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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Tesalonicenses»
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Mensaje 7

LA IGLESIA ESTÁ EN EL DIOS TRIUNO

(1)

  Lectura bíblica: 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1; Mt. 28:19; Hch. 19:5; Ro. 6:3; Gá. 3:27; Ap. 1:11-12

  Tanto 1 Tesalonicenses 1:1 como 2 Tesalonicenses 1:1 nos dicen que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Quisiera pedirles que consideren detenidamente la expresión “la iglesia ... en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Supongamos que Pablo hubiera sido más breve y simplemente hubiera escrito “la iglesia en Dios y en Cristo”. Tal vez nos parezca que es suficiente hablar de la iglesia en Dios y en Cristo, y que no es necesario hablar de la iglesia en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Esta última descripción contiene tres nombres que no se mencionan en la primera: el Padre, el Señor y Jesús.

EL PADRE, EL SEÑOR Y JESÚS

  Al leer el Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que el primer asunto básico acerca de los títulos divinos es la revelación del nombre del Padre. Cuando el Señor Jesús vino a la tierra y vivió en la carne, Su obra principal fue revelar el nombre del Padre a Sus discípulos. Por ejemplo, en Su oración al Padre en Juan 17, el Señor Jesús dijo: “He manifestado Tu nombre a los hombres que del mundo me diste” (v. 6). El Señor también dijo al Padre: “Y les he dado a conocer Tu nombre, y lo daré a conocer aún” (Jn. 17:26). Es sumamente importante conocer al Padre. Conocer a Dios es algo grandioso, pero es aun más grandioso conocer al Padre.

  Es también importante que prestemos la debida atención al título “Señor”. En el Antiguo Testamento se usó “Señor” como un título divino. No es nada insignificante que el hombre Jesús llegara a ser el Señor. Según Hechos 2, Cristo fue hecho Señor de todo después de Su resurrección y ascensión. Esto significa que un hombre, un nazareno, fue hecho Señor de todo. Con relación al Señor Jesús, el título “Señor” hace alusión a la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Fue por medio de tal proceso que el hombre Jesús fue hecho Señor de todo.

  Antes de la encarnación, Cristo, por ser Dios, ya era el Señor. Sin embargo, era el Señor, el Creador. Pero, después del proceso que se extiende desde la encarnación hasta la ascensión, el hombre Jesús fue hecho Señor. Con relación a Cristo en el Nuevo Testamento, este título tiene un significado muy rico. Cristo no es solamente el Creador, sino también Aquel que se encarnó, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, fue crucificado, resucitó y ascendió a los cielos. Por medio de Su crucifixión, Cristo efectuó la redención, acabó con la vieja creación, destruyó a Satanás y la muerte, y eliminó todas las barreras que había entre Dios y el hombre, y entre los hombres mismos. ¡Aleluya por todo lo que logró la crucifixión de Cristo! Al igual que la crucifixión, la resurrección de Cristo es muy profunda. En las palabras de un cántico titulado “Dios se procesó”, la crucifixión pone fin y la resurrección hace germinar. Después que la crucifixión de Cristo puso fin a la vieja creación, Su resurrección hizo germinar la nueva creación. Ahora Jesucristo, como Aquel que se encarnó, fue crucificado, resucitó y ascendió, ha sido hecho Señor de todo. Todo este proceso y todo lo relacionado con él, se halla implícito en el título “Señor”.

  El nombre “Jesús” es también muy importante y significativo. “Jesús” significa “Jehová el Salvador”, o “Jehová nuestra salvación”. Para que Jehová pudiera ser nuestro Salvador y nuestra salvación, era necesario que pasara por un largo proceso.

  El título “Cristo” significa “el Ungido”. El Señor Jesús, como el Cristo o el Ungido, es Aquel que fue designado por Dios para llevar a cabo Su propósito eterno. Cristo fue ungido, comisionado y designado para cumplir el propósito de Dios. Mediante todos los pasos de Su proceso, Él, quien es el Cristo, cumplió esta comisión y llevó a cabo el propósito de Dios. Ahora, en resurrección y ascensión, Él es nuestro Señor Jesucristo.

  Dios no sólo es nuestro Creador, sino también nuestro Padre. El hecho de que Dios sea nuestro Padre tiene muchas más implicaciones que el hecho de que Él sea nuestro Creador. ¿Cómo pudo Dios el Creador llegar a ser nuestro Padre? En otras palabras, ¿cómo podíamos nosotros, siendo criaturas de Dios, llegar a ser hijos de Dios el Padre? Dios no tiene intención alguna en ser nuestro Padre adoptivo, nuestro padrastro ni nuestro Padre nada más en términos legales; más bien, Él es nuestro Padre en virtud de la vida divina. Esto significa que hemos recibido la vida de Dios. Esto ocurrió cuando nacimos de Dios.

  Debería ser más que una mera doctrina para nosotros el declarar que hemos nacido de Dios. ¡Aleluya, somos hijos de Dios en virtud de la vida divina! Ya que hemos nacido de Dios, ahora somos hijos de Dios en vida, y Él es verdaderamente nuestro Padre. ¡Cuán grandioso es esto!

  Debemos ser muy cuidadosos cuando leemos la Biblia. Si la leemos así, descubriremos que 1 Tesalonicenses 1:1 y 2 Tesalonicenses 1:1 son muy parecidos, pero no son exactamente iguales. En 1 Tesalonicenses 1:1 dice: “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros”, mientras que en 2 Tesalonicenses 1:1 dice: “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo”. El primer versículo nos habla del “Padre”, mientras que el segundo dice “nuestro Padre”. Además, en 2 Tesalonicenses, la bendición: “Gracia y paz a vosotros” se encuentra en el versículo 2 y no en el versículo 1, lo cual indica que las palabras introductorias de Pablo en 2 Tesalonicenses son un poco más enfáticas que las de 1 Tesalonicenses. Ciertamente Pablo no fue descuidado al escribir sus epístolas. Todo lo que él escribió lo hizo con un propósito definido.

EL ESPÍRITU ESTÁ IMPLÍCITO

  Ambas epístolas nos dicen que la iglesia se compone de seres humanos, en este caso, los tesalonicenses. Tesalónica era una ciudad inicua, pues la mayoría de sus habitantes eran personas inmorales. Sin embargo, algunas personas que en otro tiempo habían sido inmorales, fueron salvas y regeneradas, y llegaron a formar parte de la iglesia en el Dios Triuno, en su respectiva localidad. Por esta razón, Pablo habla de la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. En estas dos expresiones, Pablo alude al Dios Triuno.

  Al escuchar que la iglesia de los tesalonicenses está en el Dios Triuno, tal vez algunos digan: “Usted afirma que 1:1 nos muestra que la iglesia está en el Dios Triuno. En efecto, este versículo menciona al Padre y al Señor Jesucristo, el Hijo, pero no menciona en absoluto al Espíritu. Si este versículo habla del Dios Triuno, ¿por qué entonces no se menciona el Espíritu?”. Éste es uno de muchos otros casos en los cuales lo que la Biblia deja de decir es tan importante, si no más, que lo que dice explícitamente. A menudo, cuando hablamos con los santos, es posible que nos abstengamos de decir ciertas cosas. Esto quizá sea más importante que lo que decimos. ¿Por qué Pablo no dijo: “La iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre, en el Señor Jesucristo y en el Espíritu Santo”? Más adelante veremos que existe una buena razón por la cual Pablo menciona al Padre y a Cristo el Hijo, mas no al Espíritu.

  Pueden estar completamente seguros de que el Dios del cual se habla 1:1 es el Dios Triuno. Esto lo sabemos por el hecho de que Pablo primero mencionó al Padre, el primero de la Trinidad. Siempre que se menciona el primero, también se menciona el segundo, el Hijo, y también el tercero, el Espíritu. Precisamente el hecho de que Pablo hable del Padre es una prueba contundente de que él tenía presente al Dios Triuno. Además, la expresión “el Señor Jesucristo” alude al Espíritu. De hecho, ambas expresiones “Dios el Padre” y “el Señor Jesucristo” aluden al Espíritu. Por lo tanto, en 1:1 el Espíritu está implícito y sobreentendido.

  Es importante que creamos que el Dios mencionado en 1:1 es el Dios Triuno. Estar en Dios Padre y en el Señor Jesucristo implica que también estamos en el Espíritu. Por consiguiente, en 1:1 está implícito el Dios Triuno. Este versículo nos muestra que la iglesia está en el Dios Triuno.

LA IGLESIA ESTÁ EN EL DIOS TRIUNO ORGÁNICAMENTE Y EN VIDA

  Es bastante sencilla la afirmación de que la iglesia es de Dios o de Cristo. Pero es más profundo declarar que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Por ejemplo, una cosa es afirmar que somos de una persona en particular, y otra muy distinta, declarar que estamos en esa persona. Desde nuestra perspectiva humana, es posible ser de una persona, pero no es posible literalmente estar en ella. La iglesia únicamente puede estar en el Dios Triuno de una manera orgánica y en virtud de la vida divina. Aunque nosotros no entendamos cabalmente cómo opera la vida, Dios sí tiene un entendimiento pleno de esto. Además, sólo Dios puede hacer algo según el principio de la vida divina. Así pues, de una manera orgánica y en virtud de la vida divina, Dios ha hecho posible que la iglesia esté en el Dios Triuno.

  Para que la iglesia sea meramente de Dios, lo único que se requiere es que Dios sea nuestro Creador. Pero para que la iglesia esté en Dios, es menester que Dios sea nuestro Padre, y que nosotros tengamos una relación orgánica con Él. Asimismo, para que la iglesia esté en el Señor Jesucristo, es necesario que Cristo sea tanto el Señor como Jesús para nosotros.

NUESTROS CONCEPTOS TRADICIONALES SON COMO UN VELO QUE NOS CUBRE

  Tal vez usted haya leído 1:1 muchas veces sin haberse percatado de que la iglesia está en el Dios Triuno. No obstante, este hecho se revela en la Biblia. ¿Cuál es entonces la razón por la que muy pocos cristianos han visto esto? La razón por la cual ellos no ven que la iglesia está en el Dios Triuno es que los conceptos tradicionales que tienen acerca de la iglesia son como un velo que los cubre. Los creyentes quizás están acostumbrados a escuchar expresiones como “la iglesia de Dios”, “la iglesia de Cristo” y “las asambleas de Dios”, especialmente en la manera que se usan hoy en día como nombres de denominaciones. Pero muy pocos se dan cuenta de que la iglesia está en el Dios Triuno.

  Es importante que comprendamos que el Nuevo Testamento no dice que la iglesia está en Dios. En lugar de ello, 1 Tesalonicenses 1:1 nos dice que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Esto es muy distinto de afirmar que la iglesia está simplemente en Dios, pues revela que la iglesia está en el Dios Triuno. En la Biblia no encontramos tal cosa como la iglesia en Dios, pero sí encontramos el concepto de que la iglesia está en el Dios Triuno.

LA DIFERENCIA ENTRE DIOS Y EL DIOS TRIUNO

  Ahora debemos examinar detenidamente la diferencia entre Dios y el Dios Triuno. Referirnos a Dios simplemente como Dios es no tener en cuenta que Él ha pasado por un proceso. Sin embargo, el título “Dios Triuno” denota Su proceso. Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. En este versículo no vemos al Dios procesado; es decir, no vemos al Padre, al Hijo ni al Espíritu. Pero en el Nuevo Testamento, encontramos la revelación completa del Dios Triuno.

  En el Nuevo Testamento, el primer paso esencial con respecto a la revelación del Dios Triuno es la revelación del nombre del Padre. En los cuatro Evangelios no encontramos primordialmente la revelación de Dios, sino de Dios el Padre. El Señor Jesús, para revelar el nombre del Padre a Sus discípulos, tuvo que pasar mucho tiempo con ellos.

  Por supuesto, en el Nuevo Testamento también encontramos la revelación de que Jesús es el Hijo de Dios. Según Mateo 16, vemos que un día el Señor Jesús llevó a Sus discípulos lejos de Jerusalén, de este ambiente religioso, y los condujo a Cesarea de Filipo, al norte de la Tierra Santa, cerca de la frontera, al pie del monte Hermón, donde el Señor habría de transfigurarse (Mt. 17:1-2). Cesarea de Filipo se encontraba lejos de la ciudad santa y el templo santo, donde la atmósfera de la religión judía saturaba las mentes de todos los hombres. Así que el Señor intencionalmente llevó a Sus discípulos a un lugar donde la atmósfera estaba limpia, a fin de que las mentes de ellos estuviesen libres de los efectos del ambiente religioso de la ciudad santa y del templo santo, y pudiera revelarles algo nuevo respecto de Sí mismo. Fue allí donde Pedro recibió la visión de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

  Mateo 16:13 dice: “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Debido a que los discípulos no tenían un entendimiento claro al respecto, comenzaron a contestar insensatamente. En el versículo 14, leemos lo que dijeron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o uno de los profetas”. Entonces el Señor Jesús les dijo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (v. 15). Como ya sabemos, fue Pedro quien recibió la revelación del Padre y dijo al Señor Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Por consiguiente, en el Nuevo Testamento encontramos primero la revelación del nombre del Padre y luego, la revelación del Hijo de Dios. Así que, el primer título divino revelado en el Nuevo Testamento es el Padre, y el segundo es el del Hijo.

  Luego de Mateo 16 debemos avanzar hasta Juan 14, donde encontramos la revelación acerca del Espíritu. Cuando Felipe dijo al Señor Jesús: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Jn. 14:8), el Señor le contestó: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre ... ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí?” (vs. 9-10). Aquí el Señor Jesús indicó que Él estaba en el Padre y que el Padre estaba en Él. Esto significa que Él no puede estar separado del Padre ni el Padre de Él. Después de hablar de esta manera respecto de Sí mismo y del Padre, el Señor habló del Espíritu de realidad, de otro Consolador: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad” (vs. 16-17). Así que, el Espíritu, el otro Consolador, es el tercer título divino revelado en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, tenemos la revelación del Padre, del Hijo y del Espíritu. Éste es el Dios Triuno.

  La revelación del Dios Triuno requiere la encarnación de Cristo, el vivir humano del Señor y Su crucifixión y resurrección. Después de la resurrección de Cristo, tenemos la venida del Espíritu. Ahora sabemos que el Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el Espíritu.

  Este Dios Triuno es el Dios procesado. Él pasó por el proceso de encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección. En la crucifixión, Él efectuó la redención, puso fin a la vieja creación y destruyó a Satanás y la muerte, y en la resurrección, Él hizo germinar la nueva creación. Ahora, Él es el Espíritu vivificante, quien es la máxima consumación del Dios Triuno. La iglesia está en tal Dios Triuno. La iglesia está en el Dios Triuno procesado, en Aquel que llegó a ser el Espíritu vivificante junto con el Padre y el Hijo.

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