Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO TRECE

LOS SIETE ESPÍRITUS QUE SIRVEN PARA REALIZAR LA ADMINISTRACIÓN DE DIOS SEGÚN SE VE EN APOCALIPSIS

  Lectura bíblica: Ap. 1:4-5, 1:10-12; 4:2, 4:5; 5:6; 2:1, 7; 22:6, 22:17; 19:10; 17:3; 21:10

  En el capítulo anterior vimos que en Romanos el Espíritu es el Espíritu del Hijo de Dios, que realiza nuestra filiación. En 1 Corintios Él es el Espíritu que edifica y en 2 Corintios Él es el Espíritu que transforma. En Gálatas Él es el Espíritu para nuestra vida y nuestro andar, en Efesios Él es el Espíritu por el cual aprehendemos el Cuerpo, en Filipenses Él es el Espíritu con la abundante suministración y, en Colosenses, Él es el Espíritu para nuestro amor y nuestra sabiduría. En 1 y 2 Tesalonicenses Él es el Espíritu que santifica, en 1 y 2 Timoteo Él es el Espíritu cuyo fin es que nos ejercitemos para la piedad, y en Tito Él es el Espíritu que renueva. En Hebreos Él es el Espíritu eterno, en Jacobo, el Espíritu que nos anhela celosamente, en 1 y 2 Pedro, el Espíritu de gloria, en 1 Juan, el Espíritu que unge y en Judas, el Espíritu para nuestra oración. Ahora en Apocalipsis, el Espíritu es los siete Espíritus de Dios que sirven para realizar la administración de Dios.

  Apocalipsis 1:4 y 5 dicen: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. Estos versículos hablan acerca de los tres del Dios Triuno. Primero está Aquel que es y que era y que ha de venir, segundo están los siete Espíritus delante del trono y en tercer lugar está Jesucristo. Con esto queda claro que los siete Espíritus se consideran como una persona en el Dios Triuno.

LOS SIETE ESPÍRITUS COMO LOS SIETE OJOS DEL CORDERO SIRVEN PARA REALIZAR LA ADMINISTRACIÓN DE DIOS

  El capítulo 4 habla acerca del trono de Dios como centro del universo. El versículo 5 dice: “Del trono salían relámpagos y voces y truenos; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. En el Antiguo Testamento Éxodo 25 y Zacarías 4 hablan de la tipología del candelero con sus siete lámparas. En Apocalipsis se ve el cumplimiento de este tipo en las siete lámparas que son los siete Espíritus que arden delante de Dios a fin de iluminar y juzgar. El versículo 6 del capítulo 5 dice: “Vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. En este punto el Cordero ya no sólo tiene como meta la redención. Ahora Él es el Cordero con poder, autoridad y fuerza, representados por los siete cuernos. Cristo como Cordero tiene siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados para cumplir el propósito de Dios por toda la tierra.

La administración de Dios está relacionada con Su juicio

  Como ya hemos visto, el Espíritu Santo se menciona y aplica en cada una de las Epístolas conforme al tema de dicha epístola. En Romanos, por ejemplo, Él es el Espíritu del Hijo para nuestra filiación, puesto que Romanos nos muestra cómo los pecadores llegan a ser hijos de Dios. El libro de Apocalipsis revela la administración de Dios en Su juicio. Como Gobernante del universo, Dios tiene Su administración, Su gobierno. Los sesenta y seis libros de la Biblia, de Génesis a Apocalipsis, revelan la administración divina de una manera plena. El primer asunto mencionado en la Biblia respecto a la administración de Dios es la creación. Sin embargo, después que Dios creó todas las cosas, esta creación cayó, así que el segundo asunto de Su administración es la redención. El último asunto en la administración de Dios es el juicio. Los primeros dos capítulos de la Biblia están dedicados a la creación. Luego, del tercer capítulo de Génesis a Judas vemos una larga sección dedicada a la redención bajo la misericordia y gracia de Dios y según Su justicia. Dios le ha presentado Su redención al hombre y nosotros tenemos que recibirla. Si alguien no la recibe, el juicio de Dios vendrá a él un día. Por tanto, en el último libro de la Biblia vemos la administración de Dios en Su juicio.

  En Apocalipsis hay cuatro grandes “sietes”: siete iglesias (2:1—3:22), siete sellos (6:1—8:5), siete trompetas (8:6—11:19) y siete copas (15:1—16:21). Cada uno de estos cuatro “sietes” forma una parte de la administración de Dios en Su juicio. Primero, la revelación dada a las siete iglesias revela la administración de Dios. Aquí el Señor no es principalmente Aquel que redime, sino Aquel que juzga. Las cartas a las siete iglesias en los capítulos 2 y 3 tienen mucho que ver con el juicio. Igualmente, en la visión acerca del Señor en el capítulo 1, Su apariencia no es aquella de Redentor, sino de Juez. Juan, en su evangelio, podía reclinarse sobre el pecho del Señor (Jn. 13:23), pero en Apocalipsis Juan cayó a los pies del Señor cuando lo vio (1:17). Esto se debe a que la atmósfera cambió de ser una atmósfera de redención a una de juicio. El Señor Jesús vino como Aquel que juzga. En el capítulo 1 Sus ojos son como llama de fuego (v. 14), pero ya para el capítulo 4 vemos que Él tiene siete ojos. Estos siete ojos, que son lámparas ardientes, buscan, iluminan y juzgan; nada está oculto de ellos.

El Espíritu, que es los siete ojos del Cordero, sirve para realizar la administración divina del Dios Triuno

  Los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas también son partes que conforman la administración de Dios en Su juicio. Por tanto, en el libro de Apocalipsis el número siete representa la administración en el juicio. Esto nos da el significado de los siete Espíritus. El Espíritu de Dios en Apocalipsis se menciona como los siete Espíritus porque aquí Él no es el Espíritu de gracia, sino el Espíritu que sirve para realizar la administración divina mediante el juicio divino. El Espíritu es los siete ojos del Cordero que puede ver las cosas a profundidad y claramente y también es las siete lámparas que arden y están llenas de luz. Usted puede ocultarme ciertas cosas y yo puedo ocultarle ciertas cosas a usted, pero ninguno de nosotros puede ocultar nada a los siete ojos del Cordero. Cuando el Cordero con los siete ojos nos mira, todo queda al descubierto y escudriñado. Todo lo que es traído a la luz queda al descubierto. Estos ojos del Señor que buscan e iluminan sirven para realizar el juicio. Los siete Espíritus de Dios son fuego ardiente así como ojos que buscan a fin de buscar, iluminar y juzgar.

  En 21:23 el Cordero es la lámpara y Dios es la luz contenida en la lámpara. Esto significa que Dios está en el Cordero redentor. El capítulo 5 también nos dice que el Espíritu es los ojos del Cordero, que son las lámparas resplandecientes. Dios está en el Cordero y el Cordero tiene siete ojos. Dios, el Cordero y el Espíritu en calidad de los siete ojos, son las tres personas del Dios Triuno. Nuestros ojos sirven para realizar una “administración”, para dirigirnos. Por tanto, en el Dios Triuno, el Padre es la fuente, el Hijo es la expresión y el Espíritu, los siete ojos, es la administración. Los siete Espíritus han sido enviados por toda la tierra por causa de la administración de Dios. Podríamos comparar los siete Espíritus a los faros de un auto, cuya meta es “administrar”. Donde sea que la luz resplandezca, allí va el auto; el propósito del resplandor de los faros es que manejemos, y manejar es la administración del auto. Actualmente Dios opera en Su administración divina y esta administración se efectúa mediante los siete Espíritus en calidad de las siete lámparas y los siete ojos.

EL SEÑOR ES EL ESPÍRITU QUE HABLA A LAS SIETE IGLESIAS

  Los capítulos 2 y 3 contienen las epístolas a las siete iglesias. El versículo 1 del capítulo 2 dice: “Escribe al mensajero de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en Su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto”. Sin lugar a dudas, quien habla a la iglesia es Cristo el Señor. Sin embargo, al final de la epístola, el versículo 7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Al comienzo de cada una de las siete epístolas, es el Señor quien habla a cierta iglesia (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), pero al final de las epístolas, es el Espíritu quien habla a todas las iglesias (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto comprueba que el Señor es el Espíritu (2 Co. 3:17; 1 Co. 15:45) y que Él habla en el Espíritu, con el Espíritu y por medio del Espíritu.

  Ello también comprueba que el Señor habla como Espíritu no solamente a cierta iglesia, sino a todas las iglesias. El Espíritu, quien es los ojos del Señor, examina la situación de todas las iglesias y Él habla acerca de toda la situación. El Señor como Espíritu habla a las iglesias sin tener limitación alguna de tiempo y espacio. Mientras la iglesia en cierta localidad lee la epístola a Éfeso, el Espíritu examina la iglesia en aquella localidad y les habla a quienes están allí. Los siete Espíritus de Dios son enviados no solamente a Éfeso, sino también a Los Ángeles, a Londres y a toda la tierra. Las siete epístolas en Apocalipsis 2 y 3 son palabras habladas por el Señor Jesús, pero hoy día cuando las leemos, los siete Espíritus de Dios nos hablan estas palabras en nuestro espíritu con el propósito de realizar la administración de Dios. Esto comprueba que el Espíritu es uno con el Señor y que el Señor es uno con el Espíritu. El Señor habla en el Espíritu, por medio del Espíritu y dentro del Espíritu, pues Él es el Espíritu.

EL ESPÍRITU LLEGA A SER UNO CON LA IGLESIA QUE HA SIDO COMPLETADA, LA NOVIA

  El versículo 17 del capítulo 22 dice: “El Espíritu y la novia dicen: Ven”. Los capítulos 2 y 3 nos dicen que el Señor habla junto con el Espíritu, pero en este versículo el Espíritu habla junto con la novia. En los capítulos 2 y 3, el Señor y el Espíritu son uno, pero ahora al final del libro, el Espíritu y la novia son uno. Cuando la novia habla, el Espíritu habla y cuando el Espíritu habla, la novia habla, pues estos dos son uno solo. Quizás si nosotros fuésemos Juan, hubiésemos dicho: “El Espíritu dice: Ven. Y la novia le sigue diciendo: Ven”. Sin embargo, la manera en que Juan redactó este versículo es muy significativa. El hecho de que el Espíritu y la novia digan: “Ven” significa que el Espíritu y la novia han llegado a ser uno.

  Además, este versículo no dice: “El Espíritu y la iglesia”; más bien, dice: “El Espíritu y la novia”. Esto se debe a que la novia es la iglesia que ha sido completada. No hay duda alguna que la novia es la iglesia, pero es posible que la iglesia hoy todavía no esté lista para ser la novia. Cuando la iglesia verdaderamente llegue a ser la novia, ella será una sola entidad con el Espíritu. La iglesia tiene que ser completada a fin de que haya una unidad genuina entre el Espíritu y la novia. En ese momento la iglesia será uno con el Espíritu, quien es uno con el Señor. En los capítulos 2 y 3, el Señor habla en el Espíritu y con el Espíritu, pero en el capítulo 22 el Espíritu habla en la iglesia y con la iglesia. Este Espíritu es los siete Espíritus de Dios que sirven para realizar la administración de Dios hoy. Él espera por la oportunidad de impregnar la iglesia a fin de que la iglesia pueda llegar a ser la novia que es uno con Él.

PARA APREHENDER EL TESTIMONIO DE JESÚS SE REQUIERE QUE ESTEMOS EN EL ESPÍRITU

  La última parte de 19:10 dice: “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. El espíritu de la profecía es la realidad, la sustancia, la naturaleza y la característica de la profecía, que es el testimonio de Jesús que sirve para realizar la administración de Dios. Si no leemos este libro en el espíritu, solamente recibiremos las predicciones que se hallan en él respecto a las cosas venideras. No tendremos ninguna sensación, sentir o aprehensión de Jesús mismo. Sin embargo, este libro de profecía no es meramente un libro con predicciones acerca de lo por venir. Este libro de profecía es un libro que está lleno del testimonio de Jesús. Por tanto, al leerlo deberíamos prestar nuestra atención plenamente a Cristo. A fin de aprehender el testimonio de Jesús, necesitamos estar en el espíritu así como Juan (1:10; 4:2; 17:3; 21:10). Entonces, mientras estamos en el espíritu, este libro nos atraerá a Jesús.

EL SEÑOR ES EL DIOS DE LOS ESPÍRITUS DE LOS PROFETAS

  El versículo 6 del capítulo 22 dice: “Me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su ángel, para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto”. El Señor es el Dios de los espíritus de los profetas. Según el mismo principio, hoy día el Señor es el Dios de nuestro espíritu y está en nuestro espíritu. Por tanto, a fin de tener contacto con Él, necesitamos contactarle en nuestro espíritu.

ESTAR EN EL ESPÍRITU PARA VER LAS VISIONES REVELADAS EN EL LIBRO DE APOCALIPSIS

  Además de revelar los cuatro grandes “sietes”, Apocalipsis revela cuatro grandes visiones: la visión de las iglesias (caps. 1—3), la visión del destino del mundo (caps. 4—16), la visión de Babilonia la Grande (caps. 17—20) y la visión de la Nueva Jerusalén (caps. 21—22). Al principio de cada una de estas visiones, el apóstol Juan dice que él estaba en espíritu. El versículo 10 del capítulo 1 dice: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. En el texto original en griego, no hay ningún artículo antes de la palabra espíritu, lo cual indica que se refiere a nuestro espíritu humano, el cual está mezclado con el Espíritu de Dios. El versículo 12 continúa, diciendo: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro”. Juan vio, en su espíritu, la visión de las iglesias como siete candeleros de oro. Necesitamos ver todos los asuntos relacionados con las iglesias locales; sin embargo, no los debemos ver en nuestra mente y nuestro entendimiento naturales, sino en nuestro espíritu. Necesitamos rechazar nuestra mentalidad natural y volvernos al espíritu. Allí, en nuestro espíritu, veremos la visión de las iglesias.

  El versículo 2 del capítulo 4 dice: “Al instante yo estaba en el espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”. Juan también vio la visión de la situación del mundo en su espíritu. Incluso hoy, podemos entender la verdadera situación mundial solamente en nuestro espíritu. Incluso los mejores políticos no conocen la verdadera situación mundial. Si estamos en el espíritu, la situación mundial quedará clara para nosotros.

  El versículo 3 del capítulo 17 dice: “Me llevó en espíritu a un desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. Esta mujer pecaminosa y terrible es Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra (v. 5). La bestia escarlata es tanto el Imperio romano como el anticristo, y la mujer sentada sobre la bestia es la Iglesia Católica Romana apóstata. Esto indica que existe una confederación entre la religión falsa y la política mundana. De nuevo, el principio aquí es que necesitamos estar en el espíritu a fin de ver la visión de la Babilonia misteriosa. Si estamos en el espíritu, estaremos claros de que la Iglesia Católica Romana es la gran ramera en la tierra (v. 1), la falsificación de la Nueva Jerusalén que corrompe y daña el Cuerpo del Señor.

  En las últimas cuatro visiones, 21:10 dice: “Me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”. A fin de ver la visión de Babilonia la Grande, necesitamos estar en el desierto, pero para ver la Nueva Jerusalén, tenemos que subir a un monte alto en el espíritu. Tenemos que estar en el espíritu para ver la visión de las iglesias como siete candeleros de oro, la visión de la situación mundial, la visión de Babilonia la Grande y la visión de la Nueva Jerusalén. ¡Cuánto necesitamos estar en el espíritu! A fin de ver las visiones celestiales, se requiere que estemos en nuestro espíritu.

  En resumen, Apocalipsis nos dice que el Espíritu de Dios hoy es los siete Espíritus de Dios que sirven para realizar la administración de Dios en Su juicio, que el Señor es uno con este Espíritu al hablar a Su iglesia y hacerse cargo de ella, que el Espíritu es uno con la novia, que es la iglesia completada, que el Señor es el Dios de los espíritus de los profetas y que a fin de ver las visiones celestiales necesitamos estar en nuestro espíritu. Fue en el espíritu que el escritor de este libro, el apóstol Juan, vio las visiones respecto a todos los grandes asuntos: las iglesias, el destino del mundo, Babilonia la Grande y la Nueva Jerusalén.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración