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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Génesis»
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Mensaje 35

La vida en resurreccion

(4)

2. Una sombra del reino

  En los mensajes anteriores vimos muchas riquezas que encontramos en el libro de Génesis. En este mensaje veremos otro aspecto de estas riquezas: el reino. El reino es una de las numerosas verdades sembradas en forma de semillas en el libro de Génesis, desarrolladas en toda la Biblia y segadas como cosecha en Apocalipsis. Ya vimos que después del diluvio Noé y su familia vivían en resurrección y que la vida en resurrección era una sombra del reino. El reino es un tema muy importante en la Biblia y tiene muchísimo significado.

a. El comienzo del gobierno humano

1) El hombre recibe autoridad sobre los demás

  El reino está implícito en Gn. 9:1-7. Leamos el versículo 6: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada”. Este es un versículo crucial en el libro de Génesis. Todos los maestros de Biblia concuerdan en que este versículo, donde vemos que Dios le dio al hombre autoridad sobre los demás, describe el comienzo del gobierno humano. Hasta entonces Dios no le había dado al hombre autoridad sobre otros hombres. Todos los hombres estaban directamente bajo el mando de Dios. Pero la caída produjo una naturaleza rebelde en la humanidad. Por esta razón, Dios estableció cierta autoridad en la tierra como representante Suyo para regir al hombre. Desde el comienzo del libro de Génesis hasta la época de Génesis 9:6, no hay ningún indicio de que, aparte de poner al marido como cabeza de su esposa (3:16), Dios le hubiera dado al hombre autoridad sobre los demás. No obstante, después del diluvio, cuando el hombre vivía en resurrección sobre la tierra de una manera nueva, Dios estableció una autoridad delegada sobre la tierra.

2) Noé es la autoridad delegada

  Noé fue la autoridad delegada por Dios después del diluvio. Como cabeza de un nuevo linaje, él era la autoridad delegada bajo el mando de Dios. Adán no fue la autoridad delegada por Dios sobre los hombres. A él se le dio autoridad sobre las criaturas, mas no sobre los hombres. Si usted lee Génesis 1 detenidamente, verá que Adán tenía autoridad sobre los peces, las aves, las bestias, los animales que se arrastran y sobre “todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (vs. 26, 28). Pero no existe ni una sola palabra que dé a entender que Adán haya recibido autoridad sobre los demás hombres. Sin embargo, Noé, después de convertirse en la cabeza de un nuevo linaje, recibió de Dios la autoridad no sólo para señorear en las criaturas, sino también en los hombres.

3) El reino de Dios sobre la tierra entre los hombres

  Si leen Génesis 9 detenidamente, verán una sombra del reino. ¿Qué es el reino? Un reino es un gobierno o un reinado. Allí, en Génesis 9, vemos la sombra del reino de Dios sobre la tierra entre los hombres. El gobierno que tiene la autoridad que Dios confirió entre los hombres en la tierra nueva representa al dominio del reino de Dios en la vida de resurrección.

b. Antes de ese reino

1) La tierra se llenó de violencia

  ¿Cuál era la situación en la tierra antes de establecerse ese reino? Primeramente, la tierra estaba llena de violencia (6:11, 13). ¿Por qué estaba la tierra llena de violencia? Porque no había autoridad delegada; nadie estaba autorizado para gobernar a los demás. Antes del diluvio no existía la autoridad delegada sobre los hombres. Supongamos que hoy en día no hubiera ningún gobierno local, estatal ni federal. ¿Podríamos vivir en paz? No, el país estaría lleno de violencia. Nadie podría dormir tranquilo durante la noche, pues todos tendrían miedo de que sus posesiones fuesen robadas. La tierra estaba llena de violencia porque no había ningún gobierno sobre la tierra. Como veremos en el próximo mensaje, en esa época el gobierno era la conciencia del hombre. En el huerto, antes de la caída, el hombre estaba dirigido directamente por Dios, por el gobierno divino. Después de la caída, el hombre se regía por su propia conciencia. No obstante, el gobierno de la conciencia, o mejor dicho el autogobierno, no funcionó muy bien. Como resultado de este autogobierno, toda la tierra se llenó de violencia. Por consiguiente, después del diluvio Dios autorizó al hombre para gobernar sobre los demás y así empezó el gobierno humano.

2) El hombre no prestó atención a los intereses de Dios

  En segundo lugar, antes de ese reino, el hombre no prestaba ninguna atención a los intereses de Dios. Según Lucas 17:26-27, antes del diluvio los hombres comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento. Nadie se preocupaba por los intereses de Dios. Finalmente el juicio de Dios cayó sobre ellos.

c. En ese reino

  Las cosas cambiaron después del diluvio. La situación cambió bajo el mando de la autoridad delegada de Dios, el cual era una sombra del reino de Dios.

1) La tierra se llenó de paz

  Después del diluvio, la tierra quedó en paz. Lo sabemos porque Génesis 9:20 dice que Noé plantó una vid. Miqueas 4:3-4 indica que cuando el pueblo de Dios tiene una vid, ello significa que reina la paz sobre la tierra. Estos versículos de Miqueas se refieren al reino venidero y nos dicen que los hombres convertirán sus espadas en azadones, y sus lanzas en hoces porque no habrá guerra, y que se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera. Esto significa que hay paz. El hecho de que Noé plantó una vid demuestra que disfrutaba de paz en el reino. En esos días no había violencia. Hoy en día, la vida apropiada de iglesia es la verdadera vid donde ya no hay peleas, sino descanso.

2) El hombre restaurado a la situación inicial

  En ese reino, el hombre fue recobrado para el propósito que Dios tenía para con él desde el principio: expresarlo a El y representarlo (9:1-7). Es muy interesante ver que parte de lo dicho en 1:26-28 se repite aquí en Génesis 9. Esto significa que después del diluvio, el hombre fue puesto de nuevo en la situación inicial para que cumpliera el propósito de Dios, o sea, para que tuviera la meta de expresar a Dios y representarlo.

d. Da por resultado la rebelión de Babel

  Cuando llegamos al final de la Biblia, vemos que el reino desembocará en una situación muy desagradable: una gran rebelión. Pasa lo mismo con la tipología del libro de Génesis. Estaba muy bien que Noé disfrutara de paz en el reino y que la humanidad fuera restaurada y puesta de nuevo en su situación inicial para cumplir el propósito de Dios. No obstante, todo eso dio por resultado la rebelión de Babel. La rebelión de la humanidad en Babel se debió exclusivamente a la obra de Satanás.

1) Satanás usurpó al hombre y lo incitó a usar indebidamente la autoridad conferida por Dios, con el fin de formar naciones

  Satanás usurpó al hombre y le incitó a usar indebidamente la autoridad conferida por Dios, con el fin de formar naciones. Dios le dio al hombre la autoridad de gobernar a otros para establecer la paz, pero Satanás usurpó al hombre y lo condujo a usar mal esta autoridad y así formar naciones. Aunque Dios deseaba efectivamente que el hombre gobernara a los demás, no quería que se formaran naciones. La formación de las naciones fue la obra de Satanás. Satanás incitó al hombre a usar indebidamente la autoridad que se le había dado, con el fin de formar naciones y establecer pequeños imperios para el hombre mismo.

2) Satanás instigó al hombre a rebelarse contra Dios

  Satanás instigó al hombre a rebelarse contra Dios en la construcción de la ciudad de Babel y su torre. La construcción de la ciudad y de la torre de Babel fue una declaración de independencia con respecto a Dios. La humanidad declaraba que se independizaba de Dios.

3) Juzgada por Dios

  Esa rebelión fue juzgada directamente por Dios. Cuando Dios juzgó la tierra en la época del diluvio, no lo hizo directamente. El mandó un diluvio para juzgar esa era. No obstante, en Babel Dios descendió personalmente y El mismo juzgó esa rebelión. No pidió a nadie que acabase con la rebelión, sino que El mismo lo hizo.

e. La iglesia es el reino en realidad

  Ahora llegamos al Nuevo Testamento donde vemos el verdadero reino, el reino en realidad. El Nuevo Testamento es el libro del reino. Todo el Nuevo Testamento gira en torno al reino. ¿Qué es lo primero que se predica en el Nuevo Testamento? El reino. El reino se predica en los primeros capítulos de los evangelios. En el Nuevo Testamento se predica el evangelio con relación al reino, y no a irse para el cielo. El Nuevo Testamento no dice: “Arrepentíos, porque los cielos os esperan”, sino: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2; 4:17). Hoy en día la gente oye miles de mensajes evangélicos. ¿Ha oído usted algún mensaje evangélico que exhorte a la gente a arrepentirse porque el reino se acerca? En toda mi vida no lo he escuchado ni una sola vez. Cuando los cristianos predican el evangelio en la actualidad, la mayoría de ellos siempre habla del pecado, de los cielos y del infierno. Casi nadie habla del evangelio en relación con el reino. Pero en el Nuevo Testamento cuando se predica el evangelio por primera vez, se nos exhorta a arrepentirnos por causa del reino.

  El evangelio tiene como objetivo el reino. La predicación del evangelio tiene como fin que los hombres entren en el reino. El evangelio se proclama con el fin de que la gente sea salva, y esté calificada y facultada para entrar en el reino. La regeneración tiene lugar por causa del reino (Jn. 3:3, 5). Si usted no ha sido regenerado, no puede entrar en el reino de Dios. ¿Fue usted salvo, lavado en la sangre y regenerado? ¿Con qué propósito? Antes de entrar en la vida de iglesia, me dijeron que yo necesitaba ser salvo, lavado y regenerado para poder ir al cielo. En la iglesia vimos algo más elevado: fuimos salvos, lavados y regenerados por causa de la iglesia (23, Ef. 5:25; Hch. 20:28). El evangelio del reino trae los pecadores rebeldes a la iglesia. Pero ahora debemos ver lo que es la realidad de la iglesia. El reino es la realidad de la iglesia. Si usted fue salvo, lavado y regenerado por causa de la iglesia, eso significa que experimentó estas cosas por causa de la realidad del reino.

  En este mensaje tengo la carga de compartir con ustedes lo que es la verdadera vida de iglesia. El reino es la verdadera vida de iglesia. El fin del evangelio es el reino. Ser salvo, lavado y regenerado es algo que tiene una estrecha relación con el reino.

  La iglesia es el reino en la realidad. Algunos cristianos afirman que ésta es la era de la iglesia y que el reino todavía no ha venido. Según ellos, al terminar la era de la iglesia, empezará la del reino. Aunque esta comprensión es correcta en cierto sentido, no lo es en todos los aspectos. Como lo veremos, hoy la iglesia es el reino. La iglesia apropiada, genuina y viviente es el reino, y éste es la realidad de la iglesia. Sin el reino, no hay iglesia. Nuestra salvación y nuestra regeneración tienen como fin la iglesia, y la iglesia tiene como finalidad el reino.

1) La iglesia edificada, el reino establecido

  Cuando la iglesia fue edificada, el reino fue establecido. La edificación de la iglesia equivale al establecimiento del reino. Lo comprobamos en Mateo 16:18-19. En el versículo 18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”, y en el versículo 19 le dijo a Pedro: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos”. El habló de la iglesia en el versículo 18. Y en el versículo 19 reemplazó la palabra “iglesia” por la expresión “el reino”. Esto demuestra que la iglesia y el reino son términos intercambiables; se refieren a lo mismo.

  Estos dos versículos indican que a Pedro se le darían las llaves del reino con miras a la edificación de la iglesia. Creo que Pedro sólo tenía dos llaves. ¿Cuáles eran y cuándo las usó? Todas las puertas y todas las entradas tienen una cerradura específica que requiere una llave específica. Pedro usó la primera llave el día de Pentecostés (Hch. 2). Esta llave abrió la puerta para que los judíos entraran en el reino. Más adelante, en la casa de Cornelio (Hch. 10), usó la segunda llave, la que abrió la puerta para que los gentiles entraran en el reino. El Señor dio estas llaves a Pedro, y éste las usó para abrir las dos entradas al reino, la de los judíos y la de los gentiles, a fin de que la iglesia fuese edificada. La iglesia fue el reino al cual entraron los judíos y los gentiles.

  ¿Quién puede decir que hoy la iglesia no es el reino? Por ejemplo, el lugar donde usted vive es su hogar. Usted no puede decir: “Tengo un apartamento, pero no tengo hogar”. Mientras usted tenga vivienda, tiene un hogar, pues esa vivienda es su hogar. Del mismo modo, mientras exista la iglesia en la tierra, Dios tiene un reino. No diga que la iglesia no es el reino, pues la iglesia es el reino.

2) La vida de iglesia es el reino

  Romanos 14:17 indica que la vida de iglesia es el reino. El libro de Romanos trata de la vida cristiana y la vida de iglesia. Antes del capítulo doce, dicho libro trata de la vida cristiana. En el capítulo doce se empieza a hablar de la vida del Cuerpo. Al leer los capítulos doce a catorce, se podrá ver que el capítulo catorce forma parte de la vida práctica del Cuerpo y que ésta es el reino. En Romanos 14:17 Pablo menciona el reino de Dios. En este versículo, no habla de la iglesia ni de la vida del Cuerpo, sino que dice: “El reino de Dios ... es ... justicia, y paz y gozo en el Espíritu Santo”. Esto no se refiere al futuro; es actual y se refiere a ahora mismo. La vida del Cuerpo, la vida de iglesia, es el reino.

3) Hoy quienes forman la iglesia están en el reino

  Apocalipsis 1:9 revela que hoy quienes están en la iglesia están en el reino. Hoy en la iglesia estamos bajo el dominio celestial de Dios. Todos debemos ser gobernados por El. Cuando somos dirigidos por Dios, podemos gobernar por El con la autoridad celestial. La primera vez que el reino se menciona en conjunción con la iglesia (Mt. 16), se habla de atar y de desatar. Este es el dominio que ejercemos con la autoridad de Dios. Cuando estamos bajo el dominio de Dios, podemos ejercer Su autoridad para regir nuestras circunstancias.

  Nosotros los cristianos, los que estamos en la vida de iglesia, ¿necesitamos todavía el dominio exterior del gobierno o de la policía? Sería vergonzoso que necesitáramos este gobierno exterior, pues llevamos el dominio celestial dentro de nosotros. Supongamos que usted compra comida en una tienda y que la cajera le devuelve más dinero que el que corresponde. ¿Podría usted comer sus alimentos en paz? No. Tendría que devolver el dinero extra, pues el dominio celestial sobre usted y dentro de usted no le permitiría sacar ventaja de los demás. Usted no necesitaría que un policía le exigiera devolver el dinero. Nosotros, quienes constituimos la iglesia, estamos bajo el dominio celestial de Dios. La realidad del reino se halla en nuestro medio.

  No obstante, a veces debemos ser gobernados por otros porque todavía vivimos en nuestra naturaleza caída. Puesto que no estamos debidamente entregados al dominio celestial, algunas hermanas deben ser gobernadas por sus maridos. Tal vez sean demasiado emocionales y necesiten que sus maridos las dirijan. Este es el dominio del marido, y no el dominio celestial. Muchas hermanas deben ser gobernadas por sus maridos por ser muy naturales y por no vivir realmente por Cristo ni andar en el espíritu. Si vivieran por Cristo y anduvieran en el espíritu, no necesitarían el dominio del marido. Cuando las esposas se encuentran bajo el dominio celestial, no necesitan el dominio de sus esposos.

  Los hermanos y hermanas jóvenes que estudian quizás necesiten que sus maestros los dirijan. Tal vez necesiten también que sus padres ejerzan autoridad sobre ellos en casa. No obstante, en principio, si todos los hermanos y hermanas jóvenes se hallan bajo el dominio celestial de Dios, no necesitarán otro dominio. En las escuelas, en las tiendas, en las casas y demás lugares el dominio celestial de Dios será más que suficiente. Este es el reino. Estamos en el reino, y el reino está en la iglesia. La iglesia es el reino, y el reino es la realidad de la iglesia.

  La realidad de la iglesia como reino depende totalmente de la vida que está en el espíritu. ¿Qué es esta vida? Es una vida bajo el dominio celestial de Dios. Mientras vivimos y andamos en nuestro espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial de Dios. Vivir así bajo el dominio de Dios es la realidad de la vida de iglesia; es la realidad de la vida de iglesia hoy en día. El reino está realmente presente en la iglesia viviente.

f. La iglesia trae la manifestación del reino

  La iglesia con el reino como su realidad trae la manifestación del reino. El reino presenta varios aspectos. La realidad del reino es un aspecto, y la manifestación del reino es otro. En la iglesia tenemos la realidad del reino, pero no la manifestación de éste. El reino se lleva a cabo por nuestra vida de iglesia, pero no es manifestado. Es llevado a cabo interiormente, pero no se manifiesta exteriormente. La realidad interior del reino está en la iglesia hoy, mientras que la manifestación exterior vendrá en el futuro.

  Si usted está en la realidad del reino, devolverá el dinero extra que la cajera le haya devuelto en una tienda o en un restaurante. Los demás no nos pueden entender cuando hacemos eso. Quedan sorprendidos por el hecho de que no nos aprovechemos de la situación. La gente simplemente no entiende que la devolución del cambio y el no aprovecharse de los demás constituye un ejemplo de la realidad interior del reino en nuestra vida cristiana. La gente mundana no puede entender que eso es el reino. Pero cuando vuelva el Señor Jesús, traerá consigo la manifestación del reino. Entonces toda la gente dirá: “Este es el reino manifestado”.

  En cierto sentido, el reino está aquí; en otro sentido, el reino vendrá. Es como el Señor Jesús. En cierto sentido, el Señor Jesús está aquí con nosotros. Dondequiera que estemos, el Señor está con nosotros. Sin embargo, en otro sentido, El va a venir. Aunque el Señor está con nosotros interiormente, El va a venir exteriormente. Hoy día es necesario decirle a la gente que creemos en el Señor Jesús y que lo tenemos en nosotros. Debemos explicar lo que significa creer en el Señor y tenerlo en nosotros. Pero cuando el Señor venga visiblemente y traiga la manifestación del reino, ya no se necesitarán explicaciones. Todos verán el reino manifestado. La manifestación del reino, o sea, el reino en manifestación, será traído por la iglesia que es la realidad del reino. La manifestación del reino no llegará repentinamente; vendrá por medio de la vida de iglesia. ¿Por qué? Porque los vencedores deben vencer al maligno, vencer el mundo, preparar el camino y establecer un frente de ataque para facilitar el regreso del Señor. Entonces vendrá la manifestación del reino.

1) La iglesia produce los vencedores

  La iglesia produce los vencedores. Apocalipsis 12 lo revela claramente. En dicho capítulo vemos la mujer que representa el pueblo de Dios en su totalidad (v. 1), incluyendo a los santos del Antiguo Testamento y también a los creyentes del Nuevo Testamento, quienes (los creyentes neotestamentarios) conforman la iglesia. No piense que toda la iglesia, o sea todos los miembros, serán vencedores. ¡No! en la iglesia, algunos serán vencedores y otros no. Esto es similar al caso de una familia compuesta de las personas mayores, los pequeños, y los fuertes. ¿Quiénes son los vencedores en una familia? ¡Los fuertes! El libro de Números enseña que aquellos que tenían más de veinte años de edad y menos de cincuenta salían al combate (Nm. 1:20; 4:3). Los menores de veinte años y los mayores de cincuenta sólo disfrutaban. Los combatientes eran los fuertes, los mayores de veinte años y menores de cincuenta. Ahora en la vida de iglesia tenemos algunos santos que espiritualmente son mayores de cincuenta años: son los disfrutadores. Alabado sea el Señor porque tenemos también algunos jóvenes, los que espiritualmente son menores de veinte años; éstos son los disfrutadores jóvenes. Pero le damos aún más gracias al Señor porque tenemos algunos que espiritualmente son mayores de veinte años y menores de cincuenta. Estos son los fuertes, los que pelean la batalla; son los combatientes. La batalla está en sus manos. Los demás son los disfrutadores. La iglesia produce los fuertes, los vencedores, quienes pelearán la batalla contra Satanás, el enemigo de Dios, y contra el mundo de éste.

2) Los vencedores hacen venir el reino

  Apocalipsis 12 revela que cuando los vencedores sean arrebatados a los cielos, Satanás será echado a la tierra (vs. 5, 9). Entonces se declarará que el reino de Dios ha venido (v. 10). El reino de Dios viene por medio de los vencedores. La iglesia produce los vencedores, y los vencedores vencen al enemigo y traen la manifestación del reino. Veremos más detalles al respecto en nuestro estudio-vida de Apocalipsis.

g. Reinan en resurrección

  La iglesia es el dominio del reino. Sin embargo, este dominio no está en nuestra carne ni en nuestra vida natural. Debe ser un dominio en resurrección. Esta clase de dominio no está limitado al futuro, sino que debe estar en nuestro espíritu ahora. Supongamos que los ancianos entre nosotros asumen su posición y ejercen autoridad para regir a los demás en la vida de iglesia. Esto nunca traerá resultados. Si los ancianos intentan hacer eso, nos daremos cuenta en lo profundo de nuestro espíritu de que los ancianos no reinan en resurrección sino en su posición. Todos debemos aprender que en la iglesia, donde se encuentra la realidad del reino, debemos actuar por nuestro espíritu. Debemos vivir y andar en resurrección. Mientras andemos en resurrección, tendremos autoridad. Es correcto decir que los hermanos son la cabeza y que las hermanas deben estar bajo su autoridad. No obstante, si los hermanos no viven ni actúan en el espíritu, y las hermanas sí, sentiremos en nosotros que los hermanos no tienen autoridad y las hermanas sí. En tal caso, las hermanas tienen autoridad porque su vida está en resurrección. Cuando hablamos valiéndonos de nuestro hombre natural, perdemos terreno inmediatamente. Pero cuando hablamos y actuamos en el espíritu, mantenemos una posición de autoridad. En la iglesia, el dominio no es humano ni natural, sino que está en resurrección.

  Permítanme decir algo a los cónyuges. Si un marido ejerce autoridad de manera natural, inmediatamente deja de ser cabeza y se convierte en cola. Pero si vive en el espíritu, el Espíritu de Dios pondrá en evidencia que él es la cabeza y que deben someterse a él. Incluso los pequeños niños en las casas pueden entender eso. A menudo, cuando la madre y el padre discuten, los hijos dirán: “Mamá, estás equivocada. Papá tiene razón. Debes escucharle”. En otras ocasiones, los hijos dirán: “Papá, estás en la carne. Ya que estás en la carne, ¿cómo puedes ser la cabeza?” Eso sucede a menudo en los hogares cristianos. El Espíritu Santo así como nuestros niños saben si estamos en la carne o en el espíritu. Aun su niña de dos o tres años de edad sabe en qué posición está usted. Maridos, no ejerzan su autoridad valiéndose solamente de su posición como cabeza. Tienen que vivir y andar en el espíritu y estar en resurrección. Si lo hacen, serán la cabeza.

  El dominio en el reino de Dios es un asunto de resurrección. Estar en resurrección significa estar en el espíritu. ¡Cuánto debemos estar en el espíritu! Aunque a veces las esposas están equivocadas, el Espíritu Santo dentro de ellas siempre tiene la razón. Dentro de ellas tienen un espíritu imparcial que les dice: “Tu marido tiene razón”. Sin embargo, si no estamos en el espíritu, perdemos la base correcta. Perdemos el dominio celestial. Si queremos estar en resurrección, debemos estar en el espíritu. Cuando estamos en el espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial y este dominio se ejerce espontáneamente sobre las circunstancias.

1) Con Cristo en una nueva era

  Un día los vencedores se levantarán y reinarán con Cristo (Ap. 20:4, 6). Mientras estemos muertos, nunca podremos reinar con Cristo. Los resucitados reinarán con Cristo en una nueva era durante el milenio.

2) Sobre las naciones

  Los resucitados reinarán con Cristo sobre las naciones (Ap. 2:26-27; 12:5). Cuando yo era joven leí eso, pero no lo podía creer. Me dije a mí mismo: “Indudablemente no estás calificado para reinar sobre las naciones”. ¿Cree usted realmente que en la resurrección será rey juntamente con Cristo y que reinará con El sobre todas las naciones? Si lo cree, le pediría que se mire a sí mismo. ¿Se parece a un rey? En la vida de iglesia, en la realidad del reino, somos disciplinados con miras al reinado. Debemos vivir en el espíritu, andar en el espíritu, dejar que nuestra vida natural sea anulada y permanecer siempre en resurrección. Si usted está en resurrección, será la persona con más dignidad; será rey.

  Supongamos que soy una persona mayor en mi familia y un hombre mayor entre los hermanos. Si actúo con dignidad natural, diré a mi familia: “¿Hijos, no saben que yo soy la cabeza de la familia? No se dan cuenta de que soy el abuelo y que todos ustedes se encuentran bajo mi autoridad?” Si actúo así, seré semejante a una tortuga. Aunque intente actuar con dignidad, en realidad la perderé por completo. Si digo a los hermanos: “¿No se dan cuenta de que soy mayor, que soy el más calificado? Deben reconocer mi dignidad entre ustedes”. Si adopto esta actitud, seré semejante a un escorpión y no tendré ninguna dignidad. Pero cuanto más viva en el espíritu, ande en el espíritu, y me mantenga en resurrección, más tendré la verdadera dignidad. Este es el reinado. Nuestro reinado se halla en andar debidamente en el espíritu, en la vida en resurrección. No necesitamos esforzarnos por obtener poder o autoridad. La mejor manera de obtener autoridad es mantenernos en resurrección. El retoñar (que representa la resurrección) de la vara de Aarón fue lo que le dio autoridad en su ministerio (Nm. 17:3-10).

h. Da por resultado la rebelión

  Según la tipología del reino en Génesis, el reino desembocó en la rebelión que se dio en Babel. En el cumplimiento del reino, que se menciona en Apocalipsis 20, vemos la verdadera rebelión. ¿Puede usted creer que después de mil años de dominio celestial bajo el reinado de Cristo en restauración (Hch. 3:21) pueda producirse tal rebelión? Pero el cumplimiento en la tipología y en la realidad es el mismo. El resultado es rebelión.

  Muchos maestros cristianos enseñan que cuando Cristo vuelva todo estará bien. Afirmo con certeza que no será así. Aun después del regreso del Señor, la naturaleza rebelde seguirá presente en el hombre. Aun después de la restauración durante el milenio, la naturaleza humana rebelde seguirá presente en el hombre.

1) Satanás es liberado para dejar expuesta la naturaleza rebelde del hombre

  Al final del milenio, Satanás será suelto de su prisión (Ap. 20:7). ¿Por qué permitirá Dios que Satanás sea liberado? Será liberado para poner en evidencia la oculta naturaleza rebelde del hombre. Apocalipsis 20:8 habla de Gog y Magog. Si usted examina un mapa bíblico, podrá darse cuenta de que Gog y Magog están en el norte de la tierra. La tendencia del género humano actual implica esta rebelión. Aun después de mil años de dominio celestial, la naturaleza rebelde seguirá presente en el hombre. Por consiguiente, Dios soltará a Satanás de la prisión para dejar expuesta la rebelión en el hombre.

2) Dios juzgará al hombre y a Satanás

  Después de esa rebelión, Dios ejercerá Su juicio sobre el hombre y sobre Satanás. Ese juicio acabará con la naturaleza rebelde de la humanidad.

  No deberíamos tomar el reino como una doctrina. Todos debemos ver en qué condición estamos hoy. Estamos en la vida de iglesia bajo el dominio celestial. Ahora debemos estar en resurrección, y vivir y andar conforme al espíritu para tener la realidad del reino entre nosotros.

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