Mensaje 64
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Lectura bíblica: Mr. 1:14-18; 4:26; 9:1-8; 10:23-25; Ro. 14:17
Al leer el Evangelio de Marcos, es importante conocer las circunstancias en la que vivió el Señor Jesús mientras estuvo en la tierra. Por más de cuatro mil años había existido la cultura humana, un aspecto de la cual era el judaísmo, una religión fuerte y típica formada según la Palabra santa de Dios. Cuando el Señor Jesús vivió en la tierra muchos devotos judíos abrazaban esta religión.
Este era el contexto histórico cuando el Señor Jesús empezó a realizar Su ministerio, que consistía en sembrarse en el pueblo escogido de Dios. El vivió y ministró en el centro de la tierra habitada, pues la nación de Israel ocupa ese lugar tanto geográfica como culturalmente. El Señor Jesús fue a este lugar para sembrarse en los escogidos.
¿Se había dado cuenta que el Señor Jesús vino al centro de la tierra habitada para sembrarse en el pueblo escogido de Dios? No conozco ningún libro cristiano que hable de que el Señor se siembra en la gente. Si indaga con los cristianos acerca del propósito por el cual vino el Señor, algunos tal vez responderán que El vino para salvar pecadores, o que vino a morir para salvarnos. Obviamente el Nuevo Testamento dice que Jesucristo vino para salvar a los pecadores (1 Ti. 1:15). No obstante, en el Evangelio de Marcos vemos que el objetivo de Su venida fue predicar el evangelio de Dios (1:14).
La frase el evangelio de Dios no significa simplemente que el evangelio sea de El, en el sentido de posesión. La idea principal es que el evangelio lo constituye el propio Dios. En el Nuevo Testamento, expresiones tales como la vida de Dios, el amor de Dios y la justicia de Dios se refieren a Dios mismo. Según el mismo principio, la expresión el evangelio de Dios muestra que el evangelio es el propio Dios. Así que, proclamar el evangelio de Dios en efecto es proclamar a Dios.
El Señor Jesús proclamó el evangelio del reino de Dios. ¿Qué es el reino de Dios? Es el propio Dios. Entonces, ¿qué es el evangelio del reino de Dios? Podemos responder diciendo que el evangelio es el reino, y el reino es Dios. El evangelio, el reino y Dios no están separados; aluden a lo mismo.
Es de vital importancia que comprendamos que el evangelio, el reino y Dios son uno. El evangelio es Dios y viceversa. Asimismo, el evangelio es el reino, y el reino es el evangelio. Así que, según el Nuevo Testamento, el evangelio del reino de Dios en realidad se refiere al propio Dios. Dios es el reino, y el reino es el evangelio. ¿Qué deberíamos proclamar hoy? A Dios como el reino, y el reino de Dios como evangelio.
No debemos pensar que aparte del reino de Dios haya algo que se llama evangelio. No, el evangelio es el reino de Dios. Tampoco debemos pensar que aparte de Dios haya algo que llamamos reino. No, el reino es el propio Dios. Así que, el Señor Jesús vino para proclamar el evangelio de Dios, es decir, el evangelio del reino de Dios. Ahora debemos estudiar cómo lo proclamó.
A estas alturas quisiera decir, a manera de recordatorio, que al leer la Biblia no debemos entenderla de manera natural. Ninguna palabra de las Escrituras se debe entender así. El problema que existe entre los cristianos es que, en su mayoría, ellos leen la Biblia según el conocimiento natural. Lo que necesitamos es recibir conocimiento espiritual. Por esta razón Pablo dice en Colosenses 1:9, que pedía [a Dios] por los santos para que fueran “llenos del pleno conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”. Por esto mismo oró también en Efesios 1:17, para “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de El”. El sabía que en esa epístola serían revelados misterios espirituales y que tenía que hacer uso del idioma humano. Le preocupaba que los destinatarios de dicha epístola entendieran sus escritos de manera natural, conforme a la letra. Así que, oró para que el Padre nos concediera espíritu de sabiduría y de revelación, lo cual indica claramente que no debemos tratar de entender la Biblia según nuestra mentalidad natural.
Sin duda, puesto que la Biblia es algo escrito, precisamos del debido entendimiento de las palabras. Sin embargo, no debemos interpretar lo escrito según nuestro entendimiento natural, sino conforme a la sabiduría y la revelación espirituales. Específicamente, necesitamos entendimiento espiritual para comprender cómo el Señor Jesús proclamó el evangelio.
Marcos 1:14 dice que Jesús vino a Galilea y que predicaba el evangelio de Dios. Según el versículo 15, el Señor dijo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio”. Las palabras del Señor son breves. En este capítulo no hay constancia de que haya dado un mensaje extenso. Al venir a Galilea para proclamar el evangelio, no dijo: “Todos deben darse cuenta que son pecadores. Ustedes cayeron en Adán, y ahora necesitan arrepentirse y creer en Mí. Yo vine para morir por sus pecados. Si no se arrepienten, irán al infierno”. En Marcos no se ve que el Señor haya dado ningún mensaje como ese.
El Evangelio de Marcos emplea un sólo capítulo, el capítulo cuatro, para hablar de la predicación del Señor. Este capítulo contiene el único mensaje que El diera en dicho evangelio. No dio ningún otro mensaje en los capítulos del uno al tres ni en los capítulos del cinco al dieciséis. Además, el único mensaje que dio en Marcos no lo predicó a los pecadores. El tomó una barca como Lugar Santísimo, y predicó el evangelio a Sus discípulos.
¿Cuál es el pensamiento central del mensaje que dio el Señor en Marcos 4? El pensamiento central es que el Señor es el Sembrador que se siembra en nosotros. El empezó Su predicación con estas palabras: “He aquí, el sembrador salió a sembrar”. Luego, en 4:26 dijo: “Así es el reino de Dios, como si un hombre echara semilla en la tierra”. Este versículo presenta al Señor como el Sembrador que se siembra en el pueblo escogido de Dios.
Tal vez algunos se pregunten por qué decimos que el Señor Jesús vino para sembrarse en la gente, en lugar de decir que vino para predicar el evangelio. La razón por la que damos énfasis a lo primero es que la debida predicación del evangelio ha sido estropeada. Sí, el Nuevo Testamento dice que el Señor Jesús vino para predicar el evangelio. No obstante, El no lo predicó de la manera que nosotros pensamos. En Marcos 4 vemos que el Señor predicó el evangelio sembrándose en la gente.
Marcos expresa que el Señor Jesús vino a Galilea predicando el evangelio. Pero ¿cómo lo predicó, y qué evangelio proclamó? No debemos entender ni el evangelio ni Su predicación de manera natural.
Acerca de esto, a muchos cristianos los ciega el grueso velo de la tradición. Ellos dan por sentado que saben lo que es predicar el evangelio según el Nuevo Testamento. Como vimos, Marcos 4 revela que predicar el evangelio es sembrar la semilla. Además, en un mensaje anterior hicimos notar que la semilla que se siembra es el reino.
Si deseamos comprender debidamente lo que es el evangelio y la predicación de éste, debemos examinar lo que se revela en el Evangelio de Marcos. Primero, en 1:14 vemos que el Señor predicó el evangelio de Dios, y que en el versículo 15 habló del reino de Dios y del evangelio. A partir de este versículo no se vuelve a mencionar el reino sino hasta el capítulo cuatro. En 4:26 dice: “Así es el reino de Dios, como si un hombre echara semilla en la tierra”. Por consiguiente, en este capítulo vemos qué es el reino de Dios y qué significa predicar el evangelio. Predicar equivale a sembrar.
Marcos 1:14-15 muestra que el reino de Dios es el evangelio. En el versículo 14 el Señor Jesús predicó el evangelio de Dios, mientras que en el versículo 15 dijo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Así que, el evangelio que predicó el Señor equivale al reino de Dios que se había acercado, y el reino equivale al evangelio. Además, arrepentirse y creer en el evangelio equivale a arrepentirse y creer en el reino de Dios. Por consiguiente, es correcto decir que el reino de Dios es el evangelio.
Hemos recalcado enfáticamente que según Marcos, predicar el evangelio es sembrar la semilla. Marcos 1:15 dice que el reino de Dios se ha acercado. Pero ¿cómo se acerca? Se acerca por medio de la siembra. Si no hay siembra, el reino de Dios no se acerca. El reino se acercó por medio de la siembra que llevó a cabo Jesús, la cual fue Su predicación.
Dudo que muchos evangelistas sepan que su predicación del evangelio debe ser una siembra. Predicar el evangelio equivale a sembrar a Jesucristo en el corazón de las personas.
En Marcos 1 se ve la predicación, y en Marcos 4, la siembra. La siembra del uno equivale a la predicación del otro. Sembrar equivale a predicar, y viceversa. Además, el reino de Dios en el capítulo cuatro es el evangelio de Dios en el capítulo uno. Esto quiere decir que predicar el evangelio de Dios y sembrar la semilla del reino de Dios aluden a lo mismo.
El Señor Jesús predicó el evangelio a manera de siembra, y no sólo esto, sino que El era la semilla misma, la semilla del reino. Una vez que la semilla se siembra en nosotros, se desarrolla hasta convertirse en un reino. Si leemos detenidamente el capítulo cuatro de Marcos veremos que la semilla del reino es Jesús y que su desarrollo en la totalidad de los creyentes es el reino. Según las epístolas de Pablo, esta totalidad es la iglesia.
Las palabras de Pablo en Romanos 14:17 indican que el reino de Dios es la iglesia: “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Si estudiamos los capítulos del doce al catorce de la epístola a los Romanos veremos que el reino de Dios que se menciona en ellos es en efecto la vida de iglesia. Luego, en el capítulo catorce, Pablo habla de recibir a los santos, lo cual se relaciona con la vida de iglesia. Esto indica que la vida de iglesia actual es el reino de Dios. El reino es el desarrollo del Señor Jesús como semilla del reino en los creyentes.
Debido a la influencia de la cultura y del judaísmo que prevalecía en aquellos días, a muchas personas les interesaba cultivar su religión, su ética, su moralidad y su carácter. De pronto, se presenta la persona que había venido para sembrarse en el pueblo escogido de Dios. Cuando el Señor Jesús se preparaba para iniciar Su ministerio de siembra, lo primero que hizo fue dejarse bautizar. Al ser bautizado, todo lo relacionado con la cultura y la religión fue sepultado junto con El, lo cual significa que los eliminó. Después de salir de las aguas del bautismo comenzó a sembrarse en el pueblo de Dios.
El Señor Jesús, la semilla, se sembró en el pueblo escogido de Dios, la tierra. El era el verdadero trigo y quería crecer en esa tierra. Podemos decir que los elementos de la cultura y la religión son la cizaña que también crece en dicha tierra. ¿Se le había ocurrido a usted que la religión fuera cizaña, algo que crece como rival de Cristo, quien es el trigo? La cultura, la religión, la ética, la moralidad, la filosofía y el cultivo del carácter son cizaña que compite con el trigo.
Aunque hemos sido cristianos por muchos años, puede ser que aún no conozcamos claramente nuestra condición. Debemos comprender que además de Cristo como trigo, muchas otras cosas se siguen cultivando en nuestro ser. Estas cosas son cizaña que ocupa el lugar de Cristo y que debe ser erradicada. Además, también están los diez elementos que mencionamos en los mensajes anteriores: la cultura, la religión, la ética, la moralidad, la filosofía, el carácter y el esfuerzo por ser espiritual, ortodoxo, santo, y victorioso. No debemos permitir que éstos ocupen el lugar de Cristo; más bien, Cristo debe reemplazarlo todo. Como ya subrayamos, Cristo es el reemplazo universal. No obstante, es posible que estos diez elementos tomen el lugar de Cristo en nuestra vida cotidiana.
En este mensaje vimos que con el bautismo del Señor Jesús se le puso fin a los elementos de la cultura y la religión. También vimos que en Su ministerio, el Señor se sembró en el pueblo de Dios con miras al desarrollo del reino de Dios. El reino cumple el propósito eterno de Dios, el cual consiste en edificar la iglesia para que exprese al Dios Triuno. El reino también nos trae satisfacción, un disfrute divino. Según el Evangelio de Marcos, el Señor Jesús vino al centro de la tierra habitada para sembrarse en los escogidos, desarrollarse en ellos y convertirse en el reino que cumple el propósito de Dios y que nos trae disfrute a nosotros.