Mensaje 1
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Lectura bíblica: 1 Co. 1:1-9
La secuencia de los libros de la Biblia sin duda fue dispuesta por el Señor. Por ejemplo, Apocalipsis no es el primer libro ni Génesis el último. Este solo ejemplo basta para demostrar que fue Dios quien ordenó los libros de la Biblia.
En el Nuevo Testamento, los cuatro evangelios relatan la vida del Señor Jesús y muestran cómo El efectuó la redención por medio de Su crucifixión. Además, dan a conocer la resurrección y ascensión de Cristo. El libro de Hechos trata de las actividades que el Señor, quien está en los lugares celestiales y en resurrección, lleva a cabo en la tierra por medio de Su Cuerpo. En dicho libro no sólo se habla de los hechos de los apóstoles y de los discípulos, sino también de los que realizó el Cristo resucitado y ascendido.
Después de Hechos sigue la primera epístola del Nuevo Testamento, Romanos, la cual presenta un esquema completo de la vida cristiana y la vida de iglesia. Esta epístola no sólo contiene las enseñanzas acerca de estas vidas, sino también los principios relacionados con ellas.
A Romanos le sigue 1 Corintios, donde se da un cuadro de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo. Sin embargo, aunque estas vidas se describen claramente ahí, son pocos los maestros cristianos que se dan cuenta que 1 Corintios muestra en detalle lo que Romanos revela a manera de esquema. Permítanme repetirlo: Romanos muestra un cuadro de la vida cristiana y la vida de iglesia, mientras que 1 Corintios presenta un vivo ejemplo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo.
Son muchos los libros que se han escrito acerca de 1 Corintios, mayormente por maestros de las Asambleas de los Hermanos, así como de los que están en el movimiento pentecostal o carismático. Aquellos dicen que 1 Corintios se escribió para solucionar los muchos y serios problemas que existían en la iglesia, mientras que éstos ponen énfasis en los dones que ahí se mencionan, en particular, el de hablar en lenguas y el de sanidad. No obstante, 1 Corintios no trata principalmente de los problemas que existían en la iglesia, ni de los dones espirituales ni de los milagros. Entendamos claramente que este libro presenta un cuadro vivo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo.
Casi todos los que leen 1 Corintios se quedan con una impresión negativa acerca de la iglesia de Corinto. ¿Qué le parece a usted dicha iglesia? Si es sincero reconocerá que no siente ningún aprecio por ella. Hace muchos años ni yo le atribuía mucho valor a la iglesia en Corinto, pero ahora aprecio esa iglesia local. Para mí, la epístola de 1 Corintios es muy dulce y agradable, pero no porque soluciona problemas y habla de los dones, sino porque da un vivo ejemplo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo.
Tal vez algunos no estarán de acuerdo con la afirmación de que 1 Corintios presenta un cuadro vivo de la vida cristiana y quizás pregunten: “¿Acaso debemos imitar a los cristianos de Corinto? ¿Llevaremos la vida cristiana descrita en ese libro? ¿Está usted diciendo que debemos seguir el ejemplo de la iglesia en Corinto y llevar la vida de iglesia que ellos llevaron? ¿Acaso debemos llevar la vida del Cuerpo tal como la vemos en Corinto? En esa iglesia todo era deplorable: la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo”. A pesar de todo, el hecho de que los corintios se hayan comportado de una manera lamentable es secundario. Lo esencial es que ellos nos muestran un ejemplo práctico de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo típicas y comunes. De hecho, la vida cristiana común se parece a la que llevaban los corintios. Lo mismo es cierto con relación a la vida de iglesia y a la vida del Cuerpo típicas.
Examine la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo que usted mismo experimenta. ¿Lleva usted una vida cristiana mejor que la de los corintios? La vida de iglesia y la vida del Cuerpo que experimenta usted, ¿es superior a la que llevaban los corintios? Si es sincero, contestará que su vida no supera a la de los corintios. Cada iglesia local es un Corinto. No se jacte de la iglesia de su localidad, ni piense que es especial y superior a la de Corinto. ¿Podría decir con toda confianza que la vida cristiana que usted experimenta es mejor que la de los corintios, o que la vida de iglesia y del Cuerpo que usted lleva es superior a la de ellos? No piense así. La vida de iglesia que existía en Corinto presenta un cuadro exacto de la iglesia de cada localidad.
¿Cómo está su experiencia en la vida del Cuerpo? Algunos valoran la vida del Cuerpo que se experimenta en cierto lugar y sienten que es maravillosa, pero ¿será mejor que la que se describe en 1 Corintios? Seguro que no. En nuestras fibras, en nuestro carácter, todos somos como los creyentes de Corintio. No cabe duda que el hecho de que la iglesia en Corinto sirva como un ejemplo completo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo que se hallan en cada localidad, sucedió conforme a la sabiduría de Dios.
Mencionamos que algunos maestros de la Biblia, en particular los de las Asambleas de los Hermanos, afirman que 1 Corintios resuelve los serios problemas que existen en la iglesia, y de hecho es correcto aseverar esto. El primero de los problemas que ahí se abordan es la división. En 1:11-12, Pablo dice: “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de la casa de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. Así como existían divisiones entre los santos en Corinto, hoy las hay en las iglesias. ¿En cuál iglesia local no existe la división? ¿Está usted completamente seguro de que en su localidad no hay ninguna división? Cuando hablo de divisiones no me refiero a las denominaciones, sino a la clase de división que existía entre los corintios, los cuales decían: “Yo soy de Pablo”, y “Yo soy de Apolos”. Es muy común que en una iglesia local haya hermanos que profesan ser partidarios de alguna práctica en particular o de cierta persona, y que otros tengan sus propias preferencias. A esto me refiero cuando hablo de división. No creo que halla uno entre nosotros que se atreva a decir que en la iglesia de su localidad no existe esta clase de división.
A menudo hay división incluso entre cónyuges. Puesto que están en Cristo, el hermano y la hermana van juntos a la mesa del Señor y participan del único pan. No obstante, es posible que la hermana no sea verdaderamente uno con su marido. Por ejemplo, puede ser que ella le hable en un tono faccioso, o tal vez en su interior le vea algún defecto y sin decir ninguna palabra no esté de acuerdo con él. Esto es división. Sin duda, ninguno de nosotros podría decir que no existe ninguna división en nuestra vida de iglesia y en nuestra vida familiar. En esto, nos parecemos a la iglesia de Corinto.
Mi objetivo al mencionar la división no es mostrar que esta epístola se centra en los problemas, sino recalcar que ella describe la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo. En ella se habla del cristiano individualmente, de la iglesia y del Cuerpo, y por consiguiente, muestra tres categorías de vida espiritual: la vida cristiana individual, la vida de iglesia corporativa y la vida orgánica del Cuerpo. Es crucial que tengamos esta visión cuando leemos 1 Corintios, pues entonces comprenderemos que esta epístola no se escribió para solucionar problemas ni para realzar los dones, sino para describir la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo prácticas y actuales.
Tal vez parezca que los ejemplos que se hallan en 1 Corintios sean negativos, y de hecho lo son, pero también son prácticos. Además, la verdadera condición de los creyentes y de las iglesias, tanto en la época de Pablo como hoy, presenta muchos elementos negativos. Resulta sumamente difícil encontrar una iglesia local que esté libre de ellos. Quizás algunos sugieran la vida de iglesia que se describe en Hechos 2 y 4. Pero ¿qué podría ser más negativo que el caso de Ananías y Safira en Hechos 5? Además las murmuraciones que se mencionan en el capítulo seis indican que existía una situación negativa. Incluso cuando el Señor Jesús estaba en la tierra con Sus discípulos, existían muchas situaciones negativas, tales como el caso de los discípulos, quienes disputaban entre sí acerca de quién era el mayor. Por supuesto, 1 Corintios no describe la Nueva Jerusalén; más bien, proporciona la aplicación de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo que existen actualmente. Ya que vivimos en esta era, la era de la iglesia, debemos ver en 1 Corintios un vivo ejemplo de nuestra propia condición. Esta epístola constituye una fotografía de la iglesia de nuestra localidad. Que todos veamos claramente que 1 Corintios presenta un ejemplo práctico de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo que experimentamos hoy.
La experiencia de la iglesia en Corinto no sólo refleja la nuestra a nivel corporativo, sino también en el nivel individual. Esta epístola muestra que los creyentes corintios permanecían en el alma y que actuaban de una manera carnal. ¿No ha estado usted sumido en el alma alguna vez? ¿Nunca ha vivido conforme a la carne? Por ejemplo, ¿podría usted decir que en este día no ha pasado ningún momento en la carne? Si damos una respuesta sincera a estas preguntas nos daremos cuenta de que, hablando espiritualmente, todos somos corintios. Todos procedemos de una región donde la gente vive sumergida en el alma y en la carne; pero alabamos al Señor porque a veces, al igual que los corintios, vivimos en el espíritu.
El segundo tema crucial que realza 1 Corintios es Cristo. En 2:2 Pablo declara con firmeza: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. En esta epístola Pablo no habla del Cristo resucitado y ascendido, ni del Cristo que nos otorga toda clase de dones, sino del Cristo crucificado, del Cristo que murió. Pablo pone énfasis en el Cristo que fue ejecutado. El centro de esta epístola de cuadros es Cristo, pero no primeramente en Su condición de Espíritu vivificante en resurrección, sino como el Cristo crucificado. Si entendemos que 1 Corintios es una epístola de ejemplos y que pone énfasis en el Cristo crucificado, estamos preparados para estudiarla en detalle.
En 1:1-9, se abarcan muchos temas importantes. Primeramente se habla del apóstol; luego se describe claramente a la iglesia y a los creyentes, los santos. Como veremos más adelante, en estos versículos Pablo también aborda el tema de lo que podríamos llamar: los dones iniciales. Si queremos entender 1 Corintios, debemos saber qué son los dones iniciales y qué son los dones desarrollados. En el capítulo uno no se habla de los dones desarrollados, los cuales proceden del crecimiento en vida, sino sólo de los dones iniciales. El versículo 9 es crucial, pues Pablo dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. Pablo habla de la comunión de Cristo a la cual Dios nos llamó. Por lo tanto, los temas principales en 1:1-9 son los siguientes: el apóstol, la iglesia, los santos, los dones iniciales y la comunión de Cristo.
En 1 Corintios 1:1 dice: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús llamado por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes”. Un apóstol es una persona enviada, y esto era Pablo, alguien no designado por sí mismo, sino llamado por el Señor. Su apostolado era auténtico (9:1-5; 2 Co. 12:11-12; cfr. 2 Co. 11:13; Ap. 2:2) y tenía la autoridad de la administración neotestamentaria de Dios (2 Co. 10:8; 13:10). Con base en esta posición y con dicha autoridad, el apóstol escribió esta epístola, no sólo para nutrir y edificar a los santos en Corinto, sino también para regular y corregir las anomalías de esa iglesia.
Vale la pena comparar la manera en que Pablo se refiere a su apostolado en 1 y 2 Timoteo y en Tito con lo que dice en 1 Corintios. En 1 Timoteo 1:1 Pablo dice que él era apóstol de Cristo Jesús según el mandato de Dios y de Cristo Jesús. En 2 Timoteo 1:1, se refiere a sí mismo como apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida, la cual es en Cristo Jesús. En Tito 1:1-2, dice que él era apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios, y el pleno conocimiento de la verdad la cual es según la piedad, y en la esperanza de la vida eterna. En 1 Corintios 1:1 se hace hincapié en dos aspectos del apostolado de Pablo: que él era apóstol llamado de Cristo Jesús y que fue hecho apóstol por la voluntad de Dios.
El hecho de que Pablo fuera un apóstol llamado indica que él no se había escogido ni designado así mismo, que él no inició su apostolado. Desde que se publicó el libro del hermano Watchman Nee La iglesia normal, algunos empezaron a llamarse apóstoles; no obstante, ellos se nombraron apóstoles a sí mismos. A diferencia de ellos, Pablo era un apóstol auténtico, un apóstol llamado. Ciertamente él no tenía ni la mínima intención de ser un enviado de Cristo Jesús. Al contrario, como uno que estaba consagrado al judaísmo, él procuraba perseguir a todos los que invocaban el nombre del Señor. Pero un día, en el camino a Damasco, el Señor se le apareció, y él recibió el llamado de Dios. Fue el Cristo ascendido quien lo llamó a ser apóstol. Por consiguiente, su apostolado no fue iniciado por su propia voluntad, sino por el Cristo quien estaba en los cielos.
En 1:1 Pablo dice que él era apóstol por la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es la firme decisión que El tomó para cumplir Su propósito. Mediante esta voluntad, Pablo fue llamado a ser un apóstol de Cristo. En este versículo la aseveración de Pablo reforzó su posición y autoridad apostólicas. En otras epístolas Pablo afirma de nuevo que él era apóstol por la voluntad de Dios (2 Co. 1:1; Ef. 1:1; 2 Ti. 1:1). La voluntad de Dios en este contexto está relacionada con Su administración, con Su gobierno. Pablo fue llamado conforme a la voluntad de Dios y bajo Su administración para llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios. Esto es muy importante. Pablo fue designado y llamado conforme a la voluntad de Dios para llevar a cabo Su administración.
Puesto que Pablo fue llamado a ser apóstol según la iniciativa de Cristo y por la voluntad de Dios para que llevara a cabo Su administración, él poseía tanto la posición como la autoridad de un enviado de Dios. Esta posición y esta autoridad le dieron una base firme para escribir esta epístola. Por consiguiente, 1 Corintios no es solamente una epístola de enseñanza, sino también un libro de autoridad. Por ejemplo, en 4:21 Pablo pregunta a los corintios: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” Como apóstol llamado por la voluntad de Dios, Pablo tenía la posición y la autoridad de apóstol.
En 1:1 Pablo no se refiere solamente a sí mismo, sino también al hermano Sóstenes. Este Sóstenes probablemente no es el mismo que se menciona en Hechos 18:17. En primer lugar, el Sóstenes que menciona Hechos era dirigente de la Sinagoga en Corinto cuando Pablo fue perseguido allí. Además, la epístola a los Corintios se escribió en Efeso poco después de que el apóstol saliera de Corinto. El Sóstenes de 1 Corintios, era hermano en el Señor y debe de haberse unido al apóstol mientras éste viajaba y llevaba a cabo su ministerio. La mención de Sóstenes en 1:1 reforzó el apostolado de Pablo, y muestra el principio de funcionar en el Cuerpo.
En 1:2 se habla de los destinatarios de esta epístola. Se escribió a “la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados”. ¡Oh la iglesia de Dios! ¡Qué expresión! No la iglesia de Cefas, de Apolos, de Pablo ni de ninguna práctica ni doctrina, sino de Dios. A pesar de la división, el pecado, la confusión, el abuso de dones y la enseñanza herética que había en la iglesia en Corinto, el apóstol la seguía llamando “la iglesia de Dios”, pues allí permanecía la esencia divina y espiritual que constituye a los creyentes congregados, la iglesia de Dios. El apóstol se dirigió a la iglesia de esta manera basándose en la perspectiva espiritual que tenía de ella, pues la miraba en Cristo. Esta expresión sencilla debe eliminar toda división y confusión tanto en práctica como en doctrina.
En el versículo 2 Pablo habla de “la iglesia de Dios que está en Corinto”. La iglesia está constituida del Dios universal, y existe en la tierra en muchas localidades, una de los cuales era Corinto. En naturaleza, la iglesia es universal porque está en Dios, pero en práctica, es local porque está en un lugar específico. Por consiguiente, la iglesia tiene dos aspectos: el universal y el local. Sin el aspecto universal, la iglesia carece de contenido; y sin el aspecto local, no tiene expresión práctica. De ahí que el Nuevo Testamento también pone énfasis en el aspecto local de la iglesia (Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11).
La descripción que Pablo hace de la iglesia es maravillosa. Sin embargo, los cristianos no le han prestado la debida atención. La iglesia es de Dios, pues está constituida de la naturaleza divina, posee el elemento divino. Esto es lo que indica la expresión la iglesia de Dios. Así que, la iglesia es de Dios. Este es su aspecto universal. No obstante, la iglesia de Dios también es local. En este caso, se trata de la iglesia de Dios que está en Corinto.
En este versículo vemos los aspectos universal y local de la iglesia. El aspecto universal se refiere a la constitución, la naturaleza y el contenido de la iglesia, mientras que el aspecto local, a la expresión y al sentido práctico de la misma. Si únicamente tenemos el aspecto local y no el aspecto de la iglesia de Dios, sólo habrá una formalidad externa; careceremos de la realidad interior. Pero si sólo tenemos el aspecto universal sin el aspecto local de la iglesia en una localidad particular, tendremos la realidad, más no el sentido práctico. Por una parte, Dios es el elemento constitutivo de la iglesia; por otra parte, ella es expresada en una localidad específica.
Son pocos los maestros cristianos que han visto estos dos aspectos de la iglesia. En sus escritos, algunos hablan de la iglesia de Dios, mientras que otros tal vez mencionan brevemente que la iglesia estaba en Corinto. Pero nosotros debemos entender claramente que la descripción que se hace de la iglesia en 1:2 incluye los dos aspectos de la iglesia, el universal y el local. Debemos entender también que el aspecto universal alude a la naturaleza y el contenido de la iglesia, mientras que el aspecto local, al sentido práctico y la expresión de ésta. Hoy es necesario que tengamos presentes los dos aspectos. Debemos ser la iglesia de Dios en una localidad determinada, por ejemplo, Anaheim, Vancouver o Filadelfia. Debemos ser universales así como locales. Todos deberíamos decir que somos de la iglesia de Dios que está en determinado lugar. Cuando alguien le pregunte a qué iglesia pertenece, usted debería contestarle que pertenece a la iglesia de Dios que está en la localidad donde usted reside. En el recobro del Señor tenemos la iglesia universal, la cual se expresa y se practica en las diferentes localidades.