Mensaje 9
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Lectura bíblica: 2 P. 2:1-9
El primer capítulo de la epístola de 2 Pedro trata sobre la provisión divina. Esta provisión incluye dos asuntos: la vida y la luz. La primera parte del capítulo 1 hace hincapié en la vida divina, y la segunda, recalca la luz divina. La vida divina se halla contenida en la fe que nos fue asignada, y la luz divina, en la palabra de Dios, en la palabra de los profetas del Antiguo Testamento y de los apóstoles del Nuevo Testamento. Por lo tanto, la vida y la luz son los dos componentes de la provisión divina.
Los capítulos 2 y 3 de 2 Pedro tratan sobre el gobierno de Dios. En los mensajes que dimos sobre 1 Pedro abundamos mucho acerca del juicio gubernamental de Dios. Los capítulos 2 y 3 de 2 Pedro continúan mostrándonos cómo Dios ejerce Su juicio gubernamental. En 2 Pedro 2 vemos el juicio que Dios pronuncia sobre los falsos maestros (vs. 1-3), el juicio que Dios ejerció en tiempos pasados sobre los ángeles y los hombres (vs. 4-9), y las maldades de los falsos maestros y su castigo bajo el juicio de Dios (vs. 10-22). En este mensaje abarcaremos 2:1-9. Examinemos estos versículos uno por uno.
En 2 Pedro 2:1 leemos: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros, que introducirán secretamente herejías destructoras, y aun negarán al Amo que los compró, acarreando sobre sí mismos destrucción repentina”. Después de presentar a los creyentes la rica provisión de la vida divina y la iluminación resplandeciente de la verdad divina —la cual les provee de lo necesario para sustentar la vida y los vacuna contra el veneno de la apostasía— el apóstol Pedro, en este capítulo, les manifiesta su fidelidad al mostrarles, a modo de advertencia, el terrible contenido de la apostasía y su espantoso resultado. Esta advertencia es análoga a la advertencia dada en Judas 4-19.
En el Antiguo Testamento no sólo hubo verdaderos profetas que hablaron la palabra de Dios, la cual es como una lámpara que alumbra sobre nosotros, sino que también hubo falsos profetas entre el pueblo. En 2:1 Pedro dice que también entre nosotros habrá falsos maestros, quienes secretamente introducirán herejías destructoras.
Las palabras griegas traducidas “introducirán secretamente” también pueden traducirse “introducir furtivamente”. Literalmente, en el griego significa “introducir al lado”, y significa introducir un nuevo tema para el cual los oyentes no están preparados. Aquí denota que los falsos maestros, introducen sus falsas enseñanzas junto con las verdaderas. A estas falsas enseñanzas se les llama herejías destructoras, o, literalmente, herejías de destrucción.
La palabra herejía se deriva de la palabra griega jáiresis, que significa “opiniones (doctrinas) distintas de las comúnmente aceptadas”, “doctrinas escogidas por alguien en particular, que son ajenas a la verdad” (Alford). Tales doctrinas causan división y producen sectas. Esta palabra también se usa en Hechos 5:17; 15:5; 24:5, 14; 26:5; 28:22; 1 Corintios 11:19; Gálatas 5:20; y Tito 3:10 como adjetivo, jairetikós. Aquí este término denota las doctrinas falsas y heréticas introducidas por los falsos maestros, los herejes. Tales doctrinas son similares a las del modernismo actual.
La herejía está relacionada con tres asuntos: proferir opiniones, causar divisiones y producir sectas. Por consiguiente, las opiniones, las divisiones y las sectas son los tres componentes de la herejía. La herejía evidentemente no es constructiva, pues en vez de edificar la iglesia, la destruye. Ésta es la razón por la cual Pedro usa la expresión “herejías destructoras” o “las herejías de destrucción”.
Pedro dice que los falsos maestros aun negarán al Amo que los compró. La palabra Amo alude a la persona del Señor y a Su obra redentora. Los falsos maestros de los tiempos de Pedro, tal como los modernistas de hoy en su apostasía, negaban la persona del Señor como Amo y también Su obra redentora, mediante la cual el Señor compró a los creyentes.
Un tipo de modernismo que se extendió mucho hace cincuenta años se llamaba Buchmanismo, en honor a un hombre llamado Buchman, profesor de la universidad de Oxford. Buchman publicó un libro titulado For Sinners Only [Sólo para pecadores]. Cuando estuvimos en China, hicimos una crítica de ese libro y nos opusimos a él, pues no decía nada acerca de la sangre de Jesús. Cuando Buchman envejeció, encabezó un movimiento llamado “Rearme moral”. Así, pues, Buchman puede ser considerado un falso maestro, uno que negó al Amo y la obra redentora de éste.
Pedro dice que los falsos maestros acarrearán sobre sí mismos destrucción repentina. Sin duda, esto significa que la destrucción les sobrevendrá.
En esta epístola, Pedro usa tres palabras griegas distintas con respecto a las consecuencias que acarreará la apostasía bajo el juicio de Dios. Apóllumi significa “destruir completamente”; en la voz media, que se usa en el griego, significa “perecer”, como en 3:6 y 9. La idea no es la de extinción, sino de ruina o pérdida (no del ser, sino del bienestar). En Mateo 10:28; 22:7; Marcos 12:9; Lucas 17:27, 29; Juan 3:16; 10:28; 17:12; 1 Corintios 10:9-10; 2 Corintios 2:15; 4:3; 2 Tesalonicenses 2:10; y Judas 5 y 11, esta palabra provee una revelación más amplia tocante al juicio gubernamental de Dios.
Apóleia, similar a apóllumi, indica una pérdida (del bienestar, no del ser), ruina, destrucción o perdición (física, espiritual o eterna). Se traduce “destructoras” y “destrucción” en 2:1, y “destrucción” en 2:3; 3:7, 16. La misma palabra se usa para denotar los diferentes resultados de los diversos juicios de Dios (véase el segundo párrafo de la nota 2 de 1 Pedro 1:17). En casos como los descritos en 2 Pedro 2:1, 3; 3:7; Juan 17:12; Romanos 9:22; Filipenses 1:28; 3:19; 2 Tesalonicenses 2:3 y Apocalipsis 17:8 y 11, denota perdición eterna; y en casos como los descritos en 2 Pedro 3:16 y Hebreos 10:39, denota el castigo que aplica la disciplina gubernamental de Dios, no la perdición eterna. En Mateo 7:13 y 1 Timoteo 6:9, denota un principio que se aplica a cualquier caso.
Fthorá denota una corrupción que lleva a la destrucción, la destrucción que acompaña a la corrupción, o una destrucción efectuada mediante la corrupción (con respecto a la moralidad, al alma y al cuerpo). Se traduce “corrupción” en 2 Pedro 1:4 y 2:19, y “destrucción” y “corromper” en 2:12; su forma verbal ftheiro, se usa en la voz pasiva futura y se traduce “serán destruidos” en 2:12, y en la voz pasiva presente, traducida “se corrompen” en Judas 10. Su significado puede ser visto más ampliamente en Romanos 8:21; 1 Corintios 3:17; 15:33; 2 Corintios 7:2; 11:3; Gálatas 6:8 y Apocalipsis 11:18 y 19:2.
En 2 Pedro 2:2 leemos: “Y muchos seguirán su lascivia, por causa de los cuales el camino de la verdad será injuriado”. El camino de la verdad es el sendero de la vida cristiana conforme a la verdad, la cual es la realidad del contenido del Nuevo Testamento (1 Ti. 2:4; 3:15; 4:3; 2 Ti. 2:15, 18; Tit. 1:1). Se le designa conforme a sus diferentes atributos, como por ejemplo: el camino recto (2 P. 2:15 véase He. 12:13), el camino de la justicia (2 P. 2:21; Mt. 21:32), el camino de paz (Lc. 1:79; Ro. 3:17), el camino de salvación (Hch. 16:17), el camino de Dios (Mt. 22:16; Hch. 18:26), el camino del Señor (Jn. 1:23; Hch. 18:25), y el Camino (9:2; 19:9, 23; 22:4; 24:22). Es calumniado como el camino de la herejía (Hch. 24:14).
A causa de los falsos maestros, el camino de la verdad será injuriado. Puesto que el camino de la verdad es el camino de la realidad, y el camino de la realidad es el camino de la economía de Dios, ello significa que los falsos maestros harán que toda la revelación del Nuevo Testamento sea injuriada.
En el versículo 3 Pedro añade: “Y en su codicia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. El juicio pronunciado sobre ellos hace tiempo no está ocioso, y su destrucción no se duerme”. En la primera epístola de Pedro se recalca el juicio gubernamental de Dios (1 P. 4:17-18), y este mismo tema continúa desarrollándose en 2 Pedro. Bajo el gobierno de Dios, los ángeles caídos fueron atrapados y están reservados para el juicio (2 P. 2:4), y también fueron juzgados el mundo de la época del diluvio y las ciudades de Sodoma y Gomorra (vs. 5-9). Sin embargo, Dios especialmente traerá un juicio severo sobre los herejes del Nuevo Testamento (v. 10). Todos los impíos serán juzgados y destruidos en el día cuando los cielos y la tierra sean consumidos por el fuego (3:7). A causa de esto, el Dios de justicia y de santidad ha empezado Su juicio gubernamental por Su propia casa, los creyentes.
En el versículo 3 Pedro señala que así como Dios ejerció juicio sobre los falsos maestros de antaño, es decir, en tiempos antiguos, como se muestra en 2:4-9, de la misma manera Él ejercerá juicio sobre los falsos maestros de hoy. Pedro dice que para los tales, el juicio no está ocioso, y que su destrucción no se duerme. El juicio de Dios no está ocioso. Este juicio vendrá sobre los falsos maestros, y ellos serán destruidos.
En 2:4-9 Pedro habla acerca del juicio que Dios en tiempos antiguos ejerció sobre los ángeles y los hombres. El versículo 4 dice: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al Tártaro los entregó a abismos tenebrosos, para ser reservados al juicio”. Estos ángeles son los ángeles caídos (véanse la nota 3 de 1 Pedro 3:19 y la nota 1 de Apocalipsis 12:4 en la Versión Recobro), quienes, según el orden de los eventos históricos relatados en este capítulo, fueron los primeros del universo en caer. Estos ángeles, habiendo sido arrojados al Tártaro, fueron entregados a abismos tenebrosos. El Tártaro es un poso profundo y tenebroso, donde los ángeles caídos están detenidos como en una prisión (véase la nota 3 de 1 Pedro 3:19).
En el Tártaro, los ángeles están reservados o retenidos para el juicio. Éste será el juicio del gran día (Jud. 1:6), el cual probablemente será el juicio del gran trono blanco, ejecutado sobre todos los muertos y los demonios, y probablemente también sobre los ángeles caídos (Ap. 20:11-15). Es lógico que todos los ángeles, demonios y hombres que se han unido a Satanás en su rebelión sean juzgados al mismo tiempo, en la misma forma y con el mismo resultado, inmediatamente después de que su líder maligno sea juzgado y arrojado al lago de fuego (v. 10), adonde ellos también serán arrojados (véase el segundo párrafo de la nota 2 de 1 Pedro 1:17).
En 2 Pedro 2:5 leemos: “Y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, heraldo de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos”. Aquí Pedro dice que Noé fue un heraldo de justicia. Ser justo y piadoso o injusto e impío resulta crucial con respecto al juicio gubernamental de Dios (vs. 5-9). Ser justo consiste en ser recto para con los hombres delante de Dios, y ser piadoso consiste en expresar a Dios delante de los hombres. Fue de esta manera que Noé y Lot vivieron, lo cual los libró del juicio gubernamental de Dios conforme a Su justicia.
Noé no predicó el evangelio, sino que predicó acerca de la justicia de Dios en contra de la corrupción de su generación. Como señalamos antes, Pedro habla de la justicia porque su énfasis es el gobierno de Dios. La acción por parte de Noé de predicar la justicia, estaba relacionada con el gobierno de Dios. Dios le dijo a Noé que destruiría al mundo y que, por tanto, Noé debía predicar la justicia a su generación. Dios ejerció Su juicio sobre aquella generación corrupta, trayendo un diluvio sobre el mundo de los impíos.
El versículo 6 añade: “Y si condenó a destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente”. Vivir impíamente es vivir en la carne, en las concupiscencias de los hombres, y no en la voluntad de Dios; es hacer lo que agrada a los gentiles (1 P. 4:2-3) y vivir de una manera vana e impía (1:18).
En los versículos 7 y 8 Pedro dice: “Y rescató al justo Lot, oprimido por la conducta licenciosa de los inicuos (porque este justo que moraba entre ellos, con lo que veía y oía atormentaba día tras día su alma justa, por los hechos inicuos de ellos)”. En estos versículos Pedro nos presenta tres casos: el caso de los ángeles caídos, el caso de Noé y su generación, y el caso de Lot y las ciudades de Sodoma y Gomorra. Estos casos son presentados según la secuencia bíblica. En Génesis, Dios primero juzgó a los ángeles caídos; luego, ejecutó el juicio sobre la generación de Noé; y posteriormente, llevó a cabo el juicio sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Pedro nos dice en 2:7 que el justo Lot era oprimido por la conducta licenciosa de los inicuos. La palabra inicuos aquí se refiere a hombres sin principios; es una palabra griega diferente de la que se traduce “inicuos” en el versículo 8. Aquí inicuos se refiere particularmente a los que violan la ley de la naturaleza y de la conciencia. Así como Dios juzgó a los inicuos de Sodoma y de Gomorra, Él también juzgará a los sodomitas de hoy.
En los versículos 7 y 8 Pedro usa la palabra justo o justa tres veces; el se refiere “al justo Lot”, a “este justo”, y a “su alma justa”. Esta palabra se usa en relación con el gobierno de Dios. Asimismo, las palabras griegas traducidas “inicuos” en los versículos 7 y 8 también son usadas aquí como términos gubernamentales.
En el versículo 9 Pedro dice: “Sabe el Señor librar de la prueba a los piadosos, y guardar a los injustos bajo castigo para el día del juicio”. Los piadosos son aquellos que, como Noé y Lot, llevan una vida piadosa, en contraste con los que llevan una vida impía. Los injustos son personas que, como los contemporáneos de Noé y los que vivían en Sodoma y Gomorra, llevan una vida injusta, conforme a la conducta licenciosa de los inicuos. El día del juicio será el día del juicio final, el juicio del gran trono blanco. A los injustos que vivieron en la época de Noé y Lot todavía tendrá que presentarse ante el gran trono blanco para ser juzgados. Una vez que se ejecute ese juicio, ellos serán arrojados al lago de fuego.