
Lectura bíblica: Jn. 16:7-11; 1 P. 1:2a; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:6b; Jn. 3:5-6; Ro. 6:19, 22; 15:16; Tit. 3:5; 2 Co. 3:18; Ef. 1:13, 14; 2 Co. 1:22b; Ro. 8:11, 14; Gá. 5:18; Jn. 15:26; 1 Jn. 5:6; Ro. 8:16; Hch. 9:31; Ro. 14:17; Hch. 13:52
Los versículos de la lectura bíblica referentes a las funciones del Espíritu todo-inclusivo fueron seleccionados de todo el Nuevo Testamento. Quisiera animarnos a todos, especialmente a los jóvenes, a recordar todos estos versículos. De ser posible, sería apropiado aprendérselos de memoria. Cada uno de estos versículos contiene alguna palabra o frase que debe impresionarnos.
En el mensaje anterior vimos quince aspectos tocantes al Espíritu todo-inclusivo. El primer aspecto consiste en que Dios es Espíritu, y el último aspecto consiste en que el Espíritu es el Dios Triuno procesado y consumado. Estos dos aspectos son el alfa y la omega de todos los puntos con respecto al Espíritu todo-inclusivo. El alfa es Dios como el Espíritu, y la omega es el Espíritu. En este mensaje queremos ver las funciones del Espíritu todo-inclusivo.
Las funciones del Espíritu todo-inclusivo tienen que ver con la economía de Dios en Su Trinidad. Dios es únicamente uno, mas en Su Deidad existen tres. La Trinidad Divina —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es para la economía de Dios. Lamentablemente, el término economía pasa desapercibido para la mayoría de los cristianos, a pesar de que está claramente revelado en el Nuevo Testamento, en especial en los escritos de Pablo (Ef. 1:10; 3:9; 1 Ti. 1:4). La Trinidad tiene como objetivo la economía de Dios, y la economía de Dios tiene como objetivo el deseo de Su corazón. Cuanto más grande es una persona, mayores y más elevados son sus deseos y aspiraciones. Dios es muy grande. Él es muy cuidadoso y esta lleno de deseos. La economía de Dios tiene como fin que Él lleve a cabo Su deseo.
Según la revelación que consta en la Biblia, Dios como el Padre, en la primera persona de Su Deidad, hizo una economía, un plan, en la eternidad pasada a fin de efectuar algo conforme al deseo de Su corazón. El Padre está íntimamente relacionado con el plan, economía o arreglo divinos. Después de hacer tal plan, Dios como el Hijo vino en la carne para ser un hombre con el propósito de cumplir el plan del Padre, el cual es llevar a cabo Su economía. Dios el Padre planeó una economía, y Dios el Hijo vino para llevar a cabo esa economía. Luego Dios el Espíritu nos aplica lo que Dios el Hijo ha realizado. Tenemos que recordar estos tres puntos simples: Dios el Padre planeó, Dios el Hijo realizó y Dios el Espíritu aplica lo que el Hijo realizó. Hoy en día estamos en la etapa de la aplicación efectuada por el Espíritu. La aplicación que el Espíritu efectúa de lo que el Hijo realizó es la función del Espíritu.
La función del Espíritu todo-inclusivo es Su comisión. Él ha sido comisionado por la Deidad en Su Trinidad para que funcione aplicando lo que Dios el Hijo, Cristo, ha realizado conforme a lo que Dios el Padre ha planeado en Su economía. Hoy en día estamos bajo la aplicación que efectúa el tercero de la Deidad, quien realiza lo que Dios en la segunda persona logró según lo que Dios en la primera persona planeó en Su economía. Tenemos que abarcar todo esto cuando hablemos de la función del Espíritu todo-inclusivo.
Esta breve comunión abarca toda la Biblia. La Biblia primeramente nos muestra el plan de Dios en la persona del Padre. Luego la Biblia nos revela cómo Dios lleva a cabo Su plan en la persona del segundo en Su Trinidad. Luego la tercera persona viene para hacer que todo lo que el segundo logró sea nuestra experiencia. Ésta es la función del Espíritu todo-inclusivo.
La primera función del Espíritu todo-inclusivo es convencer a los pecadores a que se arrepientan y crean en Cristo. Esto es según Juan 16:7-11. Éste es un maravilloso pasaje de la Palabra. Antes de ir a Rusia el año pasado para la propagación del recobro del Señor, los hermanos vinieron a mí y tuvimos un poco de comunión en cuanto a las verdades que deberíamos presentar al pueblo de Rusia. Yo propuse que les presentásemos las siete maravillas de la Biblia. Juan 16:7-11 está incluido entre las maravillas de la Biblia.
Cuando el Señor Jesús dijo esto en Juan 16, el Espíritu de realidad todavía no había venido. El Señor dijo que cuando el Espíritu viniera, convencería al mundo con respecto al pecado, la justicia y el juicio. Cuando el Señor Jesús dijo esto, Él todavía no había ido a la cruz para efectuar la redención. Él les dijo a Sus discípulos que si Él no se iba, el Consolador, el Espíritu de realidad, no vendría a ellos (v. 7). El Hijo se iba para que viniera el maravilloso Espíritu. Después de morir en la cruz, el Hijo entró en la resurrección. El Espíritu de realidad vino en el día de Su resurrección. El Cristo resucitado sopló este Espíritu en Sus discípulos para que fuera la realidad de todo lo que Cristo es y todo lo que Cristo realizó (20:22). Después de cuarenta días Cristo ascendió a los cielos, y diez días después, en el Día de Pentecostés, cuando se cumplían los cincuenta días, el Espíritu descendió como poder sobre los discípulos (Hch. 1:8). Este Espíritu vino para convencer al mundo, incluyendo a toda tribu, lengua, pueblo y nación (Ap. 5:9). Éste es el tercer paso de la economía de Dios.
En la economía de Dios, el primer paso ocurrió cuando el Padre planeó, el segundo paso ocurrió cuando el Hijo realizó y el tercer paso ocurre cuando el Espíritu aplica la redención de Cristo. El tercer paso es la venida del Espíritu para ganar a las personas a quienes el Padre quería ganar para Sí. Ahora en la aplicación efectuada por el Espíritu, el primer paso es que el Espíritu nos convenza. Hoy en día nuestra predicación del evangelio tiene como meta que el Espíritu nos convenza. Al predicar el evangelio, primero debemos aprender a convencer a otros. No debemos meramente decir buenas cosas a las personas. Tenemos que llevar a cabo la labor del Espíritu Santo al convencernos.
Cuando las personas nos escuchen, deben ser convencidos primeramente con respecto a la justicia, en segundo lugar con respecto al pecado y en tercer lugar con respecto al juicio. La justicia está relacionada con Cristo, el pecado está relacionado con Adán, y el juicio está relacionado con Satanás. Si las personas no se arrepienten del pecado que está en Adán y creen en Cristo como justicia, permanecerán en pecado y tendrán parte en el juicio de Satanás por la eternidad (Mt. 25:41). Cristo, Adán y Satanás son las tres personas que deben ser incluidas en nuestra predicación del evangelio. La función del Espíritu todo-inclusivo es convencer a la gente caída que vive sobre la faz de la tierra. Nuestra comisión es convencer a la gente. El primer paso de la aplicación que el Espíritu efectúa es convencer a la gente.
La segunda función del Espíritu todo-inclusivo es santificar a los pecadores durante el proceso en el cual se arrepienten y creen en Cristo antes de que sean regenerados (1 P. 1:2a). Convencer a la gente es santificarla, y santificarla es separarla. Los Estados Unidos son como un gran océano lleno de toda clase de peces, de toda clase de personas, que debemos pescar, pero no sabemos cómo convencerlas. No conocemos la “tecnología alta” de predicar el evangelio. El apóstol Pablo tenía muchas maneras distintas de convencer a la gente. Una vez que un hombre es convencido, es separado; ser separado es ser santificado.
La santificación de Dios, mediante Su Espíritu, que se lleva a cabo en Sus escogidos, consta de dos secciones. La primera sección se efectúa antes de que nos arrepintamos y creamos, y la segunda sección se lleva a cabo después de nuestra regeneración. La primera sección de la santificación que Dios el Espíritu efectúa es parte de convencernos. Esto corresponde a la búsqueda que la mujer, representando al Espíritu, realiza en Lucas 15:8-9. Muchos misioneros viajaron a otros países con el propósito de separar personas para Cristo, santificándolas al convencerlas. Muchos chinos eran discípulos de Confucio antes de que los misioneros fueran a China. Su filosofía, su lógica y su entendimiento de la ética se basaban en las enseñanzas de Confucio. Con el tiempo, muchos de los que vivían en la China antigua y conservadora fueron santificados, separados de estar en las enseñanzas de Confucio para estar en el evangelio de Cristo. En 1 Pedro 1:2a se nos habla de la santificación de las personas antes de que crean en Cristo. Antes de que las personas crean en Cristo necesitan tal santificación, tal separación hacia Cristo.
El Espíritu también tiene la función de dar vida a los creyentes en todo momento (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:6b). Mientras el Espíritu está santificando y convenciendo a los pecadores, este mismo Espíritu les está impartiendo vida. Tenemos que considerar cómo el Espíritu que santifica, separa y convence, les imparte vida a los pecadores. Mientras los predicadores están predicando la palabra, el Espíritu que santifica, separa y convence, les muestra la belleza de Cristo a los oyentes. Espontáneamente, dentro de los oyentes se despierta cierto deseo de apreciar a Cristo. Por fuera, es posible que los oyentes parezcan estar endurecidos y digan que no quieren a Jesús. Pero por dentro, mientras escuchan la palabra, se despierta dentro de ellos una aspiración por desear a Jesús. Este aprecio es el comienzo de su fe en Cristo.
Así que, la vida es impartida dentro de ellos, y esa vida es una persona. La vida es Cristo (Jn. 14:6a; Col. 3:4a). El Cristo, quien es hermoso, lleno de amor y atractivo, se imparte como vida dentro de ellos. Algunos de los que escuchan el evangelio tal vez le teman a sus padres y parientes, y no se atrevan a confesar que quieren ser cristianos, pero aun así dentro de ellos bulle cierto aprecio por Cristo. Mediante la predicación, ellos llegan a conocer a este Cristo hermoso. Por tanto, en el corazón de ellos se produce la fe, y esa fe también es Cristo. La misma vida que ellos aprecian es Cristo, y la acción de creer que nace dentro de ellos es también Cristo. En el momento que ellos creen, comienzan a disfrutar al Espíritu como Aquel que da vida.
El Espíritu todo-inclusivo regenera a los pecadores que se arrepienten y creen. Esto puede verse en Juan 3:5-6. La regeneración consiste en que se nos imparta otra vida, la vida divina, una vida que es diferente a nuestra vida humana. D. L. Moody dijo que la regeneración es el milagro más grande del universo. En un instante una persona puede ser regenerada. Ella viene a ser otra persona, no solamente poseyendo otra vida, sino también poseyendo otra persona. La vida y la persona son una sola entidad. Cristo es la vida de Sus creyentes; Cristo también es la persona de Sus creyentes. Antes de que una persona sea regenerada, ella vive solamente por medio de su vida, de su persona. Pero una vez que es regenerada, recibe otra vida, es decir, otra persona. En realidad, la persona es la vida y la vida es la persona. Así que, a partir de nuestra regeneración, ya no vivimos nosotros, sino que otra persona, Cristo, vive en nosotros (Gá. 2:20a). Ahora Cristo está dentro de nosotros como nuestra vida.
Después de la regeneración, da comienzo la segunda sección de la santificación. Hemos sido regenerados, pero todavía estamos llenos de nuestra peculiaridad natural. Por consiguiente, el Espíritu lleva a cabo la función de santificar a los creyentes después de que sean regenerados (Ro. 6:19, 22; 15:16). Esta santificación incluye una transformación que nos cambia de una manera de ser natural a una espiritual, transformación que es realizada por Cristo como el Espíritu vivificante, al saturar todas las partes internas de nuestro ser con la naturaleza de la santidad de Dios.
Debido a nuestra vejez, todos necesitamos ser renovados. El Espíritu todo-inclusivo nos renueva (Tit. 3:5). Nosotros somos renovados primeramente en nuestro espíritu y después en nuestra alma, la cual incluye nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad. Todas las partes internas de nuestro ser tienen que ser renovadas. No debemos pensar, sentir ni decidir conforme a nuestro viejo hombre natural. Nosotros somos cristianos, así que debemos ser renovados en todo. Hasta en la manera de peinarnos es necesario que seamos renovados. En la manera en que arreglamos y mantenemos nuestras habitaciones es necesario que seamos renovados. Al escoger un par de zapatos y al darles brillo a nuestros zapatos es necesario que seamos renovados. Todo lo que tenga que ver con nuestra vida debe llevar una señal de que somos hijos de Dios, debido a que somos renovados. Tenemos que ser renovados en nuestro modo de pensar, en nuestro modo de amar y aborrecer, en nuestras decisiones y en todo.
El Espíritu también tiene la función de transformar a los creyentes (2 Co. 3:18). Necesitamos ser transformados de una forma a otra. Un simple cambio exterior no es transformación. La transformación es un cambio metabólico interior realizado por la adición de un elemento nuevo. Confucio también enseñaba acerca de la renovación, pero esta clase de renovación era exterior y carecía de todo elemento nuevo que se añadiera. Los embalsamadores usan cosméticos para hacer que los rostros de los cadáveres tengan color por fuera, pero esto no es transformación. Cuando recibimos la nutrición de los alimentos orgánicos, esta nutrición lleva a cabo cierta clase de transformación metabólica dentro de nosotros, la cual nos da una apariencia saludable. La transformación es un cambio metabólico.
Espero que todos seamos transformados de una manera metabólica. Debemos ser embellecidos metabólicamente mediante una transformación orgánica. La palabra transformados se usa solamente dos veces en el Nuevo Testamento: en 2 Corintios 3:18 y en Romanos 12:2. En 2 Corintios 3:18 dice que somos transformados de gloria en gloria, como por el Señor Espíritu. El Espíritu con el Señor como elemento cambia metabólicamente nuestro ser para efectuar en nosotros la transformación. Romanos 12:2 nos encarga a que no nos amoldemos a este siglo, sino que seamos transformados por medio de la renovación de nuestra mente. Los animo a que estudien estos versículos maravillosos con la ayuda de las notas de la Versión Recobro del Nuevo Testamento. Si usted lee 2 Corintios 3:18 y Romanos 12:2 con todas las notas, recibirá mucha ayuda. Todos necesitamos experimentar al Espíritu que transforma.
Efesios 1:13 nos muestra que sellar a los creyentes es también una función del Espíritu. El sello requiere de la tinta para sellar. Cuando una hoja de papel es sellada, la tinta satura el papel. Entonces el papel sellado expresa la apariencia o la imagen del sello. Además, el sellar transmite al papel el elemento de la tinta. Luego la tinta para sellar y el papel se mezclan, y así forman una sola entidad.
El sellar del Espíritu es un punto fino de la función del Espíritu todo-inclusivo. Hoy en día el Espíritu Santo está sobre nosotros como un sello y nos está sellando continuamente. Nosotros somos como el papel y absorbemos el elemento del sellar del Espíritu Santo, quien es el sello. Debido a que hemos sido sellados, llevamos una marca que indica que pertenecemos a nuestro Dios, que somos la herencia de Dios. Cuando estampamos nuestro sello en algún libro, tal sello indica que ese libro nos pertenece. Dios puso en nosotros Su Espíritu como sello, dando así a entender que somos Su posesión.
El Espíritu también tiene la función de darse como arras a los creyentes (Ef. 1:14; 2 Co. 1:22b). Las arras son una garantía. El Espíritu como arras dentro de nosotros nos garantiza que Dios es nuestra herencia. El sello indica que nosotros somos la herencia de Dios, y las arras garantizan que Dios es nuestra herencia. Esto se revela claramente en Efesios 1:13-14. La palabra más importante en el versículo 13 es sellados, y la palabra más importante en el versículo 14 es arras.
El Espíritu todo-inclusivo mora en los creyentes (Ro. 8:11). El Espíritu no solamente vive en nosotros, sino que también mora en nosotros. Morar significa hacer hogar o residir (cfr. Ef. 3:17). Ahora el Espíritu está dentro de nosotros, y Su función es morar en nosotros.
Todas las funciones del Espíritu todo-inclusivo son muy misteriosas y abstractas. En cada creyente todas estas funciones actúan día tras día. El mundo no ve esto, pero nosotros los creyentes podemos darnos cuenta de las funciones del Espíritu. Esto se debe a que las funciones son acciones. El Espíritu se está moviendo dentro de nosotros cada día y aun a cada momento.
El Espíritu que mora en nosotros es el Espíritu que guía. Él guía a los creyentes (Ro. 8:14; Gá. 5:18). Romanos 8:14 dice que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Nosotros somos hijos de Dios porque tenemos un Guía muy particular, quien siempre nos guía de una manera muy particular. Todo lo que el Espíritu nos dice al guiarnos es verdad. Tenemos que prestarle atención.
El Espíritu también tiene la función de dar testimonio, de ser testigo. Primero, Él da testimonio con respecto a Cristo (Jn. 15:26; 1 Jn. 5:6). Mientras se lleva a cabo la predicación del evangelio, el Espíritu está siempre obrando dentro de los oyentes, y tal obra consiste en dar testimonio. A esto se debe que muchos incrédulos se pregunten por qué algunos predicadores son tan convincentes. De hecho, no son ellos los que son tan convincentes. Mientras los predicadores hablan, hay otra persona, una persona que da testimonio, el Espíritu que da testimonio, que está obrando en los oyentes. En realidad, el Espíritu que da testimonio dentro de los oyentes habla más que el orador que esté dando testimonio con respecto a Cristo. De otro modo, ¿cómo sería posible que personas tan conservadoras como los chinos creyeran alguna vez en Jesús? Lógicamente, esto es imposible. Pero siempre que un testigo de Cristo está hablando de Cristo, otro Testigo, el Espíritu, testifica con respecto a Cristo dentro de los oyentes.
Además, el Espíritu da testimonio juntamente con el espíritu de los creyentes de que ellos son hijos de Dios (Ro. 8:16). ¿Cómo sabemos que somos hijos de Dios? Lo sabemos porque hay un testimonio interior, y ese testimonio es el Espíritu que testifica junto con nuestro espíritu. Los dos espíritus obran juntos. Pudiera ser que alguien que haya caído o haya sido vencido en su vida cristiana fuese a algún lugar pecaminoso. Pero al ir ahí, ocurre una verificación dentro de ellos que dice: “¿Acaso un hijo de Dios vendría a este lugar?”. El Espíritu que da testimonio juntamente con nuestro espíritu siempre está testificando, pero muchos cristianos no acostumbran escuchar a este testigo interior. Cuando vamos de compras siempre hay una verificación interior, un testimonio interior, que nos dice que un hijo de Dios no compraría ciertas cosas. En todo lo que hacemos, el Espíritu que da testimonio cumple Su función dentro de nosotros.
El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 15:26; 1 Jn. 5:6). El Espíritu es la realidad de la muerte de Cristo, la realidad de la resurrección de Cristo y la realidad de todos los atributos divinos de Cristo. Si tenemos al Espíritu, tenemos la humildad y el amor de Cristo. La realidad de todo lo que Cristo es, de todo lo que Cristo tiene y aun de todo lo que Cristo ha realizado es el Espíritu.
Hechos 9:31 dice que las iglesias se multiplicaban andando con el consuelo del Espíritu Santo. Las iglesias no sólo eran consoladas, sino que estaban con el consuelo del Espíritu. En la Biblia la palabra consuelo denota satisfacción, descanso e iluminación. Si uno está satisfecho, la sed es apagada y se tiene descanso. Además, no está en tinieblas. Nadie que esté en tinieblas puede estar consolado. Las tinieblas son en sí mismas un problema. Cuando tenemos luz, somos consolados. Cuando la luz se va, nos sentimos perturbados. La iglesia necesita el consuelo del Espíritu, lo cual incluye satisfacción, descanso e iluminación.
El Espíritu todo-inclusivo es el gozo en los creyentes para el reino de Dios (Ro. 14:17; Hch. 13:52). Romanos 14:17 dice que el reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Hechos 13:52 dice que los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. Así que, una de las funciones del Espíritu es llenarnos de gozo. Él es nuestro gozo.
Los quince puntos antes señalados nos dan un panorama de las funciones del Espíritu. Tales puntos nos muestran cómo funciona el Espíritu para aplicar a nosotros lo que Cristo es, lo que Cristo tiene, lo que Cristo ha realizado y aun lo que Cristo hará. En otras palabras, el Espíritu en función está haciendo que el Dios Triuno en todo cuanto Él es, en todo cuanto Él tiene, en todo cuanto Él ha realizado y en todo cuanto Él realizará, sea una sola entidad con nosotros. Así que, la vida cristiana es una vida que debe vivirse mediante el Espíritu todo-inclusivo.