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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Isaías»
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Mensaje 48

EL SIERVO DE JEHOVÁ COMO EL BRAZO DE JEHOVÁ, EL DIOS QUE REINA Y EL CRISTO EXALTADO EN RELACIÓN CON EL RETORNO Y LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL

  Lectura bíblica: Is. 51:9-11; 52:7-15

  En este mensaje abarcaremos tres aspectos de Cristo como Siervo de Jehová: el brazo de Jehová, el Dios que reina y el Cristo exaltado. Isaías es un libro de sesenta y seis capítulos. En mensajes anteriores hicimos notar que los primeros treinta y nueve capítulos de Isaías guardan correspondencia con los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento, y que los últimos veintisiete capítulos guardan correspondencia con los veintisiete libros del Nuevo Testamento. El capítulo 40, el primer capítulo de los últimos veintisiete, es igual al inicio del Nuevo Testamento, donde se presenta a Juan el Bautista. Los versículos del 3 al 5 de este capítulo, refiriéndose a Juan el Bautista, dicen: “Voz de uno que clama / en el desierto: Abrid / camino a Jehová; / enderezad en el yermo / calzada para nuestro Dios. / Todo valle será alzado, / y bajado todo monte y collado; / los lugares torcidos serán enderezados, / y los lugares ásperos, allanados. / Entonces se revelará la gloria de Jehová, / y toda carne juntamente la verá, / porque la boca de Jehová ha hablado” (cfr. Mt. 3:3; Mr. 1:3; Lc. 3:4-6). Inmediatamente después de este capítulo que hace una presentación del Nuevo Testamento vienen veintiséis capítulos, del capítulo 41 al 66, que hablan sobre Cristo como Siervo de Jehová.

  Debemos ver que Cristo como Siervo de Jehová, quien abarca veintiséis capítulos de Isaías, guarda relación principalmente con el retorno y la restauración de Israel. Cuando estos veintiséis capítulos fueron escritos a manera de profecía, Israel estaba destinado a ser dispersado, capturado y exiliado de la tierra de sus padres a tierras extranjeras, donde padecería sufrimientos. En tal condición de cautiverio y exilio, ellos necesitaban que Cristo como Siervo de Jehová les sirviera a fin de hacerlos retornar del cautiverio y restaurarlos. Por estar bajo cautiverio en Babilonia, no sólo era necesario que los israelitas fuesen liberados, sino que también retornaran a la tierra de sus padres. Luego, después de su retorno, ellos necesitaban ser restaurados. Su nación había sido completamente devastada; se había convertido en desolación, un desierto inhabitable, que carecía de lluvias, de terreno cultivable y de toda provisión alimenticia. Ellos ciertamente necesitaban ser restaurados. Por tanto, Isaías tiene veintiséis capítulos que hablan sobre el servicio que Cristo rinde a los elegidos de Dios a fin de hacerlos retornar a su tierra y restaurarlos.

  Isaías 51:9-11 y 52:7-15 revelan que Cristo es el Siervo de Jehová como el brazo de Jehová, el Dios que reina y el Cristo exaltado. Los dos primeros ítems —el brazo de Jehová y el Dios que reina— tienen un sabor antiguotestamentario. Pero el último ítem —el Cristo exaltado— no tiene un sabor antiguotestamentario; más bien, es un ítem propio de la economía neotestamentaria de Dios. Este último ítem es mencionado al final de Isaías 52, del versículo 13 al 15. El capítulo 53 es la continuación del capítulo 52. Es importante para nosotros ver que Isaías 53 da continuación directa a la parte final del capítulo 52. Los tres versículos al final del capítulo 52 no tienen un sabor antiguotestamentario. Dicho pasaje tiene un sabor neotestamentario en el que se revela al Cristo exaltado.

  Cristo, el Siervo de Jehová como brazo de Jehová, es presentado en Isaías 51:9-11. Si leemos estos tres versículos cuidadosamente, descubriremos que son versículos parentéticos. De hecho, el versículo 12 da continuación al versículo 8. Tanto en el versículo 8 como en el 12 es Jehová quien habla; de improviso, del versículo 9 al 11 hay un cambio de interlocutor. El versículo 9 comienza diciendo: “¡Despierta, despierta! Vístete de fortaleza, / oh brazo de Jehová; / despiértate como en los días de antaño, / como en las generaciones de siglos pasados”. No es Jehová el que dice estas palabras, sino Isaías, en representación del pueblo de Dios. Al clamar así, Isaías parece decir: “¡Despierta, despierta, oh brazo de Jehová, y vístete de fortaleza! Haz las mismas cosas que hiciste en tiempos antiguos. ¿No recuerdas cómo hiciste secar el mar y nos abriste camino para que pudiéramos pasar? Has lo mismo hoy para hacer retornar a quienes están en el exilio”.

  Después, Isaías 52:7 dice: “Cuán hermosos son sobre los montes / los pies del que trae buenas nuevas, / del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, / del que anuncia salvación; / del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!”. Proclamar: “¡Tu Dios reina!”, es proclamar la restauración. En Isaías 40:9, donde se nos habla sobre el inicio del Nuevo Testamento, las buenas nuevas son: “¡He aquí, vuestro Dios!”. Aquí, en Isaías 52:7, las buenas nuevas son: “¡Tu Dios reina!”. La primera declaración anuncia que Dios viene a efectuar la redención para la salvación de Su pueblo, pero esta segunda declaración, después de efectuada la redención, proclama que en la restauración Dios reina. El Dios que reina descrito en el capítulo 52 es el Redentor, el Salvador, mencionado en el capítulo 40.

  Por último, Isaías 52:13, hablando sobre Cristo en Su exaltación, dice: “He aquí, Mi Siervo obrará con sabiduría y prosperará; / será exaltado y enaltecido, y será puesto muy en alto”.

I. EL BRAZO DE JEHOVÁ

  Todo lo que se aborda del capítulo 41 al 66 de Isaías concierne a Cristo como Siervo de Jehová en relación con el retorno y la restauración de Israel. En el retorno y la restauración de Israel, el Cristo todo-inclusivo es: primero, el brazo de Jehová, segundo, el Dios que reina, y tercero, el Cristo exaltado.

  El brazo de Jehová representa la fuerza de Jehová. Cristo como brazo de Jehová es la fuerza de Jehová. Isaías 51:9 comienza diciendo: “¡Despierta, despierta! Vístete de fortaleza, / oh brazo de Jehová”. Vestirse de fortaleza es revestirse de fortaleza como quien se pone una prenda de vestir. Cristo es la vestimenta de Dios como fuerza de Dios.

  Jehová, el Dios Triuno completo, es el gran Yo Soy (Éx. 3:13-14). Todo cuanto necesitamos, Él es. En un sentido positivo, Él lo es todo para nosotros. Él es la fuerza, la justicia, el derecho, la luz y muchos otros ítems. Dios, en calidad de fuerza, está corporificado en Cristo. En este aspecto, Su nombre es el brazo de Jehová.

A. Despertar y vestirse de fortaleza como en los días de antaño

  En 51:9-11 el profeta clama pidiendo que el brazo de Jehová despierte y se vista de fortaleza como en los días de antaño, como en las generaciones de siglos pasados, especialmente como lo hizo durante el éxodo de Sus elegidos fuera de Egipto. En el éxodo de Egipto, el primer obstáculo con el que los hijos de Israel se encontraron fue el mar Rojo. El ejército de Faraón los perseguía a sus espaldas y frente a ellos se encontraba el mar Rojo. No había nada que ellos pudieran hacer con respecto a esta situación, pero el brazo de Jehová hizo algo. Él hizo que un viento recio soplara hasta que las aguas del mar Rojo fuesen divididas. El mar se secó, e Israel pudo cruzarlo en seco. Isaías tenía la carga de que el brazo de Jehová hiciera lo mismo en su tiempo, de modo que los cautivos de Israel pudieran regresar a su tierra.

  En la profecía de Isaías, Cristo es llamado el brazo de Jehová. Este nombre no solamente es mencionado en Isaías 51:9, sino también en Isaías 53:1, donde Isaías exclama: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? / ¿Y a quién se ha revelado el brazo de Jehová?”. El brazo de Jehová mencionado en estos dos versículos es Cristo. Cristo es el brazo de Jehová, quien es el Dios Triuno, el gran Yo Soy. Cristo es el brazo de Jehová para salvar al pueblo de Dios.

B. Para que los redimidos de Jehová vuelvan y vengan a Sion con grito resonante y gozo eterno

  Que el brazo de Jehová despierte y se vista de fortaleza como en los días de antaño tiene por finalidad que los redimidos de Jehová vuelvan y vengan a Sion con grito resonante y gozo eterno (51:11). En la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se nos habla de la necesidad que tiene el pueblo de Dios de redención. Esto se debe a que nosotros, los elegidos de Dios, frecuentemente caemos. Siempre que se produce una caída, existe la necesidad de redención. Primero, caímos en pecado. En términos humanos, debido a que caímos en pecado posiblemente nos parezca que necesitamos ser liberados. Pero en términos legales, según la economía de Dios, lo que necesitamos es la obra redentora de Dios a fin de ser redimidos del pecado. Este pensamiento es ajeno a los seres humanos caídos debido a que éstos desconocen completamente el gobierno de Dios. El gobierno de Dios está ineludiblemente vinculado a la justicia. El hecho de que hayamos caído en pecado atañe directamente a la justicia de Dios, por lo cual, no es tan sencillo que Dios venga a nuestro rescate. Antes que Dios pueda rescatarnos, tiene que efectuarse primero una redención que cumpla con todos los requisitos de la justicia de Dios.

  Debido a que los elegidos de Dios, tanto los del Antiguo como del Nuevo Testamento, han caído en pecado, en primer lugar ellos necesitan que la obra redentora de Dios cumpla con los requisitos de Dios. De hecho, ser redimidos del pecado equivale a ser redimidos de la condenación de Dios. Cuando caímos en pecado, de inmediato vinimos a estar bajo la condenación de Dios. Debido a que éramos pecaminosos, estábamos condenados por la justicia de Dios. Por tanto, necesitábamos que los justos requisitos de Dios fuesen satisfechos a fin de que pudiésemos ser redimidos de la condenación de Dios.

  Después, incluso como elegidos de Dios, frecuentemente caemos metiéndonos en problemas. En el Antiguo Testamento, los hijos de Israel cayeron en cautiverio. En su cautiverio, ellos necesitaban ser liberados. Sin embargo, en lugar de hablar de liberación, el Antiguo Testamento habla de redención. Isaías 51:11 comienza diciendo: “Por tanto, volverán los rescatados de Jehová...”. La palabra volverán indica lo que, en este caso, significa ser redimidos. Aquí ser redimidos equivale a ser liberados del cautiverio, después de lo cual los redimidos podrán volver. Por tanto, ser redimidos de una situación problemática es otro aspecto de la redención.

  Cuando Israel estuvo bajo el dominio de Faraón en Egipto, ellos padecieron como esclavos bajo la tiranía de Egipto. Así que Dios intervino enviándoles a Moisés para redimirlos (Éx. 6:6). Estos ejemplos nos permiten ver que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento tenía por lo menos tres clases de necesidades. En primer lugar, ellos estaban bajo la condenación de Dios; en segundo lugar, tenían que enfrentar un entorno problemático; y, en tercer lugar, estaban esclavizados por una especie de tiranía. Ellos necesitaban ser redimidos de estas tres cosas. Sucede lo mismo con el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento.

  Cuando Dios redimió a Israel rescatándolo de Egipto, Él estableció una ordenanza de que toda familia tenía que sacrificar un cordero y luego untar con su sangre los dinteles de sus puertas, lo cual sería una marca para el ángel que vendría a matar a todos los primogénitos en Egipto (Éx. 12:3-7). Cuando el ángel destructor veía la sangre, pasaba por alto esa casa (v. 13). El cordero que fue inmolado fue llamado el cordero pascual. Ese cordero tenía como finalidad redimir al pueblo de Dios de la condenación de Dios.

  Todos los primogénitos en Egipto, ya sean egipcios o israelitas, eran pecadores. Todos debían haber sido juzgados y puestos a muerte. Sin embargo, los primogénitos de Israel escaparon a tal juicio debido a que fueron redimidos de la condenación de Dios mediante la sangre derramada por el cordero inmolado. Esta clase de redención no requería de poder o fortaleza. Mediante la sangre los israelitas fueron inmediatamente redimidos. Todos los primogénitos de los egipcios murieron, pero los primogénitos de Israel fueron redimidos del juicio y la condenación de Dios.

  No obstante, ellos todavía estaban en Egipto, todavía se encontraban en esclavitud y bajo tiranía. Para que fuesen liberados de aquella situación de esclavitud se requería fortaleza; se requería un brazo. Era necesario que los israelitas fuesen fortalecidos para poder salir de Egipto. A fin de fortalecer a Su pueblo, Dios les dio a comer del cordero (vs. 8-9). Después que el cordero fue inmolado y su sangre fue untada en los dinteles de las puertas, ellos entraron en sus casas y comieron la carne del cordero. Comer del cordero no tenía como finalidad ser redimidos de la condenación de Dios; esto ya había sido logrado por la sangre. Comer del cordero tenía como finalidad ser fortalecidos para salir de Egipto. El pueblo comió del cordero con sus lomos ceñidos, calzados sus pies y con el cayado en su mano (v. 11). Inmediatamente después de haber comido del cordero, ellos salieron de Egipto.

  Después que dejaron Egipto, los hijos de Israel llegaron al mar Rojo. El ejército egipcio estaba a sus espaldas, persiguiéndolos, y frente a ellos estaba el mar. En tales circunstancias, ellos no necesitaban la sangre; ellos necesitaban el brazo de Jehová. En Éxodo 14 el brazo de Jehová es llamado el Ángel de Jehová. Fue ese Ángel quien realizó el milagro de convertir el mar en una calzada. El Ángel de Jehová primero tomó la delantera al frente del ejército de Israel. Pero cuando el ejército de Faraón vino, el Ángel de Jehová fue a la retaguardia para proteger a Israel (v. 19). Aquel Ángel de Jehová era el brazo de Jehová. Por tanto, en el capítulo 51 Isaías le recordó esto al Señor exclamando: “¡Despierta, despierta! Vístete de fortaleza, / oh brazo de Jehová; / despiértate como en los días de antaño”. Éste es el Cristo todo-inclusivo en el retorno del pueblo de Dios.

  Recientemente, un número de judíos que residían en Rusia retornó a su tierra por avión. Además, hubo un número de vuelos para llevar a Israel a los judíos que vivían en Etiopía. El poder por el cual estos judíos retornaron a su patria no fue meramente el poder de un avión; en realidad, ese poder era el brazo de Jehová que operaba de manera oculta. Asimismo, el poder que derrocó al comunismo en Rusia y derribó la cortina de hierro no fue un poder terrenal, sino el Cristo todo-inclusivo como brazo de Jehová. Hace poco, un grupo de hermanos que fue a Rusia y distribuyó publicaciones entre sus pobladores nos informó que la libertad para hablar del Señor Jesús es mayor en Rusia que en los Estados Unidos. Hoy en día los rusos desean poseer la Biblia; ellos también desean conocer a Dios y seguir a Cristo. Quien hizo esto es Cristo, el brazo de Jehová.

C. Jehová desnuda Su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra ven la salvación del Dios de Israel

  Isaías 52:10 dice: “Jehová ha desnudado Su santo brazo / ante los ojos de todas las naciones, / y todos los confines de la tierra verán / la salvación de nuestro Dios [el de Israel]”. El brazo de Jehová aquí es el Cristo todo-inclusivo. Todos los países árabes que rodean a un país tan pequeño como Israel han sido incapaces de destruir a Israel o de conquistar algún territorio de Israel. Esto se debe a que ellos han sido restringidos por el brazo de Jehová, el cual es Cristo como Siervo todo-inclusivo de Jehová.

II. EL DIOS QUE REINA

A. ¡Tu Dios [el de Israel] reina!

  Isaías 40:9b dice: “Di a las ciudades de Judá: / ¡He aquí, vuestro Dios!”. Este pasaje dice que Dios se revela a Sí mismo al hacerse hombre mediante la encarnación. La venida de Jesús es la venida de Dios. Por tanto, cuando Jesús está aquí, Dios está aquí también. En comparación, Isaías 52:7 dice: “¡Tu Dios reina!”. Éstas son las buenas nuevas, las noticias de alegría y las nuevas que anuncian paz.

B. Las buenas nuevas, las noticias de alegría, que anuncian paz y salvación

  El día en que Israel retorne de su cautiverio, se proclamará: “¡Tu Dios reina!”. El reinado de Dios sobre la tierra entre los hombres no es algo insignificante. Hoy en día, son muchas las naciones que reinan sobre la tierra. Todavía no podemos ver el reinado de Dios de manera plena. Pero el día en que los exiliados de Israel retornen a la tierra de sus padres, los centinelas gritarán: “¡Tu Dios reina!”. Éstas ciertamente son buenas nuevas y noticias de alegría para el Israel que retorna.

  Hoy en día los líderes de las naciones se preocupan mucho por la condición económica de sus países y por asegurar para sus compatriotas un adecuado suministro de alimentos y atención a sus demás necesidades. Sin embargo, siempre y cuando nuestro Dios reine, no tenemos que preocuparnos por nada. Cuando Dios reina, Él también sustenta, suministra y provee. Cuando Él reina, Él provee el alimento que Su pueblo necesita. Bajo Su reinado, no hay carencia de alimentos. “¡Tu Dios reina!” es las buenas nuevas, las noticias de alegría que anuncian paz y salvación. Siempre y cuando disfrutemos de paz y salvación, estaremos satisfechos; no necesitaremos nada más.

C. Que Jehová restaure a Sion

  Habiendo retornado de su cautiverio, Israel necesitaba ser restaurado. Isaías 52:8 dice que el reinado de Dios tiene como finalidad que Jehová restaure a Sion.

D. Que Jehová consuele a Su pueblo y redima a Jerusalén

  Después, el versículo 9 dice que el reinado del Dios de Israel tiene como finalidad que Dios consuele a Su pueblo y redima a Jerusalén. Aquí, redimir a Jerusalén es liberarlo de toda clase de problema, de toda clase de opresión y de toda clase de tiranía.

E. Es la salvación efectuada por el santo brazo de Jehová

  El versículo 10 dice que el Dios que reina es la salvación efectuada por el santo brazo de Jehová. Esta salvación es la salvación que Cristo efectúa como santo brazo de Jehová.

F. Jehová manda a Israel a salir de Babilonia

  En el versículo 11 Jehová mandó a Israel a salir de Babilonia. Dios redimió a Israel de Babilonia; por tanto, ellos debían salir de allí. Dios había provisto la manera de que los judíos salieran de Babilonia; no obstante, muchos no estaban dispuestos a partir. Según esta profecía, muchos judíos serán dejados en países extranjeros simplemente porque no estarán dispuestos a salir de allí.

  En el versículo 12 Jehová dijo que Él iría delante de quienes dejaran los lugares donde estaban para retornar a Jerusalén y que Él sería su retaguardia, del mismo modo en que el Ángel de Jehová lo fue para Israel durante el éxodo de Egipto.

III. EL CRISTO EXALTADO

  Hasta aquí, hemos visto en Isaías 51 y 52 tanto el retorno de Israel como su restauración. Después que ellos retornan y son restaurados, Israel todavía necesita conocer a Cristo de manera más profunda. Hasta aquí, el pueblo de Dios al cual Él redimió, hizo retornar y restauró, conoce a Cristo únicamente como el brazo de Jehová y como el Dios que reina. Este conocimiento es muy bueno, pero no es suficiente. El pueblo de Dios todavía necesita conocer a Cristo en el sentido neotestamentario.

  La sección del Antiguo Testamento comprendida entre Isaías 52:13 e Isaías 53 es un pasaje propio del Nuevo Testamento con un sabor decididamente neotestamentario. Desde mi juventud siempre que leía Isaías 53 me quedaba la impresión de que éste era un capítulo del Nuevo Testamento. El Israel que ha retornado y ha sido restaurado todavía no ha conocido a Cristo en el sentido neotestamentario. Ellos todavía no saben que Cristo murió una muerte vicaria y todo-inclusiva y que después resucitó. Isaías 53 hace un relato completo de la muerte de Cristo, incluso describiendo en detalle las circunstancias que rodearon tal muerte. Allí se nos presenta que Dios puso todos nuestros pecados sobre Él (v. 6), que Él fue llevado como un cordero al matadero (v. 7), y que después de Su muerte fue enterrado (v. 9) y luego resucitó (v. 10b). Todas estas cosas están en el Nuevo Testamento, pero los elegidos de Dios en el Antiguo Testamento no sabían de estas cosas, e incluso los judíos hoy en día no saben de estas cosas. Ellos conocen a Jehová, conocen el poder de Jehová, conocen la fortaleza de Jehová y conocen el brazo de Jehová. En Sus alabanzas a Dios por el éxodo, no decían mucho acerca de la sangre. Ellos alababan a Dios principalmente por Su poder; muy rara vez le habrían alabado por la sangre. Esto quiere decir que los judíos conocen a Dios en Su poder, conocen a Dios en cuanto a Su brazo, pero no conocen a Dios en términos de Su redención neotestamentaria. Ellos no saben que Dios se hizo hombre, murió, resucitó y llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de entrar en Sus elegidos y habitar en ellos en calidad de Espíritu que mora en los creyentes. Por tanto, todavía es necesario que otra sección de Isaías les revele al Cristo neotestamentario.

A. Él obrará con sabiduría y prosperará

  Isaías 52:13a dice que Jesús obrará con sabiduría y prosperará. Después de ascender a los cielos, Jesús ha obrado con prudencia y sabiduría en la tierra y ha prosperado en todo. Aunque Él ha sido objeto de muchos ataques, ninguno de esos ataques lo ha obstaculizado. Por setenta años el comunismo intentó obstaculizar a Cristo, pero no tuvo éxito. En un artículo periodístico reciente se informaba que en el parlamento ruso se había hecho el anuncio oficial de que Rusia ya no quería el ateísmo. Ahora los rusos, que habían estado vacíos, anhelan conocer la Biblia, a Dios y a Cristo. Cuando dejé la China comunista hace cuarenta y dos años, había en ese país aproximadamente un máximo de cuatro millones de cristianos, incluyendo a los católicos. Hoy en China hay más de cincuenta millones de creyentes. Cuanto más los cristianos son víctima de opresión, más prosperan. Cristo obra con sabiduría y prospera. ¿Quién podría obstaculizarlo?

  En realidad, el libro de Hechos no es un relato de los hechos de los apóstoles, sino un relato de los hechos de Cristo en los cielos realizados mediante los apóstoles en su espíritu. Los hechos del apóstol Pablo eran los hechos de Cristo, y tales hechos fueron realizados con sabiduría y prosperaron. Hoy en día nadie puede derrotar a Jesucristo.

B. Él será exaltado y enaltecido, y será puesto muy en alto

  La segunda mitad de Isaías 52:13 dice que Jesús será exaltado y enaltecido, y será puesto muy en alto. De hecho, el Señor Jesús ya ha sido exaltado (Fil. 2:9).

C. Muchos se asombrarán de Él

  A continuación, Isaías 52:14 dice que muchos se asombrarán de Él: “Como se asombraron de Él muchos / —Su semblante fue desfigurado más que el de cualquier hombre, / y Su figura más que la de los hijos de los hombres—”. Aquí la palabra hebrea traducida “desfigurado” significa deformado. La palabra semblante denota el aspecto general y se refiere también al rostro o a la expresión facial. Ésta es la manera poética de escribir que tiene Isaías. Mediante tales escritos poéticos Isaías presentó a Cristo en el sentido neotestamentario. Cristo fue exaltado y enaltecido, fue puesto muy en alto, y obró con prudencia y prosperó en todo. Hoy en día incluso los que se oponen a Cristo sienten respeto por Él. Todos ellos reconocen la grandeza de Cristo. Pero cuando le conozcamos, veremos que Su rostro fue desfigurado o deformado. Cristo fue desfigurado por causa nuestra.

  Por un lado, Cristo ha sido glorificado; por otro, Él todavía muestra las huellas de haber sido desfigurado por causa nuestra. Hoy en día quizás los judíos conozcan a Cristo hasta cierto grado como el Cristo glorioso, pero no le conocen como el Cristo desfigurado. Nosotros, los creyentes, conocemos al Cristo desfigurado mucho mejor que al Cristo glorificado. No solamente fue el Cristo glorificado quien nos salvó, sino también el Cristo desfigurado. Entre los cristianos es muy popular un supuesto retrato de Jesús en el que se le presenta como un hombre apuesto. Sin embargo, Cristo nuestro Salvador no era apuesto; más bien, Él fue desfigurado. Isaías dice que muchos se asombraron por esto.

  Conforme al concepto generalizado, Jesús es una persona grandiosa, elevada, majestuosa y glorificada. ¿Quién pensaría que Jesús podría ser tal persona de semblante desfigurado? Después que prediqué el evangelio en China, personas de mucha educación venían a mí después de escuchar el mensaje y decían: “¿Éste es Jesús? Pensábamos que Jesucristo era un gran hombre, un gran personaje. ¿Es esta persona desfigurada, deformada, verdaderamente Jesús?”. Sí, Él es Jesús. De no ser así, Él jamás habría podido salvarnos; jamás habría podido ser nuestro sustituto en la cruz. Esto es digno de asombro.

D. Él sorprenderá a muchas naciones, y los reyes cerrarán la boca por causa de Él

  El versículo 15 comienza diciendo: “Así Él sorprenderá a muchas naciones; / los reyes cerrarán la boca por causa de Él”. Jesús no solamente asombró a la gente, sino que también sorprendió a muchas naciones. Los reyes cerraron la boca por causa de Él, lo cual significa que estos reyes consideraban a Jesús de manera muy positiva. Jesús es elevado, Jesús es maravilloso y Jesús es glorioso; no obstante, cuando ellos conocieron a Jesús finalmente pudieron enterarse de muchas cosas sobre la persona de Jesús que son conforme al Nuevo Testamento. Ellos habían imaginado un Jesús grandioso, pero finalmente se encontraron con un pequeño Nazareno. Ellos se asombraron de que una persona tan importante haya sido llevada a la cruz para ser crucificada.

  El versículo 15 continúa: “Porque verán lo que nunca les fue contado, / y contemplarán lo que jamás habían oído”. Lo que nunca les fue contado es que Jesús se hizo hombre poseedor de dos naturalezas, la divina y la humana; que Él llevó la vida de un Nazareno; que fue crucificado; que fue sepultado; y que fue resucitado. Todas estas cosas jamás les fueron contadas. Pero ahora ellos verán estas cosas, y contemplarán lo que jamás habían oído, esto es, lo entenderán, lo comprenderán. Esto significa que ellos escucharán el evangelio.

  Isaías 53 da continuación inmediata a la parte final del capítulo 52. Aquello que se presenta en Isaías 53 es precisamente las cosas que serían contadas, vistas, oídas y contempladas. El primer versículo de Isaías 53 dice: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? / ¿Y a quién se ha revelado el brazo de Jehová?”. El versículo 2 continúa: “Porque creció como planta tierna delante de Él, / y como raíz de tierra seca”. El capítulo entero es un recuento, un relato, de las cosas referentes a Cristo según el evangelio neotestamentario.

  En el futuro, después de haber retornado y haber sido restaurado, Israel leerá las palabras de Isaías 53. Una vez que todos los judíos hayan retornado a la tierra de sus padres y hayan sido restaurados allí, se les instará, encargará, instruirá y dirigirá a conocer Isaías 53. Ellos no solamente conocerán a Jesús como el brazo de Jehová y como el Dios que reina, sino que también le conocerán como el Cristo exaltado. El hecho de que Cristo hubiera sido exaltado indica que Él fue primero humillado. En Su encarnación, e incluso en Su vida diaria por treinta y tres años, Su semblante fue desfigurado y deformado. Después, Él fue llevado al monte Calvario, un pequeño promontorio en las afueras de Jerusalén, donde fue crucificado por seis horas. Todas estas cosas son las que los judíos deben saber.

  Hoy en día, como creyentes neotestamentarios, primero conocemos estas cosas con respecto a Cristo, y después conoceremos el brazo de Jehová en Su poder milagroso (cfr. He. 6:5). Pero actualmente muchos pentecostales han dejado de conocer a Jesús en el sentido neotestamentario. En su preocupación por los milagros y el poder, el pentecostalismo lleva a las personas de regreso al Antiguo Testamento. Doy gracias al Señor que desde mi juventud, por más de sesenta y cinco años, Él jamás me ha guiado a conocerle en términos de milagros y de poder, sino que siempre me ha guiado a conocerle como el Jesús que sufrió humillación. Ésta es la razón por la cual deseo ir en pos de Jesús; deseo seguir Sus pisadas como Aquel que fue humillado por las personas. Ser glorificados por alguien es una vergüenza. Seguir a Jesús en Su humillación equivale a conocer a Jesucristo en el sentido neotestamentario. Después, cuando Él venga, le veremos y conoceremos como el brazo de Jehová y como el Dios que reina. Anunciaremos con gritos: “¡Nuestro Dios reina!”. Entonces será el tiempo de la restauración. Éste es nuestro Cristo, Aquel que es todo-inclusivo, como Siervo de Jehová en relación con el retorno y la restauración de Israel.

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