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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 2»
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LECCION VEINTITRES

SERVIR AL SEÑOR

  Servir al Señor se relaciona con predicar el evangelio. Después que una persona es salva, debe predicar el evangelio y debe servir al Señor. Cuanto más un cristiano recibe gracia y es guiado por el Señor, más se deleita en servir al Señor.

I. EL MOTIVO DE SERVIR AL SEÑOR

  1) “Yo amo a mi señor ... no quiero salir libre” (Ex. 21:5).

  Una persona salva desea servir al Señor, no por haber sido animada u obligada por otros, sino por un motivo interno. Este motivo es su amor por el Señor. Su amor por el Señor le constriñe e incita a servirle a El. El versículo aquí describe un esclavo en el Antiguo Testamento quien, debido al amor por su amo, no quería salir libre al finalizar sus días de esclavitud; más bien, prefería ser un esclavo para servir a su amado amo. Esto tipifica al creyente del Nuevo Testamento que de la misma manera debe amar al Señor y servirle.

  2) “Así que ... os exhorto por las compasiones de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo ... que es vuestro servicio racional” (Ro. 12:1).

  Aquí el apóstol Pablo nos ruega que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo para servir a Dios. El nos ruega por las misericordias de Dios, demostrando que las misericordias de Dios, que provienen del amor de Dios, deben ser nuestro motivo en servir a Dios, las cuales nos conmueven a amarle y a servirle.

II. EL SIGNIFICADO DE SERVIR AL SEÑOR

  1) Ser un esclavo del Señor: “El que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo” (1 Co. 7:22). Servir al Señor es ser esclavo del Señor Cristo. En este versículo, la palabra esclavo se refiere a uno que ha sido vendido y que ha perdido su libertad. Tal posición revela el significado de servir al Señor. Nuestro servicio al Señor no es hacer una gran obra, sino ser esclavo de Cristo para servir al Señor. Así que, en Romanos 12:11, el verbo usado para describir a uno que sirve al Señor es simplemente la forma verbal de la palabra esclavo y debería ser traducida “servir como esclavo”

  2) Ser sacerdotes de Dios: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando...” (Hch. 13:2). Aquí, la palabra ministrando, literalmente se refiere al hecho de servir como sacerdote; ésta es la misma palabra usada en Hebreos 10:11 para el ministerio (servicio) de un sacerdote. Servir a Dios como sacerdote significa manejar delante de Dios todas las cosas relacionadas con la adoración a Dios. Esto requiere que nosotros constantemente nos acerquemos a Dios y nos presentemos ante El.

  3) Ser los miembros del Cuerpo de Cristo: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo [de Cristo], como El quiso” (1 Co. 12:18). Nosotros los creyentes somos todos miembros colocados por Dios en el Cuerpo de Cristo, y cada miembro tiene su función. Cuando desempeñamos nuestro cargo de ministrar en el Cuerpo de Cristo según nuestra función, estamos también sirviendo al Señor.

  4) Predicar el evangelio: “Dios, a quien sirvo ... en el evangelio de Su Hijo” (Ro. 1:9). Predicar el evangelio es también servir a Dios. Esto significa que traemos pecadores a Dios tal como los sacerdotes trajeron sacrificios para ofrecer a Dios. Es por esto que Romanos 15:16 dice que predicar el evangelio de esta manera es ser un ministro, un “sacerdote del evangelio de Dios”. Esta clase de servicio es valioso, y cumple la economía eterna de Dios.

  5) Cuidar a los santos: “Consoléis a los pusilánimes, que sostengáis a los débiles” (1 Ts. 5:14); “Contribuyendo para las necesidades de los santos; prontos a ejercer la hospitalidad” (Ro. 12:13). Estas palabras nos muestran que debemos cuidar de los santos inmaduros, débiles, enfermos, en necesidad o en aflicción. Esto es también un servicio al Señor.

  6) Servir a la iglesia:

  1. Como anciano: “Los ancianos que están entre vosotros ... pastoread el rebaño de Dios que está entre vosotros, velando sobre él” (1 P. 5:1-2). Pastorear y velar sobre el rebaño de Dios, que consiste de los santos en la iglesia, es servir a la iglesia y es muy valioso. Esto también es un servicio al Señor.

  2. Como diácono. La palabra diácono es el sustantivo del verbo ministrar. Por lo tanto, un diácono es uno que sirve, que atiende a los asuntos en la iglesia y ministra a los santos. Tal servicio es de índole general y es también un servicio al Señor.

  3. Hacer cosas generales. Aparte de los deberes de un anciano y de los de un diácono, hay muchas otras tareas misceláneas en la iglesia, tales como transportar huéspedes, limpiar y arreglar los lugares de reunión, acomodar, comprar, hacer trabajo de oficina, llevar la contabilidad y servir en la oficina administrativa, todos los cuales requieren el servicio de la gente. Esta es otra categoría de servicio al Señor.

III. COMO SERVIR AL SEÑOR

  1) Servir con todo nuestro ser: “Presentéis vuestros cuerpos”; “transformaos por medio de la renovación de vuestra mente”; “fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Ro. 12:1, 2, 11). Todo nuestro ser es de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Servir al Señor con todo nuestro ser quiere decir que el espíritu, el alma y el cuerpo participan en el servicio al Señor. Primero, tenemos que presentar nuestros cuerpos al Señor; en segundo lugar, la mente, la parte principal de nuestra alma, tiene que ser renovada y transformada; en tercer lugar, nuestro espíritu tiene que estar ferviente. Así, las tres partes de nuestro ser participan en servir al Señor.

  2) Seguir al Señor: “Si alguno me sirve [al Señor Jesús], sígame; y donde Yo esté, allí también estará Mi servidor” (Jn. 12:26). A fin de servir al Señor, nosotros tenemos que seguir al Señor. Los que sirven al Señor tienen que tomar el camino que El tomó. Necesitamos seguir al Señor dondequiera que vaya. Donde El está, allí también nosotros tenemos que estar. El escogió la cruz y estuvo dispuesto a tomar el camino de la cruz, muriendo a Sí mismo y a todo. Nosotros los que seguimos al Señor tenemos que hacer lo mismo. De esta manera podremos servirle.

  3) Según el consejo de Dios: “Porque David, habiendo servido a su propia generación según el consejo de Dios...” (Hch. 13:36). Nuestro servicio al Señor, como el de David, debe ser según el consejo de Dios y en el consejo de Dios.

  4) Teniendo oído para oír: “Y [su amo] le horadará la oreja ... Así será su siervo para siempre” (Ex. 21:6). Este versículo dice que en el Antiguo Testamento el amo horadaba la oreja del que deseaba servir, lo cual indica que tocaba sus orejas de tal modo que él pudiese ser obediente y sumiso. Para servir al Señor hoy en día, nosotros también necesitamos que el Señor nos toque a fin de que tengamos oídos para oír y seamos personas que sean obedientes y sumisas al Señor.

  5) Acercar y estar delante del Señor: “Ellos [los sacerdotes] se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán...” (Ez. 44:15). Este versículo dice que los sacerdotes del Antiguo Testamento sirvieron a Dios acercándose a Dios y estando delante de El. Hoy en día, a fin de servir al Señor, debemos hacer lo mismo. Aunque tengamos oído para oír la palabra del Señor, todavía tenemos que acercarnos a El y estar delante de El para saber lo que desea que hagamos, y así poder servirle conforme a Su deseo.

  6) Ser fiel y prudente: “¿Quién es, pues, el esclavo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa?”. (Mt. 24:45). Como los esclavos que sirven al Señor, también necesitamos ser fieles y prudentes. Ser fiel significa no ser perezoso ni flojo, mientras que ser prudente es aprovechar la oportunidad para acabar con precisión todas las cosas que el Señor nos ha comisionado conforme a Su voluntad. Este es un requisito previo para los que deseamos servir al Señor, ser agradables a El y ser recompensados en Su regreso.

  7) Tener los lomos ceñidos y las lámparas encendidas, y esperar el regreso del Señor: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas ... hombres que aguardan a que su señor regrese ... cuando llegue...” (Lc. 12:35-36). Aquí el Señor nos dice que para servirle como Sus esclavos, necesitamos tener nuestros lomos ceñidos y nuestras lámparas encendidas, y necesitamos esperar Su regreso. Tener nuestros lomos ceñidos significa no ser flojos, tener las lámparas encendidas es vivir en la luz, y esperar el regreso del Señor es ser vigilante. Todos éstos son requisitos esenciales para los que servimos al Señor.

  8) Coordinar en el Cuerpo: “Porque el cuerpo [de Cristo] no es un solo miembro, sino muchos ... Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como El quiso ... Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno sólo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Co. 12:14-21). Aquí se nos muestra que para servir al Señor como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos coordinar con los santos y no actuar independientemente en el Cuerpo de Cristo, el cual es la iglesia. Esto es también un requisito relacionado con cómo nosotros debemos servir al Señor.

IV. LA META DE SERVIR AL SEÑOR

  1) Edificar el Cuerpo de Cristo: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Ef. 4:16). Esta palabra nos muestra que nuestra coordinación y nuestro servicio con los santos es para causar el crecimiento del Cuerpo de Cristo y para edificarlo en amor. Aparte de salvar pecadores, perfeccionar a los santos, y glorificar a Dios (1 Co. 10:31), nuestro servir al Señor como Sus esclavos es, aun más, para causar que el Cuerpo de Cristo crezca y sea edificado.

V. LA RECOMPENSA POR SERVIR AL SEÑOR

  1) Ser honrado por Dios el Padre: “Si alguno me sirve [al Señor Jesús] ... mi Padre [Dios] le honrará” (Jn. 12:26). Por nuestro servicio al Señor, ¡seremos honrados por el Padre! ¡Qué recompensa es ésta!

  2) Ser bienaventurados de sentarse en la fiesta y disfrutar el ser servidos por el Señor: “Bienaventurados aquellos esclavos a los cuales el señor, cuando venga, halle velando ... se ceñirá, y hará que se reclinen a la mesa, y vendrá a servirles” (Lc. 12:37). Este versículo dice que cuando el Señor regrese, los esclavos que han sido vigilantes en servir al Señor serán bienaventurados para sentarse en la fiesta y disfrutarán el ser servidos por el Señor. Esta también es una gran recompensa del Señor para los que le sirven.

  3) Regir con el Señor y disfrutar el gozo del Señor: “Bien, esclavo bueno y fiel ... sobre mucho te pondrá; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:21, 23). Estos versículos dicen que el esclavo bueno y fiel que sirve al Señor será puesto sobre muchas cosas y entrará en la manifestación del reino venidero y en el gozo del Señor. Ciertamente ésta es una gran recompensa, la cual debemos apreciar y anhelar.

VI. EL CASTIGO POR NO SERVIR AL SEÑOR

  1) Recibir muchos azotes: “Aquel esclavo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes” (Lc. 12:47). Aquí la palabra del Señor clara y seriamente nos dice que si nosotros que somos los esclavos del Señor no le servimos conforme a Su voluntad, recibiremos muchos azotes cuando El venga. Recibir azotes significa ser castigado. El Señor no nos dijo cómo sería llevado a cabo el castigo, pero cualquier castigo es terrible, especialmente el que se repite muchas veces. ¡Que nosotros, quienes hemos recibido gracia para ser los esclavos del Señor a fin de servirle, seamos amonestados y advertidos por Su palabra!

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