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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 189-204)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS DOS

LA IGLESIA: LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LOS CUATRO DONES ESPECIALES Y LA IGLESIA

  En el mensaje anterior consideramos los cargos que existen tanto en la iglesia universal como en la iglesia local. En este mensaje abordaremos la relación que existe entre los cuatro dones especiales y la iglesia.

VII. LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LOS CUATRO DONES ESPECIALES Y LA IGLESIA

  Un cargo implica una posición que otorga el derecho a realizar ciertas cosas. Pero un don no es una posición y no otorga derecho alguno. Un don es una capacidad. Si alguien tiene cierto don, tal persona tiene una capacidad particular, pero no una posición. Un don no nos otorga posición alguna; solamente nos imparte la capacidad para hacer ciertas cosas. Según Efesios 4 hay cuatro dones especiales: los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros. En realidad estos dones no son meramente capacidades, sino personas dotadas. Debemos ver la relación que existe entre estos cuatro dones especiales y la iglesia.

  En Efesios 4:11 Pablo dice que Cristo, la Cabeza del Cuerpo, ha dado cuatro clases de dones al Cuerpo: los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros. Estos dones surgen por obra de la Cabeza, quien los da al Cuerpo. Ellos no son producidos de una manera humana mediante cierta educación, selección u ordenación; más bien, entre los santos que aman al Señor y le buscan, algunos gradualmente se manifiestan en calidad de apóstoles, evangelistas, profetas o maestros. Tales personas son producidas al ser manifestadas en su vida y vivir cristianos.

A. Los apóstoles

  El primero de los cuatro dones especiales es los apóstoles. Por un lado, el apostolado es un cargo en la iglesia universal; por otro, un apóstol es un don. En realidad, el apostolado es más un don que un cargo. Por ejemplo, Pablo tenía el cargo del apostolado, pero él también era un don. Como apóstol, Pablo era más un don que alguien que tuviera un cargo. Él no hizo mucho en virtud del cargo que tenía, pero hizo muchísimo por ser un don.

1. En su ministerio para producir las iglesias, los apóstoles son un don para la iglesia universal, esto es, un don para todas las iglesias

  En su ministerio para producir las iglesias, los apóstoles son un don para la iglesia universal, esto es, un don para todas las iglesias. Un don es un regalo que nos es dado gratuitamente. Un apóstol ciertamente es un don para todas las iglesias. A lo largo de las eras, Dios ha hecho surgir a ciertas personas en calidad de apóstoles, los cuales han sido dados a la iglesia como dones.

  En 1 Corintios 9:1 Pablo hace la pregunta: “¿No soy apóstol?”. La palabra griega traducida “apóstol” significa enviado. Un apóstol del Señor es un creyente que Él ha enviado con Su autoridad para predicar el evangelio de Dios, enseñar la verdad divina y establecer iglesias. En la primera sección del libro de Hechos, Pedro y Juan eran esta clase de apóstoles entre los judíos, y en la segunda sección del libro de Hechos, Pablo y Bernabé lo eran entre los gentiles. Después de ellos, otros también llegaron a ser apóstoles, tales como Silvano y Timoteo (1 Ts. 1:1; 2:6). Mientras uno tenga el poder para predicar el evangelio, el don de enseñar la verdad divina y la capacidad para establecer iglesias, está calificado y confirmado para ser un apóstol enviado por el Señor con Su comisión y autoridad.

  El apostolado es universal. Cuando Pablo y Bernabé estaban en la iglesia en Antioquía, ellos no eran apóstoles sino profetas y maestros (Hch. 13:1). Sin embargo, cuando salieron a predicar el evangelio para establecer iglesias, ellos eran los enviados. Un apóstol es una persona enviada. Ellos eran profetas y maestros en la iglesia local en Antioquía, pero al ser enviados en el ministerio llegaron a ser apóstoles a fin de establecer iglesias.

2. En su ministerio para designar ancianos, ellos ejercen un cargo que abarca todas las iglesias locales

  En su ministerio para designar ancianos, los apóstoles ejercen un cargo que abarca todas las iglesias locales. Por ejemplo, Hechos 14:23 dice que los apóstoles constituyeron ancianos en cada iglesia. Por tanto, en su ministerio los apóstoles son un don dado a las iglesias, y ellos también tienen un cargo con la posición y el derecho de establecer ancianos en todas las iglesias locales.

  Los apóstoles designan a los ancianos en las iglesias locales (v. 23). Debido a que los ancianos en las iglesias son establecidos y designados por los apóstoles, los apóstoles están sobre los ancianos. El cargo de anciano es de carácter local y está bajo el apostolado.

  En 1 Timoteo 5:19-20 se nos indica que una acusación contra un anciano debe ser traída delante de los apóstoles. Esto muestra que los ancianos están bajo los apóstoles.

  El gobierno de la iglesia es muy simple. Los apóstoles salen a predicar el evangelio a fin de establecer iglesias. Entonces ellos seleccionan a los creyentes más maduros y los designan como ancianos para pastorear, para cuidar, a la iglesia local. Los ancianos deben cuidar de las iglesias conforme a la enseñanza de los apóstoles. Debido a que todas las iglesias son establecidas por los apóstoles, y los ancianos son seleccionados y designados en diferentes localidades por los apóstoles, al cuidar de las iglesias todos los ancianos deben recibir lo dicho por los apóstoles.

3. El primer don puesto por Dios en la iglesia

  Los apóstoles son el primer don puesto por Dios en la iglesia. “A unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros” (1 Co. 12:28a). Aquí “iglesia” se refiere a la iglesia en sus aspectos universal y local. Los primeros dones puestos por Dios en la iglesia son los apóstoles, los cuales son llamados y enviados por Dios a predicar el evangelio con el propósito de salvar pecadores a fin de hacerlos materiales útiles para la edificación de la iglesia, establecer las iglesias y enseñar la verdad divina. Su ministerio es universal, y es para todas las iglesias.

  En el Nuevo Testamento no hay apóstol más grande que Pablo. En sus catorce epístolas él usó muchas expresiones maravillosas. Por ejemplo, en Romanos 8 usó la palabra ley no para referirse a los mandamientos dados por Dios, sino a la capacidad innata propia de la vida. Por tanto, tenemos la ley del pecado y de la muerte, y también la ley del Espíritu de vida. En Efesios 1 Pablo habló de la supereminente grandeza del poder que operó en Cristo resucitándole de los muertos, sentándole en los lugares celestiales, sometiendo todas las cosas bajo Sus pies y dándolo por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, el Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. El hecho de que Pablo tenía tal revelación indica que él era un gran apóstol. Aunque no podemos compararnos con él, no obstante podemos ser pequeños apóstoles que van a las aldeas y pueblos a fin de llevar el evangelio de la verdad a las personas, ayudándoles a creer en el Señor Jesús y plantando iglesias locales.

B. Los profetas

  Los profetas son aquellos que hablan por Dios y le proclaman por medio de la revelación de Dios, y quienes a veces predicen bajo inspiración. A fin de ser un profeta, uno tiene que haber recibido la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento. Esto significa que un profeta tiene que poseer el conocimiento apropiado de la Palabra y también recibir mucha revelación divina. Sin este conocimiento y esta revelación, no podemos hablar por Dios ni proclamarlo. Un profeta tiene que ser alguien que posee la luz, la revelación, con respecto a lo escrito en la Palabra. Los profetas, por tanto, tienen que tener el don espiritual de impartir la palabra de sabiduría al hablar de modo que Dios mismo sea proclamado y, mediante este hablar, Él sea impartido en los demás. A veces los profetas también reciben la capacidad milagrosa de anunciar de antemano, de predecir. Sin embargo, esto no es visto con frecuencia en el Nuevo Testamento. El énfasis en el Nuevo Testamento no recae en la capacidad de predecir por parte de los profetas, sino en el hecho de que ellos hablan por Dios y lo proclaman.

1. Un don principalmente para la iglesia local

  Los profetas son un don principalmente para la iglesia local (Hch. 13:1; 1 Co. 14:23-24). En las iglesias hoy en día debe haber profetas que reciban la revelación divina y la luz, que conozcan la verdad, que tengan la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento, y que hablen por Dios y proclamen a Dios impartiéndolo en los demás. Cuanto más tales profetas hablan por Dios e, incluso, hablan Dios, más el Dios Triuno es impartido en los demás.

2. También para todas las iglesias locales

  Los profetas no solamente son un don principalmente para una iglesia local, sino también para todas las iglesias locales. Si los profetas pueden hablar la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento impartiendo a Dios en los demás en una determinada localidad, pueden hacer lo mismo en cada localidad (Hch. 11:27-28; 21:8-11; 15:22, 30, 32).

3. Hablar por Dios y proclamarle espiritualmente, y predecir de parte de Dios milagrosamente

  Por un lado, los profetas principalmente hablan por Dios y le proclaman espiritualmente (Ro. 12:6; 1 Co. 14:1); por otro, ocasionalmente los profetas predicen de parte de Dios milagrosamente (Hch. 11:28; 21:11). De manera general en toda la Biblia y de manera particular en el Nuevo Testamento, la palabra profetizar no significa principalmente predecir. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento profetizar es hablar por otro, o sea, hablar en representación de otro; anunciar, o sea, proclamar; y vaticinar, o sea, predecir algo antes que suceda. Profetizar principalmente está relacionado con hablar por el Señor y proclamar al Señor. Por tanto, la idea principal con respecto al profetizar en el Nuevo Testamento no es el hecho de predecir, sino hablar por el Señor y proclamarle bajo Su inspiración directa, esto es, hablar en conformidad con la revelación que el Señor ha impartido.

  Profetizar en el sentido de hablar por otro y proclamarlo requiere de mucho crecimiento en vida. Para esto será necesario que conozcamos a Dios y experimentemos a Cristo. Si no tenemos el adecuado conocimiento de Dios y experiencia de Cristo, no tendremos nada que decir de parte de Él y no podremos proclamarlo.

  Profetizar en el sentido de vaticinar, de predecir algo antes que suceda, es milagroso y no requiere de nuestro crecimiento en vida. El Espíritu es el medio por el cual los profetas vaticinan de tal manera. Hechos 11:28, refiriéndose a un profeta, dice: “Levantándose uno de ellos, llamado Agabo, indicó por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio”. Otro ejemplo de tal predicción milagrosa realizada por un profeta se encuentra en Hechos 21:10 y 11.

  Siempre que un profeta habla por Dios, le proclama o habla vaticinando algo, tiene que hablar por el Espíritu de Dios. Si hablamos por Dios o intentamos proclamar a Dios sin el Espíritu de vida, nuestro hablar será el hablar humano ordinario, y no constituirá un profetizar. Al profetizar, ya sea prediciendo algo de parte de Dios o hablando por Dios y proclamándole, tenemos que hablar por el Espíritu de Dios.

4. El segundo don puesto por Dios en la iglesia

  Los profetas constituyen el segundo de los cuatro dones especiales puestos por Dios en la iglesia. En 1 Corintios 12:28 Pablo dice que entre aquellos que Dios puso en la iglesia, puso “en segundo lugar profetas”.

C. Los evangelistas

  La tercera categoría de dones especiales dados a la iglesia mencionados en Efesios 4:11 es los evangelistas. Los evangelistas son expertos en predicar el evangelio, y todos los santos deben aprender de ellos. Un ejemplo destacado de un evangelista es Felipe, mencionado en Hechos 8. Este Felipe no es el Felipe nombrado entre los apóstoles (1:13), sino el Felipe nombrado entre los siete varones que fueron designados por los apóstoles para servir a las mesas (6:5). Mediante su ministerio y predicación del evangelio, según es relatado en Hechos 8, Felipe fue manifestado como evangelista. Debido a que él tenía un don sobresaliente para predicar el evangelio, al final es llamado “Felipe el evangelista” (21:8).

1. Para todas las iglesias locales

  Los evangelistas son para todas las iglesias locales. Esto es indicado por el relato acerca de la predicación del evangelio realizada por Felipe en Hechos 8. El versículo 40 dice que “pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades”.

2. Realizan la obra particular de predicar el evangelio

  Un evangelista realiza la obra particular de predicar el evangelio. Hechos 8:5 dice: “Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les proclamaba el Cristo”. Felipe también predicó el reino de Dios como evangelio. Hechos 8:12 dice: “Cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el del nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”. Él predicó el reino de Dios como evangelio tal como lo hacía el Señor (Mr. 1:14-15; Lc. 4:43). Hechos 8:26 y 40 también indican que Felipe, como evangelista, realizó la obra particular de predicar el evangelio.

D. Los pastores-maestros

  La cuarta categoría de dones especiales mencionada en Efesios 4:11 es la que corresponde a quienes son pastores-maestros. Aquí los pastores-maestros no se refieren a dos clases de personas, sino a una misma categoría de personas dotadas. Esto significa que si un creyente ha de pastorear a los santos, ciertamente tendrá que enseñarles; asimismo, si enseña a los santos, también los pastoreará. Para pastorear es necesario enseñar, y para enseñar es necesario pastorear. Por tanto, los que son pastores-maestros constituyen una sola categoría de personas.

1. Un don para la iglesia local

  Los pastores-maestros son un don para la iglesia local. Esto es indicado por Hechos 13:1, donde dice que había maestros en la iglesia en Antioquía. En Hechos 7 Esteban fue manifestado como maestro, y Hechos 11 revela que tanto Bernabé como Saulo eran maestros. Hechos 11:26 dice que Saulo y Bernabé “se congregaron allí todo un año en la iglesia, y enseñaron a mucha gente”.

2. Enseñan en las reuniones de la iglesia local

  Los pastores-maestros enseñan en las reuniones de la iglesia local. Esto es indicado por la palabra enseñanza en la enumeración hecha en 1 Corintios 14:26. En las reuniones de la iglesia necesitamos palabras de enseñanza. Tal enseñanza debe ministrarnos a Cristo con la iglesia como Su Cuerpo.

  Enseñar es diferente de profetizar. La enseñanza es el hablar basado en el profetizar. Los maestros toman lo que fue traído por el profetizar de los profetas y enseñan a los santos en conformidad con ello. Esto es enseñar. Los profetas son aquellos que hablan por Dios y le proclaman por medio de la revelación de Dios, y quienes a veces predicen bajo inspiración. Los maestros son aquellos que hablan las verdades conforme a la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42) y la revelación de los profetas.

3. El tercer don puesto por Dios en la iglesia

  Los pastores-maestros son el tercero de los dones puestos por Dios en la iglesia. Por esta razón en 1 Corintios 12:28 Pablo dice que entre aquellos que Dios puso en la iglesia, puso “en tercer lugar maestros”.

E. Ninguno de los cuatro dones especiales edifica directamente el Cuerpo de Cristo, sino que perfeccionan a los santos para que éstos puedan edificar directamente el Cuerpo de Cristo

  Ninguno de los cuatro dones especiales —los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros— edifica directamente el Cuerpo de Cristo. En lugar de ello, estos dones especiales perfeccionan a los santos para que éstos puedan edificar directamente el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12-16).

  En Efesios 4:12 vemos la razón por la cual Cristo dio los cuatro dones especiales: “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo”. La palabra griega que al inicio de este versículo se tradujo “a fin de” es categórica y muy significativa; ella indica que Cristo dio a los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros con el propósito de perfeccionar a los santos. Los santos son perfeccionados “para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo”. En esta oración la palabra griega traducida “para” significa “dando por resultado”. Por tanto, el perfeccionamiento de los santos da por resultado la obra del ministerio, la edificación del Cuerpo de Cristo.

  Gramaticalmente, la frase para la edificación del Cuerpo de Cristo está en aposición a la frase para la obra del ministerio. Esto indica que ambas frases se refieren a lo mismo. Por consiguiente, la obra del ministerio es la edificación del Cuerpo. En el versículo 12 la obra del ministerio se refiere en particular a la obra que realizan los santos al edificar directamente el Cuerpo de Cristo.

  En referencia a Cristo, la Cabeza, Efesios 4:16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. En este versículo, la expresión todas las coyunturas del rico suministro se refiere a los cuatros dones especiales mencionados en el versículo 11. En griego, el artículo usado aquí es enfático; esto indica que el suministro debe ser un suministro particular, el suministro de Cristo. Los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros tienen el suministro, un suministro particular. No obstante, el Cuerpo es edificado “por la función de cada miembro en su medida”. Aquí “cada miembro” se refiere a cada uno de los miembros del Cuerpo. Cada miembro del Cuerpo de Cristo tiene su propia medida, y dicha medida opera para el crecimiento del Cuerpo. El Cuerpo de Cristo causa el crecimiento de sí mismo por medio de las coyunturas que suministran y de los miembros que desempeñan su función. Tanto las coyunturas del suministro como cada miembro en su medida son requeridos para que la iglesia se edifique a sí misma. El crecimiento del Cuerpo es el aumento de Cristo en la iglesia; esto da por resultado que el Cuerpo se edifique a sí mismo.

  Es necesario que los santos sean perfeccionados, equipados, suministrados, para la obra del ministerio. La obra del ministerio es la edificación del Cuerpo de Cristo. Debido a que muchos santos todavía no realizan la obra del ministerio, ellos necesitan que los dones especiales los perfeccionen, los equipen, de modo que sean hechos aptos a fin de llevar a cabo la obra del ministerio para la edificación del Cuerpo de Cristo. Primero, los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores-maestros perfeccionan a los santos. Esto significa que ellos hacen que los santos sean edificados. Entonces, los santos que han sido perfeccionados llegan a ser miembros edificantes que edifican directamente el Cuerpo de Cristo. Por tanto, el Cuerpo no es edificado directamente por los cuatro dones especiales, sino que es edificado directamente por todos los miembros del Cuerpo.

  Si comprendemos que los cuatro dones especiales sirven al propósito de perfeccionar a los santos a fin de que éstos puedan edificar directamente el Cuerpo de Cristo, evitaremos la gran herejía que es el sistema de clérigos y laicos. En este sistema los clérigos son los líderes y los laicos son sus seguidores. En la iglesia, el Cuerpo de Cristo, no hay clérigos ni laicos, y no hay jerarquía, la cual anula y mata la función de todos los miembros. En la iglesia todos somos sacerdotes para Dios y miembros de Cristo. Esto significa que en la iglesia cada miembro del Cuerpo ejerce su función para edificar directamente el Cuerpo de Cristo.

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