Mensaje 66
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En este mensaje seguiremos estudiando la parábola que habla de ser fieles (Mt. 25:14-30).
El versículo 19 dice: “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos esclavos, y arregló cuentas con ellos”. La expresión “mucho tiempo” se refiere a toda la era de la iglesia, y “vino” hace referencia al descenso del Señor al aire (1 Ts. 4:16) en Su venida, Su parusía. Después de enterrar el talento, el esclavo malo pensaba que todo estaría bien. No tenía la menor idea de que su señor vendría para arreglar cuentas con él. La expresión “arregló cuentas” indica el juicio del Señor en Su tribunal (2 Co. 5:10; Ro. 14:10) en los aires, (dentro de Su parusía) donde serán juzgadas la vida, la conducta y las obras de los creyentes, y en donde recibirán recompensa o castigo de parte del Señor (1 Co. 4:5; Mt. 16:27; Ap. 22:12; 1 Co. 3:13-15).
El versículo 20 dice: “Y acercándose el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; mira, otros cinco talentos he ganado”. El esclavo que había recibido cinco talentos se acerca a su señor; esto se refiere a que compareceremos ante el tribunal de Cristo. Ganar otros cinco talentos es el resultado de usar al máximo el don de cinco talentos.
El versículo 21 dice: “Su señor le dijo: Bien, esclavo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. La palabra “poco” indica la obra del Señor en esta era; “sobre” significa la autoridad para reinar en el reino venidero; y “mucho” se refiere a las responsabilidades del reino venidero. La expresión “el gozo de tu señor” indica el disfrute que tendremos del Señor en el reino venidero. Esto se refiere a la satisfacción interna, y no a la posición externa. Participar del gozo del Señor constituye la recompensa más grande, y es mejor aun que la gloria y la posición en el reino. Aquí vemos que la recompensa dada al esclavo fiel tiene dos aspectos: la autoridad y el disfrute. El esclavo fiel entrará directamente a la presencia del Señor en la manifestación del reino.
Se le da la misma recompensa al que tenía dos talentos como al que tenía cinco. Cuando vino el que tenía dos talentos y dijo que él también había ganado otros dos talentos, el Señor le dijo lo mismo que le había dicho al de cinco talentos (vs. 22-23). Aunque el don dado al de dos talentos era más pequeño que el don otorgado al de los cinco talentos, en ambos casos la evaluación y la recompensa del Señor fueron las mismas. Esto indica que la evaluación y recompensa del Señor no se relacionan con nuestras obras, por muy numerosas y buenas que sean, sino con nuestra fidelidad en usar el don a su máximo potencial. El que tenía un solo talento habría sido felicitado y recompensado de la misma manera si hubiera sido fiel como los otros.
El versículo 24 dice: “Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste”. El que había recibido un solo talento y no había producido ninguna ganancia para el Señor, también compareció ante el tribunal de Cristo en los aires. Esto no sólo demuestra que era salvo, sino que también había sido arrebatado al aire. Ningún incrédulo podrá ser arrebatado ni podrá comparecer ante el tribunal de Cristo.
El de un talento dijo que el Señor era un hombre duro, que segaba donde no había sembrado y recogía donde no había aventado. Aparentemente, el Señor es duro al ser tan estricto. El exige que usemos el don al máximo para Su obra, lo cual requiere nuestra entrega incondicional. Pareciera que la obra del Señor empieza siempre desde cero, pues aparentemente nos exige que trabajemos por El sin nada, segando donde no sembró y recogiendo donde no aventó. Aquel que recibió un talento no debe tomar eso como pretexto para descuidar el uso de su don; más bien, debería sentirse obligado a ejercitar su fe para usar su don al máximo.
El versículo 25 dice: “Por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo”. Tener miedo es algo negativo. Nosotros, por el contrario, debemos ser positivos y agresivos al usar el don del Señor. Si somos fieles, no tendremos miedo alguno.
El esclavo que tenía un solo talento fue y lo escondió en la tierra, lo cual muestra mucha pasividad. Debemos ser activos en la obra del Señor. Ya que él enterró su talento, lo más que pudo hacer fue regresarlo al Señor. No es suficiente sólo guardar el don del Señor y no perderlo; debemos usarlo y sacar provecho de ello. El de un talento parecía decir: “Mira, Señor, aquí tienes lo que es tuyo; no perdí nada. He sido fiel en guardar lo que me diste”.
El versículo 26 dice: “Respondiendo su señor, le dijo: Esclavo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no aventé”. Aquí el Señor reconoce que El es estricto en lo que exige de Sus esclavos para Su obra. En cierto sentido, el Señor sí es tal hombre duro. El siempre siega donde no ha sembrado y recoge donde no ha aventado. Es un hecho de que el recobro del Señor empezó de la nada.
En cierto sentido, era cierto lo que el esclavo dijo de que el Señor recogía donde no había aventado y que segaba donde no había sembrado; pero, en otro sentido, esto no era cierto. No deberíamos decir que el Señor no ha aventado, pues El nos ha dado a cada uno por lo menos un talento. El hecho de que nos haya dado tal talento confirma que El ha sembrado y aventado. Ahora el Señor nos envía a recoger donde El no ha aventado y a segar donde El no ha sembrado. Ninguno de nosotros puede afirmar que el Señor no nos ha dado nada, porque al menos hemos recibido un talento. Este talento es la semilla para sembrar y los bienes para esparcir. De modo que, debemos segar donde el Señor no ha sembrado y recoger donde no ha aventado. Lo que el Señor nos dio contiene el elemento productivo. Dondequiera que usemos nuestro talento habrá un resultado productivo, pero éste fruto depende de que ejercitemos el talento y lo pongamos en uso. El talento producirá si lo usamos; pero si lo escondemos, no producirá ninguna ganancia.
Esconder el talento en la tierra equivale a que uno se involucre con algo terrenal, o sea, con algo aparte del Espíritu, como por ejemplo, involucrarse en chismes. Algunos argumentan que no tienen tiempo para ir a visitar a los santos; sin embargo, pierden muchas horas en chismes y charlas vanas. Si vamos al Señor y pedimos Su misericordia y gracia para dejar de parlotear, ahorraríamos mucho tiempo, el cual podríamos invertir para cuidar de los santos.
En el recobro del Señor no tenemos pastores que hayan sido designados para cuidar de los santos, ya que este tipo de concepto pastoral proviene del cristianismo degradado. En el recobro del Señor, cada hermano y cada hermana debe llevar la carga de cuidar de otros, en especial de los jóvenes y de los nuevos contactos. Después de las reuniones, muchos acostumbran visitar siempre a los que ya conocen. En lugar de hacer esto, deberían aprovechar la oportunidad para conocer a los nuevos contactos y a los jóvenes, y aun para comunicarse con alguien que haya tropezado y por quien han estado orando. Si cada uno de nosotros practicara esto, serían atendidos todos los jóvenes y los creyentes débiles. Aunque usted sea una persona muy ocupada, todavía tiene el tiempo para cuidar de alguien más, siempre y cuando tenga el corazón de hacerlo y esté dispuesto a ejercitar su talento. Si tan sólo invirtiéramos diez minutos con alguien, podríamos ser de mucha ayuda para la edificación de esa persona. Cuando alguien es pastoreado en esta manera, se sentirá contento, reconocerá que ha sido cuidado y deseará recibir más ayuda. Si todos practicamos esto, nadie será desatendido. No será necesario que los ancianos hagan todo, porque todos funcionarán para cuidar de los demás.
Sin embargo, muchos piensan que la función de ellos consiste exclusivamente en hablar durante las reuniones. Pero la función adecuada de los miembros consiste en ministrar el suministro de vida a otros, cuidando de ellos. El aspecto principal del servicio no es simplemente limpiar el lugar de reunión o darle mantenimiento al jardín; la razón por la que estamos aquí es para tomar cuidado de los bienes de Dios.
No todos tienen la habilidad de hablar en las reuniones. Quisiera decir una palabra de aliento a todos aquellos que no nacieron con la destreza de hablar bien: no es imperativo que usted funcione hablando en las reuniones. Para dar una exhibición, en ocasiones los ancianos tratan de guiar a todos a funcionar en las reuniones, y tal vez digan: “Si usted no funciona, no está en la corriente del Espíritu ni tampoco está al día”. Esta palabra frustra a los que no tienen la habilidad de hablar bien y causa que no deseen venir a las reuniones por temor a que los ancianos los obliguen a funcionar. Se ha formado un concepto de que es algo vergonzoso no hablar en las reuniones, y que hacerlo es glorioso. Es cierto que hace algunos años enseñé que todos podemos profetizar uno por uno. En esa ocasión, tenía una carga genuina de animarlos a que todos hablaran, pero desde ese tiempo se ha creado un concepto erróneo acerca de funcionar en las reuniones. Aunque no deseo impedir a nadie que hable, sí quiero recalcar que nuestra función en la vida de iglesia no consiste simplemente en hablar durante las reuniones.
Todos debemos aprender a usar nuestro talento para multiplicar los bienes del Señor. El Señor nos ha dado por lo menos un talento a cada uno de nosotros, el cual forma parte de Sus bienes; por lo tanto, nuestra carga, deber y responsabilidad, es multiplicar dicho talento. No busque pretextos ni diga que no tiene tiempo para cuidar de otros. No importa cuán ocupado esté, todavía puede funcionar cuidando de algunos, aun si únicamente puede venir a una sola reunión por semana. No piense que usted es muy débil; quizás sea débil, pero aún hay otros que están casi muertos, y ellos necesitan de su ayuda. La mejor forma de usar su talento consiste en cuidar de otros, en interesarse y preocuparse por los demás. Esto no quiere decir que debe entrometerse en los asuntos de los demás; el Señor no lo ha empleado con este fin, sino para cuidar de ellos.
Ya que usted ha recibido un talento, debe usarlo. Antes de venir a la reunión debería orar: “Señor, yo sé que tengo un talento. No quiero enterrarlo involucrándome en asuntos terrenales. Por el contrario, deseo usarlo para cuidar de otros”. Muestre amor por aquellos cuyo corazón se ha enfriado; vaya a visitarlos o invítelos a su casa. Si usted invierte tiempo con el Señor y abre su corazón para preguntarle a quién debería cuidar, el Señor le dará la carga. Cuando visite a otros y tenga comunión con ellos, espontáneamente usará su talento. No diga: “Señor, Tú eres un hombre duro que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste”. Por el contrario, el Señor ha sembrado y esparcido mucho. Más bien, debemos ver que hay mucho que segar y recoger. ¡Oh, la cosecha es muy vasta, pero los obreros son muy pocos! No hay necesidad ni siquiera de sembrar, simplemente vaya a cosechar. Después de cada reunión hay tiempo para cosechar y recoger. Al hacer esto, ejercitaremos nuestro talento. De este modo, un talento se multiplicará en dos; los dos talentos se convertirán en cuatro; y los cinco talentos llegarán a ser diez. Es así como se multiplicarán las posesiones de Dios que nos han sido encomendadas. Si somos fieles en practicar esto, el recobro del Señor ciertamente se multiplicará.
El versículo 27 dice: “Por tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses”. Depositar el dinero con los banqueros se refiere a usar el don del Señor para guiar a otros a la salvación y ministrarles las riquezas de Dios. Los intereses aquí indican el resultado provechoso que obtenemos para la obra del Señor al usar Su don.
En cierto sentido podemos decir que los banqueros son todos los nuevos contactos, los jóvenes y los que se han desanimado. Debemos depositar los bienes del Señor con estos banqueros; ellos no son los hermanos que llevan la delantera, sino los débiles, aquellos que tienen problemas. Supongamos que un hermano tiene algunos desacuerdos con la iglesia y habla negativamente de ella. Los que hablan negativamente de la iglesia por lo general también tienen algo negativo que decir acerca de los ancianos. Tal persona habla de esta manera para vindicarse a sí mismo: si la iglesia está mal, él está bien; pero si la iglesia tiene la razón, es él quien está equivocado. Si los ancianos están mal, él ciertamente queda vindicado. No obstante, a pesar de que disiente, él es un hermano y ama al Señor. ¡Cuán bueno sería que este hermano disidente fuera atendido, no por uno de los ancianos, sino por otro hermano en la iglesia que lo amara y se interesara por cuidarlo! Si este hermano disidente fuese pastoreado por otros santos, gradualmente él regresaría y alabaría al Señor por la iglesia.
Si usa su talento de esta manera para cuidar de otros, no sólo lo multiplicará, sino que usted mismo estará en el tercer cielo, crecerá rápidamente, será renovado en el espíritu de su mente y será transformado. Además, entre nosotros habrá un maravilloso testimonio del Cuerpo de Cristo que todo el universo contemplará. El universo verá que no somos una organización religiosa, sino un Cuerpo viviente. Por esta razón todos tenemos que usar nuestro talento, el cual es la posesión del Señor. El resultado será que los talentos se multiplicarán. Puedo testificar que cuanto más cuidamos de los santos y de las iglesias, más riquezas tenemos.
El versículo 28 dice: “Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos”. Esto significa que, en el reino venidero, a los creyentes perezosos se les quitará el don que el Señor les había dado. El hecho de que el talento se le diera al que tenía diez talentos indica que el don de los creyentes fieles será aumentado.
El versículo 29 dice a continuación: “Porque a todo el que tiene, le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. A todo el que produzca ganancias durante la era de la iglesia, se le dará más en la era del reino venidero; pero al que no ha ganado nada durante la era de la iglesia, aun el don que tenga se le quitará en la era del reino venidero.
El versículo 30 dice: “Y al esclavo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Esta palabra, usada también en Mateo 24:51, indica que el pasaje de Mateo 25:14-30 complementa la sección de Mateo 24:45-51. Ambas secciones tratan de la fidelidad que se necesita para la obra del Señor. En el capítulo veinticuatro, los versículos del 45 al 51 hablan de la falta de fidelidad de un esclavo que no cumplió la comisión del Señor. Pero los versículos del 14 al 30 del capítulo veinticinco todavía son necesarios para ver el juicio del esclavo infiel que no usó el talento del Señor.
Tanto en el capítulo veinticuatro de Mateo como en el capítulo veinticinco vemos el asunto de la recompensa y el castigo. De acuerdo con Mateo 24:47, la recompensa de los siervos fieles y prudentes consiste en que el Señor los pondrá sobre todos Sus bienes. Pero el esclavo malo que comenzó a golpear a sus consiervos y a comer y beber con los que se emborrachan, será separado y su parte se pondrá con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes (24:49-51). En el capítulo veinticinco, el esclavo de cinco talentos y el de dos talentos fueron recompensados al ser puestos sobre muchas cosas y al entrar en el gozo del Señor. Sin embargo, el perezoso esclavo de un talento fue castigado y echado en las tinieblas de afuera. Según la interpretación de muchos maestros cristianos, ser echado en las tinieblas de afuera significa la perdición eterna de un falso creyente; pero el contexto demuestra que éste no es un entendimiento acertado. Este no es el castigo para creyentes falsos, sino para los verdaderos creyentes que no fueron fieles. Las tinieblas de afuera no se refieren a la perdición eterna, sino a la disciplina durante la era del reino venidero.
La expresión “el llanto y el crujir de dientes” se usa seis veces en el Evangelio de Mateo. Se usa en dos ocasiones para referirse a la perdición de los falsos creyentes (13:42) y de los paganos malignos (13:50). Mateo 13:42 habla de la cizaña, los falsos creyentes que serán echados en el horno de fuego. El horno de fuego no son las tinieblas de afuera, sino el lago de fuego. Mateo 13:50 habla de los gentiles perversos, el pescado malo que equivale a los cabritos mencionados en el capítulo veinticinco. Ellos también serán echados en el horno de fuego. Por tanto, aquellos que perecen en el fuego eterno llorarán y crujirán los dientes.
Mateo 8:12 dice: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Ya que los hijos del reino ciertamente son personas salvas, no serán echados al horno de fuego; más bien, serán echados a las tinieblas de afuera. No creo que haya tinieblas en el horno de fuego. Habrá llanto y crujir de dientes tanto con los que perecen eternamente como con los creyentes derrotados; no obstante, los creyentes derrotados no serán echados en el lago de fuego, sino que serán arrojados a las tinieblas de afuera y quedarán excluidos de la gloriosa esfera de la presencia del Señor.
Mateo 22:13 dice: “Entonces el rey dijo a los servidores: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Este caso se refiere a uno que no estaba vestido con traje de boda. Aquí, por supuesto, no se refiere a un incrédulo, sino a una persona salva. Esta persona salva no fue echada al lago de fuego, sino a las tinieblas de afuera.
La misma frase se usa otras dos veces, una en Mateo 24:51 y la otra en 25:30. De acuerdo con Mateo 24:51, el siervo malo será separado de la presencia del Señor y se pondrá su parte con los hipócritas, donde será el llanto y el crujir de dientes. El versículo gemelo, 25:30, dice que el esclavo inútil será echado a las tinieblas de afuera, donde será el llanto y el crujir de dientes. Al leer todos estos versículos vemos que los falsos creyentes (la cizaña) y los gentiles malvados serán echados al horno de fuego, o sea, al lago de fuego, donde será el llanto y el crujir de dientes. Pero los creyentes derrotados, tales como los hijos del reino (capítulo ocho), aquellos que no tengan traje de bodas (capítulo veintidós) y el esclavo infiel (capítulos veinticuatro y veinticinco), serán echados a las tinieblas de afuera. Allí, en las tinieblas de afuera, también habrá llanto y crujir de dientes. Esto no se refiere a la perdición eterna, sino al castigo en la próxima dispensación. Aunque nuestra salvación es eterna, todavía queda pendiente el asunto de la recompensa o el castigo para los creyentes que se efectuará durante la era del reino venidero. Si somos fieles al Señor, seremos recompensados durante la próxima era; pero si no le somos fieles, seremos disciplinados. Esto se puede ver con claridad en la Palabra santa de Dios.
En el mensaje anterior y en este mensaje hemos visto los aspectos de la vida y el servicio. En cuanto a la vida, es necesario velar para ser llenos del Espíritu Santo; y en cuanto al servicio, necesitamos ser fieles para usar los dones del Espíritu Santo. Velar en cuanto a la vida se relaciona con el arrebatamiento temprano, y la fidelidad en el servicio se relaciona con la recompensa. Si velamos y somos fieles, podremos ser arrebatados temprano y recompensados cuando el Señor venga. Ser arrebatados temprano equivale a participar en el disfrute de la fiesta de bodas, y ser recompensados equivale a participar de la autoridad en la era venidera.