Mensaje 8
Capítulos 2—16
(6)
Lectura bíblica: Jue. 13:1-25; Jue. 14; Jue. 15; Jue. 16:1-31
El libro de Jueces relata los siete ciclos que componen la deplorable historia de cómo Israel abandonó a Dios. Al leer sobre estos ciclos en Jueces, es difícil entender cómo una persona tan positiva como Gedeón pudo después volverse tan negativa. En el lapso comprendido entre su éxito y su fracaso seguramente un demonio entró en él, pues él abandonó a Dios y se unió a Satanás.
Este mismo principio se hace aún más evidente en el caso de Sansón. Su nacimiento fue un milagro iniciado por la aparición del Ángel de Jehová. Cuando Sansón estaba en el vientre de su madre, él fue santificado como nazareo. Mientras crecía, él se mantuvo limpio y puro según la ordenación de Dios y fue fortalecido por el Espíritu de Dios. Cuando los israelitas estuvieron bajo la tiranía de los filisteos, el Espíritu de Dios en calidad de Espíritu santo y económico vino sobre Sansón, y él fue hecho poderoso.
Sin embargo, el problema singular de Sansón estaba relacionado con el sexo. Él no fue sincero en su búsqueda de una esposa; más bien, buscaba a las mujeres para dar rienda suelta a sus concupiscencias. Él se dejó llevar por su concupiscencia con la mujer filistea, con una ramera en Gaza y con una mujer llamada Dalila. Aunque había sido fortalecido con poder por Dios, Sansón sufrió daño y fue completamente destruido al dar rienda suelta a su concupiscencia.
Poco después que decidí renunciar a mi trabajo y servir al Señor, visité al hermano Nee en Shanghái. Él me dijo que al servir al Señor, los hermanos tienen que aprender el principio de no tener contacto con una mujer en privado, especialmente si se trata de una mujer joven. Esto me causó una profunda impresión, y desde entonces he puesto en práctica las instrucciones dadas por el hermano Nee, las mismas que he transmitido a los santos.
Las hermanas deben vestirse y cubrir sus cuerpos con el debido decoro. En 1 Timoteo 2:9 se encarga a las hermanas que “se atavíen de ropa decorosa, con pudor y cordura; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. Aquí, la palabra decorosa denota que ello corresponde a la naturaleza y posición de las hermanas como santas de Dios. En el griego, la palabra ropa implica conducta, porte. La ropa es la señal principal del porte de una hermana, y éste debe corresponder a su posición como santa. La expresión con pudor literalmente significa “sentimiento de vergüenza”, es decir, restringida o sujeta por una vergüenza honrosa (Vincent), lo cual implica un comportamiento que no es descarado ni muy osado, sino moderado, que mantiene las virtudes femeninas. La palabra cordura significa “sobriedad, autorrestricción; la restricción de uno mismo efectuada sobria y discretamente”. Las hermanas de la iglesia local deben vestirse con estas dos virtudes —el sentimiento de vergüenza y la autorrestricción— como su porte.
Hebreos 13:4 dice: “Honroso sea entre todos el matrimonio”, debido a que por medio del matrimonio la humanidad continúa existiendo sobre esta tierra y se propaga a fin de poblar la tierra. Dios creó en el hombre la necesidad y el deseo de casarse. El deseo de casarse no es pecaminoso; por el contrario, se conforma a la ordenación de Dios. Sin embargo, el tiempo en que se debe considerar el matrimonio es después de graduarse de la universidad. Todos los hermanos y hermanas deben consagrarse al Señor, entregándose a Él y prometiéndole vivir para Él, e incluso vivirle, por el resto de sus días. Luego, ellos deben orar para ver cómo el Señor los dirige en este asunto, en lugar de procurar ser demasiado exigentes. Guardar estos principios será de gran protección para los jóvenes.
Ahora pues, consideremos los detalles con respecto a Sansón que constan en Jueces 13:1—16:31.
Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (13:1a).
Jehová entregó a Israel en manos de los filisteos por cuarenta años (v. 1b).
Los versículos del 3 al 23 hablan sobre el origen de Sansón.
El padre de Sansón, Manoa, pertenecía a la familia de los danitas. Su esposa era estéril y no había tenido hijos (v. 2).
La concepción de Sansón en realidad fue un milagro iniciado por la aparición del Ángel de Jehová (Cristo) a su madre y a su padre. El versículo 3 dice: “El Ángel de Jehová se le apareció a la mujer y le dijo: He aquí que tú eres estéril y no has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo”. Cuando ella le contó esto a su esposo, él rogó a Jehová diciendo: “¡Ah, Señor mío! Te ruego que aquel varón de Dios que enviaste vuelva a venir a nosotros y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer” (v. 8). Dios oyó la voz de Manoa, y el Ángel de Dios volvió otra vez a la mujer. Ella fue a buscar a su marido, y él la siguió. Cuando Manoa le preguntó al Ángel de Jehová cuál era Su nombre, Él dijo: “¿Por qué preguntas por Mi nombre, viendo que es maravilloso?” (v. 18).
Sansón debía ser un niño nazareo, esto es, no debía beber vino ni comer cosa inmunda, ni tampoco la navaja debía pasar por su cabeza, a fin de ser aquel que salve a Israel de manos de los filisteos (vs. 3-5, 7).
El versículo 24a dice que la mujer tuvo un hijo y le puso por nombre Sansón. El nombre Sansón significa “como el sol”.
Sansón creció como un nazareo con la bendición de Jehová (v. 24b).
Sansón creció con su cabeza cubierta. Esto estaba representado por el hecho de que no se cortó su cabello (v. 5).
Sansón estaba sujeto a Dios. Esto estaba representado por el hecho de que mantuvo largo su cabello (cfr. 1 Co. 11:15).
Por ser nazareo, Sansón creció sin tocar los placeres mundanos. Esto estaba representado por el hecho de que no bebió vino (Jue. 13:7a).
Sansón también se mantuvo limpio. Esto estaba representado por el hecho de que no comió nada inmundo (v. 7b).
Sansón fue impulsado por el Espíritu de Dios (v. 25).
Sansón tenía fe en Dios (cfr. He. 11:32). Esta fe se manifestó en que Sansón despedazó un león por el Espíritu de Jehová que vino con poder sobre él (14:5-6), en que mató a treinta hombres por el Espíritu de Jehová que vino con poder sobre él (v. 19) y en que destruyó el edificio donde se le obligaba a divertir a los filisteos (16:28-30).
Del capítulo 14 al 16 se describen numerosas instancias en las que se manifestó la fuerza de Sansón. Vemos esta fuerza en que despedazó un león por el Espíritu de Jehová y en que mató a treinta hombres por el Espíritu que vino con poder sobre él (14:5-6, 19). Vemos también su fuerza en que cazó trescientas zorras (15:4). Según los versículos del 12 al 16, la fuerza de Sansón se manifestó en que rompió las dos cuerdas con las cuales había sido atado y mató a mil hombres por el Espíritu de Jehová que vino con poder sobre él. Además, la fuerza de Sansón se manifestó en que arrancó las puertas de la ciudad con sus dos pilares y el cerrojo y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón (16:3). El último caso en que se manifestó la fuerza de Sansón fue cuando destruyó el edificio donde se le obligaba a divertir a los filisteos (vs. 29-30).
Sansón fracasó al no tener contacto con Dios y al dar rienda suelta a sus concupiscencias sexuales. Él se dejó llevar por su concupiscencia con la mujer filistea, con la cual se casó y quien después reveló su secreto a los filisteos (14:1-3, 10-17); con una ramera en Gaza, en donde Sansón se vio rodeado de filisteos (16:1-3); y con una mujer llamada Dalila, quien reveló el secreto de su fuerza extraordinaria (vs. 4-20a).
Jueces 16:20b—30 relata el final deplorable que tuvo Sansón. En primer lugar, Jehová se apartó de él (v. 20b). Después, los filisteos lo capturaron, le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas y lo pusieron a hacer girar el molino en la cárcel (v. 21). Después, le obligaron a divertir a los filisteos para que ellos celebrasen delante de su dios Dagón su victoria sobre Sansón (vs. 23-25). Finalmente, Sansón fue muerto al destruir la casa en la que se encontraba (vs. 28-30).
El relato en Jueces sobre Sansón concluye diciéndonos que él juzgó a Israel veinte años (v. 31b).