Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO DIEZ

ESTAR EN EL ESPÍRITU, NO EN LA LETRA

  Como seres humanos que somos, todavía estamos en la vieja creación. Nos ejercitamos para andar conforme al espíritu, pero todavía estamos en la vieja creación y nuestro espíritu no es tan fuerte. Como consecuencia de ello, nos es fácil depender de métodos. Incluso cuando abandonamos un método viejo, buscamos un método nuevo. Sea viejo o nuevo el método, de todas formas es un método del cual dependemos y que estamos renuentes a abandonar.

SEGUIR AL ESPÍRITU

  Es fácil adoptar un método. Aunque hemos abandonado los viejos métodos, adoptamos nuevos métodos, y siempre y cuando dependamos de un método, éste puede llegar a ser una ordenanza. Por ejemplo, invocar el nombre del Señor en voz alta se ha convertido en un método popular para ejercitar el espíritu. Nuestras reuniones pueden considerarse como reuniones de invocar. Ésta parece ser nuestra práctica. No deberíamos criticar este invocar, pues es beneficioso, así como es de beneficio a los boxeadores el golpear con sus puños. No obstante, una persona que sólo sabe cómo tirar puños no puede ser un boxeador hábil. Nuestro espíritu es mucho más ágil que nuestro cuerpo, y el ejercicio de nuestro espíritu no debería limitarse a invocar fuertemente.

  El Espíritu es como el viento que sopla donde quiere. A veces el viento es feroz, y otras veces es suave. Un huracán puede arrancar un techo de acero de una casa, pero una suave brisa es placentera. A veces el viento sopla desde el sur en la mañana, desde el norte en la tarde y desde el oeste o el este en la noche. Igualmente, el Espíritu sopla como quiere.

  Nosotros tendemos a tomar el camino fácil para liberar el espíritu. Queremos que el Espíritu sople desde una sola dirección. No nos es fácil seguir al Espíritu cuando Él sopla desde una dirección distinta. Nuestro espíritu no está limitado a invocar fuertemente. El Espíritu no nos guiará a sólo invocar de esta manera en cada reunión, incluyendo la reunión de la mesa del Señor. Invocar fuertemente se ha convertido en un método que utilizamos para ejercitar nuestro espíritu.

  El Espíritu nos dirige de muchas maneras. Por ejemplo, en el libro de Salmos, a veces se ve un clamor que dice: “Oh, Señor” (35:17; 57:9). Algunos salmos son largos, algunos salmos son cortos y algunos salmos tienen un selah, que es una pausa, un intermedio silencioso. Esto muestra que los santos del Antiguo Testamento expresaban su inspiración de distintas maneras. En el Nuevo Testamento los creyentes oraban, alababan, invocaban el nombre del Señor y cantaban. Necesitamos poner en práctica el ejercitar nuestro espíritu de muchas maneras. El invocar fuertemente y el orar oraciones cortas de tres a cinco frases se han convertido en una regulación.

  El Espíritu sopla donde Él quiere. Él nos puede dirigir a ser ruidosos, a clamar, o a estar callados cuando alabemos u oremos. Tenemos que ser librados de las ordenanzas. No deberíamos guardar ordenanza alguna cuando cantamos los himnos. En las reuniones usualmente cantamos un himno entero. Después de cantar un himno, también lo oramos. No necesitamos seguir un procedimiento establecido. Podemos orar unas cuantas frases de un himno antes que lo cantemos. Después de cantar una estrofa, un hermano o una hermana podrían dar un testimonio. Luego otro santo quizás sugiera que cantemos la estrofa nuevamente. Después de cantar, posiblemente haya más oración. No es necesario esperar hasta que cantemos todo el himno antes de orar. Podemos orar luego de cantar una sola estrofa, y no necesitamos seguir las letras del himno de manera rígida cuando oramos. Podemos usar las letras para desarrollar nuestra oración.

  Nosotros somos seres humanos; no somos robots. Un robot es mecánico. No necesitamos invocar al Señor o clamar de manera mecánica en las reuniones. No necesitamos ser rígidos. Fuimos rígidos con nuestra vieja práctica, y ahora somos rígidos con la nueva práctica. Anteriormente estábamos rígidamente en una práctica muerta, y ahora estamos rígidamente en una práctica viviente. Sin embargo, luego de un periodo de tiempo será intolerable el ser rígidos de este modo. Que el Señor tenga misericordia de nosotros, y que nosotros podamos recibir Su misericordia.

  Algunos santos podrían decir que somos chinos y que nuestro carácter es conservador. No deberíamos estar demasiado atentos a nosotros mismos o decir que el carácter chino es conservador. Si oímos que habrá una explosión, correremos a un lugar seguro más rápido que todos los demás. Las personas chinas que fueron a los Estados Unidos para minar oro fueron capaces de soportar muchas dificultades.

  Dentro de nosotros hay una vida nueva con una nueva naturaleza. El Espíritu del Señor mora en nuestro espíritu, pero nosotros limitamos al Señor. Es como si nosotros estuviésemos en una habitación con muchas ventanas, pero siempre abrimos la misma ventana. Hoy abrimos la ventana orientada al este y mañana abrimos la misma ventana aunque pudimos abrir cualquier ventana. Puesto que el viento no sopla de una sola dirección, deberíamos abrir todas las ventanas.

  En todo lo que hagamos, deberíamos ser flexibles; no necesitamos las regulaciones. Las iglesias ya no deberían tener regulaciones. Cada santo debería estar liberado. Esto no quiere decir que practicamos la anarquía. Siempre y cuando los ciudadanos de un país respeten la ley, nadie interfiere con su libertad. No obstante, tan pronto como ellos cometen un crimen, la policía hace cumplir la ley. Esto se puede aplicar a nuestras reuniones. Siempre y cuando los santos vivan en el espíritu y anden por el espíritu, hay libertad (2 Co. 3:17). Sin embargo, si alguien causa problemas en las reuniones, los hermanos responsables deberían detenerlos.

SER LIBRADOS DE LA DEGRADACIÓN

  Aunque somos cristianos, estamos degradados de muchas maneras. Primero, por naturaleza somos caídos y nuestro espíritu está en una condición de muerte. Nacimos con una naturaleza caída, crecimos en una familia cuya naturaleza era caída y vivimos en una sociedad cuya naturaleza es caída. No sabíamos cómo usar nuestro espíritu ni cómo tener comunión con Dios. Tenemos una naturaleza caída.

  Segundo, el cristianismo está deformado y se ha convertido en una religión carente del Espíritu y carente de vida. En sus prácticas, sus regulaciones y su sistema, el cristianismo está falto del Espíritu. Sea que hayamos estado en una denominación o no, hemos sido influenciados por el cristianismo. Antes que fuésemos cristianos, no nos preocupábamos por las cosas del Señor, pero ahora que somos cristianos, no podemos escapar la influencia del cristianismo. Sea consciente o inconscientemente, somos influenciados por los rituales, las regulaciones, los métodos, la organización e incluso por la atmósfera que prevalece en el cristianismo.

  Tercero, aunque no podemos decir que no hay ejercicio del espíritu en nuestras reuniones, nuestro ejercicio ha menguado. También carecemos de un pleno entendimiento de la verdad, aunque nuestro entendimiento de la verdad es mayor que nuestro ejercicio del espíritu. No obstante, también hemos desarrollado métodos y tradiciones.

  Estos tres aspectos de degradación y vejez dificultan el que tengamos un cambio de concepto. Si deseamos ser librados de los conceptos degradados, de la influencia del cristianismo y de nuestra vieja situación, necesitamos ser llevados a un “monte alto”, como el apóstol Juan, a fin de ver que la economía de Dios, Su redención, los tratos que tiene con nosotros y la obra que Él realiza en nosotros son absolutamente un asunto del espíritu.

  Dios no tiene intención alguna de darnos regulaciones y métodos, los cuales sólo sirven a un objetivo temporal. La circuncisión vista en el Antiguo Testamento es un buen ejemplo. Dios no se concentraba en cortar un pedazo de carne. La circuncisión es un cuadro de la necesidad que tienen los creyentes neotestamentarios de tomar medidas con respecto a la carne. Este asunto temporal visto en el Antiguo Testamento expresaba una verdad más profunda vista en el Nuevo Testamento. El Sábado es otro ejemplo. En el Nuevo Testamento a Dios no le interesa que nosotros guardemos un día especial. Sea que guardemos o no el Sábado no hace diferencia en lo absoluto. Por esta razón, cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, Él no se interesó por el Sábado. Dios utilizó el Sábado para indicar que tenemos que reposar en Él. En el Antiguo Testamento hay muchos ejemplos que llevan un significado neotestamentario.

PREOCUPARSE POR EL ESPÍRITU Y LA REALIDAD

Cubrirse la cabeza

  Hay varios asuntos en el Nuevo Testamento en los cuales Dios no se concentra, tales como el bautismo, el partimiento del pan, el cubrirse la cabeza y el lavamiento de los pies. Estos asuntos no deberían ser meras prácticas para nosotros; más bien, debemos destacar la realidad espiritual que existe detrás de ellos. A Dios no le interesa si hay un pedazo de tela sobre la cabeza de una hermana o no. A Él no le preocupa esta práctica; más bien, Él la utiliza para mostrar una realidad espiritual. A Dios no le interesan las ordenanzas, los rituales, las ceremonias o las prácticas. No obstante, esto no quiere decir que una práctica exterior es incorrecta. Cuando una hermana utiliza una cubierta para la cabeza, ella debería recordar que ello es inútil si su práctica de cubrir su cabeza es algo meramente externo. Ella necesita estar en la realidad de la experiencia de cubrirse la cabeza. El cubrirse la cabeza, por sí mismo, es meramente una señal. Permítanme ilustrarles esto. Supongamos que me invitan a cenar y me sirven una comida deliciosa en platos hermosos. Los platos se utilizan para servir la comida, pero no se me ha invitado a comer los platos. Cuando recibo una invitación a cenar, no estoy preocupado por la vajilla; lo que me interesa es la comida. Siempre y cuando se me alimente, estaré contento. Si los platos son de porcelana, oro o madera no me interesa, pues no los puedo comer. Me concentro en el alimento, que es la realidad. Del mismo modo, a Dios no le interesa si una hermana utiliza una cubierta para su cabeza o no. A Él le interesa la realidad, que es el Espíritu. Sin el Espíritu no hay realidad alguna. A Dios sólo le interesa el Espíritu. Éste es el concepto que necesitamos.

El bautismo

  El bautismo es otro ejemplo. Algunos santos todavía consideran el bautismo como una regulación. Su concepto es que el bautismo es un procedimiento necesario para que una persona se una a la religión cristiana o sea admitida a la iglesia. Ellos dicen que una persona que no ha sido bautizada no ha completado el procedimiento necesario para unirse a la iglesia. Este concepto viene del cristianismo. Es una lástima que los hijos de Dios tengan tal concepto acerca de un punto de la verdad. Como resultado de este concepto, ellos se oponen a que una persona se bautice una segunda vez a fin de sepultar su vejez, pues piensan que bautizarse una segunda vez va en contra de la verdad. Aunque no podemos hallar una declaración o un ejemplo en la Biblia de una persona que haya sido bautizada por segunda vez, existe el tipo de los hijos de Israel que cruzaron el mar Rojo y el río Jordán.

  El ministerio neotestamentario es del Espíritu, no de la letra (2 Co. 3:6). El Antiguo Testamento dice que deberíamos guardar el Sábado (Éx. 20:8). Una persona que no guardara el Sábado era apedreada hasta morir (Nm. 15:32-36). No obstante, Romanos 14:5 y 6 dicen: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días [...] El que hace caso del día, lo hace para el Señor”. El principio visto en el Nuevo Testamento es que no deberíamos criticarnos o menospreciarnos unos a otros.

  El Nuevo Testamento dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos” (Mt. 28:19), y “El que crea y sea bautizado, será salvo” (Mr. 16:16). Estas declaraciones son similares. El Nuevo Testamento no establece si una persona debería ser bautizada una sola vez o varias. No obstante, los creyentes hacen del bautismo una regulación porque ellos tienen tendencia a guardar regulaciones. Sobra decir que si el bautismo se considera como una ceremonia para unirse a la iglesia, se debe llevar a cabo una sola vez. ¿Cómo podría un creyente unirse a la iglesia más de una vez? El bautismo no es una ceremonia para unirnos a la iglesia. No es fácil deshacernos de este concepto.

Estar callados o invocar fuertemente

  Adorar en silencio se ha convertido en otra regulación. Muchos santos prefieren estar callados en las reuniones; no les gusta invocar fuertemente. Esto es un concepto religioso propio de la adoración dominical en el cristianismo, pues una persona que entra a una capilla tiene que estar callado.

  En 1 Corintios 12:1-2 se nos dice: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos”. Antes que fuésemos salvos, servíamos ídolos mudos y, como resultado de ello, nosotros también éramos mudos, es decir, no hablábamos. Las personas mudas adoran ídolos mudos, y su adoración es una adoración muda. Ahora que servimos a un Dios que habla, tenemos que abrir nuestra boca y permitir que nuestra voz se oiga. El concepto de tener una adoración dominical silenciosa es una tradición cristiana. Hoy en día el Señor toma el camino del recobro. Que todos recibamos misericordia para que abandonemos nuestras ordenanzas.

LOS MÉTODOS EN NUESTRO SERVICIO

  Muchas veces queremos utilizar métodos en nuestro servicio. Estos métodos son ordenanzas. Los colaboradores muchas veces me piden métodos. No queremos que nuestro servicio se base en métodos. Aunque tal parece que no podemos hacer nada sin tener un método, necesitamos dejar y abandonar los métodos.

  Nos es difícil salir de nuestra situación caída porque siempre buscamos métodos en todo lo que hacemos. Pareciera que no nos interesa cosa alguna aparte de tener un método. Muchos santos desean visitar la iglesia en Los Ángeles porque quieren ver si hay algunos buenos métodos allí. Nunca deberíamos traer un método de regreso a nuestra localidad y esperar que la iglesia lo siga. Debemos tener un cambio en nuestro concepto. Nuestro servicio no es un asunto de métodos, sino del Espíritu. El Señor es el Espíritu, y nuestro espíritu es nuestra posesión más preciosa y valiosa. En 1 Corintios 6:17 se nos dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Nuestro servicio es completamente un asunto del espíritu.

DAR ÉNFASIS AL ESPÍRITU

  Esto no quiere decir que no usemos métodos. En estas reuniones hay filas de bancos. Las hermanas se sientan a un lado y los hermanos se sientan a otro. También tenemos un podio con un micrófono, y detrás del podio hay una pizarra. Estos asuntos podrían considerarse como métodos, pero no nos centramos en ellos. Nuestro propósito principal consiste en tener una reunión de entrenamiento para que los santos puedan aprender a ejercitar y liberar su espíritu, y de ese modo crecer en vida. A fin de satisfacer esta necesidad, necesitamos colocar los bancos en filas, preparar el micrófono y limpiar la pizarra, pero no nos reunimos por causa de estas cosas. Nos podemos olvidar de ellas, pero tenemos que conocer nuestro espíritu. Si en vez de ejercitar nuestro espíritu nos centramos en si lo que está en la pizarra se escribe con cuidada caligrafía o si los santos están sentados de forma ordenada, ponemos la carreta delante de los caballos.

  Algunos hermanos podrían decir que si abandonamos los métodos, ya no necesitamos a los ancianos ni a los diáconos. Dejar los métodos no significa que no necesitemos a los ancianos y diáconos. Ésta es la era de las estrellas, y todos deberíamos ser estrellas. Cada santo puede ser una estrella. Los ancianos no impedirán que los santos sean estrellas resplandecientes. Todavía necesitamos ancianos y diáconos. Si no hay ancianos ni diáconos, ¿quién hará los arreglos para las reuniones y quién dará los anuncios? Damos gracias al Señor porque hay ancianos y diáconos en las iglesias que hacen arreglos para la iglesia y anuncian cosas. Si los ancianos y los diáconos no resplandecen fuertemente, los santos deberían ser fortalecidos y resplandecer en su espíritu.

  Que el Señor cambie nuestro concepto, de uno en que enfatizamos los arreglos a uno en que enfatizamos nuestro espíritu. Esto no quiere decir que deberíamos rechazar los arreglos u oponernos a ellos. Una persona que está en contra de las cosas externas no está en el espíritu. Cuando una persona está en el espíritu, las cosas externas no le interesan. Las estrellas en el cielo no se preocupan por si la tierra es plana o si tiene valles, o si los montes son altos o bajos. Lo que a las estrellas les interesa es si ellas resplandecen en el cielo. Las estrellas resplandecen sea la tierra plana o no. Incluso si hay una tormenta, las estrellas todavía resplandecen. Nada las afecta; ellas sencillamente continúan resplandeciendo. Del mismo modo, no deberíamos preocuparnos por método o regulación alguna; más bien, deberíamos preocuparnos sólo de que nuestro espíritu esté fuerte, fresco y viviente. Deberíamos trascender la tierra y resplandecer como una estrella. Otros podrían estar en tinieblas, pero nosotros irradiamos luz. No importa cuál sea la condición de los ancianos, si un hermano libera su espíritu en una reunión, el cielo estará despejado y todos los demás santos comenzarán a resplandecer. Entonces ese hermano es una estrella. Ésta es la era del Espíritu, y a Dios le interesa el Espíritu. No nos debemos concentrar en si deberíamos estar callados en una reunión o no, o si deberíamos ser bautizados una o dos veces.

  Las ordenanzas pertenecen al Antiguo Testamento. La circuncisión, guardar el Sábado y las regulaciones alimenticias pertenecen al Antiguo Testamento, y no al Nuevo Testamento. Cuando el Señor Jesús vino, Él no guardó el Sábado. En Hechos el Señor le dijo a Pedro que abandonara la ordenanza respecto a las regulaciones alimenticias. En las Epístolas Pablo dejó de lado la circuncisión.

TRES PRINCIPIOS INALTERABLES

  Hay algunos principios básicos que no pueden ser cambiados. En el Antiguo Testamento a los hijos de Israel se les mandó que no se postraran ante ídolos, y en el Nuevo Testamento se nos encarga que no adoremos ídolos. Este mandamiento tiene que ver con la persona de Dios. Existe un mandamiento en contra de la adoración de ídolos. No deberíamos decir que no guardaremos este mandamiento porque estamos en el Nuevo Testamento. Una vez que quitamos este asunto, transgredimos la Deidad.

  Uno de los Diez Mandamientos dice que debemos guardar el Sábado, y otro mandamiento dice que no deberíamos cometer adulterio. Cuando el Señor Jesús vino, Él quebrantó el mandamiento acerca de guardar el Sábado, pero en vez de abolir el mandamiento relacionado con el adulterio, Él lo fortaleció. El Antiguo Testamento nos manda a no cometer adulterio, pero el Señor Jesús nos manda a que ni siquiera tengamos un pensamiento lujurioso (Mt. 5:27-28). Cuando los fariseos preguntaron por qué Moisés les mandó a dar carta de divorcio, el Señor Jesús dijo: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero desde el principio no ha sido así” (19:7-8). En vez de abolir el mandamiento acerca del adulterio, el Señor Jesús lo fortaleció.

  Cuando leemos la Biblia, vemos que existe un solo Dios; por tanto, el hombre no debe postrarse ante ídolos. Además, Dios valora al hombre; por tanto, el hombre no debe cometer adulterio, matar ni hurtar. Puesto que Dios valora al hombre, Él no permite cosa alguna que transgreda los derechos básicos de un ser humano. En el Antiguo Testamento Dios no permitió que el hombre hurtara, y en el Nuevo Testamento Él no permite que el hombre hurte. La fornicación, los hurtos, la extorsión y las mentiras no se permiten entre los hijos de Dios (1 Co. 6:9-10; 5:9-11). Estas regulaciones no fueron abolidas en el Nuevo Testamento; más bien, fueron fortalecidas. Dios no permite que el hombre adore ídolos porque esto ofende Su persona, y Él no permite que el hombre haga nada que ofenda los derechos de otros. Estos dos principios no pueden ser cambiados.

  Además, Dios nunca permite que haya división entre Sus hijos. Por esta razón, el Nuevo Testamento dice: “Al hombre que cause disensiones, después de una y otra amonestación deséchalo” (Tit. 3:10). Dios se preocupa por el Cuerpo de Cristo. Dios se preocupa por Sí mismo, el hombre y la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. Dios no permite que el hombre ofenda Su persona, que transgreda los derechos de otros o que divida el Cuerpo de Cristo. En el Antiguo Testamento Dios no permitió que los hijos de Israel establecieran un segundo centro de adoración. Ellos tenían un solo centro de adoración, que era Jerusalén. Dios mandó repetidas veces a Israel, diciendo que cuando ellos entraran a la tierra de Canaán, no podían ofrecer sacrificios ni adorarle en el lugar que ellos eligieran; ellos tenían que ir al lugar designado por Dios (Dt. 12, 14—16). Esto tenía por finalidad guardar la unidad entre el pueblo de Dios.

  La persona de Dios, los derechos del hombre y la unidad de la iglesia son tres asuntos que no podemos ofender ni cambiar. Además de estos tres asuntos, a Dios no le interesa nada más. Tenemos que asegurarnos de que no adoremos un ídolo, cosa que ofende la persona de Dios, que no cometamos un pecado que viole los derechos de otros y que no formemos una división, lo cual causa que el Cuerpo de Cristo sufra pérdida.

  Hay otra condición de la cual tenemos que ocuparnos; no deberíamos ir en contra de una declaración explícita en la Biblia. Si la Biblia dice que debemos ser bautizados una sola vez, deberíamos adherirnos a esto. Si no existe tal declaración, no es necesario establecer una ordenanza. ¿Qué día deberíamos partir el pan? Hechos 20:7 dice: “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan”, pero en Hechos 2:46 los discípulos se reunían y partían el pan todos los días. Al venir a la iglesia inicialmente, muchos santos en Taiwán partían el pan todas las noches del día del Señor. Por esta razón, partir el pan en la noche del día del Señor se ha convertido en una ordenanza. Es posible que cambiemos esta práctica y partamos el pan el sábado en la mañana. Esto nos entrenaría a que no guardemos ninguna ordenanza.

NO ESTAR ATADOS POR LAS ORDENANZAS, SINO ESTAR EN EL ESPÍRITU

  Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que en vez de estar atados por los rituales y las ordenanzas, estemos en nuestro espíritu. Si una hermana siente la carga de cubrir su cabeza, ella debería cubrir su cabeza. Si cubre su cabeza pero no tiene la carga de hacerlo, ello se ha convertido en una ordenanza para ella. Si siento que me gustaría ser bautizado nuevamente a fin de sepultar mi vejez, otros no deberían criticarme. No tenemos ritual u ordenanza alguna; sólo tenemos el espíritu. En nuestras reuniones no hay formalidad. No deberíamos decir que es correcto estar callados o que es correcto ser ruidosos, ni deberíamos decir que es correcto cantar un himno primero, orar primero o dar un mensaje primero. Sólo sabemos seguir al Espíritu. Lo que importa es que estemos en el espíritu, y no en las ordenanzas. A fin de evitar el caos y no ser atado por las ordenanzas, tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu. Entonces estaremos libres en el espíritu y seremos el Cuerpo, que es uno solo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración