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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Tesalonicenses»
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Mensaje 14

ALIENTO PARA LA FE, EL AMOR Y LA ESPERANZA

  Lectura bíblica: 1 Ts. 3:1-13

CONFIRMACIÓN Y ALIENTO

  En el capítulo uno de 1 Tesalonicenses se halla la estructura y el origen de una vida santa para la vida de iglesia, y en el capítulo dos se nos describe cómo fomentar el desarrollo de dicha vida. Ahora, en el capítulo tres vemos cómo es confirmada esta vida santa para la vida de iglesia. Hemos visto que esta vida está construida con fe, amor y esperanza. Además de la necesidad de fomentar el desarrollo de esta vida, se necesita también confirmar esta vida. Su confirmación incluye también los tres elementos principales de su estructura, a saber: la fe, el amor y la esperanza. En el capítulo tres, Pablo confirma la fe, el amor y la esperanza de los creyentes.

  Debemos tener presente que 1 Tesalonicenses es un libro dirigido a nuevos creyentes. Por lo tanto, todos los asuntos abarcados en esta epístola se presentan de manera concisa, y no de manera profunda. Este principio se aplica particularmente al capítulo tres. Al escribir este capítulo, Pablo evitó usar términos profundos. Sus palabras pueden compararse a las que un padre dirige a sus hijos. Sin embargo, aunque Pablo habla de manera breve, aborda varios asuntos que son cruciales.

  En 3:1 Pablo dice: “Por lo cual, no pudiendo sopórtalo más, nos pareció bien quedarnos solos en Atenas”. Atenas era la ciudad principal de la provincia de Acaya del Imperio Romano. Fue en esta ciudad donde el apóstol Pablo predicó el evangelio a los filósofos griegos (Hch. 17:15-34).

  Las palabras “por lo cual” al comienzo de este versículo, nos remiten al capítulo anterior, especialmente a los versículos 17 y 18. Estos versículos dicen: “Pero nosotros, hermanos, privados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro; por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó”. Los apóstoles habían sido privados de los creyentes tesalonicenses de vista y estaban ansiosos de verlos nuevamente. Fue por eso que Pablo dijo en 3:1 que no podía soportar más esa situación. De manera que, las palabras “por lo cual” del versículo 1 indican que el capítulo tres es una continuación de 2:17 y 18. Pablo estuvo dispuesto a quedarse solo en Atenas y, como dice en el versículo 2, a enviar a Timoteo a Tesalónica.

  El versículo 2 dice: “Y enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo, para confirmaros y alentaros respecto a vuestra fe”. En algunos manuscritos dice “ministro de Dios” en vez de “colaborador”. El ministro de Dios es un colaborador de Dios (1 Co. 3:9; 2 Co. 6:1). ¡Qué privilegio! ¡Qué bendición!

  Timoteo fue enviado a los tesalonicenses para alentarlos respecto a su fe. Esto indica que lo que se abarca en el capítulo tres tiene que ver con la labor de confirmar y alentar. Al referirse a la fe de los tesalonicenses, Pablo regresa al tema de la estructura de una vida santa para la vida de iglesia, que se abarcó en el capítulo uno. No obstante, su preocupación en el capítulo tres es la confirmación de tal vida.

  Si somos confirmados en nuestra fe, no seremos sacudidos por las tribulaciones. Al respecto, Pablo dice en el versículo 3: “A fin de que nadie se deje mover por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos”. Si somos confirmados en la fe, las tribulaciones servirán para nuestro provecho (Ro. 8:28), conforme al propósito del Dios que así lo dispuso. De otra manera, las tribulaciones podrían ser usadas por el tentador (1 Ts. 3:5) para sacudirnos. La palabra griega traducida “estamos puestos” también significa destinados, colocados. Dios ha destinado, ha designado, que nosotros pasemos por tribulaciones. Por lo tanto, las aflicciones son la porción que Dios nos ha asignado, y Él nos ha puesto, nos ha colocado, en situaciones de aflicción.

LOS DOS ASPECTOS DE LA FE

  Debemos examinar detenidamente el significado de la fe en 1 Tesalonicenses 3. En el versículo 2 la fe no es solamente subjetiva, la cual se refiere a la acción de creer por parte de los santos, como en los versículos 5, 6 y 10, sino también objetiva, la cual se refiere a aquello en lo que ellos creen, como en 1 Timoteo 3:9, 4:1 y 2 Timoteo 4:7. Estos dos aspectos de la fe están relacionados entre sí. Nuestra acción de creer (la fe subjetiva) emana de las cosas que creemos y se halla en las cosas que creemos (la fe objetiva).

  La palabra “fe” mencionada en 1 Tesalonicenses es en cierto modo difícil de entender. Esto se debe a que en el Nuevo Testamento la fe tiene dos aspectos, un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo. En términos doctrinales, el aspecto objetivo viene primero y produce el aspecto subjetivo. La fe objetiva denota aquellas cosas en las que debemos creer para ser salvos. Incluye el contenido del nuevo pacto. Por lo tanto, el contenido del nuevo pacto equivale a la fe objetiva. Este aspecto de la fe se recalca mucho en un libro como 1 Timoteo. Por ejemplo, 1 Timoteo 1:19 habla de la fe. La fe en ese versículo es objetiva y se refiere a las cosas que creemos. Sin embargo, el mismo versículo también menciona la fe subjetiva cuando dice: “Manteniendo la fe y una buena conciencia”. Esta fe subjetiva se refiere a nuestra acción de creer.

  Los cristianos a menudo hablan de la fe en un sentido objetivo. Tal vez alguien le pregunte cuál es su fe, refiriéndose a lo que usted cree. Este aspecto de la fe, el aspecto objetivo, no denota nuestra acción de creer, sino aquello en que creemos. Esta fe objetiva incluye el contenido de la economía neotestamentaria de Dios.

  Cuando escuchamos acerca de la fe objetiva, del contenido de la economía neotestamentaria de Dios, espontáneamente se produce en nosotros la fe subjetiva. Nosotros respondemos a la fe objetiva, creyendo. Esto significa que una vez que escuchamos de la fe objetiva, surge en nosotros la fe subjetiva. Esta fe subjetiva es nuestra acción de creer.

  La fe subjetiva no es algo que sucede una vez para siempre. Al contrario, desde que empezamos a creer, la acción de creer ha estado activa dentro de nosotros, pues la vida cristiana es una vida de fe, una vida de creer. Día tras día llevamos una vida de creer. No vivimos por lo que vemos, sino por lo que creemos. Como dice Pablo: “Porque por fe andamos, no por vista” (2 Co. 5:7). Nuestro andar es por fe, no por vista.

  Todos los asuntos que hemos abordado en estos mensajes tienen que ver con la fe. Por ejemplo, Colosenses 1:27 dice que Cristo está en nosotros para ser nuestra esperanza de gloria. Nosotros recibimos esta palabra en fe. Por fe creemos en Su regreso, y por fe esperamos una corona. Hablamos de estas cosas totalmente por la fe. Es por eso que quienes no tienen fe, no tienen idea de lo que estamos hablando. Para ellos, lo que decimos es supersticioso o absurdo. No pueden creerlo ni aceptarlo. La gente del mundo, los incrédulos, no tienen fe, y, por ende, no pueden entender lo que decimos o la manera en que vivimos. Nuestro vivir es absolutamente una vida de creer.

  El aspecto objetivo de la fe es profundo. No nos atrevemos a afirmar que seamos perfectos o que no nos falte nada con respecto a la fe objetiva. La economía de Dios es profunda. El contenido de Su economía es Cristo como Aquel que es todo-inclusivo y universalmente extenso. El contenido de la economía de Dios es tan profundo y rico que no nos atrevemos a decir que hayamos alcanzado un conocimiento perfecto de la fe objetiva. Es preciso que veamos que nuestra fe objetiva incluye al Cristo todo-inclusivo y universalmente extenso, quien es el contenido de la economía de Dios. Todavía no conocemos este contenido adecuadamente ni lo hemos experimentado plenamente. Por consiguiente, aún necesitamos apropiarnos más del Cristo todo-inclusivo, del Cristo que es el contenido de nuestra fe objetiva.

  ¡Alabado sea el Señor porque esta fe objetiva produce un creer subjetivo! Cuando recibimos una revelación acerca de Cristo, no podemos evitar creer en Él. La fe se infunde en nuestro ser espontáneamente, y de manera automática creemos en Cristo. A los incrédulos les es imposible creer que Cristo está en nosotros. Nosotros, en cambio, no podemos evitar creer que Cristo vive en nosotros. Él está en nosotros para ser nuestra vida, nuestro suministro de vida y nuestro todo. Nosotros hemos visto una visión del Cristo que mora en nosotros, y por ello no tenemos más alternativa que creer que realmente Él está en nosotros. Puesto que hemos visto una revelación acerca del contenido de la economía de Dios, no podemos evitar creer en lo que hemos visto. Se nos ha infundido la capacidad de creer, y ahora tenemos la fe subjetiva, la acción de creer desde lo más recóndito de nuestro ser.

LA PREOCUPACIÓN DE PABLO

  Cuando Pablo dice que Timoteo fue enviado para confirmar y consolar a los creyentes respecto a su fe, ¿se refería a la fe objetiva o la fe subjetiva? No es fácil determinar si la fe del versículo 2 es objetiva o subjetiva. En realidad, la fe en este versículo denota tanto el aspecto objetivo como el subjetivo. Incluye lo que creemos y la acción por parte nuestra de creer. Los hermanos enviaron a Timoteo para que viera cómo estaban los creyentes de Tesalónica con respecto a estos dos aspectos de la fe. ¿Mantenían todavía la fe objetiva? ¿Cuán firmemente creían en ella? ¿Qué tan bien guardaban la fe objetiva y en qué medida creían en ella? Esto era lo que a Pablo le interesaba saber. Así, pues, en los versículos 2 y 3 él parecía decir: “Hermanos, me preocupa que hayáis sido sacudidos por las tribulaciones. Ser sacudidos significa haber perdido fe. Significa que habéis quitado la mirada de la fe objetiva y que habéis perdido la capacidad subjetiva de creer. Me preocupa saber cómo están estos dos aspectos de vuestra fe”.

  Los que han recibido la carga de cuidar de los nuevos creyentes tienen que aprender a velar por la fe de ellos y a preocuparse por saber cómo están ellos con respecto a los aspectos subjetivo y objetivo de la fe. ¿Está la fe de ellos creciendo o mermando? ¿Está desarrollándose más su capacidad de creer? Tenemos que hacernos preguntas como éstas al cuidar de los nuevos creyentes. Es así como demostramos tener la misma preocupación que Pablo tenía por la fe de los tesalonicenses al enviar a Timoteo para que los confirmara y consolara.

  En el versículo 4 Pablo dice: “Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis”. La palabra griega traducida “predecíamos” está en tiempo imperfecto, lo cual indica que esta acción ocurrió repetidas veces. Pablo en muchas ocasiones les predijo a los creyentes que los apóstoles iban a pasar tribulaciones. Estas tribulaciones vinieron tal como Pablo lo predijo.

  En el versículo 5 Pablo añade: “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano”. El tentador aquí es el diablo insidioso, la serpiente antigua, quien tentó a Eva (Gn. 3:1-6; 1 Ti. 2:14). El insidioso tentador tiene como objetivo destruir la obra del evangelio realizada por medio de los colaboradores de Dios. Pablo estaba preocupado de que las tribulaciones, los sufrimientos y las persecuciones fueran usados por el tentador para mover a los tesalonicenses de su fe y hacer que perdieran fe. Debido a que Pablo no podía soportar más el no saber acerca de la fe de ellos, les envió a Timoteo para que averiguara cómo estaban ellos respecto a su fe.

  Una vez más, la fe del versículo 5 incluye tanto la fe objetiva como la fe subjetiva. Pablo estaba ansioso por saber cómo estaban los tesalonicenses con respecto a estos dos aspectos de la fe.

  La fe es el primer elemento de la estructura básica de la vida cristiana, una vida santa para la vida de iglesia. Los que vuelven atrás, incluyendo a muchos de los que abandonan la vida de iglesia, experimentan alguna pérdida de fe. Puede ser que no pierdan su fe totalmente, pero sí al menos en parte. Tal vez dejen de tener presente la fe objetiva, el contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Mientras estaban en la vida de iglesia, tales personas tenían cierta visión. Tenían una visión de Cristo, de la iglesia y de la economía de Dios. Tenían una visión del recobro de Dios y de cómo el Dios Triuno se imparte en nosotros. Sin embargo, poco a poco perdieron de vista estas cosas. Siempre que alguien pierde la visión del contenido de la economía de Dios, también disminuye en él la fe subjetiva, o sea, la acción de creer. La capacidad de creer desde el más profundo de nuestro ser, es siempre el producto, el resultado, el fruto, de tener una visión adecuada de la economía de Dios. Por consiguiente, es terrible perder la visión de la economía de Dios.

  Estar en las reuniones de la iglesia y del ministerio, es como si estuviéramos mirando la televisión celestial que nos presenta más de la economía de Dios. Cuanto más miramos la televisión celestial, más creemos. Espontáneamente creemos en lo que vemos. Por lo tanto, al salir de las reuniones, nuestra capacidad de creer se ha ensanchado. Las reuniones de la iglesia y del ministerio aumentan nuestra capacidad para creer.

  Un buen obrero cristiano es alguien que continuamente infunde en otros la visión divina y les ayuda a ver las maravillosas escenas que se presentan en la televisión celestial, de modo que queden grabadas en ellos. Cuando la visión celestial nos es infundida o transmitida, recibimos la facultad de creer. Una vez que creemos, nos conectamos a la transmisión divina. Esta transmisión es el flujo de la electricidad celestial. Al creer, nos “enchufamos” a este flujo.

  Por el versículo 5, sabemos que Pablo estaba preocupado de que el tentador hubiese tentado a los tesalonicenses y que el trabajo de los apóstoles hubiese resultado en vano. Pablo sabía que una vez que perdemos la visión del contenido de la economía de Dios, somos sacudidos y dejamos de estar en la línea de la fe. En dado caso, cualquier cosa que hayamos escuchado concerniente a la economía de Dios, resultará en vano. Este hecho puede verse en las vidas de aquellos que han abandonado la vida de iglesia. Su condición actual confirma que cuando perdemos de la visión de la economía de Dios, todo lo que hemos escuchado resulta en vano.

CONSOLADOS POR MEDIO DE LA FE DE LOS CREYENTES

  Cuando Timoteo regresó a Pablo con buenas nuevas, le dijo que su labor entre los tesalonicenses no había sido en vano. Pablo habla de este informe en el versículo 6: “Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros”. Estas buenas noticias acerca de la fe de los tesalonicenses le aseguraron a Pablo que su trabajo entre ellos no había sido en vano.

  El apóstol salió de Atenas y fue a Corinto (Hch. 17:15-16; 18:1, 5), donde escribió esta afectuosa carta a los amados santos de Tesalónica, con el fin de animarlos.

  En el versículo 6 Pablo habla de la fe y el amor. El amor es el resultado o producto de la fe. Hemos visto que la fe es el fundamento, que el amor es la edificación y que la esperanza es la piedra cimera. En estas palabras de confirmación que Pablo escribe a los tesalonicenses, él primero habla de la fe y poco a poco comienza a hablar del amor. Es por eso que en el versículo 6, él habla de la fe y el amor de los creyentes.

  El versículo 7 dice: “Por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe”. La condición sana de los creyentes es siempre un consuelo para los colaboradores de Dios, quienes laboran con ellos y los llevan sobre sus hombros. La palabra griega traducida “necesidad” puede también traducirse angustia. Denota una urgente necesidad que resulta de alguna calamidad. Una calamidad hace que la gente esté en una condición en la que necesita urgentemente provisiones tales como alimento, agua, vestido y techo. Pese a que los apóstoles estaban en medio de necesidad y aflicción, ellos fueron consolados por medio de la fe de los tesalonicenses. Una vez más, Pablo habla acerca de la fe.

  En el versículo 8 Pablo luego dice: “Porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor”. El hecho de que los creyentes permanezcan firmes en el Señor ministra vida a los apóstoles. Estar firmes en el Señor está en contraste con dejarse mover de la fe (v. 3). Si los nuevos creyentes de quienes usted cuida están firmes en el Señor, esto ciertamente le traerá a usted el suministro de vida.

COMPLETAR LO QUE FALTA

  Los versículos 9 y 10 dicen: “Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios, suplicando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe?”. La palabra griega traducida “completemos” en el versículo 10 puede traducirse también “perfeccionemos”. Esta misma palabra griega se usa en 2 Corintios 13:9. Puesto que eran jóvenes en el Señor, a los creyentes de Tesalónica todavía les faltaba algo en su nueva fe. El apóstol sabía esto y estaba preocupado debido a su amor por ellos. Ésta fue la razón por la cual escribió esta epístola.

  Cuando Pablo escribió el libro de 1 Tesalonicenses, los creyentes de Tesalónica probablemente tenían menos de un año de ser cristianos. Indudablemente, ellos necesitaban ver mucho más acerca del contenido de la economía de Dios. Del mismo modo, es posible que a muchos de nosotros que llevamos muchos años en el recobro, todavía nos falte ver más del Cristo todo-inclusivo y universalmente extenso, el cual es el contenido de la economía de Dios. Esto significaría que aún tenemos algunas carencias con respecto a la fe objetiva. Esta carencia en la fe objetiva hace que también tengamos carencias en cuanto a la fe subjetiva. Debido a que lo que vemos es limitado, nuestra acción de creer es también limitada. Nuestra capacidad para creer depende de lo que hemos visto, de la visión que hayamos recibido. Durante el tiempo que hemos estado en el recobro, nuestra visión con respecto a Cristo y la economía de Dios se ha ampliado más. Puesto que nuestra visión ha sido ampliada, nuestra fe objetiva se ha aumentado. Esto a su vez ha redundado en un aumento en nuestra capacidad para creer.

  Pablo suplicaba de noche y de día con gran insistencia, para que él y los demás apóstoles pudieran ver el rostro de los tesalonicenses y completar lo que les faltaba a su fe. En estos versículos Pablo parecía decir: “Vosotros tesalonicenses lleváis poco tiempo en el Señor. Ciertamente os falta algo en cuanto a vuestra fe objetiva y a vuestro creer subjetivo. Todavía hay muchas cosas que no os han sido reveladas o mostradas. Quisiéramos, por tanto, visitaros nuevamente a fin de mostraros más acerca de Cristo. Así, teniendo una visión más amplia de Cristo, vuestra fe objetiva se ensanchará y, espontáneamente, vuestra fe subjetiva se acrecentará. Esto es lo que vosotros necesitáis, y ésta es nuestra carga al pedir que podamos volveros a ver”.

SE HACE ÉNFASIS EN EL AMOR

  En 3:1-10 Pablo ha hablado principalmente de la fe como el primer elemento de la estructura de una vida santa para la vida de iglesia. Luego, a partir del versículo 11, él hace hincapié en el amor: “Ahora bien, el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesús, enderece nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros”. Los versículos 11 y 12 tratan principalmente del amor. La preocupación del apóstol por los nuevos creyentes es primero con relación a su fe, y luego con relación a su amor, el cual nace de la fe y opera juntamente con la fe (Gá. 5:6; 1 Ti. 1:14). Tal amor indica cierto crecimiento en vida (1 Ts. 1:3). Era necesario que el amor de los tesalonicenses aumentara, que creciera. Por esta razón, Pablo deseaba primero perfeccionar su fe, y luego alentarlos a que crecieran y abundaran en amor. Él sabía que el amor brotaría de su fe. Así, ellos llevarían una vida en amor, amando a los santos de su localidad y a todos los creyentes en todo lugar.

  En el versículo 11, la palabra “enderece” en el griego está en el singular, lo cual indica que el apóstol consideraba que Dios el Padre y el Señor Jesús eran uno. ¡Qué bueno es que nuestro camino en el ministerio sea enderezado por tal Dios! Y ¡qué hermosas son las pisadas de los apóstoles al llevar a cabo ellos el ministerio de Dios para el cumplimiento de Su propósito!

AFIRMAR LOS CORAZONES IRREPRENSIBLES EN SANTIDAD

  En el versículo 13 Pablo concluye, diciendo: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos”. Afirmar irreprensibles los corazones de los creyentes es algo que procede de la fe y del amor, como lo mencionan los versículos anteriores. Esto produce espontáneamente la esperanza del regreso de nuestro querido Señor, en quien creemos y a quien amamos. Por lo tanto, una vez más vemos que la fe, el amor y la esperanza son los factores implícitos con los cuales esta epístola está estructurada.

  Si nuestra fe es perfeccionada y si nuestro amor crece, aumenta y abunda, el resultado será la esperanza de que nuestros corazones sean afirmados irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida del Señor Jesús con todos Sus santos. Estos santos son los que creen en Cristo, incluyendo a los santos del Antiguo Testamento (Dn. 7:18, 21-22, 25, 27; Zac. 14:5). Aunque en el versículo 13 no se menciona la palabra “esperanza”, no obstante, se alude a ella o se halla implícita. Así, pues, la confirmación de una vida santa para la vida de iglesia está relacionada con su estructura, la cual se compone de la fe, el amor y la esperanza.

NUESTRA LABOR EN RELACIÓN CON LOS NUEVOS CREYENTES

  La manera en que Pablo cuidaba de los nuevos creyentes es muy diferente de la manera en que lo hacen muchos cristianos hoy. Él les mostraba a los nuevos creyentes que Dios el Padre los había regenerado y que ahora tenían una unión orgánica con el Señor Jesucristo, y que, por ende, poseían la estructura de una vida santa. Todos los cristianos genuinos, independientemente de su madurez espiritual, poseen la estructura de una vida santa para la vida de iglesia. Esta vida es la vida cristiana adecuada.

  Muchos cristianos no llevan una vida cristiana adecuada. Además, no tienen la menor idea de lo que es la vida de iglesia. Muchos ni siquiera saben qué significa llevar una vida santa. Una vida santa es una vida totalmente apartada para Dios, una vida santificada. Vivir una vida santa es llevar una vida absolutamente en función de Dios, por Dios, con Dios y en Dios. La meta de esta vida santa es la vida de iglesia. La vida santa para la vida de iglesia es el tema que Pablo aborda en esta epístola dirigida a nuevos creyentes.

  Como verdaderos cristianos que somos, todos tenemos esta clase de vida dentro de nosotros. Ahora debemos vivirla. Los elementos que componen la estructura de esta vida son la fe, el amor y la esperanza. Nuestra labor en relación con los nuevos creyentes debe fomentar el desarrollo de esta vida; debe nutrirla y cuidarla para que pueda crecer. Además, debemos aprender a confirmarla, fortalecerla y ayudarle a crecer en su estructura de fe, amor y esperanza.

  La fe consiste en ver la visión del contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Una vez que tengamos la visión, creeremos en lo que hemos visto. Esta fe constituye el fundamento de nuestra vida cristiana. Luego, de nuestra fe emanará el amor. En la vida de iglesia llevamos una vida de amor. Debemos amar a todo el mundo: a los creyentes que se reúnen con nosotros, a los que no se reúnen con nosotros, y también a los incrédulos. Este amor es el resultado de nuestra fe. Entonces tendremos también una vida llena de esperanza. Nosotros vivimos por Cristo, lo expresamos a Él e incluso somos Su Cuerpo. Mientras esperamos Su regreso, estamos llenos de esperanza. Nuestra esperanza y nuestro destino no están en esta tierra; antes bien, se centran absolutamente en el regreso del Señor Jesús.

  Si vemos la estructura y el origen de una vida santa para la vida de iglesia, y el fomento de su desarrollo así como su confirmación, sabremos cómo llevar a cabo nuestra labor con respecto a los nuevos creyentes. Les ayudaremos a comprender que, puesto que son cristianos genuinos, ellos ya poseen la estructura de una vida santa para la vida de iglesia. Luego fomentaremos con un cuidado tierno el desarrollo de esta vida y confirmaremos la fe, el amor y la esperanza de dicha vida.

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