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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Mateo»
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Mensaje 32

SE INICIA EL RECHAZO AL REY

(1)

  En este mensaje llegamos a la época en que se inició el rechazo del Rey (Mt. 12:1-50).

I. LA CAUSA DEL RECHAZO: EL SEÑOR QUEBRANTO EL SABADO

  La causa del rechazo hacia el Señor fue el hecho de que El hubiera quebrantado el “sabát”, el sábado (Mt. 12:1-14).

A. Se arrancan espigas de trigo de los sembrados para comer, en día sábado

1. El Rey celestial y Sus discípulos pasan por los sembrados de trigo en día sábado, y los discípulos arrancan espigas y comen

  Mateo 12:1 dice: “En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en sábado; y Sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer”. La expresión “en aquel tiempo” une este capítulo con el capítulo once. Un día de sábado, durante el tiempo en que el Señor llamaba a la gente a descansar de sus esfuerzos por guardar la ley y los preceptos religiosos, El pasó por los sembrados en sábado junto con Sus discípulos y ellos comenzaron a arrancar espigas y a comer, aparentemente quebrantando el sábado. Debemos recordar que Mateo, en su narración, solía presentar ciertos hechos juntos, para dar una enseñanza. La narración en otros evangelios no guarda exactamente el mismo orden que el de Mateo. La expresión “en aquel tiempo” es muy significativa. Se refiere al tiempo en que el Señor hizo el llamado a descansar. En aquel tiempo, todos Sus discípulos tenían hambre. Cuando uno tiene hambre, no tiene descanso, pues el descanso incluye satisfacción. Cuando uno está satisfecho, descansa; pero si no está satisfecho, no puede descansar.

  Cuando el Señor llamó a la gente a descansar, Sus discípulos tenían hambre. Por esta razón, El los condujo hacia los sembrados de trigo. Indudablemente, El sabía que esos campos estaban listos para cosechar, llenos de espigas buenas para comer. El Señor Jesús los condujo allí a propósito. Dándose cuenta de que Sus discípulos tenían hambre, los guió hacia los sembrados para que descansaran. Esto fue una señal. El llamamiento a venir a El para descansar presentado en el capítulo anterior, se cumplió en el sábado, lo cual se demuestra con las palabras “en aquel tiempo”, del capitulo doce. El sábado era el día de reposo; en ese día el Señor llamó a la gente a descansar. Es como si el Señor les dijera: “Vosotros guardáis celosamente el sábado, pero aún en sábado estáis laborando y esforzándoos por guardar la ley. Estáis sumamente cargados con todas las leyes, rituales, formalismos y preceptos. A pesar de que estáis guardando el sábado externamente, en realidad no tenéis ningún reposo. Necesitáis venir a Mí. Estáis laborando y llevando la pesada carga de guardar la ley. Venid a Mí y encontraréis reposo”. Pedro y Juan pudieron haber dicho: “Tenemos hambre y no podemos descansar; necesitamos algo que comer”. Pero era el día sábado, y prácticamente toda actividad había cesado. Por eso, les era difícil a los discípulos conseguir algo para comer. Sabiendo esto, el Señor Jesús los condujo hacia los campos de trigo.

  Anteriormente, yo no entendía por qué el Señor hizo esto. Pero ahora puedo entender que lo hizo porque El había llamado a la gente a descansar en el sábado. El Señor sabía que Sus discípulos tenían hambre, y que por ser sábado, era difícil conseguir alimento. A ellos no se les permitían comprar ni preparar alimentos, ni aun ir a ningún lugar ese día. Los discípulos pudieron haber dicho: “Señor Jesús, ¿qué haremos? Tú nos llamaste a venir a Ti para descansar, pero tenemos hambre, y parece que no tenemos manera de conseguir algo que comer, ¿cómo podemos descansar teniendo tanta hambre?” Los discípulos aún estaban bajo la carga de guardar los preceptos del sábado. Estos preceptos llegaron a ser una pesada carga para los hambrientos discípulos. Así que, el Señor Jesús tomó la iniciativa de quebrantarlos al conducir a Sus discípulos a los sembrados. La intención del Señor era liberar a los discípulos del precepto de guardar el sábado. Al entrar a los sembrados, todos fueron liberados de esa carga y fueron satisfechos, entrando así al reposo. Este es el contexto del rechazo hacia el Señor en el capítulo doce. ¿Debían los discípulos sufrir hambre por guardar el sábado o debían olvidarse del sábado y conseguir algo para satisfacer su hambre? El Señor tomó la iniciativa de conducir a Sus hambrientos discípulos a los sembrados, donde ellos encontraron comida.

2. Los fariseos condenan a los discípulos del Señor, al ver que quebrantaron el sábado

  El versículo 2 dice: “Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado”. Los fariseos, “la patrulla del sábado”, sorprendió al Señor Jesús y a Sus discípulos. Ellos deben haber estado observando al Señor, de otra manera, ¿por qué estaban en los sembrados en el día sábado? Los fariseos deben haber estado siguiendo y espiando al Señor a propósito.

  Los fariseos condenaron la acción de los discípulos del Señor, diciendo que no era lícito hacer eso en sábado. El sábado fue ordenado para que los judíos se acordaran de la terminación de la obra creadora de Dios (Gn. 2:2), observaran la señal del pacto que Dios había hecho con ellos (Ez. 20:12), y se acordaran de la redención que Dios efectuó por ellos (Dt. 5:15). Por lo tanto, profanar el sábado era una infracción grave a los ojos de los religiosos fariseos. Para ellos no era lícito ni bíblico hacer esto, ya que no tenían el debido conocimiento de las Escrituras. Basándose en su escasa compren- sión, se preocupaban más por el rito de observar el sábado, que por el hambre de la gente. ¡Qué necedad es observar un rito vano!

3. La defensa del Rey

  Este ambiente proporcionó al Señor Jesús la oportunidad para revelar más aspectos de Su persona. Para los fariseos, Jesús había sido sorprendido, pero para el Señor Jesús, ésa fue una oportunidad para revelarles, tanto a ellos como a Sus discípulos, quién era El. Hasta ese momento se había revelado como el Médico, el Novio, el Pastor y el Señor de la mies. Pero después de ser sorprendido por los fariseos, el Señor reveló por lo menos otros cinco aspectos principales de Su persona.

a. David y sus hombres entraron a la casa de Dios y comieron los panes de la presencia

  Conforme a los versículos 3 y 4, el Señor preguntó a los fariseos: “¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comieron los panes de la presencia, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?” Los fariseos dijeron que no era lícito que los discípulos del Señor arrancaran espigas de los sembrados y las comieran; así que, los condenaron por obrar en contra de las Escrituras. Pero el Señor respondió: “¿No habéis leído...?” haciéndoles saber otro aspecto de las Escrituras que los justificaba a El y a Sus discípulos. Así los fariseos quedaron condenados por carecer del adecuado conocimiento de las Escrituras. Parece que el Señor Jesús les dijera: “Vosotros habéis venido aquí a sorprenderme basados en las Escrituras. pero no penséis que conocéis muy bien la Biblia. Sólo la conocéis parcialmente y de manera superficial. Nunca habéis entrado en la profundidad de la Palabra. Es posible que la hayáis leído, pero no la entendéis. Leed acerca de lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre. Comieron el pan de la presencia en el templo, el cual de acuerdo con las ordenanzas levíticas, no debían comer. Vosotros pensáis que he hecho algo ilegal, pero, ¿no habéis leído que David y sus seguidores hicieron lo mismo?” Debemos admirar cómo conocía el Señor la Biblia.

  Aquí la palabra del Señor implica que El es el verdadero David. En los tiempos antiguos, cuando David y sus seguidores fueron rechazados, entraron en la casa de Dios y comieron el pan de la presencia (v. 4); aparentemente quebrantando la ley levítica. En la ocasión descrita en estos versículos el verdadero David y Sus seguidores fueron rechazados, y los discípulos arrancaron espigas y las comieron, aparentemente actuando en contra del precepto de guardar el sábado. Así como David y sus seguidores no fueron inculpados, de igual manera, Cristo y Sus discípulos no debían haber sido censurados. Ambos casos están relacionados con el comer. El rey David prefiguraba a Cristo, quien es el David verdadero. David tenía seguidores, y Cristo, el David verdadero, también tenía a los discípulos como Sus seguidores. Tal como el rey David y sus seguidores fueron rechazados por la gente, así también lo fueron el David verdadero y Sus discípulos. Así como David y los que con él estaban tuvieron hambre, también Cristo y los que estaban con El, la tuvieron. Además, ni David y sus seguidores, ni Cristo y Sus discípulos tenían nada que comer, pero en ambos casos había un lugar donde podían encontrar alimento. En el caso de David, era la casa de Dios, y en el de Cristo, los sembrados. Todo esto indica que David y sus seguidores eran un tipo, o sombra, de Cristo y Sus discípulos.

  Además, en la palabra del Señor queda implícito aquí el cambio dispensacional del sacerdocio al reinado. En los tiempos antiguos, la venida de David cambió la dispensación poniendo fin a la era de los sacerdotes e introduciendo la era de los reyes, en la cual los reyes tenían una posición más alta que la de los sacerdotes. En la era de los sacerdotes, el líder del pueblo tenía que escuchar al sacerdote (Nm. 27:21-22). Pero en la era de los reyes, el sacerdote tenía que someterse al rey (1 S. 2:35-36). Por tanto, no fue ilegal lo que hizo el rey David junto con sus seguidores. Ahora la venida de Cristo cambió de nuevo la dispensación, poniendo fin a la era de la ley e introduciendo la era de la gracia, en la cual Cristo está por encima de todo. Todo lo que El hace es correcto. El asunto de guardar el sábado pertenecía a la antigua dispensación de la ley. Pero en la era de la gracia, Cristo tiene la palabra final. Ya no es un asunto que depende de la ley, sino de Cristo. De aquí que el Señor parecía estar diciendo a los fariseos: “No debéis condenarme ni a Mí ni a Mis discípulos. Debéis saber que la palabra final en este asunto ya no pertenece a la ley, sino a Cristo. Ahora soy Yo quien tiene la palabra final. Yo soy el verdadero Rey, el David verdadero; y también soy el Cristo, quien introdujo la dispensación de la gracia. Así que, lo que Yo diga o haga es la decisión final”. Supuestamente los fariseos conocían la Biblia, pero aquí ellos perdieron claramente el caso. ¡Qué contundente fue la defensa del Señor!

b. Los sacerdotes profanan el sábado en el templo

  En el versículo 5 el Señor preguntó a los fariseos: “¿O no habéis leído en la ley que en los sábados los sacerdotes en el templo profanan el sábado, y son sin culpa?” Aquí el Señor les mostró a los fariseos otro caso en las Escrituras, exponiendo así cuán pobre era el conocimiento que ellos tenían de la Palabra. El Señor les señaló que los sacerdotes no tenían culpa por cualquier actividad que llevaran a cabo en el templo en día sábado.

c. El Rey celestial es mayor que el templo

  Posteriormente, en el versículo 6 el Señor declaró: “Pues os digo que hay aquí algo mayor que el templo”. ¡Qué audaz era el Señor! El era un nazareno, pero mientras estaba delante de los fariseos, es como si dijera: “¡Miradme, Yo soy superior al templo! Es posible que los fariseos fuesen sorprendidos a tal grado que no pudieron responder nada.

  El Señor les reveló a los fariseos que El era mayor que el templo. Esto indicaba otro cambio, el cual cumplía el tipo del templo y lo reemplazaba por una persona. En el caso de David hubo un cambio de una época a otra. En este caso, en el cual se tratan los sacerdotes, hubo un cambio del templo a una persona superior al templo. Puesto que los sacerdotes no tenían culpa al laborar en el templo el día sábado, ¿cómo tendrían culpa los discípulos del Señor al actuar en el día de sábado en Aquel que es mayor que el templo? En el primer caso el rey quebrantó los preceptos levíticos; en el segundo, los sacerdotes quebrantaron el precepto de guardar el sábado. Conforme a las Escrituras, ninguno tenía culpa. Así que, conforme a la Biblia, lo que el Señor hizo aquí era correcto.

  Aparentemente, los sacerdotes estaban profanando el sábado, pero en realidad no era así, porque estaban en el templo. En la esfera del templo todas las cosas y todos los días eran santos. Fuera del templo, todo era común, pero una vez que algo era introducido en el templo, era santificado por éste. De la misma manera, todos los días fueron santificados por el templo. Fuera del templo existían días comunes y días santos, pero dentro del templo no había tal distinción. En el templo todo era santo: las cosas, los días, los asuntos y las personas. Sin embargo, el templo era sólo una sombra y no la realidad. La realidad es Cristo, el templo supremo. Parece que el Señor les decía: “Yo soy el templo supremo, el verdadero templo. En Mí son santificados y santos Pedro, Juan y todos estos pescadores galileos. Además, en Mí cada día es un día santo. Si los sacerdotes eran libres de actuar y de llevar a cabo varias actividades en el templo el día sábado, entonces, ¡cuánto más estos queridos pueden actuar libremente en Mí! El templo protegió a los sacerdotes, y Yo, el Templo supremo, protejo a Mis discípulos. Fariseos, no me molestéis, y dejad en paz a Mis discípulos, porque todos ellos están en el templo supremo”. Esto fue un cambio de la tipología a la realidad. La defensa del Señor fue tan clara que los fariseos no pudieron argumentar ni contradecir al Señor. Así que, guardaron silencio.

d. Dios desea misericordia y no sacrificio

  Después de esto el Señor les dijo que si hubieran sabido qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”, no habrían condenado a los que no tenían culpa (v. 7). Con esto el Señor muestra que lo que los fariseos hicieron no concordaba con el deseo del corazón de Dios. Ellos actuaban estrictamente en cuanto a las ordenanzas, pero descuidaban la misericordia de Dios. A pesar de que Dios desea la misericordia antes que el sacrificio.

e. El Hijo del Hombre es el Señor del sábado

  Finalmente, en el versículo 8 el Señor dijo: “Porque el Hijo del hombre es Señor del sábado”. ¡Qué audaz era el Señor Jesús! El ganó el caso, y los fariseos, estremecidos y sorprendidos, guardaron silencio. No tenían nada que decir. Lo que el Señor dijo a los fariseos es semejante a que uno le dijera a un patrullero de caminos de hoy que él mismo es el señor del camino. Supongamos que un patrullero lo detiene a usted, y usted le dice: “No me moleste, yo soy el dueño del camino, este camino me pertenece a mí. Usted es simplemente un patrullero empleado por mí, y yo, como señor del camino, puedo cambiar todas las reglas. Es verdad que le di ciertas instrucciones acerca del camino, pero ahora las estoy cambiando, y como soy el dueño del camino, puedo hacerlo sin previa notificación”.

  En el versículo 8 el Señor presenta el tercer cambio, del sábado al Señor del sábado. Como Señor del sábado, El tenía derecho de cambiar los preceptos con respecto a ese día. Así que, el Señor pronunció un veredicto triple contra los fariseos que le condenaban. El era el verdadero David, el templo mayor y el Señor del sábado. Por lo tanto, El podía hacer todo lo que quisiera en sábado, y El justificó todo lo que hizo. El Señor estaba por encima de todos los ritos y reglas. Debido a que El estaba presente, ya no debían prestar atención a ningún rito ni regla.

B. El Señor Jesús, en sábado, sana en la sinagoga a un hombre que tenía una mano seca

1. El Rey celestial entra en una sinagoga

  El versículo 9 dice: “Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos”. Después de ganar el caso a los fariseos, el Señor Jesús entró en la sinagoga de ellos. Esto ocurrió en otro día sábado (Lc. 6:6). El Señor Jesús verdaderamente era un causante de muchos problemas. Después de crear problemas en los sembrados venciendo a la “patrulla del sábado”, conforme a la narración de Mateo, El fue con Sus discípulos a la sinagoga, a causar aun más problemas.

2. El hombre de la mano seca

  En la sinagoga se encontraba un hombre que tenía una mano seca. Cuando los fariseos preguntaron al Señor si era lícito sanar en sábado, El les respondió: “¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cae en un hoyo en sábado, no le echa mano, y la levanta? Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por consiguiente, es lícito hacer bien en sábado” (vs. 11-12). Aquí podemos ver la sabiduría del Señor; esta vez no citó ningún versículo, pero hizo referencia a la práctica de los fariseos. En el primer caso, el Señor citó la Escritura, pero en el segundo, recurrió a la historia. Una vez más los fariseos guardaron silencio.

3. La mano seca restaurada

  El versículo 13 dice: “Entonces dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra”. El Señor dijo al hombre: “Extiende tu mano”. En la palabra del Señor estaba la vida que reanima. Al extender el hombre su mano, recibió la palabra vivificante del Señor, y su mano seca fue restaurada por la vida contenida en esa palabra.

  El hecho de que el Señor condujera a Sus discípulos hacia los sembrados, indica que el Señor, como Cabeza del Cuerpo, se ocupaba de Sí mismo; como Cabeza El lo es todo: el David verdadero, el templo supremo y el Señor del sábado. La restauración de la mano seca significa que cuidaba de Sus miembros. Ese sábado sanó la mano seca de un hombre, y lo comparó a una oveja. La mano es un miembro del cuerpo, y la oveja, miembro del rebaño. El Señor estaba dispuesto a hacer todo lo posible para sanar a Sus miembros, es decir, para rescatar a Sus ovejas caídas. Sin importar si es o no sábado, al Señor le interesa sanar a los miembros muertos de Su Cuerpo. No le importan las ordenanzas; el rescate de Sus ovejas caídas es para El lo más importante.

  El Evangelio de Mateo no es un simple libro de historias o doctrinas, por lo cual, siempre que lo leamos debemos entrar en las profundidades de este libro. Si vemos estos dos casos juntos, nos daremos cuenta de que, en el primero, Cristo se presentó a Sí mismo como la Cabeza, y en el segundo, cuidó de los miembros de Su Cuerpo. La mano es un miembro del cuerpo, y la oveja es parte del rebaño, el cual hace referencia al Cuerpo de Cristo. En el primer caso el Señor Jesús se ocupó de Su señorío, de Su autoridad como Cabeza; y en el segundo, cuidó de uno de Sus débiles y enfermos miembros. A El no le interesa el sábado, sino únicamente Su autoridad como Cabeza y los miembros de Su Cuerpo. Por lo tanto, concluimos que al Señor sólo le interesa Cristo y la iglesia. El podía decir: “El día sábado no significa nada, no tengo ningún interés en eso. Lo que realmente me interesa es Mi autoridad y los miembros de Mi Cuerpo. Ya que soy la Cabeza y el Señor, todo lo que Yo diga está correcto. Como lo único que interesa es Mi señorío y Mis miembros, procuro que dichos miembros sean vivientes. Quiero rescatarlos, elevarlos y sanarlos. No me interesan todas esas prácticas religiosas y doctrinales. Sólo me interesa que Mis miembros estén fuertes y vivientes”. En el corazón del Rey celestial no tenía cabida ni el sábado ni ningún tipo de doctrina u ordenanza. En lugar de eso, lo que tenía en Su corazón era Su señorío. Debemos ver que El es el Señor y que El es superior al sábado. El sábado es meramente un instrumento utilizado por El, pero El mismo es el Señor del sábado. El también tiene cuidado de Sus miembros, incluyendo cualquier miembro del Cuerpo que se encuentre enfermo, débil o en una situación difícil. El hará algo para rescatar, sanar y vivificar a tal miembro. Oro al Señor para que todos veamos esto.

  Este principio es el mismo hoy en día. Mientras estemos por Cristo y la iglesia con todos sus miembros, todo estará bien y no tendremos cargas ni ordenanzas que llevar. Aquél sábado los doce discípulos fueron satisfechos y descansaron, y también en día sábado el hombre que tenía la mano seca encontró reposo. Así que, éstos fueron sábados genuinos para los discípulos y para el hombre que tenía la mano seca, pues ahí fueron alimentados o sanados por Cristo; El suplió todas sus necesidades, y hoy día hace lo mismo.

4. Los fariseos planean matar al Rey celestial

  El versículo 14 dice: “Pero saliendo los fariseos, tomaron consejo contra Jesús para ver cómo matarlo”. A los ojos de los fariseos religiosos, el hecho que el Señor quebrantara el sábado significaba que ponía fin al pacto efectuado por Dios con la nación de Israel, esto es, ponía fin a la relación que existía entre Dios e Israel. Por lo tanto, tomaron consejo contra El para matarlo. El quebrantamiento del sábado hizo que los judíos fanáticos rechazaran al Rey celestial. Los fariseos, los que se aferraban tanto de las Escrituras, formaron un complot para matar a Jesús, ¡so pretexto de hacerlo para Dios! Es difícil de creer, pero lo hicieron cegados por su religión. Ellos no tenían la visión ni de Cristo ni de la iglesia, ni de la Cabeza ni de los miembros. Su religión los cegó y privó de la visión completamente. A su parecer el Señor Jesús debía ser eliminado, así que tomaron consejo para matarlo. Finalmente, ellos clavaron a Cristo en la cruz; no obstante, esto fue conforme a la soberanía de Dios.

  En Mateo 12:14, el rechazo hacia Cristo de parte de la religión llegó a su punto culminante. La religión rechazó totalmente al Rey celestial y formó complot para eliminarlo.

II. EL RECHAZO HACE QUE EL REY SE VUELVA A LOS GENTILES

A. El Rey se retira de los que le rechazan

  Tal rechazo hizo que el Rey, con Su salvación real, se volviera de los judíos a los gentiles (12:15-21). El versículo 15 dice: “Sabiéndolo Jesús, se retiró de allí”.

B. El Rey sana a toda la gente

  El versículo 15 también dice que muchos le siguieron, y que El sanaba a todos. Según el versículo 16, El “les encargaba rigurosamente que no lo descubriesen”. El les encargaba esto debido al complot de los fariseos. Por tanto, desde entonces, el Señor Jesús hacía lo posible por ocultarse.

C. La profecía de Isaías con respecto a que el Rey se volvería a las naciones

  Los versículos 17 y 18 dicen: “Para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo: ‘He aquí Mi Siervo, a quien he escogido; Mi amado, en quien se complace Mi alma; pondré Mi Espíritu sobre El, y a los gentiles anunciará el derecho’”. Esto indica claramente que debido al rechazo de los judíos, el Rey celestial y Su reino celestial, se volverían a los gentiles, y éstos lo recibirían y confiarían en El (v. 21).

1. El Señor no contendería ni vocearía en las calles

  El versículo 19 dice: “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles Su voz”. Esto indica que no tenía más la libertad para ministrar abiertamente y tenía que ocultarse. El rechazo y el hecho de que el Señor tuviera que ocultarse, se debía a que El había traspasado las reglas religiosas. Las traspasó porque prestó atención a Su autoridad como Cabeza y al cuidado de los miembros de Su Cuerpo. Por esta razón, el rechazo alcanzó su punto culminante. El mismo principio permanece hasta hoy. Cuanto menos nos preocupemos por las regulaciones religiosas y más nos ocupemos de Cristo y de Su Cuerpo, más intensa será la oposición.

2. El Señor no quebraría la caña cascada ni apagaría el pábilo humeante

  El versículo 20, una cita adicional de Isaías, dice: “La caña cascada no quebrará, y el pábilo humeante no apagará, hasta que saque a victoria el derecho”. Cristo, como Aquel que es ungido con el Espíritu, no vocearía en las calles, no quebraría la caña cascada, ni apagaría el pábilo humeante. Esto indica que aunque El era rechazado y recibía oposición, todavía estaba lleno de misericordia. Los judíos que se le opusieron eran como cañas cascadas y como pábilos humeantes. Los judíos solían hacer flautas de caña. Cuando una caña estaba cascada, la quebraban. Además, hacían mechas de lino que quemaban aceite. Cuando se agotaba el aceite, la mecha humeaba y la apagaban. En el pueblo del Señor algunos son como cañas cascadas, las cuales no pueden producir sonido musical: otros son como pábilos humeantes, las cuales no pueden producir una luz resplandeciente. No obstante, el Señor no quebrará las cañas cascadas ni apagará el pábilo humeante. A pesar de que el Señor fue rechazado, seguía siendo misericordioso. Pues no quebraría ni aun a aquellos que fueran cañas cascadas, ni apagaría a los que fueran mechas humeantes. Por el contrario, El seguiría teniendo abierta la puerta de la misericordia y de la gracia para ellos. Aun hoy entre Sus seguidores y creyentes, hay muchos que han llegado a ser como una caña cascada, incapaces de producir un sonido musical. Todas esas cañas cascadas debían ser quebradas y tiradas, pero Cristo no hará esto. Además, aunque muchos de Sus creyentes, como mechas para aceite, no producen una luz resplandeciente y por ello debían ser apagadas y tiradas, tampoco haría esto. Pero en cambio, El es misericordioso. No importa cuánta oposición, persecución o ataque reciba, este Rey celestial sigue siendo misericordioso. El es un Salvador real, lleno de misericordia. Aunque uno lo rechace hoy, El continúa siendo misericordioso. Si mañana usted dice: “Señor Jesús, me arrepiento”, El lo recibirá amorosamente. ¡Cuán misericordioso es el Salvador! Nunca quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo humeante. En cambio, El esperará hasta que recibamos Su misericordia y gracia.

D. Los gentiles (las naciones) pondrían su esperanza en Su nombre

  El versículo 21 dice: “Y en Su nombre pondrán los gentiles su esperanza”. Debido al rechazo de parte de los judíos fanáticos, el Rey celestial con Su salvación se volvió a los gentiles. Ahora los gentiles ponen sus esperanzas en Su nombre, creyendo en El, y recibiéndole como su Salvador real.

  Esta porción de la palabra revela que, por un lado, el Señor es audaz, pero por otro, es misericordioso. El es poderoso, pero también misericordioso y manso. Este es el Rey que estableció el reino de los cielos, y ésta es la manera en que lo hizo. No debemos pensar que en el capítulo doce el Señor fue derrotado. Pensar así es aferrarse a un concepto erróneo. El no estaba derrotado; al contrario, estaba estableciendo Su reino. Es exactamente lo mismo con nosotros hoy en día. No debemos decir: “Hay muchos ataques, oposición y rumores negativos contra nosotros, ¡qué difícil es esta situación para el recobro del Señor! El recobro será vencido”. Decir esto es una equivocación. Aunque somos tan pequeños en número, y pareciera que todo el cristianismo se levanta contra nosotros, en realidad estamos en lo correcto. ¿Quién ama la Biblia y la conoce como nosotros? ¿No vivimos en la presencia de Dios y amamos al Señor Jesús? ¿No lo tomamos como nuestra vida día tras día? ¿Entonces por qué tantos queridos cristianos se oponen a nosotros y no a otros? Lo que nos sucede es lo mismo que le sucedió al Señor Jesús cuando estuvo en la tierra. Aunque El era un hombre pequeño, el enemigo de Dios sabía que El lo derrotaría y establecería el reino de los cielos. El principio es el mismo hoy en día. El enemigo sabe que éste es el recobro del Señor, y que tal recobro lo vencerá y establecerá el reino de los cielos. Jamás consideremos que el recobro del Señor es una obra cristiana ordinaria. Cuanta más oposición, persecución, críticas y ataques se nos presentan, más somos confirmados. No consideremos que la oposición es señal de decadencia. Si nadie se opusiera, sería una evidencia de que estamos mal y de que hemos perdido el testimonio. Pero mientras enfrentemos oposición y seamos atacados, esto será un indicio de que estamos bien. Los ataques en lugar de ser una pérdida, son una ganancia. Esta es la manera en que el reino de los cielos se edifica. Se edifica a través de los ataques, las persecuciones y las críticas. En Mateo 12 el Señor Jesús no estaba perdiendo la batalla, sino que la estaba ganando. Lo mismo sucede hoy en día. Alabamos al Señor porque no estamos peleando la batalla de una manera humana, sino a la manera del Señor Jesús. Mientras El era atacado, ganaba la victoria. De la misma forma, cuanto más el recobro sea atacado, más el reino de los cielos será establecido. Sin duda, este reino está siendo establecido entre nosotros en el recobro del Señor. ¡Gloria a El!

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