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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CATORCE

DIOS: SU OBRA

(1)

  En este mensaje comenzaremos a considerar la obra de Dios según es revelada en el Nuevo Testamento. Nuestro Dios es un Dios que trabaja. Lo dicho por el Señor en Juan 5:17 indica esto: “Mi Padre hasta ahora trabaja”. En el Nuevo Testamento vemos la obra de Dios en la eternidad pasada, en Su antigua dispensación, en Su nueva dispensación y en la eternidad futura, con muchos aspectos.

A. EN LA ETERNIDAD PASADA

1. Hace la economía divina

  En la eternidad pasada Dios hizo la economía divina, Su plan eterno (Ef. 1:9-11; 3:9-11; 1 Ti. 1:4b). La palabra griega traducida “dispensación” en Efesios 1:10; 3:9; y en 1 Timoteo 1:4 es oikonomía, cuya forma españolizada es la palabra economía. Este término griego significa la ley de una familia o la administración sobre una casa. Ella denota la administración que Dios ejerce sobre Su casa para que, en Cristo, Él mismo se imparta en Su pueblo escogido a fin de obtener la iglesia como Su expresión corporativa. Economía equivale a dispensación, arreglo, plan. En palabras sencillas, podemos decir que en la eternidad pasada Dios hizo un plan, un plan eterno y divino.

2. Escoge a los creyentes antes de la fundación del mundo

  Después que Dios hizo Su plan eterno, Él escogió a los creyentes: “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor” (Ef. 1:4). Que Dios nos escogiera se refiere al hecho de que Él nos eligió. De entre un sinnúmero de personas Él nos eligió a nosotros, y esto lo hizo en Cristo antes de la fundación del mundo. Cristo fue la esfera en la cual fuimos elegidos por Dios. Fuera de Cristo no somos la elección de Dios.

  La frase antes de la fundación del mundo significa en la eternidad pasada. Antes de crearnos, Dios nos escogió según Su presciencia infinita. Esto implica que el mundo, que es el universo, fue fundado para la existencia del hombre a fin de cumplir el propósito eterno de Dios. Dios nos eligió no sólo antes que fuéramos creados, sino incluso antes de la fundación del mundo. Nada de Su creación había llegado a existir cuando Él nos eligió.

  Dios nos escogió en la eternidad pasada. El hecho de que fuésemos escogidos en la eternidad pasada significa que nuestra salvación comenzó antes de la fundación del mundo y antes del tiempo. La palabra escogidos implica que algunos fueron seleccionados y otros no. Alabamos al Señor por estar entre los que Él escogió. Si nos volvemos a nuestro espíritu y contactamos al Señor respecto a este asunto, comprenderemos que Dios es eterno, por lo cual Su elección también fue eterna.

3. Predestina a los creyentes antes de la fundación del mundo

  La obra de Dios en la eternidad pasada también incluyó Su predestinación —marcar de antemano— de los creyentes antes de la fundación del mundo. Al respecto, Efesios 1:5 dice: “Predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad”. La palabra griega traducida “predestinándonos” también podría traducirse “marcándonos de antemano”. Marcar de antemano es el proceso, mientras que la predestinación es el propósito, el cual es determinar cierto destino de antemano. Primero Dios nos eligió y luego nos marcó de antemano, es decir, antes de la fundación del mundo, para un determinado destino. El destino para el cual Dios nos marcó de antemano es la filiación. Fuimos predestinados para ser hijos de Dios aun antes de ser creados. Por tanto, como seres creados por Dios, debemos ser regenerados por Él a fin de que podamos participar de Su vida para ser Sus hijos. La filiación implica no solamente la vida propia de un hijo, sino también la posición que corresponde a un hijo. Los que fueron marcados de antemano por Dios poseen no solamente la vida requerida para ser Sus hijos, sino también la posición de hijo.

  Dios nos predestinó según Su presciencia (1 P. 1:2). Esto indica que nuestra relación con Dios fue iniciada por Él conforme a Su anticipado conocimiento.

  Además, Dios nos predestinó para filiación por medio de Jesucristo. La frase por medio de Jesucristo significa por medio del Redentor, quien es el Hijo de Dios. Por medio de Él fuimos redimidos para ser hijos de Dios, quienes tienen la vida y posición de hijos de Dios.

  Efesios 1:5 dice que Dios nos predestinó para filiación según el beneplácito de Su voluntad, la cual es Su propósito. Dios tiene una voluntad en la cual está Su beneplácito. Fue conforme a este beneplácito, conforme al deseo de Su corazón, que Dios nos predestinó para ser Sus hijos.

  Efesios 1:4 dice que Dios nos escogió para que fuésemos santos, y el versículo 5 afirma que Él nos predestinó para filiación. “Ser santo” es el procedimiento, y “para filiación” es la meta. Fuimos predestinados para filiación. En otras palabras, Dios nos escogió para que fuésemos santos a fin de que fuésemos Sus hijos. Por tanto, ser santos es el proceso, el procedimiento, mientras que ser hijos de Dios es la meta. Dios no desea meramente un grupo de personas santas; Él desea muchos hijos. Podría parecernos que es adecuado que Dios nos escoja con la finalidad de que seamos santos. Tal vez nosotros estaríamos plenamente satisfechos con esto. No obstante, Dios nos escogió para que fuésemos santos con el propósito de que pudiésemos ser los hijos de Dios.

  En mi juventud me encantaba Efesios 1:4 y 5. Sin embargo, al comienzo pensaba que Dios me había predestinado para el cielo. Después, pensé que había sido predestinado para salvación. Muchos de nosotros hemos pensado las mismas cosas al proyectar en la lectura de la Biblia algo procedente de nuestros propios conceptos. Pero Efesios 1:5 no dice que Dios nos predestinó para el cielo ni para salvación. Lo que dice es que fuimos predestinados para filiación. Antes de la fundación del mundo, Dios tomó la firme decisión de que seríamos Sus hijos. En la eternidad pasada, Dios, mediante Su presciencia, nos marcó de antemano seleccionándonos de entre un gran número de personas para que fuésemos Sus hijos. Esto no fue iniciado por nosotros en el tiempo; más bien, fue iniciado por Dios en la eternidad.

4. Probablemente determinó un consejo entre la Trinidad de la Deidad con respecto a la creación venidera y la redención

  En la eternidad pasada Dios probablemente también determinó un consejo entre la Trinidad de la Deidad con respecto a la creación venidera y la redención, según lo indica, o implica, Hechos 2:23 al decir: “A éste [Jesús], entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, matasteis clavándole en una cruz por manos de inicuos”. Una inserción editorial de una traducción indica que “el determinado consejo [...] de Dios” fue decidido “en el concilio celebrado por la Trinidad”. En la eternidad pasada Dios debe haber hecho un plan de acuerdo con Su beneplácito. Después, conforme a este plan, Él nos eligió y nos marcó de antemano. En Su presciencia, Dios sabía que la creación caería. Por tanto, entre la Trinidad de la Deidad probablemente hubo un concilio con respecto a la creación venidera y la redención. Se tomó una decisión con respecto a la manera de crear el universo y cómo redimirlo una vez hubiese caído. Esto indica que la crucifixión del Señor no fue un accidente en la historia humana, sino el cumplimiento deliberado del consejo divino determinado por el Dios Triuno.

  La muerte de Cristo también fue conforme a la presciencia de Dios. Dios designó, preparó, de antemano a Cristo como Su Cordero redentor (Jn. 1:29) para Sus escogidos —conforme a Su conocimiento anticipado— antes de la fundación del mundo (1 P. 1:20). Esto fue hecho de acuerdo con el propósito eterno de Dios y Su plan, no de manera accidental. Por tanto, según la perspectiva eterna de Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo (Ap. 13:8), o sea, desde la caída del hombre como parte componente del mundo.

  Según la revelación que hemos recogido con base en Hechos 2:23, 1 Pedro 1:20 y Apocalipsis 13:8, la redención lograda por Cristo mediante Su crucifixión es algo grandioso en el corazón de Dios con miras a la realización de Su plan eterno en conformidad con Su beneplácito.

B. EN LA ANTIGUA DISPENSACIÓN

  La obra de Dios en la antigua dispensación fue Su obra en el Antiguo Testamento. La antigua dispensación fue el antiguo arreglo administrativo, o economía, de Dios. En el Antiguo Testamento así como en el Nuevo Testamento Dios tuvo una economía, una dispensación, un arreglo administrativo.

1. Crea el universo

  En Hechos 17:24 Pablo se refiere a Dios como “el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay”. Ésta fue una vacuna muy potente contra los epicúreos ateos, quienes no reconocían al Creador, y contra los estoicos panteístas (v. 18). En su predicación en Hechos 14:15, Pablo también habló del “Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay”.

  Según Efesios 1:5 y 9, la motivación para la creación de Dios fue Su deseo y beneplácito. Dios llevó a cabo la obra de creación a fin de cumplir Su buen deseo y satisfacer Su beneplácito.

  La creación de Dios cumple Su deseo y logra Su propósito; ella también revela Su deseo en el universo y manifiesta Su propósito en la eternidad. Todo cuanto hacemos expresa nuestro deseo. Aunque no digamos mucho, lo que hacemos manifiesta nuestro propósito. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, Él ciertamente tenía un propósito. Primero, el propósito de Dios en Su creación es glorificar al Hijo de Dios (Col. 1:15-19). Segundo, la creación de Dios manifiesta a Dios. Aunque el poder divino de Dios y Sus características divinas son invisibles, el hombre puede tener cierta percepción y entendimiento de ello mediante las cosas hechas por Dios (Ro. 1:20).

  ¿Por qué creó Dios los cielos y la tierra? Según la Biblia, los cielos son para la tierra, y la tierra es para el hombre. Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, puso los cimientos de la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Los cielos son para la tierra, la tierra es para el hombre y el hombre hecho con un espíritu es para Dios.

  La base para la obra de Dios en la creación fueron Su voluntad y Su plan (Ef. 1:10). Apocalipsis 4:11 dice que todas las cosas fueron creadas conforme a la voluntad de Dios. Dios es un Dios de propósito, quien tiene una voluntad que corresponde a Su propio beneplácito. Él creó todas las cosas según Su voluntad a fin de que Él pudiese realizar y cumplir Su propósito. Dios tiene una voluntad, y conforme a esa voluntad Él concibió Su plan. En conformidad con esta voluntad y plan, Él creó todas las cosas.

  Aunque la creación fue obra de Dios, el medio por el cual Él efectuó Su creación fue el Hijo de Dios (Col. 1:15-16; He. 1:2b) y la Palabra de Dios (He. 11:3; Jn. 1:1-3). El Nuevo Testamento nos dice claramente que Dios creó el universo por medio de Cristo como Hijo de Dios y Palabra de Dios. Refiriéndose a Cristo como el medio por el cual se efectuó la creación, Colosenses 1:16 dice: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean autoridades; todo fue creado por medio de Él y para Él”. Con respecto a Cristo como Palabra, Juan 1:3 dice: “Todas las cosas por medio de Él llegaron a existir, y sin Él nada de cuanto existe ha llegado a la existencia”.

  Únicamente Dios puede crear. Crear significa hacer que algo exista a partir de la nada. Dios es el único Creador.

2. Crea al hombre y le prefija el orden de los tiempos así como los linderos de su habitación

  Después de crear el universo, Dios creó al hombre y le prefijó el orden de los tiempos así como los linderos de su habitación. Al respecto, Hechos 17:26 dice: “De uno solo ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los linderos de su habitación”. Aquí, “uno solo” se refiere a Adán. Dios no solamente creó a la humanidad, sino que además le prefijó el orden de los tiempos y determinó los linderos de su habitación. Las migraciones a los Estados Unidos ocurridas conforme al orden de los tiempos y con el correspondiente establecimiento de linderos es prueba contundente de lo dicho aquí. Habiendo creado a la humanidad, Dios preservó esta región. Una vez que América fue descubierta por los europeos, hubo migraciones masivas allí. Esto fue conforme a la soberanía de Dios. Dios determinó el orden de los tiempos y los linderos de los Estados Unidos por causa de Su propósito para llevar a cabo Su obra de recobro.

3. Toma medidas con relación a la humanidad caída, desde Adán hasta Noé

  Como parte de Su obra, Dios tomó medidas con relación a la humanidad caída, desde Adán hasta Noé. La historia que relata esto se halla en el Antiguo Testamento, pero se hace referencia a ello en el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento podemos ver ciertas cosas que Dios realizó en tiempos del Antiguo Testamento.

a. Rechazó a Caín y justificó a Abel

  Al tomar medidas con relación a la humanidad caída, Dios rechazó a Caín y justificó a Abel. “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus dones” (He. 11:4). De acuerdo con la tipología, el más excelente sacrificio ofrecido por Abel tipifica a Cristo, quien es los verdaderos “mejores sacrificios” (9:23).

  Caín ofreció a Dios el fruto de su propia labor. Él trajo el fruto de la tierra, lo cual no provee sangre para ser derramada. Esto quiere decir que él rechazó el camino de redención provisto por Dios, acerca del cual debió haber oído de sus padres. El camino de redención provisto por Dios consistía en un sacrificio en el cual sangre era derramada, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (He. 9:22). En lugar de atender al camino de Dios, Caín inventó su propia manera de adorar a Dios según su propio concepto. Sin embargo, Dios no aceptó la ofrenda de Caín. Aunque Caín debía haber comprendido que lo que Dios quería era un sacrificio con derramamiento de sangre, él no presentó tal sacrificio; más bien, Caín adoró a Dios conforme a su propio concepto, sin derramamiento de sangre. La ofrenda de Caín constituyó un insulto para Dios, una abominación a Sus ojos, por lo cual Él la rechazó.

  En contraste con Caín, Abel no presentó su sacrificio conforme a su propio concepto, sino conforme al camino de salvación provisto por Dios. Él adoró a Dios en conformidad con Su revelación. Abel comprendió que él necesitaba de una ofrenda que incluyese el derramamiento de sangre. Debido a que Abel sabía que había nacido de padres caídos y que él era pecaminoso, ofreció algunos primogénitos de su rebaño con derramamiento de sangre para redención. Por tanto, Abel fue justificado por Dios.

b. Traslada a Enoc de la muerte

  Hebreos 11:5 dice: “Por la fe Enoc fue trasladado para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios; y antes que fuese trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. La obra de Dios en la antigua dispensación incluyó el trasladar a Enoc de la muerte. La razón por la cual Dios arrebató a Enoc fue que él no debía ver muerte. Que él fuese librado de la muerte era la salvación máxima de Dios. Enoc disfrutó de la salvación provista por Dios y participó de ella al máximo.

  Enoc fue la primera persona en ser arrebatada. Debido a que en la Biblia la primera mención que se hace de un asunto establece el principio subyacente a dicho asunto, el caso de Enoc, que es la primera mención del arrebatamiento, establece el principio referente al arrebatamiento. El principio subyacente al arrebatamiento es el de obtener la madurez en vida al andar con Dios. Enoc anduvo con Dios durante trescientos años, y después Dios se lo llevó (Gn. 5:22-24).

  Antes de ser trasladado por Dios, Enoc “tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. Hebreos 11:6 añade: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él es, y que es galardonador de los que con diligencia le buscan”. Este versículo, puesto que sigue después del versículo 5, indica que Enoc no solamente anduvo con Dios, sino que también creyó. Enoc creyó que había un Dios y lo buscó creyendo en Él como Aquel que es galardonador de los que le buscan. Debe haber sido que su fe en Dios y su búsqueda de Dios le motivaron a andar con Dios. A la postre, Enoc fue recompensado por Dios. Dios le dio la recompensa de ser trasladado para que no viese muerte.

c. Juzga a la generación impía mediante un diluvio y libra de aquella generación corrupta a Noé y su familia

  En Su antiguo arreglo administrativo, Dios juzgó a la generación impía mediante el diluvio y libró de aquella generación corrupta a Noé y su familia. En 2 Pedro 2:5 se nos dice que Dios “no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, heraldo de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos”. Noé era uno de los ocho (1 P. 3:20); él fue un heraldo de justicia. Ser justo y piadoso o ser injusto e impío es crucial con relación al juicio gubernamental de Dios (2 P. 2:5-9). Ser justo consiste en ser recto con los hombres delante de Dios, y ser piadoso consiste en expresar a Dios delante de los hombres. Ésta fue la manera de vivir que Noé siguió, la cual lo salvó del juicio gubernamental de Dios conforme a Su justicia.

  Noé no predicó el evangelio; él predicó la justicia de Dios en contra de la corrupción de su generación. Pedro aquí habla de la justicia debido a su énfasis en el gobierno divino. La predicación de Noé con respecto a la justicia guardaba relación con el gobierno de Dios. Dios le dijo a Noé que Él pondría fin al mundo entero y que Noé debía predicar la justicia a su generación. Dios ejecutó Su juicio sobre aquella generación corrupta al hacer venir un diluvio sobre el mundo de los impíos.

  Con respecto a Noé, Hebreos 11:7 dice: “Por la fe Noé, habiendo sido divinamente advertido acerca de cosas que aún no se veían y movido de temor reverente, preparó un arca para salvación de su casa; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es según la fe”. Al mismo tiempo que predicaba la justicia a su generación, Noé también edificaba el arca. Noé edificó el arca por fe, conforme a la revelación que recibió de Dios y no conforme a su propio concepto. Dicha edificación del arca era por completo contraria a la corriente de su generación. Al preparar el arca, él “condenó al mundo”. Nadie sino la familia de Noé tuvo el debido aprecio por tal obra. Después que Noé entró en el arca, Dios cerró la puerta detrás de él (Gn. 7:16). Cuando el diluvio vino sobre aquella generación impía, Noé y su familia estaban en el arca, protegidos, resguardados y a salvo.

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