Mensaje 30
Salmos 73—76
Lectura bíblica: Sal. 73:1-3, 12-17, 25-26; 74:2-3, 7-8; 75:2, 4-7; 76:2-4
La revelación divina de la Biblia es progresiva. En Génesis 1 tenemos la historia de la creación forjada por Dios, pero en ese capítulo no podemos ver mucho de la revelación divina. Desde luego, hay algo de revelación. Por ejemplo, el versículo 1 dice: “En el principio creó Dios...” La palabra hebrea “Dios” es Elohim, que significa “el Fiel, el Poderoso”. Por esta palabra podemos ver que Dios es fiel y también poderoso. Además, esta palabra, un sustantivo propio, no es singular sino plural; sin embargo, el verbo “creó” es singular. Esto es indicio de que Dios es triuno, tres-uno. Sin duda esto es parte de la revelación divina que va aumentándose a través de toda la Biblia hasta el último capítulo de Apocalipsis.
En Colosenses 1:25 Pablo nos dice que la mayordomía de Dios le había sido dada a él “para completar la palabra de Dios”. La palabra de Dios es la revelación divina, que no había sido completada antes de que el Nuevo Testamento fuese escrito. En el Nuevo Testamento los apóstoles, especialmente Pablo en las catorce Epístolas, completaron la palabra de Dios. Por lo tanto, está muy claro que la palabra de Dios no había sido completada en los tiempos de Job, ni de David, ni de Malaquías, ni siquiera hasta el final del libro de los Hechos.
Algunos piensan erróneamente que la doctrina ortodoxa consiste solamente en lo que el Señor Jesús enseñó a los doce apóstoles. Aquellos que sostienen esta idea necesitan considerar lo dicho por el Señor en Juan 16:12-15: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de realidad [lit.], él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Los discípulos tuvieron que esperar que el Espíritu Santo como Espíritu de realidad les revelara más cosas. Aquí vemos que la palabra de Dios no había sido completada aun cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, sino que necesitaba ser completada a través del hablar del Espíritu de realidad. Sin duda Pablo era una persona a quien el Espíritu Santo le reveló muchas cosas, y él escribió acerca de estas cosas en sus epístolas indicando, como hemos visto, que él había sido comisionado por Dios para completar Su palabra.
Pablo, en particular, completó la palabra de Dios con respecto al misterio de Dios, el cual es Cristo (Col. 2:2), y el misterio de Cristo, el cual es la iglesia (Ef. 3:4). En Colosenses 1:27 él dice: “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. No existe tal palabra en Génesis, ni en Salmos, ni en una forma completa en los cuatro Evangelios. Este es un ejemplo de que la revelación divina de la Biblia es progresiva y que no está completa sino hasta el final de Apocalipsis.
Apocalipsis 22:18 y 19 nos dice que puesto que la revelación divina ya ha sido completada, a nadie se le permite agregarle ni quitarle nada. En otras palabras, la Biblia misma deja claro que toda la revelación ha sido completada y cerrada, y que nadie puede decir, como por ejemplo los mormones, que se le ha dado revelación adicional.
A la enseñanza del Nuevo Testamento en su totalidad se le llama la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42). La enseñanza de los apóstoles empezó con la enseñanza del Señor Jesús y continuó con Pedro, Juan, Pablo y los demás apóstoles. Alabamos al Señor porque nosotros tenemos en nuestras manos la revelación divina en forma completa.
Al leer la Biblia, necesitamos aprender los principios de la Biblia. Especialmente debemos tener presente el principio básico de que la revelación divina de la Biblia es progresiva. Si tenemos claridad en esto, veremos que lo que dijeron los tres amigos de Job no pertenecía a la revelación sino que sólo era la opinión humana. ¿Cómo, entonces, podríamos considerar su opinión como revelación divina?
Nos encontramos con una situación similar cuando vamos a los Salmos. Aprecio el comentario de John Nelson Darby al decir que los Salmos son las expresiones de los salmistas expresadas a partir de sus sentimientos complejos. No deberíamos considerar cada aspecto de los sentimientos de los salmistas como si fuese revelación divina. Sería muy insensato hacer esto. Por un lado, los salmistas recibieron cierta medida de revelación divina; y por otro, al recibir esta revelación surgieron en ellos sentimientos variados, incluyendo sentimientos relacionados con odiar a sus enemigos, hacer el bien y guardar la ley.
Muchos cristianos estiman mucho los Salmos y hasta los exaltan. Por el contrario, yo he sido ayudado por Darby a ver que algunas de las expresiones que hay en los Salmos no son la expresión directa de la revelación divina sino la expresión de los sentimientos complejos de los salmistas. Los salmistas que expresaron estos sentimientos eran piadosos; ellos amaban a Dios, le temían y hacían lo posible por agradarle, confiar en El y guardar la ley. Con excepción de tratar de guardar la ley, todas estas cosas son buenas. Tratar de guardar la ley está en contra de uno de los principios de la Biblia. La ley no fue dada para que el pueblo de Dios la guardara; más bien, fue dada para tratarlos, para probarlos y para convencerlos de que ellos eran incapaces de guardarla.
Los cristianos de hoy dicen comúnmente que cada palabra de la Biblia desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21 es la palabra de Dios. Yo creo que la Biblia es totalmente inspirada por Dios pero no que toda palabra de la Biblia es palabra hablada por Dios. Sin duda, la palabra de la serpiente para con Eva en Génesis 3 no es una palabra hablada por Dios, y sería un gran error decir que sí lo es. En la Biblia hay muchas palabras dichas por los enemigos de Dios, por ejemplo, las palabras dichas por el sumo sacerdote y los escribas al burlarse del Señor Jesús (Mr. 15:31). Lo que quiero decir es que necesitamos diferenciar entre lo dicho por Dios y lo dicho por otros. No hay duda que toda palabra que salió de la boca del Señor Jesús era una palabra que salía de la boca de Dios, y que tal palabra es la revelación divina dada directamente. Sin embargo, en la Biblia hay muchas palabras que no son las palabras de Dios. Sin esas palabras no tendríamos el trasfondo apropiado que resalta la revelación divina.
En los cincuenta capítulos de Génesis tenemos la historia de varias personas, desde Adán hasta José, pero en este libro hay muy poca enseñanza o doctrina, si es que la hay. Sin enseñanza o doctrina ¿cuánta revelación puede haber? Con respecto a esto, Romanos es muy diferente a Génesis. Los capítulos del uno al quince de Romanos están llenos de la enseñanza de Pablo.
¿Qué tenemos en los Salmos? ¿Tenemos historia y doctrina? No, en los Salmos tenemos expresiones de los sentimientos. Lo que sea revelado en una expresión particular de la revelación divina depende del tipo de sentimiento transmitido por esa expresión. Ciertamente los sentimientos de odio que David expresó para con sus enemigos no pueden ser considerados como algo de la revelación divina.
Yo espero que esta palabra de introducción les ayude a ustedes, especialmente a los jóvenes, a tener un fundamento apropiado para entender la Biblia. En particular, espero que esta palabra le ayude a usted a entender lo que estoy intentando hacer en los mensajes acerca de los Salmos. Al leer los Salmos, necesitamos comprender que ciertas expresiones no provienen de la revelación divina sino de los sentimientos complejos de los salmistas.
Ahora veamos los salmos del 73 al 76, que tratan la desolación de la casa de Dios y cómo Cristo es la solución.
Tal vez sea difícil que alguno crea que el templo, la casa de Dios, fue desolado, pero fue desolado a tal punto que fue quemado, y la ciudad alrededor fue asolada.
¿Cuál fue la causa de la desolación de la casa de Dios? Aparentemente se debió a que los hijos de Israel eran perversos y pecadores. Sin embargo, la razón intrínseca de la desolación fue que el pueblo de Dios no exaltó a Cristo; ellos no le dieron la preeminencia, el primer lugar, en todo. En realidad el no haber dado la preeminencia a Cristo, el no haberle honrado y exaltado, fue la causa de que se volvieran pecaminosos y perversos.
El principio con respecto a nosotros en la vida de iglesia actualmente es el mismo. Si no amamos a Cristo con nuestro primer amor, dándole el primer lugar en todo para que El pueda tener la preeminencia entre nosotros, la iglesia quedará desolada. La desolación de la iglesia como casa de Dios siempre se debe a que deja de experimentar a Cristo.
El problema de la desolación se resuelve cuando el pueblo de Dios aprecia y exalta a Cristo debidamente. Desde hace poco la iglesia en Anaheim ha estado orando por un avivamiento. Si todos los santos en Anaheim le dan a Cristo la preeminencia, exaltándolo a lo sumo y amándolo con el primer amor, habrá un avivamiento genuino. El verdadero avivamiento en la iglesia depende de que todos los que están en la vida de iglesia le den a Cristo el primer lugar en todo.
Si vemos claramente el problema de la desolación y su solución, podemos seguir adelante para considerar uno por uno los salmos del 73 al 76.
El salmo 73 trata de los sufrimientos de los santos que buscan.
El salmo 73:1 nos dice que Dios es bueno para con los de corazón puro. Ser de corazón puro es tener a Dios como la única meta y objetivo. No hay duda que este salmista era esta clase de persona.
En los versículos del 2 al 16 constan los sufrimientos y la confusión del salmista que buscaba a Dios. El versículo 2 dice: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”. Esto indica que el salmista casi tropezó al ver la prosperidad de los impíos (vs. 3-12). Mientras que el salmo 1 dice que los impíos no prosperan, aquí el salmista está confundido por la prosperidad de los impíos, que están desahogados y aumentan riquezas (v. 12). El salmista añade que él ha purificado su corazón en vano, que él ha sido azotado todo el día, y que ha sido castigado cada mañana (vs. 13-14). El salmo 1 dice que aquel que guarde la ley será bendecido, pero en el salmo 73 vemos a uno que guarda la ley y es azotado. En el versículo 15 el salmista continúa: “Si dijere yo: Hablaré como ellos, he aquí, a la generación de tus hijos habría traicionado”. Este piadoso buscador de Dios estaba sufriendo, pero si les hablaba a otros de su situación, ellos tropezarían y dirían: “Cualquiera que guarde la ley prosperará”. Sin embargo, aquí había uno que guardaba la ley, pero no era nada próspero. En el versículo siguiente el salmista nos dice que estaba confundido. “Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí”. Esta es una palabra seria. Cuanto más el salmista consideraba la situación, más confundido quedaba.
En los versículos del 17 al 28 vemos que el salmista obtuvo la solución en el santuario de Dios. “Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos”. ¿Dónde está el santuario de Dios hoy? Primero, el santuario de Dios, Su habitación, está en nuestro espíritu. En segundo lugar, el santuario de Dios es la iglesia. Entonces, para entrar en el santuario de Dios, necesitamos volvernos a nuestro espíritu y luego ir a las reuniones de la iglesia. Una vez que estamos en el santuario (en el espíritu y en la iglesia) tendremos otra perspectiva, una percepción específica, acerca de la situación de los impíos.
Al haber entrado en el santuario de Dios, el salmista pudo percibir que los impíos fueron puestos en deslizaderos para caer en asolamientos (v. 18). Esto hizo que el salmista dijera: “¡Cómo han sido asolados de repente! Son totalmente consumidos de terrores. Como sueño del que despierta, así, Señor, cuando despertares Tú, menospreciarás su apariencia” (vs. 19-20).
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (v. 25). Este versículo revela que aquel que buscaba a Dios de corazón puro tendría a Dios como su única posesión en el cielo y su único deseo en la tierra. La única meta del salmista era Dios. Al salmista no le importaba ninguna otra cosa excepto Dios y ganar de El. En este sentido, Pablo era igual. En Filipenses 3:8 Pablo dijo que estimaba todas las cosas como pérdida a fin de ganar a Cristo.
El salmo 73 finaliza con estas palabras: “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (v. 26). Aquí tenemos la respuesta a la pregunta del salmista acerca de su sufrimiento y la prosperidad de los impíos. Una persona a quien no le importa Dios, puede ganar muchas cosas y parecer que prospera. Sin embargo, aquel que está interesado en Dios, Dios le restringirá y lo despojará de muchas cosas. Como veremos en el próximo estudio-vida del libro de Job, esto fue lo que le sucedió a Job.
Mientras que el salmo 73 trata de los sufrimientos de los santos que buscan, el salmo 74 trata de la desolación de la casa de Dios.
Los versículos del 1 al 11 son la presentación dolorosa que el salmista hace de las ruinas perpetuas y los daños hechos en el santuario de Dios. “¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué humea Tu furor contra las ovejas de Tu prado? Acuérdate de Tu asamblea, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de Tu herencia; y de este monte de Sion, donde habitas” (vs. 1-2). Estos versículos indican que el salmista estaba preocupado por dos cosas: el pueblo de Dios y la morada de Dios. Tanto el pueblo de Dios como la morada de Dios habían sido dañadas. En cuanto a esto, el salmista estaba profundamente decepcionado.
Los versículos del 12 al 23 son un clamor desesperado por los intereses de Dios según Su poder, y basado en Su pacto. El salmista no oró por su propios intereses, él oró por los intereses de Dios. El clamó a Dios por los intereses de Dios según Su poder como está descrito en los versículos del 13 al 17. Luego en el versículo 20 el salmista le dice a Dios: “Mira el pacto”. Parece que hubiera dicho: “Oh Dios, debes mirar el pacto que hiciste con nuestros padres Abraham, Isaac y Jacob. No puedes olvidarlo. Puedes dejar de mirarnos a nosotros, pues somos malos, pero no puedes dejar de mirar el pacto que hiciste”.
La oración del salmista aquí es un ejemplo del mejor tipo de oración, la oración que se hace por los intereses de Dios, que concuerda con el poder de Dios, y que está basada sobre la fidelidad de Su pacto. Todos necesitamos aprender a orar de esta manera. Yo creo que Dios oyó esta oración que hizo el salmista y la respondió, pues finalmente El vino a restaurar el santuario destruido.
El salmo 75 trata acerca del juicio de Cristo sobre los desoladores. Algunos se preguntarán cómo puede ser que yo diga algo acerca del juicio de Cristo en este salmo, siendo que este salmo no menciona a Cristo o al Mesías. La base que tomo para decir esto es el hecho de que, según Juan 5:22, Dios ha dado todo el juicio a Cristo el Hijo. Entonces, el mismo Dios que juzga en el salmo 75 deberá ser Cristo. Cristo, la segunda persona de la Trinidad Divina, es el que ejecutará el juicio sobre todos los pecadores. Aquí el juicio de Cristo es ejecutado sobre los desoladores.
El juicio de Cristo sobre los desoladores vendrá en el tiempo que El determine (vs. 1-3). “Cuando Yo escoja el tiempo oportuno, seré Yo quien juzgará con equidad” (v. 2). “Yo” debe referirse a Cristo, el justo Juez.
En los versículos del 4 al 10 el salmista habla de arrancar los cuernos exaltados de los impíos para dejar en claro que la exaltación proviene de Dios desde el norte. Los versículos 6 y 7 dicen: “Porque ni de oriente ni de occidente, ni del sur viene el enaltecimiento. Mas Dios es el Juez; a éste humilla, y a aquél enaltece”. Aquí vemos que la exaltación proviene del norte, donde mora Dios (cfr. Is. 14:13-14). Que la exaltación provenga del norte significa que proviene de Dios, quien mora en el norte. Además, esto indica que Cristo es único. La exaltación no debe provenir de ningún otro lugar mas que de donde El mora. Por lo tanto, a El se le debe dar la preeminencia.
El salmo 76 trata de la victoria de Dios en Su morada.
Los versículos del 1 al 5 son una proclamación de la victoria de Dios, como Aquel que es glorioso y excelente, en Su tabernáculo. El versículo 2 dice: “En Salem está Su tabernáculo, y Su habitación en Sion”. El versículo 4 habla de la excelencia y la gloria de Dios: “Glorioso eres Tú, majestuoso más que los montes de caza”.
Los versículos del 6 al 12 tratan de la alabanza que ofrece el salmista con respecto a la ira de Dios y de cuán temible es. Acerca de la ira de Dios, el versículo 10 dice que El se ceñirá “con el resto de las iras”. Acerca del temor a Dios el versículo 7 dice: “Tú, temible eres Tú”, y el versículo 11 dice: “Todos los que están alrededor de El, traigan ofrendas al Temible”.
Los salmos del 73 al 76 abarcan cuatro cosas: los sufrimientos de los santos, la desolación de la casa de Dios, el juicio de Cristo y la victoria de Dios. Puesto que estos cuatro salmos son las expresiones de los sentimientos complejos de los salmistas, necesitamos discernir aquellos sentimientos que son divinos de aquellos que son meramente humanos. Esto significa que necesitamos discernir la santa Palabra conforme a los principios apropiados. Para entender el Antiguo Testamento, necesitamos los escritos de Pablo. Si nos apoyamos en los hombros de Pablo para estudiar los Salmos, tendremos una visión clara de cada uno de los ciento cincuenta salmos.