Mensaje 34
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Lectura bíblica: Hch. 12:1-24
En este mensaje, estudiaremos Hechos 12:1-24, una sección parentética que trata acerca del ministerio de Pedro.
¿Cuál fue el motivo para que se insertara aquí la sección parentética de Hechos 12:1-24? Todos los autores del Nuevo Testamento fueron inspirados por el Espíritu y seleccionaron el material adecuado para que su composición pudiera alcanzar la meta. Basándonos en este principio, debemos preguntarnos por qué Lucas, el autor del libro de Hechos, insertó aquí el caso mencionado en 12:1-24. Ciertamente el Espíritu Santo que habitaba en Lucas debió de haber tenido un propósito para esto.
En Hch. 11:1-18, Pedro cuenta a los que estaban en Jerusalén cómo se abrieron las puertas para que los gentiles entraran en el reino de Dios. Conforme a 11:18, los que oyeron estas cosas callaron y glorificaron a Dios. Sólo pudieron decir: “De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida”. En el resto del capítulo once (vs. 19-30), Lucas describe la propagación del evangelio hasta Fenicia, Chipre y Antioquía por parte de los discípulos esparcidos y nos habla también de la comunicación que hubo entre la iglesia en Antioquía y las iglesias de Judea. La iglesia en Jerusalén envió a Bernabé a visitar los lugares donde la obra del Señor prosperaba. Cuando éste llegó a Antioquía, se dio cuenta que se necesitaba el ministerio. Así que se trajo a Saulo para que éste le ayudara a satisfacer las necesidades que existían allí. Esto permitió que Saulo entrara al servicio de la iglesia e iniciara su ministerio.
La predicación de Saulo en Damasco había sido prevaleciente y había atraído discípulos, pero ése aún no era el tiempo adecuado para que él iniciara plenamente el ministerio neotestamentario. Podríamos afirmar que la predicación de Saulo en Damasco había sido algo de su propia iniciativa.
Tres hermanos tuvieron que ver directamente con Saulo: Esteban, Ananías y Bernabé. Por medio de Esteban, Saulo oyó el evangelio por primera vez, Ananías lo identificó con el Cuerpo y Bernabé lo introdujo a la comunión con la iglesia en Jerusalén. Sin embargo, a pesar de esto, él todavía no tenía parte en el ministerio, ni en la economía neotestamentaria. Pero poco tiempo después de que Saulo partiera de Jerusalén a Tarso, llegó el momento oportuno para que Bernabé lo buscara y lo trajera a Antioquía. Esta vez Saulo empezó a participar totalmente en el servicio de las iglesias. Vemos esto cuando leemos que los discípulos de Antioquía enviaron sus bienes a los hermanos en Judea por medio de Bernabé y Saulo. Tanto Bernabé como Saulo fueron designados para llevar los bienes a los santos de Judea. De esta manera, Saulo comenzó a participar en un servicio que era reconocido por todas las iglesias. Luego, cuando regresaron a Antioquía, Saulo entró plenamente en el ministerio neotestamentario. Por tanto, el inicio que tuvo Saulo en el servicio de las iglesias y en el ministerio neotestamentario se produjo de 11:19 a 12:25. En medio de esta sección, se encuentra la sección parentética de 12:1-24, la cual se relaciona con Pedro, y no con Saulo.
Tal parece que el ministerio de Pedro comenzó a declinar a partir de 11:18. Luego, en 11:19, vemos el inicio del ministerio de Saulo que concluye en 12:25. Después de esto, como veremos, él empieza su ministerio plenamente en 13:1.
Ahora debemos considerar la razón por la cual Lucas insertó una sección relacionada con Pedro. En realidad, esta sección no trata sobre el ministerio de Pedro, sino que relata más bien un milagro por medio del cual Pedro fue rescatado de la cárcel. ¿Cuál fue el motivo de esta inserción? ¿Qué propósito tuvo Lucas al incluirla?
Imagínense que el relato acerca de Pedro y su misterio acabara en 11:18. ¿Qué impresión tendríamos de él? A Pedro le faltó valor para contar lo que ocurrió en la casa de Cornelio. De haber sido valiente, habría dicho: “Hermanos, el Señor Jesús nos pidió que seamos Sus testigos hasta las partes más remotas de la tierra. ¿Qué problema hay entonces con que yo haya ido a la casa de un centurión romano en Cesarea?” Pero en lugar de esto, Pedro fue muy cauteloso. Gálatas 2 confirma que Pedro tenía un problema en cuanto a la asociación de los judíos con los creyentes gentiles. En este respecto, él fue muy débil. Por tanto, cuando le pidieron explicaciones al respecto, él no tuvo valor al contestar.
En Hechos 1:8, el Señor Jesús profetizó y dio un mandato: “Seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. Quizá Pablo haya intentado cumplir estas palabras al manifestar su deseo de ir a España. En su corazón quizá abrigaba la esperanza de que así llegaría a los confines de la tierra. Podemos ver que Pablo deseaba cumplir el mandato del Señor en Hechos 1:8.
Pedro debió recordar las palabras del Señor en 1:8 cuando se dirigió a los de la circuncisión en Hechos 11. Estas palabras le hubieran provisto una base firme para hablar con denuedo. Pero vemos que en lugar de hablar con firmeza, él habló de una manera agradable y cuidadosa, e incluso se protegió llevando consigo a seis hermanos.
Sin la inserción de 12:1-24, quizá no nos quedaríamos con una buena impresión de Pedro, y en especial, de su ministerio. Hasta pondríamos a Pedro en tela de juicio. Así que Lucas, cuando narró el inicio del ministerio de Pablo, se sintió obligado a insertar algo que corroborara la impresión positiva que él había dado a sus lectores acerca de Pedro. Yo creo que ésta es la razón principal por la cual insertó esta sección.
Una segunda razón puede haber sido mostrar que la persecución de la iglesia y de los apóstoles no provenía solamente de la religión judía, sino también del gobierno romano. Leamos Hechos 12:1-2: “Entonces, por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. Este Herodes era Agripa I, cuyo sucesor fue el rey Agripa (el segundo) mencionado en 25:13. Ninguno de ellos era Herodes el tetrarca mencionado en 13:1. Hasta este momento la iglesia solamente había sufrido persecución de parte de la religión judía. Ahora los políticos gentiles empezaban a participar en la persecución cooperando con la religión judía (v. 11). La religión judía se unió al gobierno romano para ejecutar al Señor Jesús. Lucas, en el capítulo doce de Hechos, nos muestra que la persecución proviene ahora del gobierno romano así como de la religión judía. La inserción de 12:1-24 lo indica claramente.
Según Hechos 12, Herodes maltrató a muchos santos. En particular, mató a Jacobo, el hermano de Juan. “Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro ... Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro cuaterniones de soldados, para que le custodiasen ... Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel” (vs. 3-5). Cuando el sanedrín arrestó a Pedro y a los demás apóstoles, los colocaron en la prisión exterior. No obstante, Herodes echó a Pedro a la prisión interior donde fue custodiado por cuatro cuaterniones de soldados. Un cuaternión era un grupo de cuatro soldados. La intención de Lucas era mostrarnos que el gobierno romano se unió a la religión judía para perseguir a la iglesia.
Además, la narración de Lucas en 12:1-24 hace de Pedro un héroe. Este héroe cristiano sufrió persecución de parte de la religión judía y del gobierno romano. Esto nos deja con una impresión muy positiva acerca de Pedro. Al leer el capítulo doce, nos llevamos la impresión de que Pedro era un héroe.
En 12:5b-19a, vemos que el Señor rescató a Pedro de una manera milagrosa. Herodes ejerció su autoridad para echar a Pedro en la cárcel interior, donde fue encadenado a dos guardias, uno a su derecha y otro a su izquierda. Herodes estaba esperando que pasara la Pascua para sacar a Pedro al pueblo judío (v. 4), pensando que esto agradaría mucho a los judíos. “Y cuando Herodes iba a hacerlo comparecer, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos” (vs. 6-7). Pedro salió y siguió al ángel, pero “no sabía que era verdad lo que se hacía por medio del ángel, sino que pensaba que veía una visión” (v. 9). El ángel le hizo pasar la primera y la segunda guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad “la cual se les abrió por sí misma; y salidos, avanzaron por una calle, y luego el ángel se apartó de él” (v. 10). Luego Pedro se dio cuenta de que era real lo que le sucedía; que no era una visión. “Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora sé verdaderamente que el Señor ha enviado Su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba. Y cuando se dio cuenta de esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando” (vs. 11-12).
Cuando una muchacha llamada Rode reconoció la voz de Pedro y dio la nueva de que Pedro estaba a la entrada, ellos dijeron: “Es su ángel” (vs. 13-15). No solamente el apóstol Pedro tenía un ángel; hasta los más pequeños de los creyentes tienen sus ángeles (Mt. 18:10), los cuales son siervos para los creyentes que heredan la salvación de Dios.
Finalmente, los que estaban en la casa vieron a Pedro, y se quedaron estupefactos (v. 16). “Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos” (v. 17). Esto indica que Jacobo era un líder entre los apóstoles y los ancianos de Jerusalén (véase 15:13; 21:18; Gá. 1:19; 2:9, 12).
Leamos Hechos 12:18-19b: “Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro. Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardas, ordenó que los llevaran para ejecutarlos”. Supuestamente todo estaba listo para que Pedro fuese sacado de la cárcel y presentado al pueblo, pero faltaba un detalle: el prisionero había desaparecido. ¡Qué vergüenza para Herodes! Herodes estaba enojado y mandó ejecutar a los guardias.
Aunque Herodes fue humillado con el rescate de Pedro de la cárcel, seguía arrogante y se exaltaba a sí mismo. Vemos que “Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y habiendo persuadido a Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su país era abastecido por el del rey” (v. 20). Puesto que el país de Herodes era rico y suministraba alimentos a Tiro y Sidón, la gente de estos lugares le tenían miedo. Preocupados por asegurar su abastecimiento de alimentos, hicieron algo para complacer a Herodes. “Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y comido de gusanos, expiró” (vs. 21-23). Herodes no murió inmediatamente cuando el ángel del Señor le hirió, sino que más bien se enfermó. Esta persona arrogante que había insultado a Dios fue finalmente comida por gusanos.
El relato del fin trágico de Herodes en 12:19b-23 está relacionado con los sufrimientos de Pedro y con el hecho de que es presentado como héroe. Creo que Lucas insertó esta sección con la intención de evitar que quedemos con una impresión negativa de Pedro. La imagen que tenemos de Pedro debe ser muy positiva, pues el relato acerca de él y su ministerio concluyen con este milagro. Esto confirma que el Señor todavía estaba con Pedro y a favor de él, a pesar de que su ministerio se debilitaba.
No debemos despreciar a Pedro ni su ministerio, ya que el relato bíblico concluye con una nota de heroísmo acerca de él. No estamos de acuerdo con la iglesia católica romana que exalta a Pedro al nivel de papa, pero sí reconocemos que él y su ministerio fueron muy útiles. El relato de su ministerio es el de un héroe a quien Dios aprobó. Por tanto, no debemos elevar a Pablo ni tampoco despreciar a Pedro. Esto equivaldría a razonar como los corintios que decían ser de Pablo y no de Pedro. Debemos darle a Pedro el debido honor, puesto que fue todo un héroe en el mover del Señor.
Debemos considerar muchos asuntos adicionales en 12:1-24. Primero, cuando Pedro estaba en la cárcel, “la iglesia hacía ferviente oración a Dios por él” (v. 5). Esto indica que en la esfera invisible se libraba una batalla entre fuerzas espirituales, una batalla entre Dios y Satanás, Su enemigo. Aparentemente el conflicto era entre Herodes y Pedro; pero en realidad, era entre Dios y Su enemigo. Indudablemente, Satanás instigaba a Herodes. Satanás estaba detrás de él e incluso dentro de él. Por esta causa, la iglesia peleaba la batalla con Dios en contra de Satanás, el maligno.
Esta batalla se peleaba no mediante la carne, sino por la oración. La iglesia oró y las armas que usó para vencer a Herodes y las fuerzas espirituales detrás de él no eran carnales, sino del Espíritu.
En segundo lugar, en 12:12, vemos que en la casa de María, muchos estaban reunidos orando. Esto indica que las oraciones en favor de Pedro fueron ofrecidas principalmente en casa de una hermana. Esto muestra que en la vida de iglesia, las hermanas deben tomar la iniciativa en cuanto a la oración. Conforme al principio fundamental de la Palabra, los hermanos deben realizar las actividades, mientras que las hermanas, por su mayor parte, deben cumplir con una labor de apoyo. La principal labor de apoyo es la oración. Esto es precisamente lo que se presenta en el caso de Pedro. Después de ser liberado, él fue a casa de María, donde muchos santos estaban orando. En Hechos 12, vemos que el Señor es verdaderamente Señor; El es el soberano de los reyes. El rey Herodes era arrogante, sin embargo, Jesús el Soberano estaba encima de él. El Señor Jesús ejerció Su señorío y envió a un ángel con el fin de disciplinar a Herodes, a quien Satanás había instigado, usurpado y usado. En este pasaje vemos claramente que el Señor peleó la batalla y ganó.
Finalmente, Hechos 12:24 declara: “Pero la Palabra de Dios crecía y se multiplicaba”. El versículo anterior declara que Herodes fue comido por los gusanos y expiró. Luego este versículo comienza con la palabra “pero”. Herodes expiró pero la Palabra de Dios crecía. En realidad la Palabra de Dios es el Señor mismo porque El es el contenido de la Palabra. Por tanto, decir que la Palabra de Dios crecía significa en realidad que el Señor crecía.
Hechos 12:24 no sólo declara que la Palabra de Dios crecía, sino que también se multiplicaba. La palabra no crece ni se multiplica por sí sola; más bien la palabra crece en los creyentes y se multiplica en las iglesias. Cuando los creyentes crecen, la palabra crece en ellos. Cuando las iglesias se multiplican, la palabra se multiplica en las iglesias. El hecho de que la palabra de Dios crecía y se multiplicaba indica que los creyentes y las iglesias de ese entonces estaban llenos de la palabra y eran uno con la palabra. Esto demuestra claramente la victoria del Señor en Su batalla contra el maligno.
El crecimiento y multiplicación de la palabra en 12:24 fue consecuencia del ministerio de Pedro. Por tanto, este versículo indica que el ministerio de Pedro concluyó de una manera triunfante, ya que las últimas palabras que leemos acerca de su ministerio en Hechos declaran que la palabra de Dios crecía y se multiplicaba. Este es el fin glorioso del ministerio de Pedro.
Además, este versículo describe el mover del Señor en la tierra, partiendo desde Jerusalén, pasando por Samaria y extendiéndose hasta el mundo gentil. El mover del Señor, comenzando del capítulo dos hasta el final del capítulo doce, es totalmente victorioso. Su mover en Su ministerio para la propagación del Cristo resucitado venció no solamente la religión judía, sino también al gobierno romano.
No debemos menospreciar a Pedro puesto que el relato acerca de su ministerio en Hechos concluye de una manera victoriosa. El Nuevo Testamento revela claramente que Pedro fue designado para los de la circuncisión solamente, y que Pablo fue designado para los de la incircuncisión. Ellos se hallaban en dos regiones distintas del ministerio neotestamentario. La inserción de Hechos 12:1-24 demuestra que el mover de Dios vence todas las circunstancias.