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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Juan»
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Mensaje 37

LAS VIRTUDES DEL NACIMIENTO DIVINO: VENCER AL MUNDO, LA MUERTE, EL PECADO, EL DIABLO Y LOS ÍDOLOS

(2)

  Lectura bíblica: 1 Jn. 5:14-17

  En este mensaje examinaremos 1 Juan 5:14-17.

LA COMUNIÓN DIVINA

  El versículo 14 dice: “Y ésta es la confianza que tenemos ante Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye”. La palabra y al comienzo de este versículo es muy importante, pues sin ella podríamos pensar que 5:14-17 es una sección independiente de la sección anterior y que no guarda ninguna relación con ella. También podríamos pensar que en el versículo 14 el escritor súbitamente cambia de tema. Pero en realidad, según los hechos espirituales, lo que dice Juan en el versículo 14 no viene como una sorpresa; más bien, emana espontáneamente de lo dicho en los versículos anteriores.

  En 1 Juan 5:4-13 se nos muestra cómo hemos recibido la vida eterna, la cual se menciona en 1:1-2. Más adelante, en los versículos del 14 al 17 se nos dice cómo debemos orar en la comunión de la vida eterna, de la cual se habla en 1:3-7. En los primeros siete versículos del capítulo 1 se nos muestra que hemos recibido la vida eterna, y que gracias a ella tenemos comunión con los apóstoles y también con el Padre y con el Hijo. El mismo principio se aplica a 5:4-17. Según 5:4-13 hemos recibido la vida eterna, y según 5:14-17 estamos en la comunión de esta vida. Por supuesto, en estos versículos no se menciona la palabra comunión, sino que se nos habla de la oración. Cuando oramos mediante la vida divina, participamos en la comunión de la vida divina. Por consiguiente, estos versículos de hecho aluden a la comunión divina.

LA VIDA ETERNA VENCE LA MUERTE

  La palabra y al principio del versículo 14 une la vida de 5:4-13 con la comunión de 5:14-17. En la sección anterior vimos que hemos recibido la vida eterna, y que se nos ha dado la palabra escrita para que tengamos la certeza de ello. Ahora Juan, basándose en lo que escribió en 5:4-13, nos muestra que esta vida eterna es capaz de vencer la muerte. Nosotros recibimos la vida eterna, y esta vida fue anunciada como testimonio, fue probada, y fue dada a nosotros en arras. Ahora Juan desea resaltar que la vida eterna vence la muerte.

  Tal vez anteriormente usted haya pensado que 5:14-17 son versículos que tratan de nuestra oración y de la respuesta de Dios a nuestras oraciones. Pero en realidad, la intención de Juan en estos versículos es mostrarnos que la vida eterna que está en nosotros es capaz de vencer la muerte que está presente tanto en nosotros mismos como en los demás miembros de la iglesia. La vida eterna absorbe la muerte que está en nosotros y la muerte que está en los demás miembros.

  En la vida de iglesia no llevamos una vida independiente de los demás; al contrario, puesto que la iglesia es el Cuerpo, vivimos con los demás miembros del Cuerpo. Por estar en el Cuerpo, somos miembros de los demás miembros. La vida eterna no sólo provee para nuestras necesidades, sino también para las necesidades de los miembros que están a nuestro alrededor. Ella vence la muerte que está en nuestro interior como también la muerte que está en el interior de nuestros hermanos. En particular, vence la muerte presente en aquellos que son débiles o que experimentan problemas.

  La debilidad está relacionada con la muerte, y los problemas provienen de la muerte. Mientras haya problemas en la vida de iglesia, eso es un indicio de que hay muerte entre los que están en la iglesia. Por consiguiente, necesitamos que la vida eterna venza y absorba esa muerte. Si usted es más fuerte que otro miembro del Cuerpo, entonces usted quizás sea quien suministre la vida presente en su interior al miembro más débil, a fin de que la muerte que está en él sea absorbida.

  Ahora podemos entender por qué el versículo 14 comienza con la palabra y. Leamos los versículos 13 y 14a de nuevo: “Estas cosas os he escrito a vosotros los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. Y ésta es la confianza que tenemos ante Él”. Aparentemente, la primera parte del versículo 14 no es apropiada ni lógica. Pero si percibimos la carga del espíritu del escritor, veremos que su intención era mostrarnos no sólo que tenemos vida eterna, sino también que esta vida eterna que está en nosotros, vence la muerte y la absorbe.

PEDIR CONFORME A LA VOLUNTAD DE DIOS

  En el versículo 14 Juan dice: “Y ésta es la confianza que tenemos ante Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye”. Aquí la palabra confianza se refiere a la confianza que tenemos cuando oramos en comunión con Dios. Basándonos en el hecho de que hemos recibido la vida eterna mediante el nacimiento divino al creer en el Hijo de Dios, podemos orar en la comunión de la vida eterna al tener contacto con Dios con la confianza que proviene de una conciencia sin ofensa (Hch. 24:16), conforme a Su voluntad, y estando seguros de que Él nos oye.

  Este versículo habla de pedir conforme a la voluntad de Dios, no conforme a nuestro deseo, preferencia o modo de pensar. Pero, ¿cómo podemos saber si lo que pedimos es conforme a Su voluntad? La persona que pide conforme a la voluntad de Dios es aquella que ha sido regenerada, que tiene la vida divina y que está en la comunión de la vida divina. Como vimos en el capítulo 3, tal persona tendrá una conciencia sin ofensa. Esto significa que su corazón no la reprende, porque mientras ella participa de la comunión de la vida divina, su conciencia no la culpa de ninguna falta. Mientras permanezcamos en la comunión de la vida divina, nuestra conciencia ciertamente no nos culpará de ninguna falta. Entonces podremos orar, pedir, conforme a la voluntad de Dios. Esto nos muestra que una persona que ora en la comunión de la vida divina es verdaderamente uno con el Señor. Es de esta manera que conocemos la voluntad de Dios: siendo uno con Él, permaneciendo en Él y permaneciendo en la comunión de la vida divina.

  Orar conforme a la voluntad de Dios indica que el que ora permanece en la comunión de la vida divina y que permanece también en el Señor mismo. Tal creyente es uno con el Señor. Esto nos permite tener confianza ante Dios. Cuando participamos en la comunión de la vida divina y nuestra conciencia no nos culpa de ninguna falta, tenemos paz con Dios, y también tenemos confianza para orar, no conforme a nuestros sentimientos, sino conforme a la voluntad de Dios. Puesto que oramos conforme a Su voluntad, Él nos oye.

SABEMOS QUE TENEMOS LAS PETICIONES QUE HAYAMOS HECHO

  En 5:15 Juan dice además: “Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Este entendimiento se basa en el hecho de que después de haber recibido la vida divina, permanecemos en el Señor y somos uno con Él al rogar a Dios en Su nombre (Jn. 15:7, 16; 16:23-24). Basándonos en el hecho de que hemos recibido la vida divina mediante el nacimiento divino, podemos permanecer en el Señor y ser uno con Él en nuestra oración. Luego, puesto que somos uno con el Señor en la oración, oramos en Su nombre. Es por ello que sabemos que Él nos oye en todo lo que pedimos. Nuestra acción de pedir no es realizada en nosotros mismos, conforme a nuestros pensamientos, sino en el Señor, conforme a la voluntad de Dios. Es así como sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

PEDIR Y DAR VIDA

  En el versículo 16 Juan llega al tema central de esta sección: “Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y le dará vida; a saber, a los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”. La palabra griega traducida “de” en este versículo literalmente significa “para”. Aquí Juan dice que si alguno ve a su hermano, alguien que le es muy cercano en el Señor, cometer pecado que no sea de muerte, debe pedir por él. Aquí la palabra pedirá debe de referirse a una oración hecha mientras permanecemos en comunión con Dios.

  Sin duda alguna, la palabra pedirá se refiere al que ve a su hermano cometer pecado que no es de muerte. Pero, ¿a quién se refieren las palabras le dará vida? Algunas versiones añaden el pronombre Él en mayúscula para referirse al Señor. Sin embargo, el sujeto de las expresiones pedirá y le dará vida es el mismo, es decir, es aquel que ve a su hermano cometer pecado y que pide por él.

  El sujeto de la expresión le dará vida es el mismo que realiza la acción de pedir; en otras palabras, el solicitante le dará vida a aquél por el cual pide. Esto no significa que el solicitante tenga vida en sí mismo y pueda dar vida a otros por sí mismo; más bien, significa que tal solicitante —quien permanece en el Señor, es uno con el Señor y le pide siendo un solo espíritu con el Señor (1 Co. 6:17)—, viene a ser el medio por el cual el Espíritu vivificante de Dios puede dar vida a aquél por el cual el solicitante pide. Todo esto tiene que ver con el hecho de impartir vida mientras se está en la comunión de la vida divina. Para ser personas que puedan dar vida a otros, tenemos que permanecer en la vida divina, y en ella andar, vivir y ser. En Jacobo 5:14-16 se pide por sanidad, pero aquí se pide para impartir vida.

  La esencia de este pasaje es que si queremos orar por un hermano conforme a lo que se describe en 1 Juan 5:16, debemos ser uno con el Señor. Debemos permanecer en el Señor y pedir siendo un solo espíritu con Él. Debido a que somos uno con el Señor a tal grado, llegamos a ser el medio, el canal, por el cual el Espíritu vivificante de Dios puede impartir vida a aquel por el cual pedimos. Esta impartición de vida se lleva a cabo en la comunión de la vida divina.

  Indudablemente, la “vida” del versículo 16 se refiere a la vida espiritual que, por la oración del solicitante, es impartida a aquel por quien se intercede. Sin embargo, según el contexto, la vida espiritual también rescatará el cuerpo físico de la persona por quien el solicitante pide, librándole del peligro de sufrir la muerte a causa de sus pecados (véase Jacobo 5:15).

EL PECADO DE MUERTE

  Con respecto al “pecado de muerte”, los maestros de la Biblia tienen distintas interpretaciones. Algunos dicen que se refiere al pecado de los anticristos, quienes niegan que Jesús es el Cristo (2:22), lo cual los mantiene para siempre en muerte. Pero según el contexto de este versículo, “el pecado de muerte” está relacionado con un hermano que ha pecado, y no con un anticristo ni con otro incrédulo. Puesto que esta sección, 5:14-17, está relacionada con la oración que se hace en la comunión de la vida eterna (abarcada en 1:3—2:11), el asunto tratado aquí, cualquiera que sea, tiene que estar relacionado con la comunión de la vida divina. En la comunión de la vida divina Dios ejerce Su juicio gubernamental sobre cada uno de Sus hijos según la condición espiritual de ellos. Según el juicio gubernamental de Dios, algunos de Sus hijos tal vez estén destinados a morir físicamente en esta era a causa de cierto pecado, mientras que otros quizás estén destinados a morir a causa de otros pecados. Esto es semejante al caso de Ananías y su esposa Safira, quienes experimentaron la muerte física por haber mentido al Espíritu Santo (Hch. 5:1-11), y al caso de los creyentes corintios, quienes recibieron el mismo juicio por no haber discernido el cuerpo (1 Co. 11:29-30). Esto fue tipificado por la forma en que Dios disciplinó a los hijos de Israel en el desierto (10:5-11). Todos ellos, excepto Caleb y Josué, fueron sentenciados por Dios a la muerte física a causa de ciertos pecados. La disciplina gubernamental de Dios es severa. Ni Miriam, ni Aarón, ni siquiera Moisés, escaparon de ella, la cual se les aplicó por algunos de sus fracasos (Nm. 12:1-15; 20:1, 12, 22-29; Dt. 1:37; 3:26-27; 32:48-52). El castigo que Dios da a Sus hijos en Su administración gubernamental no está en lo absoluto relacionado con la perdición eterna; más bien, es un castigo dispensacional según el gobierno divino, un castigo relacionado con nuestra comunión con Dios y unos con otros. Si un pecado es de muerte o no, depende del juicio de Dios y de la posición y condición que tenga el creyente pecador en la casa de Dios. En cualquier caso, es muy serio que los hijos de Dios pequen. ¡El pecado puede ser castigado por Dios aun con muerte física en esta era! Con respecto a un pecado de muerte, el apóstol no dijo que debíamos hacer petición.

  En el versículo 17 Juan añade: “Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”. Todo delito, todo lo que no es justo ni recto, es pecado.

  Ya hemos dicho que el juicio que Dios ejerce en Su gobierno sobre ciertos pecados puede ser de muerte para algunos santos, mientras que para otros puede no ser de muerte. En el versículo 16 Juan dice: “Hay pecado de muerte”, mientras que en el versículo 17 él dice: “Hay pecado no de muerte”. Además, Juan parece dar a entender en el versículo 16 que el solicitante puede saber si el pecado que ha cometido un hermano es de muerte, ya que sólo debe pedir en casos en que el pecado no es de muerte. Esto nos lleva a hacernos la importante pregunta de cómo saber si cierto pecado es de muerte o no. Éste es un asunto muy profundo, el cual examinaremos más detalladamente en el siguiente mensaje.

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