Mensaje 51
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Lectura bíblica: Hch. 19:21-22
En 19:21 y 22, Pablo se propuso ir a Jerusalén y a Roma. “Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. Y enviando a Macedonia a dos de los que le servían, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia”. Erasto era un tesorero de la ciudad de Corinto (Ro. 16:23 véase 2 Ti. 4:20), una persona de alto rango, quien probablemente se había convertido mediante la predicación de Pablo en Corinto (véase Hch. 18:8) y llegó a ser asistente suyo.
Según 19:22, Pablo, habiendo enviado a Timoteo y a Erasto a Macedonia, se quedó en Asia por algún tiempo. Durante su estadía en Efeso, el apóstol escribió su primera epístola a la iglesia en Corinto (1 Co. 16:3-10, 19; 4:17 véase 8-10, 17, Hch. 19:20-23; 20:1).
Su propósito al ir a Jerusalén en 19:21, era dar alivio a su amorosa preocupación por las necesidades de los santos pobres de dicha ciudad. En ese tiempo, él se encontraba en Efeso cumpliendo su tercer viaje ministerial, ocupado con la pesada carga de llevar a cabo su ministerio en Asia (1 Co. 16:8-9) y en Macedonia y Acaya (1 Co. 16:5-7; Hch. 20:1-3). No obstante, aún tenía la carga de apartar una parte de su tiempo para atender a los santos necesitados de Jerusalén. Cuando llegó a Corinto, escribió su epístola a los santos de Roma, donde manifiesta el propósito de su viaje y les ruega que oren por él al respecto (Ro. 15:25-31). Aunque Pablo era un apóstol apartado por Dios para los gentiles (Hch. 22:21; Gá. 2:8), todavía sentía preocupación por los intereses del Señor entre los judíos. En realidad, su mayor preocupación era el Cuerpo universal de Cristo, y no sólo su parte del ministerio neotestamentario entre los gentiles.
Además, él quería ir a Jerusalén en ese momento, quizá para tener comunión con Jacobo y con los demás apóstoles y ancianos, acerca de la influencia judía ejercida sobre la iglesia de aquella ciudad. Según las enseñanzas de Pablo en las epístolas a los gálatas y a los romanos, la decisión tomada en la conferencia celebrada por los apóstoles y los ancianos en el capítulo quince, con miras a resolver el problema de la circuncisión, seguramente no le satisfizo por completo. Esto sin duda le perturbaba debido a su gran interés por la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Lo que Jacobo dijo en 21:20-22 después de que Pablo llegó a Jerusalén (21:17-18), y su propuesta de que éste participara en el voto nazareo de los cuatro creyentes judíos (21:23-24), parece confirmar este punto de vista.
En 19:21, vemos que Pablo se propuso en su espíritu ir a Jerusalén. Debido a que el Señor Espíritu moraba en su espíritu (2 Ti. 4:22; Ro. 8:10-11), él ciertamente debió tomar tal decisión motivado por el Señor Espíritu. Tal era el sentir de su espíritu (Zac. 12:1; Job. 32:8; Pr. 20:27), regenerado por el Espíritu de Dios (Jn. 3:6), en el cual moraba el Señor Espíritu, y el cual actuaba juntamente con el Espíritu (Ro. 8:16). En este espíritu, Pablo adoraba y servía a Dios (Jn. 4:24; Ro. 1:9).
Tanto la decisión de Pablo de ir a Jerusalén como su deseo de ver a Roma se cumplieron. Pablo efectivamente fue a Jerusalén (21:17) y vio a Roma (28:14, 16). El Señor cumplió el deseo del apóstol al llevarlo a Roma por haber apelado al César (23:11; 25:11).
La situación por la que Pablo atravesaba en 19:21 era a la vez difícil y excelente. Era difícil porque los judíos se le oponían y buscaban matarlo, pero por otra parte, era excelente porque una puerta le había sido abierta para ganar a muchos para el Señor. Refiriéndose a este tiempo, Pablo declaró: “Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los que se oponen” (1 Co. 16:8-9). Estas palabras que dirigió a la iglesia en Corinto fueron escritas en Efeso, lugar donde permaneció tres años durante su tercer viaje ministerial. Por tanto, el tiempo que atravesaba el apóstol en 19:21 era muy crucial; ya que no sólo era un tiempo de oposición, sino también de gran oportunidad para llevar a cabo una obra fructífera para el Señor.
El hecho de que Pablo se hubiera propuesto en su espíritu ir a Jerusalén indica que estaba totalmente dedicado al Cuerpo de Cristo. Esta era la razón por la que sentía una profunda preocupación por Jerusalén. En esto podemos ver que él era un vaso apto para llevar a cabo el testimonio de la economía neotestamentaria de Dios. Además vemos que lo hizo según la manera actual.
Pablo propuso en su espíritu ir a Jerusalén en un momento en que afrontaba muchas dificultades y que a la vez se le presentaba una excelente oportunidad para llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios. A pesar de lo ocupado que se encontraba laborando en Efeso, su espíritu sintió carga por Jerusalén. Al leer Romanos 15:25-31 vemos que Pablo tenía la carga de llevar una ayuda económica de parte de las iglesias de Macedonia y Acaya para los santos pobres de Judea. El también alude a esto en 2 Corintios 8, donde indica que el ofrendar bienes materiales depende totalmente de la gracia. Aparentemente, su propósito al ir a Jerusalén era ministrar a los santos necesitados, pero en realidad, tenía un motivo más profundo cuando hizo este propósito en su espíritu.
Es evidente que desde la época de Hechos 15, Pablo quedó intranquilo en cuanto a la situación que prevalecía en Jerusalén. Si estudiamos detenidamente el libro de Hechos junto con todas las epístolas de Pablo, veremos claramente cuál era el mover del Señor en la tierra en Su economía neotestamentaria. El Señor inició Su mover en Jerusalén, y éste llegó a Antioquía. La “corriente” del mover del Señor pasó de Jerusalén a Antioquía, y de allí al mundo gentil. No obstante, el origen, o la “fuente” de dicha corriente, la cual se hallaba en Jerusalén, había sido “envenenada”, y a causa de esto, la corriente llevaría el veneno adondequiera que fuera. Esa era la razón por la que Pablo no tenía paz en cuanto a la situación de Jerusalén.
Es probable que el apóstol sintiera la carga de ayudar a Pedro y a Jacobo a mejorar o a corregir la situación de la iglesia en Jerusalén. La situación que prevalecía allí era una de mezcla: la mezcla de la economía neotestamentaria de Dios con los elementos de la dispensación del Antiguo Testamento. Como ya vimos, la comunión dada por Jacobo en 15:13-21 comprueba este hecho. Más adelante veremos que esta mezcla se hizo más evidente en el capítulo veintiuno. Dicha mezcla constituía una gran ofensa para el Señor. Por consiguiente, dado que el problema aún subsistía en Jerusalén, Pablo no tenía paz con la condición de dicha iglesia.
Vimos que al final de su segundo viaje ministerial, Pablo subió a Jerusalén para saludar a la iglesia (18:22). Hizo esto con la intención de preservar la unidad del Cuerpo y también para mantener una relación positiva con los santos de Jerusalén. Así, cada vez que podía, iba a Jerusalén con este propósito, y al mismo tiempo porque procuraba ayudar a la situación que había allí. Su preocupación por esta iglesia hizo que se propusiera en espíritu ir a Jerusalén, a pesar de lo difícil y a la vez prometedora que era la situación en que se encontraba.
Hechos 19:21 indica que Pablo tenía un corazón ensanchado hacia los intereses del Señor. Pues mientras afrontaba oposición en Efeso y llevaba a cabo su ministerio allí, adicionalmente se propuso en su espíritu ir a Jerusalén y luego pasar a Roma. El dijo al respecto: “Me será necesario ver también a Roma”. Si observamos un mapa, veremos que Efeso se halla en Asia Menor, en un punto intermedio entre Jerusalén, al oriente, y Roma, al occidente. Mientras Pablo laboraba y enfrentaba ataques en Efeso, en su corazón había una preocupación por Jerusalén y también un deseo de ver a Roma. ¡Cuán ensanchado era el corazón de Pablo!
Muy pocos de entre nosotros tenemos un corazón tan vasto. A menudo los que laboran en cierto lugar, dicen: “Estoy muy ocupado aquí y no siento ningún interés por otra ciudad. Además, estoy afrontando mucha oposición. ¿Cómo podría tener carga por otros lugares?”
No obstante la actitud de Pablo era muy distinta. Pese a lo difícil que era la situación en la que se hallaba, se propuso en su espíritu ir a Jerusalén, y además expresó su deseo de ir a Roma. Como indicamos anteriormente, Pablo finalmente fue a Jerusalén, y, de una manera extraordinaria y soberana, vio a Roma.
Gálatas 2:8 señala que la porción del ministerio neotestamentario que le fue asignada al apóstol Pablo estaba entre los gentiles. Sin embargo, aunque sentía la carga de ministrar a los gentiles, también le preocupaban los intereses del Señor universalmente. Su principal preocupación era el Cuerpo de Cristo en su totalidad, y no solamente su porción asignada en el ministerio neotestamentario. El comprendía que mientras la mezcla religiosa subsistiera en Jerusalén, sería muy difícil que el Cuerpo de Cristo fuera edificado plenamente. Debido a su visión tan clara del mover neotestamentario del Señor, la situación de Jerusalén lo perturbaba, especialmente porque se relacionaba con la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en edificar el Cuerpo de Cristo.
En el cuarto mensaje de este estudio-vida señalamos la necesidad de experimentar un cambio de dispensación, que nos traslade de la antigua dispensación, a la economía neotestamentaria de Dios. Al estudiar el libro de Hechos es importante ver todos los asuntos cruciales relacionados con este traslado, pues nos ayuda a entender cuál es la situación presente, dónde debemos estar y qué debemos hacer. No debemos quedarnos atrasados como lo estaba Apolos en el capítulo dieciocho, sino seguir al apóstol Pablo, cuyos ojos estaban abiertos y veían claramente la economía neotestamentaria de Dios. Por esta razón, al estudiar este libro, no tengo otro interés aparte de la economía neotestamentaria de Dios. Quedaré satisfecho si por la misericordia del Señor vemos los eventos claves que implican un cambio en la dispensación de Dios. Deseo que la luz que hemos recibido en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios penetre en nuestro ser. Si esta luz brilla en nosotros, podremos ver el mover actual del Señor en Su economía.
Este estudio de Hechos debe ser muy útil para nosotros que estamos en el recobro del Señor. Debemos ver que no llevamos a cabo una labor cristiana común. Antes bien, formamos parte del mover actual de Dios, conforme a Su economía neotestamentaria. Por tanto, es de vital importancia que obtengamos la visión de la economía de Dios. Tal visión nos dirigirá y conducirá por el camino correcto, y ninguna situación nos distraerá. Teniendo tal visión, sabremos dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Si tenemos una visión clara de la economía de Dios en esta era, sabremos cuál es nuestra meta. Estamos seguros de que nuestro Dios se mueve hoy, y continúa avanzando. Por consiguiente, es necesario que estemos en Su mover actual.
Podríamos comparar la visión de la economía de Dios presentada en Hechos con un rompecabezas. Cuando armamos todas las piezas del rompecabezas, vemos el panorama completo. De manera semejante, en Hechos encontramos varias “piezas” del”rompecabezas”, y al ponerlas en su lugar, obtenemos una visión clara y completa de la economía de Dios. Cuando lleguemos al final de este estudio-vida, tendremos todas las piezas necesarias, las pondremos en su debido lugar, y veremos el “panorama” completo de la economía neotestamentaria de Dios. Siento una carga especial de que los jóvenes reciban la visión de la economía de Dios presentada en este libro.
La novia del Señor debe prepararse antes de que El regrese. Observe la situación actual en cuanto a la preparación de la novia. Sin duda, la novia aún no está lista. La única manera en que ella puede prepararse, es siguiendo el camino que indica la economía neotestamentaria de Dios. Esto lo digo para que todos veamos claramente lo que el Señor está llevando a cabo hoy en Su recobro. De esta manera, sabremos dónde estamos y cuál debe ser nuestra meta. Espero que el Estudio-vida de Hechos nos ponga al día en cuanto al mover del Señor, el cual tiene como fin cumplir la economía neotestamentaria de Dios.