Mensaje 2
Lectura bíblica: Rt. 1
En este mensaje consideraremos Rut 1, un capítulo que habla sobre cómo Elimelec se desvía apartándose, Noemí regresa y Rut escoge.
En los versículos 1 y 2 vemos que Elimelec se desvió apartándose del reposo hallado en la economía de Dios. Él estaba en la buena tierra y poseía una porción de la misma, por lo cual, debió haber permanecido allí. El verdadero reposo consiste en permanecer en la buena tierra que Dios nos ha prometido y dado. Elimelec, neciamente, se desvió apartándose de este maravilloso reposo.
Israel, el pueblo elegido de Dios, vivía en la tierra prometida por Dios con miras a llevar a cabo la economía de Dios. Esto quiere decir que debemos permanecer en la buena tierra no solamente para ganarnos el sustento diario, sino para participar en el cumplimiento de la economía de Dios.
El reposo de Israel, la prosperidad en virtud de la cual Israel tenía disfrute y contentamiento, estaba determinado por su relación con Dios en lo referente a Su economía. Que un israelita dejase la buena tierra significaba desvincularse completamente de la economía eterna de Dios.
El libro de Rut habla sobre cómo Cristo, mediante la encarnación, fue introducido en el linaje humano. En esto consiste el verdadero reposo. Así pues, Rut es un libro que trata sobre el reposo. Como veremos, después que Rut se casó con Booz, ellos engendraron un niño, Obed; y Rut disfrutó de reposo, un reposo que le daba plena satisfacción y la llenaba de expectativa en relación con sus descendientes. Las siguientes generaciones hallaron reposo bajo David. Y después de mil años, ellos disfrutaron de verdadero reposo con el Señor Jesús. Dos mil años después, este reposo será disfrutado de una manera más completa durante el reino milenario con Cristo como Rey. Después del milenio, el disfrute de este reposo hallará su consumación en la Nueva Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad. Este tema del reposo es la clave del libro de Rut.
Elimelec cometió el error de desviarse apartándose del terreno, la posición, que le daba la oportunidad de disfrutar de reposo en la buena tierra. Él se desvió apartándose de Belén de Judá.
Belén, la ciudad de David, había sido designada como el lugar de nacimiento del Cristo venidero (Mi. 5:2; Lc. 2:4-7). A los ojos de Dios, Belén era un lugar muy especial, pues era un lugar en el cual Él, mediante Su encarnación, nacería como un hombre.
Judá era la tierra de la tribu real de Israel (Gn. 49:8-10). Entre todas las tribus de Israel, a ninguna se le había asignado una porción tan selecta de la tierra como a Judá. La porción asignada a Judá era lo mejor de la tierra prometida por Dios (Éx. 3:8b), lo mejor de la buena tierra (Dt. 8:7-10) y lo mejor de la tierra de Emanuel (Is. 8:8). ¡Cuán equivocado estuvo Elimelec al desviarse apartándose de esta tierra!
Elimelec se desvió apartándose de Belén de Judá y se fue a Moab, un lugar de incesto que había sido rechazado y condenado por Dios. Moab era un país compuesto por los descendientes de Lot nacidos de su incesto (Gn. 19:30-38). Además, Moab era un país compuesto por personas a las que no se les permitía entrar en la asamblea de Jehová a causa del incesto cometido por sus antepasados (Dt. 23:2-3) y debido a que habían cometido abusos contra Israel (v. 4). Más aún, Dios le prohibió a Israel buscar la paz y prosperidad de Moab todos sus días, para siempre (v. 6). Por último, Moab era un país idólatra (Jue. 10:6).
Elimelec dejó Israel en los días en que gobernaban los jueces, época en que Israel había abandonado a Dios, por lo cual había caído en degradación, confusión y corrupción.
Elimelec dejó Israel debido a la hambruna en la buena tierra, la carencia del suministro de vida —necesario para vivir y ser satisfechos—, que vino como un castigo de Dios (Lv. 26:26; Ez. 14:13). Tal vez nos preguntemos cómo es que pudo haber hambre en la buena tierra, puesto que Dios había prometido una tierra que fluye leche y miel. Dios envió una hambruna a Su pueblo a manera de severo castigo. Él los castigó deteniendo su suministro alimenticio. Puesto que ellos habían abandonado a Dios como su fuente y Marido y habían ido en pos de los ídolos, Dios dejó que ellos también acudieran a sus ídolos en busca de alimentos. Ellos no recibían alimentos de Dios ni tampoco del esposo ilegítimo con el cual se prostituyeron.
Elimelec dejó la buena tierra con su esposa y sus dos hijos, los cuales eran útiles para el aumento del reino de Dios.
Rt. 1:3, 5 hablan de la disciplina infligida por Dios a la casa de Elimelec. Elimelec fue castigado por Dios con la muerte suya y la de sus dos hijos. Esto hizo que su esposa, Noemí, quedara viuda y con dos nueras en un país extraño. Éste fue el lamentable resultado de que Elimelec se desviara apartándose del reposo hallado en la economía eterna de Dios.
Del versículo 4 al 7 y del 19 al 22 vemos el regreso de Noemí al reposo hallado en la economía de Dios.
Noemí regresó de Moab, un país idólatra.
Noemí regresó a Judá, la tierra de Emanuel.
Noemí regresó debido a que Dios la había despojado de su marido y de sus dos hijos, dejándolas —tanto a ella como a sus dos nueras— viudas y sin hijos (vs. 5, 20-21). Noemí también regresó debido a que oyó que Jehová había visitado a Su pueblo dándole alimento (v. 6). En el recobro del Señor, nosotros también hemos experimentado la visita misericordiosa del Señor. Durante los últimos años, Él nos ha bendecido y nos ha suministrado ricos alimentos.
Noemí regresó acompañada de Rut, su nuera, la cual le había sido dada por Dios para el cumplimiento de Su economía concerniente a Cristo (v. 22a).
Noemí llegó a Belén, el lugar de nacimiento del Cristo venidero (vs. 19a, 22b).
Toda la ciudad se conmovió por causa del regreso de Noemí y Rut, y las mujeres decían: “¿No es ésta Noemí?” (v. 19b). Noemí entonces les respondió: “No me llaméis Noemí [que significa ‘mi delicia’]; llamadme Mara [que significa ‘amargura’]; pues el trato de Aquel que es todo-suficiente me ha causado gran amargura. Yo me fui llena, pero Jehová me ha hecho volver vacía. ¿Por qué me llamáis Noemí, cuando Jehová me ha afligido y Aquel que es todo-suficiente me ha tratado con dureza?” (vs. 20-21).
Del versículo 8 al 18 vemos que Rut escoge su meta.
Noemí les hizo una propuesta a sus dos nueras con respecto a su futuro. Ella les dijo: “Id y volveos cada una a la casa de su madre; que Jehová os trate con benevolencia, así como vosotras lo habéis hecho con los difuntos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis reposo, cada una en casa de su marido” (vs. 8-9a). Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, diciéndole: “No, sino que nosotras volveremos contigo a tu pueblo” (vs. 9b-10). Noemí, entonces, les instó a regresar a su tierra, y luego les preguntó: “¿Por qué habéis de ir conmigo? ¿Acaso tengo aún hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías e id; porque yo ya soy vieja para tener marido. Aunque dijera: Todavía tengo esperanzas, y tuviera marido esta misma noche e incluso diese a luz hijos, ¿esperaríais hasta que crecieran? ¿Os quedaríais, pues, solas sin tomar marido? No, hijas mías; mayor amargura deberé tener yo que vosotras, pues es contra mí que la mano de Jehová se ha levantado” (vs. 11-13). Cuando sus nueras escucharon esto, alzaron otra vez su voz y lloraron. Luego Orfa besó a su suegra, mas Rut siguió apegada a ella. Noemí le dijo a Rut: “He aquí que tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; regresa con tu cuñada” (vs. 14-15).
Rut le respondió a Noemí: “No me ruegues que te abandone y que deje de seguirte, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que tú habites, habitaré yo; y tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo; y allí seré sepultada. Así me haga Jehová, e incluso me añada, si no es sólo la muerte lo que hará separación entre tú y yo” (vs. 16-17). Al ver Noemí que Rut estaba resuelta a ir con ella, dejó de hablarle al respecto (v. 18).
Rut escogió como meta participar —juntamente con los elegidos de Dios— en el disfrute de Cristo e, incluso, llegó a ser un antepasado importante de Cristo que, como tal, contribuyó a introducir a Cristo en el linaje humano. Esto fue más que una simple determinación hecha por una viuda moabita; fue una meta que ella se fijó, algo que ella escogió. Rut escogió a Dios y Su reino con miras a llevar a cabo la economía de Dios concerniente a Cristo. ¡Aleluya por tal meta y por la persona que escogió esta meta!