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Mensajes del libro «Reino, El»
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CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

LA DISCIPLINA QUE EL SEÑOR EJECUTARÁ A LOS GENTILES Y JUDÍOS CUANDO REGRESE

  Lectura bíblica: Jl. 3:2, 9, 11-12; Zac. 12:2-4, 9, 10; 3, 4, 14:12-13; Dn. 2:34-35, 44-45a; Ap. 14:17-20; Is. 63:1-6; Ap. 16:12-16; 17:12-14; 19:11-21; 2 Ts. 2:8; Ap. 11:15; Ro. 11:25-26; Jer. 3:17; Is. 11:10; 2:2-4a; Zac. 8:20-23; 14:16-19

  Según 1 Corintios 10:32, la humanidad se divide en tres grupos de personas: los judíos, los gentiles y la iglesia. La iglesia está compuesta de las personas regeneradas que han sido salvas y separadas del mundo. Entre los cristianos, algunos son vencedores, pero muchos no lo son. Cuando el Señor regrese los vencedores habrán sido completamente transformados. Debido a que ellos han vivido en la realidad presente del reino, serán transferidos a la manifestación del reino a fin de disfrutar de la fiesta de bodas y reinar con Cristo en el milenio.

  Sin embargo, en ese tiempo también habrá muchos cristianos que no habrán sido transformados. Ellos tendrán que ser disciplinados durante el milenio para que también puedan ser transformados. Tales cristianos derrotados tendrán que arreglar cuentas con el Señor. Lo que significa que sufrirán pérdida y recibirán cierta clase de castigo de parte del Señor. Los cristianos falsos, la cizaña, serán atados y arrojados al fuego.

LOS GENTILES

  Ahora hemos de ver qué medidas tomará el Señor en Su segunda venida con respecto a las naciones, los pueblos y los judíos. Leamos Joel 3:2: “Reuniré a todas las naciones y las haré descender al valle de Josafat; allí entraré en juicio con ellas a causa de Mi pueblo, de Israel, Mi heredad, al cual ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron Mi tierra”. Este versículo indica que el Señor Jesús reunirá a todas las naciones y las derribará. Esto incluirá los ejércitos del anticristo que se formarán en el futuro. A continuación, los versículos 9 y 12 dicen: “¡Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes! ¡Acérquense, vengan todos los hombres de guerra! [...] Despiértense las naciones y suban al valle de Josafat, porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor”. Estos versículos dan a entender que en el tiempo del regreso del Señor las naciones serán movidas a atacar a Jerusalén. Las naciones pensarán que se congregan para atacar a Jerusalén, pero conforme al propósito de Dios, ellas se juntarán allí para ser juzgadas. Zacarías 12:2-4 dice: “Yo pongo a Jerusalén como una copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor; también contra Judá, cuando se ponga sitio a Jerusalén. En aquel día Yo pondré a Jerusalén como una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que intenten cargarla serán despedazados. Y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; pero pondré Mis ojos sobre la casa de Judá y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera”. Estos versículos también nos muestran que cuando el Señor Jesús regrese, las naciones se juntarán para atacar a Jerusalén. En ese tiempo el Señor Jesús descenderá desde los aires para derrotarlos y destruirlos. Al mismo tiempo, ocurrirá algo maravilloso y lleno de gracia; lo cual está descrito en el versículo 10: “Sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito”.

  El Señor Jesús regresará en el mismo momento en que el anticristo haya reunido a todos sus ejércitos para atacar a Jerusalén. Los judíos estarán sitiados por los ejércitos del anticristo y no tendrán escape. Pero el Señor Jesús aparecerá, herirá a todos los ejércitos que sitiaron a Jerusalén y derramará Su Espíritu sobre el pueblo judío. Toda la casa de Judá se arrepentirá y se lamentará, llorando a causa de su rebelión contra Cristo. Ellos comprenderán que Él es aquel a quien crucificaron y traspasaron en la cruz. Se arrepentirán y le recibirán como su Salvador. Por tanto, al descender el Señor Jesús realizará dos cosas: aplastará a todos los ejércitos de las naciones y libertará a todo el pueblo judío que se arrepentirá y creerá en Él. Según Zacarías 14:3-4, cuando el Señor Jesús regrese para rescatar al pueblo judío, Sus pies se afirmarán sobre el monte de los Olivos. Cuando el Señor Jesús ascendía, el ángel le dijo a los discípulos del Señor: “Varones galileos, ¿por qué os quedáis mirando al cielo? Este Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11). Puesto que Él ascendió desde el monte de los Olivos, Él también regresará al monte de los Olivos. Cuando el Señor Jesús afirme Sus pies sobre el monte de los Olivos, este monte se partirá por la mitad, abriéndose un camino por el cual el pueblo judío que estaba sitiado podrá escapar. Si usted es un vencedor, estará allí con el Señor.

Herirá a las naciones

  Durante el tiempo del Éxodo, los hijos de Israel experimentaron en principio esta misma clase de liberación. El faraón y sus ejércitos salieron en persecución de los hijos de Israel hasta las orillas del mar Rojo. Cuando parecía que ellos no tenían vía de escape, el Señor partió en dos las aguas del mar Rojo, y los israelitas pasaron por en medio del mar. En el futuro, el pueblo de Israel será sitiado por el anticristo y sus ejércitos, pero el Señor vendrá y los libertará partiendo el monte de los Olivos y abriéndoles camino en medio del mismo. ¡Qué maravilloso! Zacarías 14:12-13 dice: “Ésta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: su carne se corromperá cuando aún estén con vida, se les consumirán en las cuencas sus ojos y la lengua se les deshará en la boca. En aquel día habrá entre ellos un gran pánico enviado por Jehová; cada uno agarrará la mano de su compañero, y levantarán la mano unos contra otros”.

  Según 2 Tesalonicenses 2:8, el Señor Jesús destruirá al anticristo y sus ejércitos con el aliento de Su boca. El aliento de la boca del Señor consumirá a los pueblos rebeldes. Sus ojos serán consumidos en sus cuencas, y su lengua se les deshará en su boca. Al derrotar y destruir al anticristo y sus ejércitos, el Señor rescatará la casa de Israel.

  Ahora debemos leer Daniel 2:34-35: “Estabas mirando, hasta que una piedra se desprendió sin que la cortara mano alguna, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra”. Sin duda alguna, la piedra que se desprendió sin que la cortara mano alguna es el propio Señor Jesús. Él es la piedra cortada por Dios que aplastará aquella gran imagen. El rey de Babilonia, Nabucodonosor, vio aquella imagen que tenía cabeza de oro, hombros de plata, estómago de bronce, piernas de acero y los diez dedos de los pies de acero mezclado con barro. La visión de aquella gran imagen abarca todo el periodo de los gentiles, el cual se inicia con Babilonia y concluye cuando el Señor Jesús regrese.

El deseo que Dios tiene por un reino

  En Éxodo 19:5-6 Dios reveló Su deseo de que la nación judía fuera Su reino en la tierra. Pero debido a su idolatría y degradación, Dios envió al rey Nabucodonosor de Babilonia para destruir a Jerusalén y el templo. Se perdió el templo, la ciudad y la nación entera. Esto quiere decir que se perdió el reino de Dios sobre la tierra. En los libros de Esdras y Nehemías Dios es llamado el Dios de los cielos, porque Su reino sobre la tierra había sido destruido. Por el contrario, cuando Abraham oró, él oró al Señor de los cielos y la tierra. Debido a que Abraham estaba allí en representación de la autoridad de Dios, Dios también era el Dios de la tierra. Pero en tiempos de Nabucodonosor no había un reino sobre la tierra para el establecimiento de la autoridad de Dios. Por tanto, Dios era llamado el Dios de los cielos.

La era de los gentiles

  La era de los gentiles comenzó con Nabucodonosor, tipificado por la cabeza de oro de la gran imagen. Después de él vino Persia y Media, representados por los hombros de plata. Persia es el Irán de hoy. Las naciones de los medos y persas operaron juntas como lo hacen los dos hombros. Debido a que su autoridad no fue tan elevada como la de Nabucodonosor, ellos se hallan representados por la plata. Después de estos dos imperios vino el imperio de Grecia, representado por el abdomen de bronce. Alejandro Magno cruzó el mar Mediterráneo y derrotó a Persia y Media. Después de Grecia vino el Imperio Romano, representado por las dos piernas. Según la historia del Imperio Romano, éste se dividía en la parte occidental y la parte oriental. Por tanto, estas dos partes son las dos piernas. Si bien la grandeza y dignidad del Imperio Romano no puede compararse con la de los imperios precedentes representados por el oro, la plata y el bronce, el Imperio Romano era muy fuerte según denota el hierro. En la Biblia, el hierro denota fortaleza y poder (Ap. 2:27; 12:5; 19:15; Sal. 2:9).

  Tanto Daniel como Apocalipsis nos dice que después del Imperio Romano surgirán diez naciones, que en Apocalipsis están representadas por diez cuernos (Ap. 13 y 17). En esos dos capítulos de Apocalipsis, los diez cuernos representan las diez naciones regidas por el anticristo. Estas diez naciones son también los diez dedos de los pies. Daniel 2 dice que la piedra cayó sobre la imagen, esto es, sobre los poderes gentiles. El Señor Jesús herirá la imagen. Al aplastar los diez dedos de los pies, el Señor Jesús herirá la totalidad del poder de los gentiles. Cristo es la piedra que herirá a las naciones gentiles. Lo que Daniel dijo corresponde con lo dicho por el Señor Jesús en Mateo 21:44 sobre la piedra que los edificadores desecharon: “Sobre quien ella caiga, le hará polvo y como paja le esparcirá”.

La piedra que se hace un monte

  Después que el Señor desmenuce por completo aquella imagen, la cual representa a todo el mundo gentil, la piedra se hará un gran monte que llenará toda la tierra. Esto quiere decir que Cristo, la piedra, llegará a ser el reino. En la Biblia un monte representa un reino. El Señor Jesús llegará a ser el reino que llena toda la tierra. Estas palabras se cumplen en Apocalipsis 11:15: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”. Después que el Señor Jesús ponga fin a la dispensación de los gentiles, Su reino llenará toda la tierra. Su reino es el agrandamiento de Él mismo. La piedra se hace un monte, lo cual quiere decir que Cristo llega a ser el reino. El reino de los cielos es simplemente el aumento de Cristo. El propio Señor Jesús es el Rey; cuando Él entra en todos nosotros, Él se convierte en el reino. Por tanto, la piedra llega a ser el monte; Cristo llega a ser el reino. Si bien hay muchos otros versículos en el Antiguo Testamento que tratan sobre este asunto, los que abordamos aquí son los más representativos.

La vendimia

  El Antiguo Testamento nos habla del reino como profecía; pero en el Nuevo Testamento trata de su cumplimiento. Apocalipsis 14 revela tanto las primicias como la cosecha. Además de esta cosecha de trigo, está también la vendimia o la cosecha de uvas. A los ojos de Dios hay dos campos o labranzas aquí en la tierra. Una es la labranza de trigo que representa a los Suyos; la otra es la viña donde crecen las uvas, la cual representa a la gente de este mundo. Mientras el trigo representa a los cristianos, las uvas representan a los incrédulos. Según Apocalipsis 14:17-20, los racimos de uva de la tierra fueron vendimiados y arrojados en el gran lagar de la ira de Dios. El lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió la sangre hasta los frenos de los caballos. No se nos dice que salió jugo de uva, sino que salió sangre. Además, se nos dice que ésta llegó hasta los frenos de los caballos; esto da a entender que allí habrá muchos caballos. La sangre formó una corriente tan profunda que cubría unas dos millas. Millones de personas de los ejércitos de la tierra serán puestos dentro de este lagar y serán pisados como uvas.

  ¿Quién pisará ese gran lagar? Isaías 63:1-6 nos permite saber que es el Señor mismo quien pisará el lagar. Ése será el día de la venganza del Señor; Él pisará a tales personas en Su ira, y con Su furor las embriagará, derramando en tierra su sangre. En esto consistirá la vendimia de los incrédulos.

Armagedón

  Ahora debemos leer Apocalipsis 16:12-16: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes que vienen de donde el sol sale. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios todopoderoso. (He aquí, Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.) Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”. La bestia mencionada aquí es el anticristo. Mientras los gentiles se preparan para la batalla y reúnen un ejército, el Señor Jesús hará llegar Su advertencia a los creyentes. Este pasaje indica que todavía quedarán creyentes sobre la tierra en aquel tiempo.

  Armagedón, que significa el monte de Megiddon, está muy cerca de Bosra y Jahazah. El monte y el valle se hallan muy cerca el uno del otro. Esto da a entender que en el mismo tiempo durante el cual el Señor Jesús regrese, los tres espíritus malignos saldrán a incitar a los pueblos del Lejano Oriente. El versículo 12 dice: “Para que estuviese preparado el camino a los reyes que vienen de donde el sol sale”. Los reyes que vienen de donde el sol sale no serán los reyes europeos ni tampoco del Medio Oriente, sino que procederán del oriente del Éufrates.

  Ahora tenemos que leer Apocalipsis 9:13-18: “El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número. Así vi en visión los caballos y a los que montaban sobre ellos, los cuales tenían corazas de fuego, de jacinto y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre. Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca”. El río Éufrates también es mencionado en este pasaje. Aquí se nos dice que una tercera parte de los hombres serán muertos y que el número de las tropas de caballería será de doscientos millones.

La caballería de doscientos millones

  Esto corresponde al relato del capítulo 16. Los espíritus malignos serán liberados para incitar a los pueblos del Lejano Oriente, quienes vendrán trayendo consigo doscientos millones jinetes a caballo. Ellos vendrán del Lejano Oriente, cruzarán el río Éufrates y se dirigirán a Armagedón. Armagedón está muy cerca a Jerusalén, donde estarán el anticristo y sus ejércitos. Estos ejércitos serán aniquilados en Armagedón con fuego, humo y azufre. En principio estos componentes son similares a los que caracterizarían un bombardeo nuclear moderno. Recuerden que éstos no son los ejércitos bajo el mando del anticristo, sino los ejércitos del Oriente que habrán cruzado el Éufrates. Estos ejércitos del Oriente primero vendrán a la región del río Éufrates que hoy es Irak e Irán, y después se dirigirán a Jerusalén.

El lagar

  Mientras el anticristo ataca a Jerusalén, los doscientos millones jinetes procedentes del Oriente también se dirigirán hacia el mismo lugar, Jerusalén. Esto quiere decir que los ejércitos de la tierra se juntarán en esta única ocasión tal como todas las uvas de una vid se juntan en el lagar. Entonces el Señor Jesús vendrá a pisar el lagar. Al pisar el lagar, el Señor Jesús destruirá los ejércitos del anticristo y los doscientos millones de jinetes del Lejano Oriente.

  Según Apocalipsis 17:12-14, los diez cuernos, que representan diez reyes, de improviso serán investidos con autoridad de reyes por una hora juntamente con la bestia, el anticristo. Éstos harán guerra contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá. Los que están con el Cordero, Sus ejércitos, serán los escogidos y fieles. ¿Quiénes son estos escogidos y fieles? Recuerden las palabras del Señor: “Muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22:14). Los escogidos son aquellos que fueron fieles al Señor y llegaron a conformar Su ejército.

  Según Apocalipsis 19, Sus ejércitos estarán vestidos de lino fino, blanco y puro. La vestimenta de lino fino es la vestimenta para la fiesta de bodas y, a su vez, la vestimenta para combatir. El vestido de bodas será también el vestido para combatir. El Señor pisará el lagar y preparará un banquete para todas las aves de los cielos. Cuando el inicuo aparezca, el Señor lo destruirá con una espada aguda que saldrá de Su boca. Por tanto, todos los versículos del Antiguo y del Nuevo Testamento son muy coherentes entre sí. El Señor Jesús vendrá a destruir a todos los ejércitos rebeldes mediante el aliento de Su boca. Es debido a esto que la sangre tendrá tal profundidad (Ap. 14:20).

  Entonces, según Apocalipsis 11:15, el reinado sobre este mundo pasará a nuestro Señor y a Su Cristo. Los ejércitos gentiles serán destruidos, y la imagen entera, que representa la era de los gentiles, será desmenuzada.

LOS JUDÍOS

  Ahora consideremos la manera en que el Señor se hará cargo de los judíos cuando regrese. Durante la era de la iglesia, el Señor ha dejado temporalmente al pueblo de Israel y lo trata como si fueran gentiles. Ellos tienen que recibir el evangelio y ser salvos a fin de llegar a ser miembros de la iglesia. Pero al final de esta era, según Zacarías 13 y Romanos 11, la nación judía experimentará un avivamiento y se volverá al Señor. Debido a que esto ocurrirá durante la tribulación, muchos sufrirán y morirán. Zacarías 13:8-9 también nos dice que por lo menos dos tercios de los judíos que hayan quedado vivos serán raídos de la tierra. Este número no incluye a los millones que murieron por Hitler. Cuando el Señor Jesús venga de nuevo, el tercio restante se arrepentirá y creerá en el Señor. La casa de Israel será salva en aquel tiempo.

  Después que sean regenerados y salvos, los judíos serán trasladados al reino milenario sobre la tierra a fin de ser los sacerdotes que enseñarán a las naciones cómo servir a Dios (Zac. 8; Is. 2). Los vencedores entre los cristianos serán los reyes, los gobernadores, durante el reino milenario, y los salvos de la casa de Israel serán los sacerdotes. Aunque estos judíos serán regenerados y salvos, no serán transformados ni sus cuerpos serán transfigurados para aquel tiempo. Más tarde, justo antes del tiempo de la Nueva Jerusalén, ellos serán transformados y cambiados en sus cuerpos. Romanos 11:25-26 dice que todo Israel será salvo. Esto es confirmado por Jeremías 3:17: “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová, a Jerusalén; y no andarán más tras la dureza de su malvado corazón”. Después de la destrucción de los ejércitos gentiles y de la salvación del pueblo judío, los gentiles que hayan quedado llamarán a Jerusalén el trono de Jehová. Todas las naciones se reunirán en el nombre del Señor en Jerusalén. Ellas ya no andarán más tras la dureza de su malvado corazón. Hoy los gentiles todavía andan tras la dureza e imaginaciones de sus malvados corazones, pero en aquel día irán a Jerusalén al nombre del Señor.

  Isaías 11:10 también nos habla sobre aquel tiempo: “Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa”. Ciertamente, Cristo es la raíz de Isaí y, como tal, Él será puesto como pendón o señal todas las naciones gentiles. Las naciones gentiles irán en pos de Cristo, y el lugar de Su reposo, Su habitación, será gloriosa.

Enseñarán a los gentiles a adorar a Dios

  Leamos también Isaías 2:2-4a: “Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las naciones. Vendrán muchos pueblos y dirán: ‘Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará Sus caminos y caminaremos por Sus sendas’. Porque de Sion saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos”. Ése será el tiempo en que la paz verdadera imperará sobre la tierra. No importa cuánto hable la gente de paz en la actualidad, no hay paz. La paz en la tierra no vendrá hasta que el Señor Jesús sea el Rey. Estos pocos versículos nos dicen que después de que el Señor Jesús destruya los ejércitos de los gentiles, salvará al pueblo judío y tomará Jerusalén para que sea Su capital sobre la tierra. Él establecerá Su trono allí, y los gentiles que hayan quedado en la tierra acudirán a Él. Jerusalén se convertirá en el centro donde se enseñará a los gentiles cómo adorar al Señor.

  Acerca de ese tiempo, Zacarías 8:20-23 dice: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Vendrán los habitantes de una ciudad a otra y dirán: ‘¡Vamos a implorar el favor de Jehová y a buscar a Jehová de los ejércitos!’. ¡Yo también iré! Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, y le dirán: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’”.

  Entre los antiguos judíos, los sacerdotes constituían una minoría entre el pueblo de Dios. El pueblo recibía de los sacerdotes la enseñanza e instrucción en cuanto a Dios. Ellos enseñaban a la gente de qué manera adorar y servir a Dios. Esto era un cuadro de la situación que imperaría en el futuro durante el milenio. Durante el milenio los gentiles tomarán como sus sacerdotes a los judíos conversos. Diez gentiles acudirán a un judío pidiéndole que les enseñe cómo servir al Señor. Debido a que escucharán que el Señor está con los judíos, vendrán a ellos para aprender cómo servir al Señor. Esto quiere decir que, durante el milenio, los gentiles serán las naciones y los judíos conversos serán los sacerdotes, quienes enseñarán a los gentiles a adorar a Dios.

Lo hecho por el Señor

  La actual situación que impera en el Medio Oriente ¡reviste gran significado! En 1948 la nación de Israel volvió a ser formada, y en 1967 la ciudad de Jerusalén regresó a los judíos. Después de ser salvo, hace más de cincuenta años, leí las profecías referentes a la segunda formación de la nación de Israel. En aquel tiempo me era difícil creer que esto fuera posible. Parecía imposible que Jerusalén regresase a manos de los judíos. Pero ¡aleluya! ¡Lo que nos parece imposible a nosotros es posible para Dios! ¡Y el Señor ciertamente lo hizo! Ciertamente esto fue hecho por el Señor y es maravilloso a nuestros ojos.

  En 1948 repentinamente la nación de Israel volvió a formarse como nación. Luego en 1967, en apenas seis días, la ciudad de Jerusalén regresó a manos de los judíos. Por veinticinco siglos, desde el año 606 a. C., Jerusalén no había estado bajo el control del pueblo judío. Pero de improviso, de la noche a la mañana, volvió a estar bajo su control. Ciertamente esto fue hecho por el Señor. Hoy en día la atención del mundo entero está enfocada en la situación del Medio Oriente, que tiene como centro la pequeña nación de Israel. Todos los ismaelitas, los árabes, continúan conspirando en contra de los judíos. Pero el Señor está resguardando a Israel.

  Además de la situación en el Medio Oriente, está la situación en Europa. Pronto Europa estará conformada por diez naciones. Además de las situaciones del Medio Oriente y de Europa, está también la situación en el Lejano Oriente. La línea divisoria es el río Éufrates. Ciertamente el anticristo será el líder de los poderes europeos. Bajo su liderazgo, los europeos formarán ejércitos y avanzarán hacia Palestina para combatir contra la nación de Israel y capturar a Jerusalén. Al mismo tiempo, doscientos millones de jinetes vendrán del Lejano Oriente y cruzarán el río Éufrates. Todos estos poderes se reunirán, y mientras estén reunidos, el Señor vendrá a pisar el lagar. En el tiempo de la tribulación se formarán los ejércitos en el territorio europeo y se congregarán los jinetes en el Lejano Oriente.

  Hemos visto que algunos de los santos más maduros serán arrebatados como primicias al tercer cielo antes de la tribulación. La cosecha general será recogida en medio de la tribulación. Las primicias serán arrebatadas al tercer cielo, la casa de Dios. Serán éstos quienes vendrán con el Señor Jesús al aire, adonde será arrebatada el resto de la cosecha a fin de encontrarse con ellos. Allí el Señor Jesús administrará Su juicio sobre todos los creyentes a fin de seleccionar a los vencedores que formarán Su ejército. Mientras el Señor Jesús forma Su ejército en el aire, todas las naciones formarán sus ejércitos sobre la tierra y serán reunidos en Jerusalén (Ap. 16:14, 16; 19:19). Esto quiere decir que las uvas procedentes de todos los confines de la vid serán reunidas en el centro del lagar (Ap. 14:18-19). El Señor vendrá desde el aire con Su ejército de los llamados, escogidos y fieles, y destruirá al anticristo y su ejército así como a los doscientos millones de jinetes procedentes del Lejano Oriente (Ap. 19:11-21). Al mismo tiempo, el Espíritu será derramado sobre el Israel que estará sitiado (Zac. 12:10), entonces ellos se arrepentirán, y toda la casa de David será salva.

  La tierra entera pasará a ser el reino de Cristo (Ap. 11:15). La piedra que hirió el mundo gentil se convertirá en el monte, el reino, que llenará toda la tierra (Dn. 2:35). Algunos de los gentiles seguirán vivos aun después de la batalla de Armagedón y estos gentiles se convertirán en los pueblos, las naciones, sobre la tierra. Los judíos conversos y salvos serán los sacerdotes en Jerusalén para enseñar a las personas de qué manera deben servir al Señor. El Señor Jesús establecerá a Jerusalén como Su capital y desde Su trono reinará como Rey sobre toda la tierra.

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