Mensaje 10
Lectura bíblica: Job 1:1; 10:2, 13; 13:3, 18-28; 19:25-26; 42:5
En este mensaje tengo la carga de hablar sobre la respuesta que Dios tiene para Job. Esta respuesta resuelve una pregunta crucial que plantea el libro de Job.
En sus esfuerzos por defender la autenticidad del libro de Job, muchos de los lectores de este libro, especialmente los cristianos fundamentalistas y los pertenecientes a la Asamblea de los Hermanos, han hecho hincapié en ciertos versículos “de oro”. Uno de éstos es 19:25: “Yo sé que mi Redentor vive, / y que al final se levantará sobre la tierra”. Este versículo contiene cierta medida de revelación con respecto a Cristo, el Redentor. Otro versículo de oro es 42:5: “De oídas había oído de Ti, / mas ahora mis ojos te han visto”. Éste ciertamente es un versículo excelente. Sin embargo, a pesar de tales versículos, los cuarenta y dos capítulos de Job nos dejan con una pregunta de crucial importancia, la cual tiene dos partes: ¿Cuál era el propósito de Dios al crear al hombre, y qué propósito tiene Dios en el trato que aplica a Su pueblo escogido? Se necesita toda la Biblia para responder esta pregunta. En particular, el Nuevo Testamento es una larga respuesta a la pregunta planteada en Job.
Job dijo que deseaba argumentar con Dios e incluso entablar “litigio” ante Dios en un “tribunal”, de modo que él fuese el demandante y Dios el demandado. Pero Job no tuvo ocasión de hacer esto, por lo cual su pregunta con respecto a su sufrimiento quedó sin resolver. El Nuevo Testamento es la respuesta de Dios a Job. Podríamos decir que éste es un mensaje que Dios transmitió por “fax” a Job. Este “fax”, esta respuesta, revela que Dios no estaba juzgando a Job ni lo estaba castigando, sino que lo estaba despojando y consumiendo a fin de que Job pudiera ser reedificado con el Dios Triuno. Aunque millones de personas han leído el Nuevo Testamento, no muchas han entendido la respuesta que éste contiene. Por tanto, es muy importante que consideremos los aspectos vitales de la respuesta a Job tal como se halla revelada en el Nuevo Testamento.
Si leemos el Antiguo Testamento con sus profecías, tipos y palabras sencillas que éste contiene desde Génesis hasta Malaquías, veremos que el Antiguo Testamento finaliza con la promesa de Aquel que vendría (Mal. 4:5-6). El Nuevo Testamento comienza con la encarnación de Dios (Mt. 1:18-25). El mismo Dios que era en la eternidad, que creó los cielos y la tierra con los billones de cosas que en ellos hay así como al hombre, y que hizo tantas cosas en relación con la humanidad, finalmente vino como Aquel que había sido prometido. Él vino de una manera misteriosa, sin propaganda ni avisos públicos. Él estuvo dentro del vientre de una virgen y, según Mateo 1:20, fue engendrado en dicho vientre. Él permaneció allí por nueve meses, después de los cuales nació de ese vientre. De esto vemos que la encarnación consistió en que Dios salió de la eternidad y entró en el tiempo, para introducirse con Su divinidad en la humanidad. Antes de la encarnación, Dios estaba en la eternidad y el hombre estaba en la esfera del tiempo. Por medio de la encarnación, Dios hizo que la naturaleza divina y la naturaleza humana conformasen una sola entidad, incluso una persona maravillosa, llamada Jesús. Jesús, quien es tanto Dios como hombre, es la totalidad del resultado de la encarnación.
El Señor Jesús vivió sobre la tierra por más de treinta años. Muchos cristianos, que prestan atención a los milagros hechos por el Señor Jesús, no conocen el significado real, espiritual e intrínseco del vivir humano de Cristo. El vivir humano de Cristo simplemente consistió en que un hombre vivió a Dios para expresar los atributos de Dios en las virtudes humanas.
Finalmente, el Señor Jesús fue a la cruz a fin de ser crucificado allí. Según la revelación del Nuevo Testamento, la muerte de Cristo en la cruz fue una muerte todo-inclusiva y vicaria.
Cristo entró en la muerte y visitó el Hades. Él permaneció allí por tres días. Después Él salió de allí y entró en resurrección. En resurrección, Él fue engendrado de Dios para ser el Hijo primogénito de Dios (Hch. 13:33). Además, en resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante, esto es: no solamente un Dios-hombre, sino el Espíritu que da vida (1 Co. 15:45). Más aún, cuando Él resucitó para ser engendrado por Dios como Hijo primogénito de Dios, Él regeneró a todos Sus creyentes, haciendo de ellos los muchos hijos de Dios y Sus muchos hermanos, miembros de Su Cuerpo (1 P. 1:3).
Esto nos muestra que por medio de la encarnación de Cristo, Su vivir humano, Su crucifixión y Su resurrección, se ha producido Aquel que es la mezcla de la divinidad con la humanidad. Esta persona llegó a ser el Hijo primogénito de Dios que expresa a Dios. Él también llegó a ser el Espíritu vivificante, el Espíritu que imparte vida para hacer germinar a aquellos de la vieja creación escogidos por Dios a fin de que formen parte de la nueva creación de Dios. Ahora, después del día de resurrección, hay cuatro cosas maravillosas en el universo: la mezcla de Dios con el hombre, el Hijo primogénito de Dios, el Espíritu vivificante y el organismo del Dios Triuno.
Los primeros cuatro ítems en la respuesta de Dios a la pregunta respecto a los sufrimientos de Job son la encarnación de Cristo, el vivir humano de Cristo, la crucifixión de Cristo y la resurrección de Cristo. El quinto ítem es la ascensión de Cristo. Después de Su resurrección, el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos durante un período de cuarenta días, y luego Él ascendió a los cielos.
En su ascensión, Cristo se derramó —como el Dios Triuno consumado y como el Espíritu todo-inclusivo— sobre Sus miembros a fin de que ellos constituyesen un Cuerpo orgánico, que es el organismo del Dios Triuno procesado y consumado. Ésta es la iglesia como el nuevo hombre, como el Cuerpo de Cristo y como el organismo del Dios Triuno; y esta entidad alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén. Por tanto, la larga respuesta de Dios a los sufrimientos de Job consta de diez ítems principales: la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección, la ascensión, la iglesia, el nuevo hombre, el Cuerpo de Cristo, el organismo del Dios Triuno y la Nueva Jerusalén.
El contenido principal del Nuevo Testamento es que el Dios Triuno tiene una economía eterna conforme a Su beneplácito, la cual consiste en impartirse —en Su vida y Su naturaleza— a Su pueblo escogido y redimido a fin de hacerlos a todos ellos igual a Él en vida y naturaleza, convirtiéndolos en Su duplicación que habrá de expresarlo. Esta expresión corporativa alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén. Por tanto, la Nueva Jerusalén es simplemente la encarnación de Dios agrandada, aumentada, la cual llega a su plena consumación, o sea, la plenitud del Dios Triuno para que Él se exprese en Su divinidad mezclada con la humanidad. Éste es el contenido del Nuevo Testamento, y ésta es la respuesta requerida por Job. Ésta es la respuesta de Dios con respecto al propósito de los sufrimientos de Job.