En este mensaje abordaremos otro aspecto del reino de Dios. Antes de considerar el cielo nuevo y la tierra nueva, debemos examinar el juicio gubernamental que Dios ejecutará sobre Sus criaturas rebeldes. Después, en el siguiente mensaje, comenzaremos a considerar el cielo nuevo y la tierra nueva.
El reino milenario así como el cielo nuevo y la tierra nueva son dos aspectos positivos del reino. Entre estos dos aspectos se halla insertado un tercer aspecto, el cual tiene un sentido negativo y que debemos considerar: el juicio gubernamental que Dios ejecuta sobre Sus criaturas rebeldes.
El gobierno de Dios es universal, es decir, abarca el universo entero. El medio por el cual Dios ejerce Su gobierno es Su juicio. Dios gobierna al juzgar. Por tanto, Su juicio es de carácter gubernamental. A la postre, después que el juicio gubernamental de Dios haya concluido, habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, en los cuales morará la justicia (2 P. 3:13).
Los juicios gubernamentales de Dios tendrán su consumación en el lago de fuego. El lago de fuego es el “basurero” de todo el universo, pues allí serán arrojadas todas las cosas negativas. Finalmente, todas las cosas negativas, es decir, todas las cosas que hayan sido juzgadas por Dios serán barridas al lago de fuego.
En el primer cielo y la primera tierra había un mar que contenía el resultado del juicio de Dios, mientras que en el cielo nuevo y la tierra nueva habrá un lago de fuego que reemplazará al mar. Todas las cosas negativas e inmundas, después de ser juzgadas por Dios, estarán en el lago de fuego por la eternidad. Según Apocalipsis 22:15, el lago de fuego estará fuera de la Nueva Jerusalén, del mismo modo en que Tofet, un lugar donde se arrojaban las cosas inmundas (Jer. 19:11-13), estaba fuera de la antigua Jerusalén (2 R. 23:10; Is. 30:33).
Cuando regresen, Cristo y los santos vencedores, los fieles, combatirán contra el anticristo y su falso profeta y los derrotarán, con lo cual ejecutarán el juicio de Dios sobre ellos. Apocalipsis 19:20 dice: “La bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro del lago de fuego que arde con azufre”. El anticristo y el falso profeta serán los primeros en ser echados al lago de fuego (cfr. 20:10, 15). A diferencia de los otros que perecen, ellos serán lanzados vivos al lago de fuego, sin pasar por la muerte.
Otro aspecto del juicio gubernamental de Dios es Su juicio sobre las naciones condenadas. Este juicio será llevado a cabo por Cristo en Su trono de gloria (Mt. 25:31-46). Después de que Cristo derrote al anticristo y su ejército, todavía quedarán muchos gentiles sobre la tierra; el Señor los reunirá en torno a Sí y los juzgará. Mateo 25:31 y 32 dicen: “Cuando el Hijo del Hombre venga en Su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de Su gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará los unos de los otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos”. “Todas las naciones” se refiere a todos los gentiles que hayan quedado cuando Cristo regrese a la tierra, después de haber destruido a los gentiles que siguieron al anticristo en Armagedón (Ap. 16:14, 16; 19:11-15, 19-21). Los considerados como “ovejas” serán trasladados al milenio para ser el pueblo que vivirá bajo el reinado de Cristo y de los creyentes vencedores (2:26-27; 12:5; 20:4-6) y bajo el ministerio sacerdotal de los judíos salvos (Zac. 8:20-23). Los considerados como “cabritos” irán, juntamente con su líder, el anticristo, “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Aquí el “fuego” se refiere al lago de fuego (Ap. 20:14-15). Los “cabritos”, las naciones condenadas, perecerán en el lago de fuego, después del anticristo y el falso profeta y antes del diablo y los pecadores resucitados (vs. 10, 15).
El lago de fuego fue preparado para el diablo y sus ángeles, y no para el hombre. Sin embargo, si un hombre sigue al diablo y se opone al Señor, tal hombre tendrá su parte en el lago de fuego con el diablo y los ángeles caídos.
Al final del milenio, Satanás será “soltado de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar” (Ap. 20:7-8). Sin embargo, fuego descenderá del cielo y los consumirá (v. 9); después, Satanás será echado al lago de fuego. Al relatar esto como un hecho consumado, Apocalipsis 20:10 dice: “El diablo, que los engañaba, fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Aunque el lago de fuego fue preparado para el diablo y sus ángeles, la bestia y el falso profeta serán arrojados a ese lago mil años antes que Satanás. Mil años después, Satanás será arrojado allí.
El juicio gubernamental de Dios sobre todas las criaturas rebeldes incluirá Su juicio sobre los demonios. Apocalipsis 20:13, un versículo relacionado con el juicio ante el gran trono blanco (vs. 11-15), indica esto al decir: “El mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”. Puesto que los incrédulos muertos que se ahogaron en el mar están incluidos entre los que están en el Hades, los muertos entregados por el mar deben pertenecer a otra categoría de seres. Es probable que se refiera a los espíritus de los seres vivientes de la era preadamítica, que son los demonios de esta era (Mt. 8:31-32; 12:43). En el mensaje 2 del Estudio-vida de Génesis señalamos que en la era preadamítica había algunos seres vivientes que tenían espíritu; después del juicio de Dios sobre Satanás y quienes le seguían en su rebelión, estos seres se convirtieron en demonios, y el mar vino a ser su morada. Por esta razón, los demonios condujeron la manada de cerdos a precipitarse en el mar (8:31-32). Por tanto, el mar entregará a todos los demonios, quienes entonces serán juzgados ante el gran trono blanco.
Apocalipsis 20:12 dice: “Vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Aquí “de pie” indica que los muertos fueron resucitados. Ésta es la resurrección de los incrédulos, la resurrección para juicio, después del milenio (Jn. 5:28-29; 1 Co. 15:23-24). Los incrédulos que hayan muerto serán juzgados conforme a lo que conste en los libros, en los cuales se detallan las obras, las acciones, de los incrédulos. Hay otro libro que será abierto, el libro de la vida, en el cual constan los nombres de los creyentes (Ap. 13:8; 17:8; Lc. 10:20). Todo lo que los incrédulos han dicho y hecho está escrito en los libros, y los incrédulos serán juzgados de acuerdo con lo que esté escrito.
Apocalipsis 20:15 nos dice: “El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Los incrédulos destinados a perecer serán juzgados según los libros, los cuales son un registro de sus obras, pero serán arrojados al lago de fuego según el libro de la vida. Esto indica que el Señor los condena debido a sus malas obras, mas ellos perecerán debido a su incredulidad, por la cual sus nombres no fueron inscritos en el libro de la vida. No creer en el Señor Jesús es el único pecado que hace perecer al hombre (Jn. 16:9).
El lago de fuego fue preparado para el diablo y sus ángeles. Puesto que los incrédulos han seguido al diablo, compartirán el juicio del diablo (v. 11) y serán copartícipes del tormento eterno del diablo. Los demonios, quienes también siguieron al diablo, compartirán el mismo destino.
Apocalipsis 21:8 dice: “Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Aquí tenemos ocho clases de personas que perecerán en el lago de fuego, la segunda muerte.
Debido a que el hombre cayó en pecado y éste entró en él, todos los hombres deben morir una vez (He. 9:27). Sin embargo, esta primera muerte no es la sentencia final. Todos los muertos, excepto los que mediante la fe en el Señor Jesús han sido inscritos en el libro de la vida, serán resucitados y pasarán por el juicio del gran trono blanco al final del milenio, es decir, al finalizar el cielo viejo y la tierra vieja. Como resultado de este juicio, ellos serán echados al lago de fuego, el cual es la segunda muerte, la sentencia final (Ap. 20:11-15). Por consiguiente, la segunda muerte es el juicio que Dios trae sobre el hombre después de resucitarlo.
En referencia a la Nueva Jerusalén, Apocalipsis 22:15 dice: “Los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”. Aquí estar “fuera” significa estar fuera de la ciudad, donde estará el lago de fuego, el cual contiene a todos los pecadores que han perecido. Todas las personas inmundas y pecaminosas serán echadas al lago de fuego, el “basurero” universal.
Apocalipsis 14:9-11 dice: “Siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido preparado puro en el cáliz de Su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre”. Estos versículos se refieren al juicio ejecutado sobre aquellos que, durante la gran tribulación, se rehúsan a obedecer al evangelio eterno, el cual será predicado por un ángel (v. 7). En lugar de temer a Dios y adorarle, ellos adorarán al anticristo y su imagen. Como resultado de ello, estas personas serán atormentadas con fuego y azufre. El fuego y el azufre mencionados en el versículo 10 se refieren al fuego y el azufre presentes en el lago de fuego (19:20; 20:10, 14). Quienes adoren a la bestia y su imagen, y reciban la marca de su nombre, serán atormentados por la eternidad y no tendrán reposo de día ni de noche.
En esta parte del mensaje quisiera referirme a la relación que existe entre Apocalipsis 14:9-11 y Mateo 25:41, dos pasajes que tratan acerca del juicio que se ejecutará sobre las naciones después del regreso del Señor. Al final de la era de la iglesia, el anticristo surgirá como último césar del reino del Imperio romano restaurado. Él simulará ser bondadoso para con los judíos y hará un pacto de siete años con ellos (la última de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9:24-27), prometiéndoles libertad para adorar a Dios. Sin embargo, después de tres años y medio, él quebrantará este pacto y comenzará a perseguir a los judíos y a los cristianos. Él buscará destruir toda clase de religión, se establecerá como único objeto de adoración (2 Ts. 2:4) y obligará a todos a rendirle adoración. Esto marcará el inicio de la gran tribulación (Mt. 24:21), la cual consistirá en los últimos tres años y medio de la era actual.
Durante la gran tribulación, un ángel predicará el evangelio eterno (Ap. 14:6-7), advirtiendo a las personas que deben temer a Dios y adorarle, en lugar de seguir al anticristo y adorarlo a él o a su imagen. También se le advertirá a la gente en contra de perseguir a los dos pueblos de Dios: los judíos y los cristianos. El evangelio eterno, que será predicado por un ángel, es diferente del evangelio de la gracia, el cual predicamos actualmente. El evangelio de la gracia insta a las personas a arrepentirse y recibir a Cristo, mientras que el evangelio eterno insta a las personas a temer a Dios y adorarle, y a no seguir al anticristo. Muchos obedecerán este evangelio. Estas personas no adorarán al anticristo ni a su imagen, y brindarán ayuda a los judíos y cristianos bajo persecución, los cuales son los hermanos del Señor (Mt. 25:34-40). Sin embargo, otros seguirán al anticristo. Aquellos que formen parte de los ejércitos del anticristo serán destruidos cuando el Señor con Su ejército de vencedores venga a combatir contra el anticristo y sus ejércitos (Ap. 19:19-21). Después de arrojar al anticristo y al falso profeta al lago de fuego, el Señor se sentará en Su trono de gloria en Jerusalén y juzgará a las naciones (Mt. 25:31-32) según el evangelio eterno. Las “ovejas”, aquellos que obedecieron el evangelio eterno, entrarán en el reino milenario para ser las naciones, las cuales son el pueblo del reino. Los “cabritos”, aquellos que no obedecieron el evangelio eterno, sino que siguieron al anticristo, perecerán en el lago de fuego.
El juicio gubernamental de Dios sobre Sus criaturas rebeldes será para condenarlos a perdición eterna a fin de que sean atormentados con fuego y azufre por siempre. El fuego incinera, y el azufre asfixia. El lago de fuego que arde con azufre no puede ser apagado. Las criaturas rebeldes de Dios perecerán en el lago de fuego, donde sufrirán la perdición eterna.
En la primera muerte, el alma y el espíritu del hombre son separados de su cuerpo para después, en el caso de los incrédulos, ser mantenidos en la sección de sufrimiento en el Hades (Lc. 16:22-24). En la segunda muerte, el alma y el espíritu de los incrédulos, después de volver a ser unidos a su cuerpo en la resurrección, serán arrojados junto con su cuerpo al lago de fuego. Esto significa que todo el ser de los incrédulos —espíritu, alma y cuerpo— perecerá en el tormento eterno del lago de fuego.
Apocalipsis 20:14 dice: “La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. He aquí la muerte segunda, el lago de fuego”. La muerte será el último enemigo que el Señor destruirá (1 Co. 15:26). Inmediatamente después de la caída del hombre, Dios comenzó Su obra de abolir el pecado y la muerte. Esta obra se ha venido realizando a lo largo de las eras del Antiguo y del Nuevo Testamento y continúa siendo realizada en la actualidad. Cuando el pecado haya sido eliminado al final de la vieja creación y cuando su fuente, Satanás, sea arrojado al lago de fuego, la muerte será entonces abolida. Ella será arrojada al lago de fuego juntamente con el Hades, que representa el poder de la muerte, después de que se haya llevado a cabo el juicio conclusivo y final ante el gran trono blanco.
La palabra griega traducida “Hades” significa “que no se ve”, invisible, y se refiere a la morada subterránea de los muertos. El Hades, que equivale al Seol del Antiguo Testamento, tiene dos secciones: la sección de tormento y la sección de consuelo (Lc. 16:23-26).
Incluso la muerte y el Hades serán juzgados y arrojados en el lago de fuego porque son dos armas o herramientas usadas por la autoridad de la muerte, Satanás, para capturar a las personas. Dios las aborrece y las echará al lago de fuego, el cual es la segunda muerte. Puesto que la muerte, el Hades y el lago de fuego pertenecen a la misma categoría, serán puestos juntos por el Señor todopoderoso.
El juicio gubernamental de Dios sobre todas Sus criaturas rebeldes limpiará el universo para hacer posible la venida del cielo nuevo y la tierra nueva. Este juicio será concluido en el período correspondiente a la parte final de Apocalipsis 20. Por tanto, Apocalipsis 21 comienza con estas palabras: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía”. Ahora que todas las cosas negativas han sido barridas por el juicio de Dios en el lago de fuego, el camino está despejado para la aparición del cielo nuevo y la tierra nueva.