Mensaje 11
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Lectura bíblica: Jac. 5:1-11
En este mensaje examinaremos Jacobo 5:1-11. Los versículos del 1 al 6 pueden considerarse una sección parentética, y, por su contenido, probablemente fueron dirigidos a la clase rica entre los judíos en general, pues Jacobo dirigió su epístola a las doce tribus de los judíos (1:1). En 5:1 Jacobo dice a los ricos: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad aullando por las miserias que os vendrán”.
En los versículos 2 y 3 Jacobo, al referirse a los ricos, dice que sus riquezas se han podrido, que sus ropas están comidas de polilla, que su oro y plata están enmohecidos, y que su moho testificará contra ellos y devorará del todo sus carnes como fuego. Luego, en el versículo 4, añade: “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual ha sido retenido por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos”. Al igual que en Romanos 9:29, la expresión el Señor de los ejércitos es el equivalente del título divino hebreo, Jehová-Sabaót, es decir, Jehová de los ejércitos (1 S. 1:3). Tal título tiene un carácter, un “color”, un tono y un sabor judío. Esto confirma una vez más que a Jacobo aún le interesaban mucho las cosas judías.
En el versículo 5 Jacobo continúa, diciendo: “Habéis vivido con lujo sobre la tierra, y os habéis entregado a los placeres; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”. Aquí “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza” indica que ellos saciaron su glotonería entregándose a ella, como en un día de matanza (Jer. 12:3), es decir, como en un día de juicio, cuando iban a ser inmolados como animales por el juicio de Dios. Esto implica que ellos estaban embotados, sin darse cuenta de las miserias que les sobrevendrían, ni de su miserable destino (Jac. 5:1).
En el versículo 6 Jacobo dice: “Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”. En este versículo la expresión al justo es un sustantivo colectivo, y el artículo definido denota una clase o categoría. Aunque esta expresión no se refiere directamente a ningún individuo en particular, hace alusión a la muerte del Señor Jesús, quien es el Justo (Hch. 7:52; 3:14).
Es difícil saber a quiénes es dirigido Jacobo 5:1-6. Al respecto, los maestros de la Biblia sostienen diferentes opiniones. Lo que sí está claro es que estos versículos no fueron dirigidos únicamente a creyentes. Yo creo que 5:1-6 fue un pasaje dirigido al pueblo judío en general.
Este entendimiento lo confirma el hecho de que según 1:1, esta epístola fue dirigida a “las doce tribus que están en la dispersión”. El concepto de Jacobo probablemente era que los creyentes judíos debían seguir siendo considerados como parte del pueblo judío. Por lo tanto, él dirigió su epístola a los creyentes judíos y también a todos los judíos. Esto quizás nos ayude a entender por qué Jacobo dirigió esta epístola a las doce tribus.
Si la Epístola de Jacobo fue dirigida tanto a los creyentes judíos como a los judíos en general, esto nos ayudaría a entender lo que Jacobo dice en el capítulo 4 en cuanto a las guerras, los conflictos y los homicidios (vs. 1-2). Entre los judíos probablemente había conflictos e incluso homicidios. Esto significa que en 4:1-2 Jacobo probablemente se está refiriendo a los conflictos que se daban entre los judíos, conflictos que tenían su origen en la concupiscencia.
En general, la Epístola de Jacobo es un poco ambigua. Debido a que él se hallaba bajo la densa nube de los conceptos judaicos, no tenía una visión clara de las cosas. Además, al menos hasta cierto punto, Jacobo era simpatizante del judaísmo. Por un lado, su epístola incluye algunos conceptos neotestamentarios; por otro, en esta epístola Jacobo todavía retiene ciertos conceptos antiguotestamentarios. Por lo tanto, esta epístola constituye una mixtura. Como hemos señalado, el título el Señor de los ejércitos, que aparece en 5:4, alude al carácter judío de este libro.
Después de la sección parentética de 5:1-6, se nos habla de aguardar la venida del Señor con longanimidad (vs. 7-11). Ésta es otra de las virtudes prácticas de la perfección cristiana.
Aguardar la venida del Señor no es un asunto relacionado con el Antiguo Testamento; al contrario, esto es un asunto totalmente relacionado con el Nuevo Testamento. Esto indica que después de dirigirse a los judíos en 5:1-6, Jacobo ahora se dirige a los cristianos, a los creyentes, en 5:7-11. Él primeramente se dirige a los ricos de entre los judíos, y luego habla a los cristianos acerca de aguardar la venida del Señor. Me es difícil creer que Jacobo hubiera escrito de la manera que lo hizo; no obstante, esto es lo que encontramos en 5:1-11.
En 5:7 Jacobo dice: “Por tanto, hermanos, sed longánimes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, siendo longánime hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. Las palabras griegas traducidas “longánimes” en estos versículos son makrothumía (como sustantivo, al igual que en Hebreos 6:12, Romanos 2:4, 2 Timoteo 4:2 y 1 Pedro 3:20) y makrothuméo, usada en Jacobo 5:7-8. Ser longánime significa ser paciente con las personas, como lo fueron los profetas con quienes los persiguieron (v. 10).
La palabra griega traducida “venida” en 5:7 es parousía, presencia. La venida de Cristo será Su presencia con Sus creyentes. Esta parousía comenzará con Su venida al aire y concluirá con Su venida a la tierra. Durante el tiempo de Su parousía, ocurrirá el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes, los cuales serán arrebatados al aire (1 Ts. 4:15-17), el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) y las bodas del Cordero (Ap. 19:7-9).
En 5:8 Jacobo añade: “Sed también vosotros longánimes, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. Mientras aguardamos con longanimidad la venida del Señor, Él, quien es el verdadero Labrador (Mt. 13:3), también espera con paciencia que maduremos en vida como primicias y cosecha de Su campo (Ap. 14:4, 14-15). Nuestra madurez en la vida divina puede acortar el período de nuestra longanimidad y de Su paciencia.
El versículo 9 dice: “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; he aquí el Juez está a las puertas”. Este versículo indica que el Señor no solamente volverá como Novio para reunirse con la novia (Mt. 25:1, 6; Ap. 19:7-8), sino también como el Juez que juzgará a todos los hombres. Primero el Señor juzgará s Sus creyentes en Su tribunal (1 Co. 4:4-5; 2 Co. 5:10). Es necesario que procuremos madurar en vida para ir al encuentro del Señor y estar preparados para que Él nos juzgue.
En el versículo 10 Jacobo añade: “Hermanos, tomad como ejemplo de sufrimiento y de longanimidad a los profetas que hablaron en nombre del Señor”. Esto es una ampliación de lo dicho en los versículos 7 y 8, que hablan del sufrimiento y la longanimidad de los creyentes fieles. Jacobo pone como ejemplo a los profetas. Los profetas hablaron en nombre del Señor. El hecho de que los profetas hubieran hablado en nombre del Señor significa que ellos eran uno con el Señor. Por eso, su sufrimiento y longanimidad fue en unión con el Señor y por causa del Señor. El sufrimiento y la longanimidad de los creyentes fieles deben seguir el mismo principio.
En el versículo 11 Jacobo dice: “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveraron. Habéis oído de la perseverancia de Job, y habéis visto el fin que le dio el Señor, que el Señor es muy tierno y compasivo”. En este versículo perseveraron y perseverancia son traducciones de las palabras griegas upoméno, un verbo, y upomoné, un sustantivo, que aparece también en Romanos 5:3 y 2 Corintios 1:6. Esta perseverancia denota una paciencia para con las cosas, tales como las cosas que afligieron a Jacobo.
En 5:7 Jacobo usa el ejemplo de un labrador que espera con longanimidad el precioso fruto de la tierra. Hemos visto que el Señor Jesús es de hecho el verdadero Labrador, el Labrador único. Mientras esperamos Su venida, Él, quien es el verdadero Labrador, espera que maduremos. Tal vez nosotros oremos: “Señor, regresa pronto”; pero Él nos diría: “Hijos míos, maduren más rápido. Mientras ustedes esperan Mi regreso, Yo espero que ustedes maduren. ¿Saben por qué ya han pasado casi dos mil años y aún no he regresado? Porque Mi pueblo aún no ha madurado. La madurez de ustedes es lo único que puede apresurar Mi regreso. Así que mientras ustedes ejercitan su longanimidad, Yo ejercito la mía”.
Nos ayuda mucho darnos cuenta de que si realmente hemos tomado en serio el asunto de esperar la venida del Señor, tenemos que crecer en vida. La mayoría de los cristianos hoy tienen una perspectiva de la venida del Señor que es totalmente objetiva y completamente ajena a nuestra condición espiritual o crecimiento espiritual. La expectativa que tienen es que un día el Señor vendrá repentinamente, y que Su venida no tendrá nada que ver con el grado de madurez en que se encuentren. Es muy posible que los conceptos que sostienen muchos cristianos respecto a la venida del Señor sea lo que de hecho esté retrasando Su venida.
El ejemplo del labrador en 5:7 nos da a entender que el labrador espera que la cosecha que crece en el campo madure. Según Apocalipsis 14, el Señor también está esperando que la cosecha madure. Cuando la cosecha del campo haya madurado, Él regresará. Esta cosecha será el resultado de que el Señor se haya sembrado en nosotros como semilla. Esto se efectuó durante la primera venida del Señor, y se describe en Mateo 13. Ahora debemos comprender que la maduración de la cosecha es lo que apresurará la venida del Señor.
En estos versículos Jacobo habla tanto de la longanimidad como de la perseverancia. Él pone a los profetas como ejemplo de longanimidad y a Job como ejemplo de perseverancia. ¿Cuál es la diferencia entre la longanimidad y la perseverancia? Después de mucho estudio he llegado a la conclusión de que la longanimidad consiste en ser paciente con las personas. La longanimidad es necesaria cuando somos perseguidos. Por tanto, la longanimidad es una expresión de nuestra paciencia para con las personas. Los profetas fueron perseguidos; no obstante, ellos fueron longánimes para con sus perseguidores. La perseverancia, en cambio, es una expresión de la paciencia que mostramos para con las cosas que nos causan aflicción. Mientras Job sufría aflicciones, él demostraba perseverancia. El sufrimiento de Job no se debía a la persecución, sino a las calamidades.
Jacobo, en su epístola, usa las palabras griegas que se traducen “longanimidad” y “perseverancia”. Mientras esperamos el regreso del Señor, necesitamos longanimidad y perseverancia debido a que enfrentamos sufrimientos provenientes de dos fuentes. Estas fuentes son las personas que nos persiguen y las circunstancias que nos afligen. Por ejemplo, supongamos que un hermano sufre un accidente, y arruina su nuevo auto. Para soportar esto, él no necesita longanimidad sino perseverancia. El auto no ha hecho nada para perseguir al hermano, pero es cierto que él sufre por una aflicción particular relacionada con su entorno. Así que, para soportar esta aflicción, él necesita perseverancia. Por otro lado, si este hermano fuera maltratado por su jefe, él necesitaría longanimidad para con su jefe; pero si pierde su empleo, y sufre a causa de esta aflicción en su entorno, una vez más necesitará perseverancia. Por consiguiente, debemos ejercitar longanimidad para con las personas, y perseverancia para con las aflicciones causadas por nuestro entorno.
Con relación a la venida del Señor, necesitamos longanimidad, perseverancia y crecimiento en vida. Mientras ejercitamos longanimidad para con los que nos persiguen y perseverancia con respecto a las aflicciones, debemos crecer en la vida divina. Entonces podremos decir: “Oh, Señor Jesús, regresa más pronto. Señor, ¿puedes ver que estoy creciendo en vida? Hoy estoy creciendo más rápidamente que ayer. Puesto que estoy creciendo, Señor, te pido que aceleres Tu regreso”. ¿Ha orado usted así alguna vez? Dudo que muchos cristianos hayan orado de esta manera con respecto a la venida del Señor.
Es preciso que nos percatemos de que la venida del Señor está relacionada con nuestro crecimiento en vida. Si cumplimos este requisito de crecer en vida, el Señor regresará más pronto. Así, pues, necesitamos crecer en la vida divina, y mientras crecemos, debemos ejercitar longanimidad y perseverancia. Ésta es la manera correcta de esperar la venida del Señor.
Anteriormente en este mensaje dijimos que la palabra griega traducida “venida” en 5:7 y 8 es parousía, que significa presencia. La parousía del Señor durará algún tiempo, por lo menos tres años y medio, el tiempo que dura la gran tribulación. Es muy probable que la parousía empiece un poco antes de la gran tribulación y que concluya un poco antes de que ésta termine. Nos es muy difícil saber cuándo sucederá esto porque el Señor Jesús dijo que solamente el Padre conoce el tiempo de Su venida. Esto significa que el tiempo en que tendrá inicio la parousía del Señor es un secreto que está guardado en el corazón del Padre. No obstante, el estudio de las profecías halladas en las Escrituras nos permite afirmar que la parousía empezará un poco antes del comienzo de la gran tribulación.
Los cristianos en su mayoría no comprenden que la venida del Señor es Su parousía, Su presencia, la cual durará algún tiempo. En vez de ello, muchos creyentes creen que la venida del Señor sucederá inesperadamente al igual que un accidente. En realidad, la parousía del Señor durará cierto tiempo. Usando las palabras de Jacobo, debemos aguardar la venida del Señor, Su parousía, con longanimidad y perseverancia. Además, mientras aguardamos Su venida, debemos crecer en la vida divina hasta llegar a la madurez.