Mensaje 3
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Lectura bíblica: Job 2
En este mensaje seguiremos considerando las tribulaciones de Job.
Un concilio fue celebrado nuevamente en los cielos con respecto a Job (2:1). Para Dios, no era fácil ganar a una persona como Job, quien temía a Dios y se apartaba del mal. Pero lo que Job había logrado era por completo vano; ello no cumplía el propósito de Dios ni satisfacía el deseo de Dios. Por tanto, Dios estaba amorosamente preocupado por Job y sostuvo dos concilios en los cielos respecto a cómo tratar con Job (1:6-8; 2:1-3).
El segundo concilio también fue celebrado por Dios con los ángeles, los hijos de Dios (v. 1a).
Satanás nuevamente asistió al concilio, presentándose delante de Dios (v. 1b).
En los versículos del 2 al 6 vemos que Dios nuevamente inquiere de Satanás con respecto a Job.
Jehová le preguntó a Satanás: “¿De dónde vienes?”. Satanás le respondió a Jehová, diciendo: “De recorrer la tierra y de andar por ella” (v. 2).
Según el versículo 3, Jehová le preguntó a Satanás: “¿No has considerado a Mi siervo Job? Porque no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Todavía se aferra a su integridad, aunque me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa”. Aquí Dios reconoce que lo que le había sobrevenido a Job carecía de causa.
Satanás respondió a Jehová diciendo: “¡Piel por piel! Ciertamente todo lo que el hombre tiene lo dará por su vida. Pero extiende Tu mano, y toca su hueso y su carne; y ciertamente te maldecirá en Tu propia cara” (vs. 4-5). Aparentemente, Satanás estaba desafiando a Dios. En realidad, Satanás dijo exactamente lo que Dios quería, y ello agradó a Dios.
Jehová le dijo a Satanás que Job estaba en su mano, pero que solamente guardara su vida (v. 6).
Satanás, según su naturaleza cruel, atacaría sin medida a los que aman a Dios para causarles perjuicio si Dios no fijara ciertos límites a fin de salvaguardar la existencia misma de quienes le aman, con miras a que éstos puedan ganar de Dios al grado máximo para la plena satisfacción de Dios. La Biblia nos muestra que después que Dios juzgó a Satanás, todavía le permitió estar libre para acusar, atacar, dañar, perseguir y martirizar a Sus santos de tal modo que Dios pueda valerse, en cierto grado, de Satanás para el cumplimiento de Su particular propósito; sin embargo, Dios siempre restringe a Satanás dentro de los límites de lo que Él le permite.
En los versículos 7 y 8 vemos que Satanás atacó a Job y que Job sufrió tribulación en relación con su cuerpo.
Satanás salió de la presencia de Dios (v. 7a).
Satanás atacó a Job hiriéndolo con furúnculos severos desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza (v. 7b).
Job tomó un trozo de tiesto para rascarse con él, y se sentó en medio de las cenizas (v. 8). Los furúnculos que cubrían su cuerpo eran muy dolorosos. Mientras él estaba allí sentado sufriendo, Job no tenía nada que decir al respecto.
En los versículos 9 y 10 consta la reacción de Job a su tribulación.
La esposa de Job reaccionó ante tal tribulación diciéndole: “¿Todavía te aferras a tu integridad? Maldice a Dios, y muérete” (v. 9).
En respuesta y reacción a lo dicho por su esposa, Job dijo: “Hablas como una mujer necia. ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (v. 10a). Tal parece que el pensamiento de Job no se ajustaba al principio comercial de pérdida o ganancia. En cierto sentido, Job estaba dispuesto a sufrir pérdida. Sin embargo, el dolor físico que lo agobiaba era insoportable.
En todo esto no pecó Job con sus labios (v. 10b).
Aquí podemos contemplar una escena muy significativa, instructiva y reveladora, una escena en la que tanto los cielos como la tierra están involucrados. Puesto que esta escena tiene su origen en los cielos, lo que le sucedió a Job en la tierra tuvo su inicio en los cielos. Hoy en día, gracias a la Biblia, podemos ver tanto la escena en la tierra como la escena en los cielos.
Después de la primera serie de ataques infligidos por Satanás, Job no oró sino que bendijo a Dios, sin pecar ni atribuir despropósito alguno a Dios (1:20-22).
Después de la segunda serie de ataques infligidos por Satanás, Job sufrió gran dolor en silencio (2:13b).
En su visita, los tres amigos de Job alzaron la voz y lloraron, rasgaron sus mantos, esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo y se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches; pero ninguno le decía palabra (vs. 12-13a). No podían decir nada debido a que desconocían, no entendían, el propósito de lo sucedido a Job.
Finalmente, Job maldijo el día de su nacimiento (3:1). En lugar de quejarse ante Dios o ante los hombres, Job se maldijo a sí mismo al maldecir su nacimiento.
Esta escena nos indica que Job y sus tres amigos permanecían ignorantes en torno a un suceso extremadamente doloroso y aterrador y, en medio de su actitud piadosa, estaban completamente desconcertados, sin poder discernir la razón y el propósito de lo ocurrido así como cuál sería el resultado.
La experiencia de Job representó un paso de la economía divina. En este entorno, Dios dio un paso adelante a fin de lograr algo con Job.
Este suceso fue ciertamente planificado por Dios. Esto no debiera ser problema alguno para nosotros. En Su plan, Dios celebró dos concilios e inquirió de Satanás dos veces con respecto a Job, y Satanás cayó en el plan de Dios.
Este paso dado en la economía de Dios tenía como fin consumir y despojar a Job, quien se hallaba en un estado de contentamiento con respecto a su búsqueda de Dios. Antes del primer ataque de Satanás, Job era una persona contenta. Él estaba completamente contento y satisfecho con sus logros en todo sentido. Pero, a la postre, Job fue despojado de todas sus posesiones, salud e integridad, y él mismo fue consumido.
La intención de Dios era conducir a Job a una búsqueda más profunda de Dios para que así él pudiera ganar más de Dios mismo antes que meramente obtener las bendiciones de Dios y alcanzar logros personales en relación con su propia perfección e integridad. Job estaba contento en el ámbito del éxito en cuanto a obtener posesiones materiales así como logros éticos; sin embargo, él carecía de Dios mismo. Por tanto, Dios lo condujo a otro ámbito a fin de que Job pudiese ganar a Dios mismo.
Satanás era una herramienta horrible usada por Dios para llevar a cabo una comisión deshonrosa.
La escena descrita en Job 1 y 2 nos muestra que Satanás, quien ya fue juzgado por Dios, continúa en libertad a fin de ser usado intencionalmente por Dios como una horrible herramienta que sirve al propósito de aplicar el severo trato de Dios para con Sus amados.
La comisión de Satanás, que sirve al propósito de aplicar el trato de Dios para con Sus amados, es absolutamente deshonrosa.
Los ataques de Satanás a Job realizados en dos etapas establecieron un fundamento, un cimiento, misterioso y glorioso sobre el cual Dios pudiese llevar a cabo la gloriosa transformación de Job y para que Job experimentara las transacciones misteriosas en su relación con el Dios misterioso.
Esta consumación misteriosa y gloriosa consiste en que nosotros alcancemos el estándar y el nivel de la economía de Dios referente a Sus escogidos, tal como es revelado en el Nuevo Testamento mediante los escritos del apóstol Pablo (2 Co. 3:18; Ef. 3:9).
Dios es muy misterioso, no solamente en cuanto a Su persona, sino también en cuanto a Su propósito, Su deseo. Sin embargo, hoy en día tenemos el Nuevo Testamento, especialmente los escritos del apóstol Pablo, quien completó la revelación divina (Col. 1:25). Si nos humillamos delante de Dios y venimos a Él vacíos y pobres en espíritu, admitiendo que no tenemos nada ni sabemos nada con respecto a la persona de Dios, el propósito de Dios y el deseo de Dios, y estudiamos los escritos de Pablo con la ayuda de los mensajes del Estudio-vida, veremos algo con respecto a la revelación divina de una manera clara, explícita, completa e impresionante. En particular, veremos algo con respecto a la impartición de Dios en Su economía eterna.
El libro antiguo de Job es misterioso, y debemos estudiarlo a la luz de los escritos de Pablo. Si no tuviéramos las epístolas de Pablo sería difícil entender el libro de Job, debido a que en su conclusión no se nos da una visión explícita respecto al propósito de Dios en el trato que aplica a Su pueblo. Sin embargo, bajo la perspectiva del Nuevo Testamento, es muy claro que el propósito de Dios al tratar con Su pueblo santo es que Él desea que ellos sean despojados de todas las cosas y reciban como ganancia a Dios únicamente. El deseo del corazón de Dios es que le ganemos plenamente como vida, como suministro de vida y como Aquel que lo es todo para nuestro ser.