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Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
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CAPÍTULO VEINTISÉIS

EL ÁRBOL DE LA VIDA

  En los primeros capítulos de la Biblia se nos presenta el árbol de la vida; y cuando llegamos a los últimos capítulos, nuevamente vemos este árbol. ¿Por qué prevalece este árbol después de tantas páginas, después de tanta historia y después de tantos siglos?

EL HOMBRE EN EL HUERTO DEL EDÉN

  Dios tenía un plan eterno. Con este propósito, creó los cielos y la tierra y muchísimas cosas más. Luego formó una criatura que era diferente de los animales, las plantas y las huestes celestiales. Si usted mirara a esta criatura, notaría algo en ella que le recuerda a Dios.

  Este hombre fue puesto en un huerto que fue especialmente plantado para él. De todos los árboles que crecían allí, sólo se mencionan dos por nombre. Por muchísimos años este cuadro del hombre y los dos árboles me causó mucha inquietud. ¿Por qué lo primero que el Señor Dios le dijo a esta criatura tenía que ver con el asunto del comer de estos árboles? “De todo árbol del huerto podrás comer libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque el día en que comas de él, ciertamente morirás” (Gn. 2:16-17).

  Si yo hubiera sido Dios, ciertamente le habría contado a Adán cuál era mi propósito. Le habría dicho que puesto que era su creador, él debía adorarme mañana, tarde y noche. Además, le habría enseñado algunas melodías con las cuales alabarme. Luego le habría hablado acerca de la esposa, la ayuda idónea, que haría para él. Él debería amarla, y ella debería someterse a él, a fin de ser un buen ejemplo para todas las futuras parejas humanas. Le habría hablado acerca de las generaciones que nacerían y de las comunidades que surgirían. Para todas estas relaciones, él debería cultivar un buen carácter y mostrar bondad, humildad y paciencia. Sin embargo, estos primeros capítulos de Génesis no contienen ninguna de estas explicaciones ni exhortaciones.

EL HOMBRE, UNA CRIATURA DEPENDIENTE

  Poco a poco, en los pasados cincuenta años, he venido a entender el significado de este cuadro sencillo que nos muestra al hombre y los dos árboles en el huerto. El primer punto crucial es que el hombre no fue creado para ser independiente. Debido a que tenía que comer, debía depender de otros. Si Dios hubiera creado a Adán con una vida autosuficiente, con una vida que no tiene fin, no habría necesitado comer. Sin embargo, el hombre no podía vivir por sí mismo aisladamente, puesto que fue diseñado de modo que necesitara el alimento. En otras palabras, él fue destinado a ser dependiente.

DOS FUENTES DE SUMINISTRO

  Los dos árboles representan dos caminos a los cuales el hombre podía recurrir para satisfacer su necesidad. El árbol de la vida representa a Dios; y el otro árbol representa a Satanás. El suministro de Dios es sencillo: la vida. En cambio, el suministro de Satanás es complicado: el conocimiento del bien y del mal.

  Noten que el bien no pertenece a la categoría de la vida. El bien pertenece al conocimiento, al igual que el mal. Ambos pertenecen a Satanás y conducen a la muerte. Si usted no depende de Dios, esto significa que depende de la segunda fuente. No piense que puede depender del conocimiento o de lo que es bueno. Si usted no depende de Dios, su confianza estará puesta en algo cuya fuente es Satanás. No importa cuánto usted luche por ser independiente, estará peleando una batalla perdida contra su destino.

  Si usted depende de Dios, el resultado de ello será la vida; pero si depende de Satanás, el resultado será la muerte. El segundo punto crucial es, entonces, que con respecto a la fuente de nuestro suministro, sólo podemos escoger entre Dios y Satanás.

COMER, NO OBRAR

  Ya les comenté cuán diferente fue la manera en que Dios habló con Adán de la manera en que yo lo hubiera hecho. Dios no mostró ningún interés en decirle a él qué hacer o cómo comportarse. Es el concepto humano de la religión el que promueve estas cosas: adorar, tener un buen comportamiento y relacionarse apropiadamente con los demás. La religión le presenta al hombre una larga lista de normas y preceptos.

  La única preocupación que Dios mostró con respecto al hombre era que éste escogiera el alimento correcto. Todo iría bien mientras él se alimentara apropiadamente. Si escogía el alimento equivocado, el resultado de ello sería la muerte. Esta preocupación implicaba que el hombre podía tomar a Dios como su vida. Al hombre no le fue dada la vida divina cuando fue creado; antes bien, le fue dado libre albedrío para que escogiera aquella vida representada por el árbol de la vida.

LA IDENTIDAD DEL ÁRBOL DE LA VIDA

  Anteriormente me preguntaba qué era el árbol de la vida. Conocía bien árboles como el durazno y el manzano, y estaba familiarizado con el peral, pero ¿qué era el árbol de la vida? Finalmente encontré algunas claves en los escritos de Juan. Al final de Apocalipsis el árbol de la vida vuelve a aparecer. “A uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones” (22:2). ¿No le causa a usted desconcierto que un árbol pueda crecer a ambos lados de un río? Sin duda alguna este árbol es una vid, que se extiende a lo largo de las riberas.

  Nosotros sabemos por Juan 15:1 quién es la verdadera vid. Es Aquel que dijo: “Yo soy [...] la vida” (14:6) y “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (10:10). El Señor Jesús mismo es, sin duda, el árbol de la vida.

EL SEÑOR JESÚS COMO VIDA

  El árbol de la vida declara que Dios se brinda al hombre en forma comestible. El Señor Jesús trajo este mismo mensaje al hombre con respecto a Sí mismo.

El pan, y no un Rey

  “Yo soy el pan de vida [...] Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que de él coma, no muera” (Jn. 6:48, 50). Unos versículos antes en este mismo capítulo, el Señor había alimentado de forma milagrosa a una multitud de cinco mil. La multitud entonces quiso apoderarse de Él para hacerlo rey. Sin embargo, Él se retiró, y al siguiente día regresó y habló con ellos, pero no acerca de reinar ni de ejercer señorío sobre ellos, sino acerca de ser un pan, que ellos podrían comer y así recibir la vida eterna. En lugar de controlarlos externamente, Él quería ser recibido por ellos y llegar a ser parte de ellos.

El Autor de la vida

  Una vez, mientras Pedro predicaba, les dijo a los israelitas que ellos habían matado al “Autor de la vida” (Hch. 3:15). La palabra traducida “autor” también podía ser traducida “fuente, originador, líder principal, capitán”. De cualquier forma que la traduzcamos, ciertamente podemos inferir que la vida se origina en Él.

La vida misma

  Juan 1:4 nos dice que “en Él estaba la vida”. No sólo eso, pues además leemos que Él mismo era la vida (14:6) y que vino para traernos vida (10:10). Asimismo, Pablo lo describe a Él como “Cristo, nuestra vida” (Col. 3:4). De manera que la vida es esta persona.

EL ÁRBOL DE LA VIDA EN APOCALIPSIS

  Aquí encontramos la primera promesa dada a los vencedores: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios” (Ap. 2:7). El árbol de la vida aquí se ofrece nuevamente al hombre. Debido a la caída, el hombre perdió el acceso al árbol de la vida. Mediante la redención de Cristo, el camino que conduce al árbol de la vida fue abierto nuevamente (He. 10:19-20).

  En el último capítulo encontramos la descripción del árbol de la vida que crece a ambos lados del río (Ap. 22:2). Debido a que este árbol crece en el río de agua de vida, sin duda este árbol está incluido en la invitación final que se hace al hombre: “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (v. 17). Sin duda alguna, usted, al beber del agua de la vida, recibirá también el árbol de la vida que crece en el río.

  Basándonos en el versículo 14, vemos que los creyentes que lavan sus vestiduras tienen derecho a disfrutar del árbol de la vida como su porción eterna en la ciudad santa.

  Por último, en el versículo 19 se encuentra una advertencia solemne que dice que cualquiera que quite de las palabras de esta profecía perderá su parte del árbol de la vida y de la santa ciudad. Con base en estos versículos, podemos inferir que el árbol de la vida es uno de los aspectos más sobresalientes de la bendición eterna.

EL PENSAMIENTO DE DIOS CON RESPECTO AL HOMBRE

  No pierdan de vista cuál es la intención de Dios para con el hombre, según es representada por este árbol: Dios desea que usted lo tome como su vida. Al comer de este árbol, el hombre recibiría la vida divina. Lo que usted come entra en su interior y llega a ser parte de su ser. El árbol de la vida representa al Autor, al Originador, al Capitán, de la vida, quien es Jesucristo, Dios mismo, como nuestra vida.

UNA VIDA QUE SE PUEDE COMER Y BEBER

  El simbolismo del árbol de la vida en Génesis halla su explicación y cumplimiento en el Evangelio de Juan. Así como a Adán se le ofreció la vida divina si comía del árbol de la vida, de la misma manera, cuando Cristo vino, la vida de Dios se le presentó al hombre por segunda vez y se le dijo que dicha vida podía recibirla por medio del comer. Fue con este propósito que el Señor Jesús en el capítulo 6 habló tanto acerca de Sí mismo como “el verdadero pan del cielo” (v. 32). Él dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás [...] Porque ésta es la voluntad de Mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna [...] Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (vs. 35, 40, 51, 57). Por lo tanto, queda abundantemente claro que es por medio del comer que recibimos al Señor.

  En el siguiente capítulo Él continúa hablando de Sí mismo como Aquel a quien nosotros podemos beber y comer. “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (7:37-38).

LA MANERA DE COMERLE Y BEBERLE

  Cuando aún era niño, oí hablar de que Cristo era el pan de vida. Recuerdo que desde ese entonces me preguntaba cómo podía comerle, pero nadie me dio el menor indicio. Luego, cuando tenía alrededor de veinte años, un predicador itinerante famoso vino a mi ciudad. Todavía recuerdo el mensaje que dio basado en Juan 10:10 acerca de la vida abundante. Sin embargo, después que partió me quedé sin la más remota idea de cómo podía obtener dicha vida.

  Cristo es invisible, abstracto y misterioso. Incluso nuestra vida física es misteriosa e invisible. Es bastante obvio que estamos vivos, pero la vida misma no la podemos ver. Asimismo, Cristo puede estar presente con nosotros y en nosotros, pero no podemos verle ni tocarle con nuestros sentidos físicos.

  Además, debemos tener claro que esta persona misteriosa es nada menos que Dios mismo. No piense que hay un Dios aparte de Cristo; no, Cristo es Dios. Romanos 9:5 lo describe como “el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Cristo es también el Espíritu (2 Co. 3:17) y la Palabra (Jn. 1:14).

  Los diversos términos que se usan para describir a Cristo nos ayudan a entender cómo podemos tomarle como nuestra vida. Él es el árbol de la vida, el pan de vida, el agua de vida, el Espíritu de vida (Ro. 8:2) y la palabra de vida (Fil. 2:16). El árbol de la vida hace referencia a la fuente. El pan de vida indica que esta vida se puede comer, y el agua de vida indica que se puede beber. El Espíritu de vida se refiere al Espíritu de Dios, mientras que la palabra de vida nos recuerda que esta vida puede ser hallada en la Biblia, la Palabra de Dios.

  Ciertamente todos podemos testificar que cuando contactamos la palabra de la Biblia en el espíritu, encontramos a Cristo. En cualquier página de la Biblia que nosotros abramos, allí está Cristo. Este Cristo que se halla en la Palabra es nuestro alimento. “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Vivir de las palabras que proceden de la boca de Dios es vivir por Cristo, puesto que Él es la palabra viva que sale de la boca de Dios.

  Asegúrense de tomar un buen desayuno espiritual cada mañana al leer este libro con oración. Debemos poner esto en primer lugar, antes de cumplir cualquier deber o hacer cualquier actividad que exija nuestro tiempo. La manera de comer a Cristo es abrirnos a Él para recibirlo en Su Palabra. Haga esto varias veces al día. De este modo, será nutrido, fortalecido, consolado y edificado. La Biblia es una mina inagotable de riquezas. Cuanto más usted la lea, más la valorará.

  ¿Cómo disfrutamos a Cristo como el agua de vida? Él no es solamente la Palabra que podemos comer, sino también el Espíritu que podemos beber. La manera de beber o respirar espiritualmente es orar. Mezcle su lectura de la Biblia con oración. En lugar de componer oraciones, repita las palabras de la Escritura que usted lee, haciendo de ellas su oración. A medida que usted desarrolle el hábito de orar-leer la Palabra, será lleno de alimento y agua.

HACERLO TODO CON CRISTO

  En el pasado, es posible que usted haya procurado conocer la voluntad de Dios para su vida. Probablemente su preocupación haya sido distinguir entre el bien y el mal. Es posible que haya pasado tiempo orando respecto a lo que debe hacer o no debe hacer. Queridos hermanos, les pido que desistan de esto, pues se hallan en la esfera de los mandamientos del Antiguo Testamento.

  No sigan por ese camino; más bien, centren toda su atención en Cristo. Si van a decir algo, no pregunten: “Señor, ¿es Tu voluntad que hable yo? ¿Qué debo decir?”. En vez de ello oren de manera sencilla: “Señor, ¿vas a hablar Tú? No me importa lo correcto o lo incorrecto, ni tampoco el hecho de hablar o no hablar. Lo único que me importa es que Tú seas quien habla”. Si usted está a punto de perder la paciencia con su esposa, ore: “Señor, me estoy enojando con mi esposa. ¿Estás Tú también enojado con ella?”. Puesto que Él no lo está, esto le cerrará la puerta a su enojo.

  Aprenda a no hacer nada sin el Señor. Hágalo todo con Él. En la economía de Dios la cuestión crucial no es qué hacer o no hacer; antes bien, la pregunta vital es ésta: ¿quién lo hace, usted o Él? Incluso si el amor proviene de usted, ello no será aceptable delante de Dios. Independientemente de si es amor o es odio, Cristo debe ser la persona que ama u odia.

EL SIGNIFICADO DEL ÁRBOL DE LA VIDA

  ¿Por qué el árbol de la vida todavía aparece en el último libro de la Biblia? Dios quiere recordarnos que Su intención con respecto al hombre ciertamente se cumplirá. La desobediencia sólo causó una interrupción temporal; pero el deseo inalterable de Dios es que Su criatura lo reciba como alimento a fin de que los dos lleguen a ser uno solo. Su pensamiento no era que el hombre se comportara decentemente y lo honrara a Él por ser el Creador, rindiéndole la debida adoración. ¡No! El árbol de la vida estaba allí declarando: “Aquí está la vida de Dios. Recibe esta vida en ti y vive por ella”.

  Cuando Cristo vino, Dios nuevamente se presentó al hombre en forma comestible. “El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (Jn. 6:57). Lo que comemos es asimilado por nuestro cuerpo y llega a ser parte de nuestro ser. De manera semejante, cuando recibimos la vida de Dios en nuestro ser, Él llega a ser nosotros y nosotros llegamos a ser Su expresión.

  Nosotros participamos del árbol de la vida cuando nos abrimos para recibir a Cristo en Su Palabra. Él será nuestro alimento y bebida incluso en la Nueva Jerusalén.

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