Mensaje 18
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Si queremos captar la revelación presentada en el libro de Exodo, debemos ver que Dios desea que Su pueblo le edifique una morada en la tierra. Pero el enemigo de Dios ha usurpado a Su pueblo y lo mantiene en cautiverio en el mundo. Por consiguiente, en los primeros catorce capítulos de Exodo, vemos una lucha entre Dios y Faraón, el representante de Satanás. En esta lucha, el juicio de Dios sobre el mundo egipcio fue manifestado por medio de las diez plagas. No obstante, las plagas no fueron solamente un castigo, sino también la manera que Dios usó para exponer la naturaleza, el significado, y el resultado de la vida en el mundo, es decir, la vida que ocupaba al pueblo de Dios. Por tanto, las plagas que cayeron sobre los egipcios, no fueron solamente castigos, sino también advertencias de misericordia. Si los egipcios hubiesen recibido misericordia, habrían visto la naturaleza, el significado, y el resultado de la vida en el mundo.
Es bastante significativo que Dios mandó diez plagas, y no nueve ni once. En la Biblia, el número diez representa la perfección o el vivir humano completo. Por ejemplo, nuestros diez dedos de las manos y de los pies representan esta consumación. La Biblia revela que al final de esta era, habrá diez reinos bajo el mando del anticristo. Estos diez reinos serán la expresión final de la vida humana caída. Para exponer la vida humana en el mundo, Dios usó diez plagas. Como lo hemos señalado, estas diez plagas se dividen en cuatro grupos. Los primeros tres grupos constan de tres plagas cada uno, y la última plaga constituye una categoría por sí sola.
Hemos abarcado el primer grupo de plagas, las plagas de la sangre, las ranas y los piojos. Las plagas de la sangre y de las ranas están relacionadas con el agua, mientras que la plaga de los piojos está relacionada con el polvo de la tierra. Por consiguiente, en el primer grupo de plagas, el agua y la tierra quedaron expuestas y juzgadas. Todos dependemos del agua y de la tierra para nuestro sustento. El suministro necesario para mantener la vida humana proviene de estas dos fuentes. En las tres primeras plagas, Dios expuso la naturaleza de la vida caída de la humanidad. Mientras El lo hacía, El mostraba que los recursos del sustento humano dan por resultado muerte, problemas e irritación.
El segundo grupo de tres plagas está relacionado principalmente con el aire. Actualmente nos preocupamos mucho por la contaminación del aire. En la cuarta, quinta, y sexta plaga, el aire de Egipto se contaminó. Las moscas llenaron el aire, y la pestilencia venía del aire y las cenizas que provocan úlceras fueron esparcidas por el aire. Por consiguiente, en el segundo grupo de plagas, el aire, otra cosa vital para la vida humana, fue atacado.
Deseo recalcar el hecho de que estas plagas no eran solamente una forma de castigo, sino también una manera de exponer al mundo y a la vida en el mundo. Si la intención de Dios fuese de usar las plagas solamente como castigo, El no tendría la necesidad de enviar continuamente a Moisés y Aarón a Faraón. Además, El no habría necesitado mandar las plagas durante tantos días. Por el contrario, Dios habría castigado a los egipcios y los habría destruido de un solo golpe. No obstante, Dios los disciplinó de una manera fina y detallada. Primero, Dios cambió el agua en sangre. Luego El trajo a las ranas que molestaban y después de eso, a los piojos que molestaban. Al hacer esto, el propósito de Dios no consistía solamente en castigar a los egipcios, sino en enseñarles a ellos y también a Su propio pueblo que en realidad los recursos del suplir de vida humano se han convertido en sangre, ranas y piojos.
Dios creó los cielos para contener lo bueno de la tierra y la tierra con el mismo propósito en cuanto al vivir humano. Por consiguiente, tanto los cielos como la tierra son para la existencia del hombre. No obstante, el hombre cayó. Según Su justicia, Dios debería de haber juzgado tanto los cielos como la tierra inmediatamente después de la caída de Adán. Pero la intención de Dios consiste en cumplir Su propósito eterno por medio del hombre. En lugar de juzgar todas las cosas, Dios puso al universo bajo la redención de Cristo.
La redención de Cristo es un asunto de mucho peso, mucho más significativo de lo que nos podemos imaginar. Dios estableció a Adán como la cabeza de toda la creación en Génesis 1. En principio, cuando la cabeza se rebeló, toda la creación cayó bajo la maldición y debió ser juzgada inmediatamente según la justicia de Dios. Toda la creación debió ser derrumbada. Dios no puede tolerar nada que vaya en contra de Su justicia, santidad, y gloria; pero tampoco El cambiará Su corazón acerca de Su propósito de tener una morada eterna entre los hombres. Por consiguiente, Dios prefirió mirar a toda la creación bajo la redención de Cristo, lo cual a Sus ojos fue cumplido antes de la fundación del mundo (1 P. 1:19-20; Ap. 13:8). Por ver a la vieja creación bajo la redención de Cristo, Dios tiene la libertad de preservar al universo o juzgarlo y destruirlo. Debido a la redención de Cristo, Dios es totalmente justo y recto al preservar el universo o al destruirlo.
Cuando Dios ya no pudo tolerar más el pecado de Sodoma y Gomorra porque se habían rebelado en contra de El y rechazaron la redención que El había ordenado, esa parte de la tierra sufrió Su justo juicio. En principio, pasó lo mismo en los tiempos de Moisés. Faraón y los egipcios rechazaron la redención ordenada por Dios y por tanto quedaron desnudos y expuestos al juicio de Dios. Puesto que los hijos de Israel estaban todavía bajo la redención, el juicio de Dios no los tocó. Exodo 8:23 es un versículo crucial: “Y Yo pondré redención entre Mi pueblo y el tuyo”. Aquí el Señor decía a Faraón que El pondría redención entre Su pueblo y el pueblo de Faraón. Dios cubrió a Su pueblo con la redención de Cristo, pero Faraón y su pueblo rechazaron la redención de Dios. Por consiguiente, cuando Dios mandó las plagas sobre los egipcios, éstos no estaban bajo la redención de Dios, sino que estaban expuestos a Su juicio.
En la caída, el hombre pecó en contra de la justicia de Dios y careció de la gloria de Dios. No obstante, Dios no vino con juicio. Entonces ¿cómo la justicia de Dios pudo mantenerse? Según Génesis 3:21, la respuesta está en la redención de Dios. Las pieles de los animales que Dios puso para cubrir a Adán y Eva señalan la redención de Cristo. Debido a la redención de Cristo, Dios puede mantener justamente la existencia del universo.
En Exodo, Faraón y los egipcios no se preocuparon por la redención de Cristo. Ellos merecían ser juzgados por la manera en que trataron al pueblo de Dios. Por consiguiente, Dios ejerció Su juicio sobre los egipcios por medio de las diez plagas. En la época de las plagas, los egipcios quedaron expuestos a los tratos justos de Dios. No obstante, los hijos de Israel permanecían bajo la redención de Cristo, pues Dios había puesto una redención entre ellos y el pueblo de Faraón.
En la actualidad, toda la tierra está todavía bajo la redención de Cristo. Si no fuese por la redención de Cristo, el sol, la luna, y los planetas se desintegrarían. Dios retiene los cielos y la tierra en beneficio de la existencia del hombre. Usted se preguntará como el Dios justo puede tolerar el pecado de la gente en el mundo actual. El puede tolerarlo solamente porque El mira al mundo por medio de la redención de Cristo.
En realidad, todo el mundo disfruta de los beneficios de la redención de Cristo, aunque no se dan cuenta de ello. Colosenses declara que Dios ha reconciliado todas las cosas a Sí mismo por medio de la muerte de Cristo (1:20). La redención de Cristo es lo único que hace de esta tierra un lugar adecuado para la vida del hombre. Si la creación no estuviera bajo la redención de Cristo, se derrumbaría. No obstante, Dios extiende Su misericordia y mira a los incrédulos bajo la redención de Cristo para que tengan la oportunidad de arrepentirse y de recibir esta redención.
Toda la comida que comemos y todo el suministro de vida que disfrutamos se encuentran bajo la redención de Cristo. De otro modo, las aguas se convertirían en sangre, los peces en ranas, y la tierra produciría espinas o piojos en lugar de granos, y del aire vendrían las moscas. Las diez plagas cayeron sobre Egipto porque rechazaron la redención de Dios.
Durante el tiempo en que Faraón se resistió a Dios, él y los egipcios estuvieron expuestos al justo juicio de Dios. Pero El fue misericordioso aún en el ejercicio de Su juicio. En lugar de aniquilar a los egipcios con un solo acto de juicio, El les mandó una serie de plagas. Al hacer esto, Su intención no fue solamente castigarlos o juzgarlos, sino también exponer a los egipcios y advertirles dándoles la oportunidad de volverse a El.
Cada plaga es significativa. En la primera plaga, las aguas fueron cambiadas en sangre. ¿Tiene usted la certeza de que las aguas del mundo que usted disfruta ahora no son en realidad sangre? Si esta agua está bajo la redención de Cristo, sí es agua. Pero si no está bajo la redención de Cristo, en realidad es sangre. Del mismo modo, en su experiencia, el agua que es la fuente del suministro de vida necesario, ¿produce peces o ranas? Todo depende de esto: ¿está el agua bajo la redención de Cristo? Puedo testificar con la conciencia pura que el agua que yo disfruto produce peces y no ranas. Además, para mi, la tierra produce maíz, trigo y verduras; no produce piojos. No obstante, si en su experiencia, la tierra no está bajo la redención de Cristo, el polvo de la tierra producirá piojos.
En el sexto conflicto entre el Señor y Faraón, el Señor mandó sobre Faraón y sobre todos los egipcios enjambres de moscas (8:20-32). Es difícil determinar qué clase de moscas fueron. Algunos diccionarios afirman que eran varias clases de moscas. En una versión se usa la palabra garrapatas, mientras que otra habla de tábanos que chupaban la sangre, moscas que mordían al ganado y le chupaban la sangre. Cualesquiera que hayan sido las moscas, cayeron como enjambres sobre Faraón, su pueblo y sus siervos. Todas las casas de los egipcios estaba llenas de enjambres de moscas.
Estos enjambres de moscas representan la contaminación en el ambiente del mundo actual, la contaminación causada por la inmoralidad que satura el ambiente. Por ejemplo, considere cuan contaminada está la atmósfera moral en una ciudad como Las Vegas. Cuando visitaba esta ciudad para tener comunión con algunos santos que buscaban al Señor, sentía que la atmósfera en esta ciudad era asquerosa. La atmósfera del mundo actual está cundida de moscas. Espiritualmente hablando, no hay aire fresco en los lugares mundanos. Debido a la caída del hombre, la atmósfera moral del mundo está contaminada, está llena de enjambres ruidosos de insectos. Por tanto, la cuarta plaga indica que el aire no está lleno de cosas limpias o positivas, sino de toda clase de cosas sucias y malignas.
Por medio de la exposición producida por las cuatro primeras plagas, vemos la sangre, las ranas, los piojos, y las moscas. ¡Qué cuadro tan detallado del vivir del hombre caído en el mundo! No obstante, la gente en el mundo actual no se da cuenta de la verdadera situación de su vida en el mundo. Para que ellos se den cuenta de esto, Dios debe venir y exponerla completamente a ellos, así como lo hizo con los egipcios por medio de las plagas.
La siguiente plaga fue una pestilencia que cayó sobre el ganado de los egipcios (9:1-7). Creo que esta pestilencia fue causada por gérmenes esparcidos por los enjambres de moscas.
Exodo 9:3 dice: “He aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima”. Según Levítico 11, los caballos, asnos y camellos eran impuros. Podían ser usados para el transporte, y no como alimento. No obstante, las vacas y las ovejas eran consideradas limpias y buenas para la comida de los hijos de Israel. Por tanto, los animales que padecieron la plaga era de dos categorías: los que se usaban para el transporte y los que se usaban para la comida. Dios juzgó tanto al transporte como la comida en Egipto. Esto significa que los medios de transporte y la manera de comer en el mundo actual también serán juzgados por Dios.
Una vez más vemos que Dios juzgó a los egipcios de una manera muy fina, destruyendo sus medios de vida uno por uno. Los egipcios dependían del Nilo, pero el Nilo fue juzgado. Ellos dependían de la tierra y del aire, pero la tierra y el aire también fueron juzgados. Además, los egipcios dependían de su ganado para el transporte y la comida, pero en la quinta plaga, aún el ganado fue juzgado.
Puesto que el ganado no era pecaminoso, usted se preguntará por qué fue juzgado por Dios. Según Génesis 3, la tierra fue involucrada con el pecado de Adán, aún cuando la tierra misma no era pecaminosa. Después del pecado de Adán, la tierra cayó en maldición (Gn. 3:17-18). Por tanto, la caída de Adán involucró a toda la tierra. En el mismo principio, el ganado de los egipcios fue juzgado, no porque fuera pecaminoso, sino porque estaba involucrado en el pecado de Faraón y los egipcios. Puesto que este ganado pertenecía a los egipcios, estaba involucrado en el pecado de los egipcios. Aquí vemos que el juicio justo de Dios también se aplica a las repercusiones de una situación pecaminosa. Por estar relacionado con Faraón y servirle a él, el ganado en Egipto está sometido al juicio justo de Dios sobre Faraón.
Este principio se aplica hoy en día. Si amamos al Señor y le servimos bajo Su bendición, todo lo que se relaciona con nosotros también será bendecido. Aún cosas como animales o posesiones materiales serán bendecidas. Si amamos al Señor, aún todo lo que nos rodea será bendecido. Nuestros parientes, amigos, y vecinos estarán involucrados positivamente en la bendición que reposa sobre nosotros. Bajo la justicia de Dios, nosotros los que amamos al Señor llegamos a ser un factor de bendición para los demás, aún para la sociedad en conjunto. Los que no conocen al Señor pueden disfrutar de los beneficios de esta bendición.
Mi experiencia al viajar en el interior de China durante la segunda guerra mundial da un ejemplo de esto. A menudo los que viajaban conmigo, aún cuando no creían en el Señor Jesús, me dijeron que recibían beneficio por el hecho de estar conmigo. Durante la guerra era difícil viajar. Pero cuando llegaron los problemas, oré y el Señor me preservó. Esto hizo que mis compañeros de viaje se dieran cuenta de que estaban bendecidos porque Dios me había bendecido.
En el caso de Faraón y de los egipcios, vemos que el ganado implica algo negativo. Debido a la terquedad de Faraón y a la dureza de su corazón, el ganado estaba sometido a la plaga de pestilencia. Eso debe enseñarnos a no involucrarnos con aquellos que son pecaminosos, sino a alejarnos de ellos. De otro modo, podríamos involucrarnos negativamente en la situación de ellos.
Por el bien de Su pueblo, Dios puede detener Su juicio sobre el mundo. Aún cuando El viene para juzgar al mundo conforme a Su justicia, El todavía se preocupa por Su pueblo a fin de que ése cumpla Su deseo de tener una morada en la tierra. Hemos visto que en la plaga de las moscas, Dios puso una redención entre Su pueblo y el pueblo de Faraón. Del mismo modo, en la plaga gravísima sobre el ganado, 9:4 afirma: “Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel”. Según el versículo 6, no pereció ningún ganado de los hijos de Israel. Los mensajeros mandados por Faraón vieron que ninguno de su ganado había muerto (v. 7).
Debido a los impedimentos causados por la gente del mundo al pueblo de Dios en cuanto a cumplir con Su propósito, Dios vino y juzgó la manera de vivir en Egipto. Ni siquiera los hijos de Israel entendieron la verdadera naturaleza de la vida egipcia. Ellos también necesitaban una revelación de la naturaleza, del vivir y del resultado de la vida en Egipto. Cuanto más eran juzgados los egipcios, más los hijos de Israel eran iluminados en cuanto al vivir de Egipto. Por consiguiente, Dios usó las plagas para cumplir dos cosas: castigar a los egipcios para que liberasen a Su pueblo y abrir los ojos de los hijos de Israel en cuanto a la naturaleza de la vida de usurpación en Egipto. La iluminación que recibieron por medio de las plagas hizo que estuviesen dispuestos a huir de Egipto y a entrar en el desierto donde pudieron recibir, en el monte de Dios, la revelación de Dios acerca de Su morada.
En la sexta plaga, que sucedió durante el octavo conflicto (9:8-12), se produjeron las úlceras sobre la piel de los hombres y los animales. El Señor dijo a Moisés y Aarón que tomaran puñados de cenizas de los hornos y que las esparcieran hacia los cielos a la vista de Faraón. Las cenizas se convirtieron en polvo fino que causó úlceras sobre los hombres y los animales en todo el país de Egipto (9:8-9).
Las cenizas son lo que queda después de que algo es quemado. Al final de la quinta plaga, todos los recursos de Egipto habían sido juzgados; el agua, la tierra, el aire y el ganado fueron juzgados por Dios. No obstante, las cenizas, lo que quedaba de las cosas quemadas, todavía debían ser atacadas. Esto indica que todo lo que queda de nuestra vida humana caída debe recibir la disciplina de Dios. Usted pensará que cierta cosa ha sido totalmente acabada. Efectivamente, fue acabada, pero quedan todavía algunas cenizas, algún restante. En cierto sentido, lo restante es peor que la cosa misma, puesto que puede provocar úlceras. El resto de algo que usted hizo o tuvo alguna vez puede causar daños graves. Por consiguiente, Dios no sólo disciplina las cosas mismas, sino lo que queda de estas cosas. Al esparcir las cenizas del horno en el aire, las cenizas quedaron expuestas.
Después de que Dios había juzgado el agua, la tierra con el polvo y el aire parecía que no quedaba nada de los recursos para el sustento egipcio. Aún los animales usados para el transporte fueron matados. Pero todavía había cenizas que quedaban de las cosas que fueron atacadas y quemadas. Dios no podía tolerar ni siquiera las cenizas. Esto indica cuan finos y completos eran el juicio de Dios y Su manera de exponer, y también muestra que Dios hizo un buen trabajo al educar a Su pueblo a conocer la verdadera naturaleza de la vida en este mundo, la cual está en contra de Su economía. El aspecto educacional del juicio de Dios sobre Egipto fue verdaderamente muy fino.
Las cenizas generalmente no contienen ningún germen, pues todos los gérmenes han sido quemados. Pero las cenizas esparcidas en el aire por Moisés y Aarón estaban llenas de gérmenes porque se convirtieron en polvo que provocó úlceras. Usted pensará que sus antiguas prácticas pecaminosas han sido totalmente terminadas y que lo restante son cenizas limpias, cenizas que no contienen ningún germen. Pero Dios no está satisfecho con esto. Por tanto, El viene y juzga el resto de las cosas pecaminosas. No se imagine que en su vida personal no queda nada que juzgar después de que los pecados hayan sido juzgados. Por el contrario, todavía queda algo dentro de usted, el resto de lo que ha sido juzgado y disciplinado. Esto indica que a los ojos de Dios, todo lo que pertenece a la vida egipcia: el agua, la tierra, el aire, y las cenizas, debe ser juzgado y expuesto. No debe quedar nada de la vida del mundo.
No se jacte de la manera en que usted ha terminado sus pecados pasados o sus prácticas mundanas. En lo profundo de su ser, quizá tenga todavía algunas cenizas. Por ejemplo, un hermano puede haber sido un atleta extraordinario antes de ser cristiano. El puede pensar que su amor por el deporte ha sido terminado. Quizá lo haya sido, pero las cenizas tal vez no hayan sido terminadas. Las hermanas jóvenes pueden tener cajas de cenizas, los restos de ciertas cosas que ellas atesoraban mucho. ¡Alabado sea el Señor por todas las disciplinas que usted ha experimentado bajo Su dirección! Pero ¿qué hay de las cenizas? Dios requiere que ellas también sean expuestas y juzgadas.
La plaga de las úlceras afectó a los egipcios, pero no a los hijos de Israel. Sin embargo, algunos santos quizá sientan que tuvieron la experiencia de esparcir las cenizas de sus experiencias pasadas y causar daño a otros creyentes. Los santos deben tener cuidado de no caminar como los gentiles. Al dar testimonio de cómo hemos terminado con las cosas pecaminosas, es posible esparcir cenizas en el aire. Debemos orar al Señor para que El nos cubra con Su sangre prevaleciente. Esta oración nos pondrá bajo la redención de Cristo, y la unción nos restringirá y nos impedirá esparcir cenizas. El verdadero significado de esta plaga es que indica lo fino y lo completo que era el juicio de Dios, aún al aniquilar el resto de las cosas quemadas, y también lo extenso que era la educación de Dios para con Su pueblo.
Debemos quedar profundamente impresionados por el hecho de que aún los restos de las cosas pecaminosas deben ser juzgados. A los ojos de Dios, en Egipto no hay nada bueno. Todo lo relacionado con el vivir egipcio, con el vivir del mundo, debe ser expuesto y juzgado totalmente. Que Dios exponga cada aspecto del vivir del mundo.
En el segundo grupo de plagas se destacan dos asuntos. El primero es éste: estas plagas no afectaron la tierra de Gosen, porque los hijos de Israel estaban bajo la redención del Señor. El segundo es que en estas plagas, los magos egipcios no pudieron hacer nada. Hemos señalado que algunos filósofos del mundo pueden enseñar cosas similares a lo que enseñamos al predicar el evangelio. Sin embargo, llega el momento en que estos “magos” actuales no pueden hacer nada. Los filósofos del mundo no pueden salvar a la gente de las moscas, las plagas ni las úlceras. No pueden rescatar a nadie de la contaminación moral y espiritual. Sólo la salvación de Dios puede liberar al pueblo de todo esto. Tarde o temprano, aún los “magos” se encontrarán sin poder delante de la mano de Dios.
A través de todos estos cuadros con todas las plagas, podemos ver la verdadera situación de nuestra vida humana caída. Ninguna otra porción de la Biblia nos muestra un cuadro tan detallado de la vida mundana en oposición al edificio de Dios. El mundo está en contra del edificio de Dios, y el edificio de Dios se opone al mundo. El pueblo escogido de Dios es un factor crucial entre estas dos fuerzas opuestas. Si el pueblo de Dios permanece en el mundo, Dios no puede hacer nada. Pero si están dispuestos a ser rescatados del mundo para Dios, El puede llevar a cabo Su propósito en la tierra, es decir, tener Su morada. Por consiguiente, Dios debe venir y aniquilar al mundo usurpador y educar a Su pueblo para que se de cuenta de lo que es el mundo, a fin de que abandonen al mundo y ya no permanezcan allí. Las diez plagas enseñaron a los hijos de Israel lo que es la verdadera naturaleza de Egipto y lo que les usurpaba, los ocupaba y los poseía.