Mensaje 24
Lectura bíblica: Ro. 11:1-36
En este mensaje llegamos al segundo punto de la sección sobre la elección de Dios: la economía de Dios. Con respecto a Su elección, Dios tiene una economía, una disposición divina. Esta disposición o administración divina incluye al mundo entero y a todo el linaje humano, y se lleva a cabo bajo la soberanía de Dios. Ésta es Su economía divina.
En Romanos 11:1 Pablo pregunta: “Digo pues: ¿Ha desechado Dios a Su pueblo? ¡De ninguna manera!”. Pablo era un excelente abogado capaz de argumentar y ganar cualquier lado de un caso. Si no tuviéramos el capítulo 11 de Romanos, ciertamente pensaríamos que Dios, después de haber escogido a Israel, debió haber cambiado de parecer con respecto a ellos. Los capítulos 9 y 10 parecen indicar que Dios ha desechado al pueblo de Israel. Debido a que algunos piensan esto, Pablo pregunta: “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?”. Luego, él mismo contesta la pregunta afirmando categóricamente: “¡De ninguna manera! Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a Su pueblo, al cual conoció de antemano. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: ‘Señor, a Tus profetas han dado muerte, y Tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y acechan contra mi vida’? Pero, ¿qué dice la divina respuesta? ‘Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal’ ” (11:1-4). Elías, un profeta de Dios, invocó a Dios contra Israel. Sin embargo, Dios le respondió advirtiéndole que no acusara al pueblo delante de Él, porque Él se había reservado siete mil hombres que no habían doblado la rodilla delante de Baal. Pablo añade: “Así, pues, también en este tiempo ha quedado un remanente conforme a la elección de la gracia. Mas si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (vs. 5-6).
Pablo argumentaba de una forma maravillosa; de cualquier lado que él debatiera, siempre ganaba el caso en cuestión. Cuando en el capítulo 10 él afirmó que el pueblo de Israel era malo, demostró claramente cuán malos eran. En Romanos 10:21 leemos: “Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí Mis manos a un pueblo desobediente y contradictor”. Ciertamente las peores personas de la tierra son las desobedientes y contradictoras. Cuando leemos una declaración como ésta, nos inclinamos a decir: “La situación de Israel es irremediable; Israel está acabado”. Sin embargo, cuando llegamos al capítulo 11, vemos que el Señor mismo argumentó con Elías. Elías dijo: “Señor, a Tus profetas han dado muerte, y Tus altares han derribado”. Ambas declaraciones eran ciertas. Luego añadió: “Y sólo yo he quedado, y acechan contra mi vida”. Entonces el Señor vino a Elías y pareciera decir: “Elías, escúchame. Tú no eres el único que has quedado. Yo he reservado siete mil hombres. Elías, ¿de qué estás hablando?”. En el capítulo 10 parece que, en cierto sentido, Pablo está contra Israel, pero en el capítulo 11 él está a favor de Israel. En Romanos 11:5 Pablo dice: “También en este tiempo ha quedado un remanente conforme a la elección de la gracia”. Pablo simplemente no podía ser vencido. Él decía: “No sólo había siete mil hombres reservados por Dios en los tiempos de Elías, sino que actualmente, en el tiempo en que vivimos, Dios aún tiene elegidos conforme a Su gracia. Hoy también hay un remanente reservado”. El principio es el mismo hoy en día. No importa cuánto se ha degradado el cristianismo, creemos que entre los miles o millones de cristianos hay algunos, un remanente, que han sido reservados por Dios.
No hablo orgullosamente, pero me considero a mí mismo como uno de los que el Señor ha reservado. ¿Cuál es su sentir con respecto a usted? En algunas ocasiones durante los años pasados llegué a pensar igual que Elías; pero alabo al Señor que gradualmente descubrí que el Señor había preservado un buen número de santos para Sí mismo. Dios ha reservado un remanente para Su propósito eterno. Por eso, no debemos desanimarnos.
El versículo 6 dice: “Mas si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia”. Nunca debemos olvidar que hemos sido preservados por gracia. Esto no es el resultado de nuestra obra, sino totalmente de la gracia. Si fuera de otro modo, la gracia ya no sería gracia.
“¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha obtenido; pero los escogidos sí lo han obtenido, y los demás fueron endurecidos” (v. 7). En principio, la situación de hoy es la misma. ¿De qué podemos jactarnos? Solamente de la gracia del Señor.
El versículo 8 dice: “Según está escrito: ‘Dios les dio espíritu de sueño profundo, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy’”. ¿Es ésta nuestra condición? Algunos tienen ojos, pero han perdido la vista; algunos tienen oídos, pero sus oídos han perdido su función. Ésta es exactamente la situación de nuestros días. En 1937 la obra del Señor me mandó a viajar por el norte de China con el propósito de compartir con el cristianismo todas las verdades que el Señor nos había dado. Fui enviado para hacer esta obra bajo el liderazgo del hermano Nee. Se me encargó no permanecer en ninguna de las iglesias locales, sino viajar a lo largo de todo el norte de China. Durante ese tiempo viajé mucho realizando tal ministerio peregrino entre las denominaciones. Debido a esto me di cuenta de la condición tan lastimosa que prevalecía allí. Muy pocos tenían deseos de seguir fielmente al Señor, y la mayoría no tenía ojos para ver ni oídos para oír. Después de un tiempo dejé de viajar y me quedé en Chifú, mi pueblo natal. Claramente recibí la carga del Señor de no viajar más y de permanecer en esa ciudad con la iglesia local. Después de quedarme ahí durante cuatro años, ocurrió un gran avivamiento.
Quisiera relatar otra experiencia. Durante 1934 me quedé por un buen tiempo en Shanghái con el hermano Nee. Un día mientras conducíamos hacia otra ciudad, él me dijo: “Hermano, las denominaciones nos han rechazado”. Citando la palabra de Pablo en Hechos 13:46, él añadió: “Vayamos a los gentiles”. Desde ese tiempo la obra en el recobro del Señor tomó un giro definido hacia los gentiles. Desde el día en que me quedé por primera vez con el hermano Nee en 1933, hasta el día en que nos despedimos en 1950, él no recibió ni una sola invitación de parte de ninguna denominación en China. Aunque ninguna denominación lo invitó a ministrar, sus libros son muy populares. A pesar de toda esa situación, el Señor hoy tiene Su remanente.
Continuemos con el versículo 9: “Y David dice: ‘Sea vuelta su mesa en trampa y en red, en tropezadero y en retribución para ellos’”. Hemos visto que esto mismo sucede en la situación actual.
En el versículo 10 leemos: “Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y agóbiales la espalda sin cesar”. ¿No es lo mismo que sucede en el cristianismo de hoy? ¿No es verdad que los ojos de muchos están oscurecidos y sus espaldas encorvadas? Les falta la vista para ver y son incapaces de pararse rectamente.
La economía de la elección de Dios es primero con el remanente reservado por gracia y después con las naciones, esto es, con los gentiles que han de ser salvos por causa del traspié de Israel. En el versículo 11 Pablo dice: “Digo, pues: ¿Han tropezado para que cayesen? De ninguna manera; pero por su traspié vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos”. En 9:32 Pablo dice que Israel tropezó “en la piedra de tropiezo”. Ahora en 11:11 él dice que ellos no han tropezado para que cayesen. Pablo desarrolló su argumento muy cuidadosamente, diciendo que ellos tropezaron, pero no cayeron. En la siguiente parte del versículo 11, Pablo describe ese tropiezo como un “traspié”. Como resultado de este paso en falso de incredulidad, la salvación llegó a las naciones. ¡Qué gran caso presenta Pablo, y qué gran abogado era! Nadie puede vencerlo; todos deben someterse a él. En 11:12 Pablo añadió: “Mas si su traspié es la riqueza del mundo, y su menoscabo la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más lo será su plenitud?”. El paso en falso dado por Israel vino a ser las riquezas del mundo, y su menoscabo, las riquezas de las naciones. ¿Quién más que Pablo sería capaz de argumentar de esta forma?
En Romanos 11:13-14 Pablo dice que honra su ministerio entre los gentiles: “Pero a vosotros, los gentiles, hablo. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne, y hacer salvos a algunos de ellos”. Aunque Pablo honraba su ministerio entre los gentiles, lo que en realidad estaba haciendo era debatir a favor de Israel.
Debemos leer el versículo 15 cuidadosamente: “Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?”. Debemos notar que Pablo no dice que Israel fue “desechado”. Ser desechado es una cosa y ser excluido es otra. En Romanos 11:1 Pablo pregunta: “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?”. Él mismo contesta la pregunta, diciendo: “¡De ninguna manera!”. De aquí que hay una gran diferencia entre ser desechado y ser excluido. Ser desechado significa ser abandonado, y ser excluido denota ser puesto a un lado por un período de tiempo. Por lo tanto, el pensamiento de Pablo era que Dios había excluido a Israel por cierto tiempo, y no que lo había desechado para siempre.
Leamos los versículos del 16 al 18: “Ahora bien, si la masa ofrecida como primicias es santa, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado entre ellas, y viniste a ser copartícipe de la raíz de la grosura del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti”. ¿Quién es la raíz del olivo y quién la masa ofrecida como primicias? Yo creo que la respuesta correcta es: Abraham, Isaac y Jacob. En 11:28 Pablo dice que Israel es “amado por causa de los padres”. “Los padres” son los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, los cuales eran la raíz del olivo y la masa ofrecida como las primicias.
Debemos entender claramente la diferencia entre la ofrenda de harina preparada y ofrecida como primicias, y la masa restante. Suponga que usted tiene una masa preparada y amasada para hornear panes, y toma un pedazo de masa y la aparta. Esa porción de masa puede ser llamada las primicias. En la Biblia la ofrenda de harina ofrecida como las primicias no se daba al pueblo para que la comiera, sino que era ofrecida primeramente a Dios y luego se les daba a los sacerdotes como alimento. Según Números 15:18-21, Dios dijo a Israel que después de que hubieran entrado en la tierra, tenían que ofrecer a Jehová de lo primero que amasaran. Esa porción era llamada las primicias, y la frase la masa ofrecida como primicias en Romanos 11:16 hace referencia a ella. El apóstol Pablo usa las primicias de la masa en referencia a Abraham, a Isaac y a Jacob. Cuando leemos acerca de Abraham, Isaac y Jacob en el Estudio-vida de Génesis, descubriremos que debemos considerar a los tres patriarcas como si fueran una sola persona, y que sus experiencias espirituales forman en realidad la experiencia de una sola persona. Ellos eran, y todavía son, las primicias de la masa ofrecida a Dios, y todos sus descendientes son toda la masa restante. De igual manera, los tres patriarcas eran y siguen siendo la raíz del olivo cultivado por Dios (Jer. 11:16), y todos sus descendientes son las ramas. Por lo tanto, el argumento de Pablo consiste en que si la masa ofrecida a Dios es santa, entonces toda la masa restante también lo es, lo cual significa que todos los israelitas son santos. Además, si la raíz, los patriarcas, es santa, entonces todas las ramas, los descendientes de los patriarcas, son también santas. Aunque Israel tropezó, no cayó del todo. Ellos han sido cortados sólo temporalmente, pero más tarde serán injertados de nuevo.
En Romanos 9 los escogidos de Dios son comparados con el barro y en Romanos 11 son comparados con la masa de harina usada para hacer tortas. ¿Cuál de estas dos cosas piensa usted que es mejor? ¿Le gustaría a usted ser un pedazo de barro o un pedazo de masa? Aunque yo prefiero ser un pedazo de masa, sigue siendo bueno ser un pedazo de barro, porque el barro es usado para hacer vasos de misericordia que contienen a Cristo. Así que, en 2 Corintios 4:7 se nos dice que “tenemos este tesoro en vasos de barro”. Además, 2 Timoteo 2:20 dice que “hay vasos de oro y plata ... para honra”. Hemos visto que los vasos de barro en Romanos 9 son llenos al invocar el nombre del Señor según se revela en Romanos 10. Esto puede aplicarse a los vasos mencionados en 2 Timoteo 2:20. En el versículo 22 de ese capítulo se nos dice que los que buscan al Señor deben invocarle con un corazón puro. Por lo tanto, los vasos de honra son llenos invocando el nombre del Señor.
Romanos 9 nos muestra que somos pedazos de barro moldeados como vasos para contener a Cristo. Esto es maravilloso. Sin embargo, yo soy aun más feliz de ser un pedazo de masa, una parte de la harina amasada. El barro no tiene vida, pero la masa sí, pues procede de la harina, ya que es hecha de la flor de harina de trigo. Aunque el barro es útil para hacer vasos que pueden contener a Cristo para la gloria de Dios, la masa sirve para la satisfacción de Dios mismo, pues es ofrecida a Dios como Su alimento para Su satisfacción. Un pedazo de barro sin vida no puede satisfacer a Dios; únicamente en la masa tenemos el elemento viviente que satisface a Dios.
Mientras que la masa es para la satisfacción de Dios, la raíz es para nuestra satisfacción. Romanos 11:17 dice que nosotros, siendo olivo silvestre, fuimos injertados entre las ramas llegando a ser copartícipes de la raíz y de la grosura del olivo. Cuando examinemos las vidas de Abraham, Isaac y Jacob en el Estudio-vida de Génesis, descubriremos que ellos fueron la raíz y la grosura del olivo. El olivo completo depende de la riqueza de la grosura de ellos. ¡Alabado sea el Señor porque nosotros, el olivo silvestre, hemos sido injertados en el olivo cultivado por Dios para que podamos ser copartícipes de la grosura de la raíz! Éste es nuestro disfrute. Dios disfruta de la masa de harina, y nosotros disfrutamos de la raíz. Tanto la masa como la raíz proceden de la vida vegetal, la vida que satisface a Dios y al hombre. Tanto el trigo como el olivo producen disfrute y satisfacción para Dios y para el hombre. ¡Alabado sea el Señor! Una vez más vemos que Pablo era un escritor de gran profundidad. No hay nada en Romanos que sea superficial.
En el versículo 17 Pablo dice que nosotros, los gentiles, siendo olivo silvestre, hemos sido injertados entre las ramas, viniendo a ser copartícipes de la raíz. El injerto depende de la vida. Cuando una rama de algún árbol silvestre es injertada en un árbol cultivado, recibe la vida del árbol cultivado. Por lo tanto, no es cuestión de que nosotros los gentiles cambiemos de religión, sino de que recibamos la vida de la raíz, es decir, la vida de Cristo. Muchos gentiles han cambiado sus religiones paganas por la religión cristiana sin recibir jamás la vida de Cristo. Ellos nunca han sido injertados en el olivo cultivado por Dios con Cristo como su vida. Pero nosotros fuimos injertados en dicho árbol para disfrutar de las riquezas de la vida de Cristo juntamente con Abraham, Isaac y Jacob. ¡Alabado sea el Señor!
Pablo, hablando a favor de los gentiles, dice en el versículo 19: “Dirás entonces: Algunas ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado”. Es posible que los gentiles piensen de esta manera. Pablo contestó: “Bien; por la incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te eximirá. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad para con los que cayeron, pero la bondad de Dios para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (vs. 20-22). ¡Cuán sabia es esta palabra de Pablo!
Por lo tanto, por causa del traspié de Israel, es decir, por su tropiezo, la salvación ha llegado a los gentiles. Sin embargo, Israel no cayó; sólo tropezó. Ésta es la economía de Dios en cuanto a Su elección.
“Y ellos también, si no permanecen en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el olivo cultivado ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” (vs. 23-24). Aunque parece que Pablo argumentaba en favor de los gentiles, él estaba en realidad a favor de los judíos, porque él mismo era un judío. Su carga por los judíos estaba implícita en lo que decía respecto a los gentiles.
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, no sea que presumáis de sabios: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (v. 25). “La plenitud de los gentiles” se refiere a los gentiles que se arrepienten y creen. Ahora es el tiempo cuando muchos gentiles se convertirán; por lo tanto, “la plenitud de los gentiles” aún no se ha completado, sino que continúa hasta el día de hoy. “La plenitud de los gentiles” difiere en significado a “hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido” (Lc. 21:24). Algunos cristianos confunden las dos expresiones. “Hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”, se refiere a la profecía relacionada con el tiempo en que el poder de los gentiles se acaba; “la plenitud de los gentiles” denota la consumación de la conversión entre los gentiles.
En Romanos 11:26 Pablo declara: “Y luego todo Israel será salvo, según está escrito: ‘Vendrá de Sion el Libertador, y apartará de Jacob la impiedad’”. En ese tiempo todo el remanente de los israelitas será salvo. “‘Y éste es Mi pacto con ellos, cuando Yo quite sus pecados’. Según el evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero según la elección, son amados por causa de los padres” (vs. 27-28). Note las dos veces que se dice “por causa” en el versículo 28: “por causa de vosotros” y “por causa de los padres”. Ellos son enemigos por nuestra causa, pero amados por causa de los padres. “Porque irrevocables son los dones de gracia y el llamamiento de Dios” (v. 29). Los dones de Dios y Su llamamiento son eternos e irrevocables; nunca cambian. Una vez que Dios da un don, lo da para siempre. Y una vez que Dios nos llama, nos llama por la eternidad. Él nunca se retracta de Sus dones ni de Su llamamiento. Cuánto agradecemos a Dios que en Él “no hay mudanza” (Jac. 1:17). “Pues así como vosotros en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora se os ha concedido misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, también a ellos les sea ahora concedida misericordia. Porque Dios a todos encerró en desobediencia, para tener misericordia de todos” (vs. 30-32). Aquí vemos que Pablo usa la desobediencia y la misericordia para apoyar su argumento. La desobediencia del hombre le proporciona una oportunidad a la misericordia de Dios, y la misericordia de Dios trae salvación al hombre. Así que, vemos una vez más que Pablo ha ganado todos los casos. Dios encerró a todos en desobediencia para tener misericordia de todos. Ésta es la economía de Dios. ¿Qué podemos decir? Lo único que se puede decir es: “¡Aleluya por Su misericordia!”. Él ha usado aun nuestra desobediencia para encerrarnos a fin de conservarnos como vasos sobre los cuales Él se muestre misericordioso.
En este punto Pablo elevó una alabanza a Dios por Su elección. “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos! Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién se hizo Su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado? Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén” (vs. 33-36). Parece que en el libro de Romanos, de los capítulos 9 al 11, Pablo nos ha dado un mapa por el cual podemos trazar los caminos de Dios. Dios recibe alabanza y gloria en tres etapas: en el pasado, por todo lo que procedió de Él; en el presente, por todo lo que existe por medio de Él; y en el futuro, por todo lo que será para Él. En el pasado todas las cosas llegaron a existir procedentes de Dios; en el presente, existen por medio de Él; y en el futuro, serán para Él. La elección de Dios es conforme a Él mismo, a Su elección, y no a ninguna otra cosa. Todas las cosas son de Él, por Él y para Él. “A Él sea la gloria por los siglos. Amén”.