
Lectura bíblica: Jn. 14:17; 15:26; 16:13; 1 Jn. 5:6; 1 Co. 15:45; Jn. 7:39; Mt. 28:19b; Fil. 1:19; Ap. 22:17; Jn. 14:16-20; Ro. 8:17b
El estudio de la Trinidad Divina y de la persona de Cristo comenzó en el segundo siglo. Este estudio causó muchos debates y disputas interminables. En este mensaje no tengo la intención de introducirlos a ustedes en estos debates. Al contrario, quiero señalarles la posición vital que el Espíritu de realidad tiene en nuestra relación con Dios.
Según la Biblia, Dios es sólo uno (Dt. 6:4; 1 Co. 8:6) y, sin embargo, es el Padre, el Hijo y el Espíritu (Mt. 28:19b). Para la mente humana esto es difícil de reconciliar o explicar, pero ésta es la revelación en la Biblia. Cualquier intento que se haga por reconciliar estos dos aspectos sólo causará confusión. Debemos decir sencillamente que Dios es uno y que también es tres. Él es el único Dios y es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Los tres de la Trinidad Divina son distintos pero no separados. Son tres y, sin embargo, son uno.
El Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten el uno con el otro (Mt. 3:16-17; Ef. 3:14-17) y también moran en coinherencia. Coexistir significa existir juntamente al mismo tiempo. Entender la coexistencia de los tres de la Trinidad Divina no es difícil, pero entender cómo los tres de la Trinidad Divina son coinherentes el uno en el otro es muy difícil. Ser coinherentes el uno en el otro significa que los tres de la Trinidad Divina existen mutuamente, el uno en el otro, que permanecen el uno en el otro (Jn. 14:10-11; 17:21). Desde la eternidad pasada, los tres de la Trinidad Divina han coexistido el uno en el otro y son coinherentes el uno en el otro.
Un día el segundo de la Trinidad Divina, el Hijo, vino para ser hombre por medio de la encarnación. Él vino del Padre, con el Padre y en el nombre del Padre (Jn. 8:29; 16:28a, 32b; 10:25). El hecho de que Él viniera con el Padre también fue por medio del Espíritu (Mt. 1:20; Lc. 1:35; 4:1). Esto muestra la coexistencia de los tres de la Trinidad Divina en la encarnación. En Juan 14 el Hijo dijo que Él estaba en el Padre y que el Padre estaba en Él y que las palabras que Él hablaba no eran Sus propias palabras, sino las del Padre (vs. 10, 24). Este capítulo también revela que el Espíritu de realidad viene como el Hijo y con el Padre (vs. 16-20, 23, 26). Esto indica la coinherencia de los tres de la Trinidad Divina. El Hijo vive en el Padre y el Padre vive en el Hijo; el hablar del Hijo es la obra del Padre.
Otra porción de la Palabra que revela la coinherencia de la Trinidad Divina es Isaías 9:6. En este versículo el Hijo es llamado el Padre eterno. El niño nacido, quien es también el hijo dado, es llamado Admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz. El niño que es el Hijo unigénito (Jn. 3:16) es llamado el Dios fuerte. El hijo que es dado es llamado el Padre eterno. Aunque no podemos entender plenamente estas porciones de la Palabra, tenemos que aceptar la palabra clara de las Escrituras.
Los tres de la Trinidad Divina son tres de manera distinguible y, sin embargo, son uno solo. El Padre es distinto del Hijo, el Hijo es distinto del Espíritu, y el Espíritu es distinto del Padre y del Hijo. No obstante, el Hijo es el Padre (Is. 9:6; Jn. 14:9-10) y el Hijo también es el Espíritu (2 Co. 3:17). El Hijo se hizo carne (Jn. 1:1, 14) y fue llamado el postrer Adán. Por medio de la muerte y la resurrección, el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). El Hijo que fue dado era llamado el Padre eterno y, después de Su muerte y resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante. Por lo tanto, el Hijo es el Padre y también el Espíritu.
En la historia de la iglesia se inventaron ciertos términos para describir la relación entre los tres de la Trinidad Divina. El término la Trinidad esencial describe la unidad que existe entre los tres de la Trinidad Divina. El término la Trinidad económica describe la distinción entre los tres de la Trinidad Divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu son absolutamente uno en esencia. Ésta es la Trinidad esencial. Pero en la economía que Dios tiene para llevar a cabo Su propósito de impartirse en Su pueblo escogido, Él es tres. Ésta es la Trinidad económica. En Su economía, la Trinidad Divina es distintamente el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre hizo el plan, el Hijo efectuó la redención por medio de Su muerte vicaria, y el Espíritu sella a los redimidos (Ef. 1:4-14).
Después de la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios, el tercero de la Trinidad Divina, llegó a ser el Espíritu vivificante, quien es la totalidad de la Trinidad Divina, es decir, el Espíritu consumado y compuesto del Dios Triuno procesado, la misma consumación del Dios procesado (1 Co. 15:45; Jn. 7:39; Mt. 28:19b; Fil. 1:19b; Ap. 22:17). El Espíritu vivificante es muy grande. Él es la suma, la totalidad, de la Trinidad Divina. La totalidad del Padre, el Hijo y el Espíritu es el Espíritu vivificante. Él es el Espíritu consumado y compuesto del Dios Triuno procesado.
El Espíritu vivificante, como Espíritu compuesto, se compone de varios elementos que han sido combinados. Este Espíritu compuesto es tipificado por el ungüento compuesto que se describe en Éxodo 30:23-25. Un hin de aceite de olivas, el cual era la base del ungüento, era combinado con las especias mirra, canela, cálamo y casia para formar un compuesto. El aceite tipifica al Espíritu Santo, y las cuatro especias tipifican la humanidad y la divinidad de Cristo, junto con Su muerte y resurrección. El Espíritu vivificante incluye muchos elementos de la misma manera en que las medicinas modernas se componen de varios elementos para sanar ciertas enfermedades. El Espíritu vivificante ha sido compuesto con el Espíritu Santo como base y con la humanidad, la divinidad, la muerte y la resurrección de Cristo como elementos.
Hoy en día el Espíritu Santo, el Espíritu vivificante, el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo, es la consumación del Dios Triuno procesado. Si queremos experimentar a Dios hoy como el Dios consumado, tenemos que experimentar al Espíritu. Día tras día, desde la mañana hasta el anochecer, nuestra vida cristiana, nuestro andar cristiano y nuestra experiencia cristiana son un asunto de disfrutar la consumación del Dios Triuno procesado, quien es el Espíritu vivificante. Desde el día en que vi esto, toda mi vida cristiana ha experimentado un cambio radical.
En Génesis 1 había indicaciones de la Trinidad Divina (vs. 1, 26), pero la Biblia no se refiere específicamente a la Trinidad sino hasta que se consumó la resurrección. En la resurrección, el Dios Triuno consumó Su proceso. Como el Dios Triuno consumado, Él está disponible a las personas que se bautizan en Él (Mt. 28:19). Como Espíritu vivificante, Él también es el suministro abundante del Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19). Hoy en día el Espíritu de Cristo es el suministro abundante de la persona divino-humana de Cristo, de la cruz de Cristo y de la resurrección de Cristo. Finalmente, la Biblia termina en una declaración de parte de la consumación del Dios Triuno procesado, es decir, el Espíritu, y de parte de la perfección de los hombres tripartitos transformados, es decir, la novia (Ap. 22:17). En aquel entonces el Dios Triuno consumado y el hombre tripartito perfeccionado se casan. Ellos llegan a ser la única pareja del universo.
El Espíritu consumado del Dios Triuno procesado es la realidad del Dios Triuno procesado. La frase Espíritu consumado indica que han tenido lugar algunos procesos. Los procesos por los cuales el Dios Triuno pasó incluyen la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección. Antes de la encarnación, Él sólo era divino; no era humano. Por medio de la encarnación, Él llegó a ser tanto humano como divino. Luego fue procesado más por medio del vivir humano, la crucifixión y la resurrección. A través de todos estos procesos, el Dios Triuno fue consumado. Hoy en día el Espíritu consumado es la realidad del Dios Triuno procesado. Si queremos tener a Dios o a Cristo, debemos tener al Espíritu. Si no tenemos al Espíritu, Dios y Cristo simplemente serán términos para nosotros. Sin el Espíritu, Jesús sería para nosotros solamente una persona histórica. La realidad de Cristo y de Dios es el Espíritu. Por esta razón, Juan 14:17 llama al Espíritu “el Espíritu de realidad”.
El Espíritu como la totalidad de la Trinidad Divina es la realidad de Cristo (Jn. 14:16-20).
El Espíritu consumado que es el Espíritu compuesto, el cual ha sido compuesto de la persona y la muerte de Cristo, es la realidad de la muerte de Cristo (Ro. 8:13b). Si usted no tiene al Espíritu, no tiene la realidad de la muerte de Cristo. La muerte de Cristo se revela plenamente en Romanos 6, y el Espíritu de Cristo se revela en Romanos 8. Es en el Espíritu de Cristo donde se encuentra la muerte de Cristo. El hermano Nee dijo una vez que no es posible experimentar Romanos 6 sin tener la experiencia del Espíritu que se describe en Romanos 8. El Espíritu vivificante es la realidad de la muerte de Cristo.
El Espíritu consumado que es el Espíritu compuesto, el cual está compuesto de la persona y la resurrección de Cristo, es la realidad de la resurrección de Cristo. Los antibióticos modernos contienen elementos que matan ciertos microbios y que también proveen ciertos elementos nutritivos. Hoy en día el Espíritu es como una dosis todo-inclusiva. El Espíritu es la realidad de Dios, la realidad de Cristo, la realidad de la muerte de Cristo y la realidad de la resurrección de Cristo. La realidad de Dios, Cristo, y la muerte y resurrección de Cristo es el Espíritu. Este Espíritu es el Espíritu compuesto, el Espíritu consumado como la totalidad del Dios Triuno procesado, la realidad del Dios Triuno procesado.