Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 1:21-22; 2:14-16
En el mensaje anterior vimos un modelo de uno que vivía a Cristo por causa de la iglesia. Pablo no es un modelo de uno que vivía conforme a cierta cultura; más bien, él es un modelo de uno que vivía a Cristo por causa de la iglesia. Cuando hablamos de vivir a Cristo por causa de la iglesia, debemos saber quién es Cristo y también qué es la iglesia.
¿Quién es Cristo? Cristo es el Dios que se procesó para ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo. Esta expresión, breve y precisa, da una explicación de Cristo conforme a la revelación del Nuevo Testamento y a nuestra experiencia espiritual.
¿Con qué propósito deberíamos vivir a Cristo? ¿Deberíamos vivir a Cristo por causa de la evangelización? ¿por causa de nuestra espiritualidad? La respuesta es que debemos vivir a Cristo por causa de la iglesia.
Puesto que debemos vivir a Cristo por causa de la iglesia, debemos contestar una pregunta importante: ¿Qué es la iglesia? Primero, la iglesia es la asamblea de los llamados. Segundo, la iglesia es el Cuerpo orgánico de Cristo. Además, la iglesia es la plenitud de Cristo y también de Dios, el nuevo hombre, la morada de Dios y la novia. Ésta es la secuencia que sigue Pablo en el libro de Efesios. Además, según el libro de Apocalipsis, la iglesia es el candelero. Al final de la Biblia, a la iglesia se le llama la novia. Por tanto, si queremos saber qué es la iglesia, debemos ver que la iglesia es la asamblea llamada, el Cuerpo orgánico de Cristo, la plenitud de Cristo y de Dios, el nuevo hombre, la morada de Dios, el candelero y la novia.
Ahora quisiera hacer otra pregunta, una pregunta que parece muy común y ordinaria: ¿Qué es lo que revela la Biblia? En particular, ¿qué se revela en el Nuevo Testamento? Muchos maestros cristianos contestarían que el Nuevo Testamento es una revelación de Cristo. Aquellos que poseen una comprensión más completa, tal vez dirían que la Biblia habla de Cristo y la iglesia. Yo diría que la mejor respuesta a esta pregunta es que el Nuevo Testamento revela a Cristo junto con la iglesia.
No debemos conocer a Cristo de una manera superficial, sino de una manera profunda y misteriosa. Algunos creyentes afirman que Cristo es el Dios que se encarnó para ser un hombre llamado Jesús, y que este Jesús, un hombre de Nazaret, fue crucificado y resucitó. Por supuesto, esto es cierto, pues concuerda con lo que dice la Biblia. Nosotros creemos todo esto acerca de Cristo, porque la Biblia nos habla de ello. Sin embargo, la Biblia revela también asuntos más profundos relacionados con Cristo. La Biblia no solamente nos muestra cosas comparables a “plumas” y “piel”, sino que también revela cosas comparables a “carne”.
Muchas clases de seres vivientes tienen o piel o plumas. Incluso el ajo tiene algunas capas finas de cáscara que lo recubren. Antes de comerse el ajo, uno primero debe pelar la cáscara. Los pollos y otras clases de aves tienen plumas. Cuando comemos pollo, lo que nos interesa es la carne, y no las plumas. Un proverbio chino asemeja los asuntos insignificantes a las plumas del pollo y a la cáscara del ajo. Cuando decimos que algo se puede asemejar a las plumas de pollo o a la cáscara de ajo, no estamos diciendo que ese asunto no signifique nada o que no tenga importancia. Las plumas de pollo se pueden usar para rellenar una almohada, y la cáscara del ajo se puede usar para preparar medicinas. Al contrario, mi propósito al usar este ejemplo es afirmar que aun la revelación divina de la Biblia contiene “cáscara” y “plumas”, es decir, asuntos que son necesarios e importantes pero que de alguna manera son un poco superficiales.
Además, podemos usar también el ejemplo del cascarón de un huevo. El huevo sin cascarón no podría existir. Sin embargo, cuando comemos el huevo, no comemos el cascarón, sino lo que éste contiene. Podemos comparar la revelación bíblica con un huevo con su cascarón y su contenido. Muchos cristianos centran su atención en el “cascarón”. Usando el ejemplo de las plumas de pollo y de la cáscara de ajo, podemos decir que estos cristianos se centran en las “plumas” y en la “cáscara” de la Biblia. El cascarón, la cáscara y las plumas aluden a asuntos que son verdaderos e importantes, pero que, como procuraremos dejar muy claro, no son la “carne” de la revelación divina.
Durante el período conocido como la Edad Media, es decir, la edad de las tinieblas, que se extendió desde aproximadamente el sexto siglo hasta el siglo dieciséis, la Biblia estuvo fuera del alcance de los hombres y estuvo, en efecto, cerrada, dando por resultado que se perdieron hasta la cáscara y las plumas. Durante la Reforma, la Biblia fue abierta hasta cierto grado, y la revelación de la Palabra divina fue recobrada en cierta medida. Durante la Reforma, la cáscara y las plumas fueron recobradas; sin embargo, las profundidades de la Palabra no fueron expuestas a mayor escala.
Tomemos algunos ejemplos de 1 Corintios para mostrar lo que queremos decir cuando hablamos de las plumas, la cáscara y la carne de la Palabra. En 1 Corintios 1:12 se dice: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. Este versículo habla de la división. En cuanto a la división, algunos maestros de la Asamblea de los Hermanos dijeron algo así: “En 1 Corintios 1:12, Pablo reprende a los que decían que eran de Cefas, de Apolos, de Pablo y de Cristo. Entonces, ¿por qué vosotros adoptáis nombres tales como luteranos, bautistas, presbiterianos, o wesleyanos? Afirmar ser luterano significa que usted es de Lutero. ¿Acaso las palabras de Pablo no se aplican al hecho de adoptar nombres denominacionales? Esta práctica debe ser desaprobada”. Esta enseñanza es sana y fundamental. No obstante, ella está en la categoría de cáscara y de plumas; no es la carne de la Palabra.
Si deseamos aprender a comer de manera saludable, no debemos comer las plumas ni la cáscara; antes bien, debemos comer la carne. Cuando como pollo, como solamente la carne, no las plumas, ni la piel, ni los huesos. En el mismo principio, cuando leemos el primer capítulo de 1 Corintios, no debemos prestar atención meramente a las plumas del versículo 12, sino a la carne del versículo 9.
¿Revela 1 Corintios principalmente el tema de la división? No, su revelación básica es la comunión del Hijo de Dios. Además, este capítulo enseña que Cristo, Aquel que fue crucificado, nos es sabiduría y poder de parte de Dios. Este Cristo es ahora nuestra justicia, santificación y redención diarias. Ésta es la revelación básica del capítulo uno de 1 Corintios.
Si deseamos comer la carne de un pollo, debemos sacarle las plumas y quitarle la piel. Asimismo, si deseamos encontrar la carne del capítulo uno de 1 Corintios, debemos ir más allá de las plumas y la piel de este capítulo. Entonces veremos más allá de las divisiones y del espíritu divisivo, y veremos que Cristo, el Hijo de Dios, es nuestra porción, y que podemos disfrutarlo a Él, la sabiduría y el poder de Dios, como nuestra justicia, santificación y redención diarias. Todos debemos ver a Cristo de esta manera y participar de este alimento tan rico. Si permanecemos en el versículo 12, centrados en el tema de la división, lo único que obtendremos será las plumas y la piel; no disfrutaremos de la carne saludable, de Cristo como nuestra porción. Yo puedo testificar que cuando leo el primer capítulo de 1 Corintios, no presto atención únicamente a la piel de la división; antes bien, disfruto al Cristo crucificado como mi porción y como mi justicia, santificación y redención.
Muchos cristianos no han visto la carne del primer capítulo de 1 Corintios. Algunos sólo ven las plumas, otros profundizan un poco más y ven la piel. Pero cuando les digo a los creyentes que deben ir más allá de la piel y de las plumas y apropiarse de la carne, algunos se ofenden e incluso se oponen a mí. Son semejantes a mis nietos, los cuales se quejan cuando les pido que se coman la carne del pollo y no la piel. En mi ministerio, hago todo lo posible por mostrar al pueblo de Dios la carne que está abajo de las plumas y de la piel.
Hace poco leí un artículo en el que se me acusa de arruinar la práctica de celebrar la Navidad. En realidad, no tengo ninguna intención de atacar dicha práctica. Todo mi tiempo está dedicado a ministrar a Cristo a los demás. Pero mientras ministro a Cristo, la Navidad queda espontáneamente al descubierto. Sí, he dicho que debemos interesarnos exclusivamente en Cristo y olvidarnos de la llamada Navidad. También he dicho que debemos ser cristianos, pero que no nos debe interesar ningún “ismo”, ni siquiera el cristianismo. Ciertamente no tengo la intención de oponerme a la Navidad o al cristianismo. Lo que he dicho en mi ministerio es que debemos ocuparnos en Cristo y ser cristianos genuinos, pero que no debemos tener nada que ver con los “ismos”, inclusive el cristianismo. Ciertas personas, al oír estas palabras, me acusan de oponerme al cristianismo y de arruinar la práctica de celebrar la navidad.
En realidad, la Navidad y el sistema del cristianismo incluyen muchas cosas que ni siquiera son plumas y pieles genuinas de la Biblia. Es un hecho de que Cristo nació en un pesebre y que fue criado en Nazaret. Éstas definitivamente son verdades bíblicas, pero son “verdades de plumas” o “verdades de pieles”, y no “verdades de carne”. Un ejemplo de una “verdad de carne” se encuentra en Juan 1:1 y 14. Estos versículos declaran que el Verbo, quien es Dios, se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, lleno de gracia y de realidad. Juan 1:16 añade: “Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. El versículo 4 de este mismo capítulo declara: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. En estos versículos no encontramos plumas ni piel, sino carne
En los capítulos catorce y quince del Evangelio de Juan encontramos más carne. Juan 14:23 dice: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Este versículo no dice nada acerca de la Navidad, de la Pascua ni del sistema del cristianismo; tampoco hace mención de ellos ningún otro versículo del Evangelio de Juan. Este versículo declara que el Hijo y el Padre harán morada con aquel que ama al Señor Jesús. Además, en Juan 15:4, el Señor declara: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. En este capítulo, Él declara también: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (v. 5). Versículos tales como éstos no tienen ninguna pluma ni piel; al contrario, ellos están llenos de carne nutritiva.
Cuando usted cena pollo, ¿le presta atención principalmente a la piel o a la carne? Ciertamente todos nos concentramos en la carne. Si mi esposa me sirviera un plato de piel de pollo, yo no estaría muy contento, aunque claro está que mi esposa jamás haría tal cosa, ella me serviría más bien la carne nutritiva del pollo. Yo disfruto esta clase de carne, y ésta me fortalece y me nutre.
¿Qué clase de Biblia tiene usted? ¿Es su Biblia un libro que contiene solamente plumas y piel, o es más bien un libro de carne? Debemos tener mucho cuidado al contestar esta pregunta. La mejor respuesta es decir lo siguiente: “Mi Biblia no es solamente un libro de plumas y piel, sino también un libro de carne exquisita”. Un pollo necesita plumas, piel y también carne. Sin las plumas y la piel, el pollo no podría crecer. Asimismo, en la Biblia tenemos piel, plumas y carne. Pero lo trágico entre los cristianos de hoy es que ellos se preocupan por las plumas y la piel, y no les interesa mucho la carne. Por esta razón, siento la carga de ministrar la carne de la Palabra al pueblo del Señor.
En el libro de 1 Corintios hay muchas plumas y bastante piel, pero al cocinar la comida espiritual, debemos prestar más atención a la carne. La mayoría de los que leen 1 Corintios 5 prestan atención a una pluma horripilante, al caso del hermano pecaminoso que cometió incesto. Cuando leemos este capítulo, no podemos evitar ese asunto, pero éste no es el único tema que abarca ese capítulo. En los versículos 7 y 8, Pablo dice: “Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada. Así que celebremos la fiesta...”. Lo que dice Pablo acerca de la Pascua y de celebrar la fiesta no es ni piel ni plumas, sino carne. Aquí Pablo indica que celebramos la fiesta de los panes sin levadura. Cristo es nuestra Pascua y nuestra fiesta de panes sin levadura, y podemos disfrutarlo a Él y alimentarnos de Él a lo largo de nuestra vida cristiana.
La fiesta de los panes sin levadura duraba siete días. Esos siete días tipifican toda la trayectoria de nuestra vida cristiana. Por tanto, durante toda nuestra vida cristiana, Cristo es nuestra fiesta, nuestro pan sin levadura. Cuanto más comamos ricamente de Él, más se eliminará la levadura.
Al comparar la carne y las plumas de 1 Corintios 5, aprendemos la manera correcta de estudiar la Biblia. Al leer la Biblia, no solamente debemos prestar atención a las plumas y a la piel, sino mucho más a la carne. Espero que lo que hemos dicho acerca de las plumas, de la piel y de la carne nos ayude en nuestra lectura de la Palabra de Dios.
En el mensaje anterior hicimos notar que Pablo es un modelo de una persona que vive a Cristo por causa de la iglesia. Ahora debemos avanzar y preguntarnos qué clase de persona era Pablo como tal modelo. La respuesta a esta pregunta es que Pablo era una persona adherida a Cristo, al Ungido. En 2 Corintios 1:21, Pablo dice: “Y el que nos adhiere firmemente con vosotros a Cristo, y el que nos ungió, es Dios”. Toda persona que no está adherida a Cristo, toda persona no adherida, no puede vivir a Cristo por causa de la iglesia. Si deseamos vivir a Cristo por causa de la iglesia, debemos aprender de Pablo, quien es nuestro modelo, a ser personas adheridas a Cristo.
Según 1:21, los que están adheridos a Cristo son ungidos por Dios. Por tanto, el que vive a Cristo por causa de la iglesia debe ser una persona ungida. No es suficiente ser culto, instruido o adiestrado; tenemos que ser ungidos. Si no somos ungidos, no podemos vivir a Cristo por causa de la iglesia. Es preciso que todos seamos ungidos.
En 1:22 Pablo añade que Dios “nos ha sellado, y nos ha dado en arras el Espíritu en nuestros corazones”. El que vive a Cristo por causa de la iglesia es también una persona que ha sido sellada por Dios. Ser sellado por Dios significa que Él es nuestro dueño, que somos posesión Suya. Si no hemos sido sellados por Dios, no podemos vivir a Cristo por causa de la iglesia.
Pablo dice en 2:14: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en el Cristo, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento”. Hemos señalado que la expresión “nos lleva en triunfo” significa llevar cautivo a un hombre en un desfile triunfal. Así que, en este versículo Pablo se refiere a ser capturado por Cristo. Según el concepto humano, no es bueno ser capturado, y a nadie le gusta ser capturado. No obstante, debemos ser capturados por el Señor a fin de vivir a Cristo por causa de la iglesia.
Además, debemos ser sometidos. No obstante, ni a los hermanos ni a las hermanas les gusta ser sometidos. Ciertamente resulta muy difícil para una mujer joven someterse a su marido. Por el contrario, su actitud puede ser que aunque se casó con su marido, no tiene ninguna intención de someterse a él. En términos humanos, a nadie le gusta ser sometido. Para nosotros, ser sometidos es humillante. No obstante, si deseamos vivir a Cristo por causa de la iglesia, tenemos que ser sometidos. Ser sometidos por el Señor no es nada humillante; más bien es algo glorioso.
Finalmente, si deseamos vivir a Cristo por causa de la iglesia, debemos ser guiados por Él. Debemos ser capturados, sometidos y guiados. Sin embargo, nosotros preferimos guiar a otros, y no que otros nos guíen a nosotros. Si deseamos vivir a Cristo por causa de la iglesia, todos debemos ser guiados.
En cuanto a vivir a Cristo por causa de la iglesia, hemos enumerado seis asuntos: ser adheridos, ser ungidos, ser sellados, ser capturados, ser sometidos y ser guiados. Como veremos en el siguiente mensaje, todo esto tiene como fin que esparzamos el incienso de Cristo.