
Lectura bíblica: Lc. 19:11-27; Mt. 24:44-51; Lc. 12:42-48; Mt. 19:28; 20:21-23; 2 Ti. 2:12a; Ap. 2:26-27; 3:21; 12:5; 20:4-6
Como ya dijimos, el Evangelio de Mateo revela tres aspectos del reino de los cielos. En Mateo 5, 6 y 7 vemos la realidad del reino. Allí el reino es revelado de una manera real, pura y genuina. Aquellos que están en la realidad del reino son pobres en espíritu, puros de corazón, manifiestan la justicia insuperable, hacen la voluntad de Dios y han llegado a ser como niños. ¡Cuán puro y genuino es el reino en este pasaje!
Sin embargo, la segunda sección, presentada en Mateo 13, tiene tres cosas terribles: la cizaña, el gran árbol que crece desproporcionadamente y la levadura que fue añadida a la harina fina. Hay un gran contraste entre estas dos secciones. Ellas son tan diferentes entre sí que parecieran hablar de dos reinos distintos, pero en realidad se refieren a dos aspectos de un mismo reino. El primer aspecto es la realidad del reino, y el segundo aspecto es la apariencia externa del reino.
La última sección de Mateo trata sobre la manifestación del reino cuando el Señor Jesús regrese a la tierra. Cuando el Señor Jesús regrese, Él traerá consigo el reino, y eso será la manifestación del reino. Las dos parábolas en Mateo 25 son muy significativas, ya que nos muestran que en la manifestación del reino algunos santos entrarán en el gozo del Señor y otros no. En la parábola de las diez vírgenes, las cinco vírgenes prudentes entrarán en la fiesta de bodas, pero las cinco vírgenes insensatas se les impedirá la entrada, y serán enviadas a comprar aceite. Esto indica que las cinco vírgenes prudentes viven en la realidad del reino, pero las cinco insensatas no vivían en esa realidad. Después, en la parábola de los talentos, tanto el esclavo de los cinco talentos como el de los dos talentos pudieron entrar en el gozo del Señor, pero el esclavo de un solo talento no entró. El esclavo de un talento perdió la oportunidad de entrar en el gozo del Señor y, además, fue puesto en las tinieblas de afuera donde había llanto y crujir de dientes. Por favor no me pregunten dónde estarán estas tinieblas y qué clase de tinieblas serán. No sabría decirles. Pero lo que sí sé es que estas palabras fueron dichas por el Señor mismo y están escritas en las Santas Escrituras. Si ustedes sienten aprecio por Juan 3:16, también tienen que sentir gran aprecio por Mateo 25:28-30. No pueden simplemente escoger ciertas palabras del Señor según sus gustos. Esto es lo que muchos cristianos hacen al escoger los versículos que mejor se acomoden a sus propios conceptos. A ellos les gusta citar Juan 3:16, pero rara vez citan Mateo 25:28-30. Ciertamente tenemos necesidad de este evangelio del reino. Si bien Juan 3:16 es bueno para tocar el tema de la vida, hoy en día son muchos los cristianos que necesitan oír el evangelio del reino. Ésta es la gran comisión que hemos recibido, la cual no radica en predicar el bautismo por inmersión, sino en predicar el evangelio del reino.
En la actualidad a algunos cristianos no les gusta recibir el libro de Mateo, pues dicen que estos pasajes se relacionan únicamente con la dispensación de los judíos. Ellos dicen que Mateo no fue escrito para los cristianos y gentiles, sino para los judíos. Sin embargo, si Mateo no fuera para nosotros, entonces el Señor Jesús presentado en el capítulo 1 tampoco sería para nosotros. Jesús, quien es Jehová el Salvador, y Emanuel, Dios con nosotros, no sería para nosotros. No es lógico afirmar que el Señor Jesús en este libro es únicamente para los creyentes judíos. De hecho, en la iglesia no hay judío ni griego (Col. 3:11). Si relegamos este libro asignándoselo a otros, al final terminaremos por perder el Evangelio de Mateo. En realidad es insensato relegar el Evangelio de Mateo asignándolo a otros y no a nosotros mismos. Si amamos Juan 3:16, también tenemos que amar Mateo 25:28-30. Si ustedes tienen un cuadro en casa que exhiba el texto de Juan 3:16, también deberían colgar otro cuadro cuyo contenido sea Mateo 25:28-30.
No discutan de manera doctrinal con respecto a este asunto. En su experiencia, ¿tiene usted cinco talentos, dos talentos o un talento? Si pertenece a la tercera categoría y tiene un solo talento, permítame preguntarle: ¿Es usted un esclavo fiel o no lo es? Tiene que comprender que cuando el Señor Jesús regrese, le pedirá que le rinda cuentas. ¿En qué condición estará usted cuando el Señor venga y le pida que le rinda cuentas?
Debido a que algunos afirman que Mateo es únicamente para los judíos y no para nosotros, examinemos ahora el Evangelio de Lucas. En principio, lo dicho en Lucas es casi exactamente lo mismo. En Lucas 19, mientras las personas religiosas pensaban que el reino de Dios se aparecería, el Señor Jesús les relató una parábola a fin de mostrarles que el reino no aparecería como ellos pensaban. Incluso lo dicho por el Señor nos permite ver los dos aspectos del reino: por un lado, el reino de Dios estaba entre ellos, por otro, el reino de Dios venía. Comenzando en Lucas 19:11, el Señor dio a entender que el reino estaba lejos. Aquí se nos habla de cierto hombre de noble estirpe que viajó a un país lejano para recibir un reino y volver. En esta parábola el país lejano representa los cielos, donde mora Dios el Padre. El Señor Jesús, representado como aquel noble, viajó a este país lejano para recibir el reino. Esto le daba a entender a los fariseos que el reino no aparecería inmediatamente, sino que estaba lejos. Aquel noble, antes de irse a aquel país lejano, distribuyó su capital entre sus esclavos a fin de que negociaran en nombre suyo mientras estaba fuera. Los principios subyacentes a esta parábola son exactamente los mismos de Mateo 25. Tanto el primer esclavo como el segundo fueron elogiados por aquel noble quien, les dio autoridad sobre diez y cinco ciudades respectivamente como recompensa. Esto corresponde a lo dicho por Pablo en el sentido de que reinaremos con el Señor (2 Ti. 2:12). Reinar sobre las ciudades significa reinar como rey.
El mismo concepto tiene su continuación en el último libro de la Biblia, Apocalipsis, donde a los vencedores se les dará autoridad sobre las naciones (2:26-27). Ellos no solamente gobiernan ciudades, sino naciones. Apocalipsis 3:21 muestra que los vencedores se sentarán en el trono con el Señor Jesús y reinarán con Él. Finalmente, Apocalipsis 20:4-6 nos dice que los vencedores reinan como reyes con Cristo por mil años.
Estoy muy preocupado que todavía nos encontremos bajo la influencia de la enseñanza cristiana tradicional con respecto a estos versículos. Es difícil para nosotros comprender el significado de estos versículos que son serios, debido a que hemos sido saturados con otras enseñanzas. Es por ello que cuando leemos estos versículos, se nos hace difícil ser impresionados con ellos y absorberlos de una manera adecuada. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros para que nuestros conceptos sean purgados y nuestra mente pueda ser pura e impresionada fácilmente con la Palabra pura de Dios.
Tienen que comprender que Lucas 19 y Mateo 24 y 25 son la Palabra de Dios. En primer lugar, el Señor llamó a aquel esclavo un mal esclavo (Lc. 19:22). Una persona que no ha sido salva no podría ser un esclavo del Señor ni tampoco podría recibir ningún don de parte del Señor. Pero aquí este esclavo recibió una mina del Señor; debido a que el mal esclavo no usó la porción que se le dio, el Señor se la quitó y se la dio a quien tenía diez porciones. Esto no quiere decir que aquel esclavo hubiera perdido su salvación, sino que significa que él sufrió pérdida. Lo que el Señor le dio le fue quitado.
Fijémonos también en Mateo 24. Los versículos 47-51 dicen: “De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel esclavo malo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comienza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, vendrá el señor de aquel esclavo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le separará, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes”. La Palabra dice que el Señor le separará. Separar a alguien no significa matarle. Si este esclavo malo fuera muerto, no habría llanto ni crujir de dientes. La expresión traducida “le separará” es una expresión antigua que denota un castigo muy grave. Este esclavo sigue vivo porque después de haber sido separado, él llora y cruje sus dientes. ¿Qué denota el llanto y el crujir de dientes? No lo sé, pero ciertamente sé que no será nada placentero. También tengo la certeza de que yo no quiero pasar por eso. Yo no estoy aquí esperando a que el Señor regrese simplemente para tener parte en el llanto y el crujir de dientes.
Algunos maestros de tendencia dispensacionalista dirán que este pasaje está dirigido únicamente al pueblo judío; pero leamos Lucas 12, que no solamente dice lo mismo bajo el mismo principio, sino que incluso lo presenta con mayor severidad. Los versículos 46 y 47 afirman que el señor de aquel esclavo “le separará, y pondrá su parte con los incrédulos. Aquel esclavo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Que el esclavo supiera cuál era la voluntad de su señor demuestra que esto se refiere a alguien que fue salvo. ¿Cómo podría alguien que no es salvo conocer la voluntad del Señor? Ciertamente esta persona era salva. El esclavo que sabe cuál es la voluntad de su Señor, pero que no se prepara ni actúa conforme a ella, recibirá muchos azotes. ¿En qué consisten esos azotes? No lo sé; pero ciertamente será una especie de castigo y no será placentero. ¿Le gustaría ser azotado? Tal vez usted diga que esto es solamente una parábola y que no se trata de verdaderos azotes. Pero de todos modos aquello no será algo que le hará sentirse feliz y gozoso.
El Señor continúa diciendo que el esclavo que desconocía la voluntad de su señor e hizo cosas dignas de azotes, sería azotado poco, pero que “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lc. 12:48). Por un lado es por la misericordia de Dios que podemos estar claros con respecto a estos asuntos, pero por otro, esto se convierte en una gran responsabilidad. Deben orar sobre estos versículos de la Palabra pura de Dios y reflexionar sobre dónde se encuentran ustedes. ¿Está seguro de que usted es mejor que este esclavo malo? Tal vez diga que no puede asumir esta clase de responsabilidad. Pero el Señor Jesús jamás le pidió que asumiera tal responsabilidad. Más bien, la actitud que muestra el Señor es que Él exige y también suministra. El único problema radica en que nosotros no tomamos de Su suministro. Su gracia nos basta. Siempre que somos débiles, somos fuertes. Debiéramos jactarnos de nuestras debilidades, pues en tales ocasiones podemos disfrutar de Cristo como la gracia que para todo se da abasto (2 Co. 12:9-10). No tenemos excusas. No digan que no pueden; si lo dicen, entonces el Señor les preguntará si Él estaba en ustedes o no. También les preguntará por qué no le disfrutaron y le aplicaron a sus situaciones y necesidades. Entonces, ¿qué dirán ustedes? Todo lo que podrán decir será: “Señor, no quise aplicarte”. Entonces el Señor Jesús les dirá: “Eres un esclavo malo y perezoso”. Éstas no son mis palabras. Éstas son las palabras dichas por el propio Señor Jesús con respecto a la manifestación del reino.
Cuando el Señor Jesús regrese y el reino sea manifestado, Él juzgará a todos los cristianos. Él no juzgará primero a la gente del mundo, sino a los Suyos. Según la parábola de las diez vírgenes, si somos insensatos, perderemos la oportunidad de disfrutar de la fiesta de bodas. El Señor dejó esto bien claro. Además, según la parábola de los talentos, no solamente nos perderemos aquella oportunidad, sino que también padeceremos cierta clase de sufrimiento. No es un asunto de simplemente perder algo, sino también de sufrir cierto castigo. No digan que siempre y cuando sean salvos les bastará. En cuanto a la seguridad eterna de su salvación, ciertamente basta con que sean salvos. Pero antes de la eternidad será el tiempo del reino milenario. Al inicio del reino milenario el Señor nos juzgará a todos nosotros, Sus creyentes, a fin de decidir si nos será permitido o no entrar a la fiesta de bodas y reinar en el reino, esto es, en Su gozo. Además, Él decidirá si debemos padecer algún castigo o no. Esto no es algo insignificante. Si hoy en día vivimos en la realidad del reino, cuando el Señor Jesús regrese Él nos invitará a participar de la manifestación del reino, y recibiremos la recompensa. De no ser así, perderemos la recompensa de participar en la fiesta de bodas y padeceremos cierto castigo.
Mateo 19 nos dice algo más sobre reinar y regir como uno de los aspectos del reino. Allí se nos dice que cuando el Señor Jesús reine durante el milenio, Sus apóstoles, tales como Pedro, Jacobo y Juan, también reinarán con Él. En Mateo 5, 6 y 7 no se aborda este aspecto en cuanto a reinar, pues en estos capítulos sólo se habla de la realidad de la vida del reino. Tampoco en Mateo 13 se aborda el tema de reinar y regir en el reino; más bien, se habla de la apariencia del reino incluyendo el gran árbol, la cizaña y la levadura. Pero en Mateo 19:28 hay algo adicional; esto es, que cuando el Señor Jesús venga como el Rey, Sus apóstoles reinarán con Él. Esto no será meramente la realidad del reino, sino la manifestación del reino. Con base en esto podemos ver que son tres los aspectos del reino: la realidad del reino, la apariencia del reino y la manifestación del reino. Mateo 20 también da a entender lo mismo. Allí se indica que durante el tiempo en que el Señor reine en Su reino, algunos se sentarán con Él y reinarán con Él. Ésta no es la realidad del reino, ni tampoco la apariencia del reino, sino la manifestación del reino. En la manifestación del reino, algunos reinarán con Él. Esto es confirmado en 2 Timoteo 2:12 donde se afirma que reinaremos con Él.
Ahora llegamos al último libro del Nuevo Testamento: Apocalipsis. Aquí vemos la cosecha. La semilla del reino fue sembrada en Mateo, y la cosecha tiene lugar en Apocalipsis. En Mateo tenemos la semilla en cuanto al hecho de que reinaremos juntamente con Cristo como Sus co-reyes y en Apocalipsis tenemos la cosecha de este hecho. Todos aquellos que fueron fieles, los mártires, serán levantados de entre los muertos, o sea, resucitados, y reinarán juntamente con Cristo para gobernar la tierra por mil años (20:4-6). Ciertamente esto no es la apariencia del reino ni la realidad del reino, sino la manifestación del reino.
Todos nosotros debemos recibir el evangelio del reino. Hemos recibido el evangelio de la vida y el evangelio de la gracia, pero debemos recibir también el evangelio del reino. Un día el reino se manifestará. Que seamos incluidos o no en esa manifestación no es algo insignificante. Es necesario que todos nos arrepintamos y nos consagremos para tomar las medidas necesarias con relación al reino.