
Lectura bíblica: Mt. 24:39b-44; 1 Ts. 4:15-17; 1 Co. 15:50-54; 2 Ts. 2:1-4, 8; 1:5-10; Fil. 3:20-21; 1 Jn. 3:2; Ap. 2:25; 3:3; 16:15; 19:11-16; 22:7, 12
Todas estas citas bíblicas revelan las medidas que el Señor tomará con respecto a los creyentes cuando regrese. Estas medidas serán por juicio, por arrebatamiento y por medio de Su selección.
El arrebatamiento de los creyentes es comparado con la siega del trigo. Según este cuadro, el arrebatamiento no es algo que pueda realizarse todo al mismo tiempo. Antiguamente la siega del trigo era realizada en tres etapas: primero se recogían las primicias, después se recogía la cosecha en general y finalmente se recogía la rebusca. Esta ilustración también nos muestra que el arrebatamiento no es algo que sucederá por accidente; más bien, es el resultado de haber llegado a la madurez de la vida divina. Si no somos maduros en el Señor Jesús, ciertamente no seremos cosechados. Puesto que somos el cultivo de trigo que el Señor tiene aquí en la tierra, es necesario que maduremos. ¿Por qué el Señor ha demorado Su venida por tanto tiempo? Es debido a que Sus santos carecen de la madurez adecuada. Nuestro progreso y madurez determinará cuán pronto ocurrirá Su venida. Si maduramos más rápido, ciertamente Su venida ocurrirá más pronto. En cierto sentido, no estamos a la espera de Su venida, sino que Él está esperando a que nosotros maduremos plenamente. Es necesario que alcancemos la madurez de la vida divina.
¿Cómo podemos ser transferidos de la realidad del reino a la manifestación del reino? Es únicamente mediante el crecimiento y la madurez de la vida divina. Si nos valemos de nuestra ilustración una vez más, diríamos que los cultivos podrán ser trasladados al granero únicamente al haber crecido y madurado. Una vez que los cultivos han madurado, serán trasladados al granero. Así pues, es necesario que todos maduremos. La madurez apropiada tendrá como resultado este traslado.
Cuando llegue el tiempo de este traslado, también será necesario que el Señor realice cierta obra. En Filipenses 3:20-21 se nos dice que a Su regreso Él transfigurará nuestro cuerpo “para que sea conformado al cuerpo de la gloria Suya”. Fuimos regenerados en nuestro espíritu y ahora estamos en el proceso de transformación de nuestra alma. Cuando esta transformación haya sido completada, tendremos la madurez de la vida divina. Esto quiere decir que estaremos listos para ser cosechados por el Señor Jesús, y entonces Él vendrá para cambiar nuestro cuerpo. Ésta es la obra que deberá ser llevada a cabo por el Señor. Supongamos que usted es un santo maduro que ha sido regenerado en su espíritu y transformado en su alma; ha sido plenamente saturado del Señor Jesús y completamente poseído por Él. ¿Qué más necesita? Usted necesita que su cuerpo sea transfigurado.
Tomemos como ejemplo al apóstol Pablo. Debido a que él es un santo que murió en el Señor, y ahora duerme hasta que llegue el tiempo de su resurrección. Mientras él vivía en la tierra, su espíritu fue completamente ocupado por el Señor, y su alma fue plenamente saturada del Señor y ocupada por Él. Pero hoy él está bajo tierra aguardando la transfiguración de su cuerpo. Su cuerpo es todavía algo viejo, algo que pertenece a la vieja creación. Aunque su espíritu fue regenerado y su alma fue transformada, su cuerpo muerto permanece en la vieja creación. Cuando el Señor Jesús regrese, Él cambiará los cuerpos tanto de los santos que vivan como de los que murieron. Ambos, sea que estén vivos o muertos, serán transfigurados. El Señor realizará una obra de transfiguración en nuestros cuerpos.
La aplicación del poder del Señor a nuestros cuerpos es, en cierto sentido, el arrebatamiento. Cuando el Señor Jesús nos arrebate al aire, Él no solamente hará que cambie nuestra posición de la tierra a los cielos, sino que también cambiará nuestros cuerpos viles a cuerpos gloriosos. Nuestros cuerpos viles pueden ser comparados con gusanos horribles; y nuestros cuerpos transfigurados, con mariposas hermosas. No me pregunten qué clase de cuerpos gloriosos tendremos, pues no lo sé. Pero sí sé que este cuerpo vil será transformado en uno glorioso. Sé que nuestros cuerpos serán como el del Señor en resurrección. Después que el Señor Jesús fue crucificado, sepultado y resucitado, Su cuerpo físico, la carne, fue transfigurado en algo que todavía era físico, pero que era algo misterioso y glorioso.
A Su regreso, nuestro cuerpo físico tan problemático será transfigurado, convirtiéndose en un cuerpo maravilloso, misterioso y hermoso. Entonces ya no seremos feos, sino que tanto los hermanos como las hermanas seremos muy bonitos. Seremos tan hermosos y gloriosos como el propio Señor Jesús después de Su resurrección. Esa gloria será simplemente el propio Señor. Cristo en nuestro interior es la esperanza de gloria (Col. 1:27). Él mismo es la gloria y cuando regrese Él será glorificado en nosotros; o sea, que Su gloria saldrá de nosotros. Hoy en día la gloria de Cristo está escondida y oculta en nuestro espíritu e incluso confinada dentro de nuestra alma. Pero cuando regrese, Su gloria se propagará desde nuestro interior y saturará todo nuestro cuerpo. Esta saturación de nuestro cuerpo con la gloria del Señor Jesús que mora en nosotros será la transformación de todo nuestro cuerpo. No piensen que el Señor Jesús simplemente vendrá desde los cielos para cambiar nuestro cuerpo y arrebatarnos, pues no será así. Más bien, el Señor Jesús transfigurará nuestro cuerpo desde nuestro interior. Él ya entró en nuestro espíritu y ha comenzado a transformar nuestra alma. Pero hay una parte de nuestro ser que Él todavía no ha saturado y esta parte es nuestro cuerpo físico. Cuando Él regrese, saturará nuestros cuerpos y será glorificado en nosotros. En esto consiste el arrebatamiento. El arrebatamiento no es meramente una especie de arrebatamiento hacia los aires, sino que es un arrebatamiento que incluye la transfiguración de nuestros cuerpos. Cuando Él venga a arrebatarnos, también saldrá de nuestro interior y sorberá este cuerpo de muerte. Nuestro cuerpo no solamente se halla sujeto a las enfermedades, sino también a la muerte. La Biblia incluso lo llama un cuerpo de muerte (Ro. 7:24). Cuando el Señor regrese, este cuerpo de muerte será completamente sorbido por la vida. Según 1 Corintios 15:50-54, nuestro cuerpo de carne y sangre no puede heredar el reino. Para heredar el reino necesitamos otra clase de cuerpo; un cuerpo glorificado. Nuestro cuerpo tiene que ser transfigurado al ser sorbido por la vida del Señor. Hoy el Señor que está en nuestro ser es nuestra vida y nuestra gloria. Un día esta vida sorberá nuestro cuerpo de muerte, y todo nuestro cuerpo será plenamente saturado, poseído y transfigurado por el Señor Jesús, quien es nuestra vida y gloria.
Muchos cristianos consideran que el arrebatamiento ocurrirá como una especie de eventualidad o como una gran sorpresa. Ellos creen que mientras nos encontremos trabajando aquí en la tierra, de improviso el Señor regresará y nos arrebatará hacia los cielos. Ellos suelen exhortar a los creyentes a no ir al cine, no vaya a ser que cuando el Señor Jesús venga a arrebatarlos los encuentre allí. Asimismo, ellos alientan a las personas a orar, leer la Biblia y adorar al Señor. Sin embargo, esta manera de pensar deja de lado el aspecto subjetivo del arrebatamiento: el Señor Jesús vendrá desde de nuestro espíritu y nuestra alma a fin de sorber nuestro cuerpo mortal. Éste es el significado de 1 Corintios 15:50-54, donde se nos dice que la muerte será sorbida para victoria. El Señor será glorificado desde nuestro interior. Él realizará dos cosas: al mismo tiempo que nos arrebata a los aires, Él también vendrá desde de nuestro interior para sorber nuestros cuerpos. ¡Entonces seremos transfigurados! Nuestros cuerpos serán transfigurados, y seremos plena y absolutamente como Él es (1 Jn. 3:2). Tanto externa como internamente seremos iguales a Él.
Otros cristianos consideran que el arrebatamiento ocurrirá simultáneamente para todos los cristianos. Ellos piensan que cuando el Señor Jesús regrese, todos los creyentes verdaderos serán llevados de improviso de la tierra a los aires al mismo tiempo. Este concepto descuida por completo el principio de la cosecha, el cual nos dice claramente que el fruto es cosechado a medida que madura. Una parte de los cultivos madura primero y es cosechada como las primicias. Ésta es una minoría. Después viene la cosecha de la mayor parte de los cultivos. Finalmente, viene la cosecha de la rebusca. Éstas son por lo menos tres etapas diferentes de la cosecha. Este cuadro que nos presenta la Biblia es un tipo muy claro. En las clases de jardín infantil se usan muchos cuadros para enseñar a los pequeñitos. Del mismo modo el Señor se vale del cuadro de la cosecha para mostrarnos claramente este asunto del arrebatamiento. Si lo único que captamos son las palabras claras del Nuevo Testamento, posiblemente no podamos entender muy bien el arrebatamiento; pero si vemos las figuras, entenderemos con claridad. El tipo de la cosecha es un cuadro muy claro y vívido del arrebatamiento. Éste es un tipo en el Antiguo Testamento que halla su cumplimiento en el Nuevo Testamento. En Mateo 13 tenemos la cosecha y en Apocalipsis 14 tenemos tanto las primicias como la mayor parte de la cosecha. Al final, la mayor parte de los cultivos habrá madurado, y llegará el tiempo de la cosecha. En un periodo muy cercano a este tiempo, unos cuantos habrán madurado temprano y éstos llegarán a ser las primicias. La mayor parte madurará después y ésta es la cosecha general. Sin embargo, algunos que estaban en las esquinas o en los bordes del campo estarán todavía verdes y requerirán de más tiempo para madurar. Éstos conforman la rebusca o el sobrante.
¿Por qué todavía no ha llegado el tiempo de que el Señor realice la cosecha? De acuerdo con la situación actual, no hay mucha posibilidad de que el Señor Jesús regrese debido a que la mayor parte de los cultivos todavía está verde y no ha madurado. Debemos estar desesperados con respecto a las cosas del Señor a fin de que seamos saturados y maduremos. Cuando la mayor parte de los cultivos estén maduros y listos para la cosecha, entonces ese será el tiempo para que el Señor Jesús venga y coseche. Inmediatamente antes de esta cosecha, unos cuantos que maduraron temprano serán cosechados como las primicias.
Está muy claro que el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis, enseña que el arrebatamiento no ocurrirá sólo una vez, sino varias veces. El arrebatamiento de las primicias ocurrirá poco antes de la tribulación. La tribulación principalmente abarcará un periodo de siete años. En el libro de Apocalipsis se nos habla de siete sellos, y el último de los siete sellos está conformado por siete trompetas. La última de las siete trompetas sonará poco antes del fin de la tribulación. Si leemos Apocalipsis detenidamente, comprenderemos que la gran tribulación probablemente comenzará cuando suene la primera trompeta. No comenzará durante el tiempo del primer sello. El primer sello prácticamente ya se ha cumplido. El segundo sello, el tercero y el cuarto ya comenzaron a cumplirse y continúan cumpliéndose. Una vez que estos cuatro sellos hallen su pleno cumplimiento, vendrán el quinto y el sexto sello, y después que éstos concluyan, vendrá el séptimo sello. Las siete trompetas son el contenido y la totalidad del séptimo sello. Recuerden que la gran tribulación comenzará con la primera trompeta y continuará hasta la última trompeta.
Teniendo esto en mente debemos leer 1 Tesalonicenses 4:15: “Os decimos esto en virtud de la palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron”. Esto quiere decir que los creyentes que murieron serán resucitados primero, y después los creyentes que hayan quedado vivos serán arrebatados. No es que nosotros seremos arrebatados primero, y después los que murieron serán resucitados. ¿Cuándo ocurrirá esto? El versículo 16 dice: “El Señor mismo con exclamación de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”. El tiempo en que seremos arrebatados será cuando suene la trompeta de Dios. Pero ¿será esto cuando suene la primera trompeta o cuando suene alguna otra trompeta? Para responder a esta pregunta debemos leer 1 Corintios 15:52: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transfigurados”. Este versículo nos dice que seremos transfigurados a la final trompeta. Esta trompeta final es sin duda alguna la séptima trompeta. Todos los creyentes que murieron serán resucitados, y todos los creyentes que estén vivos serán arrebatados cuando suene la séptima trompeta. Por supuesto, la última trompeta sonará muy cerca del final de la tribulación. Esto da a entender de manera contundente que no todos los creyentes serán arrebatados antes de la tribulación.
Un indicio adicional de este hecho se halla en 2 Tesalonicenses 2:1-5. El versículo 3 dice: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque [ese día] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición”. El “hijo de perdición” es el anticristo. Y “el día del Señor” (v. 2) es el día de la venida del Señor. Este versículo nos dice que el día de la venida del Señor no ocurrirá a menos que el anticristo haya venido primero. No seremos congregados con el Señor sin que antes sea manifestado el hombre de iniquidad, el anticristo. Estos dos puntos; el tiempo en que sonará la séptima trompeta y la manifestación del hombre de iniquidad, demuestran que no todos los cristianos serán arrebatados antes de la tribulación.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos los cristianos estarán aquí en el tiempo que ha de cumplirse 1 Tesalonicenses 4 y 1 Corintios 15. La excepción son las primicias, que serán arrebatadas antes. Esto es visto en Mateo 24 donde hay dos que trabajan en el campo, uno será tomado y el otro será dejado. Hay dos moliendo en casa, pero una será tomado y la otra será dejada. Esta parábola nos indica que hay dos cristianos que están laborando juntos, uno será tomado y el otro será dejado. Ésta es la palabra pura de la Biblia. Algunos de los santos madurarán antes que los demás y serán arrebatados. Cuando ellos sean arrebatados, será como cuando ciertas cosas muy preciosas son hurtadas. Apocalipsis 3:3 muestra que el Señor vendrá como ladrón que viene a hurtar algo. Cuando no nos percatemos de Su presencia, Él vendrá para hurtar lo más precioso, no lo inservible. Únicamente aquellos que hayan madurado en la vida divina y hayan sido transformados en su alma serán lo suficientemente preciosos para ser hurtados por el Señor.
Apocalipsis 3:10 dice: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra”. Sin duda alguna, las pruebas que sobrevendrán a todos los habitantes de la tierra a fin de probarlos, se refieren a la tribulación. En este versículo el Señor Jesús prometió que la iglesia en Filadelfia sería guardada del periodo de la tribulación, lo cual indica que antes que se dé inicio al periodo de la tribulación, el Señor se llevará de la tierra a estos creyentes. Éste es un arrebatamiento que ocurrirá antes de la tribulación. Sin embargo, afirmar que toda la iglesia será arrebatada antes de la tribulación carece de fundamento bíblico. Este versículo nos dice que los vencedores, tales como los que conformaban la iglesia en Filadelfia, serán arrebatados de la tierra antes del tiempo de la tribulación y serán guardados de la hora de la prueba.
Si algunos de los que buscan más del Señor son arrebatados antes de la tribulación, y usted es dejado, ¿cuál será su actitud? ¿Acaso seguirá amando el mundo? La tribulación estará llena de toda clase de sufrimientos y problemas. Los perjuicios y sufrimientos que afectarán a la humanidad procederán por lo menos de tres direcciones; vendrán de parte de Dios, de parte del hombre y de parte de Satanás. En ese tiempo Dios ejecutará Su juicio sobre los cielos y la tierra. Debido al juicio de Dios, muchos fenómenos naturales sufrirán alteraciones. El sol se oscurecerá; la tierra será sacudida por terremotos; y sobrevendrán grandes lluvias e inundaciones. En Mateo 7:24-27 el Señor Jesús dijo que la lluvia descendería, los ríos vendrían y los vientos soplarían. La lluvia que desciende representa las pruebas enviadas por Dios; los ríos que se acrecientan representan las pruebas procedentes del hombre; y los vientos que soplan representan las pruebas que vienen de Satanás mismo, pues Satanás está en los aires. Aquellas pruebas descritas en Mateo 7 son una representación en miniatura de la tribulación que vendrá.
Una gran parte de la tribulación venidera consistirá en los cambios de los fenómenos naturales que ocurrirán en la tierra y en los cielos. Estos cambios vendrán de parte de Dios, pues será Dios mismo quien sacudirá la tierra. El sol que solía ser tan placentero se convertirá en un adversario, y la luna se oscurecerá. También habrá pruebas procedentes del hombre. El anticristo y todos sus ejércitos perseguirán a todo aquel que tenga alguna relación con Dios. Tanto los judíos como los cristianos padecerán la persecución que será desatada por el anticristo y su ejército. Además, Apocalipsis 12 nos dice que Satanás herirá la tierra con gran ira.
Si usted se encuentra en la tierra durante el tiempo que ocurran todas esas pruebas, y se percata de que algunos creyentes fueron arrebatados por el Señor, ¿qué hará? Usted forma parte de la labranza del Señor, pero no ha madurado y no está listo para ser cosechado. La tribulación será como un sol muy ardiente que secará toda el agua del mundo que todavía haya en usted, y hará que usted madure y esté listo para ser cosechado. ¡Ciertamente los creyentes en ese tiempo madurarán rápidamente! Quizás en los primeros años un buen número de cristianos madurarán. En aquel tiempo ellos entenderán claramente que no deben amar su educación, sus empleos ni sus casas. Habrán entendido con toda claridad que necesitan amar al Señor y comer de Cristo, no solamente tres veces al día, sino tal vez diez veces al día.
El Nuevo Testamento usa varia palabras para referirse a la venida del Señor. Una es la palabra bastante común y se refiere a venida. Hay otro término que en el griego es muy particular; es la palabra parusía. Parusía denota la presencia del Señor. Esta palabra parusía es usada en Mateo 24:39 y 44. La presencia del Señor o Su parusía es Su venida gradual, la cual se inicia en el tercer cielo. Cuando las primicias son llevadas a la casa de Dios en Apocalipsis 14, entonces comenzará la parusía del Señor.
Hace muchos años, con la ayuda del hermano Watchman Nee, publicamos varios artículos sobre el tema del arrebatamiento. De acuerdo con el estudio que realizamos en la presencia del Señor, Su parusía comenzará a partir del momento en que las primicias sean llevadas al tercer cielo. En aquel tiempo, en cierto sentido el Señor no habrá dejado el tercer cielo, pero Su parusía habrá comenzado. La parusía del Señor durará por lo menos siete años. Si estudiamos todos los versículos que usan la palabra parusía, veremos que la parusía del Señor abarca un largo periodo de tiempo. Ella comienza desde el tiempo en que las primicias son llevadas a los cielos y continúa hasta que el Señor aparece físicamente al mundo entero. Las primicias serán arrebatadas antes de la tribulación, y la aparición del Señor a toda la tierra de una manera física y visible ocurrirá después de la tribulación o, por lo menos, al final de la tribulación. Aquellos que hayan madurado temprano, las primicias, serán arrebatados al tercer cielo. Después retornarán con el Señor a los aires. Entonces la mayoría de los cristianos, la cosecha, serán recogidos y arrebatados a los aires, donde el Señor Jesús ejecutará Su juicio desde el tribunal de Cristo. Éste no es el juicio que se ejecutará desde el gran trono blanco, el cual ocurrirá después del milenio (Ap. 20:11-13). El juicio que se ejecutará desde el gran trono blanco será sobre los incrédulos y tendrá relación con la salvación, mientras que el juicio que se ejecutará en el tribunal de Cristo será sobre los creyentes y se relacionará al otorgamiento de recompensas o castigos. Desde Su tribunal, Cristo determinará quiénes entre los creyentes serán recompensados y serán aptos para venir junto con Él a la tierra a fin de derrotar a Su enemigo. En ese entonces el anticristo con su ejército estará en la tierra combatiendo contra el Señor y contra el pueblo del Señor. En ese momento el Señor vendrá con Su ejército, los santos vencedores. Después del arrebatamiento y después de haber ejecutado juicio desde Su tribunal, el Señor escogerá a todos los vencedores que vendrán con Él a combatir en contra del anticristo (Ap. 19:11-16).
Éste es el arrebatamiento tal como es revelado en el Nuevo Testamento. Algunos cristianos argumentan que el arrebatamiento ocurrirá antes de la tribulación, mientras que otros cristianos argumentan que ocurrirá después de la tribulación. ¿Por qué discuten? Ellos discuten debido a que ambos han visto únicamente parte del cuadro. Quienes han visto algo con respecto al arrebatamiento que ocurre antes de la tribulación se aferran a ello, y quienes han visto algo con respecto al arrebatamiento que ocurre después de la tribulación también se aferran a ello. No obstante, tenemos que comprender que el asunto del arrebatamiento es como las muchas piezas de un rompecabezas. No debiéramos aferrarnos a una pieza, sino poner todas las piezas juntas hasta que tengamos un cuadro completo. Entonces el cuadro tendrá sentido y será bastante lógico.
Cuando llegue el tiempo de la cosecha, en un mismo campo de cultivo se tendrá tanto las primicias como la cosecha y la rebusca. El arrebatamiento de un reducido número de santos que han madurado ocurrirá antes de la tribulación. La mayoría de los santos serán arrebatados durante la tribulación debido a que la necesitan para hacerlos madurar. Finalmente, la última parte de los cultivos será cosechada después de la tribulación. La cosecha de los cultivos no se halla descrita en los capítulos 7 ni en el 8 de Apocalipsis, sino en el capítulo 14. Esto quiere decir que esto ocurrirá en medio de la tribulación.
Leamos ahora Apocalipsis 16:13-15: “Vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. (He aquí, Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.)”. Tenemos que fijarnos cuándo fue el momento en que el Señor dijo: “He aquí, Yo vengo como ladrón”. Esto ocurre en el momento en que los tres espíritus malignos salen a reunir el ejército del anticristo para Armagedón. Que el Señor diga: “He aquí, Yo vengo como ladrón”, da a entender que todavía habrán quedado algunos creyentes en la tierra incluso en ese entonces. Esto quiere decir que ellos todavía no han madurado y que continúan en la tierra bajo el sol abrasador que habrá de acelerar su proceso de maduración. Afirmar que todos los creyentes serán arrebatados de una sola vez antes de la tribulación o después de la tribulación es por completo contrario a las Escrituras. La advertencia que el Señor hizo a Su pueblo en el capítulo 16 ocurre poco antes del final de la tribulación. Esto da a entender que algunos de los Suyos serán dejados en la tierra durante la tribulación.
De acuerdo con todos estos versículos, el arrebatamiento de los creyentes no se realizará de una vez por todas en una sola ocasión, sino que se llevará a cabo durante un periodo de aproximadamente siete años. ¿Cuándo será usted arrebatado durante ese periodo de siete años? Eso dependerá de su grado de madurez. Si a los ojos del Señor usted ha madurado y está listo, ciertamente Él le llevará consigo antes que la tribulación comience. Es de este modo que el Señor efectuará la transferencia de la realidad del reino a la manifestación del reino. En otras palabras, todos tenemos que madurar. Si deseamos madurar, tenemos que tomar a Cristo una y otra vez, comiendo de Él y permitiéndole saturarnos todo el tiempo. En esto consiste la vida del reino, la cual es descrita y definida en Mateo 5, 6 y 7; ésta es una vida en la que continuamente tomamos a Cristo como nuestro nutrimento y constantemente somos saturados de Cristo, así como ocupados y poseídos por Él. En esto consiste la realidad del reino. Ésta es la verdadera madurez. Si éste es nuestro caso, cuando el Señor Jesús regrese, seremos arrebatados como las primicias. Esto quiere decir que seremos escogidos y elegidos por Él para conformar Su ejército (Ap. 17:14; 19:11-15). El ejército combatiente del Señor Jesús está conformado por los santos vencedores que viven en la realidad del reino. Ellos viven en la realidad del reino y llegarán a conformar un ejército combatiente y, después del combate, ellos constituirán la manifestación del reino. Como el ejército del Señor Jesús, ellos vendrán con Él para destruir al anticristo y su ejército. Entonces las naciones de toda la tierra se convertirán en el reino de Cristo, y el ejército compuesto por los santos vencedores se convertirá en aquellos reyes que reinarán juntamente con Cristo, Sus co-reyes, para gobernar la tierra entera. Ellos serán transferidos a la manifestación del reino durante el milenio.
¿Qué sucederá entonces con todos los cristianos derrotados? Ellos no tendrán parte en reinar con Cristo durante el milenio como Sus co-reyes. ¿Dónde estarán? Si bien desconocemos todos los detalles, el principio sí puede ser visto con claridad. Cuando el Señor Jesús regrese, los creyentes falsos serán atados en manojos y arrojados al fuego, con lo cual se pondrá fin a toda la cizaña del cristianismo. Los santos vencedores serán escogidos para combatir en la batalla junto al Señor a fin de recobrar la tierra para que el Señor reine sobre ella. Ellos serán reyes juntamente con Cristo en la manifestación del reino. Los cristianos derrotados no serán arrojados al fuego ni tampoco entrarán en el reino para reinar juntamente con Cristo. Según Mateo 22:13 y 25:30, ellos serán arrojados a las tinieblas de afuera donde será el llanto y el crujir de dientes.
En resumen, la cristiandad en la actualidad se halla compuesta tanto por cristianos falsos como por cristianos verdaderos. Los cristianos falsos conforman la apariencia externa del reino. Entre los cristianos verdaderos, unos cuantos son vencedores, y la mayoría está derrotada. Cuando el Señor Jesús regrese, Él primero aniquilará a los cristianos falsos, esto es, arrojará la cizaña al fuego. Después, Él arrebatará a todos los cristianos verdaderos llevándolos a los aires de acuerdo con su madurez. En Su tribunal establecido en los aires, Él ejecutará Su juicio sobre todos los cristianos verdaderos para decidir quién será seleccionado y escogido. Éstos serán los vencedores que regresarán a la tierra para combatir contra el ejército rebelde del anticristo. Después de derrotar al anticristo y su ejército, los vencedores serán quienes reinen juntamente con Cristo en Su reino aquí en la tierra. Esto constituirá la manifestación del reino. Esto también será la transferencia de la realidad del reino a la manifestación del reino. Únicamente los vencedores, aquellos que viven en la realidad del reino de los cielos hoy, tendrán parte en su manifestación. La manifestación del reino de los cielos será una recompensa o premio que se otorgará a los vencedores.