Mensaje 21
Lectura bíblica: 1 Jn. 2:18-23
En 1 Juan 2:13 el apóstol Juan escribe unas palabras muy sencillas a los niños, esto es, a aquellos creyentes que son muy jóvenes en la vida divina: “Os escribo a vosotros, niños, porque conocéis al Padre”. En los versículos del 18 al 27 Juan escribe nuevamente a los niños y se extiende un poco más a fin de confirmar lo que ya les había escrito. En un sentido positivo, estas palabras adicionales tratan de la unción; y en un sentido negativo, tratan de los anticristos. En el versículo 18 Juan dice: “Niños, ya es la última hora; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora se han presentado muchos anticristos; por esto conocemos que es la última hora”. En este versículo, la palabra Niños se refieren a los niños mencionados en el versículo 13, quienes constituyen el tercer grupo de destinatarios de esta epístola. Los versículos del 18 al 27 recalcan el conocimiento en términos de la vida divina (vs. 20-21) y refuerzan la frase “porque conocéis al Padre”, que fue dirigida a ellos mismos en el versículo 13.
En el versículo 20 Juan se dirige a los niños al hablarles acerca de la unción: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y todos vosotros tenéis conocimiento”. La unción es el mover y el obrar del Espíritu compuesto que mora en nosotros, el cual es plenamente tipificado por el aceite de la unción, el ungüento compuesto mencionado en Éxodo 30:23-25 (véase Estudio-vida de Éxodo, mensajes 157-163). El Espíritu vivificante y todo-inclusivo que proviene de Aquel que es santo, entró en nosotros cuando fuimos regenerados, y permanece en nosotros para siempre (v. 27); por Él los que son niños conocen al Padre (v. 13) y conocen la verdad (v. 21).
Las palabras que Juan dirige a los niños acerca de la unción tienen mucho que ver con el crecimiento de ellos en la vida divina, y también indican que todos los santos que están en la vida de iglesia necesitan recibir la enseñanza de la unción.
Si leen los versículos del 18 al 27 detenidamente, descubrirán que la enseñanza de la unción nos enseña principalmente el misterio de la Trinidad. Por muchos años he dado mensajes sobre la enseñanza de la unción. En estos mensajes he recalcado que la unción nos enseña todas las cosas, es decir, todo lo relacionado con nuestra vida cristiana cotidiana. En este mensaje quisiera hablar acerca de la enseñanza de la unción en un sentido más estricto, esto es, que la unción nos enseña todo lo relacionado con la Trinidad. En otras palabras, en este mensaje lo que me interesa comunicarles no es la aplicación más amplia del principio, sino la interpretación más precisa de la enseñanza de la unción, según el contexto de estos versículos. Cuanto más considero estos versículos según su contexto, más seguro me siento que es absolutamente acertado decir que la enseñanza de la unción tiene que ver con lo relacionado a la Trinidad.
Hemos visto que la unción es el mover del Espíritu vivificante, compuesto y todo-inclusivo, quien es el Dios Triuno procesado. Este Espíritu es el cumplimiento del tipo del ungüento compuesto revelado en Éxodo 30. En este ungüento compuesto se encuentran diferentes elementos que son los ingredientes de dicho ungüento. Así como la pintura es un compuesto de varios elementos, así también el Espíritu que unge también se compone de diferentes elementos. Estos elementos incluyen al Dios Triuno procesado y Sus actividades. El Dios Triuno pasó por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Estos pasos corresponden a Sus actividades. Todos estos pasos han llegado a ser elementos del Espíritu vivificante y compuesto. Por consiguiente, el Espíritu que unge es de hecho un compuesto del Dios Triuno y Sus actividades. En el Espíritu que unge se encuentran la divinidad y la humanidad, la naturaleza divina y la naturaleza humana. Tal Espíritu compuesto incluye la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Todos éstos son elementos del Espíritu compuesto, tipificado por el ungüento compuesto de Éxodo 30.
La unción es de hecho el mover del ungüento, y el ungüento es un compuesto. El aceite, por su parte, no es un compuesto, pues sólo contiene un elemento; pero el ungüento compuesto sí contiene varios elementos. En el Espíritu compuesto tenemos al Padre, al Hijo, al Espíritu, la divinidad, la humanidad, la encarnación, el vivir humano, la eficacia de la muerte de Cristo, el poder de Su resurrección y Su ascensión. La unción es el mover de este Espíritu compuesto junto con todos Sus elementos. Únicamente esta unción, únicamente el mover de este Espíritu compuesto, puede enseñarnos todo lo relacionado con el Dios Triuno.
La pintura es el mejor ejemplo de lo que es el ungüento compuesto. ¿Cuál es la mejor manera de conocer los elementos de una pintura en particular? La mejor manera es comprar la lata de pintura y aplicar un poco de ella a un mueble. Al aplicar la pintura, usted conocerá cuáles son los elementos de la pintura. Esto significa que sólo la pintura misma le puede enseñar lo que es la pintura. Sin la pintura, usted no puede aprender nada acerca de los elementos de la pintura. De manera semejante, es cuando el Espíritu compuesto se aplica a nosotros en forma de “pintura” que Él nos enseña lo relacionado con el Dios Triuno y Sus actividades. También podríamos decir que los elementos del Espíritu compuesto nos enseñan los diversos asuntos relacionados con el Dios Triuno y Sus actividades. El Espíritu que unge es un compuesto del Dios Triuno y todas Sus actividades, y ahora este Espíritu compuesto nos enseña lo relacionado con la Trinidad.
Es solamente debido a que el Dios Triuno llegó a ser el Espíritu que unge que podemos aprender lo relacionado con el Dios Triuno y Sus actividades. Esta clase de enseñanza no es objetiva; más bien, es bastante subjetiva. El Dios Triuno se hizo el Espíritu que unge, y Su unción está ahora en nosotros. Esta unción subjetiva, el mover del compuesto del Dios Triuno y todas Sus actividades, puede ahora enseñarnos las cosas relacionadas con el Dios Triuno y Sus actividades. Por lo tanto, es esta unción la que nos enseña lo relacionado con el Dios Triuno.
El Dios Triuno ha llegado a ser una entidad compuesta que no sólo contiene los elementos de Su persona —la divinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu—, sino también los elementos de Sus actividades: la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Todos estos elementos se mezclaron y llegaron a ser el Espíritu compuesto cuya unción nos enseña lo relacionado con la Trinidad.
La revelación hallada en la Biblia acerca del Dios Triuno tiene mucho que ver con nuestra experiencia. Por ejemplo, en Mateo 28:19 el Señor Jesús dijo a Sus discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. M. R. Vincent, en su libro Word Studies in the New Testament [Estudio de Palabras del Nuevo Testamento], dice que el nombre del que se habla en Mateo 28:19 es equivalente a la persona. Así que, bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu equivale a bautizarlas en la persona del Dios Triuno. Así como un nombre humano alude a una persona humana, el nombre divino alude a la persona divina. Por tanto, bautizar a las personas en el nombre del Dios Triuno equivale a introducirlas en la persona del Dios Triuno.
Vincent también dice: “Bautizar en el nombre de la Santa Trinidad implica tener una unión espiritual y mística con Él”. La preposición griega eis, traducida aquí “en”, alude a una unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno. Ser bautizados en la persona del Dios Triuno, por tanto, significa ser introducidos en una unión orgánica con Él. Hemos sido bautizadas en la persona del Dios Triuno y, como tales, nosotros ahora estamos unidos orgánicamente al Dios Triuno, y Él está unido orgánicamente a nosotros.
El Dios Triuno, quien ahora está unido orgánicamente a nosotros, nos enseña acerca de Sí mismo. Esta enseñanza es subjetiva y tiene que ver con nuestra experiencia. Día tras día, mientras permanecemos en la unión orgánica con el Dios Triuno, le disfrutamos, le experimentamos, y vivimos en Él, con Él y por Él. Este vivir nos enseña constantemente lo relacionado con el Dios Triuno. Podemos testificar que ciertamente disfrutamos al Dios Triuno en nuestra vida diaria.
Podemos usar el ejemplo del comer para mostrar lo que significa aprender las cosas del Dios Triuno al disfrutarle y experimentarle. La mejor forma de conocer cierto alimento es comerlo. Al comer cierto alimento, éste nos enseña algo acerca de sí mismo. Esto no es una lección meramente objetiva acerca de dicho alimento, sino un conocimiento subjetivo de él adquirido por experiencia. Cuanto más comamos determinado alimento, más llegaremos a conocerlo. Este conocimiento no es doctrinal, sino un conocimiento adquirido por experiencia. De manera semejante, nosotros llegamos a conocer al Dios Triuno al disfrutarle y experimentarle. Es imposible conocer al Dios Triuno meramente por medio de la doctrina; en cambio, podemos conocerle al disfrutarle y experimentarle.
Cuando el Dios Triuno llega ser nuestro disfrute y experiencia, Su mover llega a ser la unción que está en nosotros. Este entendimiento nos permite dar una definición apropiada de la unción: la unción es el mover del Dios Triuno a medida que Él llega a ser nuestro disfrute y experiencia internos.
Basándonos en la Biblia, nosotros enseñamos que el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno. Isaías 9:6 dice que un Hijo nos es dado, pero que Su nombre es llamado Padre eterno o Padre de la eternidad. Esto concuerda con lo que dijo el Señor acerca de Sí mismo y el Padre en el Evangelio de Juan. El Señor Jesús dijo que Él, el Hijo, vino en nombre del Padre (Jn. 5:43). El Señor nunca dijo, respecto de Sí mismo, que Él era el Hijo y el Padre; pero sí dijo que Él era el Hijo que había venido en nombre del Padre. En el capítulo 14 del Evangelio de Juan el Señor también dice que el que le ha visto a Él, ha visto al Padre (v. 9). Además, en este capítulo el Señor dice que Él está en el Padre y que el Padre está en Él (vs. 10-11). Es por eso que Juan 10:30 dice que el Padre y el Hijo uno son. Cuando confesamos al Hijo, tenemos también al Padre (1 Jn. 2:23). Además, Él también es el Espíritu (2 Co. 3:17). Una vez que Él mora en nosotros, tenemos también al Padre y al Espíritu. ¿Tiene usted al Señor Jesús en su interior? Por supuesto que sí. ¿Acaso no tiene también al Padre y al Espíritu? Indudablemente usted tiene a ambos, al Padre y al Espíritu. Esto significa que los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu, están en usted. ¿Cuántos, entonces, hay dentro de nosotros? Por experiencia todos sabemos que dentro de nosotros hay únicamente una sola persona. El que mora en nosotros es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Es importante que veamos cuán crucial es el hecho de que la unción es el mover del Dios Triuno disfrutado y experimentado por nosotros. La unción es el mover interno del Dios Triuno, quien llega a ser nuestro disfrute y experiencia. En el capítulo 2 de 1 Juan, la unción alude a nuestra experiencia del Dios Triuno. Esta experiencia es la que nos enseña lo relacionado con la Trinidad.
Lo dicho por Juan acerca de la unción fue escrito a aquellos que son niños, a los más jóvenes en la vida divina. Aun los creyentes más jóvenes han experimentado al Señor en su interior. Ellos pueden testificar por experiencia que Aquel que vive en ellos es el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Necesitamos experimentar al Dios Triuno de una manera apropiada. Es al “saborear” en nuestra experiencia que conocemos las cosas relacionas con el Dios Triuno. Por ejemplo, ¿cómo sabe usted si el azúcar es dulce o amarga? La forma de saberlo es probar un poco de ella. Saborearla le enseñará si es amarga o dulce. De igual manera, lo que hemos experimentado o saboreado del Dios Triuno nos enseñará acerca de Él.
La intención de Juan en 2:18-27 es advertir a los niños acerca de los anticristos y las enseñanzas heréticas de los mismos. En estos versículos Juan parece estar diciendo: “No escuchéis todas esas falsas enseñanzas acerca de la persona de Cristo. Vosotros tenéis un Maestro en vuestro interior; ese Maestro es la unción. No hagáis caso de lo que dicen los anticristos; antes bien, escuchad lo que os dice la experiencia que vosotros mismos habéis tenido del Dios Triuno moviéndose como la unción dentro de vosotros”. ¡Alabado sea el Señor por la experiencia de recibir la enseñanza de la unción acerca del Dios Triuno!