Mensaje 52
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Lectura bíblica: Mr. 1:1, 9-11, 14-15; 9:2-9; 16:14-20
A continuación damos inicio a una serie de mensajes suplementarios sobre el Estudio-vida del Evangelio de Marcos. Estos mensajes tratarán de la vida del Salvador-Esclavo, una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple.
En el Evangelio de Marcos se habla de una persona, el Dios-hombre, que llevó una vida configurada a la economía neotestamentaria de Dios y con miras a ella. Si queremos comprender en qué consiste esta vida, debemos saber qué es dicha economía. En otras palabras, se requiere todo el Nuevo Testamento para describir la vida que llevó el Señor Jesús, lo cual significa que el Evangelio de Marcos depende de los otros veintiséis libros para su exposición. Si hacemos un estudio exhaustivo del Nuevo Testamento con respecto a la economía de Dios, comprenderemos que la vida del Señor Jesús no tuvo defecto, carencia ni error alguno. El llevó una vida absolutamente conformada a la economía de Dios y con miras a ella, sin contradecirla en lo más mínimo.
Aunque a muchos nos agradan los Evangelio de Juan y Mateo, éstos no presentan una biografía completa de la vida del Señor. Esta biografía, expuesta en su secuencia histórica, se halla en Marcos. Allí encontramos un relato completo de la vida del Señor Jesús, la cual concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y la cumple. En Su vida no existe ningún defecto con respecto a la economía de Dios.
Mateo, Juan e incluso Lucas se basan en Marcos, pues éste presenta una biografía de la vida del Señor Jesús de manera cronológica. Por consiguiente, si queremos conocer algún detalle de los otros evangelios, necesitamos volver al Evangelio de Marcos.
Quisiera llamar su atención al diagrama impreso en este mensaje, donde vemos que en el Evangelio de Marcos, el relato de la vida del Señor se desarrolla paso a paso hasta llegar al punto culminante. Luego, se nos introduce en la muerte del Señor, la cual lo elimina todo y en Su maravillosa resurrección, mediante las cuales le disfrutamos como nuestro reemplazo, lo cual redunda en el nuevo hombre. El nuevo hombre es la realidad del reino de Dios, el cual se experimenta en la iglesia primeramente, luego en el milenio y finalmente en la Nueva Jerusalén.
Aunque el Evangelio de Marcos es breve, lo incluye todo. Contiene todos los factores del Nuevo Testamento, los aspectos de la vida del Salvador-Esclavo, la cual concuerda con la economía neotestamentaria de Dios.
El Señor Jesús, quien llevó una vida en total conformidad con la economía neotestamentaria de Dios, le puso fin a la vieja dispensación y vivió en una dispensación nueva. Esto se revela claramente en el capítulo uno (1:1-8). Juan el Bautista era un sacerdote antiguotestamentario típico; no obstante, vivió en el desierto de manera inculta. Su apariencia y alimentación eran muy diferentes a las de los sacerdotes. La manera en que obraba y hablaba también era inculta. Cuando alguien se arrepentía, le sumergía en el agua, le bautizaba. Todo esto indicaba que se le había puesto fin a la vieja dispensación. Esta era la situación y la atmósfera que existían cuando el Señor Jesús comenzó Su ministerio, lo cual indica que El se hallaba totalmente en la dispensación neotestamentaria. Así que, Su vida no contiene ni una pizca de la vieja dispensación.
Cuando el Señor Jesús estaba por empezar Su ministerio, se sometió a Juan el Bautista para que éste lo sepultara, es decir, lo bautizara (1:9-11). Aunque no tenía pecado ni ningún elemento de vejez, se bautizó de todos modos, y dio así testimonio al universo de que se rechazaba a Sí mismo, que se negaba para vivir por causa de Dios.
Inmediatamente después de Su bautismo, el Señor Jesús fue impulsado al desierto por el Espíritu Santo (1:12-13). De ahí en adelante, El cumplió Su ministerio llevando una vida en la que actuaba y obraba en el Espíritu Santo.
El Señor Jesús, quien vivía y actuaba por el Espíritu Santo, predicó el evangelio (1:14-20). En Su predicación sembraba al Dios encarnado en las personas para producir el reino de Dios, plantaba en sus corazones una semilla que crecería, se desarrollaría y se convertiría en el reino de Dios.
En el Espíritu Santo, el Señor Jesús enseñaba la verdad (1:21-22), lo cual equivalía a iluminar al entenebrecido linaje humano y disipar su oscuridad.
El Señor Jesús también echaba fuera demonios (1:23-28), lo cual hacía con el propósito de propagar el reino de Dios.
Como parte de Su ministerio, el Señor Jesús sanaba a los enfermos (1:29-39). Esto equivale a vivificar a los muertos, hacer que vivan.
Según consta en el Evangelio de Marcos, el Señor limpió al leproso (1:40-45), lo cual equivale a santificar al que ha sido vivificado. El Señor hizo esto al perdonar pecados, cenar con los pecadores, ser el gozo de ellos en justicia y en vida, y al satisfacerlos y liberarlos.
Al llevar a cabo Su servicio evangélico, el Señor también ataba a Satanás y saqueaba su reino. Satanás no tenía nada en El. En 3:22-30 vemos que el Señor realizaba esto mediante el Espíritu Santo.
En 3:31-35 vemos que el Señor Jesús niega la relación que tenía con la vida natural. En lugar de mantenerse en ella prefirió permanecer en la relación de la vida espiritual. Basado en esto pudo decir: “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es Mi hermano, y Mi hermana, y Mi madre” (v. 35). La relación natural no tuvo lugar en la vida del Señor.
El Señor Jesús, quien vivió en conformidad con la economía neotestamentaria de Dios, sufrió el rechazo y el odio por parte del mundo. En 6:1-6 leemos que fue despreciado por los nazarenos, y en otra parte de ese mismo capítulo que sufrió el rechazo del mundo.
En 7:1-23 el Señor Jesús dejó en evidencia la condición interior del hombre, la condición maligna de su corazón. El dijo: “Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre” (v. 20). Posteriormente, el Señor habló acerca de las cosas perversas que proceden del corazón de los hombres (vs. 21-23).
Después de poner de manifiesto la condición del corazón del hombre, el Señor se presentó como suministro de vida a la mujer que le buscaba (7:24-30). En 7:27 dijo que El era el pan de los hijos, es decir, nuestra provisión de vida. Se presentó como el pan de vida.
En 7:31-37 se habla de que el Señor Jesús sanó a un sordomudo, y en 8:22-26, a un ciego. En estos casos sanó órganos específicos de personas que habían sido vivificadas por El.
En 8:27—9:13 el Señor Jesús se revela como el reemplazo universal. Por medio de Su muerte que todo lo incluye y de Su maravillosa resurrección podemos tomarle como nuestro reemplazo.
El Evangelio de Marcos presenta al Señor Jesús como aquel que efectúa una muerte que lo incluye todo. En Su muerte llevó nuestros pecados, condenó al pecado, crucificó al viejo hombre, le puso fin a la vieja creación, destruyó a Satanás, juzgó al mundo, abolió las ordenanzas y liberó la vida divina.
El Señor Jesús, habiendo sufrido una muerte que le puso fin a todas las cosas negativas, entró en Su maravillosa resurrección. En Su resurrección y por medio de la misma, El regeneró a Sus seguidores, haciendo germinar así la nueva creación.
Después de resucitar, el Señor Jesús “fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (16:19). Ahora El permanece en Su ascensión que lo transciende todo, con el propósito de ejecutar lo que logró mediante Su muerte y Su resurrección.
En mensajes anteriores recalcamos de manera enfática que el Señor Jesús no entró solo en Su muerte, en Su resurrección ni en Su ascensión, sino que llevó consigo a Sus seguidores. Habiendo sido introducidos en la muerte y la resurrección del Señor, los discípulos ahora podían disfrutarle en Su ascensión como vida y suministro de vida, como el Señor de todo, el Cristo de Dios, la Cabeza de todo, que fue dada a la iglesia, la Cabeza del Cuerpo, como Aquel que fue glorificado, entronizado, que está sobre todo y que lo llena todo en todo.
El Señor Jesús, por medio de Su muerte, Su resurrección y Su ascensión, y al introducir en ellas a Sus seguidores, produjo al nuevo hombre, quien es la realidad del reino de Dios. En primer lugar, el nuevo hombre es la iglesia; en la era venidera, se desarrollará para ser el milenio; y finalmente, en el nuevo cielo y la nueva tierra tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. Este será nuestro destino eterno, y la conclusión de las Escrituras.
El Evangelio de Marcos no es un simple libro de historias. Más bien, presenta una visión celestial, una visión que debe dirigir nuestros pasos, controlar nuestro vida e introducirnos en la consumación que Dios lleva a cabo. La visión puede guardarnos en la economía de Dios a fin de que llevemos la vida de iglesia con miras al milenio y a la Nueva Jerusalén.
Esta visión procede de Dios y siempre dirigirá nuestros pasos y controlará nuestro vivir. Esto fue verdad aun en el Antiguo Testamento, donde se nos dice que sin visión el pueblo se desenfrena (Pr. 29:18a, heb.). Bajo la visión celestial somos dirigidos hacia el destino que Dios nos marcó, y nuestra vida es controlada en conformidad con la economía de Dios.
Si queremos conocer la verdad es necesario que recibamos la visión de la economía de Dios. Puedo testificar que hace algunos años fui capturado por dicha visión, y puesto que la hemos recibido, podemos seguir avanzando en ella a pesar de los sufrimientos, difamaciones y toda clase de apuros.
Esta visión se ha convertido en el principio que dirige nuestros pasos y gobierna nuestro andar. ¿Por qué tomamos la manera que el Señor estipuló en Su recobro? La tomamos porque la visión de la economía de Dios nos ha capturado. Debido a que la hemos recibido, la luz celestial ha inundado el recobro del Señor a través de los años. La razón por la cual recibimos tanta luz cada vez que venimos a la Palabra de Dios se debe a que estamos bajo la visión que nos dirige, nos controla y nos gobierna.
En este mensaje mi deseo es que veamos que el Evangelio de Marcos revela una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple. Esta vida no consiste en un simple andar justo, santo, espiritual y victorioso. A los cristianos se les ha dicho que debemos llevar una vida así. Pero ¿ha oído usted alguna vez acerca de una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios? El Evangelio de Marcos presenta la persona del Dios-hombre, quien vive, actúa, se conduce y obra en total conformidad con la economía de Dios.
Jacobo, autor de la epístola que lleva su nombre, no se conducía conforme a la economía neotestamentaria de Dios. El siguió viviendo según las tradiciones y prácticas judías.
El Evangelio de Marcos narra cómo diferentes personas examinaron al Señor y cómo nadie pudo hallar ninguna falta en El. Al estudiar este evangelio nosotros tampoco encontramos ni falta ni defecto en la vida del Señor según la economía de Dios. Los principales sacerdotes, los escribas, los ancianos, los fariseos, los saduceos y los herodianos intentaron encontrar alguna falla en el Señor Jesús conforme a la ley y las tradiciones judías y según la política romana. Examinemos la vida del Señor según la norma de la economía neotestamentaria, la cual es mucho más estricta. Si lo hiciéramos, tampoco encontraríamos ningún error en El. El no solamente cumplió la ley, sino también la economía de Dios.
La vida del Señor Jesús, según la narra Marcos, es un modelo cabal y perfecto de la economía neotestamentaria de Dios. Por tanto, si queremos entender lo que revela Mateo, Lucas o Juan necesitamos estudiar el modelo que presenta Marcos. Si lo hacemos, este modelo llegará a ser la clave para entender los otros tres evangelios.
Entre los cristianos actuales se da mucho el debate y la división. Esto resulta de estar en tinieblas y de no tener la visión de la economía neotestamentaria de Dios. El cielo bajo el cual están muchos cristianos se ha oscurecido, y ellos llevan a cabo sus pláticas y estudios en tinieblas. ¡Cuánto necesitamos que nuestro cielo espiritual esté claro! Espero que mediante este Estudio-vida del Evangelio de Marcos la luz celestial resplandezca sobre usted y que vaya en aumento hasta que el día sea perfecto (Pr. 4:18).
¡Alabado sea el Señor por el claro panorama que tenemos de la economía neotestamentaria de Dios! Este panorama debe llegar a ser la visión que nos dirija, controle, guarde, preserve y que nos lleve adelante. Además, debe convertirse en la vara de medir, la norma, por la cual juzgamos los diferentes aspectos de la vida cristiana. Si tenemos esta visión, veremos que no es suficiente simplemente ser justos, santos, espirituales y victoriosos. Jacobo era una persona piadosa, pero se quedó corto con respecto a la economía de Dios. Quiera el Señor que todos recibamos la visión de la economía neotestamentaria de Dios y que veamos que el Evangelio de Marcos presenta el cuadro de una vida que concuerda con dicha economía.