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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Mateo»
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Mensaje 41

EL TESORO Y LA PERLA

  En este mensaje tengo la carga de dar una palabra adicional acerca de las parábolas del tesoro y de la perla (Mt. 13:44-46). A través de los siglos no se han entendido estas dos parábolas de manera apropiada y cabal, ni se han aplicado correctamente. No quiero enfocar estas parábolas de una manera doctrinal, sino de una manera práctica y aplicable.

LOS HECHOS HISTORICOS

  Primeramente debemos recordar que Mateo 13 habla de los misterios del reino de los cielos. Los misterios revelados en estas parábolas abarcan toda la historia cristiana. En otras palabras, los misterios del reino de los cielos incluyen los eventos principales de la historia cristiana durante el período comprendido entre la primera venida del Señor y Su regreso. Para interpretar estas parábolas apropiadamente debemos poner atención a los hechos de la historia. De otra manera, lo que digamos acerca de ellas serán cosas imaginarias y no prácticas. Por ejemplo, para interpretar el sueño de Nabucodonosor mencionado en el capítulo dos del libro de Daniel, no podemos permitirnos pasar por alto los hechos históricos. Es necesario saber qué hechos históricos corresponden a la cabeza de oro, al pecho y los brazos de plata, y a las demás partes de la gran imagen que Nabucodonosor vio en su sueño. Apocalipsis 6 también muestra la necesidad de conocer los hechos históricos para poder interpretar las Escrituras. En dicho capítulo se habla de cuatro caballos: el caballo blanco, el rojo, el amarillento, y el negro. Se han propuesto muchas interpretaciones acerca de los cuatro caballos, pero, ninguna de ellas nos ha satisfecho porque no corresponden a los hechos históricos. Según éstos, desde la ascensión de Cristo se ha predicado el evangelio, o sea, se han divulgado las buenas nuevas, lo cual es representado por el caballo blanco. Después de esto se ha librado guerras, lo cual es representado por el caballo rojo, y se ha experimentado hambre, representada por el caballo negro, y muerte, representada por el caballo amarillento.

UN CUADRO COMPLETO DE LA CRISTIANDAD

  Teniendo en mente este principio, llegamos al capítulo trece de Mateo. Hemos hecho notar anteriormente que las primeras cuatro parábolas revelan la situación general del cristianismo. El trigo representa a los creyentes verdaderos; la cizaña, a los cristianos falsos; el gran árbol representa la cristiandad con su enorme organización; y la levadura que la mujer añadió a la harina, representa las doctrinas malignas y las prácticas paganas de la iglesia apóstata. Hemos visto que en la Biblia la flor de harina representa a Cristo como el alimento de Dios y de Su pueblo. Cuando todos estos asuntos se combinan, tenemos un cuadro completo de la cristiandad.

LOS VENCEDORES

  Las parábolas del tesoro escondido en el campo y de la perla que proviene del mar son un enigma. ¿Qué hechos históricos concuerdan con estas parábolas? Los verdaderos creyentes son el cumplimiento del trigo; los cristianos falsos, lo son de la cizaña; la cristiandad, del gran árbol; la iglesia apóstata, de la mujer; las cosas malignas del paganismo y las diversas enseñanzas heréticas, son el cumplimiento de la levadura; y Cristo como el alimento para Dios y el hombre, es el cumplimiento de la flor de harina. Pero, ¿qué hechos históricos pueden ser considerados como el cumplimiento de la parábola del tesoro y de la perla? Mientras consideraba este asunto delante del Señor, El me mostró que históricamente, aparte de los creyentes genuinos, los cristianos falsos, la cristiandad, la iglesia apóstata, las herejías, las prácticas paganas, y Cristo como alimento, tenemos los vencedores, quienes son más puros, genuinos, preciosos y valiosos que el trigo a los ojos de Dios. Para Dios estos vencedores son semejantes al tesoro escondido en el campo, y a la perla que proviene del mar. Desde el primer siglo hasta el presente, entre los muchos creyentes verdaderos, representados por el trigo, ha existido un reducido número de creyentes más puros, como las piedras preciosas transformadas que se encuentran escondidas en el campo. Hoy más que nunca esto es una realidad. En el recobro del Señor hay un buen número de santos que lo aman, quienes han abandonado el mundo, y no viven más por su vida natural. Aunque hayan tenido algunas fallas, ellos siguen procurando vivir en el espíritu, pasar tiempo en la presencia del Señor, permanecer en la voluntad de Dios, y ser uno con El de una manera práctica. Aquellos que viven de esta manera, no sólo son el trigo, de tamaño grande y abundante, sino que son piedras preciosas transformadas, que son pocos y se encuentran escondidos bajo la tierra. No muchos pueden descubrirlos, pero el Señor sí los ve.

REDUCIDOS PERO SOLIDOS

  Muchos santos del recobro del Señor pueden dar testimonio de que ellos no son únicamente trigo, sino algo mas sólido, valioso y precioso. Antes de que ciertos hermanos y hermanas vinieran al recobro, ya eran trigo. Exteriormente, eran cristianos inflados y espectaculares, pero durante los años en que han permanecido en el recobro, han sido reducidos y limitados. Año tras año se han hecho más pequeños. Cuando estaban inflados, eran suaves y livianos como el algodón, que fácilmente se estropea con un poco de agua. Pero después de ser reducidos, limitados y transformados, tienen la seguridad de ser más valiosos para el Señor. Muchos de nosotros podemos dar testimonio de esto. En el recobro del Señor no estamos tan inflados como antes; por el contrario, constantemente estamos siendo reducidos, transformados y hechos más sólidos. Después de llegar a ser tan duro y sólido como una piedra preciosa, ni una inundación nos puede dañar. En lugar de dañar a las piedras preciosas, el agua las hace más limpias y valiosas.

  Si analizamos la historia cristiana, encontraremos a aquellos que pertenecen a la categoría del tesoro y la perla. Las parábolas del tesoro y de la perla se refieren a los vencedores que han vivido a través de los siglos. Para demostrar qué son los creyentes genuinos el Señor utiliza el ejemplo del trigo que crece de la semilla sembrada en el campo. Sin embargo, esto es sólo un ejemplo general de los creyentes genuinos. El Señor usó otro caso para describir a los santos vencedores de la iglesia. Ellos una vez fueron granos de arena carentes de vida, pero cuando hirieron a Cristo, la ostra que vivía en las aguas de muerte del mar, y permanecieron en esa herida, participaron de la secreción de la vida de Cristo. De manera que no únicamente fueron regenerados, sino también transformados en perlas. Esto es mucho más que la semilla sembrada en un campo para producir trigo; es algo que ha venido a ser muy valioso mediante la secreción de la vida de Cristo.

LA IGLESIA Y EL REINO

  Hemos hecho notar que sin duda el tesoro se refiere a las piedras preciosas. La Nueva Jerusalén es la máxima consumación de la vida de la iglesia y de la vida del reino, porque en esta ciudad la vida de iglesia está combinada con el reino. La Nueva Jerusalén está edificada principalmente con perlas y piedras preciosas: sus puertas son perlas y sus muros y cimientos son de piedras preciosas. Todo esto se halla sobre una base de oro puro que sostiene toda la edificación. En este mensaje nos centraremos en las puertas de perla y en el muro construido de tesoro. La perla alude a la iglesia y el tesoro, al reino.

  La iglesia y el reino se mencionan en Mateo 13 de una manera misteriosa, en parábolas, pero en el capítulo dieciséis el Señor habla a Sus discípulos claramente acerca de la iglesia y el reino. En Mateo 16:18 El dice: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”, y en el versículo siguiente añade: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos”. En estos versículos vemos la iglesia y el reino. Para entender el tesoro y la perla de Mateo 13 debemos considerar cómo se presentan la iglesia y el reino en Mateo 16. Si oramos al leer estos dos capítulos, espontáneamente veremos que el tesoro es el reino, y que la perla es la iglesia, y los dos se hallan en la Nueva Jerusalén.

  Según Mateo 13, el Señor Jesús vendió todo lo que tenía y compró la perla. Hechos 20:28 dice que el Señor compró la iglesia con Su sangre. Esto significa que sobre la cruz El vendió todo lo que tenía y compró la iglesia. Este versículo constituye una confirmación contundente de que la perla de Mateo 13 es la iglesia, porque la perla fue comprada por el comerciante. No hay duda de que éste es el Señor.

LA VIDA DEL REINO

  Al ser regenerado, al nacer de nuevo, entramos a la esfera del reino (Jn. 3:5). La regeneración se relaciona con la perla, ya que ésta se produce según el principio de la regeneración. Al renacer, entramos a la esfera de Dios, a la esfera del reino. Después de ser regenerados, empezamos a vivir por el Señor. Debido a que le amamos, deseamos permanecer bajo Su control y ser restringidos por El. Muchos de nosotros hemos sido restringidos por todos lados. No somos limitados por los hombres, sino por algo interior e invisible, a saber, por la vida que se lleva bajo el gobierno celestial. Tratamos de hacer ciertas cosas, pero somos restringidos por un misterioso e invisible control interior. Nuestros familiares o compañeros de escuela son libres de hacer muchas cosas, pero nosotros no. Algo invisible ejerce un control interior en nosotros, de manera que vivimos bajo este control. Este es el tesoro, la vida del reino.

  Antes de ser cristianos, éramos granos de arena, pero fuimos regenerados, lo cual da a entender que algo viviente entró en nuestro ser. A medida que más fluido de vida es secretado sobre nosotros, más valiosos llegamos a ser y empezamos a vivir bajo un control misterioso. Esta es la experiencia de la perla y del tesoro.

  La iglesia local en el recobro del Señor es una perla. Pero ante los ojos del Señor, la iglesia debe ser también un tesoro escondido del mundo. Ni la gente mundana ni los que están en el cristianismo entienden lo que estamos haciendo. Pero muy dentro de nuestro interior nosotros sabemos que llevamos una vida de perla, la cual está sometida a un control invisible. Somos la perla y el tesoro.

  Las primeras cuatro parábolas del capítulo trece no agotan el tema de lo que somos. No somos únicamente el trigo o la harina fina. Somos más valiosos, sólidos y genuinos que esto. Somos la perla y el tesoro. Esta es la vida de la iglesia con la vida del reino experimentada en el recobro del Señor. Si no tuviéramos el segundo grupo de parábolas, no sabríamos lo que somos. Me siento feliz de poder declarar que ya no me encuentro en el primer grupo de parábolas, sino en el segundo. ¿Puede usted decir lo mismo? ¿Es usted simplemente un creyente con un poco de Cristo? Si ésta es su situación, entonces usted debe ser un creyente genuino en la cristiandad. Agradecemos al Señor que no estamos en la cristiandad. ¡Alabado sea el Señor que muchos de nosotros somos la perla y el tesoro en el recobro del Señor!

MIREMOS COMO EDIFICAMOS

  Las parábolas acerca del tesoro y de la perla concuerdan con los versículos que dicen: “Entrad por la puerta estrecha ... porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mt. 7:13-14). La puerta ancha y el camino espacioso conducen a la destrucción. Aquí debemos hacer referencia a 1 Corintios 3 donde Pablo nos advierte que debemos mirar cómo edificamos sobre el fundamento que es Cristo. ¿Estamos edificando con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca? El oro, la plata y las piedras preciosas son materiales que pueden resistir la prueba de fuego, pero la madera, el heno y la hojarasca serán consumidos por él. En el cristianismo de hoy se halla una gran cantidad de madera y de hierba seca, pero muy poco oro. Entre los cristianos de hoy es difícil encontrar oro, perla y piedras preciosas. Estos materiales no son muy voluminosos, sino compactos. Mire la cristiandad. Se puede encontrar la madera, el heno y la hojarasca en todas partes, pero ¿dónde está el oro y las piedras preciosas? El camino del cristianismo es el camino espacioso, pero el del recobro del Señor es el camino estrecho. En ocasiones el enemigo tratará de desviarnos del camino estrecho hacia algo grande y voluminoso, construido de madera, heno y hojarasca. Pero en la Nueva Jerusalén no habrá madera ni nada que pueda quemarse o consumirse. En la Nueva Jerusalén todo permanecerá por la eternidad. No hay nada que pueda hacer daño al oro, a la perla ni a las piedras preciosas. Así debe ser nuestra obra y testimonio.

  Siento profundamente que todos debemos ver que no estamos ni en la cristiandad ni en el camino espacioso, sino en el recobro del Señor. No nos encontramos en las primeras cuatro parábolas, sino en la quinta y la sexta. En el recobro del Señor la cantidad es pequeña pero la calidad es la más alta y sustancial, porque aquí tenemos el tesoro y la perla.

LA NECESIDAD DE PERMANECER EN EL CAMINO ESTRECHO

  A pesar de que en el cristianismo se han llevado a cabo muchas obras, ¿acaso el Señor las aprobará? Al final de la constitución del reino de los cielos, el Señor dijo: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchas obras poderosas?” (7:22). Pero El responderá: “Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de iniquidad” (7:23). El Señor puede decir: “Nunca os aprobé; nunca me agradó que hicierais esas cosas. Ante Mis ojos todo lo que vosotros hicisteis fue iniquidad”. No creo que las obras del cristianismo tengan la aprobación del Señor. Pero ¿qué diríamos acerca de nosotros? Necesitamos ser fortalecidos para poder permanecer en el camino estrecho. Ninguno de nosotros debe permanecer en el primer grupo de parábolas, sino avanzar al segundo grupo. Dejemos que otros ganen una gran cantidad de personas y realicen una gran obra. Nosotros preferimos permanecer en la perla y en el tesoro donde somos restringidos.

  Ya que muchos cristianos han sido leudados, se han hecho grandes y han aumentado mucho. En cambio nosotros desde el día en que entramos al recobro del Señor empezamos a ser restringidos. Todos podemos dar testimonio de esto, en especial aquellos que de alguna manera eran famosos en el cristianismo. En el recobro no hay nada que nos infle; por el contrario, muchas cosas nos limitan. Cristo nos compactará hasta que quepamos en un pequeño recipiente, pero en ese recipiente habrá un tesoro. Ya que nuestra senda es el camino estrecho, el recobro del Señor es Su testimonio. En el cristianismo de hoy y aun en la Iglesia Católica el Señor puede encontrar mucho trigo y un poco de flor de harina, pero no puede encontrar ahí ni la perla ni el tesoro.

  No estamos inflados de orgullo al declarar que los santos del recobro del Señor somos diferentes al cristianismo. Aunque soy un pecador tal vez peor que usted, puedo dar testimonio, y el Señor también, de que hay muchas cosas que simplemente no puedo hacer porque en mi interior se encuentra una vida que me restringe. Día tras día esta vida me restringe en muchas cosas que quiero hacer. Esta es la vida del reino mencionada en Romanos 14:17. Debido a que estamos en el reino y bajo su regulación, no podemos hacer muchas de las cosas que otros cristianos llevan a cabo libremente. Este es el tesoro que es precioso y de gran valor para el Señor. Sobre la cruz El sacrificó todo lo que tenía para comprar tanto la perla como el campo en el que estaba escondido el tesoro. El hecho de que El comprara el campo y la perla revela que a El le interesa mucho el reino y la iglesia. No estamos en el recobro del Señor debido a nuestros propios esfuerzos, sino porque el Señor nos trajo aquí para ser Su testimonio viviente. No tengo duda de que para el Señor el tesoro y la perla se encuentran aquí en el recobro.

  En las primeras cuatro parábolas el Señor describe la cristiandad de una manera general, y en las siguientes dos parábolas habla de los vencedores de una manera particular. La séptima parábola, la de la red, trata de las naciones. Cuando el Señor regrese, habrá tres clases de personas en la tierra: los que se encuentren en la cristiandad, los que formen parte del recobro del Señor, y las naciones. En la parábola de la red las naciones son comparadas con los peces del mar. Estos “peces” serán traídos ante la presencia del Señor, y El ejecutará Su juicio sobre ellos. Esto marcará la culminación de la era cuando el Señor regrese. Todos estos eventos son mencionados en las siete parábolas referentes a los misterios del reino de los cielos. Nosotros no estamos ni en las primeras cuatro parábolas ni en la séptima, sino en la quinta y la sexta. Somos el tesoro y la perla. Las parábolas del tesoro y de la perla son las más valiosas. ¡Qué gran privilegio es ser el cumplimiento de estas parábolas!

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