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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Judas»
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Mensaje 5

LA ESTRUCTURA BÁSICA DE LAS EPÍSTOLAS DE PEDRO Y JUDAS

(2)

  Lectura bíblica: 1 P. 1:2-4, 11, 18-19, 22-23; 2:2, 5; 5:10; 2 P. 3:15-16, 18; Jud. 1:20-21

  En este mensaje quisiera añadir algo más acerca de la estructura básica de las Epístolas de Pedro y Judas.

LA OPERACIÓN DEL DIOS TRIUNO

  En 1 Pedro 1:2 y 3 vemos la operación del Dios Triuno: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo entre los muertos”. En estos versículos tenemos la presciencia de Dios Padre, la santificación del Espíritu y la obediencia y la aspersión de la sangre de Jesucristo. Por consiguiente, tenemos al Dios Triuno: el Padre, el Espíritu y Jesucristo, el Hijo. En el versículo 3 Pedro también nos dice que el Padre nos regeneró para una esperanza viva mediante la resurrección de Cristo. Aquí una vez más vemos la operación del Padre. El Padre no solamente nos escogió en la eternidad, sino que también nos regeneró en el tiempo. En el versículo 2 Pedro dice que el Espíritu nos santifica, aplicando a nosotros lo que el Padre decidió con respecto a nosotros en la eternidad pasada. Luego, en el versículo 11, Pedro habla del testimonio dado por el Espíritu de Cristo, el cual estaba en los profetas del Antiguo Testamento. En los versículos 18 y 19 Pedro dice: “Sabiendo que fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin defecto y sin mancha”. Ya que fuimos redimidos con la preciosa sangre de Cristo, debemos ahora purificar nuestras almas por la obediencia a la verdad, para el amor fraternal no fingido (v. 22). Esta purificación del alma se basa en la regeneración efectuada por el Padre. El Padre nos regeneró con una simiente incorruptible, la cual es la palabra de Dios, la cual vive y permanece para siempre (v. 23).

  Al examinar el primer capítulo de 1 Pedro en su totalidad, vemos que este capítulo revela la operación del Dios Triuno. En este capítulo tenemos la regeneración efectuada por el Padre, la santificación realizada por el Espíritu, la sangre de Cristo, la simiente incorruptible, la esperanza viva y la herencia que está reservada para nosotros en los cielos (v. 4). En este capítulo no sólo se encuentra la estructura básica de la primera Epístola de Pedro, sino también la estructura básica de nuestra vida cristiana. La vida cristiana está estructurada con todos los elementos de la operación del Dios Triuno.

LOS DOS ÁRBOLES

  La estructura básica de la vida cristiana revelada en el primer capítulo de 1 Pedro difiere mucho de nuestro concepto natural. Nuestro concepto natural no concuerda con el pensamiento presentado en el primer capítulo de 1 Pedro; nuestro concepto natural consiste en hacer el bien, amar a los demás, adorar a Dios y trabajar para Dios. Este concepto es religioso y tradicional.

  Por lo general, una persona que se encuentra alejada de Dios no muestra ningún interés por Dios. Sin embargo, una vez que se arrepiente y empieza a sentir interés por Dios, de inmediato nace en él el deseo de hacer el bien para glorificar a Dios. Asimismo, deseará ser más considerada con los demás. Puede ser que incluso decida dar el diez por ciento de sus ingresos al Señor. Sin embargo, aunque estas cosas son positivas, no dejan de ser religiosas, tradicionales y naturales.

  Es posible que usted haya escuchado muchos mensajes que le dicen que el Dios Triuno pasó por un proceso para llegar a ser el Espíritu vivificante a fin de ser el todo para usted; sin embargo, puede ser que no muestre ningún interés en el Dios Triuno procesado en su vida diaria. En lugar de ello, tal vez se esfuerce por ser buen esposo o esposa, y buen padre o madre. Así, en su afán por ser mejor, quizás pase por alto el hecho de que no vive al Dios Triuno, es decir, que no es uno con el Espíritu vivificante. En lugar de poner en práctica las palabras acerca de ser un solo espíritu con el Señor en su vida diaria, tal vez su deseo sea ser victorioso o ser una mejor persona.

  La razón por la cual no ponemos en práctica lo que hemos oído tiene mucho que ver con el árbol del conocimiento del bien y del mal. Nuestro ser caído se inclina por este árbol, y es a dicho árbol que pertenece la idea de hacer el bien. Antes de que usted se arrepintiera y creyera en el Señor, tenía el conocimiento del mal; pero ahora que es creyente, tal vez se incline por el conocimiento del bien. Sin embargo, tanto el conocimiento del bien como del mal pertenecen al mismo árbol.

  A través de los años que llevo en el ministerio, me he dado cuenta de que aunque los santos escuchan mensajes acerca del Dios Triuno como vida, a ellos en su vida diaria les preocupa más el árbol del conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, cada vez que nos volvemos al Dios Triuno, quien es el Espíritu vivificante, de inmediato nos hallamos alimentándonos del árbol de la vida.

DOS FUENTES

  En el universo solamente existen dos fuentes: Dios y Satanás. Después que Dios creó al hombre, lo puso frente a dos árboles, los cuales representan estas dos fuentes. Dios estaba representado por el árbol de la vida, y Satanás, por el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios es la fuente de la vida. Tener contacto con Él es tener contacto con la vida. Satanás, por el contrario, es la fuente de la muerte. Tener contacto con él es tener contacto con la muerte. Por esta razón, Dios le dijo expresamente a Adán que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, ya que esto le acarrearía la muerte. La intención de Dios era que el hombre tuviera contacto con Él para poder recibir la vida. Si participamos del árbol del conocimiento en lugar del árbol de la vida, estaremos participando de la muerte. La intención de Dios era que el hombre tuviera contacto con Él para recibir la vida, pero en la caída, Adán acudió a Satanás, la otra fuente.

  Satanás no es sincero ni franco; en lugar de ello, él se disfraza y se hace pasar por algo que no es él. Por ejemplo, cuando apareció a Adán, se apareció en forma de serpiente. Satanás se esconde detrás del conocimiento del bien y del mal. Y el resultado del conocimiento, ya sea del bien o del mal, es muerte.

  Hoy en día, los incrédulos, y en muchos casos los creyentes por igual, están bajo los efectos de la muerte porque diariamente tienen contacto con el aspecto bueno del árbol del conocimiento del bien y del mal. En la religión se les enseña a las personas a distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo, y a hacer el bien y apartarse del mal. Esta clase de enseñanza es muy común entre los cristianos hoy. Sin embargo, esta enseñanza es natural y religiosa, y concuerda con nuestra naturaleza caída.

  En la Biblia encontramos dos fuentes, dos líneas y dos resultados. En primer lugar, tenemos el árbol de la vida, la línea de la vida y la Nueva Jerusalén. El árbol de la vida estará en la Nueva Jerusalén. Sin el árbol de la vida, no habría ningún disfrute en la Nueva Jerusalén. El árbol de la vida será el disfrute único que habrá en la Nueva Jerusalén.

  Asimismo, en la Biblia encontramos una segunda fuente y una segunda línea: el árbol del conocimiento del bien y del mal, y la línea de la muerte. El resultado de esta fuente y de esta línea será el lago de fuego.

  Necesitamos que nuestros ojos nos sean abiertos para poder ver el árbol de la vida en la Biblia. Muchos cristianos leen la Biblia, pero no pueden ver el árbol de la vida. Debido a que este árbol es misterioso, a menos que nuestros ojos nos sean abiertos, no podremos verlo.

  La esencia de lo que hemos venido diciendo acerca del árbol de la vida y del árbol del conocimiento del bien y del mal es que la estructura de la vida cristiana, según se revela en el primer capítulo de 1 Pedro, difiere en gran medida de nuestra mentalidad natural, la cual concuerda con el conocimiento del bien y del mal. Me siento muy contento de ver que, según el primer capítulo de Pedro 1, la estructura básica de esta epístola y de la vida cristiana en su totalidad es el Dios Triuno.

EL DISFRUTE Y CRECIMIENTO DE LA VIDA ETERNA

  En los versículos 20 y 21 Judas dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Estos versículos nos presentan al Dios Triuno en relación con nuestra experiencia con miras a la vida eterna. Judas primero nos exhorta a orar en el Espíritu Santo, y luego nos dice que nos conservemos en el amor de Dios mientras esperamos la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Además, hacemos esto “para vida eterna”, es decir, para disfrutar la vida eterna y para que ésta crezca.

  Cuando era joven, no entendía lo que Judas quería decir con las palabras para vida eterna. Quizás algunos digan que esto equivale a ir al cielo y a disfrutar de las bendiciones eternas. Sin embargo, esta interpretación no sería muy satisfactoria, pues al parecer este versículo estaría diciendo que aún no poseemos la vida eterna, y que la vida eterna es algo que recibiremos en el futuro. Pero eso no es lo que este versículo quiere decir. Juan 3:16 nos dice que todo aquel que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna. Cuando creemos en Cristo, recibimos la vida eterna. Puesto que ya poseemos la vida eterna, ¿qué significa esperar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna? No hay duda de que la vida eterna ya está en nuestro interior, pero es posible que no la disfrutemos mucho. Algunos cristianos disfrutan muy poco la vida eterna, y ni siquiera saben que es posible disfrutarla. Aún más, es posible que la vida eterna no esté creciendo en ellos. Dios nos dio la vida eterna con la intención de que nosotros disfrutáramos de esta vida y ella creciera en nosotros para siempre. Por lo tanto, las palabras para vida eterna significan “con miras al disfrute y crecimiento de la vida eterna, ahora y por la eternidad”.

EL DIOS TRIUNO ES NUESTRA PORCIÓN, DISFRUTE Y EXPERIENCIA

  Según Judas 20 y 21, debemos orar en el Espíritu Santo, conservarnos en el amor de Dios y esperar la misericordia de Jesucristo con el propósito de disfrutar la vida eterna y de que ésta crezca en nosotros para siempre. Esto describe nuestra experiencia del Dios Triuno.

  Tanto el primer capítulo de 1 Pedro como la Epístola de Judas nos hablan acerca del Dios Triuno. Lo que dice Pedro en cuanto al Dios Triuno es profundo, mientras que lo que dice Judas es más bien sencillo. Podríamos decir que Judas se dirige a “estudiantes de primaria”, mientras que Pedro se dirige a “estudiantes de postgrado”. Sin embargo, muchos cristianos ni siquiera son capaces de entender las palabras rudimentarias de Judas acerca de nuestra experiencia del Dios Triuno. Damos gracias al Señor por habernos alumbrado y permitirnos entender el significado de lo que Pedro expresa en el capítulo 1 de su primera epístola y lo que Judas dice al final de su epístola. Tanto en 1 Pedro como en Judas vemos que el Dios Triuno es nuestra porción, disfrute y experiencia.

EL ENFOQUE CENTRAL

  Es necesario que en nuestro estudio de las Epístolas de 1 y 2 Pedro y Judas veamos cuál es el enfoque central de estos libros. Aunque el tema de 1 y 2 Pedro es el gobierno de Dios, y en particular Su gobierno ejercido por medio de Sus juicios, éste no es el enfoque central de dichos libros. Tampoco el gobierno divino constituye la estructura básica de las Epístolas de Pedro. ¿Cuál es el enfoque central de estas epístolas? ¿Cuál es su estructura básica? Para no distraernos con todos los preciosos asuntos que se presentan en 1 y 2 Pedro, es necesario que demos respuestas claras a estas preguntas.

  En 1 Pedro, solamente un capítulo y medio es crucial con respecto a la vida. Este capítulo y medio consiste en el capítulo 1 y los primeros once versículos del capítulo 2. Además, debemos considerar muy crucial lo que Pedro dice en 5:10. En este versículo Pedro dice: “Mas el Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo Jesús, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, confirme, fortalezca y cimiente”. En la Epístola de 2 Pedro sucede algo muy similar, pues la primera mitad del primer capítulo y el último versículo del último capítulo son muy cruciales con respecto a la vida. Estas porciones vitales de 1 y 2 Pedro constituyen el enfoque central de estas epístolas.

Un esquema sencillo de 1 Pedro

  En el primer capítulo de 1 Pedro vemos la operación del Dios Triuno, la cual tiene como finalidad llevar a cabo la plena salvación. En el versículo 2 vemos la presciencia de Dios Padre, la santificación efectuada por el Espíritu y la aspersión de la sangre de Jesucristo. Este versículo revela la presciencia del Padre, la redención efectuada por el Hijo y la aplicación realizada por el Espíritu. Ésta es la operación del Dios Triuno, la cual tiene como finalidad llevar a cabo la plena salvación. Luego, en el versículo 3 Pedro dice que el Padre nos regeneró para una esperanza viva. Así que, la plena salvación que Dios nos otorga, se compone de tres elementos: la regeneración efectuada por el Padre, la redención lograda por el Hijo y la aplicación realizada por el Espíritu. Cuando experimentamos esta salvación, llevamos una vida que se caracteriza por la santidad y el amor, es decir, somos santos en nuestra conducta y amamos a los hermanos. Por consiguiente, la santidad y el amor son resultado de la plena salvación que Dios efectúa. Además, en esta salvación hay una simiente, la simiente incorruptible, que es la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Esto es un esquema sencillo del primer capítulo de 1 Pedro.

El crecimiento, la transformación y la edificación

  Consideremos ahora 1 Pedro 2:1-11. Fuimos regenerados y ahora somos niños recién nacidos que desean la leche de la palabra, dada sin engaño, a fin de crecer por ella para salvación (v. 2). En el primer capítulo vimos que fuimos regenerados y que la plena salvación de Dios es nuestra porción. Ahora debemos participar de esta salvación y disfrutarla. Para ello, debemos alimentarnos de la leche de la palabra.

  A medida que nos alimentamos de la leche de la palabra dada sin engaño y crecemos por ella para salvación, seremos transformados en piedras preciosas. Ésta es la razón por la cual Pedro llama a los creyentes piedras vivas (v. 5). Estas piedras son útiles para la edificación de una casa espiritual, y esta casa es un sacerdocio santo: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (v. 5). Por una parte, esta casa espiritual es la morada de Dios; por otra, anuncia las virtudes de Dios, es decir, expresa lo que Dios es.

  Esta casa espiritual, por supuesto, es una entidad corporativa. Nosotros estamos siendo edificados conjuntamente de manera corporativa a fin de proporcionarle a Dios una morada y anunciar las virtudes de Dios, o sea, expresarle.

Cuidar del “corazón” de estas epístolas

  En estas dos porciones de 1 Pedro, incluyendo 5:10, se encuentra el enfoque central de este libro. Este enfoque debe captar toda nuestra atención. Sólo así no estaremos en peligro de ser distraídos a medida que consideramos los demás asuntos abarcados en este libro.

  El enfoque central de 1 Pedro puede compararse con el corazón del cuerpo humano. No debemos cuidar de los demás miembros del cuerpo en detrimento de nuestro corazón. Uno puede perder un dedo del pie, un brazo o una pierna, y con todo, seguir viviendo; pero no es posible vivir sin el corazón. De la misma manera, debemos cuidar del “corazón”, del enfoque central, de 1 Pedro.

  El corazón de este libro es la operación del Dios Triuno, la cual tiene como finalidad llevar a cabo Su obra de salvación en tres aspectos, a saber: la regeneración, la redención y la aplicación. Nosotros hemos llegado a ser hijos de Dios mediante la regeneración, y ahora debemos alimentarnos de la palabra de Dios a fin de crecer hacia la plena salvación. De este modo seremos transformados a fin de poder ser edificados conjuntamente para proveerle a Dios una morada y ser Su expresión. Con este propósito, el Dios de toda gracia nos perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará. Además, según 2 Pedro 3:18, debemos crecer en la gracia de Dios y en el conocimiento de Él. Éste es el enfoque de 1 y 2 Pedro, y también el enfoque del libro de Judas.

NO DEBEMOS DISTRAERNOS DE LA ESTRUCTURA BÁSICA

  Este enfoque central es también la estructura básica de estas epístolas. Los libros de 1 y 2 Pedro y Judas abordan muchos asuntos, pero no todos forman parte de la estructura básica. Usemos un edificio como ejemplo. La estructura básica del salón de reuniones de Anaheim se compone de vigas y columnas de acero. Uno podría quitar muchas cosas de este edificio sin que esto afectara su estructura básica, pero no podría quitar las vigas y las columnas, pues se destruiría la estructura básica. Así como el salón de reuniones de Anaheim cuenta con una estructura básica, de la misma manera las Epístolas de 1 y 2 Pedro y Judas poseen una estructura básica.

  Mi preocupación es que los diferentes asuntos abarcados en estos libros pudieran distraer a los santos de esta estructura básica. No estoy diciendo que no debamos prestar la debida atención a dichos asuntos. Debemos prestarles atención e incluso recalcarlos, pero mientras lo hacemos, debemos asegurarnos de que no nos hemos distraído de la estructura básica de estos escritos. Esta estructura básica es el Dios Triuno, quien opera para llevar a cabo una salvación en tres aspectos, a fin de que nosotros seamos regenerados, nos alimentemos de Su palabra y así crezcamos, seamos transformados y edificados, todo esto con el fin de que Dios obtenga una morada y nosotros le expresemos.

  Este pensamiento básico también podemos verlo en las epístolas de Pablo. Por esta razón, Pedro dice: “Como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito; como asimismo lo hace en todas sus cartas, hablando en ellas de estas cosas” (2 P. 3:15-16). Pablo también revela que podemos alimentarnos del Señor y crecer para ser edificados como casa espiritual a fin de que Dios obtenga una expresión corporativa. Por consiguiente, estos dos apóstoles ministraron acerca de lo mismo, aunque usando una terminología un poco diferente. No obstante, tanto Pedro como Pablo tuvieron el mismo énfasis. Espero que en el recobro del Señor ninguno de nosotros se deje distraer del enfoque central y de la estructura básica del ministerio de los apóstoles, según se revela en el Nuevo Testamento.

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