La palabra griega que aquí se traduce nuevos, significa nuevo en cuanto a naturaleza, cualidad o forma; no estrenado, ni usado; por lo tanto, nuevo o fresco. Los odres nuevos representan la vida de iglesia en las iglesias locales como el recipiente del vino nuevo, el cual es Cristo mismo como la vida que alegra a la gente. Las personas que pertenecen al reino son edificadas como la iglesia (Mt. 16:18), y la iglesia es expresada por medio de las iglesias locales, en las cuales viven las personas que pertenecen al reino (Mt. 18:15-20). Éstas son personas regeneradas, que constituyen el Cuerpo de Cristo y llegan a ser la iglesia (Ro. 12:5; Ef. 1:22-23). El Cuerpo de Cristo, como Su plenitud, también es llamado “el Cristo” (1 Co. 12:12), que se refiere al Cristo corporativo. El Cristo individual es el vino nuevo, la vida interior estimulante, y el Cristo corporativo es el odre nuevo, el recipiente exterior que contiene el vino nuevo. Para el pueblo del reino, lo importante no es ayunar ni observar ninguna otra práctica religiosa, sino practicar la vida de iglesia cuyo contenido es Cristo. Cristo no vino para establecer una religión terrenal llena de rituales, sino para establecer un reino celestial de vida. Él no está estableciendo tal reino con prácticas religiosas y muertas, sino consigo mismo, la persona viviente, como el Salvador, el Médico, el Novio, el paño no abatanado, y el vino nuevo para Sus seguidores a fin de que lo disfruten a Él en plenitud, con el propósito de que ellos sean el odre nuevo que lo contenga y los constituyentes de Su reino.