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Mensaje 65

EL VELO SOBRE LA GLORIA DEL MINISTERIO DE CONDENACION Y MUERTE

  Lectura bíblica: Éx. 34:29-35; 2 Co. 3:7, 9, 13-18

  En este mensaje continuaremos con lo que nosotros identificamos como la “noche” de la ley. En Segunda de Corintios 3:7 y 9, Pablo usó todas las palabras claves en el título de este mensaje: “El velo sobre la gloria del ministerio de condenación”. Las palabras gloria y ministerio son positivas; no obstante, las palabras velo, condenación y muerte son negativas. En Segunda de Corintios 3, Pablo habla primeramente del ministerio de muerte (v. 7) y luego del ministerio de condenación (v. 9). Ciertamente éstas son expresiones fuera de lo común. Estos términos se encuentran en la Biblia, pero no todos los cristianos los conocen.

LA GLORIA DEL MINISTERIO DE CONDENACION Y DE MUERTE

  Según lo afirma Pablo en Segunda de Corintios 3, el ministerio de Moisés era un ministerio de condenación y muerte. No obstante, el ministerio de Pablo fue un ministerio de justicia y del Espíritu. Me pregunto si Moisés hubiera estado contento con la manera en que Pablo presentó el contraste del ministerio de justicia y del Espíritu con el ministerio de condenación y muerte. Al escribir Segunda de Corintios 3, Pablo usó “mucha franqueza” (v. 12). El tenía denuedo y señaló que su ministerio era más grande en gloria que el de Moisés. Pablo declara: “Porque si el ministerio de condenación tiene gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justicia” (v. 9). Exodo 34:29-35 revela que el rostro de Moisés resplandecía. El rostro de Pablo no resplandeció de esta manera, pero él experimentó un resplandor interno, un resplandor que venía desde dentro de su espíritu. Vemos dos clases de resplandor en Moisés y en Pablo: el resplandor exterior sobre el rostro y el resplandor interior desde el espíritu. Hoy en día todos los creyentes en Cristo pueden resplandecer interiormente. Pero un día, cuando venga el Señor, seremos transfigurados y tendremos también el resplandor exterior. En ese momento, resplandecerá todo nuestro cuerpo, y no solamente nuestro rostro.

  Algunos teólogos sistemáticos no aprecian el valor del ministerio de Moisés. Pablo habla del ministerio de Moisés como de un ministerio de condenación y muerte, pero él reconoce que había gloria en este ministerio. Hace más de tres mil años, hubo un hombre cuyo rostro resplandeció con la gloria de Dios. Este es un asunto muy significativo, y no debemos menospreciarlo. Junto con Pablo, debemos reconocer que el ministerio de condenación y muerte era verdaderamente glorioso. No debemos negar el hecho de que esta gloria era maravillosa y excelente. Podemos decir a la ligera que nosotros, los creyentes neotestamentarios, tenemos la gloria interior, mientras que Moisés tenía simplemente la gloria exterior. No obstante, algunos cristianos en realidad tienen una gloria solamente en doctrina, y no en su experiencia. Pretenden ser los creyentes neotestamentarios con la gloria interior, pero ¿en realidad dónde está esta gloria? En su experiencia, quizá tengan muy poca gloria. Efectivamente, la gloria de Moisés era exterior, pero de todos modos deberíamos apreciarla.

  Podemos considerar las palabras de Pablo en Segunda de Corintios 3 como una explicación de Exodo 34:29-35. Exodo 34 revela simplemente que el rostro de Moisés resplandecía, pero no declara que esta gloria resplandecía desde el rostro de Moisés. Sin embargo, en Segunda de Corintios 3, Pablo interpreta Exodo 34 al decir que el resplandor sobre el rostro de Moisés era la gloria del ministerio de condenación y muerte. Sin la interpretación de Pablo, no tendríamos la sabiduría de declarar que el rostro resplandeciente de Moisés era la gloria del ministerio. Además, no tendríamos el denuedo de decir que el ministerio de condenación y muerte era glorioso. No obstante, después de recibir la iluminación del Señor, Pablo tuvo el denuedo de hablar claramente de estas cosas. El resplandor sobre el rostro de Moisés era la gloria de un ministerio que fue dado por Dios y establecido por El. Moisés tenía un ministerio, y este ministerio era glorioso.

EL VELO SOBRE LA GLORIA DEL MINISTERIO

  Ahora debemos preguntarnos por qué el ministerio de gloria de Moisés iba a ser un ministerio de condenación y muerte. En sí mismo, el ministerio de Moisés no era un ministerio de condenación y muerte. Se hizo tal porque el pueblo estaba en tinieblas y porque sus corazones fueron endurecidos. El libro de Exodo afirma por lo menos en trece ocasiones que el corazón de Faraón fue endurecido, o que Faraón endureció su corazón. Cuando los hijos de Israel se encontraban al pie del monte de Dios, sus corazones eran idénticos al corazón de Faraón. Eso significa que el corazón del pueblo se había endurecido.

  Nuestro corazón determina la clase de persona que somos. Si usted tiene un corazón maligno, usted es una persona maligna. Pero si usted tiene un buen corazón, usted es una buena persona. Del mismo modo, si su corazón está lleno de odio, usted será una persona aborrecible. No obstante, si su corazón está lleno de amor, usted será una persona amorosa. Cuando los hijos de Israel estaban en el monte Sinaí para recibir la ley, tenían un corazón endurecido. Como resultado, el ministerio de gloria iba a ser un ministerio de condenación y muerte para ellos. Definitivamente no era la intención de Dios condenar al pueblo ni llevarlo a la muerte. Puesto que el pueblo era duro y estaba ciego en su corazón, igual que Faraón en Egipto, el ministerio de gloria llegó a ser un ministerio de condenación y aun de muerte.

  Vemos este mismo principio cuando leemos la Biblia. No piense que la Biblia no puede condenarle a usted ni matarlo. Si su corazón es duro cuando usted lee la Biblia, la Biblia será para usted un libro de condenación y muerte. No se aferre al concepto supersticioso de que la gente siempre recibe bendiciones cuando leen la Biblia. Esto no es cierto. El hecho de que la Biblia ministre de vida o muerte, justicia o condenación, depende de nuestro corazón. Si nuestro corazón está blando, la Biblia será una bendición. Pero si nuestro corazón está duro, la Biblia será un libro de condenación y muerte, así como el ministerio de Moisés llegó a ser un ministerio de condenación y de muerte para los hijos de Israel.

  En el mensaje anterior, mencionamos el aspecto de la ley como letras que matan. En este mensaje, nos dedicamos al asunto del velo sobre la gloria del ministerio de condenación y muerte. En cuanto al aspecto “nocturno” de la ley, vemos que los dos puntos principales son el aniquilamiento y el velo. La letra mata, y el velo cubre. La ley fue dada, pero estaba cubierta por un velo. Del mismo modo, en nuestra experiencia, también puede haber un velo sobre la Biblia.

  Cuando Moisés bajó del monte, él no sabía que su rostro resplandecía. El pueblo vio que “el rostro de Moisés resplandecía”. Finalmente, Moisés llegó a entender eso. Vemos que él puso un velo sobre su rostro. No obstante, lo extraño es que Moisés no se puso este velo hasta después de hablar con el pueblo (v. 33). Antes de bajar del monte para hablar con el pueblo, Moisés no llevaba ningún velo. Ni siquiera sabía que su rostro resplandecía. Sólo después de hablar con el pueblo, él puso un velo sobre su rostro. El versículo 34 dice: “Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado”. Luego leemos que cuando Moisés habló con los hijos de Israel, él “volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios” (v. 35). Por tanto, cuando Moisés habló con el pueblo, él se puso el velo. Sin embargo, se lo quitaba cuando hablaba con Dios.

  El rostro de Moisés resplandecía porque Dios le había hablado (v. 29). Cuanto más hablaba Dios con Moisés, más resplandecía su rostro. Moisés no llevaba ningún velo cuando hablaba con el Señor, pero sí llevaba un velo cuando él hablaba al pueblo. Es posible que el pueblo se haya disgustado y se haya sentido insultado por eso. Quizá hayan dicho a Moisés: “Cuando hablas con Dios, no llevas velo. ¿Por qué te pones un velo al hablar con nosotros?” Esta es la respuesta: Moisés cubría su rostro con un velo porque después de hablar al pueblo, él se dada cuenta de que el corazón de ellos era duro. Pablo interpreta Exodo 34 en 2 Corintios 3, y explica que el velo era simplemente el corazón endurecido de los hijos de Israel. Esta es la razón por la cual Pablo afirma que cuando el corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado (v. 16). Esta también es la razón por la cual Exodo 34 afirma que el velo estaba en el rostro de Moisés, mientras que Segunda de Corintios 3:15 declara que el velo estaba en el corazón de la gente. En realidad, el velo no fue lo que cubrió el rostro de Moisés. Fue el corazón endurecido del pueblo, el corazón que se había alejado del Señor.

  Cuando nuestro corazón se vuelve al Señor, no queda ningún velo. No obstante, si nuestro corazón se aleja de El, este corazón se convierte en un velo que nos impide contemplar el rostro del Señor. Por tanto, el velo es el corazón apartado del Señor.

  Moisés puso un velo sobre su rostro como señal para el pueblo. Después de hablar con ellos, Moisés se dio cuenta de que eran duros de cerviz y que sus corazones se habían endurecido. No podían entender el deseo de Dios. Esta fue la razón por la cual Moisés puso un velo sobre su rostro. Debido al corazón endurecido de los hijos de Israel, el ministerio de gloria de Moisés se transformó en un ministerio de condenación y muerte. No obstante, si los corazones de la gente se hubieran ablandado y vuelto al Señor, el ministerio de Moisés no habría sido un ministerio de condenación y muerte. Por tener un corazón duro, ellos fueron condenados y aun amortecidos por el ministerio de Moisés. la condenación y muerte pasaron a sus descendientes, incluyendo los fariseos y los judaizantes. Todos fueron condenados y muertos por el ministerio de Moisés, aunque era un ministerio de gloria.

  El principio es el mismo en el Nuevo Testamento. Mencionamos que el ministerio neotestamentario,es un ministerio de justicia y del Espíritu, más glorioso que el ministerio de Moisés. No obstante, si nuestro corazón es duro y está apartado del Señor, en nuestra experiencia aun el ministerio glorioso del Nuevo Testamento se convertirá en un ministerio de condenación y muerte.

  Juan 12:48 afirma que el Señor Jesús dijo a los religiosos: “El que me rechaza, y no recibe Mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero”. Esto indica que los que no creen en Cristo serán juzgados y condenados por Sus palabras. Los que perezcan en el futuro no serán condenados por la ley, sino por el evangelio. Hoy en día, el evangelio es una palabra de justicia, de Espíritu, y de vida. No obstante, los que endurecen sus corazones serán condenados y sentenciados a muerte por este mismo evangelio. Para ellos, el ministerio glorioso del Nuevo Testamento llegará a ser un ministerio de condenación y muerte.

LA NECESIDAD DE TENER UN CORAZON APROPIADO

  Este principio se aplica a los incrédulos y también a los creyentes. Pablo nos dice que un día todos compareceremos delante del tribunal de Cristo. Hoy en día, toda palabra del Nuevo Testamento es una palabra de bendición. Pero el día en que comparezcamos delante del tribunal de Cristo, las palabras del Nuevo Testamento quizás se conviertan para nosotros en palabras de condenación. Esta será nuestra situación si durante los años en que fuimos salvos y regenerados, endurecemos nuestros corazones y no nos volvemos al Señor. Una vez más, vemos que el principio es el mismo tanto con el ministerio de Moisés en el Antiguo Testamento, como en el ministerio neotestamentario. El hecho de que el ministerio sea para nosotros de justicia o de condenación, del Espíritu o de muerte, depende de nuestro corazón.

  Todos debemos ser exhortados a tener un corazón apropiado cuando escuchamos la palabra del Señor. Si nuestro corazón es recto, recibiremos una gran bendición. Pero si nuestro corazón es duro, no seremos bendecidos. Si somos indiferentes, no seremos bendecidos por medio del ministerio de la palabra de Dios. En realidad, la indiferencia causa dureza de corazón. Si usted es indiferente hacia el hablar del Señor, con el tiempo dejará de preocuparse por Su palabra. Esta indiferencia se convertirá en un velo entre usted y el Señor.

  Cuando Moisés le habló al pueblo, es probable que pocos se le hayan opuesto de forma abierta, simplemente no recibieron su palabra con corazón abierto. Ellos eran indiferentes a lo que decía Moisés. Esta actitud de indiferencia llevó a Moisés a poner un velo sobre su rostro como señal de que el pueblo no estaba dispuesto a recibir la Palabra de Dios. Exodo 34 nos enseña que cuando Moisés, el siervo del Señor, hablaba con El, él se quitaba el velo. El corazón de Moisés no era ni duro ni indiferente. En lugar de apartarse del Señor, fue absolutamente para el Señor. Esta fue la razón por la cual Moisés no llevó un velo cuando habló con Dios. Exodo 34 recalca el hecho de que Moisés se puso un velo cuando le habló al pueblo, pero que se lo quitó cuando habló con Dios. El hecho de que un siervo del Señor se quite el velo al hablar con el Señor, y se lo ponga al hablar con el pueblo es algo muy serio. Esto significa que la condición de los que oyen la Palabra de Dios no es sana.

  No creo que Moisés estaba contento cuando se dio cuenta que debía ponerse un velo sobre su rostro. Pero ciertamente estaba feliz cuando se pudo quitar el velo al hablar con el Señor. En esos momentos, debió haber tenido un disfrute maravilloso de Dios. No obstante, cuando salió a hablar con el pueblo y tuvo que ponerse un velo sobre su rostro, su corazón debe haber estado apesadumbrado. Por una parte, sentía la carga de hablar al pueblo en el nombre del Señor; por otra parte, no pudo hablar con gozo ni felicidad, sino con pesadez.

  Esta tal vez sea la experiencia de los siervos fieles del Señor hoy en día. Cuando hablan al pueblo de Dios, a veces hablan sin alegría. Pero cuando van al Señor y tienen comunión con El, son felices. Hay un velo cuando hablan al pueblo, pero no hay ningún velo cuando hablan con el Señor. El velo no existe por el lado de los siervos del Señor; existe en el pueblo que tiene un corazón duro, indiferente y apartado del Señor.

  No debemos pensar que la ley puede ser un ministerio de condenación y muerte y que el evangelio de gracia en el Nuevo Testamento no puede ser este ministerio. Para los incrédulos y aun los creyentes indiferentes en su corazón, el evangelio de gracia puede convertirse en ministerio de condenación y muerte. Por esta razón, debemos mostrar seriedad hacia el hablar del Señor. El hecho de que Dios nos habla es algo muy significativo. ¡Cuán horrible es que nuestros corazones sean indiferentes cuando el Señor viene a nosotros para tener comunión con nosotros o conversar con nosotros! ¿No se sentiría insultado si una persona con la cual usted hablara no le hiciera caso? Todos nos molestaríamos por esta actitud. ¡Cuanto más serio es que seamos indiferentes hacia el hablar de Dios en Su gracia! El Dios de gracia es un Dios que habla. Por preocuparse tanto por nosotros, El nos habla. Si somos indiferentes hacia Su hablar, es una señal de que nuestro corazón se ha endurecido. Esto disgustará a Dios y también a Sus siervos. Antes de que el siervo del Señor viniera a hablar con usted, su rostro resplandecía. Pero después de hablar con usted por un rato, él se disgustó por su indiferencia. Inmediatamente, usted tenía un velo puesto que le impide ver la gloria del ministerio neotestamentario. Este velo es una señal de que existe algún problema, hacia el Señor, en su corazón. Su corazón puede ser duro, frío, o indiferente. Esto es grave.

CONTEMPLAR LA GLORIA DEL SEÑOR A CARA DESCUBIERTA

  En Segunda de Corintios 3, Pablo explica Exodo 34 no para beneficio de los hijos de Israel sino para nuestro beneficio. En el versículo 18, él habla finalmente de un rostro descubierto, que contempla la gloria del Señor. Un rostro descubierto en realidad es un corazón que se ha vuelto al Señor. El versículo 16 indica que cuando el corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. Cuando el velo es quitado, el rostro queda descubierto. En el contexto de Segunda de Corintios 3, el corazón vuelto al Señor nos procura un rostro sin velo. Tener un rostro descubierto significa que nuestro corazó no es indiferente hacia el Señor o Su palabra. Mientras haya indiferencia en nuestro corazón, habrá un velo sobre nuestro rostro. Pero si nuestro corazón se vuelve al Señor, el velo será quitado. Entonces, a cara descubierta, contemplaremos y reflejaremos como un espejo la gloria del Señor.

  Cuando usted se mira en un espejo, el espejo lo refleja a usted. Pero si el espejo está cubierto por algo, habrá una separación entre usted y el espejo. Esto impedirá que el espejo refleje su imagen. No obstante, en cuanto se remueva la cobertura del espejo, el espejo lo volverá a reflejar a usted. Debemos ser espejos descubiertos que contemplan al Señor y lo reflejan. Si ésta es nuestra experiencia, seremos verdaderamente transformados a la imagen del Señor de gloria en gloria.

  Ser transformados significa tener la imagen del Señor impresa en nosotros y luego reflejada desde nuestro interior. Así como un espejo puede llenarse con la imagen de una persona y convertirse en el reflejo de esta imagen, también debemos ser transformados desde un grado de gloria a otro hasta convertirnos en el reflejo del Señor. Según lo dice Pablo en Segunda de Corintios 3:18, esto procede del Señor Espíritu.

  Ya dijimos que el ministerio de Moisés y también el ministerio neotestamentario pueden convertirse en ministerio de muerte y condenación en nuestra experiencia. Aquí el asunto crucial es el velo. Si nos cubre un velo, los ministerios del Antiguo Testamento y del Nuevo resultarán en condenación y muerte. A los que tienen un corazón duro que se aparta del Señor, aun el evangelio de gracia se convertirá en un ministerio de condenación y muerte. Cuando nuestro corazón se aparta del Señor, se convierte en un velo que nos separa de El.

  Esto me preocupa principalmente no por los cristianos en general, sino particularmente por nosotros en el recobro del Señor. Estoy preocupado por los que vienen a las reuniones de la iglesia, pero llevan un velo que los separa del Señor. Se sientan en las reuniones de la iglesia, pero ellos, como los hijos de Israel al pie del monte Sinaí, están cubiertos por un velo. Lo que importa aquí no es la distancia, sino el cubrirse. Los hijos de Israel no estaban en Egipto, sino al pie del monte de Dios. No obstante, por llevar el velo, estaban separados del Señor. Nosotros también podemos estar cerca del Señor y asistir por lo menos a algunas reuniones. Pero el punto crucial es éste: ¿dónde está nuestro corazón? Si nuestro corazón es indiferente y apartado del Señor, nuestro corazón indiferente será un velo que nos separa de El. Podemos estar cerca del Señor, pero nuestro corazón es indiferente y no se vuelve a El. ¡Oh, que todos tomemos este asunto con seriedad delante del Señor!

UNA SERIA ADVERTENCIA

  Después de ver esta luz acerca del velo sobre la gloria del ministerio de condenación y muerte, estoy muy preocupado primero por mí mismo, y luego por aquellos que están en el recobro del Señor, y luego por los cristianos en todas partes. El Señor sigue hablando pero ¿cuál es la condición de nuestro corazón y dónde está nuestro corazón? ¿Está nuestro corazón vuelto hacia el Señor o apartado de El? ¿Tenemos un corazón por el Señor, o nuestro corazón está frío e indiferente? Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, el factor crucial es nuestro corazón.

  No debemos prestar tanta atención a las enseñanzas objetivas y doctrinales según las cuales el ministerio de la ley en el Antiguo Testamento era un ministerio de condenación, sino que el ministerio neotestamentario es un ministerio de gracia. Ciertamente, vivimos en la dispensación de la gracia. Pero todavía podemos ser como los fariseos que no recibieron gracia. Cuando el Señor vuelva, El dirá a muchos creyentes: “Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de iniquidad” (Mt. 7:23). Siempre debemos recalcar que el principio es el mismo en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. El hecho de que el hablar de Dios sea vida o muerte para nosotros depende de nuestro corazón. Escuchar la palabra de Dios es un asunto sumamente grave. Dios está lleno de gracia, y en Su gracia, El viene y nos habla. Pero si somos descorteses con El y lo insultamos con nuestra indiferencia, Su hablar se convertirá inmediatamente en condenación y muerte para nosotros. Pasa lo mismo con nuestra lectura de las Escrituras. Cuando Dios nos habla, debemos volver nuestro corazón a El y responderle apropiadamente. De otro modo, aun el ministerio neotestamentario, el ministerio de justicia y del Espíritu, se convertirá en un ministerio de condenación y muerte. En lugar de disfrutar de la bendición, sufriremos pérdida.

  Vemos esta advertencia en todo el Nuevo Testamento, en los Evangelios, en las Epístolas, y en el libro de Apocalipsis. Hacia el final del Apocalipsis el Señor declara: “He aquí, Yo vengo pronto, y Mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap. 22:12). La recompensa que recibiremos en ese día tiene mucho que ver con nuestra actitud hoy en día. El hecho de que el ministerio del Señor nos trae justificación o condenación, vida o muerte, depende de nuestro corazón. Todos debemos aprender esta lección muy importante.

EL VELO EN EL CORAZON DEL PUEBLO DE DIOS

  Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo recalcan la importancia de nuestro corazón. El Antiguo Testamento nos manda a amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón. En el libro de Apocalipsis, vemos que la degradación de la iglesia empezó con la pérdida del primer amor por el Señor. Eso está relacionado con el corazón. Como lo hemos indicado, en Segunda de Corintios 3, Pablo declara que el velo no está sobre el rostro de Moisés, sino sobre el corazón del pueblo. Pablo declara: “Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos” (v. 15). El velo en el rostro de Moisés en realidad señala el velo que estaba en el corazón de la gente.

  En Segunda de Corintios 3, Pablo dice efectivamente que este velo es quitado en Cristo. No obstante, todavía es necesario que volvamos nuestro corazón al Señor. Cuando el corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. Por una parte, el velo ha sido quitado por la redención de Cristo. Por otra parte, el velo es quitado cuando volvemos nuestros corazones al Señor. Los verdaderos cristianos están en Cristo, y en Cristo el velo es quitado. Pero muchos cristianos contemporáneos siguen llevando un velo en sus corazones. En principio, son idénticos a los hijos de Israel, que fueron redimidos, liberados de Egipto, y llevados al monte Sinaí. Puesto que la gente tenía un problema en el corazón, su corazón llegó a ser un velo que los separaba del Señor. Pasa lo mismo con los creyentes hoy en día. Somos salvos, sacados de Egipto, del mundo, y ahora estamos en Cristo. El velo es quitado en Cristo, pero en nuestra experiencia, el velo todavía existe a causa de los problemas de nuestro corazón.

  En el Antiguo Testamento, los profetas siempre hablaron del corazón de la gente, exhortándoles a disciplinar su corazón o a circuncidarlo (Jl. 2:13, Jer. 4:4). Finalmente, el Señor prometió a través de Ezequiel, que daría al pueblo un nuevo corazón (Ez. 36:26). El Señor Jesús cita la palabra de Isaías y dijo a la gente religiosa: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de Mí” (Mt. 15:8). Ellos adoraban a Dios, pero el corazón de ellos estaba lejos de El.

  Pasa lo mismo hoy en día. Aun los domingos por la mañana, millones de personas van a ciertos locales para adorar a Dios. Sin embargo, ¿en qué condición se encuentra su corazón? ¿Cuál es la condición de su propio corazón cuando usted va a las reuniones de la iglesia? En realidad, podemos llegar al monte actual de Dios, pero nuestro corazón quizás no esté con el Señor. Según las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3, podemos haber perdido nuestro primer amor, o podemos ser tibios. La pérdida del primer amor y la condición de tibieza son problemas del corazón.

  Pablo afirma que cuando los judíos leen la ley, el velo permanece en su corazón. Por esta razón, leen el Antiguo Testamento sin recibir ninguna luz. Vemos que los paganos no son los únicos que están en tinieblas, pues los judíos también lo están. Tienen la Biblia, pero el velo que está en su corazón les impide recibir la iluminación. Pasa lo mismo con muchos cristianos. Pueden leer las Escrituras, sin tener luz. Moisés estaba bajo la dispensación del Antiguo Testamento, y también bajo la gloria. Los cristianos contemporáneos están bajo la dispensación del Nuevo Testamento pero muchos de ellos están bajo un velo. En su experiencia, no están bajo la gloria.

EL SIGNIFICADO DE ESTAR BAJO EL ANTIGUO TESTAMENTO Y EL NUEVO

  ¿Sabe usted lo que significa en nuestra experiencia estar bajo el Antiguo Testamento? Significa recibir la palabra de Dios mientras tenemos el velo. Desde el punto de vista de la experiencia, casi todos los cristianos todavía se encuentran bajo el Antiguo Testamento. Efectivamente, reciben la palabra de Dios, pero tienen un velo. Estar bajo el Nuevo Testamento significa recibir la palabra de Dios sin ninguna cobertura, sin ningún velo. Luego la palabra de Dios resplandecerá no solamente sobre el corazón, sino también desde el interior del corazón. En resumen, tener un velo significa estar en el Antiguo Testamento, pero estar descubierto y bajo la gloria de Dios significa estar en el Nuevo Testamento. Según la interpretación que da Pablo de Exodo 34 en 2 Corintios 3, nosotros estamos bajo el Antiguo Testamento si nos cubre el velo.

  Los judíos contemporáneos viven cronológicamente en la era del Nuevo Testamento, pero siguen en el Antiguo Testamento según su condición espiritual. Pasa lo mismo con muchos cristianos. Así como los judíos tienen un velo, estos cristianos también tienen un velo. Si somos honestos, reconoceremos que quizás nos encontremos en la misma situación. Lo que determina nuestra condición bajo el Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento es nuestro corazón. Cronológicamente Moisés vivía en la era del Antiguo Testamento, pero estaba en el Nuevo Testamento conforme a su condición espiritual. La razón es ésta: el corazón de Moisés era totalmente para el Señor. Mientras muchos cristianos contemporáneos tienen un velo y no reflejan la gloria de Dios, Moisés resplandecía con la gloria de Dios. Por no estar bajo el velo, en realidad él no estaba bajo el Antiguo Testamento.

  Además, Moisés estaba en el monte, encima de la nube. No obstante, los hijos de Israel se encontraban bajo la nube. Esta nube equivale al velo que Moisés puso sobre su rostro. Entre Dios en la cima del monte y los hijos de Israel al pie de la montaña, había una nube. El velo en el rostro de Moisés era una señal de esta nube y también de la relación nublada entre los hijos de Israel y Dios. No tenían un cielo claro. No obstante, para Moisés en la cima del monte, el cielo estaba claro. Del mismo modo, muchos cristianos contemporáneos están bajo la nube; son pocos los que están encima de la nube disfrutando de un cielo claro con el Señor. Según su condición espiritual, muchos cristianos en realidad están bajo el Antiguo Testamento. Pablo se dio cuenta de eso y escribió Segunda de Corintios para ayudar a los creyentes a abandonar la etapa del Antiguo Testamento y experimentar la etapa neotestamentaria. Esta es la razón por la cual Pablo habla de contemplar y reflejar al Señor con cara descubierta. Muchos cristianos contemporáneos se encuentran bajo la nube y bajo el velo. Son pocos los que verdaderamente están en el Nuevo Testamento, con cara descubierta, contemplando y reflejando al Señor. Pero, si tenemos una cara descubierta para contemplar y reflejar al Señor, estaremos bajo el Nuevo Testamento en nuestra experiencia espiritual.

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