de asnos. Tampoco dice que Zabulón morará en un monte. La tribu de Judá moraba en una región montañosa, alrededor del monte de Sion, donde estaba ubicada la capital de la nación. Por su parte, Zabulón moraba en puertos, junto al mar. Esto es muy significativo.
Judá representa al Cristo victorioso, quien ganó la victoria para el reino a fin de que Su pueblo descansara en El. Sin lugar a dudas, Judá debe morar en el monte. Pero Zabulón moró en puertos del mar. En los puertos se exportan mercancías, y de ellos salen naves. Hasta ahora en este pasaje de la palabra hemos visto dos medios de transporte: los asnos y las naves. Muchas veces la Biblia usa estos cuadros. Por ejemplo, dice en Juan 1:29: “¡He aquí el Cordero de Dios!”. Esta sencilla imagen del Cordero de Dios describe muchas cosas. Del mismo modo, las imágenes del asno y las naves del capítulo cuarenta y nueve describen muchas cosas. Un asno es un animal que transporta cargas por su propia labor. Mientras que las naves, antiguamente, navegaban impulsadas por el poder del viento celestial. Indudablemente, esto se refiere a la difusión del evangelio de Cristo. Judá era la fábrica que producía el evangelio, y Zabulón era el puerto que exportaba el evangelio producido por Judá.
Mateo 4:15 indica que Zabulón formaba parte de Galilea. El Señor Jesús empezó el ministerio de predicar el evangelio del reino en Galilea. Después de Su resurrección, el ángel exhortó a las mujeres a decir a los discípulos: “He aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis” (Mt. 28:7). Allí en Galilea el Cristo resucitado se encontró con los discípulos y les encomendó la predicación del evangelio. Los discípulos “se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había indicado”, y fue allí donde les dijo: “Id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:16, 19). Zabulón formaba parte de la región de Galilea. Hechos 1:11 revela que los primeros predicadores del evangelio procedían de Galilea. En Hechos 1:8 el Señor había dicho a estos galileos: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Por todo esto, vemos que Zabulón representa la predicación del evangelio; Judá representa el evangelio compuesto del Cristo victorioso, el reino de Cristo y el descanso que se obtiene al disfrutar las riquezas de Cristo. Este es el evangelio representado por Judá. Por tanto, Judá es la tribu que produce el evangelio. Después de que el evangelio es producido, se necesita que sea predicado. Por consiguiente, Zabulón es quien lleva a cabo esta misión para llevar a cabo la carga de extender el evangelio.
La manera correcta de extender el evangelio no consiste en usar asnos que viajan laborando arduamente, sino en propagar el evangelio usando las naves que son impulsadas por el poder del viento celestial. En Hechos 1:8 el Señor pidió a los predicadores galileos que esperasen hasta recibir el poder de lo alto, y Hechos 2:2 afirma: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba”. Desde ese entonces, las naves empezaron a navegar. Una de estas naves vivientes se llamaba Pedro. En el día de Pentecostés, Pedro no era un asno que viajaba y laboraba, diciendo a los demás que Jesús era el Salvador y que debían creer en El y que de lo contrario perecerían; él era un barco impulsado por el poder de un viento recio. En el cristianismo actual, la predicación del evangelio se lleva a cabo principalmente por los asnos que laboran. No obstante, cuando uno lee el mensaje de Pedro en Hechos 2, puede ver que en el día de Pentecostés, él estaba navegando como un barco, y no laborando como un asno.
También deseo hacer notar que el evangelio se difunde en barcos impulsados por el viento, y no en barcos de vapor que son empujados por máquinas hechas por los hombres. No use trucos en la predicación del evangelio. Predicar el evangelio valiéndose de artimañas equivale a cambiar el barco de vela por uno de vapor. La historia demuestra que el evangelio jamás ha sido exportado por asnos ni por naves de vapor. Según la historia de la iglesia, cuando el evangelio ha sido proclamado, ha sido divulgado en barcos de vela, por santos que navegaban como barcos impulsados por el poder del viento celestial.
Si usted no interpreta el versículo 13 de esta manera, entonces ¿cómo lo interpretaría? ¿Era Zabulón un puerto de naves para exportar papas, naranjas o aceitunas? No descuide el contexto de toda la Biblia. La interpretación del segundo grupo de tres tribus está supeditada a la interpretación de Judá. El significado de Judá controla dicha interpretación. Judá representa a Cristo como el evangelio. Conforme a la historia espiritual, el libro de Hechos viene después de los cuatro evangelios y es el libro de los predicadores galileos. Los predicadores galileos eran naves impulsadas por el poder del viento celestial. Puesto que Judá produjo las riquezas de Cristo, es necesario que Zabulón las exporte a las naciones.
El versículo 13 añade: “Y su límite hasta Sidón”. No dice que su límite será hasta Jerusalén. Sidón era una ciudad pagana que estaba fuera de la tierra santa. Estaba ubicada junto al mar, y de allí salía el comercio marítimo con rumbo a las partes más remotas de la tierra. El versículo 13 está escrito en poesía y, por ende, debe interpretarse de manera alegórica. En este versículo tenemos el puerto de naves, y el límite del mundo gentil. La historia de la predicación del evangelio en Hechos concuerda con esto. En Hechos los primeros predicadores partieron de la tierra santa hacia Asia Menor y luego cruzaron el mar Egeo con rumbo a Grecia, Roma y España. El apóstol Pablo tomó un barco desde la tierra santa y primero navegó a Sidón y más adelante a Roma (Hch. 27:3; 28:14). Por consiguiente, el versículo 13 se cumplió en la historia de la predicación del evangelio que consta en Hechos.
Un día yo estaba estudiando el libro Sinopsis que escribió Darby, para conocer su posición en cuanto a Zabulón. El dice que el hecho de que el límite llegue hasta Sidón indica una mezcla con el mundo gentil. Inclusive un gran erudito bíblico como Darby se equivoca en la interpretación que da de Zabulón. Mientras buscaba interpretar el significado de Zabulón, él posiblemente olvidó a Judá, la primera tribu de este grupo. Además, quizá no haya considerado el significado de Zabulón que revela el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento vemos que Zabulón se encuentra en Galilea de los gentiles, de donde fueron enviados los predicadores galileos. Por consiguiente, debemos ser cuidadosos al aceptar las opiniones de los demás. Nos hemos apoyado en algunos maestros bíblicos, pero no seguimos a nadie ciegamente. Verificamos cada punto concienzuda y cuidadosamente en la Biblia. Según la historia, después de que se produjo el evangelio en Judá, fue predicado por Zabulón.
En el relato sobre Judá, la palabra significativa es león; en el de Zabulón, la palabra importante es naves. El león es singular, mientras que las naves son muchas. Existe un solo Cristo pero hay muchos predicadores galileos. Hay un solo evangelio, pero muchas naves. La iglesia en Anaheim es un puerto de naves. Somos naves en puerto, preparadas para navegar llevando a Cristo en el evangelio. Jóvenes, ¿no son ustedes naves galileas listas para navegar? Como tales, ustedes deben estar listos para partir. Eso sí, no naveguen con el fin de empezar un movimiento.
Siglos después de que Jacob pronunciara la bendición profética en Génesis 49, Moisés, un legislador de edad avanzada, dijo: “Alégrate, Zabulón, cuando salieres” (Dt. 33:18). La salida mencionada en este versículo se refiere a la navegación. Por tanto, la palabra de Moisés concuerda con la palabra de Jacob. Jacob compara a Zabulón con naves que, por supuesto, están preparadas para salir, y Moisés exhorta a Zabulón a regocijarse cuando salga. Si salimos a predicar el evangelio, nos regocijaremos. La persona que más se regocija y que más contenta está es el predicador del evangelio. Si usted es una nave impulsada por el poder del viento celestial, se alegrará, se regocijará y estará fuera de sí por el gozo. Después de Judá, surge Zabulón como la predicación del evangelio. ¡Aleluya, tenemos a Judá como los cuatro evangelios y a Zabulón como el libro de Hechos!
Ahora llegamos a Isacar. Es importante que Isacar no preceda a Zabulón. ¿Cuál es el significado espiritual de Isacar? Leamos los versículos 14 y 15: “Isacar, asno fuerte que se recuesta entre los apriscos”. Después de los cuatro evangelios y del libro de Hechos, vienen las epístolas, que hablan de la vida de iglesia. Por tanto, Isacar representa la vida de iglesia.
Isacar es comparado con un asno fuerte recostado entre los apriscos (v. 14). En el versículo 14 la mención del asno conecta este versículo con el versículo 11, que habla de atar el asno joven a la vid. Por tanto, el asno une a Isacar con Judá. En Judá, en el evangelio, tenemos un asno joven atado a Cristo, la vid. En Isacar, en la vida de iglesia, tenemos el asno fuerte recostado entre los apriscos. En Génesis 49 recostarse significa descansar satisfecho. Después de que Cristo, el león joven, hubo atrapado su presa y la hubo disfrutado, se recostó y descansó satisfecho. Aquí en el versículo 14 tenemos un asno fuerte recostado entre los apriscos. En Judá somos hijos de asna, es decir, asnos jóvenes, pero en Isacar, somos asnos fuertes. Los asnos fuertes no laboran ni viajan, sino que se recuestan. Cuando usted llegó por primera vez a la vida de iglesia, probablemente era un asno joven. Pero ahora, después de muchos años en la iglesia, quizá sea un asno fuerte que se recuesta.
Observe que este asno recostado no descansa en los apriscos, sino entre ellos. Toda denominación y toda religión constituye un aprisco o redil. Hoy en día no descansamos en ningún aprisco denominacional. Por el contrario, estamos descansando fuera de los apriscos. En el capítulo diez de Juan, el Señor aclaró que el Judaísmo era un redil que retenía el rebaño de Dios y que El entró en ese redil con el propósito de sacar de allí las ovejas. En Juan 10:16 el Señor dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; es preciso que las guíe también, y oirán Mi voz; y habrá un solo rebaño, y un solo Pastor”. ¡Aleluya, este asno recostado no descansa en ningún redil; está acostado entre los apriscos! El no está muy lejos de los corrales, pero no está en ninguno de ellos. Esta es exactamente la situación que vemos hoy. No estamos muy lejos de los apriscos denominacionales; estamos entre ellos.
Usted se preguntará cómo puede un asno hallarse entre los rediles. En cierto sentido, todos somos ovejas del rebaño. Sin embargo, según nuestro hombre natural, todos somos asnos. A menudo, me he alegrado bastante delante del Señor, y lo he alabado, diciendo: “Señor, gracias porque estoy en Tu iglesia. Soy una de las muchas ovejas de Tu rebaño”. No obstante, en otros momentos, me he mirado a mí mismo y me he dicho: “No pareces una oveja. Es probable que seas un asno, un caballo o una vaca. A veces te pareces a un búfalo”. De noche, cuando usted ha terminado su trabajo y entra calladamente en la presencia del Señor, puede decir: “Señor, cuánto te alabo y te agradezco porque estoy en Tu rebaño”. No obstante, al mismo tiempo, usted puede mirarse a sí mismo y decir: “Pobre de mí, no parezco una oveja; parezco un caballo o una vaca”. Por naturaleza, ninguno de nosotros es una oveja. Somos asnos o caballos o vacas o búfalos. Pero también somos personas transformadas. Yo era un chino típico, pero he sido transformado. Nací chino, pero llegué a ser un cristiano mediante la regeneración. Por origen, yo era un asno, pero por la regeneración, ahora soy una oveja que descansa entre las denominaciones. Por tanto, somos un rebaño de asnos transformados que descansan entre los apriscos. Reconocemos que nacimos ovejas. No obstante, hoy en día, somos el rebaño que se recuesta entre los apriscos.
Mientras Isacar estaba recostado entre los apriscos, “vio que el descanso era bueno” (v. 15). Todos nosotros hemos visto este buen descanso. ¡Qué buen descanso hay entre los apriscos! Este es el descanso que se halla en la vida de iglesia, el cual se refiere a cesar nuestra labor y descansar en Cristo (Mt. 11:28). Mientras estamos recostados aquí, vemos que este descanso es bueno.
El versículo 15 también afirma que Isacar vio “que la tierra era deleitosa”. Mientras descansamos en la vida de iglesia entre los apriscos denominacionales, disfrutamos del buen descanso y de la rica tierra deleitosa. Esta tierra es Cristo. Si usted examina su experiencia, se dará cuenta de que esto es cierto. Mientras descansamos en la vida de iglesia entre las denominaciones, vemos el buen descanso y la tierra deleitosa, la cual es Cristo como nuestros pastos verdes. Si usted no interpreta estos versículos de esta manera, no tienen ningún significado. Pero en esta interpretación, están llenos de significado y fortalecen nuestra experiencia.
El versículo 15 añade: “Y bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo”. Nos pasa lo mismo en nuestra experiencia. Mientras descansamos en la vida de iglesia, nos recostamos entre las denominaciones, descansamos y disfrutamos de la tierra deleitosa; estamos dispuestos a inclinar nuestro hombro para servir y llevar la responsabilidad. Llegamos a servir en tributo. El tributo no se refiere a la obra que nosotros preferimos, sino a una tarea asignada. No es la obra que hemos escogido, sino la obra que el Señor nos ha asignado; es la tarea que nos asigna la Cabeza a nosotros los miembros del Cuerpo. Todo lo que hacemos como porción asignada del servicio del Cuerpo es un servicio. Finalmente, este servicio se convierte en un tributo que ofrecemos a nuestro Amo. Después de producir el evangelio, tenemos la predicación del evangelio. Como resultado de ésta, tenemos la vida de iglesia, en la cual todos somos asnos recostados entre los grupos divididos, mirando el buen descanso, y disfrutando a Cristo como la tierra deleitosa. Mientras estamos recostados, decimos espontáneamente: “Señor Jesús, te amo. Me gustaría llevar la carga de la obra que me has asignado. Estoy dispuesto a llevar esta carga bajo Tu obra para tener algo que ofrecerte y que te satisfaga”. Este es el tributo que ofrecemos a nuestro Rey. ¡Cuán maravilloso es esto!
Deuteronomio 33:18 afirma: “Alégrate, Zabulón, cuando salieres; y tú, Isacar, en tus tiendas”. Moisés le dijo a Zabulón que se regocijara cuando saliera. Ahora vemos que Isacar debe regocijarse en sus tiendas. Sin lugar a dudas, estas tiendas se refieren a la vida de iglesia. Para predicar el evangelio, debemos sentir gozo en nuestra salida. Pero a fin de experimentar la vida de iglesia, debemos alegrarnos de permanecer en las iglesias locales.
Después de la producción del evangelio, la predicación del evangelio y el resultado de su predicación, que es la vida de iglesia, llegamos a la consumación, la cual encontramos en Deuteronomio 33:19. Este versículo declara: “Llamarán a los pueblos a su monte; allí sacrificarán sacrificios de justicia, por lo cual chuparán la abundancia de los mares, y los tesoros escondidos de la arena”. Primero, en la consumación, los pueblos están invitados al monte de Dios. En la vida actual de iglesia, invitamos a otros al monte de Dios, es decir, al reino de Dios. Por supuesto, esta invitación se cumplirá en plenitud durante el período del reino milenario en el cual todos los pueblos, las naciones, serán invitados al reino de Dios en el monte de Sion, por medio de la predicación. Sin embargo, tenemos una miniatura de esto en la vida actual de iglesia. Debido a la predicación y a la vida de iglesia, es decir, a Zabulón y a Isacar, los pueblos son invitados al monte de Dios, al reino de Dios. Este versículo, que incluye “los pueblos” invitados, une a Isacar con Judá, a quién “se congregarán [u obedecerán] los pueblos” (v. 10).
Segundo, en el monte, los pueblos ofrecerán sacrificios de justicia a Dios. En el reino de Dios, en la vida de iglesia hoy, los sacrificios de justicia le son presentados a El (1 P. 2:5; He. 13:15-16; Fil. 4:18). Todos los sacrificios que ofrecemos a Dios en la vida de iglesia son sacrificios de justicia, conforme a los justos requisitos de Dios. Pasará lo mismo en el reino venidero (Mal. 3:3).
Tercero, la iglesia y el reino llegan a ser nuestro disfrute. Lo vemos por las palabras: “Por lo cual chuparán la abundancia de los mares, y los tesoros escondidos de la arena”. Si queremos interpretar esta parte del versículo debemos considerar las parábolas del tesoro y de la perla que constan en Mateo 13:44-46. En Mateo 13 el tesoro se refiere al reino, y la perla a la iglesia. Creo que la abundancia de los mares a la que alude el versículo 19 es la iglesia. Indudablemente, los mares representan las naciones, el mundo gentil. La iglesia es sacada del mundo gentil como la abundancia. Los creyentes gentiles son la abundancia de los mares, la abundancia de las naciones. Esta es la iglesia. El reino es el tesoro escondido en la arena, u oculto en la tierra. Si deseamos aplicar la interpretación adecuada de las dos parábolas de Mateo 13 a Deuteronomio 33:19, veremos que el resultado del evangelio, la predicación del evangelio, y la vida de iglesia como producto de dicha predicación, es el disfrute de la vida de iglesia y del reino. Inclusive hoy en día chupamos la abundancia de los mares y los tesoros escondidos de la arena. Estamos sorbiendo la vida de iglesia y la vida del reino. La vida de iglesia es la abundancia de las naciones, y la vida del reino es el tesoro escondido en la tierra. Todavía hoy sigue escondida. Los que están fuera no entienden lo que hacemos en la iglesia. Pueden decir: “No entiendo a esta gente. Parece que van a las reuniones casi todas las noches. ¡Qué están haciendo?”. Estamos sorbiendo la abundancia de los mares y los tesoros escondidos en el mar.
En el segundo grupo de los hijos de Jacob, tenemos el evangelio, representado por Judá y plenamente descrito en los cuatro evangelios; la predicación del evangelio, representada por Zabulón y detallada en el libro de Hechos; y la vida de iglesia, representada por Isacar, y presentada exhaustivamente en los siguientes libros del Nuevo Testamento, empezando por Romanos. El resultado es el disfrute de la vida de iglesia y de la vida del reino. Se necesita toda la Biblia para entender Génesis 49. Es necesario todo el Nuevo Testamento para interpretar tan sólo el segundo grupo. En los cuatro evangelios vemos a Judá como el evangelio; en Hechos vemos a Zabulón como la predicación del mismo, y en las epístolas y en Apocalipsis vemos a Isacar como la vida de iglesia. La consumación de todo eso es nuestro deleite, el hecho de que sorbemos la rica vida de iglesia y del reino. ¡Aleluya, hoy en día tenemos a Judá, a Zabulón, a Isacar y la consumación. En Judá tenemos el león, el único Cristo y el único evangelio. En Zabulón tenemos las muchas naves y los muchos galileos; y en Isacar tenemos las tiendas, las muchas iglesias locales. Tenemos a Cristo como el evangelio, la predicación del evangelio, y la vida de iglesia. Ahora somos el rebaño recostado entre los apriscos y disfrutamos la vida de iglesia y la vida del reino.
Algunos cristianos hoy en día sólo se preocupan por Judá; sólo se interesan en la vida victoriosa en Cristo, y otros se interesan en Zabulón, en la predicación del evangelio. Pero son muy pocos los que se preocupan por Isacar, por la vida de iglesia. En el recobro del Señor, debemos prestar atención a cada uno de este grupo: a Judá, la vida victoriosa; a Zabulón, la predicación del evangelio; y a Isacar, la vida de iglesia, a fin de disfrutar plenamente a Cristo.