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Mensajes del libro «Espíritu, El»
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CAPÍTULO ONCE

LO QUE EL ESPÍRITU ES PARA DIOS Y PARA CRISTO

  Lectura bíblica: Jn.4:24; Lc. 1:35; Hag. 2:5; 1 Jn. 3:24; 4:13; Ro. 8:11; 5:5; 14:17; 15:13, 30; Hch. 9:31; Mt. 28:19; Ap. 22:17a; Ro. 1:4; Jn. 14:16-20; 1 Jn. 5, 6b; Jn. 15:26; 16:13-15; 1 Jn. 5:6-7; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17-18; Ro. 8:2

  En los mensajes anteriores abordamos las funciones que cumple el Espíritu en el Nuevo Testamento. En este mensaje deseamos ver lo que el Espíritu es para Dios y para Cristo. Si vamos a experimentar a Dios y a Cristo, es necesario saber lo que el Espíritu es para Dios y lo que el Espíritu es para Cristo.

PARA DIOS

El Espíritu es la esencia del ser de Dios

  El Espíritu es la esencia del ser de Dios. Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu”. En el texto griego original no hay un artículo delante de la palabra Espíritu. Esto es parecido a afirmar que una mesa es madera, con lo cual no sólo damos a entender que la mesa está hecha de madera, sino que su esencia misma es madera. Al decir que el anillo que lleva una persona en el dedo “es oro”, nos referimos a su esencia. La esencia es el contenido intrínseco de la sustancia. El Espíritu es la esencia misma de Dios. La esencia del ser de Dios, de lo que Dios es, es Espíritu.

  En hebreo la palabra traducida Espíritu es ruaj y en griego es pnéuma. Dichas palabras pueden traducirse espíritu, aliento o viento. En Ezequiel 37 la palabra ruaj es traducida Espíritu, aliento y viento (vs. 5, 9, 14). En Juan 3 la palabra pnéuma es traducida “Espíritu” (v. 6) y “viento” (v. 8). La traducción de estas palabras depende de su contexto. Según el contexto de Juan 3:6 pnéuma hace referencia al Espíritu: “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En el versículo 8 pnéuma se traduce “viento”, pues éste sopla y uno oye su sonido. Por tanto, la esencia misma del Dios que adoramos es pnéuma, Espíritu.

El Espíritu es Dios que viene a los hombres, es Dios que permanece entre los hombres y dentro de ellos, y es Dios que mora en los hombres

  El Espíritu es Dios que viene al hombre. Cuando Dios llega a nosotros, Él es el Espíritu. Lucas 1:35 da prueba contundente de esto. El ángel le dijo a María que el Espíritu Santo vendría sobre ella. El Espíritu Santo era Dios que vino sobre María. Esto fue para la encarnación de Dios. La encarnación de Dios es simplemente Dios que viene al hombre, Dios que llega al hombre. Cada mañana debemos disfrutar al Dios que nos alcanza, el Dios que viene a nosotros.

  El Espíritu también es Dios que está entre los hombres (Hag. 2:5), lo cual se encuentra principalmente en el Antiguo Testamento. El verbo estar también significa permanecer. En el Nuevo Testamento Dios no solamente está entre nosotros, sino que permanece en nosotros. Por eso, en el Nuevo Testamento se usa la preposición en y no entre. En 1 Juan 3:24 y 4:13 se nos dice que Dios permanece en nosotros por el Espíritu. Sabemos que Dios permanece en nosotros porque el Espíritu está en nosotros. El mismo Dios que permanece en nosotros es el Espíritu. El Espíritu es también Dios que mora en el hombre. Esto lo muestra Romanos 8:11, el cual declara que el Espíritu del Dios que resucita a los muertos mora en nosotros.

El Espíritu es el medio por el cual Dios imparte Sus atributos al hombre

  El Espíritu es el medio por el cual Dios imparte Sus atributos al hombre (Ro. 5:5; 8:11; 14:17; 15:13, 30; Hch. 9:31). Dios posee muchos atributos tales como Su misericordia, Su gracia, Su amor, Su vida, Su luz, Su justicia, Su santidad y Su paciencia. El Espíritu es el medio por el cual estos atributos llegan a ser nuestros. Es por el Espíritu que llegamos a poseer estos atributos y disfrutar de ellos. Los muchos atributos de Dios llegan a ser nuestros por el canal del Espíritu.

El Espíritu es la consumación del Dios Triuno

  El Espíritu es la consumación del Dios Triuno (Mt. 28:19). Finalmente, Dios es llamado el Espíritu, y el hombre tripartito transformado es la novia (Ap. 22:17a). El Espíritu es el Novio, y la novia es el hombre transformado. El Espíritu es la consumación del Dios Triuno. Consumación denota compleción. Nuestro Dios está completo debido a que ha sido procesado y compuesto. Ahora, nosotros somos los miembros de Cristo, quien es la corporificación de este Dios procesado. Poseemos la vida y naturaleza de Dios, lo cual nos hace niños de Dios, hijos de Dios e incluso herederos de Dios. Somos miembros de la familia de Dios, nuestro Padre. Esto se debe a que el Espíritu mora en nuestro ser, y Él es la consumación del Dios Triuno.

PARA CRISTO

El Espíritu es la esencia del ser divino de Cristo

  El Espíritu es la esencia del ser divino de Cristo. En Romanos 1:3-4 Pablo declaró que Cristo “era del linaje de David según la carne, que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Según la carne, Cristo era del linaje de David; sin embargo, según el Espíritu de santidad, Él fue designado Hijo de Dios en resurrección. Aquí el Espíritu de santidad está en contraste con la carne de Cristo. Así como la carne se refiere a la esencia humana de Cristo, el Espíritu de santidad se refiere a la esencia divina de Cristo. El Espíritu de santidad es la esencia misma de la persona divina de Cristo, Su ser divino.

El Espíritu es Cristo hecho real para nosotros

  Juan 14:16-20 nos presenta una revelación del Espíritu como Cristo hecho real para nosotros. El Señor dijo que oraría para que el Padre les diera a los discípulos otro Consolador, y este otro Consolador es el Espíritu de realidad. Finalmente, el Espíritu de realidad es Cristo hecho real a los creyentes. Después de Su resurrección, el Señor como Espíritu vive en los discípulos a fin de que ellos le vivan a Él (v. 19). El Señor también les dijo a sus discípulos que en el día de resurrección, ellos se percatarían de que Él está en el Padre, ellos en Él, y Él en ellos.

  Juan 14:16-20 presenta detalladamente al Dios Triuno. Lo que el Señor explica aquí acerca del Padre, el Hijo y el Espíritu nos ayuda a ver que el Espíritu de realidad es Cristo hecho real para los creyentes. Cristo el Hijo es la corporificación del Padre, y el Espíritu es el Hijo hecho real. En otras palabras, el Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo es hecho real a nosotros como el Espíritu.

El Espíritu es la realidad de Cristo

  El Espíritu es la realidad de Cristo. El Espíritu es el Hijo hecho real a los creyentes porque el Espíritu es la realidad del Hijo. En 1 Juan 5:6b dice: “El Espíritu es la realidad”. La verdad es la realidad y esta realidad es Cristo. El Espíritu que es la verdad, la realidad (Jn. 14:16-17; 15:26), testifica que Jesús es el Hijo de Dios, en quien está la vida eterna. Al testificar de esa manera, el Espíritu imparte al Hijo de Dios en nosotros para que sea nuestra vida (Col. 3:4).

El Espíritu es el que da testimonio de Cristo

  El Espíritu es el que da testimonio de Cristo (Jn. 15:26; 1 Jn. 5:6-7). Todo lo que el Padre es y todo lo que tiene le pertenecen al Hijo, y todo lo que el Hijo es y todo lo que tiene es recibido por el Espíritu, y el Espíritu nos hace saber todo cuanto recibe (Jn. 16:13-15). Esto quiere decir, que el Espíritu da testimonio de Cristo. Todas las riquezas del Dios Triuno llegan a nosotros en el Espíritu. Por tanto, todo lo que el Dios Triuno es y tiene es nuestro. Siempre que el Espíritu habla, manifiesta mediante Sus palabras a Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno. El Espíritu habla todo lo que Cristo es y posee. Esto es una forma de dar testimonio. Por consiguiente, el Espíritu da testimonio de Cristo.

El Espíritu es Cristo, el Espíritu vivificante

  El Espíritu es Cristo, quien es el Espíritu vivificante (1 Co. 14:45). Al redimirnos en la cruz, Él era Jesús en la carne. Sin embargo, al darnos vida, Él es el Espíritu vivificante. Como el Cordero, Él nos redimió en la cruz. Como el Espíritu vivificante Él nos da vida y la pone dentro de nosotros.

El Espíritu es Cristo como el Señor: el Señor Espíritu

  El Espíritu es Cristo como el Señor: el Señor Espíritu (2 Co. 3:17-18). El Señor Espíritu es un título compuesto tal como “Dios Padre” y “Cristo el Señor”. Esta expresión es una prueba contundente que confirma que el Señor Cristo es el Espíritu y que el Espíritu es el Señor Cristo. Cristo es el Cordero, el Espíritu vivificante, y finalmente, el Señor Espíritu.

El Espíritu es Cristo como vida para el hombre

  El Espíritu es Cristo como vida para el hombre (Ro. 8:2). El Nuevo Testamento revela que Cristo es vida (Jn. 11:25) e incluso que Cristo es “nuestra vida” (Col. 3:4). Sin embargo, es únicamente en la realidad del Espíritu que Cristo llega a ser nuestra vida. Por tanto, el Espíritu de vida es en realidad la vida para el pueblo escogido de Dios. El Dios Triuno como el Espíritu de vida hace de pecadores hijos de Dios, quienes llegan a ser miembros vivientes del Cuerpo de Cristo.

UNA PALABRA DE CONCLUSIÓN

  Conforme a la revelación neotestamentaria, el Espíritu de Dios es la esencia misma de Dios y de Cristo. Este Espíritu, como la esencia de Dios y de Cristo, es Dios que llega a nosotros, así como Cristo hecho real a nosotros. Es por medio de este Espíritu que recibimos a Dios, y es también mediante este Espíritu que Cristo se hace real a nosotros. Por tanto, nuestras experiencias de Dios y de Cristo son totalmente del Espíritu. Tal Espíritu hoy mora en nuestro espíritu. Por consiguiente, debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu de tal modo que el Espíritu dentro de nuestro espíritu haga que Dios y Cristo sean hecho real a nosotros para que lo experimentemos y disfrutemos.

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