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Mensajes del libro «Espíritu, El»
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El Espíritu

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee desde febrero a junio de 1990 en un Entrenamiento de Tiempo Completo en Anaheim, California.

EL ESPÍRITU DE DIOS, EL ESPÍRITU SANTO: EL TERCERO EN LA PERSONA DEL DIOS TRIUNO

  El Espíritu es el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el tercero en la persona del Dios Triuno. (Gn. 1:2; Ro. 8:9; 1 Co. 2:11; Mt. 28:19; 2 Co. 13:14). La Biblia menciona por primera vez al Espíritu de Dios como el Espíritu que se mueve. En Génesis 1:2 dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Así como la gallina se mueve sobre sus huevos con el propósito de producir algo viviente, el Espíritu de Dios se movía, al extender Sus alas, sobre una situación muerta con el fin de producir vida. El Espíritu de Dios de Génesis 1:2 tiene como objetivo el mover de Dios en Su creación.

  En el Nuevo Testamento el Espíritu de Dios es mencionado principalmente con relación a la nueva creación de Dios. En la vieja creación de Dios, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. En la nueva creación de Dios, el Espíritu de Dios no sólo se mueve sobre nosotros, sino que también ha entrado en nosotros y mora en nuestro ser, lo cual se menciona en Romanos 8. En el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas a fin de producir vida en la vieja creación de Dios. En el Nuevo Testamento el Espíritu de Dios también se mueve y realiza Sus actos en la nueva creación de Dios; sin embargo, lo hace de una manera más profunda y subjetiva. En el Nuevo Testamento el Espíritu de Dios mora en nosotros.

  En 1 Corintios 2:11b-12 leemos: “Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia”. Esto nos da a entender que el Espíritu que se mueve es también el Espíritu que revela. Cuando Él se mueve en nosotros, es decir, cuando mora en nosotros, Él nos revela las cosas de Dios. Este Espíritu, el Espíritu que se mueve, que mora y que revela, es el tercero en la Persona divina. El tercero denota lo máximo, o sea, el último. Mateo 28:19 nos describe el título completo de la Trinidad Divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nuestro Dios es uno solo, mas Él posee tres aspectos. Dios es uno pero en tres Personas.

  La primera estrofa de Himnos, #287 dice:

  ¡Qué gran misterio es el Dios Triuno!     Uno en sustancia y en persona tres; El Padre en el Hijo se introduce     Por el Espíritu a nuestro ser.

  En vez de decir: “Uno en sustancia y en persona tres”, sería mejor decir: “Tres en sustancia y uno en esencia”. Afirmamos que Dios posee tres sustancias, mas una sola esencia. En las tres sustancias de la Trinidad Divina, el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu de Dios, es el tercero. Él es el que ha sido consumado; y este que ha sido consumado es la consumación del Dios Triuno. Cuando el Dios Triuno llegó a Su consumación, Él fue revelado de tal manera que nosotros, quienes hemos creído en Cristo, podemos ser bautizados en Él. Esto da a entender que nosotros los creyentes de Cristo somos partícipes de una unión orgánica con el Dios Triuno que llegó a Su consumación.

  La primera vez que el Nuevo Testamento aborda el tema de nuestro bautismo espiritual, nos dice que somos bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Después, cuando en Hechos y en las Epístolas hablan del bautismo espiritual, ambos declaran que somos bautizados en el Espíritu (Hch. 1:5; 1 Co. 12:13); esto implica que cuando fuimos bautizados en el Espíritu, en realidad, fuimos bautizados en el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto se debe a que el Espíritu es la consumación y la totalidad del Dios Triuno. El Padre, como la fuente, está corporificado en el Hijo, y el Hijo, como la corporificación del Padre, se hace real a nosotros como el Espíritu. Por consiguiente, las tres Personas del Dios Triuno se hallan presentes en el Espíritu. Cuando fuimos bautizados en el Espíritu, o sea, introducidos en el Espíritu, fuimos bautizados en el Dios Triuno. El Espíritu llegó a ser la consumación del Dios Triuno.

  Cuando se culminó esta consumación, el Dios Triuno fue hecho apto para que nosotros entráramos en Su ser y fuéramos partícipes de una unión orgánica con Él. Antes de que el Espíritu llegara a Su consumación, el Dios Triuno no era apto para que entrásemos en Él. Por eso en el Antiguo Testamento no existía el bautismo. Ser bautizado en el Dios Triuno no tuvo su comienzo, sino después que se cumplió la resurrección de Cristo. La resurrección fue el paso final para que el Dios Triuno sea procesado y consumado. Después de este paso, el Espíritu llegó a Su consumación, lo cual significa que el Dios Triuno ha llegado a Su consumación. El Espíritu consumado es la consumación del Dios Triuno. Después de esta consumación, el Dios Triuno estaba listo para que nosotros seamos unidos a Él de forma orgánica.

  Debido a que ahora estamos en el Dios Triuno, 2 Corintios 13:14 dice que la gracia del Hijo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu están con nosotros a fin de ser nuestra porción, nuestro disfrute. Mateo 28:19 muestra la unión orgánica que tenemos con el Dios Triuno porque hemos sido bautizados en Él. En 2 Corintios 13:14 se nos muestra que en esta unión orgánica tenemos comunión. Esta comunión es el fluir del Espíritu consumado que se origina en el amor del Dios y pasa por la gracia del Hijo.

  La Biblia nos muestra primero que el Espíritu de Dios se movía en la vieja creación de Dios. Segundo, este mismo Espíritu, en la nueva creación de Dios, mora en nosotros a fin de revelarnos las cosas de Dios. Este Espíritu —el Espíritu que se mueve, el Espíritu que mora en nosotros y el Espíritu que revela— llegó a Su consumación para ser el tercero en la Persona divina del Dios Triuno procesado y consumado. Ahora el Dios Triuno esta listo para que Su pueblo escogido pueda entrar en Él, pueda tener una unión orgánica con Él, que los hace uno con Él. Día tras día podemos disfrutarlo como nuestra porción que procede del amor del Padre, mediante la gracia del Hijo y en virtud de la comunión, el fluir, del Espíritu.

EL ESPÍRITU DE JEHOVÁ, EL ESPÍRITU DEL SEÑOR: ES DIOS QUE LLEGA A NOSOTROS

  El Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor, es Dios que llega a nosotros (Jue. 6:34; Is. 61:1; Lc. 4:18; Hch. 5:9; 8:39; 2 Co. 3:17). “El Espíritu de Jehová” en el Antiguo Testamento es “el Espíritu del Señor” en el Nuevo Testamento. Esto se prueba comparando Isaías 61:1 con Lucas 4:18. Isaías 61:1 dice: “El Espíritu de Jehová [...] está sobre mí” (RV), y al citar dicho versículo, Lucas 4:18 nos dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí”. Estos dos versículos confirman que el Espíritu del Señor en el Nuevo Testamento es el Espíritu de Jehová en el Antiguo Testamento.

  El Espíritu del Señor, o el Espíritu de Jehová, es Dios que nos alcanza, que llega a nosotros. Cuando Dios viene a nosotros quiere decir que nos alcanza. Al alcanzarnos, Él es llamado el Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor. Hay dos versículos en el libro de Hechos que confirma esto. En Hechos 5:9, Pedro le dijo a Safira: “¿Por qué convinisteis en poner a prueba al Espíritu del Señor?”. Lo que Pedro dijo a Safira indica que el Espíritu del Señor está en la iglesia. Su presencia, el hecho de que nos alcanza, Su venida está en la iglesia. Él no está lejos de nosotros. Éste era el pensamiento de Pedro, es como si dijera: “¿No os percatáis acaso que el Espíritu está aquí? Tengo el Espíritu del Señor que me ha alcanzado, tengo Su presencia. Cuando me engañáis a mí, también les engañáis a Él”. Hechos 8:39 dice que “el Espíritu del Señor arrebató a Felipe”. Es decir, el Espíritu del Señor vino a Felipe y lo arrebató. En 2 Corintios 3:17 se nos dice que “el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. “Donde está el Espíritu del Señor” es el Espíritu que llega a nosotros.

EL ESPÍRITU EN SU ASPECTO ESENCIAL: DEL CUAL JESÚS NACIÓ Y CON EL CUAL FUE LLENO

  El Nuevo Testamento revela que Jesús nació del Espíritu en Su aspecto esencial y fue lleno del mismo. Lucas 1 y Mateo 1 nos revela que Jesús nació del Espíritu. La esencia misma de la persona de Jesús era el Espíritu; por tanto, éste era el Espíritu esencial. Desde el nacimiento de Jesús, este Espíritu esencial nunca lo abandono. En realidad, no podía abandonarlo, pues era Su esencia misma. La esencia es lo más intrínseco de una sustancia. Por ejemplo, un pedazo de madera es una sustancia y en esta sustancia hay una esencia. La esencia jamás puede separarse de su sustancia. Podemos decir que Jesús es la sustancia. Dentro de Jesús está Su esencia, y esta esencia es el Espíritu esencial. Jesús nació de este Espíritu esencial y fue también lleno del Espíritu esencial.

EL ESPÍRITU EN SU ASPECTO ECONÓMICO: EN QUIÉN JESÚS FUE BAUTIZADO Y DE QUIÉN FUE REVESTIDO DE PODER

  Jesús nació del Espíritu esencial y fue lleno del mismo. Después, al iniciar Su ministerio a los treinta años de edad, Él necesitaba otro aspecto del Espíritu, el aspecto económico que lo revestiría de poder para la obra. El aspecto esencial del Espíritu era para que tuviese la naturaleza intrínseca internamente, mientras que el aspecto económico del Espíritu era para que tuviese poder externamente. Él necesitaba ambos aspectos tanto para Su vivir como para Su ministerio.

  Si bien Jesús había nacido del Espíritu esencial y había sido lleno del mismo, cuando Él inició Su ministerio, Él necesitaba el poder. Por eso, cuando subió de las aguas del bautismo, el Espíritu en Su aspecto económico descendió sobre Él (Mt. 3:16). Según Lucas 4:18, Jesús fue ungido por Dios con el Espíritu económico que descendió sobre Él. Por dentro, Jesús tenía el Espíritu esencial como Su elemento constitutivo y estaba lleno de Él. Por fuera, Jesús fue ungido con el Espíritu económico y revestido de poder con el Espíritu. Por tanto, Él era una persona que estaba envuelta con el Espíritu. El Espíritu estaba en Su interior en su aspecto esencial y lo envolvía externamente en Su aspecto económico. El Espíritu esencial constituía la vida y naturaleza de Jesús, y el Espíritu económico lo revestía de poder para la obra. Jesús estaba completamente envuelto con el Espíritu de Dios en estos dos aspectos.

  Hoy en día nosotros también necesitamos los dos aspectos del Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es Dios que llega a nosotros para ser nuestra vida y naturaleza y también para revestirnos de poder. Es imprescindible que seamos llenos del Espíritu en Su aspecto esencial y también seamos ungidos con el Espíritu en Su aspecto económico.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

  Pregunta: No entiendo cómo el Dios Triuno es tres en sustancia y uno en esencia. ¿Podría elaboranos más al respecto?

  Respuesta: Podríamos usar a manera de ilustración una mesa sostenida por cuatro patas. Se podría decir que las patas son cuatro sustancias, y cada pata es una sustancia. Sin embargo, la mesa tiene una sola esencia. De igual manera, el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres sustancias, mas el Dios Triuno posee una sola esencia.

  Pregunta: Tengo una pregunta sobre la nota 3 en 1 Juan 1:5 de la Versión Recobro. Esta nota dice: “En cuanto a Sunaturaleza,Dios es Espíritu, amor y luz. Espíritu denota la naturalezade la persona de Dios; amor denota la naturalezade la esenciade Dios; y luz denota la naturaleza de la expresión de Dios”. Esta nota dice que “Espíritu” denota la naturaleza de la persona de Dios, mientras que Juan 4:24 revela que la esencia de Dios es Espíritu. ¿Podría hablarnos más sobre esto?

  Respuesta: “Dios es Espíritu”, hace referencia a Su persona, “Dios es amor” se refiere a Su esencia intrínseca y “Dios es luz” denota Su expresión. La esencia está dentro de una persona, mientras que la expresión está fuera de ella. El ser de Dios es Espíritu, la esencia de Dios es amor y la expresión de Dios es luz. Internamente, Dios es amor. Externamente, Dios es luz.

  La naturaleza de la persona de Dios y la esencia de Su naturaleza es Espíritu. Dios es una persona, un ser viviente, que posee una naturaleza que es Espíritu. En la persona está la naturaleza, y en la naturaleza está la esencia. La persona, la naturaleza y la esencia, todas son el Espíritu. La esencia divina tiene diferentes aspectos. La esencia de Dios no solo es Espíritu, sino también es amor. De hecho, el Espíritu de Dios es el amor de Dios.

  El Espíritu es la persona de Dios, la naturaleza de Dios y la esencia de Dios. Si usted invoca el nombre de Jesús, obtendrá Su persona. Su persona es el Espíritu; el Espíritu no sólo es la persona de Dios, sino también la persona de Cristo. Además, el Espíritu es tanto la naturaleza de Dios como la esencia de Dios. Lo que quiere decir, que el Espíritu es Dios. Dios es Espíritu, Dios es amor y Dios es luz. Luz es la expresión de Dios, que expresa a Dios como amor, y este amor es simplemente el Espíritu. Por último, Dios, el amor, la luz, el Espíritu y Jesucristo son uno. ¡Éste es nuestro maravilloso Dios!

  Pregunta: ¿Son el Espíritu económico y el Espíritu esencial el mismo Espíritu?

  Respuesta: El Espíritu económico y el Espíritu esencial son dos aspectos del mismo Espíritu, el cual tiene dos clases de funciones. Internamente, para nuestra vida y existencia, el Espíritu es esencial, y externamente, para el ministerio y la obra, este mismo Espíritu es económico. Si bien desde Su nacimiento, Jesús tenía el Espíritu en Su aspecto esencial, súbitamente, cuando subió de las aguas del bautismo el Espíritu descendió sobre Él, pero éste no era otro Espíritu sino el mismo en Su aspecto económico. La Biblia nos dice que Cristo nació del Espíritu y estaba lleno del Espíritu todo el tiempo, pero aun así, el Espíritu descendió sobre Él. El Espíritu esencial ya estaba en Jesús, pero en cuanto a la administración de Dios para Su economía, para lo que Dios dispuso, el Espíritu aún no estaba con Él. En este aspecto económico, el Espíritu descendió sobre Jesús cuando fue bautizado. Éstos no son dos Espíritus, sino el mismo Espíritu en dos aspectos.

  Si un hermano ejercita su espíritu para tratar con su esposa por el Espíritu y no por sí mismo, él disfrutará del Espíritu en Su aspecto esencial. Si un hermano ejercita su espíritu al ministrar la Palabra por el Espíritu y no por sí mismo, él experimentará tanto el aspecto esencial como también el aspecto económico del Espíritu. Debido a que la experiencia que tenemos del Espíritu es algo abstracto y misterioso, tenemos que ejercitar nuestra fe. En Efesios 3 Pablo le rogó al Padre que nos fortaleciera con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones por medio de la fe (vs. 16-17). No debemos descuidar esta frase por medio de la fe. Necesitamos creer. Si decimos que no sentimos que Cristo esté en nuestro ser, habremos anulado este hecho por causa de nuestra incredulidad. Al contrario, debemos proclamar: “¡Alabado sea el Señor! Cristo está en mí”. A pesar de que no lo sentimos, podemos ejercitar nuestro espíritu de fe al declarar que Cristo está en nosotros. Al hacer esto, confirmamos tal hecho por fe.

  Es imprescindible que experimentemos al Espíritu por medio de la fe. Cuando salimos a predicar el evangelio, no debiéramos decir que no sentimos al Espíritu económico. Incluso, hay veces que tampoco sentimos que tenemos el Espíritu esencial. Cuanto más prestemos atención a nuestro sentir, más perderemos todas las cosas positivas. Al contrario, deberíamos orar: “Señor, gracias que he sido salvo. Gracias Señor que Tú estás en mí y yo estoy en Ti. Gracias Señor que permanezco en Ti y Tú permaneces en mí”. Cuanto más proclamemos esto, más confirmaremos este hecho divino por medio de la fe. Incluso podemos declarar: “¡Aleluya! ¡El Señor mora en mí! Tengo el poder del Espíritu económico!”. Si declaramos estos hechos, tales hechos llegarán a ser nuestras propias experiencias. Admiro lo que Pablo escribió en Efesios 3: “Para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe” (v. 17). Si se omitiera la frase por medio de la fe, todas las cosas positivas serían anuladas. Nuestra experiencia de Cristo es un asunto completamente relacionado con el Espíritu por medio de la fe.

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