
Pablo, en sus epístolas, especialmente en 2 Timoteo, habló a fondo de la degradación de la iglesia. Dijo que todos los que estaban en Asia le volvieron la espalda (2 Ti. 1:15). Esto significa que las iglesias que Pablo estableció en Asia le volvieron la espalda. Los santos en esas iglesias no abandonaron a Pablo mismo como persona; más bien, se apartaron de su ministerio neotestamentario, de la enseñanza de los apóstoles que él les predicaba. Ellos abandonaron por completo lo que Pablo les había predicado, lo que les había suministrado, lo que les había enseñado y lo que les había mostrado. Lo que pasó primero en la degradación de la iglesia fue que volvieron la espalda a la enseñanza de los apóstoles. Si a todos los que estamos en el recobro del Señor hoy no nos interesara más la enseñanza de los apóstoles predicada por el hermano Watchman Nee y por mí, la iglesia y el recobro del Señor se degradarían. Permanecer en la enseñanza de los apóstoles es una gracia enorme. (Cómo ser un colaborador y un anciano y cómo cumplir con sus deberes, pág. 44, Witness Lee)
En 2 Timoteo 1:15 Pablo dice: “...Me han vuelto la espalda todos los que están en Asia”. Asia era una provincia del Imperio Romano en Asia Menor, un lugar muy lejos de Roma; Pablo estaba encarcelado en Roma, desde donde escribió esta epístola a Timoteo. Cuando Pablo afirmó que todos los que estaban en Asia le habían vuelto la espalda, ello no significa que ellos lo hubieran abandonado como persona, pues él se encontraba muy lejos de ellos. En lugar de ello, lo que este versículo quiere decir es que todos ellos se habían apartado del ministerio de Pablo. Entre las iglesias de Asia estaba la iglesia en Éfeso, la cual había sido establecida por el ministerio de Pablo, como se nos relata en Hechos 19. Ellos habían recibido el evangelio y la enseñanza que el ministerio de Pablo les había impartido, y habían sido edificados y establecidos por dicho ministerio. Pero, en la época en que Pablo se encontraba preso en Roma, ellos ya se habían apartado del ministerio de Pablo.
La Segunda Epístola de Pablo a Timoteo fue escrita por el año 68 d. de C. Treinta años después, el Señor usó a Juan para dar continuación a Su revelación divina. El Señor, pues, retornó a todas las iglesias en Asia que le habían vuelto la espalda a Pablo. Por haberse apartado del ministerio de Pablo, las iglesias en Asia fueron declinando cada vez más hasta caer en una situación de completa degradación. La degradación de las iglesias en Asia, tal como se nos relata en Apocalipsis 2 y 3, ocurrió debido a que ellas se habían apartado del ministerio apropiado. Esta degradación se inició al perder ellos su primer amor hacia el Señor, lo cual sucedió en Éfeso (2:4), y culminó en un estado de tibieza espiritual (3:16), es decir, en una situación en la que Cristo estaba ausente. El Señor, quien es la Cabeza de la iglesia, se encontraba fuera de la iglesia degradada, llamando a su puerta (3:20).
En las siete epístolas mencionadas en Apocalipsis 2 y 3, la característica sobresaliente en la degradación de las iglesias era que predominaban tres clases de enseñanzas: la enseñanza de Balaam, un profeta gentil (2:14),la enseñanza de los nicolaítas, que propugnaba el establecimiento de una jerarquía (v. 15), y la enseñanza de una mujer, una presunta profetiza, llamada Jezabel, la cual estaba llena de herejías y de fornicación (v. 20). Estas tres clases de enseñanzas se infiltraron en estas iglesias debido a que ellas habían abandonado la enseñanza del apóstol. ¿Por qué la cristiandad ha caído en tal degradación? Debido a que ellos se han apartado de la enseñanza del apóstol. Es por ello que las diferentes enseñanzas fueron introducidas en la iglesia.
En 1 Timoteo 1:3 y 6:3, Pablo advirtió en contra de enseñar cosas diferentes. Los santos debían enseñar en conformidad con la enseñanza de Pablo. Aquellos que estaban en Asia se apartaron completamente de la enseñanza de Pablo, y el resultado fue que ellos recibieron tres clases de enseñanzas heréticas, a saber: la enseñanza de Balaam, que los condujo a adorar ídolos; la enseñanza de los nicolaítas, que los condujo a establecer ciertas jerarquías, incluso el sistema papal; y la enseñanza de Jezabel, que añadió la levadura de cosas paganas, heréticas y malignas a la flor de harina, la cual representa a Cristo mismo (Mt. 13:33). Todo ello se introdujo en la iglesia debido a que se abandonó la enseñanza apropiada. Treinta años después de que Pablo escribiera su epístola a Timoteo, estas iglesias habían alcanzado tal punto de degradación. Vemos, pues, cuán peligroso es dejar o abandonar la enseñanza del apóstol, esto es, la revelación apropiada recibida por el apóstol.
En estas siete epístolas, vemos que el Señor interviene para juzgar a aquellas iglesias que habían caído en degradación. Sus ojos son como llama de fuego (Ap. 1:14) con los cuales Él observa, escudriña e ilumina, y de Su boca sale una espada aguda de dos filos (v. 16), que representa Su palabra, la cual discierne, juzga y aniquila (He. 4:12; Ef. 6:17). Aquellas iglesias se habían apartado de la palabra apropiada, por lo cual el Señor vino a ellas con esta palabra a fin de juzgarlas. Vemos además que los pies del Señor eran semejantes al bronce bruñido después de fundido en un horno (Ap. 1:15). Sabemos que el bronce representa el juicio divino (Éx. 27:1-6). Así, pues, el hecho de que el Señor viniera a estas iglesias de este modo concuerda con el hecho de que ellas se hubieran apartado de la enseñanza del apóstol y hubieran adoptado otras enseñanzas que diferían de las del apóstol.
Una de estas iglesias era única, y fue grandemente elogiada por el Señor: la iglesia en Filadelfia. El Señor la elogió mucho e incluso mostró gran aprecio por ella debido a que ellos guardaron Su palabra (Ap. 3:8). Esto quiere decir que ellos no se habían apartado de la enseñanza del apóstol, la enseñanza apropiada. Aunque ellos eran débiles, el Señor los elogió mucho, diciéndoles que aunque tenían poco poder, ellos habían guardado Su palabra.
Apartarse de la enseñanza apropiada es desastroso, y ello redunda en degradación y en la adopción de otras enseñanzas. Digo esto a manera de advertencia para aquellos queridos santos que se rehúsan a seguir el camino nuevo que les ha sido presentado. Rechazar la revelación apropiada, la enseñanza apropiada, que es impartida por aquellos que lideran entre ustedes, es algo muy peligroso. Ello equivale a abrir puertas a otras enseñanzas y a sufrir degradación. Espero que ninguno de los que forman parte de las iglesias en el recobro del Señor siga los pasos de las iglesias en Asia, que se apartaron del ministerio de Pablo. En lugar de ello, espero que sigamos el ejemplo de la iglesia en Filadelfia, es decir, que guardemos la palabra del Señor, aunque sólo tengamos poco poder. Guardemos, pues, la palabra del Señor; esto equivale a perseverar en la enseñanza de los apóstoles, a perseverar en las sanas palabras, a permanecer bajo la revelación única que procede del Señor y bajo el liderazgo apropiado. Sólo entonces estaremos seguros. (Elders’ Training, Book 7: One Accord for the Lord’s Move [Adiestramiento de ancianos, libro 7: La unanimidad requerida para el mover del Señor], págs. 128-130, Witness Lee)
Pablo y Timoteo nos proveen un modelo excelente. Como hemos señalado, Pablo le pidió a Timoteo que expusiera “estas cosas a los hermanos”, refiriéndose a las cosas de que había escrito en esta epístola. No obstante, antes de poder exponerlas a los demás, Timoteo debía nutrirse primero con ellas, es decir, tenía que digerirlas, asimilarlas y permitir que ellas saturaran su interior. Sólo entonces él podría exponerlas a los hermanos. Hoy en día debemos seguir el ejemplo de Timoteo y exponer a los santos las cosas con las cuales el Señor nos ha nutrido por medio del ministerio. ¡Cuán maravillosa sería la vida de iglesia si todos hiciéramos lo mismo! Sin embargo, si nos apartamos del ministerio y procuramos producir algo diferente, es probable que demos lugar a enseñanzas diferentes. Timoteo no tenía el menor interés en enseñar algo distinto de lo que enseñaba Pablo; al contrario, su deseo era exponer a los hermanos lo que había recibido de Pablo.
Ahora, quisiera compartirles un poco de cuál ha sido mi carga con respecto a la publicación de los mensajes de estudio-vida. El objetivo de estos mensajes es el de producir víveres para las iglesias locales. Mi carga no consiste principalmente en “cocinar” estos víveres espirituales, sino producirlos y suministrarlos a las iglesias, a fin de que cada iglesia local sea como un supermercado bien abastecido, lleno de toda clase de alimentos nutritivos. Si los que toman la delantera en la iglesia local exponen a los santos las riquezas contenidas en los estudios-vida, ellos serán nutridos ricamente. He recibido muchas cartas, en las que se da testimonio de esto.
Un hecho que hemos comprobado en la historia del recobro del Señor es que toda iglesia que sigue el ministerio es una iglesia fortalecida y bendecida. Por otra parte, aquellas iglesias que no han dado importancia al ministerio, y en vez de ello han intentado hacer algo propio, se han hundido en el fracaso. No obstante, al decir esto, quiero dejar muy claro que de ninguna manera insisto en que las iglesias o los santos lean los mensajes de estudio-vida. Mi carga, les repito una vez más, es la de “producir víveres”. Las iglesias y los santos tienen libertad para usarlos o rechazarlos. Pero si los santos desechan el alimento que se encuentra en estos mensajes, me pregunto entonces de qué se van a alimentar. Nosotros somos lo que comemos. Si nos alimentamos de los “víveres” que se producen en la religión de hoy en día, vendremos a formar parte de la religión. Permítanme decirles con toda franqueza y sinceridad que los hermanos que toman la delantera en las iglesias debieran nutrirse de “estas cosas” y luego exponerlas a los santos para que éstos sean nutridos. (Estudio-vida de 1 Timoteo, págs. 70-71, Witness Lee)
Estamos aquí en pro del recobro del Señor. Yo no estoy aquí haciendo mi propia obra, ni ustedes tampoco están haciendo la suya. Todos nosotros portamos un mismo testimonio y todos tenemos sobre nuestros hombros “los travesaños” que sostienen al “arca”. Puesto que todos portamos este único testimonio, todos debemos hablar lo mismo (1 Co. 1:10). No obstante, lo que se habla en ciertos lugares lleva a los santos en una dirección que los conduce a apartarse del recobro del Señor. Tal vez las cosas que ellos enseñan no sean erradas, ni se opongan a las Escrituras. Puede ser que lo que ellos enseñan sea correcto y bíblico, pero con el tiempo, hará que los santos sigan una dirección equivocada.
Si todos marchamos rectamente alcanzaremos la meta debida. Pero si nos desviamos un poco, al final la meta que alcancemos será muy diferente a la meta que el recobro del Señor se ha fijado. Incluso, después de breve tiempo, surgirán problemas dentro del recobro, debido a la manera en que algunos presentan ciertos temas bíblicos, o sea, debido a los “buenos mensajes” que ellos imparten. Y aunque tal vez lo que ellos comunican no sea erróneo, puede ser que algunos sean desviados a seguir un camino equivocado. Si éste es el caso, con el tiempo, esto llegará a ser un problema para todo el recobro.
El recobro no es simplemente un asunto local. Si bien, el recobro está presente en una iglesia local, el mismo es universal. Si ustedes hacen que otros sigan un camino que está lejos del que toma el recobro, entonces habrá dos caminos: la dirección que lleva el recobro en su totalidad, y la dirección que se lleva en su localidad. Si su enseñanza hace que los santos sean conducidos en otra dirección, puede ser que algunos la reciban, pero muchos de los que conforman el recobro del Señor la rechazarán. Ellos no se “tragarán” sus enseñanzas.
Por experiencia sabemos que aquel que profesa una enseñanza diferente es el primero en ser sacrificado. Esto quiere decir que, si usted imparte otra enseñanza, corre el riesgo de sacrificarse a sí mismo, y no al recobro. Todos nosotros debemos practicar lo que Pablo le dijo a Timoteo: “Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te quedases en Éfeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes” (1 Ti. 1:3). En lugar de enseñar cosas diferentes, todos debemos hablar lo mismo.
Puesto que soy yo quien ha impartido los mensajes del Estudio-vida, es un poco incómodo para mí comentar acerca de ellos. Sin embargo, debo decir que el recobro del Señor ha seguido adelante gracias al ministerio. Si el ministerio no hubiera llegado a este país, el recobro no sería tan prevaleciente. El recobro llegó por medio del ministerio, y se ha mantenido en virtud del ministerio. Entonces, si usted habla cosas diferentes del ministerio, ciertamente, el recobro no seguirá esa enseñanza. Usted está soñando si piensa que el recobro en su totalidad habrá de seguir una enseñanza que sea diferente a la que se imparte en el ministerio. Así que, si usted habla cosas diferentes, se excluirá a sí mismo debido a sus propias palabras. Nadie lo excluirá, sino que usted se excluirá a sí mismo en virtud de su propia enseñanza, concepto y actitud.
Sin lugar a dudas, toda iglesia local posee su propia jurisdicción. Pero, hemos enseñado enfáticamente que ninguna iglesia local es el Cuerpo de Cristo; todas las iglesias locales en conjunto conforman el único Cuerpo. Por esta razón, lo que sucede en un lugar afectará a los demás; esto es, lo que usted haga en su localidad tendrá un determinado efecto en las otras localidades. Las noticias circulan rápidamente de un sitio a otro. Además, puede ser que los santos que hoy viven en su localidad, más adelante se muden a otra.
Aquellos que enseñan cosas diferentes jamás podrán hacer que cese el ministerio en el recobro del Señor. El ministerio introdujo el recobro en este país, y todavía lo continúa sosteniendo. ¿Cómo es posible que el ministerio reciba enseñanzas que causan disensión? Aquellos que enseñan cosas diferentes acarrean problemas, primeramente, para ellos mismos, luego para algunos otros, y finalmente para todo el recobro. Ellos causarán daño a otros, y luego dañaran al recobro. Los que enseñan cosas diferentes serán responsables de tal perjuicio.
Todos debemos considerar lo que ministramos, predicamos y enseñamos. Esto significa que debemos cuidar a todas las iglesias. Ante el Señor, puedo testificar que eso fue lo que puse en práctica cuando estaba en China, y sigue siendo lo que practico hoy. Cuando estaba en China, al impartir la palabra en cierta localidad, me preguntaba cómo lo que yo decía podría afectar a las otras iglesias. Me preguntaba: “¿Ocasionará esto un problema para las iglesias? ¿Qué efecto tendrá en ellas? ¿Podrá aceptarlo todo el recobro?”. Me di cuenta de que si no sometía a tales consideraciones todo cuanto iba a decir, yo podría causar problemas. Podría decir algo que el recobro en su totalidad no habría de recibir. Podría hablar algo que otros rechazarían, pues ello sería contrario al gusto que habían desarrollado.
Así como las personas han desarrollado gustos diferentes con respecto a la comida, los que conforman el recobro del Señor también han desarrollado cierto gusto por el ministerio que ha venido edificando al recobro durante todos estos años. Así pues, los que participan en el recobro han sido criados con cierto gusto por el ministerio. Aquellos que han venido adquiriendo tal gusto, rechazan todo otro sabor. Esto quiere decir que si sus palabras traen consigo un sabor que es contrario al sabor característico del recobro del Señor, tales palabras serán rechazadas, y usted será el primero en sufrir pérdida. En el pasado hemos visto una serie de ejemplos al respecto.
En 1964 invité a cierto hermano para que diera un mensaje diario durante un entrenamiento. Su enseñanza era muy buena, de lo contrario, nunca le hubiera pedido que compartiera junto conmigo en ese entrenamiento. Sin embargo, lo que habló era contrario al gusto de los santos. Un hermano me comentó que la enseñanza de ese hermano era demasiado filosófica. Esto muestra que, a pesar de que el recobro había estado en este país apenas dos años, los santos ya habían adquirido un gusto por la vida divina.
Con respecto a este asunto, es inútil argüir sobre quién está en lo correcto y quién está equivocado. Lo que aquí queremos recalcar es que los santos han desarrollado cierto gusto y rechazan todo lo que sea distinto al mismo. Permítanme darles un ejemplo para explicar lo que quiero decir con respecto a poseer cierto gusto por el ministerio en el recobro del Señor. En una ocasión, animé a un hermano a que probara un platillo chino preparado con pepino de mar, pues a mí me gustaba mucho. Aunque este platillo había sido preparado por un experto cocinero y a pesar de que yo estaba recomendándoselo, el hermano se negó a comerlo, porque era contrario a su gusto culinario. Asimismo, puede ser que a usted le parezca que sus palabras son muy buenas, pero quizás ellas no se conformen al gusto que hemos desarrollado en el recobro.
Si usted es sabio, conocerá el gusto que han desarrollado aquellos que conformen su audiencia. Todas las iglesias en el recobro surgieron por medio del ministerio, y los santos han estado “alimentándose” de este ministerio por muchos años y han desarrollado cierto gusto por el mismo. Si ahora usted, a pesar de que ninguna iglesia ha sido levantada debido a sus enseñanzas, pretende “servirles” a los santos algo que difiere del ministerio, algo diferente de lo que a ellos les gusta, entonces usted estará metiéndose en problemas. Tal como un padre se busca un problema con sus hijos cuando les obliga a comer algo que a ellos no les gusta, usted se estará metiendo en problemas si espera que los santos “coman” algo que es contrario al gusto que ellos han desarrollado en el recobro del Señor.
Aquellos que enseñan cosas diferentes no actúan sabiamente, pues desconocen el entorno, la situación y la condición del recobro del Señor. El recobro del Señor ha surgido de una manera muy particular. Los hermanos que enseñan algo diferente, en realidad están tratando de introducir elementos foráneos; están procurando insertar una partícula foránea en el “cuerpo” del recobro. El recobro no aceptará ninguna clase de elemento foráneo. Como ya recalcamos enfáticamente, esto se debe a que los santos han desarrollado cierto gusto.
Aunque el recobro no es controlado por persona alguna, sí es regulado por un factor, el cual es el gusto que han desarrollado aquellos que conforman el recobro. Los que conforman el recobro han desarrollado cierto gusto peculiar debido a que poseen cierta vida que recibieron al nacer. Así como un ser humano al nacer, nace con una vida que le confiere ciertos gustos, la vida que dio origen al recobro del Señor posee sus propios gustos particulares. Este gusto que se ha desarrollado en quienes conforman el recobro del Señor, es el factor que regula al recobro. Nadie podrá prevalecer sobre este factor regulador. Si usted trata de prevalecer sobre el mismo, será derribado. Esto quiere decir que usted se derribará a sí mismo, y por ende, se aislará del recobro del Señor.
Yo no insisto en que todas las iglesias usen los mensajes del Estudio-vida. Sin embargo, quisiera hacer notar que este ministerio trajo el recobro a este país y desde entonces no ha dejado de fortalecerlo y nutrirlo. El recobro ha crecido en virtud de la “comida” provista por este ministerio. Ahora es imposible para los santos cambiar de gustos. Si usted intenta hacer que el gusto de los santos cambie, estará actuando neciamente, estará perdiendo su tiempo y sólo ocasionará perjuicios. Si usted piensa que su enseñanza es superior a la del recobro del Señor, debiera servir su “comida” sólo a aquellos que tienen apetito por ella. Es probable que aquellos que han crecido comiendo ciertos alimentos ocasionalmente quieran probar algo diferente; pero a largo plazo, en su vida diaria, ellos comerán aquello que se conforma a su gusto y rechazarán lo que sea contrario al mismo.
Puesto que ésta es la situación entre los santos en el recobro del Señor, debemos ser sabios y aprender las verdades básicas para después poder ministrarlas, servirlas, a los santos. Si hacemos esto, todos estarán felices y disfrutaremos de una situación apacible, no solamente entre los santos individualmente, sino también entre las iglesias mismas, así como entre las iglesias y el ministerio.
Si usted puede impartir un mensaje que armonice con el gusto desarrollado en el recobro del Señor, sin usar para ello los mensajes del Estudio-vida, eso sería maravilloso. Tales mensajes serían beneficiosos para el recobro. Los mensajes que corresponden al gusto desarrollado en el recobro, en realidad, forman parte del ministerio del Nuevo Testamento. Nadie debe pensar que únicamente lo que yo ministro es el ministerio del Nuevo Testamento. Ciertamente, lo que Pablo ministraba era el ministerio del Nuevo Testamento. Martín Lutero, igualmente, ministró parte de dicho ministerio. Asimismo, muchos de nosotros ministramos el ministerio del Nuevo Testamento.
Es imprescindible que todo cuanto ministremos sea de la misma naturaleza de la del ministerio neotestamentario. A fin de determinar si un ministerio en particular forma parte del ministerio neotestamentario, debemos tomar en consideración tres principios rectores: primero, el principio según el cual el Dios Triuno procesado y consumado se imparte en Su pueblo escogido; segundo, el principio representado por Cristo y la iglesia; y tercero, el principio representado por Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia. Si su enseñanza puede pasar este triple examen, entonces su enseñanza forma parte del ministerio neotestamentario. Todo ministerio que forme parte del ministerio neotestamentario será bien recibido por los santos que conforman el recobro del Señor. Sin embargo, cualquier otro ministerio únicamente acarreará problemas para el recobro. (Elders’ Training, Book 3: The Way to Carry Out the Vision [Adiestramiento para ancianos, libro 3: La manera de llevar a cabo la visión], págs. 127-132, Witness Lee)
A lo largo de los veinte siglos de la historia de la iglesia, todas las divisiones, confusiones y problemas que han surgido entre los cristianos se debieron a algún ministerio. Todo lo que uno ministre tendrá un determinado efecto. Si ministra cosas celestiales, algo celestial será producido; si ministra cosas terrenales, con seguridad, el resultado será algo terrenal. Las numerosas divisiones y confusiones que existen entre los cristianos hoy en día se originan en algún ministerio. Por ejemplo, la denominación o división presbiteriana fue producida por el ministerio que gira en torno al asunto del presbiterio. La división de los bautistas surgió a causa del ministerio que promueve el bautismo por inmersión. Todos los diferentes grupos cristianos proceden de los diferentes ministerios. Un ministerio es, principalmente, una enseñanza. Por consiguiente, debemos darnos cuenta de que la enseñanza que imparte un cristiano siempre ministrará algo en particular. Puede ser que ministre algo correcto o incorrecto, algo elevado o algo no muy elevado, pero una enseñanza siempre produce algo. Así pues, debido a que su enseñanza produce algo, tal enseñanza puede considerarse un ministerio. El ministerio, según el concepto bíblico, equivale a servir algo a las personas, de manera muy parecida a como el mesero de un restaurante sirve distintos platos de comida a las personas. Ministrar es servir algo a los demás, o sea que no se predica, ni se enseña o habla, sin servir algo a alguien. Así pues, es posible que cierto ministro dé un mensaje de una hora y, aún así, no ministre nada a las personas. Esto quiere decir que con respecto a Cristo, ese ministro no ministró nada, aunque con respecto a los hechos ese ministro sí ministró algo. Lo que ministró a los demás fue algo errado, algo malo o, simplemente, algo deficiente. Espero que todos nos percatemos de que al ministrar uno puede generar problemas, producir divisiones o causar confusión.
Es por este motivo que Pablo, después de muchos años de laborar con sus colaboradores y al enfrentar un medio en el que imperaba la confusión, tuvo que escribir su primera epístola a Timoteo. Esta epístola en su totalidad es una vacuna.
Después de que la iglesia cristiana fue establecida, muchas sustancias venenosas, una tras otra, le fueron inyectadas. Así que, Pablo, al final de su ministerio, en sus últimos escritos, escribió 1 Timoteo para vacunar a la iglesia contra tales venenos. Sin embargo, al dar inicio a su epístola, Pablo no parecía estar abordando un tema de tan graves consecuencias: “Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te quedases en Éfeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes” (1:3). Esta frase “que no enseñen cosas diferentes” parece ser una frase muy simple. Si usted se limita a leer esta frase, no percibirá cuán serio es enseñar cosas diferentes. Quizás no pensemos que esto sea algo muy grave, pero en realidad éste es un asunto serio en extremo, puesto que al enseñar cosas diferentes matamos a las personas. Enseñar cosas diferentes es algo que derriba el edificio de Dios y anula la economía de Dios en su totalidad. Todos nosotros tenemos que percatarnos de que incluso al enseñar cosas diferentes en pequeña medida, estamos destruyendo el recobro. Existe un proverbio que dice así: “Una frase puede tanto edificar a la nación como destruirla por completo”. No es necesario que para ello usted dé mensajes enteros. Basta con que usted haga una afirmación en la cual usted comunique a los demás sus propios conceptos, para que ello derribe todo lo edificado. Tenemos que percatarnos de que esta clase de ministerio es “nefasto”. Así pues, sus palabras pueden edificar o derribar. Es posible que sus palabras destruyan, maten y anulen
Como hemos visto, en 1 Timoteo 1:3 Pablo le recuerda a Timoteo que lo había dejado en Éfeso para que mandase a algunos que no enseñaran cosas diferentes. Por lo tanto, podemos preguntarnos: ¿cuál es, entonces, lo único que todos los maestros cristianos deberían enseñar? Hoy en día, los maestros cristianos ciertamente enseñan muchas cosas, tales como el presbiterio, el bautismo por inmersión, los métodos episcopales, la santidad, cómo predicar el evangelio y la manera de enseñar la Biblia. Seguramente todos estaríamos de acuerdo en que enseñar los principios del judaísmo es erróneo, pero ¿qué diríamos acerca de enseñar cómo predicar el evangelio? ¿Qué hay de malo en predicar el evangelio? Tenemos que darnos cuenta de que incluso la enseñanza respecto a cómo predicar el evangelio crea división. Así pues, esto también es erróneo. Hay un solo ministerio que siempre edifica y perfecciona, sin acarrear consigo destrucción alguna. Solamente existe un ministerio único, el cual es justificado, recomendado, exaltado, e incluso, glorificado en el Nuevo Testamento. En 1 Timoteo 1:4 Pablo le dice a Timoteo en qué deberían ocuparse los que enseñaban cosas diferentes, ellos debían ocuparse en la economía de Dios. A raíz de algunas conversaciones que he tenido con algunos de ustedes, hermanos, sentí en mí una profunda carga y decidí rápidamente convocar a esta reunión para este adiestramiento. No quisiera ver al recobro destruido por el hecho de que algunos enseñen cosas diferentes. Después de conversar con algunos de ustedes quedé asombrado por un factor terrible. Me percaté de que algunos de ustedes iban a enseñar cosas diferentes que causarían problemas y divisiones. Solamente hay un ministerio que siempre edifica y jamás destruye: el ministerio de la economía de Dios.
Tenemos que preguntarnos, ¿qué había de malo en enseñar conforme al judaísmo en tiempos del apóstol? Después de todo, no es lo mismo que enseñar budismo o gnosticismo. Enseñar conforme al judaísmo es enseñar conforme a la santa Palabra del Antiguo Testamento. Alguien pudo haberle dicho al apóstol Pablo: “¿Qué hay de malo con enseñar la ley? Estoy enseñando principios bíblicos”. ¿Puede haber algo de malo en enseñar a las personas la Biblia, en enseñarles teología, o en enseñarles cómo predicar el evangelio? No hay nada de malo en ello, pero tenemos que darnos cuenta de que esta clase de enseñanza produce división. En 1 Timoteo Pablo no dio a entender que los que enseñaban cosas diferentes estuvieran enseñando herejías o cosas paganas. Si ellos hubiesen enseñado cosas paganas, no habría habido cristiano alguno que aceptara tales enseñanzas. La razón por la cual las enseñanzas de estas personas tenían tanta acogida era que se trataban de temas bíblicos basados en los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento. En aquel tiempo, el Nuevo Testamento todavía no existía. Así pues, la única Palabra santa con la que ellos contaban era la del Antiguo Testamento. Estas personas que enseñaban cosas diferentes podrían haber pensado: “Si usted no me permite enseñar el Antiguo Testamento, entonces, ¿qué voy a enseñar? Yo estoy enseñando cosas válidas y bíblicas”. Tales enseñanzas, sin embargo, creaban divisiones. ¿Acaso hay algo de malo en establecer misiones y en enviar misioneros? Tenemos que darnos cuenta de que no se trata de determinar si está bien o mal hacer algo, sino de entender que al hacer tales cosas “descuartizamos el Cuerpo de Cristo”. Por un lado, enviar misioneros para conducir a las personas a Cristo puede parecer algo muy positivo; sin embargo, lo único que esto logra es descuartizar el Cuerpo de Cristo. Debemos ser cuidadosos porque es posible que incluso nosotros mismos nos encontremos haciendo esto. Es posible que algunos de nosotros insistamos en algo bíblico, y recalquemos y enfaticemos algo que parece correcto, pero en la práctica lo único que logramos es descuartizar al Cuerpo de Cristo. Ello divide al recobro. Por lo tanto, tenemos que ser cuidadosos. Así pues, los he reunido debido a que he podido detectar lo que hay en el corazón de las personas en base a su actitud y al espíritu que manifiestan al hablar. Temo que algunas enseñanzas diferentes estén a punto de ser propagadas entre nosotros.
La única manera en que podemos ser resguardados en el recobro es permanecer en el único ministerio. Si decimos que somos partícipes del recobro y, aún así, enseñamos otras cosas con tanta ligereza e, incluso, de una manera velada, ello ciertamente difiere de la economía de Dios y estaremos sembrando la semilla que dará como fruto la división. Por tanto, la única manera de ser resguardados en la unidad eterna es enseñar lo mismo en conformidad con la economía de Dios. Esta clase de enseñanza se llama el ministerio del Nuevo Testamento, el ministerio del nuevo pacto. El ministerio del nuevo pacto consiste únicamente en ministrar al propio Dios Triuno, quien pasó por un proceso a fin de que Él sea impartido a Sus escogidos como vida y como suministro de vida para producir a los miembros de Cristo y así formar el Cuerpo para expresar al Dios Triuno. En esto consiste la economía del Nuevo Testamento. Enseñar cualquier otra cosa, aun cuando sean cosas buenas y bíblicas, que se aparte aunque sea un poco de la economía divina del Nuevo Testamento, redundará en divisiones las cuales serán muy útiles a nuestro sutil enemigo, el maligno. Por tanto, es imprescindible que estemos alerta. (Elders’ Training, Book 3: The Way to Carry Out the Vision [Adiestramiento para ancianos, libro 3: La manera de llevar a cabo la visión], págs. 41-46, 48-49, Witness Lee)
Debemos entender claramente que el fundamento de todas las denominaciones y el factor que produce cada denominación, son sus ministerios particulares. Si hoy día todos los cristianos estuvieran dispuestos a que el Señor les quite sus diferentes ministerios, todos ellos serían uno. El factor básico que produce todas las divisiones, la verdadera raíz de ellas, son los diferentes ministerios. Estos ministerios diferentes pueden ser muy sólidos, e incluso pueden ser bíblicos, pero Pablo se refirió a ellos como algo que se introducía a escondidas durante los tiempos en que escribió Gálatas 2 (v. 4, lit.). Ya en los tiempos de Pablo esto era algo que se infiltraba en la iglesia. Un ministerio de otra naturaleza intentaba infiltrarse mientras Pablo, Pedro y Jacobo estaban allí. En 1 Timoteo 1 Pablo le encargó a Timoteo que se quedase en Éfeso para ocuparse de una sola cosa: que mandase a algunos que no enseñen cosas diferentes, lo cual quiere decir, no enseñar conforme a un ministerio diferente (vs. 3-4). En aquel tiempo, la enseñanza diferente era la enseñanza de la ley. En Gálatas 2, aquello que intentaba infiltrarse, era la ley.
Más tarde, se introdujo la enseñanza del gnosticismo. El gnosticismo era una herejía, pero no puede decirse que enseñar algo del Antiguo Testamento era una herejía. En cuanto a este asunto, debemos considerar cuidadosamente la situación como un todo. Pablo llevaba a cabo el ministerio neotestamentario, y su ministerio siguió el ministerio de Pedro, el cual a su vez era una continuación inmediata del ministerio del propio Señor Jesús. En los cuatro Evangelios, Jesucristo mismo llevó a cabo el ministerio de Dios, y en la primera parte de Hechos, Pedro continuó ese ministerio. Luego, en la segunda parte de Hechos, vemos el ministerio de Pablo, el cual fue una continuación del ministerio de Pedro, el cual tenía como fin llevar a cabo el ministerio neotestamentario de Dios. No obstante, cuando los creyentes judaizantes se volvieron fuertes y enseñaban la ley, Pedro se volvió débil. Él tuvo miedo de aquellos que venían de parte de Jacobo (Gá. 2:11-12). Esto también indica que Jacobo era una figura fuerte, con una actitud fuerte en cuanto a tolerar la enseñanza de la ley en la era del Nuevo Testamento.
¿Se imaginan a Pablo encarando tal problema? Pablo estaba encarando en Antioquía al apóstol número uno, a Pedro, así como a los representantes del apóstol más influyente, que era Jacobo. No fue nada fácil para Pablo confrontar tal situación. Allí había dos grandes influencias, la de Pedro y la de Jacobo. Pedro podría haberle dicho a Pablo: “Quién eres tú Saulo de Tarso, si cuando yo ya predicaba en Jerusalén, tú aún eras un joven opositor? ¿Quién te crees que eres?”.
Además, Pablo estaba enfrentando a los representantes de Jacobo, un hombre piadoso que oraba tanto todos los días, que incluso se decía que tenía las rodillas encallecidas de tanta oración. Jacobo era reconocido por su perfección piadosa y era un hombre muy influyente. Llegó a ser aun más influyente que el primer gran apóstol, Pedro. Incluso el propio Pedro temía por la gran influencia de Jacobo. En Antioquia, Pedro comía pacíficamente con los gentiles, pero cuando algunos representantes de Jacobo llegaron, Pedro se comportó hipócritamente, fingiendo que jamás había comido con los gentiles. Esto muestra cuán grande era la influencia de Jacobo.
Pablo, siendo apenas un joven apóstol, que había aparecido después de Pedro, confrontaba tal situación. Sin lugar a dudas, era muy difícil para él. Sin embargo, por causa de la verdad, Pablo no pudo tolerar esa situación; así que, simplemente no permitió que aquello aconteciera. Él cortó todos los ministerios diferentes. Cerró la puerta para impedir que se infiltrara cualquier ministerio que fuera diferente, y Dios honró lo que él hizo.
Según el Nuevo Testamento y de acuerdo con la historia de la iglesia, de ahí en adelante Pedro no volvió a jugar un papel importante en la economía neotestamentaria de Dios, al menos no como lo hizo en los primeros doce capítulos de Hechos. Éste es un detalle importante. No mucho tiempo después, en el año 70 d. de C., Dios destruyó Jerusalén (Mt. 24:1-2), donde se basaba la obra de Pedro así como el lugar de donde irradiaba la influencia de Jacobo. Jerusalén fue destruida totalmente, sin quedar piedra sobre piedra. Esto no sólo fue un juicio sobre el Israel rebelde, sino también la destrucción del centro de la obra de Pedro y de la influencia de Jacobo. Sin embargo, después de la destrucción que tuvo lugar en 70 d. de C, el ministerio y la influencia de Pablo permanecieron. Dios no permitió que hubiera ministerios diferentes ni ninguna otra fuente de influencia.
Necesitamos ver que este principio ha seguido vigente a lo largo de toda la era cristiana. Todos los problemas, divisiones y confusiones provinieron de una sola fuente, a saber: la tolerancia con respecto a los ministerios diferentes. Muchos maestros cristianos han visto el peligro que representan los ministerios diferentes; sin embargo, los han tolerado. Ciertamente ha existido este tipo de tolerancia. En el recobro del Señor no debemos estar tan confiados pensando que nunca puede ocurrir una infiltración de ministerios diferentes. Al contrario, debemos estar alerta, pues este peligro está por delante. Si no somos vigilantes y nos volvemos descuidados, de una u otra manera el enemigo utilizará cualquier medio o manera para infiltrar e introducir ministerios diferentes, lo cual terminaría con el recobro del Señor.
Si observamos la situación de hoy, nos daremos cuenta de que hay muchos ministerios diferentes, aparte de este único ministerio neotestamentario. Si pudiéramos quitar todos los ministerios diferentes y dejar sólo el ministerio único del Nuevo Testamento, todas las denominaciones, todos los grupos libres y todas las divisiones, desaparecerían. Entonces no habría ninguna división ni confusión.
Todos debemos aprender esta lección sobria y estar alerta para no desviarnos del ministerio neotestamentario. Pues si hacemos algo nuevo, algo diferente, algo ajeno a este ministerio único, estaremos fuera en cuanto lo que es el recobro del Señor. En realidad, el recobro del Señor consiste en traernos de regreso al ministerio único del Nuevo Testamento. (Elders’ Training, Book 1: The Ministry of the New Testament [Adiestramiento para ancianos, libro 1: El ministerio del Nuevo Testamento], págs. 14-16, 72, Witness Lee)
Ahora necesitamos dedicar algún tiempo para introducirnos en el ministerio neotestamentario a fin de verlo desde el principio del Nuevo Testamento hasta el final del mismo. Es crucial que veamos lo que es el ministerio neotestamentario. Ya vimos que el ministerio neotestamentario empezó con Juan el Bautista. Sin embargo, no debemos considerar su ministerio como un ministerio separado e individualista. El ministerio de Juan el Bautista formó parte del ministerio neotestamentario; el mismo fue un servicio neotestamentario, incluso fue el primer servicio de dicho ministerio. Para comprender el aspecto más crucial de tal ministerio, necesitamos escudriñarlo de una manera particular.
Cuando consideramos cómo el Señor evaluó el ministerio de Su predecesor en Mateo 11, podemos ver que inclusive aquel primer servicio, aquella primera sección del ministerio neotestamentario, era un ministerio único. El ministerio de arrepentimiento proclamado por Juan, es decir, el camino de arrepentimiento, fue un ministerio muy llamativo que trazó la línea entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Dicho ministerio marcó una línea divisoria en la economía de Dios. No obstante, el ministerio de Juan no debe ser considerado como un ministerio separado, independiente e individualista. Si ustedes tuvieran este pensamiento, se convertirían en aquello que los Evangelios llaman “discípulos de Juan”.
En Mateo 9 los discípulos de Juan se le acercaron al Señor Jesús para hacerle una pregunta, y al hacerlo, incluyeron a los fariseos (v. 14). Según Lucas 5, fueron los fariseos quienes le hicieron la pregunta (v. 33), y de acuerdo con Marcos 2, pareciera que fueron ambos, los fariseos juntamente con los discípulos de Juan, quienes le preguntaron al Señor (v. 18). Antes de aquel tiempo, existía la secta de los fariseos, y había otra, una secta herética, compuesta de los así llamados saduceos. Sin embargo, para el tiempo descrito en Mateo 9, incluso los discípulos de Juan se habían convertido en otra secta. Con esto podemos observar que apenas dos o tres años después de que Juan iniciara su predicación, su servicio ya estaba causando problemas y finalmente llegó a rivalizar con el ministerio del Señor.
Dios no deseaba que el ministerio de Juan se convirtiera en un ministerio separado. Conforme a la intención de Dios, el ministerio de Juan era simplemente el inicio del ministerio neotestamentario, un ministerio que recomendaba e introducía el ministerio del Señor. Juan definió claramente lo que era su ministerio (Jn. 1:23; 3:28-30), pero sus discípulos entendieron esto de manera equivocada, pues pensaron que su maestro, Juan el Bautista, era grande, y que su enseñanza era única. Por tal razón, lo siguieron a él y también siguieron su enseñanza. Tal vez fue de manera inconsciente y sin intención que ellos llegaron a rivalizar con el ministerio del Señor. Finalmente, su enseñanza se convirtió en algo que reemplazaba el ministerio del Señor.
Es posible que nos cueste trabajo reconocer la soberanía del Señor en las cosas que le sucedieron a Juan el Bautista. Primero, Herodes encarceló a Juan, y luego, debido a su indulgencia y lujuria, él ordenó que Juan fuera decapitado. Sin embargo, debemos comprender que fue bajo la soberanía del Señor que Juan fue encarcelado e incluso decapitado. Ciertamente no quiero decir que el Señor estuviera feliz al ver a Juan en prisión y mucho menos, que fuera decapitado. No obstante, debemos creer que Dios es soberano, y tenemos que considerar sobriamente cuál fue la razón por la cual Dios permitió que Juan fuera encarcelado y finalmente decapitado.
El encarcelamiento y ejecución de Juan sucedieron debido a una preocupación por otro ministerio. Tanto el ministerio de Juan como sus discípulos causaron ciertos problemas. Primero, Dios usó a Herodes como el medio por el cual detuvo la predicación de Juan. Pero incluso desde la prisión, Juan envió a sus discípulos a interrogar al Señor Jesús. Inmediatamente después de eso, Juan sufrió el martirio. Fue el arreglo soberano de Dios poner fin a aquello que se estaba gestado en torno a Juan en aquel tiempo. Por supuesto, ese fin no fue bueno ni positivo.
El caso de Juan el Bautista nos muestra que existe el peligro de que, a pesar de que hayamos recibido un ministerio genuino, un servicio auténtico de parte de Dios, puede ser que no estemos dispuestos a que dicho servicio llegue a su fin. Éste es un detalle crucial. Dios puede usarlo a usted y puede usarme a mí. Él puede usarnos en cierto servicio con miras a Su propósito, pero después de haber sido usados por Él, es probable que no estemos dispuestos a aceptar que dicho servicio llegue a su fin.
Este mismo principio puede aplicarse en el caso de Moisés. La narración en cuanto al resplandor que aparecía en el rostro de Moisés en Éxodo 34, no explica por qué Moisés se cubría el rostro con un velo (vs. 30-35). Sin embrago, conforme a la interpretación de Pablo en 2 Corintios 3:13, Moisés temía que el pueblo viera la terminación de su ministerio. No quería que vieran que el resplandor de su ministerio llegaba a su fin. Aun en el caso de Moisés hubo una preocupación por la terminación de su ministerio. Todos nos ponemos felices al ser usados por el Señor en cierto servicio, pero puede ser que ninguno de nosotros esté de acuerdo con que dicho servicio llegue a su fin.
Fue esta clase de problema que obligó a Dios, quien es soberano, a permitir que Juan fuera encarcelado y aun a que perdiera la vida. Necesitamos considerar este asunto cuidadosamente. Si Dios no hubiera permitido bajo Su soberanía que las cosas sucedieran de esta manera, seguramente la enseñanza de Juan habría sido llevado a cabo por sus discípulos y esto habría causado un grave problema. Debemos aprender una lección al respecto. Dios no permitirá que ningún ministerio ni ningún servicio permanezcan en rivalidad con Su ministerio neotestamentario. Lo que sucedió con Juan el Bautista, aclaró, de manera soberana, toda la situación. De ahí en adelante, el ministerio del Señor no tuvo rivales, aunque ciertamente tuvo oposición. En comparación con la rivalidad, la cual es difícil de combatir, es bastante fácil lidiar con la oposición.
Dios toleró la oposición de parte de los fariseos durante un tiempo más largo, al menos hasta el año 70 d. de C., cuando Jerusalén fue destruida. El Señor incluso había profetizado acerca de que por causa de la oposición de ellos, de su rechazo hacia Él, no quedaría piedra sobre piedra del templo. También indicó que el templo de Dios había llegado a ser la casa de ellos, porque ellos mismos lo habían convertido en una cueva de ladrones (Mt. 24:1-2; 23:28). El Señor toleró tal oposición durante algunos años, pero no pudo tolerar la rivalidad. Juan inmediatamente fue puesto en prisión y se le quitó la vida. Debemos aprender la lección presentada en este caso; este asunto está relacionado con la soberanía del Señor.
Después de Juan el Bautista, el Señor Jesús continuó con el ministerio neotestamentario y cumplió cabalmente con esa parte del ministerio. Posteriormente vino el día de Pentecostés. En aquel día Pedro era fuerte y puro en todo aspecto. En los capítulos del dos al cinco de Hechos, podemos ver a un hombre joven, de probablemente unos treinta años, limpio y puro en todo aspecto con relación a sus intenciones, deseos, motivación, corazón, espíritu y entendimiento. A Pedro no le interesaba ninguna cosa aparte del ministerio del Señor, ni siquiera su propia vida. En ese tiempo, no había en él ningún problema.
Sin embargo, en Hechos 10, la actitud de Pedro le causó un problema a Dios, dicha actitud perturbó a Dios. En Mateo 16 el Señor le dijo a Pedro que a él le daría las llaves del reino, de las cuales sabemos que hay por lo menos dos, ya que esta palabra está en plural. El día de Pentecostés Pedro usó una de las dos llaves para abrir la puerta al pueblo judío a fin de que éste entrara en el reino neotestamentario de Dios. Sin embargo, debido al trasfondo y tradición judía de Pedro, se le presentó cierta contradicción cuando Dios estaba a punto de usar a Pedro para que éste empleara la segunda llave y abriera la puerta a los gentiles. En el día de Pentecostés, lo único que fue necesario era que el Espíritu Santo descendiera sobre Pedro; pero en cuanto a lo que sucedió en la casa de Cornelio, Dios tuvo que usar dos visiones: una para Pedro y otra para Cornelio. Esto indica que Dios estaba perturbado, ya que fue obligado a usar la manera antiguotestamentaria, la cual consistía en visiones y sueños.
La manera neotestamentaria consiste en seguir la unción interna, o sea, seguir al Espíritu que mora en nuestro ser. Ciertamente el Espíritu moraba en el interior de Pedro, pero éste no pudo comprender lo que el Espíritu le indicaba internamente, por causa de su trasfondo y su tradición. Pedro había experimentado el derramamiento externo del Espíritu y también tenía la unción interna del mismo, pero no pudo comprender la dirección de esta última. Éste es un asunto crucial.
A fin de llevar a cabo el ministerio de Dios, es necesario que la persona sea limpia. ¡Cuán limpio estaba Pedro en el día de Pentecostés y en los capítulos del dos al cinco de Hechos! No había ningún tipo de velo que lo cubriese; estaba absolutamente puro como el cristal. Pero después de corto tiempo, incluso mientras Pedro oraba en Hechos 10, apareció un velo que le cubrió. Aquel velo era su tradición y trasfondo judío; dicho velo lo cubrió y no le permitió actuar según la manera neotestamentaria. Sin embargo, Dios le venció, le subyugó e inclusive le convenció de que debía ir a la casa de Cornelio y usar la segunda llave que abriría la puerta para que entrasen los gentiles.
Necesitamos leer y releer Hechos con mucha atención. Después de que Pedro había usado la segunda llave, Hechos 12 nos dice que él fue encarcelado y luego puesto en libertad. Pero después de Hechos 12, o sea, a partir del capítulo trece, no se vuelve a decir nada acerca de Pedro. Los capítulos del trece al veintiocho de Hechos se centran en Pablo, y Pedro no vuelve a figurar en ningún otro capítulo. El libro de Hechos nos muestra que con respecto al ministerio neotestamentario de Dios, el ministerio de Pedro había llegado a su fin. Pedro ciertamente era bueno, y pienso que él escribió sus dos epístolas después de aquel tiempo. (La fecha en que escribió 1 Pedro es incierta; no sabemos si fue escrita antes o después de Hechos 13.) El hecho de que Pedro escribiera sus dos epístolas fue muy bueno. Él se mostró muy genuino y osado, especialmente en su segunda epístola, ya que recomendó a aquel que le había reprendido cara a cara (2 P. 3:15-16). Después de Hechos 12 no vemos ninguna mención de Pedro sino hasta el capítulo quince. No obstante, en dicho capítulo Pedro ya no era el primero entre los apóstoles, y ni siquiera entre los ancianos en Jerusalén. Durante ese tiempo, el ambiente, la tendencia y la influencia no se inclinaban a favor de Pedro, sino a favor de Jacobo, quien de alguna manera puede ser considerado como un apóstol del Nuevo Testamento sólo a medias, ya que en parte pertenecía al Nuevo Testamento y en parte al Antiguo Testamento.
Una tela de color gris puede armonizar con otra de color blanco u otra de color negro. Jacobo puede ser comparado con el color gris, es decir, con algo que se adapta a cualquiera de ambos lados. Debía de haber sido que Pedro fuese comparado con algo puramente blanco, pero él no se atrevía a ser lo que realmente era. Bajo tal ambiente, influencia y tendencia, lo que Pedro era no hubiera sido recibido. Sin embargo, Jacobo fue recibido porque se conformaba a ambos lados al mismo tiempo.
De acuerdo con lo que hemos visto en los mensajes de Estudio-vida de Jacobo y de Marcos, podemos darnos cuenta de que incluso la situación presentada en Hechos 15 no era completamente pura. Debemos ver la decisión tomada en Hechos 15 a la luz de lo que aconteció en Hechos 21. Aunque leemos que “ha parecido bien al Espíritu Santo” (v. 28), aquella decisión fue tomada principalmente bajo la influencia de Jacobo y no era enteramente conforme a la economía neotestamentaria de Dios. Lo que sucedió en el capítulo veintiuno procedió de la decisión tomada en el capítulo quince. En otras palabras, podríamos decir que la debilidad que surgió en Hechos 15 fue plenamente descubierta en el capítulo veintiuno. En este capítulo, Jacobo fue muy osado al declarar que en Jerusalén había decenas de miles de creyentes judíos que eran celosos por la ley (v. 20). Fue tan osado que incluso aconsejó a Pablo que tomara el mismo camino.
Podemos decir que en Hechos 21 Pablo fue débil y que siguió el consejo de Jacobo. Algunos podrían argumentar que Pablo no fue débil, sino que fue firme en cumplir su palabra respecto a hacerse judío a los judíos (1 Co. 9:20). Ellos podrán excusar a Pablo al argumentar esto, pero vemos que el Señor no aceptó tal pretexto. Sabemos esto porque durante el último día del voto en el que Pablo había accedido a participar, el Señor intervino y terminó con todo el asunto. Pablo ya había pagado los gastos de aquellos hombres pobres quienes habían ofrecido dicho voto, y con sólo un día más terminarían de cumplir el voto. Sin embargo, el Señor no lo toleró y por eso permitió que se suscitara un gran alboroto en Jerusalén, lo cual dio por resultado que Pablo fue arrestado y puesto en prisión.
Este asunto es muy serio. Podemos ver que incluso el ministerio de Pablo tuvo un giro debido a que se comprometió y se involucró en dicho voto. No debemos involucrarnos en cosas semejantes. Es un asunto muy serio debilitar la economía de Dios o cambiar su color de blanco a gris. En cuanto a Pablo, él era puro, por lo cual Dios pudo usarlo de otra manera, permitiéndole escribir las epístolas. Fue muy bueno que Pablo escribiera las epístolas de Efesios, Filipenses y otras más, las cuales fueron escritas mientras estuvo en prisión. Sin embargo, todas estas epístolas escritas por Pablo corresponden a su ministerio después de Hechos 21. Éste es un asunto muy serio.
Necesitamos volver un poco hacia atrás para examinar el caso de Bernabé. Él era fiel y fue aquel que trajo a Pablo consigo (Hch. 9:27). Fue también un apóstol compañero de Pablo. Sin embargo, se aferró a su propia opinión. Tal vez para nosotros esto no sea algo tan serio. Ciertamente Bernabé no era un judaizante, pero debido a su opinión, él tomó su propio camino para llevar a cabo el así llamado ministerio. Ésta fue la última vez que se escribió algo relacionado con Bernabé, ya que no volvió a mencionarse en el libro de Hechos. No solamente en la Biblia, sino que aun en la historia no podemos hallar ningún relato acerca de Bernabé posterior a este suceso. ¡Qué palabra tan sobria es ésta para nosotros hoy!
Luego, al final de Hechos 18, aparece Apolos. Él no provenía de la línea de Pedro ni de la línea de Pablo, sino de alguna otra fuente. No podemos definir cuál fue el origen de Apolos, pero es evidente que él apareció en el capítulo dieciocho enseñando las Escrituras, y sabemos que solamente conocía el bautismo de Juan (Hch. 18:24-28). Fue necesario que Apolos se uniera al ministerio de Pablo, y mientras más lo hiciera, mejor. Aunque en muchos aspectos era uno con Pablo, finalmente él se convirtió en un problema.
Tal como Pedro, Apolos llegó a ser un problema en Corinto. No puedo asegurar si Pedro fue alguna vez a Corinto, pero ciertamente su ministerio llegó a ser un problema allí, no precisamente por causa de él mismo, sino por el simple hecho de que había algo llamado “el ministerio de Pedro”. Había quienes seguían el ministerio de Pedro, e inclusive proclamaban: “Yo soy de Pedro” (1 Co. 1:12). Apolos también estuvo allí, y había algunos que declaraban: “Yo soy de Apolos”. No creo que Apolos tuviera la intención de causar problemas, pero éstos surgieron, y no por causa de él mismo, sino debido a “su ministerio” y a los seguidores del mismo. Ya que Pablo era un hombre en el Espíritu, no condenó a Pedro ni a Apolos; antes bien, al hablar de cosas negativas, él primero se mencionó a sí mismo (v. 12). Necesitamos considerar estos asuntos cuidadosamente a fin de ver el peligro que nos asecha hoy en día. En Corinto, el ministerio de Pedro y los seguidores del mismo, así como el de Apolos y los suyos, crearon un problema que estuvo a punto de causar una división.
Supongamos que yo fuera Apolos. En tal caso, ¿piensan ustedes que el Señor me seguiría usando? Si tuviera un ministerio como el de Apolos, ¿creen ustedes que mi utilidad al Señor aumentaría? El ministerio de Pablo nunca fue usado de esta manera. Al contrario, su ministerio fue un factor principal en el ministerio neotestamentario. Éste no fue el caso con el ministerio de Apolos.
De cualquier modo, en Corinto hubo problemas debido a estas tres clases de ministerio, el de Pedro, el de Apolos y el de Pablo. No creo que Apolos fuese absolutamente uno con Pablo en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios (véase 1 Co. 16:12). Ciertamente él no era faccioso, ni se separó del ministerio neotestamentario de Dios, pero a pesar de ello, en las Escrituras no podemos ver que Apolos fuera el cien por cien uno con Pablo en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios.
Permítanme testificar algo de mi propia experiencia al trabajar junto con el hermano Watchman Nee. Laboré con el hermano Nee durante más de dieciocho años. Hay algunos de los que están entre nosotros que estuvieron allí durante ese tiempo y conocen la situación. Desde el inicio de la obra del hermano Nee, varios cristianos prominentes, quienes posteriormente llegaron a ser predicadores famosos, estuvieron con el hermano Nee durante algún tiempo. La primera reunión de la mesa el Señor en el recobro del Señor se llevó a cabo con el hermano Nee y otro hermano junto con su esposa. Fueron ellos tres quienes iniciaron la reunión de la mesa del Señor en el recobro. Posteriormente ese otro hermano vino a ser un problema para el hermano Nee debido a que no era uno con él respecto al mover de Dios en la China en aquel tiempo. De ahí en adelante, vinieron al recobro varios hermanos prominentes, uno tras otro. Pero casi todos ellos se convirtieron en un problema para el hermano Nee. Si yo hubiese tomado la misma actitud que los otros, ciertamente también habría sido un problema para él. No obstante, todos se dieron cuenta de que yo era mil por ciento uno con el hermano Nee en su ministerio; esto, debido a que mi posición, mi actitud y mi espíritu eran totalmente uno con él. No existía ninguna base para que alguien dijera que yo era un problema para el hermano Nee. No existía base alguna para tal acusación.
El hecho de que alguien se les acercara para preguntar si ustedes son uno conmigo, ya es un indicio de que ustedes no son el cien por cien uno conmigo. Si cuando llueve, el agua puede pasar a través del techo, esto significa que ciertamente hay una grieta en alguna parte del mismo. Si no la hubiese, no habría gotera alguna. Si ustedes son uno conmigo el cien por cien, entonces somos como un techo sin grietas por el cual la lluvia no puede penetrar. Cuando llueve, el agua testifica y a la vez prueba que no hay grietas en el techo. Si hay alguna gotera, esto es una comprobación de que existe alguna grieta.
Necesitamos descubrir los hechos que se hallan en la Biblia, y no solamente leer las letras impresas. Sin lugar a dudas, debió de existir una razón por la cual surgiera el problema en Corinto, ya que unos decían: “yo soy de Cefas”, “yo soy de Apolos” y, “yo soy de Pablo”. Si Pedro se hubiera conducido, actuado y laborado en un ambiente que tuviera el color y el sabor característicos de alguien que era absolutamente uno con Pablo, en Corinto nadie hubiera dicho que era de Pedro pero no era de Pablo. Y si Apolos hubiera estado laborando, predicando, actuando y viviendo de una manera que expresara el sabor, el color y el ambiente que correspondían a Pablo, nadie hubiera dicho que era de Apolos pero no era de Pablo. Sin embargo, vemos que ahí había tres entidades. Una correspondía a Pedro, otra a Apolos y la otra a Pablo.
Ya sea que los llamemos tres ministerios, tres líderes, tres autoridades o tres diferentes clases de enseñanza, el simple hecho de que eran tres, dio origen a una fisura por la cual entró la lluvia. Unos decían: “Yo soy de Pedro; Pablo no me interesa”. Otros decían: “Yo soy de Apolos, así que no me interesan ni Pedro ni Pablo”. Y aún otros decían: “Yo estoy aquí por Pablo”. Así que, en Corinto había disputas entre los santos, las cuales provenían de los diferentes sabores, colores y ambientes relacionados con los así llamados “ministros”. Si Pedro, Apolos y Pablo hubieran estado trabajando, actuando y caminando en un solo ambiente, y en un solo color y sabor, pienso que en Corinto no hubiera sucedido nada que hiciera que los creyentes dijeran que eran de éste o del otro. Esto pasó simplemente porque el ambiente, el sabor, el color y el espíritu que había entre ellos no era uno solo.
¿Y qué de nuestra situación hoy en día? Debemos considerar nuestra situación presente con mucha sobriedad y conforme a esta luz que hemos visto en las Escrituras. Digo nuevamente que yo tendría mayor libertad de decir estas cosas si el hermano Nee estuviera laborando entre nosotros. Si éste fuera el caso, el blanco hacia el cual se dirigen los ataques hoy en día sería él y no yo. Pero debido a que en la actualidad yo soy el blanco, me es muy difícil hablar acerca de ciertos asuntos sin que se considere una vindicación para mí mismo.
No obstante, debemos tener presente que estamos en el recobro del Señor, y la primera característica del recobro del Señor es la unidad. Si perdemos esta unidad, estaremos acabados y ya no seremos más el recobro del Señor. Por eso, debemos estar conscientes de que existe el peligro de que se introduzcan opiniones y enseñanzas diferentes que puedan dañar la unidad. Agradezco al Señor porque, por Su misericordia, desde los inicios del recobro en este país nunca he sido tan cuidadoso en ningún otro asunto como en éste. Durante todos estos veintitrés años mi práctica ha sido no debatir nunca con ningún hermano, ya sea con respecto a doctrinas u opiniones. Hace seis años surgieron entre nosotros algunos problemas muy serios. Durante aquel tiempo, ustedes nunca escucharon nada de mi parte al respecto, pues no quise dar la impresión de que estaba abierto al debate concerniente a las opiniones o doctrinas de los demás. Sin embargo, esto no significa que estuviera de acuerdo con tales doctrinas u opiniones. Hoy me doy cuenta de que cuanto más avanzamos, más existe el peligro de que se infiltren opiniones y enseñanzas diferentes. Las opiniones pueden ser buenas y las enseñanzas pueden ser bíblicas, pero no dejan de ser diferentes. Tarde o temprano estos asuntos crearán ocultamente una división. La bendición que siempre desciende de Dios a Su recobro tiene como base la unidad (Sal. 133). Si perdemos la unidad, perderemos la bendición.
Creo que podemos aprender algo del caso de Apolos, a saber: existe la posibilidad de que entre nosotros haya diferentes sabores, diferentes ambientes y diferentes colores, aun cuando estemos avanzando juntos, ministrando juntos, laborando juntos y estando juntos en el recobro del Señor. Con respecto a Apolos, no se trata de que él disentía de Pablo, sino que su ministerio tenía diferente color y diferente sabor que el de Pablo.
No estoy diciendo que entre nosotros ya ha ocurrido algo que causa un problema. No ha llegado todavía una “tormenta”, pero tenemos el pronóstico del tiempo. En el clima que vemos en el recobro hoy en día, hay algunas señales de que pueden formarse algunas “tormentas” si no nos ejercitamos en ser cuidadosos. Es por esta razón que tengo la carga de presentarles la verdadera situación, a fin de que estén conscientes de que hay un peligro delante de nosotros. Aunque aún no estamos en medio de una “tormenta”, siento la necesidad de darles a conocer el pronóstico del tiempo, para que sepan que existe la posibilidad de que surjan “tormentas” en medio de este clima, si es que somos descuidados. Espero que no se repitan las “tormentas” que tuvimos hace seis años. Creo que todos tenemos una buena intención y no creo que ninguno de los que están entre nosotros tenga malas intenciones. No obstante, las cosas que hacemos pueden estar equivocadas aunque nuestra intención no sea mala. Todos necesitamos ser cuidadosos. (Elders’ Training, Book 1: The Ministry of the New Testament [Adiestramiento para ancianos, libro 1: El ministerio del Nuevo Testamento], págs. 19-30, Witness Lee)
“Y si la trompeta da sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?” (1 Co. 14:8).
Al dirigirse a los corintios en 1 Corintios 14:8, Pablo trató sobre el asunto de dar una interpretación definida cuando se habla en lenguas. Él declaró que si no se da una interpretación definida de lo que se dijo en lengua desconocida, ello sería como dar un sonido incierto al hacer sonar la trompeta. Podría parecernos que un asunto como el hablar en lenguas es algo que carece de relevancia y, por ende, no merece mayor consideración. Como vimos anteriormente, otro de los asuntos que han sido voceados es que hay dos líneas en el recobro del Señor. Tal vez pensemos que se trata de asuntos irrelevantes, ya que son temas que no están relacionados con la persona misma del Señor, con Su Deidad o Su divinidad. Hablar en lenguas con una interpretación definida o no, así como el sentir de que hay dos líneas en el recobro del Señor, puede ser considerado por algunos como un asunto menor que no guarda relación alguna con los principales asuntos pertenecientes a la revelación divina. Tales asuntos no guardan relación alguna con la autoridad del Señor como la Cabeza o con la obra de redención efectuada por Él; no se trata de un pensamiento modernista que rechaza la autoridad de la Biblia o que niega la existencia de Dios.
Algunos de los que se hacen llamar colaboradores, algunos líderes, gustan de pensar que pueden desarrollar otra línea, sin tener que optar por la única línea que hay en el ministerio. Quizás ellos consideren que tanto hacer esto como hablar en lenguas sin interpretación definida son asuntos irrelevantes a los que no debemos darle mayor importancia. Hasta cierto grado, incluso yo mismo he pensado de esta manera en el pasado. Aunque he afirmado con palabras muy severas que mi tolerancia ha llegado a su límite, quizá algunos hermanos tengan el sentir —no en un sentido negativo, sino más bien en un sentido bastante positivo con respecto a mi persona— de que ellos me aman mucho y no les parece que sea necesario que yo sea tan serio y severo con respecto a asuntos tan insignificantes como éstos. Yo también abrigaba tales conceptos en el pasado, pero mediante mi estudio he llegado a darme cuenta de que, en el Nuevo Testamento, la ilustración de hacer sonar la trompeta a fin de que los demás se preparen para la batalla ha sido usada únicamente en 1 Corintios. Esta ilustración que hallamos en 1 Corintios no es usada en relación con la persona de Cristo en Su Deidad o con un asunto tan crucial como la redención eterna efectuada por Cristo; más bien, Pablo se vale de esta ilustración al hablar sobre un asunto menor: la interpretación del hablar en lenguas.
Leamos ahora 1 Corintios 14:6-9 para considerar el contexto en que esta ilustración se dio: “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovecharé yo, si no os hablo con revelación, o con conocimiento, o con profecía, o con enseñanza? Aun las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dan distinción de notas, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta da sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si mediante la lengua no dais palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que se habla? Porque hablaréis al aire”. Fue, pues, con relación al hablar en lenguas, un asunto que consideramos carente de importancia, que el apóstol Pablo incluyó este versículo en el cual usa la palabra “batalla”. Ciertamente nadie consideraría una batalla como algo carente de importancia e irrelevante. Es imprescindible que el ejército que combate una batalla tenga la moral muy en alto y esté muy unido. Por ello, si se busca mantener esta moral, incluso la más insignificante disensión acerca del más pequeño de los asuntos tiene que ser eliminada. Si no se elimina esa pequeña disensión, la moral será anulada. No se podrá mantener la moral, y seguramente el ejército perderá la batalla. Esto representa una seria advertencia en relación con el ministerio del Señor. El ministerio del Señor consiste, pues, en hacer sonar la trompeta para que el ejército salga a combatir en orden de batalla (Nm. 10:9; Jue. 7:18). Así pues, todo lo relacionado con el ministerio del Señor, es parte de una guerra (véase 2 Ti. 2:3 y la nota 1).
Tenemos que darnos cuenta de que hoy en día la iglesia del Señor es un ejército que está en pie de guerra. Nosotros estamos involucrados en algo que es mucho más serio que cualquier otra batalla que pueda ser librada en esta tierra. Estamos combatiendo en contra del enemigo de Dios, Satanás. La iglesia es el ejército de Dios, y esto se encuentra plenamente revelado e ilustrado en sus muchos aspectos en el sexto capítulo de Efesios. Efesios es un libro que trata sobre el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Este libro dice que el Cuerpo de Cristo, la iglesia, es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (1:22-23). También dice que esta iglesia es el nuevo hombre que fue creado en Cristo, en la cruz (2:15-16); más aún, esta iglesia es el reino de Dios, la casa y familia del propio Dios (v. 19), y la esposa de Cristo, Su pareja (5:24-25). Finalmente, Pablo nos dice en Efesios que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, poseedora de status tan elevado, es un guerrero que combate contra el enemigo de Dios. Así pues, todo cuanto Cristo es y todo cuanto Cristo ha hecho, debe ser usado y aplicado como los diversos aspectos de la armadura de Dios. Tenemos que vestirnos de Cristo como nuestra coraza (6:14) y nuestro escudo (v. 16). Debemos tener nuestros lomos ceñidos con Cristo (v. 14), y debemos vestirnos de Cristo como nuestro calzado a fin de que Él sea el firme cimiento sobre el cual estemos afirmados al combatir la batalla (v. 15). La iglesia, pues, no es meramente un grupo de personas que se han reunido para conformar una colectividad. La iglesia es un ejército divino y universal que, en este universo, combate por Dios y en contra del enemigo de Dios.
En la historia contemporánea ha habido dos guerras mundiales; pero nosotros tenemos que darnos cuenta de que hoy en día la iglesia ha emprendido una guerra universal. El espacio que abarca nuestra guerra es mucho más vasto que el espacio sideral que los científicos de hoy estudian. La mayor parte de esta clase de estudio se halla confinada a una sola galaxia; pero el espacio que abarca nuestra guerra abarca muchos millones de galaxias y aún va más allá. Nosotros estamos combatiendo contra el enemigo que se halla en los lugares celestiales, en el espacio universal. Así pues, combatimos en una batalla que es mucho mayor y más vasta de lo que alcanzamos a imaginar. No hemos emprendido una batalla de pequeñas proporciones, una batalla meramente por los Estados Unidos o por el mundo entero. Nuestra batalla es universal. Al hablar sobre el asunto de la interpretación del hablar en lenguas, Pablo consideró que ello estaba relacionado con esta batalla universal que hemos emprendido. Así pues, al hablar sobre proveer una interpretación definida de quien habla en lengua desconocida, él se valió de una ilustración: la trompeta que se hace sonar para alistarse para la batalla.
La autenticidad de una iglesia local no está determinada por si recibe o no este ministerio. El título de este mensaje no es: “Al hacer sonar la trompeta en el recobro del Señor, ella no debe dar un sonido incierto”, sino que el título es: “Al hacer sonar la trompeta en el ministerio del Señor...”. Así pues, no estoy hablando del recobro del Señor, sino específicamente del ministerio del Señor. Los ciudadanos de los Estados Unidos tienen plena libertad para criticar al gobierno y al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Pero cuando uno de ellos se enrola en el ejército y se convierte en un soldado, pierde el derecho a dar su opinión. Si estamos en el Senado, ciertamente allí es posible argüir, debatir e, incluso, pelear; pero si un senador se hace soldado, deberá callar sus propias opiniones. En el ejército, al hacer sonar la trompeta, ella no puede dar un sonido incierto. Asimismo, el ministerio no es un Congreso en el que todos tienen libertad para expresar sus opiniones. No hay cabida para ello en el ministerio; más bien, el ministerio debe estar plenamente imbuido de un espíritu combativo. Yo no controlo iglesia alguna. Todos los santos que han dejado las denominaciones y toda otra secta divisiva, y han tomado como base el terreno apropiado, el de la localidad, constituyen la iglesia local en sus respectivas localidades; en tal condición, ellos ciertamente pueden expresar con toda libertad sus propias opiniones, pero es posible que no estén vinculados a este ministerio.
Pablo dijo que todos los que estaban en Asia le volvieron la espalda (2 Ti. 1:15). Los creyentes en Asia que anteriormente habían recibido el ministerio del apóstol, ahora lo habían abandonado. No dejaron de ser iglesias locales por el hecho de haber abandonado el ministerio de Pablo, pero para pelear la batalla, el ministerio de Pablo no podía depender de ellos. En cuanto a llevar adelante el ministerio de Pablo, no se podía contar con ellos. El hecho de decir que el ministerio no puede contar con cierta iglesia no significa que esa iglesia haya dejado de ser una iglesia local. Ella sigue siendo una iglesia local, pero tenemos que comprender que el ministerio es una entidad involucrada en una guerra y, como tal, no puede dar cabida a opiniones personales ni puede perder el tiempo con ellas.
Yo soy muy serio en lo referido a los intereses del Señor. He sacrificado mi vida entera por el ministerio del Señor y lo he dejado todo para tomar el camino del recobro del Señor. Ahora, tengo que ser fiel a mí mismo. Además, mediante mi ministerio alrededor del mundo, miles de santos se han integrado al recobro del Señor, así que debo ser fiel a ellos. Muchos de ellos han renunciado a tener profesiones prestigiosas a fin de seguir al Señor en Su recobro, pero tal parece que se sienten decepcionados con aquello a lo cual se han unido; esto me preocupa sobremanera. Algunos de los santos han llegado a ser lo que son en el Señor en un cien por cien a causa de mi ministerio, y yo no quiero que mi ministerio haga que ellos desperdicien sus días. Yo tengo que hacer algo a fin de salvaguardar la inversión que ellos han hecho al entregar todo su ser al recobro del Señor. Ellos han renunciado a un futuro promisorio en el mundo, pero ahora no pueden sentirse muy alentados por lo que encuentran en el recobro del Señor. Tengo que ser fiel al Señor, fiel a tantos de ustedes que han sido grandemente influenciados por este ministerio e, incluso, tengo que ser fiel a mí mismo. Por esta razón, este ministerio no puede permitir que algunos pretendan estar en él y, aun así, enseñen algo diferente. No estoy pidiéndoles, en manera alguna, que abandonen su iglesia local, ni tampoco quiero decir que su iglesia local no sea más una iglesia local; más bien, estoy procurando tener comunión con ustedes sobre el impacto que ejerce este ministerio en la lucha que sostiene por los intereses del Señor en Su recobro.
Todo cuanto digo sobre las reuniones de hogar, sobre los que sirven a tiempo completo, sobre las lecciones de las verdades bíblicas y sobre la difusión del evangelio, no está dirigido a aquellos que tienen dudas con respecto a mi ministerio, a aquellos que están en desacuerdo y disienten con mi ministerio, ni tampoco a quienes pretenden estar bajo el ministerio pero en realidad no se sujetan a él. Yo sigo amando a todos los queridos santos que pertenecen a esta categoría y ciertamente los considero como mis hermanos en Cristo, pero es menester que tengamos un ejército que cause pleno impacto, y este ejército no puede perder el tiempo tolerando que cualquiera exprese cualquier clase de opinión ni tampoco puede dar cabida a ello. Estamos enfrascados en una guerra. El ejército ya comenzó a combatir esta batalla en Taiwán. Ahora, queremos ver que este ejército sea incrementado a fin de combatir no solamente en los Estados Unidos, sino también en Canadá, en Centroamérica, en Suramérica, en Europa, en Oceanía y en todo el continente asiático. Esto es lo que anhelo ver. No estoy hablando sobre las iglesias; estoy hablando acerca del ministerio. El ministerio es una cosa, y las iglesias son otra. Podemos distinguir estas dos entidades si consideramos las epístolas escritas por Pablo. El ministerio de Pablo pertenece a una categoría, mientras que las iglesias pertenecen a otra. Pablo jamás procuró obligar a todas las iglesias a seguirlo a él en su ministerio, pero Pablo ciertamente tenía un ministerio para las iglesias.
Algunos santos acudieron a mí varias veces trayéndome informes con respecto a situaciones muy serias, incluso situaciones negativas y perjudiciales. Tal vez ellos hayan malinterpretado el hecho de que yo no respondiera a tales cosas con severidad. Tengo la certeza de que no respondí de manera severa, no solamente porque fuese paciente o tolerante, sino también por la sabiduría del Señor. Me parece que ser paciente es verdaderamente sabio. Cuando el fruto de un árbol en particular está creciendo, el fruto mismo mostrará de qué clase de árbol se trata. Cuando el fruto madura, caerá del árbol. Sin embargo, en la presente coyuntura, siento que no debo tolerar más ciertas situaciones, debido al gran perjuicio que ya se ha causado. Ya no puedo tolerar ver que se cause más daño al recobro del Señor. Queridos santos, ya no podemos pasar por alto este asunto. ¡Vayamos a combatir! ¿Quiénes son los que combatirán? Aquellos a quienes apremia un sentido de urgencia y no dan cabida a las opiniones.
En los dieciocho años que estuve involucrado en la obra en China continental, hice mucho, pero jamás nadie escuchó que yo emitiera opinión personal alguna. Lo único que la gente escuchó de mí fueron mensajes dados en absoluta conformidad con el hermano Nee. Algunos hermanos pueden testificar que entre todos los colaboradores que tuvo el hermano Nee durante esos dieciocho años, yo fui el que más hice. Pero laboré sin emitir opinión alguna. En las conferencias para colaboradores, algunas veces el hermano Nee me preguntaba: “Witness, ¿qué dirías tú al respecto?”; pero yo no tenía nada que decir. La actitud que yo tenía era que todo cuanto el hermano Nee me pidiera hacer, lo haría. Era muy sencillo. Desde el año 1932 hasta el año 1950, nadie jamás me escuchó expresar opinión alguna con respecto a la obra en la China continental.
En realidad, mi entendimiento de las verdades bíblicas no difería en nada del entendimiento del hermano Nee, excepto por un único asunto. Jamás le dije a nadie cuál era ese asunto, ni aún a mi esposa o a mi propia familia, hasta que vine a este país y el hermano Nee partió para reposar en el Señor. El asunto doctrinal en el que yo difería del hermano Nee concierne a los dos testigos mencionados en Apocalipsis (11:3-12). Ésta era la única divergencia entre mi entendimiento y el del hermano Nee. Únicamente en este asunto no coincidía con el hermano Nee y todavía no coincido. Pero lo que les quiero decir y recalcar es esto: a pesar de esta divergencia, en el ejercicio del ministerio yo jamás dije nada que el hermano Nee no hubiese predicado, ni enseñé nada que él no hubiese enseñado.
El Señor abrió los ojos de mi entendimiento para que yo me percatase de que, como les dije en el pasado, en la Biblia, y especialmente en el Nuevo Testamento, hay únicamente una corriente que fluye desde el trono (Ap. 22:1). En Pentecostés, esta corriente comenzó a fluir desde Jerusalén, fluyó por Judea, por Samaria y llegó hasta Antioquia. Desde allí, la corriente se dirigió hacia Asia Menor, a Europa Oriental, a Roma y, probablemente, también a España, región que, en aquel entonces, era considerada como lo último de la tierra. Había una sola corriente. No es posible distinguir dos corrientes en el libro de Hechos.
Bernabé era un hermano excelente, que incluso trajo a Saulo de Tarso a su ministerio (Hch. 11:25-26). Al inicio, Bernabé tomó la iniciativa. Sin embargo, el Espíritu nos relata que, durante el primer viaje, Pablo comenzó a tomar la iniciativa y el Espíritu comenzó a referirse a él como Pablo, ya no Saulo (Hch. 13:9). Este cambio de nombre quizá indique un cambio de vida. A partir de entonces, Pablo, lleno del Espíritu Santo, llevó la delantera en el ministerio apostólico, y Bernabé aceptó esto. Bernabé era uno con Pablo respecto a ir a Jerusalén para esclarecer el problema suscitado en cuanto a la circuncisión. Inmediatamente después que se logró esclarecer tal situación mediante una declaración conjunta a todas las iglesias, se suscitó una disputa entre Bernabé y Saulo (Hch. 15:35-39). Esta disputa no fue en torno a un asunto de gran importancia, sino en torno a un asunto menor. Ellos no se separaron debido a alguna diferencia de opinión con respecto a la fe o a la autoridad de Cristo. Su separación ocurrió debido a un asunto menor, un asunto personal e íntimo. Bernabé quería llevar consigo a su sobrino Marcos en el siguiente viaje, y Pablo se opuso a ello. Para nosotros, éste es un asunto menor, pero después que Bernabé, junto con Marcos, dejó a Pablo, ya no se vuelve a escuchar de él en el relato sobre el mover del Señor que encontramos en el libro de Hechos. La razón para esto fue que lo único que le importa al Señor es la corriente única.
Yo pude percibir claramente este asunto en 1933, cuando el hermano Nee me pidió que me uniera a él en la obra en Shanghai. En aquel tiempo, yo venía realizando una obra en el norte de China, la cual era muy prevaleciente y promisoria con respecto a la enseñanza de la Biblia. Pero, debido a que mis ojos fueron abiertos, yo le dije al Señor que iría a Shanghai a unirme al hermano Nee y a la obra. Me pude dar cuenta de que la corriente del Señor, Su único fluir, sobre esta tierra siempre ha sido uno solo. Si el norte de China habría de ser conquistado por el Señor, Él ciertamente habría de hacerlo mediante esta única corriente. Yo tenía que zambullirme en esta corriente, a fin de ser uno con esta corriente para dejar que el Señor fluya.
Ahora, consideremos a Apolos. No existe un relato muy largo en la Biblia con respecto a Apolos. Si bien él no disentía, en cierta medida se mantuvo en otra corriente (1 Co. 16:12). No encontramos indicio alguno de que Apolos se hubiera propuesto generar una corriente diferente, pero aquello que él era y todo cuanto él hacía causaba en las personas una impresión diferente. Es por esto que después que él laboró en Corinto, algunos podían decir que ellos eran de Apolos (1 Co. 3:4), y algunos de ellos se hinchaban de orgullo prefiriendo a Apolos en desmedro de Pablo (4:6). Apolos no era sabio. Si él hubiese sido sabio, jamás se hubiera comportado de esa manera.
Por la misericordia del Señor, puedo declarar que en esos dieciocho años en los que estuve involucrado en la obra en la China continental, fui sabio. Yo jamás di lugar a que cualquier persona se hinchara de orgullo prefiriéndome a mí en desmedro del hermano Nee. No había tal cosa. Todo cuanto los santos veían en mí —mi comportamiento, mi manera de vivir, mis acciones, la manera en que yo laboraba, mis mensajes y mis palabras—, todo daba a conocer que yo era absolutamente uno con el hermano Watchman Nee. Jamás di el menor lugar a que alguien pensara que yo era diferente al hermano Nee. Estoy convencido de que ello fue manifestación de la sabiduría del Señor en virtud de la misericordia que me fue concedida por Él. Nuestra historia, que se remonta a aquellos años, es verdaderamente muy significativa y nos dice mucho. Entre tantos colaboradores del hermano Nee, ¿dónde encontramos el recobro? Yo jamás pensé llegar a ser aquella persona mediante la cual el Señor llevase adelante Su obra de recobro. Incluso cuando fui a Taiwán, yo fui enviado de una manera muy definida; ésta fue la propuesta hecha por el hermano Nee a los colaboradores. Yo jamás pensé en convertirme en líder ni tuve el sentir de que debía asumir tal postura. Incluso cuando vine a los Estados Unidos, no entretuve el pensamiento de llegar a ser el líder del recobro del Señor en el mundo occidental. Pero, ¿dónde encontramos al recobro del Señor hoy y bajo qué clase de liderazgo? Algunos de los que se hacen llamar colaboradores aducen de que ellos eran muy cercanos a Watchman Nee, pero, sin embargo, prácticamente ninguna iglesia ha sido levantada por ellos.
No es sabio en lo más mínimo que, por un lado, usted quiera permanecer en el recobro beneficiándose de este ministerio y, por otro, usted quiera decir algo más. Esto no es sabio en absoluto. Esto no es beneficioso para usted mismo ni con respecto a su futuro. Quizá usted diga que tiene un ministerio, pero esto no es beneficioso para su ministerio, si es que usted tuviera uno. Al proceder de esta manera, usted jamás podrá lograr beneficio alguno con su ministerio en el futuro; más bien, usted habrá desperdiciado su futuro por bagatelas. La manera sabia de proceder consiste en permanecer, sin dar lugar a opiniones, en el recobro, el cual es único.
Quiero ser fiel y franco con ustedes, y deseo que la situación que enfrentamos les sea plenamente esclarecida a todos. Yo no creo estar aquí por mí mismo; más bien, estoy convencido de que estoy aquí por causa del Señor. Mi deseo es ver surgir a muchos de ustedes y ver que ustedes puedan realizar lo mismo que yo estoy realizando. Yo jamás sentiría celos. ¡Esto es lo que quisiera ver y a lo cual estoy dedicado!
Ahora ustedes pueden entender cuál es mi postura, cuál es el anhelo de mi corazón y qué posición he asumido. Hermanos, tenemos que ser sabios. ¡Somos un ejército que, por la misericordia y gracia del Señor, ha sido formado para combatir por el reino de los cielos! La isla de Taiwán tiene que ser evangelizada, e incluso tiene que ser saturada de la verdad, por medio de esta clase de ejército durante los siguientes cuatro años. A fin de cumplir este propósito, no he de tolerar ninguna clase de pensamiento disidente. Una cosa es ser ciudadano de los Estados Unidos, y otra muy distinta combatir en el ejército de los Estados Unidos. Cuando Gedeón fue llamado a dirigir el ejército para combatir por Jehová, el Señor le dijo que el ejército era demasiado numeroso (Jue. 7:4). Finalmente el Señor escogió sólo trescientos hombres y le dijo a Gedeón que enviara a los demás a casa. Esto no quiere decir que los que regresaron a su casa habían dejado de ser israelitas. Tales personas seguían siendo israelitas, pero no estaban vinculados al ejército que estaba en pie de guerra.
Es posible que usted sea miembro de una iglesia local y, aún así, no esté vinculado al ministerio a fin de combatir por los intereses del Señor aquí en la tierra. Todos ustedes son ancianos, colaboradores y aprendices de ancianos; son los líderes en el recobro del Señor. Les estoy hablando a todos ustedes como soldados en el recobro del Señor, no les estoy hablando como ciudadanos. Les estoy hablando a los soldados del ejército. ¿Van a permanecer en el ejército? Ustedes tienen que comprender qué clase de ejército es éste y qué es lo que busca realizar. El ejército no puede dar cabida alguna a vuestras opiniones personales. No hay tiempo para divagaciones, no hay tiempo que perder, pues la situación que enfrentamos es de suma urgencia. Este ejército celestial se ha propuesto evangelizar Taiwán y saturarlo con la verdad, para después hacer lo mismo en los Estados Unidos.
Recientemente, un hermano me preguntó si yo podía ir a su parte del mundo para laborar con él en una conferencia. La comunión que él tuvo conmigo me dejó la impresión de que no está combatiendo a nuestro lado. La carga que tengo es la de conquistar Taiwán primero y después los Estados Unidos. En realidad, a mí no me importa de manera especial región alguna de esta tierra. Lo único que me importa es el recobro del Señor, y a ello estoy enteramente dedicado; la perspectiva que tengo me lleva a desarrollar esta estrategia. Con tal perspectiva, me parece que la mejor de las estrategias es conquistar Taiwán primero. Si a usted únicamente le importa su parte del mundo, quizás esto lo desanime; pero si usted está consagrado al recobro del Señor, dirá: “¡Amén!”. ¡Incluso es posible que usted se sienta urgido a enviar algunos soldados a unirse al ejército que ha de evangelizar Taiwán!
En el Nuevo Testamento se ve claramente que era Pablo quien, en aquel entonces, llevaba la delantera en el ministerio neotestamentario del Señor sobre toda la tierra habitada. Mientras laboré con el hermano Nee en la China continental, jamás me consideré a mí mismo como alguien importante. Únicamente me consideraba como un colaborador que ayudaba a llevar a cabo lo que le había sido encargado al hermano Nee. Procuré con todo mi ser no predicar ningún evangelio que no fuese predicado por él, ni dar mensaje alguno que no fuese dado por él. Me esforcé mucho por no usar otra terminología ni desarrollar cierta elocuencia que él no hubiese utilizado al predicar, al hablar o al enseñar. Tengo que declarar que me fue dada tal bendición y debo alabar al Señor por ello. Jamás me arrepentiré de lo que hice. Nadie jamás me escuchó decir algo negativo sobre el hermano Nee. Todavía estoy tan agradecido a él. Sin él, sin su ministerio, jamás podría ser lo que soy. Únicamente me dediqué a laborar, a trabajar, y jamás causé problema alguno al recobro del Señor.
Justo antes que el gobierno de China pasara a manos de los comunistas, el hermano Nee convocó en Shanghai una conferencia de urgencia para los colaboradores que llevaban el liderazgo. Él tuvo comunión con nosotros sobre cómo debíamos enfrentarnos a lo que iría a suceder. Él propuso que yo fuese enviado fuera de China continental, mientras que él y los demás habrían de sacrificarse en China continental por causa del propósito del Señor. Yo no me sentí muy bien al respecto; me sentí como un desertor que se alejaba de la zona de peligro mientras que todos los demás permanecían en China. Después de esa reunión, el hermano Nee y yo salimos a caminar; le pregunté por qué todos los hermanos iban a quedarse en China a fin de sacrificarse por la obra del Señor, pero a mí se me pedía salir del país. Jamás olvidaré la expresión y la mirada en el rostro del hermano Nee cuando se volvió para responderme. Él me dijo que debemos sentir apremio por que el mover del Señor sea llevado a cabo e, incluso, estar dispuestos a sacrificar nuestra propia vida por ello; además, él se daba cuenta de que era muy posible que un día el enemigo habría de eliminarnos completamente. Él me dijo que en caso de que el enemigo nos eliminara completamente, yo tenía que salir a fin de que todavía quedara algo. Entonces le dije que yo acataría sus palabras y saldría del país. De entre todos los colaboradores, yo fui el único que él designó para salir del país en caso de que fuésemos eliminados, de tal manera que algo todavía permaneciese. Todo cuanto el hermano Nee dijo se cumplió y es parte de la historia. ¡Alabado sea el Señor! ¡Todavía quedó algo!
Hermanos, tenemos que darnos cuenta de que no estamos laborando para nosotros mismos. Usted no está laborando para usted mismo ni yo tampoco realizo mi propia obra. Todos nosotros estamos realizando un único trabajo, la obra única para el recobro único del Señor. Hay más de seiscientas iglesias en la tierra y ninguna de ellas está “en mi bolsillo”. Los hermanos que llevan la delantera en Anaheim pueden dar testimonio de que yo ni siquiera conozco el horario de sus reuniones. Si deseo asistir a la mesa del Señor, necesito hacer una llamada telefónica para saber dónde ir. Toda iglesia que he edificado ha ido siempre “al bolsillo de otros”. Tenemos que darnos cuenta de que no estamos realizando una obra para nosotros mismos, sino que la obra que realizamos es para el recobro del Señor. No importa cuánto haya sido criticado el hermano Nee, él era fiel en extremo a todo cuanto había visto. La obra que él realizó, ciertamente la realizó para el recobro del Señor, con lo cual estableció un buen fundamento, un fundamento apropiado y adecuado para el recobro del Señor. Yo continúo edificando el recobro del Señor y realizo la misma obra. Espero que todos ustedes estén claros al respecto. No abriguen el pensamiento de llegar a ser alguien. ¡Ninguno de nosotros es alguien! Únicamente Cristo tiene un Cuerpo.
Es mi sentir que estas palabras dichas con absoluta franqueza deberán servir para que todos ustedes estén absolutamente claros con respecto a la situación que enfrentamos y con respecto a cuál es nuestra necesidad hoy. Necesitamos un ejército que esté en pie de guerra, un ejército capaz de combatir; y en este ejército no solamente necesitamos un líder, ¡necesitamos un comandante en jefe para combatir en la guerra! No hay tiempo que perder. Muchos de ustedes han renunciado a profesiones de prestigio y a posiciones muy elevadas por causa del recobro del Señor, por eso mismo, ustedes deben ser fieles a tal sacrificio. Ustedes también tienen que ser fieles a tantas personas que han sido influenciadas por ustedes; de otro modo, usted estaría siendo deshonesto con ellas. Tenemos que ser fieles a nuestro Señor. Le servimos a Él y lo hacemos con toda seriedad. Nosotros no estamos cumpliendo con un trabajo para alimentarnos a nosotros mismos, para sostenernos a nosotros mismos. ¡Esto sería vergonzoso! Si usted quiere procurar su sustento, no permanezca en la obra del Señor. Dedíquense a otra actividad, en otro campo, donde puedan ganarse la vida de mejor manera. Tenemos que ser muy serios con el Señor, con los santos y con nosotros mismos. Ésta es la única manera en que podemos seguir avanzando en el ministerio del Señor. Ahora ustedes saben qué posición he tomado y qué posición deben tomar ustedes. Además, ya saben lo que todos nosotros debemos hacer: ir a combatir como un ejército, formando parte del mismo. (Elders’ Training, Book 7: One Accord for the Lord’s Move [Adiestramiento para ancianos, libro 7: La unanimidad requerida para el mover del Señor], págs. 75-78, 80-89, Witness Lee)
Por lo menos yo puedo testificar por mí y por mi hermano mayor, el hermano Watchman Nee. Siempre nos conducíamos y obrábamos en el recobro como un solo Cuerpo. Por esto el recobro del Señor ha podido existir en la tierra en los últimos setenta años. No tenemos establecida una organización, pero el recobro todavía está aquí. El recobro todavía existe y ha sido preservado según el principio del Cuerpo. Mientras yo ministraba la palabra, muchas veces pensaba en el hermano Nee. Tenía en mente lo que él decía; no quería hablar nada que contradijera su ministerio. Si hubiera hablado de manera contradictoria, ¿dónde estaría el recobro hoy? Tenemos que conocer el Cuerpo. (El resultado de la dispensación de la Trinidad procesada y la trasmisión del Cristo que lo transciende todo, pág. 91)
Algo que ha generado problemas en el recobro del Señor ha sido el hecho de que tenemos diferentes obras de publicación. Si realmente hemos tomado en serio el recobro del Señor, debemos evitar involucrarnos en cualquier clase de problema. Cuando estuvimos en China, solamente existía la obra de publicación del hermano Nee, y el Gospel Room [Casa de publicaciones evangélicas] era de él exclusivamente. Él me pidió que le ayudara en la obra de publicación, y yo escribí algunos libros, entre los cuales había uno sobre la genealogía de Cristo, que era la traducción de una parte de Earth’s Earliest Ages [Las primeras eras de la tierra] de Pember, y otros libros sobre el reino de los cielos. Yo nunca publiqué nada por mi propia cuenta, sino que siempre enviaba una copia de mi manuscrito al Gospel Room, que estaba a cargo del hermano Nee y de su ayudante. Era a juicio de ellos si mi manuscrito debía ser publicado o no. Siempre me gustaba que revisaran mis manuscritos, y me hicieran saber si había alguna inexactitud en cuanto a la verdad. No es una tarea insignificante escribir un libro que explique el reino de los cielos. Así que, me gustaba que mi material fuera revisado por ellos. Esto me fue de gran ayuda y me brindó protección. El hermano Yu, el oculista, tradujo algunos libros de los místicos, pero no publicó nada. En aquel entonces sólo hubo una sola obra de publicación. Todo lo que se publicaba procedía del Gospel Room del hermano Nee, ya que entendíamos que publicar literatura equivalía a dar el sonido de trompeta al pueblo de Dios. No sólo se está tocando la trompeta cuando se dan mensajes, sino aun mucho más cuando se publica literatura.
Me disgusta mucho ver que algunos hermanos procuren publicar algo copiando mis ideas y añadiendo su propio “condimento” y “color”. ¿Qué necesidad habría para que publicaran algunos de los asuntos abordados en mis escritos de esa manera? El hermano Nee nos enseñó acerca del reino de los cielos. Yo recibí el conocimiento básico de su enseñanza, pero él nunca profundizó mucho en ella; lo único que hizo fue darnos un esquema general. Fui yo quien, a partir de 1936, comencé a desarrollar el esquema que habíamos recibido del hermano Nee. Después de que publiqué mi exposición, el hermano Nee expresó su admiración y me dijo personalmente que había hecho un buen trabajo.
Espero, hermanos, que algunos de ustedes desarrollen mis mensajes y hagan una exposición de cada uno de ellos. No compartan sobre algunos de los temas de mis mensajes, añadiéndoles el “color” y “condimento” propio de ustedes. Esto cambiará el sabor y, además, arruinará mis mensajes. Ustedes deben llegar a ser capaces de profundizar en todas estas cosas. No soy una persona estrecha. Yo quisiera que todos ustedes lleguen a ser grandes siervos que sean usados por Dios. Eso sería maravilloso. Pero no quisiera ver que algunos simplemente repitieran lo que yo ya he dicho, pretendiendo que es su propia obra con su propio condimento y color.
Me preocupa en gran manera que algunos hermanos entre nosotros aún sigan publicando literatura. Según mi observación, en dichos libros no hay nueva luz ni suministro de vida. Quizá contengan algunas doctrinas bíblicas, pero es evidente que los asuntos que contienen vida y luz han sido tomados de las publicaciones de Living Stream Ministry. Prácticamente todos aquellos asuntos que contienen luz y vida, ya han sido abordados en nuestras publicaciones. Puesto que éste es el caso, ¿qué necesidad habría para que tales hermanos publicaran su propia literatura? No me es fácil hablar de esto, puesto que todas las publicaciones son mías. Pero me veo obligado a decirles la verdad. Al imprimir sus propias publicaciones, ustedes desperdician su tiempo y su dinero. Desperdician el dinero ofrendado por los santos, y también les hacen perder el tiempo cuando ellos leen lo que ustedes publican. ¿Dónde se halla el alimento, el suministro de vida y la verdadera iluminación en esas otras publicaciones que circulan entre nosotros? Puedo asegurarles, en cambio, que en cada uno de los libros publicados por Living Stream Ministry hay por lo menos una revelación crucial.
Yo sentí la carga de publicar los mensajes del Estudio-vida para resaltar el asunto de la vida, ya que éste ha sido descuidado, ignorado, e incluso se ha perdido por completo en el cristianismo de hoy. En la mayoría de los comentarios y libros expositivos no hay mucha vida. Incluso la palabra “Estudio-vida” es un término nuevo. Yo lo he venido usando por treinta y dos años. En 1954 y 1955 terminé en Taipei un Estudio-vida que abarcaba toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis.
Ello no significa que yo sea una persona muy capaz o un erudito. Todo depende de si nuestro Señor, en Su soberanía, le ha dado o no a usted esta porción. Aunque yo escribí algunos libros en China, nunca me atreví a publicar nada por mi propia cuenta. No me gusta dar otro sonido de trompeta. Entre nosotros solamente debiera escucharse un solo sonido de trompeta; es por eso que debemos restringirnos a una sola obra de publicación. Mi intención al convocar una conferencia para todos aquellos que escriben literatura, es animarles a que escriban algo, pero no de la manera en que se ha venido publicando. Esta comunión nos guardará y protegerá de proceder de manera descuidada y sin restricción alguna.
Si algunas localidades hubiesen hecho las cosas de una manera apropiada, conforme al recobro, usando todos los materiales del ministerio, habrían experimentado un alto índice de crecimiento. Pero algunos están malgastando su tiempo escribiendo y publicando su propio material. Ésta no es la porción que les ha sido asignada. Quisiera que ésta fuera la porción de muchos hermanos y que ellos tuvieran las riquezas de la verdad. Esto sería espléndido y maravilloso, pero, en vez de ello, tenemos un problema hoy. Por tanto, les aconsejo que den solución a este asunto. Tienen que prevalecer sobre la disensión y no permitir que ella los consuma.
Espero que esta comunión sea de alguna ayuda para todas las iglesias. Sigan estos principios, presenten esto al Señor en oración y consideren cuál es la verdadera situación en su localidad. Entonces ustedes podrán hacer los cambios que sean necesarios con relación al cuerpo de ancianos.
La comisión que el Señor nos ha dado es Su recobro, y Su recobro hoy es el recobro de Cristo como vida y de la iglesia como nuestro vivir, es decir, que sea recobrado el disfrute que tenemos de Cristo como nuestro todo y, además, todos los aspectos significativos de la vida de iglesia con el propósito de no solamente predicar el evangelio sino también propagar la verdad. Creo firmemente que ésta es la única razón por la cual el Señor nos ha confiado casi todas las verdades a nosotros, de entre todo el cristianismo de hoy. Él nos ha dado Sus verdades para que nosotros las propaguemos, no solamente entre los cristianos, sino también entre los incrédulos. Toda la tierra está en tinieblas. Todo ser humano en la tierra necesita escuchar las verdades; sin embargo, la propagación de las verdades preciosas que hemos recibido ha sido seriamente limitada. Hemos escuchado numerosos testimonios de cómo las personas han sido atraídas y cautivadas por las notas de la Versión Recobro, pero ¿quién de nosotros tiene la carga de salir y propagar estas verdades?
Algunos hermanos de entre nosotros no presentan estas verdades cuando enseñan y predican. Simplemente enseñan y predican lo que les parece mejor, y no se dan cuenta de cuán pobres son sus mensajes. Algunos hermanos entre nosotros continuamente publican literatura. Yo fui sincero con ellos y les dije que no encontraba luz ni nada nuevo en lo que ellos habían publicado. Los asuntos que se abordan en nuestras publicaciones están llenos de vida y luz, pero estos hermanos no están dispuestos a presentarlos de la misma manera. No logro entender por qué ellos cambian los mensajes que publicamos para presentar algo que se acomoda a su propio estilo y manera de hacer las cosas. En nada de lo que ellos publican se encuentran nuevos asuntos que contengan vida o luz; antes bien, cualquier asunto que tenga vida o luz, lo han tomado de este ministerio. He observado que ésta ha sido la situación entre nosotros por muchos años. Yo quisiera que entre nosotros el Señor levantara algunos hermanos más jóvenes para que hablaran algo nuevo. Si viera esto, alabaría al Señor. Sin embargo, en lugar de ello, he visto a algunos edificar algo para sí mismos.
El Señor nos ha encomendado Su recobro, y Él ciertamente nos ha abierto el Nuevo Testamento y nos ha revelado muchas verdades muy preciosas y valiosas. Lo que el Señor necesita es que millares de Sus santos le amen, le vivan y no les importe nada más que Su recobro y seguir un solo camino. De este modo, aunque los santos sean de Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Inglaterra, Tailandia, Indonesia o Estados Unidos, todos llevaremos la misma carga, seguiremos el mismo camino y propagaremos las mismas verdades. Impartiremos las verdades corporificadas en la “barra de oro”, la Versión Recobro. ¡No tenemos otra mercancía que ofrecer! Si somos así, ¡conquistaremos toda la tierra!
Me parte el corazón ver que algunos hayan adoptado la práctica de tener otro ministerio, usando el material del ministerio. Todos debiéramos orar: “Señor, rescátame de la ambición de ser alguien en el recobro”. Simplemente deberíamos procurar conocer las verdades de la economía neotestamentaria de Dios. El único camino que seguimos es el camino de la unanimidad, la oración, el Espíritu y la Palabra. Creo firmemente que esto es lo que el Señor busca y lo que todos anhelamos en lo profundo de nuestro ser. Si hacemos esto, todos se sentirán muy contentos.
Cuando salimos, no debiéramos ir en disensión ni con ambiciones personales. Si usted sale con la ambición de llegar a ser alguien importante y yo salgo con la ambición de tener un ministerio muy reconocido, no tendremos futuro. En ese caso, el Señor tendrá que ir en busca de otros. Por tanto, todos tenemos que salir de la misma manera, como un solo ejército. Sólo así tendremos la moral en alto y causaremos impacto en nuestro medio.
En realidad no tenemos que hacer mucho. Simplemente tenemos que salir con un corazón puro, sin reservar nada para nosotros mismos, poniendo todo a disposición del Señor. Simplemente salgan con todas las verdades y con la Versión Recobro para leérsela a las personas. Les aseguro que cada semana ganarán una persona. No necesitan predicar sus propias enseñanzas ni su propia doctrina con su propia terminología. Es preciso que veamos lo que es el recobro del Señor. Al recobro del Señor se le ha encomendado la gran tarea de propagar las verdades. Él nos ha dado las verdades que ahora tenemos en nuestras manos. Pero tenemos que ser fieles, puros de corazón, aquellos que no tienen el deseo de vivir para sí mismos sino para Él, y que salen a propagar las verdades contenidas en la “barra de oro”. No es necesario que ustedes prediquen o enseñen a su manera. Simplemente abran la Versión Recobro y lean algunas de las notas a los que tengan más hambre.
En realidad, no me interesa tanto el incremento numérico. Lo que más me interesa es propagar las verdades para que éstas puedan entrar en los corazones de los más necesitados. Si propagamos las verdades, seremos aquellos siervos fieles que dan el alimento a tiempo al pueblo del Señor (Mt. 24:45). De este modo, cumpliremos la comisión que el Señor ha dado a Su recobro. No tengo otro interés ni preocupación en mi corazón. Aun estaría dispuesto a morir por esto. Yo les dije a los hermanos del Lejano Oriente que no me detendría hasta que todo mi ser se gastara por completo por este ministerio. Espero que todos ustedes puedan decir lo mismo.
Si el Señor ganara a diez mil santos en Estados Unidos que se dedicaran a servir de tiempo completo con una sola clase de enseñanza, una sola clase de predicación, una sola clase de material, una sola clase de publicaciones, un solo camino y todo lo demás de una sola clase, ¡esto ciertamente haría que tuviéramos la moral en alto! Lo más sabio es que todos optemos por el camino de servir a tiempo completo y que todos hablemos una misma cosa, pensemos lo mismo, presentemos lo mismo y enseñemos lo mismo, con la misma esencia, apariencia y expresión. Sólo así tendremos la moral en alto, causaremos impacto en nuestro medio y derrotaremos al enemigo. ¡Esto es lo que el Señor necesita! (Elder’s Training, Book 8: The Life-pulse of the Lord’s Present Move [Adiestramiento para ancianos, libro 8: El pulso vital del mover presente del Señor], págs. 161-164, 123-127, Witness Lee)
En el Antiguo Testamento, Salomón y David representaron al Señor. Los dos representaron el único ministerio en dos maneras separadas. En el Antiguo Testamento hubo muchos ministerios. Después de Moisés, surgieron los jueces. Luego, vemos a Salomón, a los reyes y a los profetas. Después de que los israelitas fueron llevados cautivos, surgieron vasos que efectuaron el recobro. El Antiguo Testamento está lleno de distintas clases de ministerios. En cada era existe el ministerio de esa era. Dichos ministerios son diferentes de los ministerios locales. Lutero fue un ministro de su era. Darby fue también un ministro de su era. En cada era el Señor tiene cosas especiales que Él desea llevar a cabo. Él tiene Sus propios recobros y Sus propias obras que realizar. El recobro y la obra específicos que Él lleva a cabo en una era constituyen el ministerio de esa era.
Jonatán estuvo entre Saúl y David. Él fue un hombre que se vio en medio de dos ministerios. Él debió haber seguido el segundo ministerio; sin embargo, debido a que la relación que él tenía con el primer ministerio era muy profunda, no pudo apartarse de él. Si queremos actualizarnos en el ministerio de la era, es necesario que veamos la visión. Mical estuvo casada con David; sin embargo, no vio nada. Lo único que vio fue la condición de David delante de Dios, y no pudo tolerarla. Como resultado de ello, fue dejada atrás (2 S. 6:16, 20-23).
Es obra de la misericordia de Dios el hecho de que una persona vea el ministerio de la era y se relacione con él. Pero es otro asunto totalmente el que un hombre tenga la valentía de abandonar el ministerio anterior. Ver algo es muy valioso, y relacionarse con lo que se ve es una bendición. Con todo, el que una persona esté dispuesta a hacer a un lado su ministerio depende totalmente de la misericordia de Dios. (The Collected Works of Watchman Nee, [Recopilación de obras de Watchman Nee], tomo. 57, págs. 260-261)
A través de las generaciones, ha existido la obra del Señor en Su mover. En el Antiguo Testamento, en la época de Noé, el mover del Señor consistió en la edificación del arca. La obra de edificación del arca constituyó el ministerio en la era de Noé. Noé fue el ministro principal en dicho ministerio. Sin embargo, Noé solo jamás podría haber edificado el arca. En aquel tiempo, ciertamente hubo algunos más que edificaron el arca junto con Noé. La obra de edificación del arca fue el ministerio de aquella era. ¿Cree usted que en dicho ministerio se llevaron a cabo dos o más obras, que hubo dos o más grupos de personas, o que hubo dos o más liderazgos? ¡Por supuesto que no! De lo contrario, el arca jamás habría sido edificada.
Los problemas que han surgido en el cristianismo en los pasados dos mil años se deben a que ha habido demasiados “ministerios”. Cada denominación y cada secta afirma estar edificando la iglesia de Cristo. Muchos templos y capillas tienen una piedra fundamental inscrita con las palabras: “Cristo Jesús, nuestro fundamento”. De este modo, la persona única de Jesucristo ha sido dividida y se ha convertido en muchos fundamentos. Ésta ha sido la causa de tantos problemas.
La Biblia nos muestra claramente que en la era de Noé únicamente había un solo ministerio; no obstante, había muchos ministros juntos edificando el arca. Esto no quiere decir que cada ministro estuviera dirigiendo la obra de edificación. Noé era el único que ejercía el liderazgo en el ministerio de edificar el arca.
En la era de Moisés, Dios deseaba edificar el tabernáculo con sus respectivos muebles, de los cuales el más importante era el arca. Moisés solo no habría podido edificar todas estas cosas; sin embargo, era a él que se le había encomendado el ministerio de edificar el tabernáculo, el cual era la obra que cumpliría el propósito único de Dios. En tal ministerio, Moisés no era el único, ya que él era uno de los muchos ministros, y, sin lugar a dudas, él era quien ejercía el liderazgo en ese ministerio. Si hubiera habido otros líderes aparte de Moisés, habría habido confusión en aquella obra.
En la era de David y Salomón, Dios deseaba edificar el templo. La edificación del templo no era meramente una obra, sino un ministerio. En aquel tiempo, no existían dos diferentes ministerios edificando el templo; por ende, tampoco había dos diferentes grupos ejerciendo el liderazgo. En la era de David, David ejercía el liderazgo. Después de que David murió, fue Salomón quien asumió el liderazgo. Sin embargo, cualquiera que tuviera parte en el ministerio de edificar el templo, incluyendo a aquellos que cortaban las piedras y a los que las acarreaban, era un ministro de ese ministerio.
En el Nuevo Testamento, vino el Señor Jesús y dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (Mt. 16:18). El primero que participó en el ministerio de edificar la iglesia fue el propio Señor Jesús. El ministerio del Señor consistió en edificar el Cuerpo de Cristo. Para llevar esto a cabo, Él escogió a doce apóstoles y los introdujo en el ministerio de la edificación de la iglesia. Más tarde, Él trajo también a otros apóstoles, entre los cuales el más prominente fue el apóstol Pablo.
Ya que en todas las eras ha existido la obra del ministerio, esto nos provee la base suficiente para afirmar que en esta era también el ministerio del Señor debe estar llevándose a cabo. No podemos negar el hecho de que hoy en la tierra existe el edificio del Señor. El Señor ha venido edificando a través de las generaciones, y Él continuará laborando hasta que Su obra de edificación sea totalmente consumada, cuando la Nueva Jerusalén descienda del cielo.
Hemos visto claramente que el ministerio del cual la Biblia nos habla no se refiere a una persona, sino a la obra de edificación que Dios realiza. Además, en el ministerio de edificación que Dios realiza, hay algunos que, en cada era, ejercen el liderazgo en dicho ministerio. Quiera el Señor abrir nuestros ojos para que veamos que si somos seres humanos, debemos ser cristianos, y que, si somos cristianos, debemos participar en el ministerio del Señor en esta era.
En la actualidad hay miles de personas que han creído en el Señor Jesús y han sido salvas, pero muy pocas de ellas participan en el ministerio del Señor, el cual consiste en edificar la iglesia. Esto es semejante a la situación en los días de Noé. Aunque en aquel entonces había miles de personas en la tierra, sólo un pequeño número de ellas estaba con Noé edificando el arca. Es por ello que Filipenses 2:12 dice: “Llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor”. Lo que Noé y todos los que edificaron el arca juntamente con él estaban haciendo, era llevar a cabo su propia salvación. Por supuesto fue Dios quien los salvó, pero por la gracia de Dios ellos edificaron con sus propias manos el arca que los libró. Hoy nosotros también debemos participar en el ministerio de Dios, en el ministerio de edificación, para llevar a cabo nuestra propia salvación, es decir, para que nuestra salvación llegue a su consumación final, y así podamos ser exaltados por Dios en gloria como lo fue el Señor Jesús.
Cuando fui salvo hace más de sesenta años, empecé a relacionarme con muchos cristianos; pero, aun así, no tuve conocimiento del mover de Dios en la tierra. Doy gracias al Señor que me dio amor por la Biblia. Yo la leí continuamente y aun coleccioné muchos libros de referencia. Con el tiempo, llegué a entender muy claramente que puesto que era un ser humano, debía ser cristiano, y que, si era cristiano, debía participar en el mover de Dios. Por consiguiente, dejé todo lo que estaba haciendo y me entregué de lleno al recobro del Señor. En aquel tiempo, aunque ciertamente no habría podido dar el mensaje que les estoy dando esta mañana, la visión que tuve en mi interior fue muy clara. Yo vi que la comisión del Señor le había sido entregada al hermano Nee, la cual era el ministerio. También entendí que el hermano Nee era la persona que Dios había escogido y comisionado en esta era para llevar adelante Su obra de recobro. Por tanto, lo reconocí como el líder en esta obra. (Words of Training for the New Way, Volume One[Palabras de adiestramiento para poner en práctica la nueva manera], tomo uno, págs. 21-24, Witness Lee)
Debemos creer que nuestro Dios es un Dios vivo (1 Ti. 3:15). Ya que nuestro Dios es un Dios vivo, Él entonces debe de permanecer siempre activo. Él ciertamente está activo hoy. Pero, ¿dónde vemos que Dios está actuando? Dios siempre actúa mediante Su palabra. Si no Él hablara nada, eso indicaría que no está haciendo nada. Debemos preguntarnos, pues, dónde Dios está hablando. ¿Acaso está hablando Dios en la Iglesia Ortodoxa, en la Iglesia Católica, en las denominaciones protestantes, en las iglesias estatales, en las iglesias privadas o en los grupos libres? Nuestro Dios quien es vivo y está actuando siempre actúa mediante Su palabra. Tenemos que reconocer que Su hablar hoy en día está entre nosotros. Hoy en día, Él no está hablando acerca del presbiterio, del bautismo por inmersión, del hablar en lenguas, de los dones, de las sanidades ni de los movimientos evangélicos. Lo que Él habla hoy tiene que ver con la economía neotestamentaria de Dios. Espero que todos seamos iluminados. Me veo obligado a ser osado y a recomendarme a mí mismo a todos ustedes. Me he sentido obligado a ser un necio. Aquel que puede ejercer el liderazgo en el mover del Señor hoy es el que conoce la economía neotestamentaria de Dios, el que sabe lo que Dios está hablando hoy.
Pedro fue ciertamente el apóstol líder en el mover del Señor el día de Pentecostés, ya que era una persona que sabía lo que Dios estaba hablando. De hecho, él mismo fue la boca por medio de la cual Dios habló. Aquel que sea la boca por medio de la cual Dios pueda hablar en cierta época, es quien tiene el liderazgo. Aquellos a quienes Dios habla son los principales apóstoles. Y lo que ellos ministren será la dirección apropiada que todos los santos deberán seguir. Considero que esta definición es bastante razonable.
No se requiere competir para ser la persona que pueda dar la dirección apropiada y adecuada a los creyentes según el pleno conocimiento de la economía neotestamentaria de Dios. Al respecto, nadie puede competir con otros. Todo depende de la misericordia de Dios y de Sus compasiones. Pablo reconoció esto en Romanos 9:16. Dios le dio a Pablo su porción en el Cuerpo de Cristo y nadie podía competir con él.
Si creemos en la soberanía del Señor y en que Él es un Dios vivo, un Dios que permanece activo, un Dios que habla, tenemos que averiguar con toda sinceridad, humildad y fidelidad, dónde está Dios hablando hoy. Aquellos por medio de los cuales Dios habla con respecto a la enseñanza completa de la economía neotestamentaria de Dios, son los que tienen el liderazgo en el mover de Dios.
Todas las iglesias deben ser idénticas, y aquellos que pueden dar dirección a todas las iglesias son aquellos que tienen el debido conocimiento de la enseñanza de la economía neotestamentaria de Dios y que pueden propagar estas enseñanzas a toda la tierra. Seguimos a aquel que enseña y sigue al Cristo todo-inclusivo, encarnado, crucificado, resucitado y ascendido, quien todavía ministra en los lugares celestiales para llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios. Debemos seguir a tales personas, y tenemos que aceptar su dirección. La dirección que ellas nos dan, es la dirección apropiada que deben seguir todas las iglesias. (Elders’ Training, Book 7: One Accord for the Lord’s Move [Adiestramiento para ancianos, libro 7: La unanimidad requerida para el mover del Señor], págs. 69-70, 74, Witness Lee)
Mientras el Señor me dé la fuerza y el tiempo, me he propuesto seguir sirviendo y compartiendo en los días venideros. El Señor me ha mostrado que ha preparado a muchos hermanos que servirán conmigo como esclavos de forma compenetrada. Siento que ésta es la provisión soberana del Señor para Su Cuerpo, y también la manera actualizada para llevar a cabo Su ministerio. (A Letter of Fellowship with Thanks [Una carta de comunión y agradecimiento, 24 de marzo de 1997, Witness Lee)