
Lectura bíblica: Ap. 8:1-13; 9:1-21; 10:7; 11:15-18; Jn. 5:28-29; Dn. 12:2; 1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16-17; Ap. 14:14-16; 2 Co. 5:10; Ap. 19:7-9, 19:11-21; 16:13-20; 17:14; 18:1—19:4; 20:1-15; 21:1—22:5
En esta serie de mensajes, queremos ver la profecía de los cuatro “sietes” en la Biblia. En el primer mensaje, vimos la profecía del primer “siete”, es decir, la última de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9. En el segundo mensaje, vimos la profecía del segundo “siete”, es decir, los siete sellos. En este mensaje queremos ver la profecía del tercer “siete”, las siete trompetas.
Las siete trompetas son la totalidad del contenido del séptimo sello (Ap. 8:1-2). En otras palabras, el séptimo sello equivale a las siete trompetas.
Las siete trompetas son la respuesta a la oración de los mártires en el quinto sello (Ap. 6:9-11). En el quinto sello, los mártires que están bajo el altar claman: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (v. 10). Inmediatamente después de su oración viene el sexto sello, el cual es el sacudimiento de la tierra y el cielo (vs. 12-17). La calamidad sobrenatural del sexto sello afectará la tierra y el cielo, incluyendo el sol, la luna y las estrellas. Que Dios sacuda la tierra y el cielo será una advertencia a los hombres para que consideren sus caminos; tendrán que arrepentirse y volver a Dios.
Inmediatamente después del sexto sello vienen las siete trompetas, el contenido del séptimo sello, la respuesta a la oración de los mártires. Su oración en Apocalipsis 6:10 se menciona también en dos porciones del Nuevo Testamento, Lucas 18:7-8 y Apocalipsis 8:3-5. Estos santos claman a Dios para que vengue su sangre, la cual derramaron por el propósito de Dios y por Su testimonio. Después de esta oración, Dios comienza a juzgar la tierra con el sexto sello para hacerla inhabitable. Luego responde a la oración de los mártires con las con del séptimo sello. Ahora necesitamos considerar la escena de los cielos después de que se abra el séptimo sello, en Apocalipsis 8:3-5.
Las oraciones de los santos en Apocalipsis 8:4 deben de tener como fin el juicio de la tierra, la cual se opone a la economía de Dios, y la respuesta a las oraciones de los santos es la ejecución del juicio de Dios sobre la tierra, por medio de las siete trompetas que siguen.
En Apocalipsis 8:3, “otro Angel” se refiere a Cristo, y el “incienso” representa a Cristo con todos Sus méritos, incienso que Cristo añade a las oraciones de los santos, a fin de que éstas sean aceptas a Dios. Esta oración está escrita como inserción. Al final de Apocalipsis 6, los seis primeros sellos ya se habrán abierto. El capítulo 7 es una inserción entre el sexto y el séptimo sellos. Luego, al comienzo del capítulo 8 se abre el séptimo sello. Inmediatamente después de que se abre el séptimo sello hay otra inserción, en Apocalipsis 8:3-5. En esta inserción, Cristo, este “otro Angel”, ofrece a Dios las oraciones de los santos. En el libro de Apocalipsis, la expresión otro Angel se usa cuatro veces, refiriéndose a Cristo (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). En los capítulos 7, 8, 10 y 18 de Apocalipsis, Cristo viene como Angel de Dios para servir y cuidar al pueblo escogido de Dios.
Apocalipsis 8:5 nos dice que Cristo como Angel “tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”. Arrojar fuego a la tierra es ejecutar el juicio de Dios sobre la tierra; de ahí que, vinieron truenos, voces, relámpagos y un terremoto, como señales del juicio de Dios, y los siete ángeles, quienes tenían las siete trompetas, se prepararon para tocarlas (v. 6).
Como hemos señalado, el sexto sello es la iniciación de las calamidades sobrenaturales ejecutadas contra la tierra y contra los cuerpos celestes. Las cuatro primeras trompetas del séptimo sello son las calamidades sobrenaturales intensificadas (vs. 7-12).
La primera trompeta es el juicio sobre la tierra. Granizo y fuego mezclados con sangre fueron lanzados sobre la tierra. Además, se quemaron la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles, y toda la hierba verde (Ap. 8:7). En Apocalipsis todos los verbos están en el tiempo pasado, porque a los ojos de Dios, todo lo que se profetiza en este libro ya aconteció.
Después de juzgar la tierra, Dios juzgará el mar. La segunda trompeta es el juicio de Dios sobre el mar. Una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; la tercera parte del mar se convirtió en sangre, la tercera parte de las criaturas del mar murieron, y la tercera parte de las naves fue destruida (Ap. 8:8-9).
La tercera trompeta es el juicio sobre los ríos. Una gran estrella, llamada Ajenjo, ardiendo como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas; y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por causa de las aguas que se hicieron amargas (vs. 10-11).
La cuarta trompeta será el juicio sobre el sol, la luna y las estrellas. La tercera parte del sol, la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas fueron heridas, para que la tercera parte de ellos se oscureciese y la tercera parte del día y de la noche no apareciese (v. 12).
Las tres últimas trompetas son los tres ayes. Apocalipsis 8:13 dice: “Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!”. Los tres ayes serán las plagas más grandes, severas e intensificadas. En las cuatro primeras trompetas, todavía no se toca al hombre directamente. El juicio de Dios sólo afecta la tierra, el mar, los ríos, y el sol, la luna y las estrellas, o sea, los cuerpos celestes. Pero a partir de la quinta trompeta, el juicio de Dios afecta al hombre directamente.
La quinta trompeta es el primer ay como juicio sobre los hombres; en ello, Satanás y el anticristo colaborarán para atormentar a los hombres (9:1). Una estrella del cielo cayó a la tierra. La estrella se refiere a Satanás, que será lanzado del cielo a la tierra. Apocalipsis 9:1 y 12:9 muestran que Satanás será lanzado del cielo a la tierra como una estrella. A éste se le dio la llave del pozo del abismo. El abismo es un hoyo sin fondo. Es la habitación de demonios (Lc. 8:31). Satanás abrió el pozo del abismo, y después de abrir el pozo, salió humo del pozo como el humo de un gran horno; y el sol y el aire se oscurecieron por causa del humo del pozo; y del humo salieron langostas sobre la tierra, y se les dio autoridad a las langostas, como la tienen los escorpiones, para atormentar a los hombres (no se les permitió herir la hierba, ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, ni a los hombres que tienen el sello de Dios en sus frentes) durante cinco meses, pero no para matarlos. Apocalipsis 9:6 dice que “en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos”.
Las langostas eran como caballos preparados para la guerra; sobre sus cabezas tenían coronas como de oro, sus rostros eran como rostros de hombres, su cabello como cabello de mujer, sus dientes eran como dientes de leones, sus corazas eran como corazas de hierro, el sonido de sus alas era como el sonido de carros de muchos caballos corriendo a la batalla, y tenían aguijones en sus colas como escorpiones, en las cuales tenían autoridad para herir a los hombres por cinco meses. Esto ya se había profetizado en Joel 2:4-5, 25 y 1:6. Las langostas tienen un rey sobre ellas, el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión (Ap. 9:1-11). El ángel del abismo es la bestia, el anticristo, que subirá del pozo del abismo (11:7; 17:8). La palabra Abadón significa “destrucción”, y Apolión significa “destructor”. El anticristo es un destructor que sólo produce ruinas.
En la quinta trompeta, Satanás como estrella cae a la tierra, y el anticristo como rey del ejército de las langostas atormenta a la gente cinco meses. Esta es una obra en colaboración. Satanás y el anticristo trabajan juntamente para atormentar a los hombres por medio de estas langostas. Las langostas aquí no son como las que se mencionan en Exodo 10:12-15, porque tienen colas como las de escorpiones, y aguijonean y dañan a los hombres (Ap. 9:10). Deben de estar poseídas por demonios, porque suben del humo que procede de la habitación de los demonios (vs. 2-3).
La sexta trompeta es el segundo ay como juicio adicional sobre los hombres; doscientos millones de jinetes en sus caballos matarán a la tercera parte de los hombres (vs. 13-16). Apocalipsis 16:12 indica que estas tropas vienen de donde nace el sol, del oriente. En la sexta trompeta, los cuatro ángeles que estaban atados junto al gran río Eufrates fueron desatados. Ellos estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres, por medio de los dos millones de jinetes de la caballería. “Para la hora, día, mes y año” significa que los cuatro ángeles habían sido preparados para la hora, más el día, más el mes, más el año, en total trece meses, un día y una hora para matar a los hombres. La matanza primero durará una hora, luego un día, después, un mes y finalmente un año. Los jinetes de los caballos tenían corazas como de fuego, de jacinto, y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salían fuego, humo y azufre, como tres plagas para matar la tercera parte de los hombres. La autoridad de los caballos estaba en sus bocas y en sus colas, las cuales eran como serpientes y tenían cabezas, y con ellas herían a los hombres. El resto de los hombres no se arrepintieron de sus idolatrías, homicidios, hechicerías, fornicaciones y robos (vs. 13-21). Esto indica que la intención del juicio de Dios es que los hombres se arrepientan, pero Apocalipsis nos dice que aun después de estos juicios severos, los hombres todavía no se arrepentirán.
En Apocalipsis 9, se ve el juicio de Dios en la sexta trompeta en la forma del segundo ay. Todos los puntos que se mencionan en Apocalipsis 10—14, excepto el arrebatamiento del hijo varón y de las primicias de ciento cuarenta y cuatro mil, tendrá lugar durante los últimos tres años y medio, el tiempo de la gran tribulación. El capítulo 10 nos dice que durante los tres años y medio de la gran tribulación, Cristo vendrá al aire para tomar posesión de la tierra (vs. 1-7). El capítulo 11 dice que Jerusalén será entregada al anticristo y a su pueblo y será asolada cuarenta y dos meses (v. 2). Entretanto, Dios envía a Sus dos testigos, Moisés y Elías, para que profeticen durante el tiempo de la gran tribulación mientras el anticristo blasfema a Dios y persigue al pueblo de Dios. Estos dos testigos dan testimonio en contra de él. Luego serán muertos, resucitados y arrebatados a la parousía (presencia) de Cristo en el aire (vs. 3-12).
El capítulo 12 señala que justo antes del comienzo de la gran tribulación, el hijo varón, los vencedores que hayan muerto, será arrebatado (v. 5). El resto de los santos, el cual es la mayoría de la iglesia, será guardado en cierto lugar para ser nutrido por Dios mil doscientos sesenta días, lo cual equivale a cuarenta y dos meses o tres años y medio, el tiempo de la gran tribulación (v. 6). El capítulo 13 nos dice que cuando el anticristo suba del mar y del abismo, actuará según su propia voluntad en contra de Dios, perseguirá al pueblo de Dios, y matará a los santos (vs. 1-10). El falso profeta erigirá una imagen del anticristo y obligará a la gente a rendirle culto (vs. 11-15).
El capítulo 14 habla de cómo el Señor recogerá a los creyentes. Las primicias de entre los creyentes serán arrebatadas al tercer cielo para estar con Cristo antes de la gran tribulación (vs. 1-5). Luego el anticristo destruirá todas las religiones cuando quebrante el pacto con Israel a la mitad de la última semana (Dn. 9:27; 11:31). La destrucción de la Babilonia religiosa, la iglesia apóstata, la Iglesia Católica Romana (Ap. 17:16), tendrá lugar al comienzo de la gran tribulación (14:8). Además, durante la gran tribulación, un ángel predicará el evangelio eterno, diciendo a la gente que deben temer y adorar a Dios y no dejarse engañar para seguir al anticristo (vs. 6-7). Varias personas recibirán este evangelio, lo obedecerán y harán mucho para ayudar a los cristianos y judíos perseguidos durante la gran tribulación. Cuando el Señor regrese, se siente en Su trono de gloria y juzgue a las naciones, considerará a estos justos como ovejas, y ellos entrarán en el reino preparado para ellos desde la fundación del mundo. Ellos serán el pueblo, los ciudadanos, del reino milenario en la tierra por mil años. Aquellos de las naciones que no obedecen el evangelio eterno durante la gran tribulación, que maltratan a los cristianos y judíos, serán condenados por Cristo ante Su trono de gloria. El los considerará como cabritos y los lanzará directamente al lago de fuego, donde sufrirán castigo eterno (Mt. 25:32-46).
Además del evangelio eterno que se predicará en la gran tribulación, Apocalipsis 14 también habla acerca de la mies de la mayoría de los creyentes y acerca de la batalla de Armagedón, que se llama “el gran lagar de la ira de Dios” (v. 19). Las personas malvadas son comparadas con uvas que serán recogidas en Armagedón. Cristo descenderá para triturarlas como uno que pisa la uva en un gran lagar. Ahora llegamos a la séptima trompeta.
La séptima trompeta es la conclusión de la economía eterna del Dios Triuno procesado.
La séptima trompeta es la conclusión del misterio de Dios. Apocalipsis 10:7 dice: “Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como El lo anunció a sus siervos los profetas”.
La séptima trompeta concluye la edad actual de misterio. Daniel 9:24 habla de las siete semanas, las cuales estaban determinadas para “sellar la visión y al profeta”. Sellar la visión y al profeta es concluir la edad de misterio.
La séptima trompeta introducirá la era venidera del reino y la edad eterna del cielo nuevo y la tierra la edad eterna del cielo nuevo y la tierra nueva. La séptima trompeta lo incluye todo, desde el fin de la gran tribulación hasta la eternidad futura.
La séptima trompeta incluye la venida del reino eterno de Dios y de Cristo, en el cual El reinará por los siglos de los siglos (Ap. 11:15-17).
Cristo reinará primero en el milenio, los mil años de la era del reino.
Después de esto, Cristo reinará para siempre en el cielo nuevo y la tierra nueva, la cual tiene la Nueva Jerusalén como su centro.
La séptima trompeta incluirá el juicio de los muertos (Ap. 11:18b) para decidir quién entre los muertos debe participar de la resurrección de vida antes del milenio, y quién debe ser dejado para participar de la resurrección de condenación después del milenio (Jn. 5:28-29; Dn. 12:2).
La séptima trompeta consta de la resurrección de los santos que hayan muerto y su arrebatamiento junto con la mayoría de los santos que estén vivos, a la parousía (presencia) de Cristo en el aire (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16-17; Ap. 14:14-16).
En la séptima trompeta está incluida la entrega de la recompensa a los profetas, a los santos y al pueblo que teme a Dios, en el tribunal de Cristo (11:18c; 2 Co. 5:10).
La séptima trompeta incluye las bodas del Cordero (Ap. 19:7-9). Después del tribunal de Cristo, los vencedores llegan a ser la novia de Cristo, y se casan con El, con Cristo el Cordero.
Luego viene la ira de Dios porque las naciones se airaron (11:18a). Esta ira de Dios es el tercer ay, que consta de las siete copas, y es el juicio más severo sobre los hombres (Ap. 15—16). Las siete copas serán el último juicio que se ejecutará sobre los hombres durante la gran tribulación.
En el tiempo de la sexta copa sucederá la batalla de Armagedón. Esta será la última guerra en la tierra antes del reino milenario. Esta guerra consta aquí en Apocalipsis 16:13-16 como inserción entre la sexta y la séptima copas. Cristo y Su novia, los vencedores, derrotarán al anticristo, al falso profeta, y a los reyes y sus ejércitos, y lanzarán al anticristo y al falso profeta al lago de fuego (17:14; 19:11-21).
Durante el tiempo de la séptima copa, sucederá el más grande terremoto que jamás haya habido en la tierra, y la Babilonia física, la ciudad de Roma, será destruida (16:17-20; 18:1—19:4). La Babilonia religiosa, es decir, la Iglesia Católica Romana, será destruida al comienzo de la gran tribulación (14:8), y la Babilonia física, la ciudad de Roma, será destruida al final de la gran tribulación (18:2).
Después de la destrucción del anticristo, del falso profeta, y de aquellos que los seguían, un ángel atará y encarcelará al diablo, Satanás, el dragón, la serpiente antigua, en el abismo por mil años (20:1-3).
Luego tendrá lugar el reino de mil años (vs. 4-6).
En el reino milenario, los vencedores reinarán con Cristo (v. 4).
Además, los vencedores serán sacerdotes para tener contacto con Dios y serán reyes juntamente con Cristo para reinar sobre las naciones en el milenio (v. 6).
Cuando se cumplan los mil años del reino, sucederá la última rebelión de la humanidad (vs. 7-10).
Satanás, liberado de su prisión, engañará a las naciones, a Gog y Magog, incitándolas a pelear contra el campamento de los santos y contra la amada ciudad; y fuego vendrá del cielo y las devorará (vs. 7-9). Que Satanás engañe a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra significa que engañará a “Gog y Magog”. Es posible que esto indique que en la última rebelión de la humanidad, instigada por Satanás, Gog y Magog tomarán la iniciativa y las naciones los seguirán. Gog y Magog, según Ezequiel 38:2-3 y 39:1-2, deben de ser Rusia. Ezequiel 38:2 [LBLA] indica que Gog y Magog son de Ros, Mesec y Tubal, los cuales corresponden a Rusia, Moscú y Tobolsk. Ezequiel 39:2 [LBLA] se refiere a estos lugares como “las partes remotas del norte”. Al final del milenio, Satanás incitará a la humanidad rebelde, desde las partes remotas del norte para atacar al pueblo de Dios. Pero fuego vendrá del cielo y devorará a estos rebeldes.
El diablo, el engañador, fue lanzado en el lago de fuego, donde también estaban el anticristo y el falso profeta; y ellos serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Ap. 20:10). El anticristo y el falso profeta serán lanzados en el lago de fuego mil años antes del diablo (19:20). Después de los mil años, el diablo será lanzado allí.
El juicio ante el gran trono blanco, después de que la tierra y el cielo se han ido, tiene como fin juzgar a los incrédulos muertos, y a los demonios (20:11-15). La Biblia tiene una conclusión completa. Dios ejecuta Su juicio en la tierra para tratar con los que estén vivos. En el gran trono blanco, juzgará a todos los muertos.
La muerte y el Hades serán arrojados al lago de fuego (Ap. 20:14). El lago de fuego es el “basurero” de todo el universo, donde se echarán todas las cosas negativas, incluyendo la muerte y el Hades. La muerte será el último enemigo que el Señor destruirá (1 Co. 15:26).
Los incrédulos y los demonios serán lanzados en el lago de fuego (Ap. 20:15). El lago de fuego fue preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41). Debido a que los incrédulos han seguido al diablo, compartirán el juicio del diablo (Jn. 16:11) y serán copartícipes del tormento eterno del diablo. Los demonios, puesto que también han seguido al diablo, compartirán el mismo destino.
La séptima trompeta concluye con la venida del cielo nuevo y la tierra nueva que serán el reino de Dios para siempre (Ap. 21:1—22:5).
El primer cielo y la primera tierra pasarán, y el mar ya no existirá (21:1).
La Nueva Jerusalén, la santa ciudad, descenderá a la nueva tierra como el tabernáculo de Dios y como la novia, la esposa del Cordero. Será la máxima composición de todo el pueblo redimido de Dios, y en ella los santos reinarán como reyes con Dios, y el Dios Triuno, como río de agua de vida y como árbol de la vida, los abastecerá (Ap. 21:1—22:5). Como la Nueva Jerusalén, disfrutaremos al Dios Triuno, bebiendo y comiendo de El para siempre. Seremos Su familia real, seremos reyes que reinarán juntamente con Cristo por los siglos de los siglos (22:5). Este es el destino que Dios nos ha asignado.
Las naciones restauradas serán el pueblo que estará alrededor de la Nueva Jerusalén y serán sustentadas con las hojas del árbol de la vida (Ap. 21:24-27; 22:2b). La Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva con las naciones restauradas es la terminación de las siete trompetas, la cual también es el fin del séptimo sello y la conclusión del libro de Apocalipsis.
Debido a la situación mundial de hoy, creo que nuestro estudio actual de la profecía de los cuatro “sietes” en la Biblia es un estudio oportuno. Romanos 9:27-28 dice que el Señor apresurará Su palabra para tener un cumplimiento rápido de Su profecía con respecto a la nación de Israel. La situación actual en el Medio Oriente es la evidencia de que el Señor está apresurando Su palabra a fin de que se cumplan rápidamente las profecías con respecto a Israel. Como vimos en los mensajes anteriores, la nación de Israel, la higuera, se ha puesto tierna y sus hojas han brotado. Ahora el verano está cerca (Mt. 24:32). No enseñamos las profecías bíblicas para satisfacer la curiosidad de la gente. Queremos ser iluminados por la Palabra, especialmente por la palabra profética de la Biblia. Necesitamos estar atentos a esta palabra profética como a una antorcha que alumbra en un lugar oscuro (2 P. 1:19). Entonces nos daremos cuenta del lugar en que estamos. La palabra profética nos guiará a pasar por la noche oscura hasta que lleguemos al día en que amanezca la aparición del Señor, y el lucero de la mañana salga en nuestros corazones.